Un caballero cada noche (1)

Siguen los sentimientos de "la espada de la rosa" en una nueva historia. "¿Quien es el hombre que se va a meter en nuestras vidad?"

Pantalones vaqueros anchotes: en su sitio. La ropa interior: limpia. Camiseta nueva: que te cagas. Calcetines: impecables. Zapatillas: relucientes. El pelo: limpio y arreglado. La colonia…. Hoy me pondré Paco Rabanne, por mucho que a él le fastidie que le quite su colonia. Y mi pulsera… ¿Dónde está muy pulsera? Mmmmm, encima de la mesa creo, me la quité para ducharme. ¡Sí! Ahí esta mi pulsera de la suerte. Una vez vestido y bien arreglado y reluciendo ante los primeros rayos de sol de una mañana de fin de verano me miro en el espejo. No puedo evitar sonreír al ver lo guapo que soy. Me encanto. No es por ser engreído ni nada de eso, pero hay que reconocerlo, mi imagen ha mejorado mucho, y ya no soy tan niño. Miro el reloj y… ¡Dios! ¡Voy a llegar tarde!

Salgo de la habitación corriendo. Vuelvo, tropiezo con una zapatilla que hay en el suelo y me caigo encima de la cama. Mi cara se estampa contra un libro, cuya portada muestra un título: "la espada de la rosa". Me levanto frotándome la nariz y apago la radio. Siempre me visto con la radio puesta. ¡¡¡¡Llego tarde!!!!. Vuelvo a salir de la habitación corriendo y mis pasos se oyen por el largo pasillo de la casa. Paro de golpe y entro en el estudio.

Otra vez te pasaste media hora mirándote al espejo, ¿no?.

Me encantaría quedarme para que me recrimines por ponerme elegante Papá, pero ya llego tarde.- y dándole un rápido beso en los labios me despido de él.

Salgo corriendo una vez más, y una vez más paro de golpe ante la puerta de la casa. ¡Oh no! Regreso corriendo al estudio donde mi padre me espera con la mirada fija en el ordenador y tecleando a toda mecha con una mano y con la otra mano tendiéndome una pequeña bolsa con mi almuerzo. La agarro, le doy otro beso para darle las gracias y me voy.

¡No trabajes mucho Papá!

¡Ya sabes que sí!

Llego al portal. ¡27 pisos! Ya va siendo hora de mudarnos a un chalet porque un día de estos el corazón me reventará a base de esperar al ascensor. Salgo del edificio tras saludar al portero y corro sin parar hasta la parada de autobús. Una vez más el bus está a punto de marcharse sin mí pero al final logro darle caza. Lo conseguí…. Que poco cambian algunas cosas de un curso a otro. Tomo asiento al lado de la ventanilla en el sitio de siempre y me enchufo los auriculares para escuchar mi música. Mi padre dice que los jóvenes estamos aislados del mundo gracias a esa manía nuestra de ir por la vida con auriculares, pero sé que sólo lo hace por molestarme. No hay más que verle a él cuando se mete a trabajar en el estudio delante del ordenador con su mp3 de última generación que no hay quien lo saque de lo suyo. Aún y todo, tiene la fastidiosa habilidad para notarme cuando estoy cerca. Parece que estamos conectados por algún tipo de ondas psíquicas… Pero no es algo que me moleste especialmente, en el fondo, me gusta.

Hace ya casi un año y cinco meses que vivo con mi padre. Él por supuesto no es mi padre biológico, sino que un día apareció en el orfanato donde unas monjas me aguantaban y me salvó de mi mismo. Supongo que en cierto modo yo también le salve a él. Nadie lo sabe, pero mi padre y yo nos amamos en secreto y él ahora mismo lo es todo y más para mi.

