Un caso muy dificil (05)
Ficcion: Un caso judicial, con una violación, una victima que no dice todo lo que pasó... y una abogada ... que va a terminar averiguando lo que pasó.
Un caso difícil
Capitulo V
La sucesión de intensas y exquisitas sensaciones dentro de su cuerpo, le provocó a Ana un momento de inconciencia. Con los ojos cerrados, recostada sobre la mesa, no se percataba de que Alejandro no estaba mas dentro de su boca y se acercaba a ella por detrás. Solo respiraba agitada y trataba de reponerse. De repente, en el medio de su vahído, una nueva verga se deslizaba por su sexo. Terriblemente sensible en esa zona, sintió como la carne hirviente de Alejandro le volvía a abrir y a provocar nuevas sensaciones. Su cuerpo parecía no querer bajar de ese éxtasis brutal que había logrado. Con los ojos abiertos de par en par observó a Gustavo y a José delante de ella riéndose.
-¡¡Uhhhh!! ¡¡Nooo.. no .. otra ... vez...!!- balbuceaba Ana
-Ja ja ja ja... no te preocupes... no se te va a gastar...- rió José
-La noche recién comienza doctora... y cuando terminemos con vos, vas a haber saboreado muchas veces nuestras vergas.- le amenazó él
-¡¡Degenerados!! ¡¡Suéltenme!!- gritó ella
-Mejor que no grites, putita...- le advirtió Gustavo
-O invitaremos a tus vecinos a que vean lo que recién filmamos, y que te escuchen tener un orgasmo como creo que nunca te habían dado.- agregó
Ana solo podía maldecir por lo bajo mientras sentía como el miembro de Alejandro la seguía violando. Su cuerpo se hamacaba con cada embiste y su boca se abría cada tanto en alguna sensación de placer. No podía evitarlo, su cuerpo comenzaba a responder otra vez a las caricias de Alejandro. Delante de ella, Gustavo se había bajado sus pantalones y se acercaba con su erección muy peligrosamente a su cara.
-¡Abrí la boca putita!- le ordenó
Ana negó con su cabeza. Un poco mas conciente de lo que le estaba pasando, no iba a dejarse dominar con tanta facilidad. Sin embargo Gustavo estaba preparado para eso, y con una seña a Alejandro, este comenzó a darle nuevas palmadas en sus glúteos una y otra vez. Ana se quejaba muy calladamente y sentía como el calor iba creciendo en sus nalgas. La mano de Gustavo la tomaba del pelo y le tiraba mientras le continuaba ordenando chapársela. Ana no cedía, sus lágrimas ya rodaban por sus mejillas.
-La querés difícil ¿no?- dijo Gustavo aceptando el desafío
-José.. fijate si encontrás algo en la cocina para escarmentar a esta perra.- le indicó
Ana temblaba. Escuchó a José ir hasta la cocina y comenzar a revolver cajones de cubiertos y abrir armarios. Cuando escuchó los pasos de regreso, su estómago se hizo nudos. Delante de ella le mostró una espátula de plástico. Ana negaba con la cabeza.
-¡Nooo... por favoooor- rogaba
-Vas a aprender a obedecer...- le dijo Gustavo
Detrás de ella, a un costado de Alejandro que seguía violándola, José comenzaba a darle golpes planos de espátula en sus muslos. Ana sintió los golpes y comenzó a dar pequeños gritos y saltos con cada uno. Luego recordó los vecinos y las filmaciones de su vergüenza de recién, y comenzó a contenerse. Sus lágrimas rodaban ya continuamente por sus mejillas.
