Un cambio en mi vida
...Tras regalarme una sonrisa y una mirada de esas que te descomponen por completo, él se subió al auto. ¡Apenas podía yo controlar mis piernas que temblaban sin control!!,...
La historia de mi vida no había tenido nada de espectacular y sí mucho de deprimente: casada con mi primer amor, pasé muy rápido del completo enamoramiento a la total desilusión conyugal: puedo afirmar sin equivocarme que nunca tuve un orgasmo con mi marido, en los 12 años de un matrimonio que se desmoronó desde el primer día. Pasado ese tiempo y afortunadamente no tuvimos hijos-, descubrí que mi marido me engañaba con toda mujer que se le ponía enfrente desde el principio, así que tras algunas amargas peleas, el divorcio fué inevitable; fué así que me encontré, de la noche a la mañana sola, conservando una casa que se me hacía inmensa para mí, y la total certeza de que mi vida sexual había sido un desastre.
Lejos de recriminarme o deprimirme, decidí que era hora de hacer un cambio en mi vida; no soy ninguna mujer espectacular, pero lo que me dió la naturaleza no es para nada despreciable: mis muy anchas caderas y piernas bien torneadas siempre han sido motivo de elogios; y si le agregamos mis senos, medianos tal vez, pero firmes y bien paraditos para mi edad, aunado a mi rostro juvenil, mis ojos color caramelo y mi ondulada cabellera castaño encendido (todo lo que me da un aspecto de no más de 28), consideré yo que no me sería difícil encontrar compañía, o tal vez un verdadero amor,
Lamentablemente me dí muy pronto de golpe contra la dura realidad: tras algunas citas fallidas y un par de semanas saliendo a los bares, me dí cuenta que no era yo competencia para las atrevidas muchachitas de hoy: delgadísimas, de ropas diminutas y apretadas, lascivas y dispuestas a irse a la cama sin ningún remilgo. Yo por mi parte no pasaba de encontrarme con viejos acabados que no me encendían en lo más mínimo o tipos casados buscando que yo sea "la otra". Necesitaba a gritos sentir un hombre verdadero que me hiciera feliz, pero no estaba dispuesta a acostarme con alguien a quien consideraba definitivamente debajo de mis aspiraciones; todo este asunto me tenía pues, muy deprimida: eso era lo que le contaba yo aquella tarde, en un café, a mi amiga Débora: una compañera de mi promoción del colegio, y la cual tenía -para nuestro círculo de amistades-, fama de liberal, aventurera y alocada:
Creo que lo que necesitas no es un amor, Magaly, -me dijo-, lo que tú necesitas son nuevas experiencias, ¡por Dios, hija!, te acabas de divorciar: estás libre, mínimo te mereces vivir con intensidad,
Claro que quisiera vivir, no sé: una vida como la tuya, amiga, -le respondí-, pero yo no soy así: tú lo sabes,
¿En serio quisieras una vida como la que yo tengo?, -me preguntó extrañada-, si deseas eso, puedo ayudarte,
Nada me haría mejor en estos momentos que sacudirme de mi vida pasada, -, dije entonces, casi sin pensarlo, pero deseándolo de todo corazón.
Bueno, si no te molesta, les puedo hablar de ti a mi grupo de amigos: lo llamamos "El Club de los solitarios", ¿te interesa?,
Mientras no sea un grupo de viejos gordos y aburridos,
No para nada: todos son excelentes personas. Sé que te encantarán,
Hazlo si quieres: espero que eso me anime,
-Claro que lo hará, hija, - me respondió entonces, con una sonrisa enigmática-, claro que lo hará,
Tras esa conversación pasaron unos días en los que me metí de nuevo a mi deprimente rutina: de ordenar mi casa, salía a hacer compras insulsas y encerrarme en casa al anochecer. Un lunes, tras aguantar una insufrible discusión en casa de mi madre la cual me recriminó hasta la saciedad por no haber mantenido mi matrimonio-, llegué a casa, molesta y sin ganas de ver a nadie; corrí a la cocina y saqué una botella de coñac de mi ex marido, y metódicamente comencé a vaciarla, mientras caminaba nerviosa por toda la sala. Al cabo de un rato me fijé en un sobre que alguien había metido por debajo de la puerta. Sin dejar mi copa un instante, tomé la misiva, extrañada: era un sobre blanco simple, y que con excelente caligrafía a mano decía al frente: "Bienvenida al Club de los solitarios".
