Un cambio a mejor

Hay ocasiones en que una infidelidad a tiempo puede salvar un matrimonio.

UN CAMBIO A MEJOR

Entro en casa. Son las 6 de la tarde. Después de 4 horas de viaje y de haberme levantado temprano ya tenía ganas de llegar a casa. Al llegar no había nadie. Me dirijo a la cocina para beber un poco de agua. Sobre la mesa de la cocina veo una nota. Le doy la vuelta y la leo.

"Cariño, he salido a comprar al súper. Me llevo el coche. Si tienes hambre en el frigorífico hay algo que puedes picar, aunque llegaré pronto. Te quiero".

Sonrío y me dirijo a la nevera. Cojo una cerveza fresca y me tiro en el sofá. ¡Vaya!, un "Te quiero" en la nota. Hacía meses, creo que años, que Natalia no me decía algo así. Parece que está contenta. Hasta hace no mucho, casi siempre estábamos discutiendo por cualquier tontería. Ahora no. Es curioso ver como el permitir que tu mujer te sea infiel puede ayudar a salvar un matrimonio, cuando lo más normal es pensar que lo único que puede hace es destruirlo. Ahora mi mujer tiene un amante que la deja bien satisfecha y hace que este más contenta y alegre.

Le doy un sorbo a la cerveza. Miro la hora. Todavía es temprano. Sin saber muy bien el porqué empiezo a pensar en cómo hemos llegado a esta situación tan "beneficiosa" para todos. Todo empezó hace un año

Natalia: ¡Marcos! ¿Por qué están los platos sin recoger?Yo:Estoy viendo la tele. Ahora voy.Natalia:¿Cómo que ahora? ¡Ven y los recoges! ¿Qué te crees que soy? ¿Tu chacha?Yo:¡Joder Natalia! ¡Ya voy!

Hasta hace algo menos de un año las discusiones como esta se suceden día tras día por cualquier tontería. Cuando no eran los platos eran la ropa, o cuando no, otra cosa. Nuestro matrimonio era un auténtico desastre, pero no siempre había sido así. Todo se empezó a torcer cuando hace tres años me ascendieron y nos tuvimos que mudar.

Tanto Natalia como yo somos de una ciudad pequeña (si la comparamos con Madrid) en la que habíamos vivido toda nuestra vida. Allí nació nuestra hija Irene, de allí es nuestra familia, los amigos… Sin embargo, hace tres años me ascendieron y me tenía que ir a Madrid. Con 40 años mi mujer y 44 años yo y toda nuestra vida allí, fue una auténtica putada el ascenso (con cierta edad, la gente prefiere sacrificar algo de dinero por tener una vida más tranquila). Ascenso que tuve que coger, ya que es de los que si no lo coges, luego es fácil que te den puerta. Después de conocer la noticia, preparamos las cosas y nos fuimos a vivir a las afueras de Madrid. Estuvimos alquilado unos meses y luego compramos un piso (menos mal que, al menos, tengo un sueldo bueno). El lugar es bueno y la vida cómoda, pero no estábamos bien.

Mi hija Irene se adaptó bien. Iba al instituto e hizo nuevos amigos. Por mi parte, no tenía muchos amigos, pero como trabajo mucho, no tengo ni tiempo de pensar. La que peor lo pasaba era Natalia. Ella no trabajaba, se pasaba muchos días en casa y estaba de mal humor. Poco a poco se fue adaptando y empezó a salir algo más y a conocer a algunos por donde vivíamos.

Pero hace un año y poco, mi hija comenzó la universidad y se fue a estudiar a Valencia. Esto fue un duro golpe para Natalia, ya que las dos hacían cosas juntas. Yo creo que pasó por una época con el Síndrome del Nido Vacío. Salía poco y las discusiones entre nosotros se intensificaron.

A los problemas que tenía Natalia había que sumarle la poca o ninguna actividad sexual que teníamos, motivo que también se dejaba sentir muy a menudo en nuestras discusiones. No sé si sería el trabajo, el stress o qué se yo; pero lo cierto es que cuando llegaba a casa no tenía ganas nada y eso ponía a Natalia de peor humor. Incluso tuvimos algunos momentos en lo que Natalia quiso dejarme y volverse, pero conseguimos aguantar.

Paralelamente a la marcha de mi hija Irene a Valencia, llegó a nuestro bloque un joven de 29 años llamado Pablo, el cual se quedó en el piso de enfrente. Nosotros vivimos en bloque de pisos que con esto de la crisis esta medio vacío. En la primera planta están ocupados los tres pisos, en la segunda dos, en la tercero uno, en la cuarta (la mía) dos y en la quinta ninguno. La mayoría de los pisos vacío están vendidos pero no vive nadie y, hasta la llegada de Pablo, estábamos casi aislados ya que el del tercero no pasaba mucho tiempo. A Pablo lo conocí un día al salir de casa.

Pablo: ¡Buenos días!Yo:Buenos días. Me llamo Marcos. ¿Qué te trae por aquí?Pablo:Pues estoy aquí para estudiar un máster. Estaba buscando piso y encontré este a buen precio. Muchos pisos vacíos, ¿no?Yo:Sí, la crisis. Bueno, me alegro de conocerte. Ya nos veremos.Pablo:Cuando quieras. Yo no conozco a nadie por aquí.

