Un café algo diferente

Begoña quedó quieta, esperando, y se asustó, no podía moverse, andaba con los brazos apoyados en la mesa de la cocina, y las piernas cruzadas, y sintió su cuerpo como una piedra fría que no podía controlar.

Allí estaban sentadas en la mesa de la cocina después de haber dejado a los niños en el colegio. Andrea, la dueña de la casa, 28 años, pelo moreno liso, muy estilizada y vestida con falda y blusa de tirantes, a falta de unos pechos generosos lucía unas piernas largas y bien formadas que desaparecían bajo la tela conformando un trasero tentador. En cambio a Begoña, de 32 años, pelo rizado y rubio, se le adivinaba bajo un vestido veraniego muy normalito unas formas exuberantes, con un pecho que atraía las miradas de todos y que no solía mostrar, y unas caderas que le otorgaban un buen trasero.

  • ¿Y este es el café frío que es tan maravilloso? - Pregunto Bego, mientras sorbia con decision una taza con un liquido de un negro intenso y aromatico.
  • Mujer, yo creo que sí, además, con este calor es lo mejor, hay que saborearlo entero y notar como te llena su sabor.
  • Vale - dijo haciendo lo que le decía su amiga y tomando el escaso contenido de un trago.
  • ¿Que?.
  • Si que está bueno - dijo riendo.
  • Ya te lo dije, hay que tomarlo rápido, es lo que pone en las instrucciones.

Después de tomar la taza, Andrea retiro el café de delante de Begoña, que se quejó al privarla de aquel delicioso manjar

  • ¿ya me lo quitas?.
  • Ya tienes bastante.
  • Aguafiestas - dijo Begoña escuchando cómo sonaba el timbre de la puerta.
  • No te muevas, y no hables alto, que voy a abrir la puerta - dijo Andrea desapareciendo de la cocina, y dejándola algo extrañada.

Begoña quedó quieta, esperando, y se asustó, no podía moverse, andaba con los brazos apoyados en la mesa de la cocina, y las piernas cruzadas, y sintió su cuerpo como una piedra fría que no podía controlar.

Escucho los pasos de Andrea acercarse, y como se sentaba delante de ella con toda tranquilidad.

  • Ayúdame, no puedo moverme, no se que me pasa.

  • Lo sé, te lo he ordenado y no puedes dejar de obedecer.

  • Pero qué dices.
  • Tomaste una droga química que produce ese efecto, y después yo te condicione muy eficientemente, cualquier cosa que te pida lo harás.
  • No puede ser, deja que me vaya.
  • Vete, hay tienes la puerta.

Begoña sintió cómo recuperaba el control de sí misma. Agarró el bolso y rápidamente se encaminó hacia la puerta.

Ya estaba a punto de llegar a la puerta cuando escucho la voz de Andrea.

  • Quieta .

El terror se apoderó de ella cuando su cuerpo volvió a quedar paralizado y sin poder moverse.

  • Bien - dijo una calmada Andrea - como te dije antes no te puedes resistir.
  • Esto no puede ser verdad.
  • Veras como si, arrodíllate y hazme una buena comida de coño.

Andrea se apoyo en la pared y se levanto la falda, dejando a la vista su falta de ropa interior y su sexo, totalmente depilado. Y Begoña no tardó en arrodillarse y llevar su boca a aquel húmedo y palpitante lugar. Andrea gimió sin vergüenza al sentir contacto con la lengua y los labios de su posesión. Y Begoña se encontró lamiendo con deseo.

  • Así, más rápido, lámeme el clítoris, más fuerte.

Cada instrucción era tomada con total entrega y pronto su cuerpo se entregó a las atenciones a las que era sometido.

  • Meteme dos dedos en el coño y muevelos, joder, que bueno.

Al sentir como su sexo era violentado con fuerza y martirizado con rapidos movimientos, su cuerpo se estremecio y un orgasmo la recorrio mojando las manos de Begoña que no dejaba de moverse en su inerior.

  • Para, ponte de pie - dijo jadeando.

Begona se separo del sexo de Andrea sacando sus dedos de aquel ardiente agujero, y se incorporo quedandose frente a Andrea.

  • Por favor, déjame.
  • ¿Dejarte? Eres mía, mi juguete, quítate el vestido.

No tardó en hacer desaparecer el vestido por encima de la cabeza, dejando a la vista un escueto conjunto de ropa interior. Un tanga de hilo con un minúsculo triángulo de tela transparente que dejaba a la vista un coño totalmente rasurado. Y en la parte de arriba un sujetador mínimo que mostraba a la vista sus tetas enfundadas en unas copas de fina tela que transparentaba sus grandes aureolas y sus gordos pezones.

  • Pero menuda putilla estas hecha, menuda pinta de zorra tienes.

Begona se avergonzaba ahora de aquella elección tan disparatada, pero le gustaba la lencería sexy, y llevarla puesta le excitaba.

  • Ven.

Andrea se dirigió a su habitación seguida de Begoña, se deshizo de la falda quedándose completamente desnuda y acostándose en una cama deshecha.

  • Acuéstate zorrita .

Begoña se tumbó a su lado, boca arriba al igual que ella.

