Un café, un deseo y la frustración
Un día en un café, una MILF que llega de sorpresa, un deseo y una inquietud y dos cuerpos que se funden en una tarde de placer
Hola bebes, primero que nada un gran año a tod@s ustedes, que esté de salud porque este bicho está del nabo aún.
Sé que los tenía muy abandonados, pero es que de repente hay cosas del trabajo y otras de la casa que demandan mucho y ustedes solo se merecen calidad. El relato que les traigo de nuevo es verídico, son cosas que he ido pasando. Espero lleguen al final y pueda leer sus comentarios por mail. Cualquier cosa ahí estoy a la orden.
Un café, un deseo y una frustración
Es uno de esos días de diciembre que un@ amanece un poco cachonda, la noche anterior fue un poco de lo que parece se ha convertido en rutina, es decir, en mi recámara aguardo a que mi familia duerma para dar rienda suelta a vestirme con algo de lencería, medias, tacones y dar algunos pasos, con mucho sigilo, se me antoja ver unos vídeos y acabó con final feliz.
Amanece y (como les decía) ando un poco caliente, entra en mi cuerpo esa adrenalina de salir con algo de lencería en mi ropa normal de chico. Manos a la obra, elijo un babydoll de color negro y unas medias de red también en color negro, tengo una reunión de trabajo en un Starbuks, así que elijo una camisa blanca, pues con el suéter encima no se vería mi babydoll, como es fuera de la oficina asumo el riesgo de no ponerme calcetines, dejar solo las medias me excitaba, porque si alguien andaba de mirón podía darse cuenta de ello.
La reunión acaba pronto, me quedo a tomar un café cuando de pronto veo entrar a una mujer de unos 50 años (he de decir que las MILF me ponen a full, con un par de mujeres mayores he tenido encuentros, una de ellas se sorprendió verme como mujer, pero terminamos gozando de lo lindo). Cuando pensaba marcharme me quedo para ver si hay alguna conexión con esta mujer adulta.
Ella viste con una falda negra y medias color natural… es linda. La analizo fríamente, paso más de hora y media y nadie llega con ella. Está en una mesa sola, tomo mis cosas y voy al sanitario, regreso y la mesa que ocupaba yo ya está ocupada, solo queda la de la mujer así que me decido a acercarme con el pretexto de tomar asiento para trabajar. Le consulto si puedo sentarme y dice que sí, hago como que trabajo por cerca de media hora, como si estuviera muy centrada en mi trabajo, de pronto cae de su lugar una bolsita que cae justo en mis pies, ella se agacha para levantarlo y yo también, noto que ve mis pies y en ellos las medias de red.
Se sorprende, claro, pero no dice nada, solo gracias por alzar su bolsita. Pensé que huiría, pero pasan los minutos y sigue ahí, no sé cómo romper el hielo, entonces le invito un café, accede un poco a regañadientes, abro la plática diciendo que tenía un par de citas de trabajo, que la primera llegó a tiempo y la segunda (que no existía) no había llegado.
Me dice que ella solo fue a pasar un poco de tiempo, pero que estaba por marcharse porque se acercaba la hora de comer, no pregunté si esperaba a alguien, asisto con un típico “sí, ya hace un poco de hambre”, y le pregunto si me permite invitarle a comer ya fuera algo de ahí o a un Sanborns que está cerca. Se lo piensa, reniega, pero después de unos minutos dice que está bien.
Pido un taxi y vamos a Sanborns que está cerca, bajamos y mientras se desarrolla la comida cuenta su historia: (divorciada, con una hija ya mayor que no vive en la ciudad, ese día salió para no sentir la soledad, porque trabaja de manera remota en casa, pero la siente vacía). Le cuento un poco de lo que hago, y me suelta la pregunta: “por qué traes medias” … guardo silencio. E insiste “las vi en el café”.
Le cuento un poco de mis gustos, hace cara de temor, pero no se marcha, parece que le gana la duda, le digo que me pareció atractiva, que sentí una atracción, se sonroja. Seguimos con la charla que va subiendo de tono, le cuento lo de las pinzas en mis pezones pegadas con kola loca, le intriga aún más. Me pregunta si no me duele, si las llevo puestas… le digo que no, pero que traigo unas en la mochila, me dice si las puede ver. Le digo que sí pero en otro sitio.
Lo duda y le planteó ir a un hotel, pero no uno de paso si no uno de cierto nivel para mi seguridad y la suya, de nuevo lo duda, como que en su cabeza la idea le llama la atención, pero también muestra temor, y es comprensible y ese mismo temor me da a mí, procuro no insistir, solo le comento que le propongo un hotel porque es más seguro… después de un tiempo de meditarlo en sus adentros accede.
Antes de entrar a un hotel que ella eligió, paso a un Oxxo, llevaba las pinzas pero no el Kola loka, y compro también los preservativos, porque este cuerpecito quería acción. Resumamos. Se sorprende de ver el tamaño de mi pezón, dice “es enorme”, no se aguanta las ganas y lo aprieta con sus dedos. Pero ella quería ver la kola loka en ellos.
Procedo y los pego, dejo que sequen y observa curiosa como quedan al aire, las pinzas, las jala, masajea los pechos, me prendo, una erección se asoma y la nota… empieza la acción y de pronto jala las pinzas, un grito se me escapa porque lo hace un tanto brusco, quiere que le pase mi pinza por su vagina, lo hago y se excita, los dos cuerpos en frenesí, un delicioso 69, ella sigue con las pinzas en sus manos, le gustó demasiado, masajeó yo también sus tetas, las muerdo, le invitó a probar las pinzas, pero no quiere, masajeó con sutileza su vagina, sus gemidos son maravillosos.
Acabamos gustosos y satisfechos, pasamos un rato hablando mientras nos vestimos. Le pregunto si podemos repetir. Respuesta seca: “No, me gustó mucho, pero no, fue maravilloso, pero no me atrevería de nuevo, me gustó mucho el morbo, pero no creo que quiera repetirlo”. Insisto y le pido su número, tampoco me lo da. Nos marchamos cada quien por su rumbo. Regresé otros días al café, pero no la he visto más. Así fue un día de café, deseo y frustración de que no se pudo repetir.
Espero les guste, los leo. Besos a todos. Ojalá alguien me escriba, estamos abiertos a todo.
biank_gaby@yahoo.com