Un castigo ejemplar

Una chica rebelde recibe una lección inolvidable.

UN CASTIGO EJEMPLAR

Yolanda era una rebelde jovencita que parecía que siempre se salía con la suya.

Era la líder del colegio y era capaz de desafiar todas las normas y romper toda la disciplina de aquel estricto colegio.

Las monjas que regentaban aquella noble institución estaban desquiciadas con su comportamiento inmoral e incontrolable. Los castigos que a otras atemorizaban a ella le resultaban inocuos. En aquel reputado internado se aplicaba una estricta disciplina inglesa y las alumnas soportaban frecuentes azotainas sobre sus nalgas desnudas. Eso las hacia entrar en vereda y les hacia mejorar su comportamiento, pero con Yolanda aquel sistema no servia.

Las monjas estaban desesperadas. Yolanda hacía una semana que debería haber entregado sus trabajos trimestrales pero ninguna advertencia o sermón servia mas que para su regocijo.

Tenemos que tomar medidas , si esto sigue así esta jovencita va a acabar con esta institución. - Proclamó con voz afligida la directora

¿Pero que hacer? - Se quejo la ya muy mayor Sor Marta. - si la ultima vez que la azoté, parecía que cuanto mas le daba mas disfrutaba. Nuestras manos están muy viejas y débiles para enderezar a esa mala potra, si tuviéramos las disciplinas que se usaban antes, el paddle, el tawse o la vara seria distinto.

Yolanda fue llamada al despacho de la directora para recibir el castigo que le correspondía por no realizar sus tareas a su debido tiempo.

Iba feliz , en realidad los castigos que a otras asustaban no eran para ella sino una fuente de placer. Las monjitas no pegaban muy fuerte y el calor que producía en sus nalgas le ocasionaba una fuerte excitación que superaba el dolor que aquellos azotes con las manos podían transmitir.

La directora comenzó con su típico sermón, Yolanda solo pensaba en su culito calentito y en como iba a disfrutar por la noche en la intimidad de su alcoba.

Señorita Iglesias ha roto todas las normas de esta institución y nos ha provocado con su comportamiento rebelde y disoluto por lo que nos vemos en la obligación de tomar medidas excepcionales para afrontar la gravedad de su caso. Si no tomáramos estas medidas extraordinarias su mal ejemplo se contagiaría en esta institución y afectaría negativamente al rendimiento de sus compañeras. Es por ello que me veo en la obligación de efectuar un castigo ejemplar y así impedir el riesgo de que una manzana podrida como usted acabe con la bondad del resto.

En esta ocasión el castigo será aplicado por alguien con una fortaleza tal, que le hará arder las nalgas fuertemente, con la confianza de que esto le haga recapacitar y sirva este acto de lección inolvidable para usted

Yolanda empezó a inquietarse. Esta vez parecía que iba en serio. Además no se le ocurría en quien pensaba la directora cuando hablaba de fortaleza pues allí todas las monjas estaban mas pasadas que otro poco y no había ningún varón en el colegio, excepto Ángel que era el profesor de gimnasia y entrenador del equipo de baloncesto en el que ella jugaba..

-El castigo se efectuara en el gimnasio, anuncio la directora

Yolanda enrojeció pero fiel a su carácter lejos de implorar clemencia aun grito

-¿Por qué en el gimnasio?

  • Porque hemos pensado que para que no intentes escapar al castigo lo mejor era impedírtelo y para ello hemos preparado un viejo potro con un arnés y correas para manos y tobillos y así quedaras inmovilizada jovencita, esta vez te vas a arrepentir.

Yolanda empezó a ponerse nerviosa y a darse cuenta de que esta vez le iban a calentar el culo de verdad

Pero ya era demasiado tarde y antes de que pudiera darse cuenta las monjas la habían colocado en aquel potro en donde su culo quedaba obscenamente expuesto la ataron de pies y manos y la desnudaron de cintura para abajo

Entonces sucedió, por la puerta entro su entrenador de baloncesto, por quien Yolanda sentía mucho mas que admiración. Muchas veces había fantaseado con el y su cuerpo grande ,sus piernas anchas y sus enormes manos que otrora le hacían anotar canasta tras canasta

Y ahora ella estaba en aquel potro echada , con su culo obscenamente expuesto . las piernas separadas y atadas a los extremos, intentando en vano ocultar su vello publico y los hinchados labios de su coño

Y aquel hombre que tanto deseaba no iba a poner sus manos en él, sino que iba a azotarla como a una niña pequeña y además con la obligación por parte de sus odiadas monjas, de hacerlo de forma ejemplar.

