Un caso muy dificil (01)

Ficcion: Un caso judicial, con una violación, una victima que no dice todo lo que pasó... y una abogada ... que va a terminar averiguando lo que pasó.

Un caso difícil

Capitulo I

El calor de la mañana se había vuelto insoportable en la oficina. Los ventiladores no hacían mas que mover la masa de aire caliente en el lugar, sin lograr refrescar el aire que los envolvía. Sentada frente a su cliente, la Doctora Ana no terminaba de entender lo que escuchaba.

Carmen, de apenas un poco mas de 30 años, había recurrido a ella para levantar cargos contra dos individuos que habían ingresado una noche en su casa y la habían violado y humillado hasta que casi amaneció. Las pruebas eran casi irrefutables. Muestras de semen recogidas de ano y vagina de la víctima, ropas rasgadas, señas claras de ataduras de soga en sus muñecas y tobillos. Todos los elementos apuntaban a los dos individuos que habían detenido. Sin embargo, había un par de detalles que no terminaban de convencer a Ana.

Con mirada inquisidora y un gesto serio, trataba de entender a boca de Carmen la ausencia de algunos detalles. No había restos de piel debajo de las uñas de ella. Tampoco se había podido detectar la presencia de penetración forzada en el cuerpo de ella. El análisis y peritaje presentado por el médico forense había determinado la ausencia de violencia en la penetración.

Enfrentándola con los hechos, Ana había logrado que Carmen se ruborizara y dudara si presentar los cargos o no contra sus agresores. Presionándola, había logrado entrever que ella lo hacía solo por cubrir su honor, solo por lo que pudieran decir los demás.

Con mas dudas que certezas, Ana despidió a Carmen y quedó rascándose la cabeza. La mañana siguiente tendría la audiencia de conciliación con los detenidos y con los abogados de los detenidos. A ciencia cierta, no sabía que curso darle al caso. Con su lápiz en la mano trataba de reconstruir la escena con los datos que le había aportado Carmen, pero nada le terminaba de convencer. Finalmente, y con cierto enojo, dejó los papeles a un lado y admitió que Carmen le había ocultado datos. Sería cuestión de presionarla delante de los acusados.

A la mañana siguiente Ana miró la temperatura en la TV antes de salir y resoplando decidió ponerse uno de sus vestidos mas ligeros y ventilados. De falda muy corta y con solo dos breteles en sus hombros, el vestido era lo suficientemente fresco como para que no sufriera el impensable calor que haría ese día.

Subió a su auto cargando su maletín con todos los papeles del caso y se encaminó a la entrevista. Agradecía que fueran solo las 9:30 de la mañana, ya que si a esa hora hacia ese calor, mas tarde de seguro sería un infierno y prácticamente se derretiría al caminar al sol.

Cuando llegó al edificio de la dependencia de los tribunales, vio un camión de transporte de reos que se estacionaba en la otra puerta. Esposados y traspirando copiosamente, los dos reos llegaban para la audiencia. Trató de no mirarlos, pero no pudo evitar notar como ellos la miraban con una expresión de odio en sus ojos. Entró en el edificio, y apenas un par de ventiladores viejos y mal mantenidos movían el aire allí dentro.

Después de una larga espera se encontró con su cliente. Llegaba tarde, y su rostro parecía apesadumbrado de tener que pasar por la sesión de conciliación. Unos momentos después, uno de los asistentes los invitó a pasar a una sala. Allí se sentaron y esperaron. Ana y Carmen se miraban en silencio. Dos minutos después entró un abogado y detrás de él un asistente de la corte y los dos detenidos junto con un policía.

Ana no perdía detalle de lo que pasaba con Carmen. Estaba muy nerviosa desde el comienzo, pero en cuanto vio a los dos hombres y al policía, su cuerpo tembló literalmente. Ana la miró y le tomó la mano. Carmen traspiraba sus manos y Ana notaba particularmente como apretaba sus piernas.

-No te preocupes... no te pueden hacer nada acá.- le dijo al oído

-Lo sé.. es solo que me ponen un poco nerviosa... - se excusó Carmen

Al comienzo de la sesión, el asistente leyó los cargos de los que se le imputaban a los detenidos. Allanamiento, privación ilegítima de la voluntad y violación. Luego de escuchar los cargos, el abogado defensor sonrió y miró a Ana.

-Lo siento, pero deberán anular esos cargos.- sonrió

-¿¿Cooomo?? ¿Porque? ¡Tenemos las pruebas!. Sus defendidos dejaron claros rastros de semen en la víctima. Un examen de ADN los crucificaría como culpables.- chilló Ana

-¿Culpables de que? ¿De tener relaciones sexuales con su cliente?- sonrió él

-¡¡De abusar de ella contra su voluntad!!- reaccionó Ana

-Doctora Ana... Me extraña de Ud.... ¿y en que se basa para esa acusación?.- siguió él muy seguro de si mismo

-En los dichos de mi cliente, en las ropas rasgadas, en las marcas de sus ataduras...- contraatacó ella

-¿Acaso hay signos de violencia física en la entrada del departamento de ella?- inquirió él

-No, no la hay. Pero pueden haberse escurrido por alguna de las ventanas.- se defendió Ana

-Y dígame doctora.. ¿Hay rastros de lucha en el cuerpo de su cliente?- siguió él

Ana miró a Carmen. Totalmente enrojecida ella observaba para otro lado mientras los dos detenidos la miraban con una sonrisa en su rostro. Ana quedó sin respuestas.

