Un cambio en el camino
Un reportaje le cambió la vida, ahora forma parte del mismo reportaje.
Por este medio deseo compartir un relato que no es producto de la fantasía, ni mucho menos, resulta ser un relato real, que nace como consecuencia de mi trabajo.
De profesión soy periodista, trabajo para editoriales en revistas y periódicos, estudié en una prestigiosa Universidad en América Latina, o Hispanoamérica como dicen los españoles. Toda mi vida la he dedicado a la tinta y las letras como medio de comunicación.
El periodismo me apasionó porque es un medio de comunicación muy fluido y rápido y, además, porque me daba los medios para poder viajar. El reportaje era el mejor medio, por lo cual fue mi mejor opción. Siempre dispuesto a aprender y a viajar, sabía que cada reportaje era una cosa nueva y fascinante. Comencé a viajar por varios lugares de mi país y por el extranjero, a veces reportajes de turismo, a veces de otro tipo, pero cual más de todos interesantes. Mi cultura se fue acrecentando y pensé que algún día podría escribir algún libro interesante que me permitiera comunicarme con el mundo, pero jamás pensé que eso pudiera cambiar mi forma de vida.
Todo comenzó cuando un tarde me llamó mi agente, y me dijo que una revista médica especializada quería hacer un reportaje sobre los transexuales en diversas partes del mundo. Sabía un poco del tema, pero en realidad no tenía contacto a fondo con ese fenómeno. Mi agente me dijo: piénsalo y dame respuesta, hay dinero para viajes y gastos, si te interesa dame respuesta pronto. El tema era interesante, le dije a mi agente que aceptaba y cuál era el itinerario.
El reportaje era muy interesante, incluía algunos países de América del sur, Asía, Europa, África y Estados Unidos. Para los medios de comunicación los gastos no representan mayor cosa, ya que por lo regular tienen intercambio con líneas áreas y centros hoteleros. Por eso no había ninguna restricción, mis gastos controlados y los honorarios a resultados según la investigación, resultaba un buen negocio. Sin pensarlo más, dejé lo que estaba haciendo y emprendí el viaje, no si antes empaparme del tema lo más posible. Visité algunas librerías, bibliotecas y mucha información en la red; prepare mis cámaras fotográficas y video en cine.
En trabajo de mesa hice un itinerario y bitácoras para poder pedir los boletos y gastos. Aprobado el proyecto comencé a viajar por varios lugares. Después de visitarlos me di cuenta que estudiar y describir el fenómeno transexual desde el punto de vista comercial, o sea, desde los bares y medios de explotación sexual como un negocio no aportaría nada nuevo a lo ya escrito, tendría que ser otro medio diferente, buscar a los a transexuales pero no en los bares y clubs, sino en otros lugares. No obstante lo anterior, terminé un trabajo muy interesante, principalmente en brasil y en Tailandia. En este lugar visité algunos hospitales en donde entrevisté a los médicos y, por su conducto, puede darme cuenta que son muy visitados por los transexuales de todo el mundo, principalmente como centros quirúrgicos por la calidad y los bajos costos. También visité los centros nocturnos y la basta red de contactos transexuales. Me impresionó ver la cantidad de visitantes que tienen, principalmente en Tailandia, buscado ese raro placer sexual. El reportaje comenzaba a ser interesante, no sólo para los medios que me lo pidieron, sino para la experiencia propia.
Grande fue mi sorpresa al saber que la transexualidad se da en todos los medios sociales, culturales y económicos. Encontré la ruta para conocer pastores, políticos, deportistas, empresarios, profesionistas y muchos más, todos ellos transexuales por supuesto. Después de viajar mucho y hacer reportajes
Contacté, desde Tailandia, a una doctora residente en San Francisco California, de nacionalidad norteamericana, quien trabaja para varias universidades haciendo investigación sobre el tema, y quien, a saber de los expertos, es una inminencia en el tema y, aparte, porque también es un transexual, como le llaman ellos, post, o sea ya operado de hombre a mujer.
Me trasladé a San Francisco y establecí mi residencia ahí. Aparte de que es una ciudad muy bella, es famosa por no ser tan estricta en moralidad. Renté un departamento en la zona de los muelles y comencé a vivir la ciudad mientras podía encontrar y establecer contacto con la doctora, por así llamarla. Recorrí la ciudad y sus alrededores; es una ciudad bellísima con mucha historia. Fue y es el puerto del pacifico del país más poderoso del mundo, con una migración impresionante, destacando su barrio chino, con todas sus tradiciones, incluyendo su mafia. Cada rincón se volvía una atracción. Viajé por la zona norte del estado, en la región de los grandes pinos, la madera roja, redwood, como le llaman, conociendo la carretera número uno, que va por toda la costa del pacífico. Fui tomando notas y haciendo apuntes para futuros reportajes, sin saber todavía como iba a dar curso mi vida.