Intrigada al máximo, lo abrí en un instante; su mensaje era realmente intrigante: "Querida Magaly: Una amiga en común me habló de ti. ¿Conoces la calle "La cuesta del ángel"?, te espero ahí hoy a la 1 am. Atentamente, Marco".
¡Me quedé sin aliento!, mi amiga lo había hecho,... el contenido de la corta esquela me hacía suponer que el "Club de los solitarios" era uno de esos grupos de citas a ciegas. Comencé entonces a sentir una combinación extraña de sentimientos: emoción, vergüenza, miedo y una irrefrenable curiosidad. Pasé casi una hora, bebiendo sin parar, mientras pensaba, pasando de la excitación por un encuentro furtivo a que, ni loca me atrevería a ir a tal cita. Un instante descartaba de plano el ir, para luego ilusionarme de vivir una atrevida aventura. En parte por efecto del alcohol y la más absoluta curiosidad femenina, me decidí finalmente a ir; ¡tardé más de una hora en ducharme y escoger ropa adecuada: parecía yo una chiquilla!, finalmente me decidí por un pantalón negro -pero no muy apretado-, un pulóver de casimir ajustado rojo, con escote y unos zapatos de tacón. Respirando agitadamente y tras acabarme el último sorbo de licor directo de la botella, me subí a mi auto y me enrumbé al lugar convenido. Era de madrugada así que las calles de la ciudad estaban desiertas. Lentamente, bajé la velocidad mientras me acercaba a la estrecha y solitaria calle, ubicada en la parte antigua de la ciudad. El corazón casi se me sale del pecho al aproximarme a la esquina: ahí estaba él esperándome.
Las luces de los faros de mi auto lo iluminaron por completo, apoyado en un poste, ¡era guapísimo!; tendría menos de 30, alto, porte atlético, rostro de rasgos finos y varoniles, y unos grandes y azules, ¡parecía un modelo!; apenas me detuve frente a él, se apoyó en la ventanilla abierta:
- ¿Magaly?, hola: yo soy Marco, -, me dijo con voz sensual.
En un instante me dejó completamente azorada: en un segundo pasó por mi mente la idea de que tal vez era uno de esos "chicos de compañía" (por decirlo de alguna manera, ¿comprenden?), y también que ni loca dejaría pasar la oportunidad de llevármelo a la cama, aunque tuviese que pagarle: tartamudeando me presenté. Tras regalarme una sonrisa y una mirada de esas que te descomponen por completo, se subió al auto. ¡Apenas podía yo controlar mis piernas que temblaban sin control!!.
- ¿Vamos a tu casa?, -,me dijo.
Embotada como estaba yo -de alcohol y de deseo contenido-, enrumbé hacia mi casa. En el camino él me conversaba de todo un poco: yo mientras tanto reía nerviosamente con sus ocurrencias, sin saber qué contestarle, y mientras sentía un calorcito que recorrí toda mi entrepierna. Nunca había tenido una aventura, y ese encuentro lo era para mí; trataba de mostrar aplomo, pero era inútil: él me tenía por completo hipnotizada. Al llegar a mi casa, fuimos a la sala; prácticamente puse boca abajo la casa buscando qué beber: finalmente nos sentamos frente a frente, con dos botellas de vino y otra de coñac medio vacía. Tratando de mostrar lo mejor de mí, comencé a hablarle de mi vida: admito que debo haber parecido una perfecta idiota hablando de cosas que no venían al caso, y riendo a cada rato, de pura nerviosa. Marco mientras tanto, me prestaba total atención, sin dejar de verme, comiéndome con los ojos, aumentando aún más mi turbación.
- Eres preciosa, -, fue lo único que me dijo.
¡Me dejó de una pieza tras decirme eso!; Marco se puso de pie, tomó su celular, haciéndolo soltar un pitido (el cual supuse que indicaba que lo estaba apagando), y con completa seguridad, comenzó a caminar hacia mí: no reaccioné hasta que me besó apasionadamente, ¡sus manos recorriendo mi cuerpo me estremecieron por completo!, ya completamente a su merced, yo jadeaba como una chiquilla enamorada, dispuesta a ser cogida ya.