La impresión que me dio fue buena. Educado y simpático. Se veía que estaba en forma y que hacía deporte. La verdad es que me alegró conocerlo, ya que no conocía a mucha gente fuera del trabajo. Cuando volví a casa hable con Natalia.

Yo: ¿Has visto al nuevo vecino que tenemos?Natalia:Sí. Me lo encontré cuando volvía de comprar unas cosas. Parece simpático, ¿verdad?Yo:Sí, eso parece. Me dijo que estaba estudiando un máster.Natalia:¿Estudiando? Parece algo mayorcito.Yo:Estudia un máster. Eso se hace al final de las carreras.Natalia:¿Qué te crees? ¿Qué soy tonta? Sé cuando se hace un máster.Yo:¡No he dicho que seas tonta!Natalia:Pues lo parece.

Como en muchos casos, por cualquier tontería la cosa terminaba mal. Esa noche nos acostamos temprano y con otro mosqueo encima.

La situación siguió su curso. Seguía encontrándome a Pablo y, pasadas dos semanas, me lo encontré un viernes por la tarde y decidí invitarle a mi casa a ver el fútbol.

Yo: Hola.Pablo:Hola.Yo:Oye, mira. En mi casa comprar partidos de fútbol, pero verlos solo o con mi mujer es un coñazo. ¿Te apetece venirte este sábado y vemos uno? Si te gusta el fútbol.Pablo:Sí, claro que me gusta. Tú pones el partido y yo las bebidas, ¿alguna marca en especial?Yo:Me da igual. Elige tú.

La verdad es que el gesto de ofrecerse a traer algo de beber tan rápido y sin decirle nada me agradó bastante. Cuando llegué a mi casa se lo dije a Natalia.

Yo: Nati, he invitado a Pablo mañana a ver el fútbol. ¿Te parece bien?Natalia:Bueno – frunciendo algo el ceño .Yo:¡Venga, mujer! Siempre estás diciendo que no viene nadie. Además, los sábados siempre sueles cocinar algo rico y así tendrás a alguien distinto para que pruebe tus platos. El partido del sábado termina a las 12, le decimos que se quede a comer.

Esto último alegró a Natalia. A Natalia le encanta cocinar y lo hace realmente bien. Los sábados suele hacer alguna receta de algún libro, pero se quejaba de nadie las probaba. A parte de invitar a Pablo para ver el fútbol, también lo había invitado con la idea de no hacer siempre lo mismo y que pudiera servirle de distracción a Natalia y no discutir, al menos por una tarde.

El sábado, Pablo llegó sobre las 7 y 30. Traía unas cervezas, tal y como me dijo. Entramos y nos sentamos en el salón. Todavía quedaba algo para empezar el partido y estuvimos hablando un rato.

Natalia: Una pregunta, Marcos me ha dicho que has empezado un máster. ¿No eres algo mayor?Pablo:Bueno. Cuando tenía 19 años me metí a trabajar. Al principio la cosa iba bien, pero luego empeoró. Con 23 años me di cuenta que no tenía futuro y me metí en la universidad. Estudié una carrera y terminé el año pasado. Y ahora estoy aquí.Yo:Una buena decisión. Pero, cambiando de tema, Natalia ha preparado algo para cenar. Estas invitado.Natalia:Sí, es cordero asado con verduras.Pablo:¡Claro! Cualquier cosa mejor que lo que tengo.Natalia:¿Qué tienes?Pablo:Pasta para calentar en el microondas.Yo:Creo que sales ganando.Pablo:No lo sabes tú bien.

Después comenzamos a ver al partido. Natalia se levantó varias veces para la comida. Tras el primer partido nos sentamos a comer. La comida estaba deliciosa y durante la cena estuvimos muy a gusto. Natalia se la veía contenta con las bromas de Pablo y, al menos por una noche, olvidamos las discusiones. Cuando terminó el partido Pablo se despidió y nos agradeció la comida.

Pablo: Muchas gracias por la comida. Estaba deliciosa y eres una gran cocinera.Natalia:Muchas gracias. No suele venir mucha gente por aquí para probarlas pero se agradece.Pablo:Es la verdad, estaba deliciosa. Muchas gracias por todo. Y si necesitáis cualquier cosa, pues estoy al lado.Yo:Hasta luego.

Con el paso de las semanas entablamos una buena amistad con Pablo. Solíamos ver los partidos y nos ayudaba con cualquier cosa (yo no soy muy manitas en casa y Natalia no sabe). Pero pese a que nos llevábamos bien con Pablo, las cosas en nuestro matrimonio seguían mal. Las discusiones se sucedían, e incluso Pablo se había dado cuenta que no estábamos bien. La situación siguió deteriorándose hasta que un día Natalia decía que se iba.

Natalia: ¡Que me voy! ¡Estoy harta! ¡No aguanto más!Yo:Cálmate, por favor. No te vayas, por favor. Vamos a hablarlo.Natalia:¡¿Qué hablar?! ¡No hay nada de qué hablar!