Entonces chillo:

No me puede castigar un hombre de esta manera tan indigna, ya soy una mujer

y no me pueden castigar como a una niña es humillante

Te empeñas en comportarte como una niña y serás castigada como una niña

Además, harás bien en callarte y aceptar sumisamente tu castigo si no quieres que este se incremente y te quede el culo que no te puedas sentar en todo el mes, así que allá tu, sentencio la directora

Yo soy un profesional y si me pagan por azotarte lo haré también como cuando me pagaban por encestar y no creas que ver el culo de una mocosa como tu me va afectar

Yolanda pensó que aquellas palabras eran lo peor que le había pasado nunca, pero se equivocaba .

Los azotes empezaron a caer sobre sus desnudas nalgas tornando rápidamente de rojo su muy blanco culo. Aquello dolía de verdad, las manos de aquel fornido hombre no eran como las de las monjitas y muy a su pesar Yolanda se vio obligada a soltar algún grito de dolor

Sin embargo a pesar de lo humillante y doloroso de la situación Yolanda estaba muy excitada y no se sabe si por ello o por su carácter rebelde , grito

-Cerdo , cabrón. No eres mas que un esbirro de estas brujas

La directora no daba crédito, pero esta vez lo tenia todo previsto y dijo:

  • En verdad que te crees incorregible, pero esta vez te equivocas. Traed las varas que he cortado del jardín. No saldrás de aquí hasta que estés mas mansa que un cordero aunque te quede el culo en carne viva.

El culo de Yolanda estaba ya rojo como un tomate pero ella aguantaba en su actitud rebelde.

-Esto acabara con tu estúpido orgullo y tus ínfulas de rebelde y maleducada, dijo la directora mientras pasaba unas cañas del jardín al eventual verdugo.

-Así aprenderás disciplina y a obedecer, dijo su entrenador mientras hacia restañar dolorosamente la caña en el ya caliente culo

Una marca rabiosamente encarnada apareció cruzando las nalgas de lado a lado.

Yolanda aguantó, apretando los dientes, sin gritar hasta el sexto azote, pero a partir de ahí ni siquiera su terquedad innata la salvo de empezar a aullar como una posesa. No era para menos, pues su culo estaba quedando como un poema , las marcas rojas se amontonaban y la suave piel de su trasero parecía a punto de estallar. El calor se había convertido en fuego y sus nalgas parecían un brasero. Entonces los gritos se hicieron llanto y muy a su pesar Yolanda vio con las lagrimas caían , sin poder hacer nada por evitarlo, por sus mejillas.

Entonces alzo la vista y vio el cuadro del equipo de baloncesto en el que su entrenador había triunfado y que orgulloso parecía presidir aquel gimnasio. Recordó las fantasías con aquel hombre y se sintió aun mas humillada, y entonces claudico.

Por favor , no me peguen mas, prometo hacer mis deberes pero por favor ya no mas

Bien hija, parece que entras en razón, pero debemos asegurarnos bien, si no nuestros esfuerzos serian en vano. Así que te vamos a soltar del potro y sumisa y voluntariamente te tenderas en las rodillas del profesor de gimnasia y le pedirás educadamente que aplique la disciplina necesaria y agradecerás sus esfuerzos por enmendarte.

Yolanda no dudó . Aquello iba en contra de su carácter y le fastidiaba enormemente tener que tragarse su orgullo pero no tenia alternativa , su culo estaba en carne viva y sino cedía se lo iban a reventar.

Entonces se trago también su vergüenza y se tumbo sobre aquel hombre que tanto deseaba, tratando de disfrutar de tener su pubis tan cerca del bulto de aquel varón .

Ángel volvió a azotar con sus mano aquellas maltrechas nalgas.

Aunque ahora los azotes no eran duros sino tiernos ,como de reconciliación. Y aunque sus nalgas, ardían al mínimo contacto Yolanda agradeció cada azote como la directora había establecido.

¿ Fue tal vez que se había acabado su rebeldía?

¿ Fue solo un gesto fingido y obligado por el dolor de su trasero?

¿ Fue el placer de sentirse tan cercana a aquel hombre y sentir sus manos con suavidad en aquella sensible zona?