Un caso muy dificil (07)

Ficcion: Un caso judicial, con una violación, una victima que no dice todo lo que pasó... y una abogada ... que va a terminar averiguando lo que pasó.

Un caso difícil

Capitulo VII

Lo siguiente que hicieron fue colocarle una cadena al cuello y tirándola de la cadena la llevaron hasta el baño. Ahí, con un candado unieron la cadena a uno de los caños mas fuertes del lavatorio.

-Podes hacer tus cosas, higienizarte y bañarte.- le dijo Gustavo

-Pero no se te ocurra sacarte las muñequeras o tobilleras... porque podes lamentarlo mucho.- dijo sonriendo José

-Imaginate que dirían en tu trabajo, o tus clientes si te vieran en ese video.- rió José

-¡¡Nooo!! ¡¡Por favoor !! - suplicó Ana llena de vergüenza

-Se buenita entonces.. una buena putita...- le aconsejó Gustavo

-No te olvides de maquillarte bien para nosotros.- agregó

Luego de decir esto, cerraron la puerta del baño. Ana se sentó sobre la borde de la bañadera y con la cara entre sus manos se agarró la cabeza. No podía creer la situación en que estaba metida. Se miró al espejo de cuerpo entero que había atrás de la puerta y no pudo contener su vergüenza. Su boca con restos de semen pegados en sus labios, sus nalgas enrojecidas por los chirlos de sus violadores, sus muslos y piernas chorreando semen. Su sexo enrojecido y brillante como nunca lo había visto. Se dio media vuelta y abrió sus nalgas. Esperaba encontrar su ano abierto aun por las duras penetraciones, pero solo lo veía enrojecido y con notorios hilos de semen que continuaban bajando de el. "¡Necesito urgente una ducha!" se dijo a si misma.

Abrió el agua y la reguló tibia como para calmar sus ansiedades. Antes de meterse bajo la ducha, el ruido del agua cayendo la inspiró y descargó su vejiga después de muchas horas. Se limpió y se metió bajo la ducha. Con la caricia del agua y el jabón, su cuerpo se fue revitalizando y limpiando poco a poco. Tuvo especial cuidado en el contacto con su vagina y su ano. Estaba tan sensible que apenas si se tocaba sentía la amplificada sensación recorrerla.

Cuando cerró la ducha y se envolvió en la toalla se sintió un poco mejor. Por un momento había olvidado esos degenerados que estaban del otro lado de la puerta. Pero la frase de Gustavo le resonaba en la mente. Tomó los cosméticos y se arregló el rostro lo mejor que pudo. No podía creer que lo estuviera haciendo. Sabía que lo estaba haciendo para tres degenerados que la habían violado casi toda la noche.... y quien sabia que mas le tenían preparado ahora.

En ese momento, silenciosamente se abrió la puerta del baño y Gustavo entró con la cámara en encendida. Con su mano libre acarició el cuerpo de Ana y le quitó el toallón. Ella puso cara de sorprendida pero no se atrevió a volver a levantarlo. Algo la erotizaba como nunca. Algo esa noche había cambiado en su forma de pensar.

-Maquillate los pechos también.- le indicó Gustavo

Con su rostro algo avergonzado, Ana tomó la polvera y aplicó un poco de maquillaje en sus senos. No podía evitar sentir como mientras lo hacía sus pezones se volvían mas duros y crecían. Sabía que la estaban filmando, sabía que eso era la gota que faltaba para que nunca pudiera demostrar una violación... pero lo hacía. Mientras tanto José quitaba el candado de la cadena y la tomaba en la mano. Cuando ella estuvo lista, dio un pequeño tirón hacia afuera y Ana sin decir palabra los siguió fuera del baño.

La hicieron caminar desnuda por toda su casa, por la cocina, el cuarto de trabajo, y finalmente llegaron al pasillo del dormitorio. Ana se quedó helada. Miraba su cama y los miraba a ellos. No iban a pretender violarla en su propia cama ¿o si?.

-¡Linda cama, Ana!- le dijo Gustavo

-Apuesto a que podríamos tenerla ahí los tres juntos..- dijo José

-No José... ahora le mostramos la sorpresa que le preparamos.- aclaró Gustavo

Ana no entendía nada. Miraba a su alrededor y por momentos deseaba escapar de allí, pero en otros momentos solo pensaba hasta donde mas podría llegar en manos de esos hombres, y lo mucho que deseaba saberlo. Llevada por la cadena por toda la casa, Ana había quedado en el umbral de la puerta de su habitación. En ese momento Gustavo le hizo percatarse de unas pequeñas modificaciones que él había hecho en el marco de madera de la puerta.

-Ana... esta es nuestra sorpresa.- le dijo sonriéndole Gustavo

Atornillados firmemente sobre el marco de madera de la puerta, Gustavo había colocado cuatro gruesos y firmes anclajes. Dos de ellos en la base, a cinco centímetros del piso. Otros dos, bastante mas arriba, cerca los dos metros de altura. De cada uno de ellos colgaba una cortísima cadena y un mosquetón para enganchar fácilmente. Ana miraba los anclajes y los miraba a ellos.