Yo no sabía qué hacer. Llamé a Pablo y este, tras 20 minutos, logró tranquilizarla. La dejó en el salón y se vino conmigo a la cocina.

Pablo: Mira, si la quieres de verdad, tienes que hacer algo. Está muy enfadada y harta. He conseguido tranquilizarla, pero basta cualquier cosa, por pequeña que sea, para que estalle y te deje. Dice que está aburrida, cansada, que no la miras, que no os acostáis… Yo se que la quieres, pero tienes que hacer algo, no solo palabras, pasa a la acción.

Aquella situación y lo que me dijo Pablo me abrieron los ojos. Yo sabía que no estábamos bien, pero nunca había pensado que podría dejarme. En ese momento me di cuenta que realmente podía perderla, pero no podía permitirlo. Por muchas discusiones, yo seguía enamorado de ella hasta las trancas y quería seguir con ella.

Ese mismo día me puse manos a la obra. Me metí en Internet y busqué todas las formas posibles para intentar arreglar una pareja. Le hice regalos, me mostraba más cariñoso con ella, trataba de salir más, intenté mejorar mi vida sexual (sin mucho éxito)… Me metí en foros de mujeres para saber qué les gusta, todo. Puse en práctica una gran parte de los consejos. Sin embargo, la cosa no funcionaba del todo.

Mi matrimonio había mejorado algo y Natalia ya no quería irse, pero las discusiones seguían y yo sabía que en cualquier la situación podía volver a la de antes y torcerse definitivamente. Seguí buscando y no encontraba ninguna idea que me diera una mejoría evidente. Entonces, en mi intento por buscar más posibles opciones acabé en una página, con un foro, sobre infidelidades. En el foro se contaban historias sobre parejas en las que la mujer o el hombre eran infieles y esto había mejorado su matrimonio. Poco a poco comencé a leerlas. Algunas de ellas eran demasiado fantasiosas, otras más creíbles… La verdad es que la idea no terminaba de seducirme y, mientras que seguía leyendo esas historias, buscaba otras formas.

Tras varias semanas de mucho intentarlo y quedarme casi sin ideas decidí, volví a retomar la idea de la infidelidad. Al principio no sabía ni cómo podía contemplar esa posibilidad. Nunca lo había pensado y me parecía difícil de creer lo que decían en los foros sobre qué una infidelidad pudiera ayudar a mejorar un matrimonio. Pero tras probarlo todo sin conseguir nada y ya contemplaba cualquier cosa. Además, a esto se unió que, tras unas semanas en la que situación con Natalia se empeoró y sin más opciones, decidí jugármela. Las opciones, desafortunadamente, eran claras. Si no hacía algo, Natalia me dejaría. Si permitía que Natalia estuviera con alguien, puede que se queda conmigo o que me deje. Así que, con mucha tristeza, me puse a imaginar cómo iba a hacerlo. Pero tenía que hacerlo bien.

Si iba a Natalia y le soltaba lo de estar con otros, aunque fuera de manera disimulada, se pillaría tal mosqueo que se iría en el acto. Natalia es guapa, pero nunca se ha prodigado en las relaciones. Siempre ha sido algo tímida y cuando alguien intentaba algo con ella (cuando todavía no salíamos) siempre se mostraba reacia. Así que tenía que entrar por otro sitio, y ese otro sitio era Pablo. Era perfecto. Lo conocíamos, nos llevábamos bien, guapo y simpático según Natalia y vivía al lado con lo que nadie sospecharía nada en el barrio. A eso hay que sumarle que Natalia y él se llevaban bien y hablaban a menudo. Tras unos días de dudas y otros en los que me preparé lo que quería decirle a Pablo, fui a verle.

Pablo: Buenas, Marcos. ¿Qué quieres?Yo:Veras… puedo pasar. Quiero hablar contigo de una cosa.Pablo:Claro, pasa.Yo:¿Tú cómo ves a Natalia?Pablo:No sé. La verdad es que está la cosa muy tirante y creo que en cualquier momento se puede romper.Yo:Ya, ya… Me refiero a qué te parece ella.Pablo:¿Qué quieres decir?Yo:Pues… como mujer. ¿La ves atractiva?Pablo:Eh… la verdad es que es guapa. Pero, ¿a qué viene esto?Yo:¿Es de la clase de mujer que te gusta?Pablo:Hombre… Tu mujer está… bien. Me suelo fijar en mujeres algo más jóvenes, de mi edad. Pero está bien. ¿A dónde quieres llegar?Yo:Mira… Nos conocemos desde hace algún tiempo y existe confianza entre nosotros, ¿no?Pablo:Sí.Yo:Pues… mi matrimonio está bastante mal. He intentado cambiar, fijarme más en ella, ser más cariñoso, hacerle regalos… en fin, yo que sé, de todo. Pero por mucho que hago no mejoro.Pablo:¿Te rindes?Yo:¡No! ¡Ni en broma! Estoy feliz con ella y sigo muy enamorado. Pero nuestra vida sexual no es muy buena. Apenas lo hacemos y creo que eso es uno de los problemas.Pablo:Espera un momento. Creo que ya sé por dónde vas. Me estás diciendo queYo:quiero que te acuestes con Natalia.