Desde aquella noche en la que nos unimos por primera vez, nuestro amor no ha disminuido lo más mínimo. Todo lo contrario, ahora somos una especie de pareja feliz jugando un rol ante la sociedad de padre e hijo. No se si somos novios, amantes o que tipo de relación es la nuestra. Sólo sé que cada uno necesita del otro y que nos queremos más que nada, y eso no puede ser malo, ¿no?. Cada vez que en su cama me hace suyo, y me dice una y otra vez que me quiere y nunca dejaran que me hagan daño porque él siempre va a estar ahí para protegerme siento que mi alma se expande y se difumina en todas las direcciones, pero no se pierde. Se encuentra con la de Marcus y nuestras almas se enlazan y se unen, al igual que nuestros cuerpos, y se convierten en algo mejor y más bello. Esa es la razón por la que cada día de mi vida es para mí como un regalo, una gran aventura y sin miedo a nada, ya que se que mi padre está conmigo aunque él esté un sitio y yo en otro. Por eso, cada vez que practicamos el sexo (bastante a menudo) yo noto que no se trata tan sólo de algo físico, sino que es como un ritual en el que hay algo más, algo espiritual. No es que no disfrute del placer físico que siempre nos damos, eso es obvio, pues incluso he cumplido alguna de las fantasías sexuales de mi padre, pero lo que realmente importa es que estoy con él y eso no me lo quita nadie.

El autobús para y vuelvo a la realidad. Me bajo y me cubro los ojos con una mano para refugiarlos del sol. Y e ahí ante mí, mi colegio. Es un edificio gris y blanco de tres pisos y bastante largo. Delante de él recibiendo a todos los alumnos que llegan a iniciar el nuevo curso se encuentra un gran jardín de hierba suave y árboles que en verano dan una sombra estupenda. Alrededor un pequeño muro con una vaya rodea el edificio convirtiendo el recinto en un espacio más privado para los alumnos. Una multitud de alumnos de todas las edades, razas y estilos pasan a mi lado sonriendo alegres y encontrándose con sus compañeros después de un largo verano. Noto como muchas chicas me miran y se ríen como tontas. El setenta y tres por ciento del alumnado femenino de mi curso, el curso inferior y el curso superior sueña conmigo. Yo hago como que no se nada y paso de ella. No es que no me gusten, es que simplemente hay cosas que ellas no pueden superar.

Está bien guapito de cara.- oigo que dice alguien detrás de mí mientras me pincha con algo afilado en mi espalda.- dame todo lo que lleves encima si no quieres que todas esas niñas tontas tengan que ir de luto el resto del año.

Manu, el año pasado colaba, este ya no.- le contesto yo dándome la vuelta. Es Manu, mi compañero de clase y uno de mis mejores colegas desde que empecé el colegio el año pasado. Miro el objeto con el que me está amenazando mientras me sonríe levantando las cejas.- ¿Un lápiz? ¿Me amenazas con un lápiz?

Sí, señor. Punzante, afilado, ligero y fácil de usar. Con un lápiz en su mano nadie se reirá de Usted. Si quiere respeto, ponga un lápiz en su vida. Adquirible en todas las papelerías y grandes supermercados. Llame al 111 222 33

Que sí, que sí- le corto yo riendo.- Estás más crecido. Y más moreno.

Y tú sigues siendo tan nena como siempre. ¿Aún llevas esa pulserita? ¿Cuándo te la vas a quitar?

Nunca.

Manu se refería a mi pulsera de la suerte. Siempre la llevo encima porque me la regalo mi padre el día que empecé el colegio para que me diese suerte y todo me fuera bien, y desde entonces me ha dado suerte y es algo muy especial para mí. Manu dice que es una mariconada, pero no es porque sea una pulsera femenina. Es una cadena de plata para tío muy sencilla, aunque muy cara. Lo que pasa es que a Manu no le gusta ningún tipo de accesorios como pulseras o colgantes o pendientes porque dice que no son masculinos.

Juntos nos dirigimos a paso ligero hacia la puerta principal atravesando el jardín porque ya había sonado el timbre y no era bueno llegar tarde el primer día de clase. Bastante manía nos tenían ya los profesores porque nos distraemos muchos en clase y distraemos a los demás (sobre todo a las muchachas). Además, como siempre estoy de buen humor me digan lo que me digan me da lo mismo. Yo me lo paso muy bien en este colegio y voy a seguir así. Es un buen colegio, aunque es público, pero tiene mucho prestigio. Papá quería pagarme uno privado pero yo me negué en rotundo, porque Chris, un colega del club me había contado que en esos colegios no hay otra cosa que pijos trepas. Así que yo paso de ir a un sitio de esos. De todos modos saco muy buenas notas por mi padre, pues no quiero que piense que soy un holgazán. A él le gusta que me esfuerce en todo lo que hago porque sabe que yo tengo capacidad para muchas cosas y la verdad es que cuando me pongo, me pongo.

