Un cambio en mi vida (2)
...Estoy completamente desnuda, boca arriba, atada de manos a la cama y con los ojos vendados: es de noche y hace un poco de frío, pero eso no me importa: mi cuerpo está ardiendo de deseo,...
Estoy completamente desnuda, boca arriba, atada de manos a la cama y con los ojos vendados: es de noche y hace un poco de frío, pero eso no me importa: mi cuerpo está ardiendo de deseo y eso me hace muy llevadera la atmósfera de la habitación del viejo hotel en el que me encuentro, esperando pacientemente a vivir otra experiencia nueva y fantástica: mientras aguardo que esa puerta al frente mío se abra, rememoro mentalmente y en silencio, lo que me ha llevado a estar en esta extraña situación:
Apenas estaba yo extrañando a Marco, Javier y Luis, aquella mañana - y tras la monumental orgía que me habían regalado-, cuando descubrí que ellos me habían dejado algo más; una nueva esquela del "Club de los solitarios": fue así que conocí a Arturo, y una nueva experiencia en mi ahora, muy excitante vida sexual. Mi encuentro inicial con Arturo fue muy diferente que el que tuve con Marco y sus amigos. Me citó para vernos unos días después, por la tarde, en un elegante café francés del centro de la ciudad. Al entrar lo ví sentado en una mesa apartada, ansioso de conocerme.
En medio de croissants y una taza de café humeante, estaba ahí esperándome: Arturo era un hombre maduro, de unos 40 años muy bien llevados; alto, de rostro bello, ojos cafés de mirada intensa y una elegante perilla que luce unas muy elegantes canas; vestido de traje, Arturo es de ademanes delicados y una conversación simplemente cautivadora. Apenas me senté, mi mente me llevó a pensar en que quería saber si, así de elegante y exquisito como era, lo era también en la cama. Aquella vez fui vestida de acuerdo a la situación: me puse un vestido azul de escote incitante y falda corta, permitiéndome lucir mis piernas enfundadas con panties negras.
Conversamos toda la tarde de política, literatura y arte: mi cuerpo se encendía al estar frente a un hombre culto que me cautivaba, y que sabía "excitarme intelectualmente", a la vez que "acariciaba" con su mirada todas las curvas de mi cuerpo. Tras unas copas de vino, yo ansiaba desesperadamente que me propusiese ir a la cama:
- Y dime, Magaly, ¿estás disfrutando pertenecer al "Club de los solitarios"? -, me soltó de pronto.
Y que lo digas, Arturo le respondí-, ¿puedo decirte algo en confianza?,
Por supuesto.
Me gusta mucho esta experiencia, pero a ratos me siento, no sé, "una de esas", ¿me comprendes?, - le dije, no atreviéndome a decir "puta".
Si, comprendo, ¿y te molesta sentirte, "una de esas"?, -, me inquirió.
Y bueno, como no soy una, no sabría decirlo, -respondí riendo, mientras jugueteaba con mi copa.
Bueno, eso se puede resolver -, dijo Arturo de manera enigmática, dejándome totalmente intrigada.
Su propuesta -la cual no repitió después-, hizo que me hirviese la cabeza: quería saber qué se tenía entre manos; tras unas buenas copas más, un intercambio de miradas lascivas y unas suaves y excitantes caricias de parte de Arturo, por debajo de la mesa, recorriendo con sus manos mis piernas, salimos del café al caer la noche, rumbo a un hotel. Como si fuese un cliente habitual entró y me condujo por los recovecos de un hotel cercano: era un edifico antiguo, pero aún conservaba su elegancia de tiempos pasados. La habitación era amplia, de pisos de madera lustrosos y molduras en las paredes. Dentro de la habitación solo había: una cama antigua -de esas de perillas de bronce y sábanas de seda-, un ropero inmenso junto a ella, una silla solitaria junto a la puerta y una mesita junto a la cama. Con una infinita delicadeza, Arturo lentamente, como en un ritual, comenzó a desnudarme: los botones de mi vestido cedieron uno tras otros, hasta caer mi vestido al suelo, dejándome ante sus ojos, luciendo senos al aire, mis panties negras a media pierna, mi liguero y un diminuto hilo dental negro: Arturo soltó una expresión de placer al ver mis senos erectos, incitantes, frente a sus ojos. Yo por mi parte, temblaba sin control mientras sentía cómo mi ocasional amante, caminaba lentamente a mi alrededor, observando cada milímetro de mi piel, soltando de rato en rato agitados suspiros, que inundaban mi cuerpo con su cálido y lascivo aliento de macho ansioso.