- Vamos a tu cuarto,
No dijo más nada: solo me cargó en brazos y, tras una indicación mía, me llevó al dormitorio. Todo mi cuerpo hervía ante la inminencia de que fuese completamente suya. Apenas caí blandamente en mi cama, mis zapatos y mi pantalón volaron por los aires, siéndome retirados por las firmes manos de mi fogoso amante; ¡solté un grito nervioso y jubiloso, al sentir la tela de mi prenda, acariciando mis piernas!; mientras me revolvía en la cama, tratando pudorosamente de cubrir mis piernas, disfruté viendo cómo se desnudaba: su cuerpo era muy bien formado, de músculos definidos y su pene era de un excelente tamaño y bastante grueso: me sentía completamente excitada de entregarme a un hombre tan apuesto, de lejos muy superior que "ustedes-saben-quien". Mi pulóver, ,mi sostén y mis bragas cayeron rápidamente al suelo, mientras Marco no dejaba de besar cada centímetro de mi piel desnuda; tratando a la vez de impedirle seguir adelante y tratando de mostrar yo un pudor contenido, nos revolcamos juntos en la cama, dichosa yo, sintiendo mi raja ya húmeda.
Marco entonces me dió media vuelta, acariciándome desde atrás, y sin parar de besarme: yo jadeaba sin parar. Tomando mis muñecas, hizo que las junte, acariciando su pene erecto, atrás mío: deseaba yo ya ser penetrada. En ese instante, dos sonidos metálicos y un frío metal aprisionando mis muñecas me sobresaltó: me había esposado con unos grilletes que había tenido guardadas en su pantalón.
¿Te gusta?, -, me preguntó mientras me sostenía las manos, aprisionadas ahora a mis espaldas.
¡Ahhh!, ¡Ahhh!, -jadeaba yo-, ¡nunca lo he hecho antes!,
-Entonces lo disfrutarás mucho: te lo prometo,
Teniéndome así aprisionada, de rodillas sobre la cama, Marco se puso enfrente mío, masturbándose mientras me miraba: yo estaba presa de una combinación de excitación y miedo, temerosa de que me hiciese daño. Lentamente comencé a sentir cómo se desbordaba dentro de mí ese deseo de ser cogida, penetrada, gozar y a la vez la desazón de no poder tomar esa verga deliciosa que tenía frente a mí, creciendo cada vez más. Esa sensación me estaba poniendo a mil por hora.
¡Ahhh!, ¡Ahhh!, ¡tómame, por favor!!!, ¡Ahhhh!, -, le supliqué, gimiente, desesperada, viéndole masturbarse delante de mío.
Chúpame la verga primero, -, me dijo.
Nunca (ni a mi ex), le había yo chupado la verga a nadie: y ahí estaba frente a mí ese hombre divino, escultural, jugando conmigo, pidiéndome que me meta en la boca su pene erecto. Deseaba ya sentir su verga dentro de mí. Comencé a gatear hacia él, deseosa. Cogiéndome con firmeza del cabello, Marco acercó mi rostro a su verga tiesa y deliciosa: dudé un instante, para luego con timidez, comencé a besarle su cabeza roja y palpitante, primero con ternura, para luego abrir de a pocos mi boca, hasta abarcar todo su ancho, y comenzar a tragármela; ¡era excitante al máximo meterme su pieza dentro de la boca!, sus jadeos de placer, sus caricias en mis cabellos, me estaban enloqueciendo, así atada, queriendo ya que me monte como una yegua!!!; el sabor de su pene , poco a poco me fué embriagando, sintiendo a la vez cómo su aparato palpitaba dentro de mi boca, creciendo cada vez más, ¡mmm!, ¡estaba yo gozando como nunca!; me sentía lasciva y a la vez poderosa, sintiéndome arrancándole oleadas de placer con mi boca y mi lengua. A pesar de tenerla dentro de mi boca por completo, mis suspiros y gemidos eran cada vez más intensos, mientras mi raja se humedecía cada vez más y más!!!; fué en ese instante en que Marco, cogiéndome del pelo nuevamente, dijo:
-Entra,...