Vamos a entrar por la puerta cuando oímos:

¡Manu! ¡Iván!

Nos damos la vuelta y vemos a Guille que corre desesperado hasta nosotros a fin de que no nos vallamos sin él y no le cierren el paso. Manu y yo nos miramos sonriendo y le gritamos:

¡Taaaaaaaaaaaaaaaaaaaardeeeeeee!.- y los tres nos echamos a reír mientras entramos en el edificio.

Guille y Manu son los dos chicos con los que más tiempo paso durante el curso. Son grandes amigos míos, pero ellos nunca se habían hablado el uno al otro hasta que me conocieron a mí. Ambos estaban en la misma clase y no se soportaban, pero como a mi me gustaba estar con los dos supongo que al final el roce hizo el cariño y ahora estábamos los tres juntos en clase y en los recreos. Yo por mi parte apenas salgo con nadie fuera de horas de colegio, porque estoy siempre en el Club. Una vez acabada la charla informativa sobre como iba a ser nuestro nuevo curso (4º de ESO) y tal y tal y ya nos dijeron los profesores que nos iban a impartir clase y quienes iban a ser nuestros compañeros de aula, Manu, Guille y yo salimos al jardín. Yo tengo intención de irme a casa pero ellos me convencen para quedarme.

¿Por qué no has salido en todas las vacaciones?.- me pregunta Manu mosqueado por mi falta de ganas de salir con él.

Lo siento Manu, es que mi padre y yo nos hemos ido de viaje todo el verano.- Papá me había llevado a un estupendo viaje a conocer la India y China y fue impresionante. Durante dos meses y medio no me separé de él y vi cosas que no sabía ni que existían. Una pasada. Después dediqué mis días a seguir entrenando el Tenis, nadar, ir al gimnasio

Seguro que ya te habrás liado con alguna… ¿eh, cabroncete?.- me suelta Guille tan feliz de la vida como de costumbre.

¿Éste? ¿Novia? Si es marica, no hay más que ver como pasa de todas las tías. – le responde sinceramente Manu. Él es así. Yo había pensado decirles que tenía una novia en otra ciudad y que por eso no salía con ninguna de aquí. ¿Pero de que me servía mentir? No iba a lograr nada mintiéndoles a ellos, y aunque tampoco podía decirles que me lo monto con mi padre, no iba a ponerles excusas tontas.

Simplemente paso de ellas porque busco algo especial que esas niñas tontas no van a darme, sólo es eso. Ya encontraré algún día alguna que me guste, tranquilos.

Que sí, que eres gay.- sigue insistiendo Manu. En sus trece como siempre.- y algún día me lo vas a reconocer ya veraaaaaaaaaaaas.

Entonces, en un grupo de chicos a los que conozco de vista que están hablando a nuestro lado mientras comen y ríen hablando de sus cosas, un chico que debe de ser de nuestra edad tira una bolsa de patatas al suelo. Me quedo mirándolo y él me mira con cara de chulo y no recoge la bolsa.

Primer día y ya me están tocando las narices.- me acerco de muy mala leche mientras mis dos amigos se me quedan observando con resignación, pues me conocen, saben lo que voy a hacer porque lo han visto muchas veces y no intentan detenerme porque saben que no puede.

Oye.- le digo amablemente al chaval que ha tirado la bolsa.- creo que se te ha caído eso. Deberías tener más cuidado.

Sí, jajaja, claro.- me mira descojonándose de mi a la cara y pasa de mi… advertencia.

Oye, no se tú pero yo y muchas personas pasamos de que el mundo este plagado de basuras como las que tu estás esparciendo por la vida, así que ya la estás recogiendo.

¿Perdona?