Yo jadeaba contenidamente también, mientras él ahora se desnudaba frente a mí, con la misma parsimonia: ya sin su traje sastre el cual colocó en el ropero ahora abierto-, me permitió ver con deseo contenido su cuerpo, firme y bien definido; de pecho velludo (ni mucho ni poco: lo ideal), brazos musculosos, abdómen plano, piernas carnosas y también velludas, . mmmm, . Tal panorama me excitó casi al instante, al igual que su verga, gruesa y nervuda que apuntaba erecta hacia mí, así como su mirada penetrante que casi me violaba a la distancia.
¿Deseas una nueva experiencia?, -, me preguntó, mientras besaba mi espalda, haciéndome gozar al sentir su barbilla rozando mi piel.
Por supuesto, ¡mmm!,.. -, le respondí sonriente.
Una vez más, en silencio, prosiguió con el ritual de desnudarme: cual sirviente diligente, se arrodilló para quitarme mis zapatos y luego mis panties: me hizo reír de nervios mientras besaba mis pies. Luego mi calzoncito fue retirado, mientras Arturo besaba con ternura mi mata de vello abundante, ¡su delicadeza me estaba enloqueciendo, haciendo que mi coño se humedeciera por completo!; ya completamente desnuda y a su merced, entonces realizó conmigo unos extraños preparativos: tomó una mascada negra que extrajo del bolsillo de su saco y me vendó los ojos, dejándome a partir de ese momento imposibilitada de ver nada:
- ¿Qué haces?, -, le pregunté algo nerviosa.
No me respondió hasta que me recostó en la cama boca arriba. Yo no veía nada, pero mansamente me dejé atar firmemente las manos de la cabecera de la cama; no me incomodó, más bien me excitó: ¡si había gozado como loca con Marco y sus amigos esposada!,.. ¿por qué no?, me dije a mí misma. Al poco rato escuché dos puertas que se abrían:
¿Qué haces ahora?, -, le pregunté.
Solo he abierto la puerta del cuarto me dijo Arturo-, antes de amarte, quiero que primero sientas que lo es "ser una de esas" y luego disfrutaré de tu delicioso cuerpo, Magaly, no te preocupes: estaré acá dentro del ropero, observándolo,
¡Dios mío, estaba yo atada ahí, indefensa y podía escuchar los pasos de la gente allá afuera!!!, ¡traté de zafar mis ataduras, pero era en vano!!, tras tranquilizarme, finalmente lo comprendí: un desconocido (o tal vez varios), me cogerían así atada, mientras que Arturo lo observaba, escondido en el ropero, mi turbación dio paso paulatinamente a una creciente excitación: iba a ser la puta de quien entrase a ese cuarto, harían conmigo lo que les venga en gana, .mi cuerpo y mi coño serían para el disfrute de un Don nadie, conforme pensaba en todo eso, toda yo vibraba de un deseo incontenible, y de una morbosa curiosidad.
Moviendo la cabeza hacia atrás, alzando la nariz, apenas podía ver algo por debajo de la venda de mis ojos: la luz del cuarto estaba encendida, y podía ver la puerta abierta, así como parte del pasadizo. Arturo había "desaparecido" de la escena, por decirlo de alguna forma: el ropero mostraba la puerta apenas entreabierta. Ya no quedándome nada por hacer, esperé, ansiosa, y caliente como nunca antes lo había hecho en mi vida. Al cabo de un rato, escuché pasos de alguien que subía las escaleras. Una conversación fue lo siguiente que escuché:
Vine por el anuncio del periódico, -, dijo una voz áspera y ruda.