Ya instalado tuve la oportunidad de conocer a la doctora, que así le llamaré para conservar su identidad, y que no llegué a ser molestada, como ella me lo pidió. Me impresionó conocerla, porque tenía muchas ideas del cómo podría ser, pero no acerté o al menos no había acertado, quizá por la influencia de haber conocido el medio en otro aspecto.
Se presentó conmigo, habíamos quedado de conocernos en un café de la Universidad de Stanford. Llegó sin formalidad alguna y de una sencillez que llamó mi atención. Vestía muy sencilla y casi sin maquillaje, solo algunas señas que marcaban su belleza, nadie podría adivinar que detrás de esa cara tan bella había un pasado que nadie creería. La conversación fue muy fluida, no hubo necesidad de sacar mi experiencia periodística ya que ella adelantó toda la información que buscaba. Y no sólo eso, sino que me prometió mostrarme más, incluso invitarme a presenciar en vivo uno operación de reasignación de sexo, como ellos le llaman, y a presentarme a muchas personas del medio social que ostentan ese status.
Con el tiempo la relación con la doctora se volvió de una amistad única, abierta y sincera. Ella vivía sola, casi no tenía tiempo para socializar, su pasión era su trabajo. Los fines de semana se los pasaba en una pequeña casa que tenía en la costa, cerca de un lugar llamado Bodega Bay, que se hizo famoso por haberse filmado ahí alguna película de Alfredo Hickock. La amistad y confianza había crecido y la acumulación de trabajo era numerosa, tenía ya material no sólo para hacer el reportaje, sino incluso un libro. Gran idea, entregar el material requerido para reportaje y formar el libro que tantas veces había pensado, pero faltaba algo, en eso momento no sabía lo qué era. EL tiempo me lo diría más tarde y no sería por mucho.
Ya con una regularidad, pasaba los fines de semana con la doctora en esa pequeña ciudad de la costa de California y nuestra amistad fue creciendo al grado de invitarme a vivir en ese lugar. Me dijo, puedes quedarte a vivir aquí y dedicarte a escribir y a leer, no tienes el por qué estar en la ciudad, además, sólo ocupo la casa los fines de semana, y así podremos vernos seguido. Sin pensarlo mucho acepte la invitación. Me mude luego y me instalé en la casa. Era de dos habitaciones, y con una vista bellísima a la bahía, en donde la imaginación se perdía. Grata fue mi sorpresa cuando ya instalado descubrí que en la sala de la casa había una biblioteca y filmoteca extensísima del tema. Tenía razón la doctora, ahí podía escribir y leer a mi antojo. Durante la semana leía y apuntaba los cuestionamientos que podía tener, y los fines de semana discutirlos con mi amiga la doctora. Pasábamos unas veladas muy agradables, escuchando música y charlando sobre el tema. Cada día aprendía más del tema y me iba haciendo experto en ello. En sus diversas causas y resultados a través de la historia de los diferentes países. Poco a poco se fue haciendo más grande mi curiosidad, aparte de que ya tenía mucho conocimiento del tema y el aporte de varias gentes que a través de la red colaboran conmigo para conseguir hacer el libro que ya me había propuesto, porque el reportaje ya estaba más que terminado, pero sentía que algo me faltaba y no sabía a ciencia cierta que era, sólo un presentimiento.
La vida seguía apacible y muy enriquecedora en el tema y estaba a punto de terminar el libro.
Era un viernes, había cocinado para la doctora, tenía preparado todo para tener una velada agradable y darle la noticia que daba por terminado el libro, que sólo lo sometería una revisión muy estricta por parte mía y de los editores. El reportaje ya se había enviado, así que daba por concluido el trabajo.
Estábamos pasando un velada agradable, cuando la doctora me dijo: creo que le falta algo a tu libro, ¿qué es, le pregunté?, me contestó muy segura de sí misma, una experiencia propia. Que el autor narre una experiencia propia. Que me quieres decir con ello, sí me dijo, que vivas una experiencia propia y la narres, o qué, después de leer tanto sobre la transexualidad no tienes curiosidad de saber qué siente un transexual para que lo puedas describir, no lo creo necesario, le conteste, pero en fin...