Que tienes tres opciones: 1.- recogerla, tirarla ala basura y quedar como un buen chico limpio y educado. 2.- recogerla, tirarla a la basura después de que te de una paliza por chulo y 3.- recogerla, y darte después una paliza como me sigas mirando con esa cara de inflamocos que tienes.- yo soy así, siempre dando opciones variadas para que el personal no se sienta intimidado.

¿Pero tú que quieres que te reviente la cara?

No podrías hacerlo porque no me llegas a la suela de los talones, y aunque lo hicieras no te serviría de mucho porque si te das cuenta estás rodeado.- y era verdad, todo el mundo al ver que iba a montar gresca se había arremolinado a nuestro alrededor, y como chico popular que soy un montón de alumnos miraban al inflamocos con mala cara. De ese modo el chaval no tuvo más remedio que recoger la bolsa y tirarla a una papelera humillado. Una vez más gano yo. ¿Sería la pulsera de la suerte? Todo el mundo comentaba lo responsable y valiente que soy. Este colegio me adora, y me encanta.

Resuelto el problema, cojo a Manu y a Guille y les hago tirar pá adelante con intención de salir del colegio y… ¡Sorpresa! Un Ferrari negro está aparcado a la puerta con un pedazo de tío escuchando música dentro y mirando hacia un lado de la calle por la ventanilla.

Chicos, lo siento, ha venido mi padre a buscarme.

¡Pedazo de buga que tiene tu padre!

Lo sé. – en otro momento les habría invitado a que vinieran a dar una vuelta con nosotros, pero quería hablar con Papá sobre mi primer día y quería estar a solas con él.- Bueno, me marcho, ¡mañana nos vemos!

Adiós chaval.

Al ir hacia el coche noto como un montón de tías aparcadas a la puerta del colegio, descompuestas y sin novio me miran fascinadas. Mueren por mí, mueren por el Ferrari, y también mueren por el tío que conduce el coche. Pues lo siento, pero todo eso está a años luz de ellas.

¡Hola Papá!.- me siento en el asiento del copiloto y tiro mi mochila medio vacía al fondo del coche.

¿Qué hay Iván? ¿Cómo ha ido tu primer día?

No está mal. La gente de siempre y eso. ¿Has visto como te miran todas esas niñas?

Hijo, no te engañes que te miran a ti.

¿Papá? ¿Acaso te da corte que un montón de colegialas sueñen con tu cuerpo?

Mmmmm, pues mira, la verdad es que no. ¿Y sabes qué? Están buenas las jodidas. Creo que voy a salir a tomar algo con ellas. Si tienes suerte esta noche te traigo una madre a casa y nos ponemos a hacerte un hermanito.

No si aprecias tu vida.- y nos echamos a reír.

Papá me lleva a una heladería y tomamos un par de helados en el centro de la ciudad. Aún es mediodía y todavía quedan resquicios del verano que te permiten estar en la calle con poca ropa. Mi padre lleva una camiseta blanca prieta que marca su pecho y tórax de manera provocadora. Debajo unos pantalones piratas de color marrón clarito dejan ver por debajo sus piernas morenas cubiertas por una fina mata de pelo suave y oscuro. De su fuerte cuello cuelga una medalla que le regalé yo. No se trata más que de un rectángulo plateado con un tribal negro grabado, pero le sienta muy bien. Su pelo corto y bien arreglado y su colonia le dan una presencia limpia y elegante, mientras que su alegría y la seguridad en sus ojos le dan un aspecto de hombre autoritario. Cualquiera que nos viera en esa cafetería pensaría que es el típico padre de "tú vas a hacer lo que yo te diga" pero no es así. Es mil veces más cariñoso y comprensivo conmigo que cualquiera de mis profesores.