-¿Hay signos de desgarres vaginales o anales en su cuerpo?- continuó él

-No... no los hay...- asumió Ana.

Un silencio largo y angustioso se hizo en la sala. Las manos de Carmen temblaban sin poder mantenerse quietas. Las miradas se cruzaban sin que ella pudiera sostener ninguna.

-Creo, doctora, que su cliente no le ha contado la verdadera historia de lo acontecido esa noche.- sonrió el abogado defensor.

Tomando la palabra ante el silencio de los demás, el abogado defensor comenzó a contar una historia bastante distinta a la de Carmen. Una historia de un lugar bailable, de unas copas de alcohol, de un par de invitados a la casa de Carmen, de una noche de lujuria y sexo desenfrenado. Explicaba de esa forma los desgarres en la ropa y las marcas de cuerda en muñecas y tobillos de ella. Tomándose la cabeza, Carmen gritaba que no. Que no era verdad, que eso no era verdad.

Ana la observaba y no podía hacer nada al respecto. Mas allá de detener los comentarios de los detenidos que morbosamente insistían en lo mucho que le había gustado la fiestita.

Carmen lloraba desconsoladamente. Era un caso perdido. Su abogada ya no le creía, y ella misma entendía que su historia era poco creíble. Con las manos tomándose la cabeza, escuchó la petición del abogado defensor de levantar los cargos. Ana la miró y la llamó aparte.

-Carmen. Hice todo lo posible... pero no tenemos suficiente evidencia.- le dijo Ana

-¡Malditos! ¡Tuve su evidencia adentro mío toda la noche...! ¿Que mas necesitan?- sollozaba Carmen

-Tenemos evidencia de la penetración... pero no de la violación... ¿me entendés?- aclaraba Ana

-Es que... fueron tan suaves.... los desgraciados....- comenzó a aclarar Carmen

-¿Que me estas diciendo...? ¿Que lo sentiste suave... que no hubo violencia?- preguntó Ana

-Si... - dijo ella tapándose el rostro

-A ver si te entiendo... estos tipos entran en tu casa, te rompen toda la ropa, te atan... y cuando te violan vos no lo sentís como algo violento..¿Si?- confirma Ana

-Si, así fue...- dice ella entre llantos

-No te entiendo.. como mujer no te entiendo...- le dijo Ana

-¿Cómo puede ser que no te hayan hecho doler en la penetración?- agregó

-Los... los degenerados esos.... me tuvieron ... snif... una hora entera... estimulándome... masturbándome..- lloró ella en el hombro de la abogada

-Caramba... eso cambia las cosas...-reflexionó Ana

-Te juro que no quería que ellos me penetraran, pero cuando lo hicieron... snif... mi cuerpo se abrió como manteca.-

-Te voy a hacer una pregunta difícil Carmen... si no la hago yo, alguien mas la hará en el tribunal..- le aclaró

-Por favor, contestame con la verdad... ¿gozaste?- le preguntó de inmediato

Carmen hizo un gran silencio. Su rostro de enrojeció de vergüenza y sus piernas se apretaron nuevamente. Ana observó todos los gestos de ella y supo que no solo había gozado, sino que lo había hecho como nunca en su vida. Por primera vez Ana se sintió algo incómoda. Por un lado ya tenía suficientes datos como para seguir el caso, por el otro, su cuerpo comenzaba a responderle, comenzaba a humedecerse entre sus piernas, pero lo mas grave de todo... quería mas información. Su mente morbosa quería saber con lujo de detalles las sensaciones por las que había pasado Carmen.

-Bien... será muy difícil de demostrar... -dijo Ana

-Sobre todo si llegaste al orgasmo y ellos lo notaron..-agregó

-Lo siento.. lo siento...- sollozó Carmen en el hombro de Ana

-¿Llegaste verdad?- le inquirió Ana sintiendo como esa pregunta la mojaba mas aun

-Si... y cada vez que lo hacia... los muy degenerados me tomaban fotos... y me filmaban...- lloró Carmen

Ana se sentó y apretó sus piernas. Miraba a los dos detenidos y solo imaginaba lo que eran capaces de hacer esos hombres. Con su lapicera en su mano jugaba haciéndola resbalarse entre sus dedos mirando los expedientes.

-¿Le pasa algo Doctora? ¿Acaso algo la esta turbando?.- preguntó con ironía el abogado defensor

-No... no....- negó de inmediato ella reganando su compostura

-De hecho estaba pensando en pedir un aplazamiento de esta conciliación... necesitamos mas tiempo para recabar y verificar mas evidencia- balbuceó Ana

-Eso es bastante irregular... solicitaré la liberación de los detenidos si es así...- argumentó el abogado defensor.

-No lo hará... será solo una semana...- peleó ella con ojos exaltados

-Eso lo veremos...- defendió él

-Nos veremos en una semana.- propuso ella firmemente.

-Si acaso necesita algo o desea aclarar algo mas, aquí le dejo mi tarjeta.- dijo él entregándosela en mano

-No lo creo..- dijo ella entregándole la de ella de muy mala gana

La audiencia terminó y tan pronto como estuvo libre Carmen desapareció en la calle con rumbo desconocido. Totalmente perturbada por toda la conversación, Ana se dirigió a su oficina en busca del aire acondicionado y tratando de pensar con mas claridad.