Un cambio de vida, sigue la historia (3)

Soy cada vez mas puta y mas feliz.

Un cambio de vida, sigue la historia III

El domingo fuimos a pasear a un parque con Nerea, éramos la imagen de una familia feliz, paseábamos enamorados sin importarnos nada más, no existía nadie más que nosotros tres.

Empezó la semana y empecé a dedicarme de lleno al trabajo tenía un montón de problemas que resolver había problemas con la entrega de algunas medicaciones y demás, empezaba una semana de esas llenas de problemas, me cruce con Jorge y nos saludamos con una sonrisa y un suave beso en la mejilla. Me sentía feliz, sentía algo con Jorge que no podía definir bien que era, pero seguro que tenía que ver con algo como enamorarse, no quería pensar demasiado en el tema, porque me sentía también muy enamorada de mi marido.

El miércoles me dispuse a cumplir con mi sana rutina de salir temprano del trabajo. Había llegado tarde ese día alrededor de las nueve de la mañana y al mediodía ya estaba yéndome a comer sola a un restaurante en Sarmiento y Montevideo. Después de comer empecé a recorrer las librerías buscando un manual de procedimientos que quería conseguir. En un momento y casi sin darme cuenta me encontraba caminando como sin rumbo, ya sabía que era lo que eso significaba, pero no entendía que iba a buscar con el Sr. Fernández. Eran como explosiones internas, que me llevaban a buscarlo cuando cierto tipo de acontecimientos se sucedían, era una figura especial en mi vida. De alguna manera sentía que era el que dominaba la parte más oscura de mi ser y el que se comunicaba libremente con ella. Me anuncie con la secretaria que me indico, luego de anunciarme que podía pasar.

Al entrar en su oficina lo vi parado detrás de su escritorio, tenía a diferencia de otras oportunidades un gesto serio en su rostro. Sra. Tense, tardo usted demasiado en venir, ya no es una embarazada caprichosa que necesita todo el tiempo que la comprendan. Iba caminando hacia su escritorio y me detuve en medio de su amplia oficina, se acerco caminando lentamente hacia mi, siguió diciendo, me parece que Ud. Señora, se ha estado portando muy mal y empezó a dar vueltas alrededor mío mirándome. Ni siquiera se tomó la molestia de comunicarse para informarme si aceptaba Ud. el puesto que le propuse o no. Nuestra relación a cambiado, dijo tomando asiento, Ud. Sabe que no se ha portado bien y que merece su castigo, pero le comunico que estoy muy furioso y seguramente seré más rudo que lo habitual, así que todavía está a tiempo de darse la vuelta y retirarse, luego no quiero reclamos. Me empecé a desnudar como una autómata en medio de su oficina, cierre la puerta, me ordeno. Fui caminando lentamente y yo sola me acomode en su regazo sacando mi cola más desafiante que nunca. Sentí la dureza del primer golpe y luego una serie como de veinte seguidos alternando en mis cachetes. Sentía mi cola caliente y me ardía un poco. Me siguió golpeando un rato no muy largo. Se detuvo y lo vi sonreír.

Me indicó levantarme y que vaciara su escritorio y me acomodara ofreciendo las nalgas apoyada en el mismo, así lo hice, mientras el Sr. Fernández levantaba el teléfono y le decía a su secretaria, señorita Cecilia, pídale por favor al Sr. Cesar que venga a mi oficina. Me acomode sobre su escritorio como el indico y sentí un par de golpes más. Luego sentí que me lubricaba, me explico que era un lubricante distinto, al agua para poder hacerlo con preservativo.

Sentí que golpeaban la puerta. ¿Quién es?, pregunto Fernández. Cesar señor, fue la respuesta. Se dirigió hacia la puerta y abriéndola hizo pasar al sujeto. Era un hombre de unos veintipico, morocho, vestido con ropa de limpieza. Los ojos se le abrieron desorbitados y en su mameluco se noto enseguida que empezaba a abultarse. Pase Cesar por favor, le dijo al sujeto. No me moví, ni siquiera un centímetro, sentía que este era un juego distinto y me sentía dominada por primera vez por una fuerza maligna que me atraía con pasión. La señora es la esposa de un gerente de otra sucursal, es altanera y caprichosa, como son en general las esposas de los gerentes, por algo nunca quise casarme, dijo sonriente. Quizás colaboraría Ud. Conmigo en tratar de escarmentar a la señora.