  • Ahora vas a meter tu mano en ese coño de guarra que tienes y te vas a masturbar como una perra en celo.
  • Por favor Andrea, no - dijo mientras su mano se perdia en atenciones con su sexo.
  • ¿Le das mucho al dedo?.
  • Siii - grito Begoña.
  • Que pasa, ¿que el maricon de tu maridito no te folla?.
  • No mucho.

Begoña se frotaba el clitoris con desesperacion y pronto tubo la necesidad de que sus dedos entraran en su sexo pringoso, cosa que hizo sin ningun recato.

  • Así cerda, follate ese sucio coño.

Sintió que llegaba al orgasmo, sus gemidos llenaban la habitación y no tardaría en explotar, pero Andrea la detuvo.

  • Quieta, deja tu coño en paz.

La mano cesó su frenética tarea, saliendo de entre sus piernas, quedando jadeante y con mirada de súplica.

  • Por favor, Andrea, no sigas, por favor.
  • Cojete los pezones con los dedos y presionalos cada vez más fuerte.

Las manos de Begoña no tardaron en obedecer presionando cada vez más fuerte, sintiendo como el dolor se hacía cada vez más intenso e insoportable, pero sin ceder en ningún momento.

  • Para. Ves cerdita, no puedes hacer nada, así que ves haciéndote a la idea.
  • Porque me haces esto.
  • Bueno, podría darte muchas razones, pero básicamente porque puedo y quiero.  Ahora vas a quitarte esa ropa interior de putón, y vas a dedicarte a mi coño como si no hubiera otra cosa en el mundo que atender y mientras lo haces vas a tocar tu asqueroso coño sin parar.

Begona se despojo de la poca tela que llevaba encima, y a cuatro patas se amorro frente al sexo de Andrea. Lo lamía y sorbía con ansia mientras una de sus manos se movía sobre su propio clítoris. La habitación se llenó con los claros gemidos de Andrea y los más ahogados de ella. Hasta en dos ocasiones el cuerpo de la desdichada víctima se estremeció con orgasmos demoledores, pero ni en esas ocasiones dejó de atender el coño de su captora con su boca y horadar con sus dedos.

  • Para - dijo Andrea jadeando desbocada después de experimentar su tercer orgasmo que la dejó  más que satisfecha.
  • Muy bien putita quédate así, a cuatro patas, ya podéis pasar - dijo gritando esa última frase.

Dos hombres entraron en la habitación, desnudos y claramente excitados, seguramente por el recital de gemidos que habían podido escuchar.

  • Es vuestra durante dos horas, hacedle lo que os apetezca, pedidle lo que queréis y os obedecerá.
  • Dios Andrea, por favor, no lo hagas, no me hagan nada, yo no quiero - suplico Begoña.
  • Solo quiero oír gemidos de placer puta.

Begona vio como Andrea se retiraba y como no podía moverse sintió como alguien se subía a la cama. Entonces lo noto, algo se posiciona en la entrada de su culo, y sin ninguna delicadeza comenzó a penetrarla. Sintió como la destrozaba, pero de su boca solo salieron gemidos.

  • Ya sabía yo que a esta puta le iba a gustar que la enculara - dijo el que la follaba de forma salvaje.
  • Joder tio, ya ves - remarco el otro.

Por suerte la excitación previa hizo que no tardara en derramarse en su interior con evidentes gritos de placer. Pero su cuerpo no tardo en ser usado de nuevo, esta vez una polla grande y dura atraveso su sexo por completo. Noto como aquel trozo de carne la horadaba lentamente, con una cadencia que la hacía gemir, esta vez de placer. Su sexo había quedado muy mojado con su tratamiento manual y muy receptivo, asi que ahora se debatia entre el trauma de ser usada por un desconocido y el placer que sentia, amortiguando algo el dolor que había entido al ser enculada.

Solo su marido había entrado en ella y en cinco minutos dos desconocidos la habían mancillado sin poder evitarlo y en ese momento les regaló un tremendo orgasmo que la terminó de romper.

  • Asi puta correte, que bueno.
  • No, dios, ayuda - penso, porque su boca solo emitía mas y mas gemidos.
  • Y ahora te voy a rellenar, me corro joder.

Y un gemido profundo y sostenido acompañó el momento en el que el hombre bramaba regando lo más profundo de su ser. Pero no terminó ahí su calvario ya que ambos le hicieron limpiar sus pollas sucias y pringosas y, después de un intenso trabajo y volver a ponerlas duras le hicieron que se montara sobre ellas para que ella misma se follara. Insultos, pellizcos en sus pezones y sobado de tetas, además de continuos azotes en sus nalgas acompañaron a sus ya forzados y constantes gemidos.

Tampoco en esta ocasión se cortaron de regar su interior con profusas corridas que celebraron de forma evidente.

  • Joder tio, que manera de follar tiene esta puta, no creo que me quede nada.
  • Pues yo voy a encularla otra vez, así que venga zorra, cómeme bien el nabo y déjalo listo.

Sin poder hacer nada para evitarlo volvió a sentir ese extraño combinado de sabores en su boca, pero no dejó hasta tener aquel gordo pene a punto, y tampoco en sentir como era empalada sin remisión.