Su cara cambió. Abrió los ojos como platos y se levantó del sofá. Anduvo durante unos segundos por el salón con la cabeza agachada y mirando al suelo. Pasados unos dos o tres minutos que se me hicieron eternos, se volvió a sentar.

Pablo: ¿Sabes lo que me has pedido?Yo:Mira. No sé qué hace y estoy dispuesto a lo que sea para conservarla. Si eso es permitir esto, pues se hace.Pablo:A todo esto, ¿ella qué opina?Yo:No le he dicho nada. Si se lo dijera me mandaría a tomar por culo en menos de dos segundos y se marcharía en el momento.Pablo:Entonces, ¿qué me pides?Yo:Quiero que te la ligues. Natalia no se va a acostar con el primero que vea. Si te la ligas y consigues que ella se sienta atraída, luego será más fácil decírselo porque ella, creo, que pudiera querer.Pablo:PeroYo:Mira, entiendo lo que estás pensando. Me tengo que ir. Te dejo que lo pienses, sí dices que no, no pasa nada. Pero me harías un gran favor si, al menos, lo intentas.

Me levanté y me fui. Ya lo había soltado. Al llegar a casa me senté en el sofá y se me cayeron algunas lágrimas, pero por otro lado, tenía una erección. La idea de verlo con otro no me apetecía, pero una parte de mí quería saber cómo sería y si ella aceptaría.

Al cabo de tres días, Pablo llegó y me dijo lo que, por una parte quería, pero por otra parte, no.

Pablo: Vale. Lo he pensado. Y acepto.Yo:Bien, gracias. Mañana hay partido. Vente y te quedas a cenar.Pablo:Vale.

Al día siguiente, Pablo llegó algo más temprano. Natalia fue la que abrió la puerta y este, al verla, le dio un abrazo y dos besos, digamos, bien dados.

Natalia: Vaya, que cariñoso vienes.Pablo:No sé, me ha salido. Te he visto y me ha salido solo.Natalia:Bueno, pues gracias.Pablo:Gracias a ti.

Pasamos al salón y nos sentamos. Durante todo el partido y la cena Pablo se mostró muy atento en Natalia. Natalia se veía cómoda con la situación y sonreía bastante. Cuando se fue le pregunté a Natalia.

Yo: Parece que Pablo estaba hoy especialmente atento en ti.Natalia:¡Venga ya! No creo.Yo:Pues me parece que sí. Sabes que no tiene novia.Natalia:¿Qué insinúas? ¿Qué le intereso?Yo:Me ha dado esa sensación.Natalia:¡Bah!, tonterías.

Tonterías pero se la notaba que le gustaba. Creo que ha todo el mundo, hombre o mujer, le gusta que alguien más joven y guapo se fije. Y en eso estaba Natalia.

A partir de ese día Pablo se mostraba muy amble con Natalia. Los abrazos y los besos se prodigaban cada vez más y yo trataba de poner mi granito de arena. La verdad es que verlos así se ponía muy caliente y me tenía que desahogar, ya me entendéis. Pero después del desahoga me sentía mal. Sea como fuere, la situación siguió y Natalia estaba cada vez más cómoda.

Todo siguió su curso hasta un día en el que me ascendieron y para celebrarlo decidí salir a comer a un buen restaurante. Pensé en invitar a Pablo, pero me pareció mejor no invitarlo, encontrárnoslo y parecer que fue algo casual.

Yo: Mira. Este sábado vamos a ir a comer. Al salir voy a acercarme a tomar una copa. ¿Qué te parece si te pasas por allí y haces como si no supieras nada?Pablo:Vale, por mi de acuerdo. ¿Sobre qué hora?Yo:No te preocupes, yo te mando un mensaje. De todas formas, yo calculo que sobre las once y medio o doce estaremos allí.Pablo:De acuerdo.

Estaba nervioso y excitado. Todavía había algo dentro de mí que me decía que no lo hiciera, pero el morbo y lo bien que estaba Natalia últimamente me empujaba hacia delante. Además era perfecto, Natalia bebería un poco, se pondría más "contenta" y seguro que sería más fácil.

La noche llegó. Fuimos al restaurante que había reservado. Natalia llevaba un vestido con un pequeño escote (no le gusta ir demasiado provocativa pese a lo realmente buena que esta). La cena fue muy bien y ella se mostraba relajada y simpática, a lo que contribuía mucho el vino. A las doce menos cuarto salimos del restaurante.

Patricia: Bueno. Ha estado muy bien, pero vámonos. Estoy cansada y me duele algo la cabeza con tanto vino.Yo:¿Cómo? ¡De eso nada! Me han subido el sueldo, así que vamos a celebrarlo. Vayamos a tomar algo y luego nos volvemos.Patricia:Pero, es queYo:¡Es que nada! Vamos. Un día es un día.