Mire Ud. Cesar, la Sra. Tiene una nena de apenas tres meses y mire como ofrece el culo encima de mi escritorio, ¿colaboraría Ud. Conmigo en escarmentarla? Por toda respuesta el muchacho se empezó a desabrochar el mameluco, en poquito tiempo estaba desnudo tenía una pija de dimensión normal. Se acercó a mi boca y lo primero que hice fue olerla, me encantaba el olor que tenía, me sentía una adicta a la verga, empecé a jugar con mis labios sobre su cabecita mientras lo miraba a los ojos. Ve Ud. Cesar no le mentí una autentica perra caprichosa, dijo Fernández mientras se acomodaba detrás mío metiendomela de una en la concha y empezando a cogerme con furia, me agarraba de las caderas y me cogía con una furia suprema.

Mientras Cesar me tomo de la nuca y me empezó a coger con furia la boca. Son todas unas putas las esposas de los gerentes..., siempre les digo a los muchachos, se mueren por una pija. Son todas iguales, putas, son. Y siguió cogiendome la boca hasta que se tenso y sentí una cantidad de leche tremenda, mientras Fernández se acercaba al oído y me decía que lo tragara todo. Me siguió cogiendo durante un rato largo, el muchacho se había quedado parado mirando la escena, su pija ya había reaccionado de vuelta. Fernández le dijo, agarra un forro en el segundo cajón de la derecha y preparate que como perrita que es le encanta sentirla en el culo.

El muchacho parecía no poder creer nada de lo que sucedía como si esperara que alguien viniera a despertarlo de un profundo sueño. Fernández se salió dejándole el lugar al muchacho, diciéndole, dale duro que como soy bueno la lubrique para que no sufra. Sentí que entraba y empezaba a serrucharme con furia, su cuerpo se apoyaba sobre el mío y empezó a apretarme las tetas que me dolían, pero igual tuve un orgasmo profundísimo que no pude disimular en lo más mínimo. Fernández le pidió que parara y se levantara pero sin sacarla, así lo hizo y el Sr. Fernández aprovecho la posición para volver a cachetearme fuerte las nalgas. Me estuvo dando un rato y le pidió al joven que me cogiera de a ratos y parara, que tratar de no acabar.

Cada vez que paraba me daba nalgadas cada vez más duras, empecé a tener un orgasmo profundo y que parecía no terminar. Ahora si te dejo el terreno libre le dijo al muchacho y se vino hacia la cabecera metiendomela en la boca y cogiendome hasta soltarme chorros de leche en la boca que volví a tragar. Me levanto la cabeza hacia el y me beso profundamente metiendome la lengua hasta la garganta, mientras el muchacho terminaba de serrucharme y sacándola y sacándose el forro, me tiraba la leche en las nalgas y luego la repartía con las manos.

Fernández le ordeno al joven vestirse y salir y que si alguien se enteraba, y el sabía que el manejaba esa información, si escuchaba el mínimo rumor se quedaba sin trabajo. Salió el joven y me ayudo a levantarme, me sentía conmocionada, me acarició en la cara y me dijo acuérdese que es mi perra. Me ayudo a levantarme, todos los miércoles la espero acá a las dos, si no llega a poder venir me avisa por telefono. Y vemos como lo resolvemos. Me ayudo a vestirme y me despidió en la puerta de su oficina, salí a la calle y me puse a llorar. Nunca me había sentido así y sobretodo sabía que el miércoles siguiente estaría en el lugar a la hora indicada.

Comentarios a sebirra2003@yahoo.com.ar

PD: Me encanta publicar mis relatos con el mail de mi esposo, porque el recibe en su oficina montones de mail que me dedican y algunos muy subidos de tono. a veces los abrimos juntos.

Si alguno me quiere escribir sin que lo lea el cornudo mi dirección es: lareinadellugar@yahoo.com.ar