Seguimos en la charla, muy amena, por cierto, cuando me dijo: me harías un favor, le dije sí claro, te debo mucho, no me digas eso, bueno, entonces dime para qué y en qué te puedo servir.
Seguimos en la cena y terminada ésta me pidió que la acompañara a dar un paseo por la bahía, hacía mucho viento pero se sentía muy agradable. El viento mantiene a los árboles y arbustos en reverencia permanente, es muy curioso, siempre alguien o algo es más fuerte y decide por los demás. Es una ley natural. A veces no es lo fuerte lo que vence, sino lo más suave.
Caminábamos de regreso a casa cuando me dijo: te gustaría saber lo que se siente transvertirse, le conteste que no, pero que si ella lo deseaba lo haría con todo gusto. Llegando a casa nos fuimos a dormir, y al despedirnos me dijo: la próxima semana será, tendré preparado todo. Nos dimos un beso de despedida y ya no nos volvimos a ver sino hasta la siguiente semana. Ella se quedaba en el un departamento cerca de la universidad de Stanford
Llegó el siguiente fin de semana y la verdad a mi me había entrado curiosidad de saber que se siente ser transvertido, no lo puedo negar, máxime que tenía frescos varios relatos de mis entrevistados.
Desayunamos en el jardin de la casa y ya que terminamos me dijo: estás listo, sí, pues prosigamos con ello...Entramos a la casa y había vario paquetes que fue desenvolviendo uno a uno. De los paquetes fueron saliendo varias prendas femeninas de varios colores, y muy atractivas, por cierto. Una vez desenvueltos los paquetes, me dijo es necesario que te des una ducha debemos de prepara todo muy bien. Me di una ducha y me pidió que me depilara todo el cuerpo, no opuse ninguna resistencia ya que mi palabra estaba empeñada desde antes. Ese día todo fue un ritual el ducharme el depilarme y estar listo para recibir otra personalidad en mi propio cuerpo.
No describo todo el ritual porque me llevaría mucho papel, pero si puedo decir que después de todo ello, al verme en el espejo no me reconocí, no era el periodista, era otra persona dentro de mi propio cuerpo, impresionante cambio. Salimos a comer fuera y fue una experiencia única, sentir y ver el mundo con otra personalidad.
Llegamos a casa y todo quedó como si no hubiera pasado nada. En mí había germinado un sentimiento y la doctora lo sabía, ella no volvió a decirme nada, ni tocaba el tema de la experiencia vivida, paciente esperó a que yo lo retomara, como así sucedió. Después de varías semanas le pedí que si podíamos repetir la experiencia, y ella con una gran sonrisa dijo, ya esperaba eso, pero ahora iremos un poco más que el simple intercambio de vestimentas.
Pasó un año y lo que comenzó como una aventura de trabajo terminó en un cambio total de vida. Las hormonas me jalaron a más y más, mi cuerpo y mente cambiaron en personalidad y después de un año y meses me reasigne para cambiar totalmente de cuerpo.
Tenía razón la doctora, al libro le hacía falta la experiencia personal. Y bueno ahí esta plasmada.
Lo que sí es seguro que el tema transexual es muy amplio y no sólo se reduce a un cambio de sexo por búsqueda del acoplamiento sexual de la persona, si es muy común, pero en muchos casos va más allá. En el proceso de hacer el reportaje conocí por varios medios a personas que se han reasignado y siguen con sus empleos. Médicos, abogados, reverendos, políticos, ingenieros, militares, y muchos más. El proceso en lugar de disminuir aumenta, y en todas las regiones del mundo. El por qué, el cómo seguirá siendo el cuestionamiento de los siquiatras y de los sicólogos, pero lo que sí es cierto es que el comportamiento humano siempre será un enigma...
Ahora mi vida ha cambiado y no me arrepiento de nada, además, arrepentirse sería inútil porque no hay retorno en la reasignación, pero estoy muy feliz porque he descubierto un mundo fascinante y bellísimo: el mundo de la feminidad ...
Poco les podría decir a quienes sientan el deseo de la transexualidad, o a las que lleguen a ello por curiosidad, no se queden ahí, investiguen disfruten, y si de verdad lo desean lo hagan porque la vida es muy corta y no sabemos cuando debemos de partir y es mejor partir felices sintiendo que hemos tenido lo que deseamos y no infelices diciendo lo pude hacer y no lo hice.
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