La verdad es que todo estuvo a punto de irse por la borda, pero al final la convencí y fuimos. Por el camino se notaba que Natalia había bebido demasiado. Ella no suele beber casi nunca y cuando toma algo le tarda en hacerle efecto, así que no se corta y sigue bebiendo. No iba especialmente mal, pero ya iba algo pasada. Durante el camino aproveché para mandarle el mensaje a Pablo.

Al llegar todo estaba lleno de gente. Conseguí llegar a la barra y pedir una copa. Natalia no quería y nos pusimos a bailar un poco. Al poco, Natalia se gira y ve a Pablo.

Natalia: ¡Pablo! ¡Hola! ¿Cómo tú por aquí?Pablo:Pues ya ves, suelo venir por aquí. ¿Y vosotros? Nunca os he visto por aquí.Natalia:Estamos celebrando el aumento de sueldo de Marcos.Pablo:Enhorabuena.Yo:Gracias. ¿Te quedas? Te invito a una copa.Pablo:Vale, gracias.

Yo: Voy a buscarla. Baila con ella se quieres.Natalia:Tráeme a mi otra.Yo:Vale.

Me fui a la barra. Pablo comenzó a bailar con Natalia. Al llegar a la barra no había casi nadie, así que pedí las copas rápido. Cuando volví, los vi bailando más pegados, así que decidí esperar un poco más a ver qué pasaba. Seguían bailando, pero no parecía que fuera a pasar nada, por lo que decidí acercarme con las copas.

Yo: Tomad.Pablo:Gracias.

Natalia: ¿Por qué no nos sentamos un poco?

Fuimos a las mesas y estuvimos hablando un rato. Durante ese tiempo nos tomamos varias copas, incluida Natalia. Pablo quería más, así que la volvió a invitar a salir a bailar. Natalia aceptó rápido y se fueron. Yo me quedé en la mesa viendo lo que pasaba. Volvieron a empezar algo separados, pero poco a poco se fueron acercando. En un momento determinado, Pablo abrazó a Natalia. Se quedaron mirándose fijamente y este le dio un beso. Un beso suave y dulce que duró unos pocos segundos. Natalia se separó ligeramente y, mientras seguía bailando, miró hacia mi mesa. Yo acerté a desviar la mirada y a mirar hacia la barra. No se dio cuenta que yo la miraba.

Siguieron bailando un poco más a la vez que hablaban. No sabía que se estaban diciendo, pero a Natalia se la veía muy contenta. Tras unos quince minutos volvieron a sentarse. Seguimos hablando un poco, hasta que todo se torció. De repente, Natalia dijo que se sentía mal y que saliéramos a fuera a tomar le aire. Al poco de salir, Natalia vomitó. Se puso el vestido perdido de vomito (cada vez que recuerdo esa escena me dan arcadas). Se sentó un rato a ver si se le pasaba un poco, pero no mejoraba mucho. Finalmente Pablo me ayudó a llevarla a casa. La dejamos en mi cama medio dormida. Pablo me miró.

Pablo: Creo que lo dejamos para otro día.Yo:Eso creo.Pablo:Bueno, mañana va a tener una resaca tremenda. Hasta luego.Natalia:Pablo, PabloPablo:DimeNatalia:¿Sabes una cosa? Te quiero mucho.

Tras decir esto se giró y se quedó dormida. Pablo sonrió y se fue. Le quité la ropa toda sucia a Natalia y la metí en la cama. Bueno, al menos lo que sospechaba era verdad, dicen que los borrachos y los niños pequeños siempre dicen la verdad.

Al día siguiente decidí hablar con Natalia. Desde que todo esto había empezado, Natalia estaba mejor. El pensar en Pablo la mantenía distraída y estaba mejor y más relajada y a mí me ponía mucho el imaginármela verla con Pablo.

Yo: ¿Cómo estás?Natalia:Bien, ¿por qué lo dices?Yo:Porque… - dude un poco – ayer te vi como Pablo te besó.

Natalia se quedó blanca y con los ojos como platos. Fue a decir algo, pero no le salieron las palabras y agachó la cabeza.

Yo: Tranquila, no pasa nada.Natalia:Yo… es que… no se… el otro día…Había bebidoYo:También escuché cuando le dijiste a Pablo que le querías anoche.Natalia:¡¿Cómo?! ¡¿Yo dije eso?!Yo:Natalia:Lo siento… no se qué pasó… Pablo está muy atento de mi… y nosotros no andamos bien… Pero eso no es escusa… Yo no queríaYo:Tranquila. ¿Sabes una cosa? Me gustó.Natalia:¿Te gustó?Yo:Sí. Mira, desde que Pablo está más atento de ti, tú estás mejor. Ya casi ni discutimos y eso me pone contento. Te quiero mucho, pero peleábamos mucho. Sin embargo, desde hace unas semanas apenas discutimos, desde que Pablo empezó a fijarse en ti. Además, parece que a ti te gusta que se fijen en ti. Así que, ¿te gustaría estar con él?Natalia:¡¿Qué?!

Natalia se levantó. Dio un par de vueltas por la cocina y se quedó mirándome fijamente. Tenía cara de enfadada, pero su cara cambio de repente.