¡Se me escarapeló el cuerpo por completo: AHÍ CON NOSOTROS, HABÍA ALGUIEN!!!, casi al instante, sentí dos firmes manos masculinas que se prendieron de mis nalgas, separándolas: ¡no pude voltearme a ver: Marco me tenía prendida de los cabellos, enterrándome su verga hasta la garganta!,
- .¡MGFMMMM!!!!, ..¡HUMMMM!!, ¡HUMMMM!!!!!,
¡Una sacudida de placer me sacudió de pies a cabeza, al sentir una lengua experta, lamiéndome la concha y el ano alternadamente!!; aquel desconocido me abría de nalgas, introduciéndome su lengua larga, humedeciendo al máximo mis dos agujeros,¡oh Dios, era una sensación nueva y fantástica!, casi me sentía convulsionar de placer, descontrolada, sintiendo el inminente orgasmo por venir, ¡con rápidos movimientos, jugaba con mi clítoris, generando una tormenta eléctrica en mi entrepierna!; como una puta, yo comencé a mover mis caderas, rogando así que mi otro amante no parase de introducir su gozosa lengua en mis cavidades. Desesperada y con más intensidad, retomé de nuevo el chuparle la verga a Marco; tenía ganas de gritar de gozo pero no podía: su pieza gruesa y erecta ocupaba toda mi boca, mientras que mi saliva chorreaba por mi barbilla hacia las sábanas: ¡los únicos gritos eran ahora los de Marco, casi listo a descargar ya su semen!
Traté de salir de ahí, pero no pude: ¡casi me atraganté con su descarga de leche!; finalmente pude sacarme su aparato chorreante de mi boca, jadeando sin parar, para luego echar para atrás mi cabeza con violencia, al sentir el orgasmo el primero de mi vida-, recorrer todo mi cuerpo, cual ráfaga de fuego que salía disparada de mi entrepierna.
Tras esa monumental venida, quedé exhausta, boca abajo, aún esposada, desnuda, despeinada y con la boca rebalsando del semen de mi amante, que sonreía sentado frente a mí, satisfecho; no tuve apenas respiro: de nuevo sentí mis nalgas abriéndose, ¡casi me había olvidado del desconocido atrás mío!. Imposibilitada como estaba de voltearme, no pude evitar que hiciese conmigo lo que quisiera, ¡comencé a jadear como loca, al sentir de nuevo la punta de su lengua sobando mi clítoris, a la vez que un pulgar ensalivado se abría paso dentro de mi ano!!!
- ¡Ahhhh!!!, ¡AHHH!!!!, ¡no pares: SIGUEEEE!!!!,
Estaba gozando como nunca en mi vida hasta que en un instante entré en el mayor de los pánicos: sentí que mi agujero se dilataba aún más ¡ME IBA A METER LA VERGA POR EL CULO!!!!; jamás lo había echo antes y el miedo se apoderó de mí por completo:
- ¡Por favor: nooo!, -, musité temblando.
Marco mientras tanto sonreía silenciosamente, mientras se masturbaba frente a mí, viéndome azorada, y sin poder evitar ser sodomizada: traté de comprimir las nalgas mientras la punta de esa verga se abría paso hacia adentro, pero fue inútil: en un santiamén, mi ano se abrió de golpe, a la vez que yo soltaba un grito de dolor. El paso del dolor al placer fue realmente rápido, embestida tras embestida, sentía yo que la verga del desconocido que me cogía por el ano era larga, pero delgada: prácticamente el tamaño perfecto para mi agujero; entonces una oleada de calor me inundó, mientras comenzaba a jadear y gemir de placer: ¡sentir una verga entrando y saliendo por mi ano, mientras el pene grueso de Marco me chorreaba de nuevo su leche a la cara fue increíble!:
- ¡AHHHH!!!, ¡AHHHH!!!, ¡ME VAN A VOLVER LOCA: ME VAN A VOLVER LOCAAAA!!!, -,grité entonces como una poseída.
