Un caso muy dificil (02)

Ficcion: Un caso judicial, con una violación, una victima que no dice todo lo que pasó... y una abogada ... que va a terminar averiguando lo que pasó.

Un caso difícil

Capitulo II

En su mente, las imágenes del rostro de Carmen, de su rubor al admitir lo mucho que había gozado en su propia violación la tenían muy confundida. Mas confundida aún la tenía la sensación que revoleteaba en su vientre, que le provocaba una excitación especial al pensar la escena. En su oficina volvió a abrir la carpeta con el expediente delante de ella. Una y otra vez releía los detalles del caso y mas ganas tenía de conocer lo que había sucedido.

Ese día Ana no pudo concentrarse mucho en el trabajo. Como siempre para esa época del año se acumulaban papeles y trabajos para hacer. A Ana no le gustaba nada el papeleo y eso hacía que la pila de trabajo pendiente se acumulara hasta el techo.

La semana pasó rápidamente, pero ese viernes, con tanto papeleo pendiente Ana se decidió a quedarse algunas horas mas en la oficina. Su socio, mucho mas metódico y acostumbrado a quitarse el papeleo rápidamente de encima se despidió con una sonrisa y alguna que otra frase burlona de "lo tenés merecido por no haberlo hecho en su momento", apagó las luces de su escritorio, saludó y se fue. Hacia rato también que la recepcionista se había ido. Ana observó su reloj de pulsera y maldijo los papeles sobre su escritorio. Era viernes... en lugar de estar saliendo con sus amigas estaba ahí... acomodando papeles.

Eran las 12:30 de la noche y Ana seguía leyendo y archivando las notificaciones de los diferentes juzgados de las distintas causas que llevaba. Para ese momento ya se había olvidado casi por completo del caso de Carmen. Sin embargo, un comunicado del juzgado le heló la sangre. En el escueto mensaje sobre el papel, anunciaban que los dos sospechosos quedaban en libertad por falta de mérito, aunque aun imputados en la causa. El doctor Fernando se había salido con la suya.

Con el papel en la mano, Ana dudaba si debía o no avisarle a Carmen de la novedad. Por un lado pensó en que debía hacerlo para prevenirla de un nuevo ataque. Por el otro recordaba el rostro de ella relatando lo mucho que le habían excitado y cómo había explotado en orgasmos con esos violadores.

-Extraño caso...- se dijo a si misma.

-Cómo me gustaría saber lo que en realidad le pasó a Carmen.- dijo rascándose la cabeza

Por fin, decidió que no valía la pena alarmar a Carmen por nada. Esos hombres estarían tan asustados por el proceso que no serían capaces de salir de sus casas ni siquiera para comprar cigarrillos. Archivó el papel en la carpeta del caso de Carmen y bostezó. Miró su reloj con cansancio. Era ya muy tarde, 1:30 de la mañana del sábado.

Ana apagó la luz de su oficina y cerró los ficheros. Quedaba muy poco para acomodar el lunes o martes. Con cuidado cerró la oficina y apagó todo. Bajó por el ascensor y saludó al guardia de seguridad en el palier del edificio de oficinas.

-Buenas noches Ana.- le dijo el guardia

-Buenas noches Hugo.- saludó ella

-Buen fin de semana.- le deseó él

-Igualmente.- respondió ella ya abriendo la puerta de la calle.

Con las llaves de su auto en la mano caminó las dos cuadras hasta donde había dejado estacionado su auto. No había día que lograra estacionarlo mas cerca. La calle estaba apenas semi iluminada, pero todo parecía muy tranquilo. Miró para ambos lados antes de abrir su auto y se subió cerrando con traba de inmediato. Lo puso en marcha y encendió el estereo tratando de relajarse en su regreso a casa.

El viaje de regreso a casa era un poco largo. A esa hora el tráfico estaba un poco mas aliviado, pero aun así tardó media hora en llegar a su casa. Ya eran las 2:00 y estaba muy oscuro en el barrio donde vivía Ana. Estacionó el automóvil en la puerta de su casa como todas las noches y con las llaves en la mano bajó hasta la puerta de su casa. Estaba nerviosa, con las llaves en la mano, tratando de abrir la puerta de su casa, cuando una mano le cruzó por delante y en menos de lo que pudo reaccionar le tapó la boca. Otras manos tomaban con fuerza sus brazos y le colocaban un par de esposas a su espalda.

Ana estaba histérica. Intentaba gritar y patalear, pero apenas se le escuchaban unos pocos gemidos y las patadas no lograban doblegar a los tres hombres a su alrededor. Quitándole las llaves de la mano, uno de los hombres ya había logrado abrir la puerta de su casa, y mientras dos de ellos la arrastraban hacia adentro, el otro cerraba con llave nuevamente. En cuanto cerraron la puerta, uno de los hombres sacó de su mochila un rollo de cinta y con un pañuelo de su bolsillo la amordazó.

En el medio del living de su propia casa, amordazada y esposada, Ana trataba de escapar corriendo, pero en cuanto pasaba a un lado de uno de ellos, la tomaba de los brazos y la arrojaba hacia atrás. Intentó también patearlos, pero también falló.

-Ana... Ana... no lo intentes... no hay escapatoria...- le dijo uno de ellos

Sobresaltada de que conocieran su nombre, Ana se sintió helada de repente y observó a los hombres que la rodeaban. Vestidos completamente de negro, con capuchas negras, no distinguía quienes eran.

-¿Nerviosa?- rió uno

-¿Acaso no querías saber lo que le pasó a Carmen?-

-¡¡Mppphhhh!!- grito ella detrás de la mordaza negando con la cabeza y abriendo los ojos aterrorizada

-Te prometemos que te va a gustar... je je je.- rió otro