Yo: Quieres, ¿verdad?

Natalia no dijo nada, pero agachó la cabeza. No hace falta ser muy listo para entender eso como un sí.

Yo: Dentro de dos semanas, el miércoles, es tu cumpleaños. Si quieres, te doy "regalo distinto".

Natalia me miró extrañada, pero rápidamente comprendió lo que quería decir. El día siguió como siempre y también el resto de la semana. Pero el lunes, dos días antes de su cumpleaños, Natalia quería hablar conmigo.

Natalia: MarcosYo:Dime.Natalia:Para mi cumpleaños he pensado en hacer algo de cena y no salir. Tú tienes que trabajar y a mí no me importa.Yo:Bueno, si tú quieres, por mi de acuerdo.Natalia:Y… también he pensado en invitar a Pablo. ¿Te parece bien?Yo:Si tú quieres, me parece bien.

Todo parecía indicar que esta vez si iba a ser posible, aunque prefería no lanzar las campanas al vuelo. Natalia cogió el teléfono y llamó a Pablo para avisarle. Él dijo que sí, que el miércoles estaba allí. Natalia se puso contenta y sacó un libro de recetas. Quería hacer algo especial.

Natalia aprovechó el martes para comprar la comida y para preparar todo (luego me enteré que fue a comprar algo de ropa interior). El miércoles por la mañana, Natalia hizo la comida y aprovechó para ir a la peluquería. Se la veía radiante y decir que en todos esos días no se había producido ni una sola discusión entre nosotros. Cuando iba llegando la hora, Natalia se duchó y se vistió con un vestido azul marino. Estaba muy guapa, y eso que no se había arreglado del todo ya que la cena era algo informal. Sobre las nueve llegó Pablo, llevaba unos vaqueros y una camiseta. Al llegar pasamos al salón y nos pusimos a charlar. Al terminar la cena, y después de algunas copas, nos pusimos a recoger la mesa. En un momento determinado, ellos se quedaron en la cocina y yo me dirigí al salón. Al volver los escuché hablar y me quedé fuera, escuchando lo que decían.

Pablo: ¿Cómo estás?Natalia:Muy bien. ¿Y tú?Pablo:Siempre que estés tú yo estoy bien. Bueno creo que es hora de darte mi regalo.Natalia:¿Para qué me compras algo? No hacía falta.Pablo:Sí hacía falta. Me apetecía y te lo mereces.

Pablo sacó el regalo de su bolsillo y se lo dio a Natalia. Ella lo miró y lo abrió detenidamente. Cuando lo vio se abrazó a Pablo.

Natalia: ¡Muchas gracias!Pablo:Trae, te lo pongo.

Dentro había un pequeño colgante. Pablo lo cogió y giró a Natalia, quedado los dos de frente a mi posición, pero sin verme. Se lo colocó muy despacio. Al volverse a girar quedaron los dos frente a frente. Se miraron unos segundos y Pablo se inclinó y la beso. Casi se me salen los ojos sus órbitas de la sorpresa que me llevé. El beso duró unos segundos y Natalia se echó hacia atrás.

Los dos se miraron unos segundos y Pablo volvió a besarla, esta vez con más pasión. Natalia se abrazó fuertemente, mientras sus lenguas se retorcían. Tras casi un minuto, separaron sus bocas y, mientras que seguían abrazados, se miraron fijamente. Los dos tenían una mirada de deseo increíble. De repente se volvieron a besar. Más que besos parecía que se iban a devorar el uno al otro. Natalia volvió a separarse, necesitaba coger aire. Puso sus manos sobre su cintura y lentamente comenzó a subirlas por su pecho. A la tercera vez, cogió el borde de la camiseta y lo subió lentamente hasta llegar a su pecho. Se detuvo, se miraron y sonrieron. Pablo levantó los brazos y Natalia le quitó la camiseta.

La camiseta cayó al suelo. Natalia volvió a posar las manos en el pecho desnudo de Pablo mientras lo observaba mordiéndose el labio inferior. Natalia se inclinó y volvieron a darse besos, pero ahora Natalia comenzó a bajar. Empezó a darle besos por la boca y poco a poco fue bajando. A medio camino, se detuvo y se dirigió primero a su teta derecha. Natalia comenzó a jugar con su lengua, a hacer círculos con ella hasta que le empezó a dar suaves mordisquitos en los pezones. A Pablo le gustaba aquello. Natalia cambio de lado e hizo lo mismo y después volvió al centro. Lo miro fijamente y en un rápido movimiento subió su cabeza, le dio un beso rápido y volvió a bajar. Continuó dándole suaves besos hasta que llegó a su pantalón.

Yo estaba realmente caliente y a punto de reventar, pero seguía mirando desde la puerta sin animarme a entrar. No quería estropear el momento y me gustaba ver como Natalia se comportaba como una auténtica zorra. Natalia le quitó a Pablo la correa y le desabrochó el pantalón. Ella se quedó con su cara a escasos centímetros de la polla de Pablo que todavía se escondía tras sus calzoncillos. Natalia comenzó a darle unos lametones con los calzoncillos puestos y esto pareció gustarle a Pablo ya que reclinó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Viendo el placer que le estaba dando, Natalia decidió ir a más y le bajó los calzoncillos. Su polla salió disparada y se quedó, tiesa y dura, apuntando a su cara.