Sí aquí es: son cincuenta dólares por veinte minutos. Es la puerta de la derecha, -, respondió una voz muy familiar para mí.
¡Era la voz de Marco, el muchacho que me había cogido con sus amigos en mi casa, días atrás!!!, completamente turbada, ví por debajo de la venda cómo entraba alguien al cuarto: era un hombre altísimo, muy moreno, musculoso, de apariencia dura: parecía un obrero o algo así. ¡Mi coño se mojó en un instante, al ver cómo cerraba la puerta y comenzaba a desnudarse!; el desconocido ese, sonriendo, se sentó junto a mí en la cama, acariciando con sus manos ásperas, mis piernas temblorosas, mientras sacaba al aire su aparato: un inmenso pene, grueso, rugoso y ya chorreando semen; ¡yo estaba muda de la impresión, tratando de zafarme, sin saber si deseaba salir disparada o ponerme en cuatro para que me lo meta por todos lados!!!, .
- Mmmm, ¡qué rica puta!, -, exclamó mientras me cogía las caderas, y con una voz ronca que me estremeció.
Apretándome las tetas con sus manazos, se apresuró a montarse encima de la cama; con un rodillazo me hizo abrir violentamente las piernas, haciéndome soltar un gritito de miedo, mientras que lo único que podía observar, por debajo de la venda, era su verga animal que poco a poco se acercaba a mi conchita húmeda y temblorosa. Después de eso ya no pude ver más: su enorme tórax presionó mis senos desnudos, mientras que sus musculosos brazos me abrían las piernas por completo, levantándolas, prendiéndose sus manos dolorosamente de mis nalgas, y dejando mi raja mojada y palpitante ya a su completa disposición:
- ¡AHHHHHH!!!!,
Su pene entró dentro de mi raja con una fuerza inusitada: ¡grité de dolor ante tal embestida; estaba yo mojada, pero su verga era muy gruesa y dura!; cogiéndome por las piernas, el bruto ese comenzó a fustigarme por dentro con su verga, a una velocidad de vértigo, hundiéndomela sin parar, hasta hacerme delirar de placer. ¡La cabeza de su aparato me dilataba por dentro, haciéndome gemir de loco gozo!, ¡quería desatarme, abrazarme de ese hombre violento y viril que me estaba violando, cual puta indefensa!!!,
.¡AAAAAHHH!!, ¡AHHH!, ¡AAAHHH!!!, -gritaba yo descontrolada, sin poder verle-, ¡DESPACIO!!, .DESSSSPACIOOOOO!!!,
¡AHHH!!!, ¡AHHH!!!!, -exclamaba el bruto-, ¡MUÉVETE MÁS, PUTA DE MIERDA!!!,
¡Ahhhh!, ¡AHHHH!!!, ¡si papito, soy tu putaaaa!!!!, -comencé a exclamar yo, ya fuera de mí, babeando del gusto-, ¡SIIIÍ!!!!, . ¡SIIIIÍ!!!, .
Haciendo caso a mi "cliente", comencé yo a mover las caderas, rítmicamente. Su sudor caía sobre mis pechos y mi rostro, aumentando mi excitación, ¡gritaba yo como loca, sintiendo sus dedos como garras, casi hundiéndose en la carne de mis nalgas!!!, sin dejar de martillarme las entrañas, aquel salvaje me mordisqueaba las tetas hasta casi hacerme llorar, mmm, ¡no le importaba que yo ya me había venido en apenas unos minutos, siguió dándome cual perro excitado!!!, pasados los minutos convenidos, cual reloj, el hombrón ese descargó su lechada en mi estómago, sintiéndolo yo como agua caliente, haciéndome pegar un grito de placer. Atada y exhánime, ví como ese vestía. Ni un beso, ni una palabra, ni un gesto, y se marchó. Yo solo había sido para usar, y me encantaba la idea.
