Un cambio de vida, sigue la historia (6)

Amo las pijas y amo humillar a mi marido.

Un cambio de vida, sigue la historia VI

Por fin llegó el sábado, sobre la última hora de la tarde llevamos a Nerea a la casa de su tía y volvimos a casa para prepararnos. Nos duchamos juntos lavándonos y acariciándonos mutuamente. Me había comprado para la ocasión unas medias blancas hasta medio muslo, unos zapatos de taco aguja y un conjunto de ropa interior blanca realmente delicioso. Mientras me vestía me pareció mas interesante si no me ponía el tanga. Me vestí con la mini, las medias y arriba solo el sujetador. Lo llame a mi marido y le dije que se pusiera él el tanga y me viniera a mostrar como le quedaba. Se fue y al rato vino a mostrarme, lo hice caminar un poco y le dije: estás linda cerdita y le cachetee el culo.

Poco antes de las diez sonó el timbre, mi marido fue a abrir la puerta mientras yo terminaba de arreglarme. Oí que charlaban en el living, cuando salí, lo vi a mi marido y el corazón me empezó a latir fuertemente y me sentí muy caliente ahí estaba Fernández que lo había traído a Cesar. Estaban con un paquete con sandwiches de miga y unas botellas de champaña en las manos.

Pusimos todas las cosas en la mesa ratona del living. Nos sentamos yo en medio del sillón de tres cuerpos, con mi marido y Cesar uno a cada lado mío y el Sr. Fernández sentado en el sillón individual enfrente nuestro. Separe mis piernas para darle una buena visión. Permanecimos callados durante un pequeño rato, cada uno estaba acomodándose a la situación y calibrándola. Brindamos y Fernández aprovechó para contarnos que Cesar era su nuevo secretario privado y que el estaba tratando de enseñarle un montón de cosas de la vida. Sr. Ricardo, porque no colabora ud. en la enseñanza y le muestra, por ejemplo que su mujer no tiene ropa interior. Mi marido hizo lo que le indicó Fernández y sentí mi culo desnudo sobre los almohadones y mi vagina expuesta que brillaba con mis jugos. Cesar se puso de rodillas delante de mí, me acaricio los muslos y acerco su boca hacia mi, empezó a chuparme con avidez, mi marido estaba quieto a mi lado, no se movía ni un centímetro. Luego de un largo rato Cesar se puso de pie, se desnudo y volvió a tomar asiento en el sillón. Me levanté y poniéndome de rodillas delante de él empecé a chuparlo delicadamente. Que buenos anfitriones son le dijo Fernández a mi marido. En ese momento se levantó y se acomodó detrás de mí, escuché el sonido del cierre de su pantalón y sentí como su pija se deslizaba suavemente hasta el fondo de mi vagina. Me cogió por un largo rato mientras seguía chupandolo a Cesar, cosa que hacía suavemente por que quería sentir su primera explosión dentro mío. Fernández se salió de mi y me ayudo a acomodarme sobre Cesar, tome su miembro desde la raíz y me fui deslizando en él hasta sentirlo en lo más profundo. Lo mire a mi marido que se acercó a besarme, nos dimos lengua un largo rato.

Cesar me clavó a fondo y agarrada de la cintura me tenía contra él sin dejarme mover. Fernández le pidió a mi marido que me preparara el culo para él, fue a buscar el aceite a la habitación y me lo empezó a pasar por toda el culo, Fernández le indico que su miembro también convenía lubricarlo, lo vi a mi marido frotándole la pija a Fernández y me sentí mas caliente aún. Se acomodó y me la metió de a poco hasta dejarla clavada en el fondo, mi marido estaba de pie al costado mirando la escena. Permanecimos los tres quietos por un largo rato, sentía sus pijas muy duras en lo profundo de mí hasta que empecé a sentir mi primer orgasmo y me sacudí entre ellos. Fernández me empezó a coger duro, haciéndome que me moviera sobre Cesar que no aguanto mucho más y explotó en una profunda descarga de su leche en mi interior, y cuando pareció que empezaba a perder su dureza se volvió a endurecer lentamente, creía que iba a enloquecer. Fernández se salió de dentro mío y tomó asiento indicándome que me sentara sobre él. Cesar salió hacia el baño, quede sentada con las piernas abiertas encima de Fernández, mi marido se puso de rodillas para empezar a chuparme con avidez, Cesar volvió del baño y su pija seguía aún muy dura cuando lo vio a mi marido tomando su leche se le dibujo una sonrisa en el rostro. Querido: porque no te sacas la remera y el pantalón y le mostras a mis machos que linda estas; así lo hizo quedando vestido únicamente con la tanguita, seguí con lo que estabas le dije, Cesar empezó a acariciarle el culo, mi marido separó su boca de mi concha para hablar, pero tomándolo de los pelos lo encaje bien en ella, diciéndole que las mamoncitas no tenían nada para decir en esta casa. Le alcancé el aceite a Cesar mientras lo miraba a mi marido a los ojos de manera desafiante.