No tardé casi nada en venirme de nuevo, para luego caer rendida a la cama, suspirando sin parar, mientras esa verga me martillaba por el culo sin parar, hasta sentir una potente descarga de leche, inundándome, llenándome el culo por completo. Tras reposar un rato, alcé la vista: ahora estaban frente a mí Marco y el desconocido violador de mi ano: se llamaba Javier; era un jovencito de unos 23 años, delgado y de carita tierna. Ambos desnudos y masturbándose de nuevo frente a mí, eran para mí, la más preciosa escena del mundo.
Gracias, -les dije, suspirando-, gracias,
No nos des las gracias, Magaly, , dijo de pronto Marco.
Aún falta algo, -, agregó entonces Javier, sonriendo.
¡Pegué un grito de pánico, al sentir que me cogían por las tetas dos manazos negras, alzándome sin esfuerzo de la cama!; arrodillada, pude voltear el rostro:
- Hola Magaly, -me dijo mientras me estrujaba las tetas-, me llamo Luis,
Él era un moreno alto, musculoso, de unos 26 años; de mirada tierna y de divina lengua golosa, la que sin perder un instante comenzó a recorrer mi hombro y mi cuello: mis senos casi desaparecían dentro de sus manos de basquetbolista, ¡mis nalgas temblaban, al sentirse en contacto con lo que tenía entre las piernas: era enorme y estaba erecta; PARECÍA UN BRAZO DE NIÑO!!!; no tuve tiempo de rogar que se detuviera: como si yo no tuviese peso, me dio vuelta, me abrió de piernas y sin piedad, comenzó a meterme su inmenso aparato, lentamente, dispuesto a clavármela por completo.
¡NOOO!!!, ¡AAAAAH!!!, ¡ES MUY GRAAANDEEEE!!!!,
Tranquilízate, Magaly, -dijo entonces Marco-, te va a gustar,
Sólo disfrútalo -, terció Javier.
¡Disfrutaba yo como una marrana!!!; esa verga inmensa me machacaba sin parar, y a velocidad alarmante, entrando sin parar por mi vagina; ¡mis nalgas eran azotadas si piedad por el inclemente golpeteo sonoro de sus huevos grandes y rugosos!!!. Montándome a su entero gusto, Luis machacaba mis entrañas con su aparato negro y nervoso, abriéndome de piernas por completo, mientras mordisqueaba mis tetas, haciéndome gritar sin parar, a la vez que Marco y Javier, jugueteaban con sus vergas frente a mi cara, haciéndome lamerlas una tras de otra, mi raja abierta no paraba ahora de soltar mis jugos, que humedecían el aparato divino de Luis hasta los huevos, ¡mis gritos de gozo, entre sonoras carcajadas, hubiesen escandalizado a la más puta de las putas!!,
- ¡MAS!!!, ¡MAAAAÁS!!!, ¡MAASSSSSS!!!,
La cogida de Luis me arrancó más de un orgasmo, dejándome casi inconsciente y adormecida por dentro, antes de terminar él descargando su lechada dentro mío. Había pensado yo que todo ahí acababa, pero me equivoqué: Marco, Javier y después de un buen rato, Luis, se turnaron disfrutando mi coño, mi culo y mi boca durante todo el resto de la noche, haciéndome llegar a las más altas cotas del delirio. Casi amaneciendo, finalmente me quitaron las esposas, quedándose ellos a dormir un rato conmigo. Había pensado en pasar una noche de placer, pero ni en mis más locas fantasías me hubiese imaginado estar ahí yo, durmiendo con tres hermosos y jóvenes varones. Cuando desperté, se había ido; los chicos se portaron maravillosamente: no contentos con hacerme pasar la noche de mi vida, dejaron la sala ordenada, las copas limpias en el fregadero y un revitalizante desayuno servido sobre mi velador.
Mientras caminaba apenas con fuerzas por mi cuarto, rememorando sobre lo vivido, traté de pensar cómo habían entrado en la casa Javier y Luis, pero no pude pensar mucho en eso: apoyado junto al espejo, estaba otro sobre: el mismo sobre blanco, la misma caligrafía, el mensaje: "El Club de los solitarios". Con manos temblorosas lo abrí lentamente. Tras leer su contenido, supe de inmediato, que había llegado un cambio espectacular y delicioso a mi vida,
(CONTINUARÁ, )