En ese momento, Natalia se dio cuenta de mi presencia. Ella se quedó quieta en la misma posición. Yo entré en la cocina mientras ellos me miraban. Me apoyé en la encimera cerca de ellos. Los dos estaban inmóviles sin hacer, estaban esperando mi reacción. Y mi reacción fue la de sacármela y empezar a masturbarme allí. Ellos se quedaron un poco extrañados, pero rápidamente siguieron ya que interpretaron que yo les daba mi bendición. Natalia volvió a mirarla y esta vez se la comenzó a meter en su boca. Primero lentamente, introduciéndose hasta la mitad y luego sacándosela para después volver a repetir la acción lentamente. Aquello era increíble, ver a mi esposa, la madre de mi hija, con una cara de zorra increíble mientras se la chupaba a otro en nuestra propia cocina conmigo de espectador de lujo. Increíble.

Natalia comenzó a aumentar su trabajo y Pablo comenzó a acompañar el trabajo de Natalia con pequeños movimientos de cintura hasta que Natalia se quedó quieta y ahora Pablo era el que la estaba follando por la boca. Tras unos segundo Pablo se paró y Natalia comenzó a darle más fuerte. Parecía que la dedicación de Natalia iba a tener sus frutos, y así fue. Pablo se corrió en su boca. Natalia no dejó escapar una gota y, tras dedicarle una cariñosa sonrisa, se la comenzó a chupar hasta dejarla totalmente limpia. Yo, por mi parte, me corrí justo en el mismo momento que Pablo.

Natalia volvió a subir y comenzaron de nuevo a besarse, pero esta vez fue Pablo el que tomo la iniciativa. Parecía como si quisiera devolver el favor a Natalia y comenzó por desabrocharle el vestido azul marino que llevaba. Este se cayó al suelo y dejo a Natalia con un bonito sujetador y tanga (cosa que me sorprendió bastante porque ella nunca lo usa) de un color parecido al del vestido. Pablo, al igual que antes había hecho Natalia, fue bajando hasta llegar a sus pechos. En un rápido movimiento dejo al descubierto sus duros y firmes pechos y se dedico a jugar con sus pezones. Primeros unos suaves besos, luego algunos lametones y por últimos suaves mordisquitos. Esto pareció gustar a Natalia, ya que dejo escapar algunos pequeños gemidos. Tras algún tiempo con sus pechos, Pablo bajo y llegó a su coñito. Pablo levantó a Natalia y la sentó sobre la encimera, le quitó su tanga y le abrió sus piernas. Pablo se separó ligeramente de Natalia para observar la escena de Natalia sentada en la encimera con sus piernas abiertas delante de su amante. En ese momento lo único que Natalia llevaba encima era el anillo de matrimonio.

Pablo se dirigió a su coño y comenzó a comérselo suavemente. Natalia parecía disfrutar ya que lo primero fue cerrar los ojos, acariciarse un pecho con una mano mientras con la otra sobre la cabeza de Pablo dirigía a su amante. Por su parte, Pablo tenía una mano sobre el otro pecho de Natalia mientras usaba su mano derecha y su lengua para satisfacer a Natalia. Así continuaron varios minutos hasta que los gemidos de Natalia se fueron haciendo cada vez más audibles y comenzó a retorcerse levemente hasta que emitió un prolongado gemido y se quedo quieta. Se había corrido. Pablo paró y Natalia se inclinó hacia delante rodeándolo con sus brazos por los hombros mientras él la rodeaba por la cintura y volvían a besarse prolongadamente. Para ello yo no existía y ya me había corrido dos veces. Entonces Natalia se bajo de la encimera y le dio la mano a Pablo.

Natalia: Vamos a la habitación.

Los dos, completamente desnudos, se fueron cogidos de la mano hacia el dormitorio. Pero al llegar a la puerta del dormitorio pasó algo que no me esperaba.

Natalia: Marcos. No quiero que entres.Yo:¿Cómo?Natalia:Quiero que Pablo me folle a solas. Quiero disfrutar de este momento.Yo:Pero… ¿Qué más da? Ya os he visto en la cocina… Soy tu maridoNatalia:Ya. Pero déjame hacerlo a mi manera.

Natalia cerró la puerta del dormitorio dejando a mí fuera. Fui a abrirla, pero Natalia echó el pestillo. ¡Joder!, tanto querer ver a mi mujer con otro y ahora resulta que me dejaba fuera. Pero de repente tuve una idea, el balcón. Nuestro dormitorio tenía una ventana que daba al lado del balcón y se podía ver algo. Rápidamente me dirigí al balcón. Pero al llegar mi gozo en un pozo, habían bajado las persianas. Volví cabizbajo a la puerta del dormitorio. Me quede delante de la puerta y apoyé la cabeza para tratar de escuchar algo, pero apenas se oía nada con el ruido de los coches al pasar. Me resigne y me fui al salón, me quede sentando viendo la tele esperando a que terminaran. Pero, ¿cuándo terminarían?, ¿se quedaría toda la noche? No sé.