-Ahora Ana... vas a ser una buena hembra... y vas a usar esos mosquetones para sostener tus muñequeras y tobilleras.- le indicó Gustavo mientras le filmaba el rostro

Ana dudó por unos segundos. No podía creer lo que le estaban pidiendo. No iba a hacerlo. De repente, un azote duro y certero con la espátula de la cocina aterrizó en sus nalgas. Ana gritó y se frotó las nalgas.

-La estamos esperando doctora..- sonrió Alejandro

-Por favor... no... no me hagan hacerlo....- suplicó ella

-Aaaaauuuuuu- gritó a continuación con el segundo azote

Con lágrimas en los ojos Ana miró los mosquetones. Se inclinó hacia adelante y llevando su pie derecho hasta el marco de la puerta lo sujetó con un sonoro "click" del mosquetón. Cuando llevó el segundo pie al otro lado, sintió que nuevamente se estaba abriendo de piernas. Su mente ahora estaba excitadísima. Sabia que ella misma se estaba entregando, la iban a violar una vez mas... y esta vez, estaba segura de que lo deseaba.

Abierta de piernas, estiró su brazo izquierdo hacia arriba y con un poco de esfuerzo y ayudada por su otra mano logró colocarse el otro mosquetón. Su mano derecha había quedado libre, pero parecía que a ellos no les preocupaba. José se había deslizado por debajo de ella y se sentaba en el piso con su rostro justo sobre su pubis. A un lado de él Alejandro comenzaba a acariciar su ya erecto miembro y se acercaba a ella. De costado Gustavo filmaba toda la escena.

-Ábrete el sexo putita...- le pidió José

Ana, totalmente excitada y sabiéndose a merced de ellos usó sus dedos libres para entreabrir su labios vaginales. Inmediatamente José hundió su lengua y su boca entre ellos y ella gimió y suspiró. Con su mano acariciaba el cabello de José mientras sentía como él deliciosamente la estaba comiendo. Pero su mano fue tomada por Alejandro y la llevó a su pene envolviéndolo. Ana sintió la caliente carne de Alejandro y comenzó a acariciarlo y a mover su mano arriba y abajo de él.

Tan pronto Alejandro estuvo rígido, José se deslizó por debajo de ella hacia atrás y tomándole la mano la colocó en el otro mosquetón. Las manos de Alejandro se deslizaron por sus muslos subiendo lentamente. Cuando llegaron a su sexo, lo abrieron suavemente y jugaron con la humedad mezcla de la saliva de José y de los jugos crecientes de ella misma. Apuntando su verga certeramente se agachó un poco para acceder a su vagina y en un solo movimiento la penetró por completo.

-¡¡Aaaahhhh....!!- exclamó Ana

La verga estaba húmeda y caliente. Su cuerpo la deseaba y no pudo evitar temblar y vibrar al sentirla reptar dentro de ella. Cuando Alejandro se tomó de su cintura y comenzó a meterla y sacarla con buen ritmo, Ana echó su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y dejándose llevar por la intensa sensación.

De repente, otras dos manos acariciaron sus pechos y los oprimieron desde atrás. Sorprendida, Ana se dio cuenta que detrás de ella estaba José. Las caricias de José lo único que hacían era estimular un poco mas su alocadas sensaciones. Podía sentir su verga dura y tiesa también restregarse por su espalda y sus glúteos. En ese momento Alejandro se quitó de ella y mostrándole su miembro enrojecido y brillante, dejó lugar para que José, desde atrás ocupara su lugar en su sexo. Otra vez Ana volvió a gemir y a gritar entrecortadamente. Era algo delicioso. Se alternaban uno y otro y nunca la dejaban vacía. Siempre alguna verga reptaba dentro de ella.

En un momento, Ana vio que Alejandro no se quitaba de dentro de ella, pero que José ya se apresuraba a acariciarla. Una sensación extraña, como de un líquido corriendo por su espalda no le llamó la atención y pensó que era su propia traspiración por el esfuerzo y la calentura. Sin embargo, en cuanto sintió que la verga de José hacia fuerza por entrar en su ano, sus ojos volvieron a abrirse de par en par.

-¡Noo... los dos a la vez nooo...!- pedía ella con desesperación

Sin embargo, sus suplicas no tuvieron eco. Abriendo sus nalgas mas y mas José logró que su pene ingresara lentamente por su ano. Ahora Ana sentía como la estaban penetrando por los dos lados al mismo tiempo. En un primer momento sintió que se partía al medio. No creía poder aguantarlo. Tiraba desesperada de sus ataduras y suplicaba que no lo hicieran. Pero en cuanto la verga de José se hundió mas dentro de ella, no pudo creer lo que sentía. Era algo que la estaba volviendo loca. Mucho mas allá de lo que nunca hubiera imaginado. Podía sentir las dos vergas palpitantes y calientes abrirla por los dos lados. La abrían en dos, la acariciaban por los dos lados al mismo tiempo y se rozaban en esa finísima pared interna que dentro de ella las separaba.

En menos de dos minutos y con sus ojos llenos de lágrimas y su rostro colorado como un tomate Ana explotaba una vez mas en un tremendo orgasmo que la hacía convulsionar como una bandera, como un trapo en manos de esos dos hombres.

Gustavo hizo una seña y los dos hombres se retiraron de dentro de ella. Ana sentía que aun estaba volando y su mente estaba poco clara. Colgando de las ataduras miraba a los hombres reírse delante de ella.