-¡Ya bastaaa... se la voy a chupaaar- lloró
-Sigue unos cinco o seis mas... para que aprenda...- indicó Gustavo
-Noooo..- se lamentó Ana
Con sus ojos enrojecidos de tanto llorar, Ana aguantó los cinco azotes restantes que dejaron varias marcas enrojecidas en sus muslos y sus glúteos. Cuando por fin terminaron, sus manos se desesperaban por querer calmar las zonas azotadas, pero nada podían hacer mas que moverse en la nuca de ella. Mirando a los ojos a Gustavo levantó la vista lentamente. Su boca estaba aun cerrada, sus ojos suplicantes de que no la obligaran a hacer eso de lo que tanto se avergonzaba. Pero la verga de Gustavo, a solo unos centímetros de su boca no parecía querer irse. De hecho, se acercaba cada vez mas a sus labios. Con una sonrisa perversa Gustavo corrió la piel de su verga y dejó a la vista el rosado e inflamado glande. Tomándola de los cabellos con una mano, con la otra tomó su verga y la arrastró por los rosados labios de ella. Una mirada profunda y violenta le indicó que no tenía otra alternativa. Ana, temerosa entreabrió su boca sintiendo como el glande se hundía en ella a medida que le dejaba paso. Con los ojos puestos en él fue sintiendo como el tronco grueso y duro de él se deslizaba dentro de su boca hasta que ya no cupo mas. Con el glande tocando su garganta Ana miró delante de ella y vio que aun quedaban cinco o diez centímetros mas fuera de su boca.
-Eso es putita.... tienes una boca deliciosa...- dijo Gustavo acariciándole el cabello
-Ahora serás una buena muchacha... y relajarás tu garganta para que yo pueda meterla hasta el fondo ¿verdad?- dijo el sin perder su calma
Ana lo miró con sus ojos muy abiertos. No podía creer lo que le estaba pidiendo. Podía sentir la presión de Gustavo en su garganta. Las manos de él ahora acariciaban su cuello y detenían su cabeza por detrás. La presión era mucha y le provocaba pequeñas arcadas que llenaban sus ojos de lágrimas y le hacían temer ahogarse. Ana lloraba de desesperación e intentaba relajarse. Por varios minutos sintió la presión de la verga de Gustavo en su garganta, sin ceder, sin poder hacer nada para salir de esa angustiosa situación. Por detrás, la verga de Alejandro seguía violando su sexo sin piedad... cada vez mas rápido y mas caliente. De repente, un movimiento de ella abrió paso de la verga de Gustavo hacia su garganta. Ana sintió horrorizada como la verga de Gustavo penetraba su garganta y se hundía en ella hasta que sus narices quedaron hundidas entre los cabellos del sexo de él. Sin poder respirar sentía la presión de el clavándosela hasta el fondo y su palpitar en su garganta.
-Eso es putita... podes... viste que podes....- le decía Gustavo
A un costado de ella, José con la cámara en la mano inmortalizaba ese momento en video. Ella abría los ojos con pánico y los giraba mirando a la cámara. José gozaba viéndola deglutir entero el miembro de Gustavo. Cuando Gustavo sacó su verga de dentro de ella, un minuto después, un hilo de saliva y líquidos preseminales de Gustavo unía la boca de ella con la enrojecida punta de su verga. Ana tosía una y otra vez tratando de aliviar su garganta.
Gustavo le dio unos pocos segundos para recomponerse y tomar aire nuevamente, y otra vez apuntó su pene dentro de ella. Tomada de los pelos por ambos lados de su cabeza Gustavo se preparaba a hundirse otra vez en ella. Ana miraba a Gustavo suplicante, pero conciente de no tener alternativa. Sentía otra vez la verga pegada a su garganta, y tomando aire profundamente por la nariz cerró los ojos al sentir que se hundía otra vez en ella.
-¡¡Uuuhhhgggg...!! ¡¡Que sabrosa!!- gimió Gustavo
Ana derramaba sus lágrimas en silencio mientras sentía crecer y hacerse mas duro y caliente el pene dentro de ella. Una frase entre ambos violadores le atemorizó mas aun. Iban a intercambiar lugares entre Alejandro y Gustavo. De solo pensarlo, sus nervios se crispaban mas aun. Alejandro retiró su verga de adentro de ella dejándole su sexo palpitando y enrojecido mientras le daba un par de palmadas en sus nalgas. En cuanto se puso a un lado de Gustavo, este le sacó la verga de adentro y le acarició la barbilla.