  • Toma zorra, que culo mas tragon tienes cabrona - dijo mientras la taladraba una y otra vez..

Esta vez la follada además de intensa fue larga y a Begoña se le hizo eterno, pero al fin, sintió como gritaba de placer y de nuevo su intestino recibió el premio a tanto trabajo de fricción.

Si entre risas aquellos hombre salieron de la habitación dejándola hecha un asco, pero no tardó en entrar Andrea.

  • Veo que han salido contentos, al final te va a gustar ser una puta, ¿no crees? Dime.
  • Dios, Andrea, porque, déjame, por favor.
  • Venga, ve y duchate guarra, te espero aquí - dijo, entregando su ropa.

Begoña no discutió, se introdujo en el cuarto de baño y se limpió concienzudamente aunque, evidentemente había sitios en los que no podría llegar. Pensó en el malestar de su culo y sin duda, en toda ese semen que vagaba por su protegido útero.

Pero nada de eso la hizo demorarse y en poco tiempo salió vestida a la habitación.

  • Bien zorrita, ven siéntate.
  • Déjame ir - dijo sentándose a su lado.
  • No te preocupes, te iras - dijo tocandole una teta por encima del vestido - además en cuanto salgas fuera de mi casa no recordaras nada, pero como siempre harás lo que yo te pida, me perteneces puta - dijo presionando con fuerza el duro pezón y arrancando un sonoro gemido de la infeliz Begoña.
  • Y si aún tienes dudas, esta noche volverás a comerte a tu marido como ayer, dándole una mamada de escándalo y dejándote follar como una perra a cuatro patas como ayer.

Si ya estaba en shock, aquello a Begoña la terminó de desmoronar,no podía ser que supiera aquello a menos que …

  • Si zorrita, yo te mandé que lo hicieras, y a tu marido le encanta, que me lo he follado en esta misma cama. Y como se que le encanta encular hoy le suplicaras que te rompa el culo mientras lo gozas como la cerda que eres.

  • Además a partir de hoy ya tienes todo el entrenamiento para tu nueva vida, ya no hará falta que vengas aquí para recibir tu ración de pollas y coños, los recibirás en tu casa, en tu tiempo libre, en cuanto te den la orden que te he implantado, serás complaciente y sumisa, hasta que  se vayan por la misma puerta que hayan entrado.

  • Andrea, no.
  • Si, perra, vas a ser mi puta, y ya no puedes hacer nada para evitarlo.
  • ¿Por qué? - Suplico.
  • Ya te lo dije zorra, porque puedo, porque las zorras como tu son muy solicitadas, madres con buenas tetas y buen culo, con cara de sensatas y responsables. Tengo una lista de espera muy larga para darte trabajo una buena temporada, y mis clientes son de los que repiten - dijo entre risas Andrea.
  • Bueno putilla, a partir de hoy se acabaron los anticonceptivos, que quiero que te preñen cuanto antes y recuerda que en cuanto salgas por la puerta no recordaras nada, solo una agradable charla, puedes irte.

Begoña, abrumada pensando en aquella última orden como un resorte se encaminó a la salida de la casa, y en cuanto cerró la puerta, miró su reloj y pensó que se le hacía tarde, aún tenía que comprar y preparar algo que comer. Andrea era muy atenta y pasaban las horas volando.

Unas mas tarde llego a la puerta del colegio.

  • Hola Andrea - dijo Begoña dándole dos besos.
  • Hola Bego, ¿te dio tiempo a todo?.
  • Uf si, se nos fue el tiempo.
  • Ya lo creo.
  • ¿Se os fue el tiempo? - Dijo Inés, una treintañera que también esperaba en la puerta del colegio.
  • Si Inés - dijo Begoña - Andrea me invitó a tomar un café frío que tiene que es una locura y se nos fue la mañana.
  • Que bien os lo montais- dijo Inés .
  • Vente mañana a tomar uno, y lo pruebas - dijo Andrea observando a Inés, con una recatada ropa que evidenciaba su conservadora forma de pensar.
  • No sé si tendré tiempo - dijo Inés apurada.
  • Mañana dejamos a los niños y vamos a mi casa, mujer, será un rato agradable y así nos desconectamos de los críos.
  • Bueno, tienes razón, aceptó la invitación.
  • Hecho - dijo Andrea, relamiéndose ya de su nueva adquisición.

A la mañana siguiente, mientras Inés andaba totalmente desnuda siendo follada con un dildo de forma salvaje por Andrea, Begoña arreglaba su casa con calma. Aún saboreaba la tremenda enculada que su marido le había dado aquella noche y se le mojaba el coño de recordarlo. El sonido del timbre la sacó de su nube, y fue a abrir la puerta encontrando a tres jóvenes con muy mala pinta.

  • Hola, qué queréis - dijo temerosa.
  • Andrea nos manda - dijo uno.
  • Si, claro, entrad.

Begoña se apartó de la puerta, dejándolos pasar sin ningún tipo de duda, y en cuanto estuvieron dentro supo cuál era su función, era su puta y les daría todo lo que pidieran.