Un caso muy dificil (06)
Ficcion: Un caso judicial, con una violación, una victima que no dice todo lo que pasó... y una abogada ... que va a terminar averiguando lo que pasó.
Un caso difícil
Capitulo VI
El despertar de Ana no fue todo lo agradable que ella hubiera esperado. Su cuerpo se tensó en cuanto sintió las manos abriendo sus nalgas y varios dedos acariciando su ano. Entre dormida y despierta sentía como los dedos de alguien hacían círculos alrededor de su ano. Se sentía suave, estaban evidentemente lubricados con algo. De repente miró a un costado y vio sobre la mesa la mantequera abierta y varios trozos de manteca cortados en pedacitos. No llegó a reaccionar. Antes que ella gritara José la estaba amordazando otra vez.
-¡¡Mmmmppphhh!!- gimió ella cayendo en la cuenta de lo que hacían.
-Je je je... ¿acaso la doctora nunca entregó el culito?- rió Gustavo
-No te preocupes guachita... te va a gustar tanto como lo que vinimos haciendo... - le dijo José mientras le acariciaba el pelo
Ana se puso roja. No sabia bien si era por vergüenza, impotencia, odio... o quizás el temor de que lo que le estaban diciendo fuera a ser cierto. Poco a poco sentía como su cuerpo iba relajándose y ayudado por las dos manos que tiraban de sus glúteos abriéndolos, varios trozos de manteca se hundían dentro de ella. Era una sensación extraña. Un cierto frío al comienzo y una sensación de suavidad luego cuando la manteca se derretía con el calor de su cuerpo. Con otros dos dedos, alguien mas , desparramaba el lubricante uniformemente y acariciándola dentro de su vagina y la iba excitando sin que ella pudiera evitarlo.
Para cuando otros dos dedos se hundieron hasta el fondo de su recto, la sorpresa fue mayúscula. Podía sentir el frotamiento de unos y otros dentro de su cuerpo separados solo por una finísima capa de piel. La mente le comenzaba a desvariar y su cuerpo comenzaba a temblar. La respiración agitada otra vez. Ana se maldecía por dentro. Su cuerpo estaba tan sensible luego de tantos orgasmos que era casi imposible controlarse. "No.. nooo..." se decía por dentro "no otra vez..." Sin poder reprimir las sensaciones se sentía como una puta. La habían violado tanto que su cuerpo ya deseaba ser excitado. Jamás había pensado que su ano fuera tan sensible, que le pudiera brindar tanto placer. Allí, recostada sobre la mesa de su propio living, Ana cerraba sus ojos y contenía todo lo que podía su calentura.
En menos de cinco minutos, el traste de Ana estaba tan sedoso y caliente que era como si pidiera a gritos que lo violaran. Con la cámara en la mano Gustavo se volvió a parar frente a ella y haciendo un plano de su cara y de quienes estaban detrás de ella hizo una seña con el pulgar arriba. Ana supo que algo iba a suceder, pero no pudo prepararse para algo que nunca en su vida había hecho. De repente, una fuerte presión comenzaba a aprisionar su ano hacia adentro. Algo suave y lubricado la intentaba penetrar por allí. Los ojos de ella se abrieron como dos platos y su rostro tenía el pánico de que la lastimaran.
-¡¡¡Mmmmmppphh!!!- grito de repente ella en cuanto su ano cedió
La punta de la verga de José se hundía suavemente en ella. Con un poco de dolor la iba sintiendo abrirse paso mas adentro de ella. No podía creerlo. La estaban violando por el culo. Otros dedos acariciaban su vagina y la estimulaban mas y más. Las sensaciones de suave dolor fueron pasando y en un rato una caldera hirviente volvía a calentarse dentro de su cuerpo.
-¡¡Ufff.. esta... nuevita... hmmm... apretadita la guachita.!!!- comentaba José haciendo fuerza tomado de la cintura de ella.
-Seguro que no sabias que era tan sabroso .. ¿No putita?- le preguntó Gustavo
Con su respiración agitada Ana otra vez se enrojeció de vergüenza. Sabían que ella lo estaba disfrutando. Trato de esconder sus ojos, pero a todos lados el brillo en ellos mostraba lo mucho que le gustaba. De repente sintió como José explotaba dentro de ella y el semen se hundía en sus intestinos. Pero antes que pudiera reaccionar, Alejandro tomaba su lugar y la volvía a violar en el mismo lugar.
Para cuando Alejandro se derramó dentro de ella, José había tomado la cámara y Ana supo que Gustavo también tomaría su parte. No aguantaba más. Estaba al borde de otro orgasmo, pero no iba a delatarlo. Iba a aguantar todo lo que pudiera antes de darles ese gusto. Sin embargo, Alejandro se percató y con un brillo en los ojos se acercó a ella y le quitó nuevamente la mordaza.
-¡Dale duro Gustavo... que se lo esta aguantando...!- le dijo mientras le palmeaba la cola a Ana
-¿Ahh... si?- dijo el aumentando el ritmo y acariciándole el sexo con sus dedos
-Ohh.. nooo.. nooo... ahhh.. ahhh....- gemía ella sin poder contener los grititos
Gustavo puso toda su artillería en juego. Mientras José tomaba primeros planos de la cara de placer de Ana.
-¡Des..ahhh.. graciados.. ahhh ahhh ahhh... siii.. esta delicioso... mas... mas... mas... uuuuuuuuuhhhgggg!- dijo Ana explotando
Como un volcán enfurecido Ana se retorció en sus ataduras mientras sentía el fuego que le recorría el cuerpo. Se sentía volar. De repente sintió una fuerte descarga caliente dentro de ella y Gustavo que se quitaba de su ano. Con la cámara en la mano José y Alejandro se acercaron a sus nalgas y las abrieron filmando el enrojecido ano de Ana y la leche que salía de dentro chorreando por sus muslos.
Atada en esa posición Ana sintió por un largo rato como el semen le escurría en sus muslos y en sus piernas. Se sentía terrible. Su ano le palpitaba, su cuerpo ya comenzaba a entumecerse... toda ella estaba exhausta.
Para peor, mientras ellos descansaban y reponían energías, le colocaron una televisión delante de ella, y conectando la cámara la hicieron observar toda la cinta con su propia violación. Ana se enrojecía mas y mas. Iba a ser muy difícil demostrar una violación con ese material. mas bien parecía una sesión de sexo con algunos toques de dominación, pero siendo sincera, habían habido muy pocas veces que ella se hubiera resistido.
Cuando la cinta terminó, los hombres la extrajeron de la cámara y la guardaron en uno de los bolsos que habían traído. José se acercó por detrás a Ana y con besos en sus nalgas y caricias en sus caderas le acarició las piernas hasta sus tobillos. Con suaves caricias le quitó la barra entre las piernas. Un poco mas cómoda Ana intentó mover sus piernas, estaba entumecida por la prolongada posición y el esfuerzo de moverse le dolía. En cuanto pudo cerrarlas un poco sintió las sensaciones de su sexo y su ano tan estimulados esa noche. Sus muslos se le pegoteaban con los restos de semen y sin poder verse sintió que estaba hecha un total desastre.