Después de irse, Arturo salió de su escondite: diligentemente me limpió con una toalla, que remojó en agua de un depósito de agua que estaba escondido bajo la cama. Mientras me aseaba, pude ver por debajo de la venda su verga chorreante de leche: era obvio que se había estado masturbando mientras veía cómo me cogían a la fuerza. Arturo no pensaba hacerme suya en ese momento:
- Te amo,.. -, me dijo tras darme un beso y dejarme en la cama de nuevo, refugiándose en su escondite otra vez.
Los siguientes que entraron fueron un trío de bulliciosos universitarios juegueros, ¡grité como una marrana mientras me cogían de uno a la vez, mientras el resto reían y bebían, masturbándose, sentados junto a mí acariciándome mis tetas a su gusto!!!!, cuando se fueron, estaba yo hecha una lástima, con mi raja bien abierta y totalmente enrojecida, y bañada en semen por todas partes. Arturo volvió a limpiarme, y yo, como su sumisa puta que era ahora, me dejaba arreglar para el siguiente, gozando como una enferma, de ser penetrada por todos esos desconocidos. Luego siguió una pareja de jóvenes esposos: él me penetró piernas al hombro, mientras obligaba a su turbada esposa, a vernos, mientras ella se masturbaba, sentada en la silla. Estaba a punto de desmayarme de cansancio y de gozo cuando entró un tipo del que sólo me fijé en su mirada perversa: me desató un brazo, pero sólo para darme vuelta y volver a atarme, para a continuación penetrarme dolorosamente por el culo, mientras reía sin parar:
- .¡AYYYYY!!!!, ¡POR EL CULO NO, POR EL CULO NOOOOO!!!!, - grité llorando a mares, sin darme cuenta que eso lo excitaba aún más.
Del resto que siguieron, no recuerdo gran cosa: sólo sé que fueron dos o tres: estaba exánime es cierto, pero mi debilidad era más bien por la oleada tras oleada de orgasmos brutales que me arrancaron todos esos desconocidos. Finalmente, Arturo me desató y me quitó la venda, para luego con infinita delicadeza y caricias excitantes, aseó mi pobre y adolorido cuerpo.
Haz estado maravillosa, Magaly,... me dijo Arturo, besando cada punto erógeno de mi cuerpo, haciéndome estremecer de nuevo al contacto de su barba-, ¿te ha gustado?,
Y que lo digas, Arturo, mmmm,... -, respondí yo, sintiendo extrañamente, como mi cuerpo otra vez me pedía más verga,
Suavemente, Arturo me sentó sobre él, para luego ensartarme suavemente su verga erecta en mi coño desmadrado, pero otra vez comenzando a mojarse. Ya no tenía yo fuerzas para montarlo, sí que le abracé el cuello, y comencé a besarlo con pasión, mientras él me cogía por las nalgas, alzándome el culo, para luego hacerlo bajar, hasta sentir el golpe de sus huevos, mmm, cada vez que me bajaba, sentía como sus manos abrían mis dos globos, exponiendo mi ano abierto que ardía, al frío de la noche. Al poco rato, sentí otra vez el dolor y el sobresalto, ¡un pene se me estaba metiendo de nuevo, y ahora sin dificultad, por mi agujero posterior!!!
- Hola Magaly -, me dijo el intruso, mientras me cogía por las tetas y me besaba en la nuca: era Marco (ya decía yo que esa pinga me era familiar)-, disculpa que te interrumpa, pero te traía esto,
Mientras yo no paraba de gemir del gozo de ser doblemente penetrada por Arturo y por Marco, tomé lo que me tendía con su mano: era mi paga. Realmente me vino muy bien, por que yo estaba pasando por deudas, pero en ese rato no me importaba: mi cuerpo estaba siendo sacudido en ese momento por una tormenta de placer, siendo yo en ese momento la parte de en medio de ese lascivo sándwich; si había yo gritado con mis "clientes" como una puta, en ese instante, con dos vergas dentro mío al mismo tiempo, definitivamente grité, gemí, berreé y gocé como una auténtica puta.
(CONTINUARÁ, )