Cesar se puso de rodillas, corrió a un costado la tanguita y tiró un chorro de aceite, vi como si fuera en cámara lenta como se acercaba la cabeza de la pija al culo de mi marido y agarrandolo de la cintura se la clavó de una hasta el fondo incrustándomelo aun más en mi concha, volví a tener otro orgasmo mientras lo sentía a Fernández clavándome lo más duro que la posición le permitía. Mi marido chupaba como desesperado, veía su pija que se sacudía en el aire sobresaliendo por la tanguita, alejo su boca de mi concha y empezó a gemir. Parece que le gusta la pija a la cerdita, le dije, porque no le pedís que te llene de leche, eh cerdita? Mi marido me miro a los ojos y vi una mezcla de las más profundos y variados sentimientos. Fernández me agarro y me puso de rodillas al costado de mi marido, nos empezamos a besar profundamente mientras nos bombeaban en el culo a los dos. Fernández me bombeó un rato más y lo sentí explotar, una abundante descarga que me produjo como una descarga eléctrica que sentí en toda la columna. Cesar agarro a mi marido del pelo y le decía queres la leche cerdita? Mi marido dijo con voz bajita, si por favor. No te oí cerda, ¿por favor que?.

Lléname de leche exclamo mi marido, su pija empezó a acabar en una cantidad impresionante mientras Cesar se tensaba y lo clavaba profundamente por lo que supe que lo estaba llenando. Cesar y Fernández salieron juntos hacia el baño, mi marido lloraba desconsoladamente, me senté junto a él y poniendo su cabeza en mi regazo empecé a acariciarlo mientras lo sentía convulsionarse con un llanto triste y desgarrador. Fernández y Cesar salieron, permanecimos un rato más con mi marido en el sillón hasta que este fue hacia el baño. Me fui a acostar y me dormí, a la mañana siguiente lo encontré durmiendo sobre el sofá. Fui a la cocina a preparar el desayuno sin hacer ruido, mi marido vino más tarde a la cocina, le costaba mirarme y no intentaba hablar de ningún tema, se instalo un pesado silencio que nos fue cubriendo. Después de almorzar fuimos a buscar a Nerea, fuimos a la plaza y tomamos unos mates, charlamos y nos divertimos como si nada hubiera pasado, lentamente se empezó a disipar la pesadez que le cubría el rostro.

En la semana volvimos a la rutina habitual, Jorge no estaba en la clínica, otra vez estaba de viaje, aproveche la semana para resolver unos problemas pendientes en mi trabajo que absorbieron toda mi energía, ni mi marido ni yo hablábamos del tema ni tampoco nos acercamos en la semana. El sábado hicimos el amor como siempre con mi marido arriba y con su preservativo puesto. Me acerque a su oído y le dije: Te gustó que te hicieran el culo, eh cerdita?, voy a tener que cuidar mas a mis machos porque sino me los vas a sacar, le metí dos dedos en el culo y empecé a cogerlo con ellos, que viciosa te volviste. Esta semana lo voy a ir a ver a Fernández a ver si le digo que lo traiga a Cesar, se quedo quieto y se salió de mi. Sin mirarme siquiera se acostó a mi lado y se quedo dormido, estuvimos varios días sin hablarnos.

Comentarios a sebirra2003@yahoo.com.ar

PD: Me encanta publicar mis relatos con el mail de mi esposo, porque el recibe en su oficina montones de mail que me dedican y algunos muy subidos de tono. a veces los abrimos juntos. "No mando fotos a nadie." No insistan por favor, que trabaje vuestra imaginación.

Si alguno me quiere escribir sin que lo lea el cornudo mi dirección es: lareinadellugar@yahoo.com.ar