-En un rato vuelo a tu boquita cielo..- le prometió él mientras se bajaba
-Por favooor... noooo...- rogaba ella llorando
-Silencio putita... y ahora sigue trabajando con esta verga.- le dijo Alejandro ocupando de inmediato el lugar de Gustavo
Mientras Alejandro le acariciaba sus labios llenos de saliva y jugos preseminales, Ana lentamente fue abriendo la boca. Nunca sabría porqué obedecía tan ciegamente a esos hombres, pero su boca ya estaba preparada a recibirlo a Alejandro. En cuanto él deslizó la verga en su boca Ana pudo sentir el inconfundible gusto de su propio sexo. Le provocó un poco de asco en un primer momento, pero luego se acostumbró.
-Mostrame como te la comes entera...- le dijo acariciándole el rostro Alejandro
Los dedos de Gustavo mientras tanto volvían a estimular su clítoris y a abrir su vagina. La penetración nuevamente la hizo sentir una sensación deliciosa que la obligó a gemir. En su garganta, la presión de Alejandro ya ganaba profundidad y se hundía en ella. De repente se vio penetrada por dos hombres en ambos extremos y su mente no pudo evitar excitarse en esa situación. Sus narices clavadas en el vello de Alejandro y sus nalgas aplastadas por la presión de Gustavo que se metía muy hondo dentro de ella. Ambos penes se movían y palpitaban dentro de ella. Aun atragantada por la verga de Alejandro, Ana gemía.
-Uuuhhhgg... siii... que rica boca tenés guachita...- decía Alejandro tomándola de los pelos por ambos lados y moviéndole la cabeza hacia atrás y adelante.
Con el rostro colorado por la falta de aire Ana aguantaba todo lo que podía la situación. Alejandro se retiró un rato para dejarla respirar y volvió a hundirse en ella. Una y otra vez sacaba y metía su verga de la garganta de ella. De repente, en la ultima penetración, Ana sintió como el temblaba dentro de ella y el semen caliente se derramaba dentro de su garganta. Con los ojos abiertos de par en par no podía creer lo que le estaba sucediendo. En cuanto Alejandro retiró su verga de la garganta de ella Ana pudo sentir como el semen se derramaba sobre su lengua y el inconfundible gusto invadía su boca.
-¡¡Eso es putita.... tragatelo todo...!!- murmuraba Alejandro
Ana frunció su cara y sintió como el pegajoso fluido se escurría por su lengua sin poder tragarlo ni escupirlo. Detrás de ella, Gustavo seguía abusando de su sexo con su verga. Muy pronto sintió que él también temblaba y su pene comenzaba a palpitar dentro de ella. Las sensaciones eran tan intensas que no pudo evitar otro orgasmo que se apoderó de su cuerpo rápidamente y esta vez la hizo dar pequeños grititos cuando sentía como su cuerpo volaba por los aires en un indescriptible placer.
Gustavo había explotado en su sexo. Un hilo de semen chorreaba fuera de su sexo y comenzaba a recorrer la cara interna de su muslo hacia su rodilla. Rendida mas que nunca, Ana se dejó caer en la mesa y respiró entrecortada recuperando su aliento. José, mientras tanto le destrababa sus muñecas de atrás de la nuca y se las unía adelante con un candado y una cadena corta al borde de la mesa.
Por algunos minutos los hombres la dejaron descansar en esa posición. Ana se sentía tan cansada que su cuerpo se adormecía y sus ojos se le cerraban. Antes que se diera cuenta estaba dormida profundamente. La incómoda posición no había impedido que cayera rendida de cansancio.