Un... casi magosto muy particular

Mi novio y yo íbamos en busca de castañas, pero no habia entonces...

Hubo una época en la que mi novio y yo, quedábamos los fines de semana para ir de turismo rural; pero un día, entrados ya en el mes de Noviembre, a mi se me antojó ir a buscar castañas para hacer un magosto. Donde yo vivía hay un monte que tiene castaños y pensé: "ya sé donde las encontraremos".

Fui a buscar a mi novio, le dije dónde quería ir y fuimos al monte en busca de castañas; pero cual fue nuestra sorpresa, cuando llegamos y después de dar un buen paseo por debajo de los castaños, observamos que no había ni una, se nos habían adelantado.

Aquel día hacía niebla, que poco a poco se fue levantando y ante nosotros vimos... un canal construido por los romanos. Al darnos cuenta de ese canal y cogiditos de la mano, nos acercamos a verlo y después de recorrerlo de cabo a rabo, nos tumbamos en la hierba, sobre una manta que siempre llevo en el coche a descansar después del largo paseo.

Allí estábamos nosotros, con un frío que pela tumbados en el monte sobre una manta como si estuviéramos tomando el sol en pleno mes de Julio; mirábamos el cielo, hablábamos de cosas variadas, contábamos historias o chistes para pasar la tarde lejos del ruido, de la gente y demás parafarnalias y sobretodo para cambiar la rutina y variar.

¿Variar...? ¡¡Yo no variaba!! Poco a poco mi sexo se iba humedeciendo, pero intenté no darle importancia, a lo mejor era un simple calentón; pero el caso es que cada segundo que pasaba, me ponía más y más cachonda. A duras, penas intenté pasar de ello, pero cada vez me costaba más el echo de estarme quieta, sí que me levanté. Di un par de vueltas y me volví a sentar junto a él.

  • ¿Qué te pasa? Parece que estás nerviosa, ¿quieres que nos vallamos?- ¡Eso!

yo mojada como una esponja y dice que nos vallamos.

  • No, no es eso; es que... es que..

Dicho esto, me abalancé sutilmente sobre él y besándole la cara le dije:

  • Tengo un pequeño problema: estamos solos, en el monte, tumbados en el suelo y ésta circunstancia me ha puesto a 100.

Levantó su mano y me cogió la cabeza y diciendo: "tranquila que yo te ayudo a que te tranquilices", me besó lentamente.

La adrenalina me subía, me bajaba, ¡¡¡ah!!! la tenía descontrolada, ¡¡¡m...!!! Levanté mi mano y la llevé hacia su pecho; metí la mano por debajo de su camiseta y jugué con sus pezones un ratito. Mientras él, recorría con su mano mi espalda buscando el broche del sujetador, el cual encontró y lo desabrochó; en ese momento, pasó su mano para la parte de adelante y comenzó a frotarme los pezones lentamente, uf...uf... uf..., como sabe que me gusta. Acto seguido, moví mi mano con dirección a su sexo: metí la mano por debajo del pantalón y... me puse a masturbarle lentamente.

Una vez que las cosas iban por "BUEN" camino, el ritmo empezó a acelerarse y nosotros con él. Él se movía del gusto, yo me retorcía de placer, los dos estábamos disfrutando de aquella circunstancia. Se metió debajo de mi jersey, yo metí la mano por dentro de sus calzoncillos y comencé a masturbarle; yo gemía, pero mis gemidos se quedaban cortos, como pidiendo más; entonces estiró su mano y abriéndose paso entre mi ropa llegó a mi chorreante sexo, con el cual estuvo jugando excitádamente durante un buen rato.

Al rato, me ladea y me deja ver como tiene su miembro, el cual estaba totalmente erecto.

  • Cariño, ¿quieres subir en el caballo? Te doy una vuelta gratis.

... Fue dicho y hecho; me monté en su caballo y me puse a cabalgar como una loca; él gemía, yo suspiraba, me pedía fuerza, rapidez y tenacidad en mis suculentos movimientos; yo le pedía que se corriera conmigo: pedido y concedido ya que el ritmo era tan rápido que no pudimos esperar.

  • Mami, date la vuelta.

Me di la vuelta, me cogió por la cintura firmemente y me la metió hasta el fondo: "¡¡¡Ah...!!!", fue lo único que atiné a decir; comenzó a bombearme ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! por un instante me volví loca, me tiraba de los pelos, tocaba mis pechos y al final estiré una mano por entre mis piernas y mientras él me follaba yo le acariciaba los testículos; él al notarlo soltó una mano de mi cadera y buscó la fuente de mi placer; estaba muy mojadita, cosa que facilitó su rapidez en el movimiento y nuestro siguiente orgasmo, el cual fue largo, intenso, lleno de sentimiento y muy placentero.

A continuación nos vestimos, nos volvimos a estirar, me acurruque en su pecho y dándome un beso, me susurra.

  • Te quiero.