Tras unos interminables cuarenta minutos, el ruido del pestillo de la puerta me sobresalta. Trato de ponerme bien y miro hacia el pasillo.

Natalia: Hola, ¿cómo estás?Yo:Bien, aunque podía estar mejor.Natalia:Ha sido la ostia. Mira.

Natalia se separó ligeramente las piernas y pude ver como un hilito de semen le salía de su coño.

Yo: ¿Te has corrido dentro?Pablo:Ha sido ella. Yo me puse un condón de tu caja. Pero ella me dijo que me lo quitara.Yo:Pero… ¿por qué?Natalia:Si me va a follar, que lo haga bien, ¿no? A, por cierto, no te preocupes.Yo:¿De qué?Natalia:Pablo me lo ha contado todo. De todas formas, después del polvo de hoy iba a seguir viendo a Pablo sí o sí. Pero si encima tú estás de acuerdo, pues mejor. ¿Por qué no me lo has contado antes? Sabes el tiempo tan precioso que he estado perdiendo sin disfrutar esta pollita tan deliciosa.Pablo:Gracias.Natalia:A ti, guapo.Yo:Oye.Natalia:Dime.

Yo: ¿Por qué no me has dejado estar presente?Natalia:Era la primera vez y quería disfrutar sin preocupaciones ni distracciones posibles. Pero, no te preocupes, te dejaré estar.Yo:¿La próxima vez te veré?Natalia:No. La próxima no. Pero dentro de poco sí.

Esa afirmación de Natalia me preocupó algo. Yo quería que Pablo se acostara con ella para, digamos, relajar a Natalia, no para quedarse con ella. Pablo fue a la cocina y recogió su ropa y se fue a su piso. Natalia recogió un poco y se acostó, desnuda y con la corrida de su amante dentro.

Al día siguiente me dirigí preocupado al trabajo. Lo que había pasado no era exactamente lo que yo esperaba. Al volver a casa, me senté y empecé a comer. Natalia se sentó a mi lado y se quedó mirándome. Cuando ella se pone así se que quiere decirme algo pero que no se atreve.

Yo: ¿Qué te pasa?Natalia:Quiero que mañana vuelva a venir Pablo.Yo:¿Estás seguro?Natalia:Sí. Creo que tú también.

Tenía razón y le dije que sí. Ella me dio un beso.

Natalia: Gracias.Yo:¿Me dejaras verlo esta vez?Natalia:Ya veremos.

Bueno, al menos de había dicho "ya veremos". Al día siguiente por la tarde-noche, Pablo volvió a llegar. Empezaron como la otra vez. Y, de nuevo, se volvieron a la habitación y volvieron a cerrarlo todo. Me volví a cabrear y me senté en el sofá. Tras pensarlo un poco, me desnude y me hice una buena paja que me relajó bastante. Estaba tranquilo y relajado cuando, de repente, suena el móvil. Lo cojo y veo que pone Natalia. Me quedo helado y, tras unos segundos, lo cogí.

Yo: ¿Si…?Natalia:¡Ven!Yo:Voy.

Me cuelga. No sabía qué hacer. Me levanté y me dirigí hacia la habitación. Al llegar abrí la puerta del dormitorio y entré. Pablo y Natalia estaban de pie al lado de la cama.

Natalia: Pasa. Querías ver cómo follamos, ¿no?Yo:Sí.Natalia:Bueno, ya estamos terminando, pero, ¿quieres ver el final?Yo:BuenoNatalia:Ponte boca arriba con la cabeza en los pies de la cama.Yo:Vale.

Me tumbé en la cama y Natalia se puso encima de mí. Me quede con su depilado coño a escasos centímetros de mi cara. Entonces Pablo se puso por detrás y se la metió a Natalia de golpe. Era espectacular la imagen. Viendo en primera línea cómo una polla se metía en el coño de mi mujer y gimiendo y gritando como una loca. Tras unos cinco minutos comencé a ver un líquido blanco. ¡Se estaba corriendo! No pude aguantarlo y me corrí.

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De repente el sonido de la puerta me devuelve a este mundo. Habían pasado 2 horas y la cerveza ya estaba casi finiquitada. Era Natalia que volvía de comprar.

Natalia: ¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Te ha ido bien?Yo:Sí. ¿Cómo te ha ido?Natalia:¡Genial! No veas cómo me lo he pasado. Pablo ha pasado las noches aquí. ¡Hemos follado de lo lindo!Yo:Me alegro.

Natalia se fue a la cocina a dejar las bolsas.

Natalia: Esta noche va a venir Pablo.

Bueno, ya sé lo que me vuelve a esperar esta noche. Desde entonces todo ha ido a más. Pablo pasa muchas noches en casa y se acuesta a menudo con ella. La relación ha mejorado mucho con Natalia y estoy mucho más unido a ella. Mirándolo con perspectiva creo que tomé una buena decisión.