Luego llegamos a casa. Entramos y mi padre deja las llaves en un cenicero de cerámica que compramos en la India en una mesa al lado de la puerta y se va al baño porque lleva media hora dándome la lata con que se mea. Yo entro al salón y dejando la mochila a un lado lo miro. Sigue igual de limpio y ordenador como el día en que llegué, pero hay una diferencia. Varios Marcos con fotos decoran la estancia enseñando escenas de nosotros dos en la India y en China, nosotros en la piscina, él en un restaurante italiano llenándose la boca de pizza hasta más no poder… Sí, es un tragón y le encanta comer. Pero lo lleva bien, ni una gota de grasa y… bueno, a lo que iba. Ahora el lugar era un sitio confortable y familiar, pero la que más me gusta es la foto que hay sobre una mesilla de cristal al lado del sofá pequeño, que mirando hacia la entrada parece como que saluda a un posible visitante. En ella se nos ve a los dos, yo delante y él detrás pasando sus brazos por encima de mis hombros. Se nos ve muy felices.

Cojo mi mochila y voy hacia mi habitación, pero de repente algo sale por el pasillo de al lado que da a la sala pequeña y me asusto. Es mi padre por supuesto, que sonriendo me abraza y me besa tiernamente. Después me dice que va a preparar la comida y mete en la cocina. Yo voy a mi cuarto, dejo la mochila y me pongo ropa más cómoda para andar por casa. Unos Boxers negros y una camiseta gris sin mangas. Comemos juntos en la cocina una comida deliciosa que me prepara él, y como es el día de la presentación del nuevo curso y además no tengo clases por las tardes nos lavamos los dientes mientras nos pegamos codazos para ocupar más hueco en el espejo y nos vamos juntos a la cama a echar la siesta. Y así, abrazados, yo recostado sobre su pecho y el con su brazo bajo mi nuca nos quedamos dormidos. Nos despertamos a las siete de la tarde. ¡Menuda siesta! Así esta noche no va a haber quien duerma. Bueno da igual, algo se nos ocurrirá. Es tarde para bajar al Club, de modo que él se va al estudio a adelantar trabajo y yo me meto en mi cuarto a leer un libro. Hacia las nueve y media Papá prepara una cena ligera y nos la comemos en el comedor del salón mientras hablamos sobre cosas de su trabajo. Me cuenta una anécdota de un compañero que… bueno, tampoco viene a cuento. Después de recoger la mesa nos echamos tumbados juntos en el sofá a ver la tele mientras con mi cabeza sobre su pecho acaricia mi pelo. Pero él para las once de la noche ya está aburrido y me dice que se va a la habitación a leer un rato. Yo no tengo tampoco sueño después de la siesta que me he echado, de modo que decido que lo que me apetece es darme un relajante baño en el jacuzzi particular de mi padre. A él no le importa para nada que lo use, y si lo uso con él mejor que mejor (pero no es éste el caso). Entro en su habitación y lo encuentro en la cama leyendo un libro en un pijama de pantalón largo ancho muy cómodo y una camiseta de manga corta. Lleva las gafas puestas y eso me da mucho morbo, pues le da un aire de intelectual concentrado que me encanta. Yo le aviso de que voy a bañarme y paso a su baño, donde encuentro su mini-piscina.

El baño de burbujas es una de las cosas más relajantes y placenteras que hay en esta vida. Con mi ropa recogida y bien doblada en un pequeño banco blanco, y una toalla recogida al lado de la bañera, noto como chorros de agua caliente y templada recorren y acarician mi cuerpo. Cierro los ojos y me abandono al placer de las aguas, notando como cada célula de mi piel se estremece con la fuerza de las corrientes artificiales. El gel de baño se ha disuelto y la espuma creada desprende un olor a flores que me termina de atontar del todo. Con una mano, empiezo a acariciar mis hombros, mi cuello y mi pecho. Con la otra me acaricio suavemente el muslo de arriba abajo. Ambas manos descubren lentamente y sin miedo cada rincón de mi cuerpo, dándome un placer y un calor indescriptible, mientras mi mente se encuentra lejos de ahí, en un cielo reservado para mi descanso. Pero como todos los paraísos, éste también es temporal. Mi mente regresa a mi cuerpo y en ese momento pienso que sólo hay un paraíso que siempre estará ahí esperándome para recogerme en su seno: el corazón de Papá.

Una vez seco salgo del baño, con el pelo ligeramente húmedo pero ciertamente despejado y dispuesto a irme a la cama. Tan sólo una toalla cubre mi cuerpo alrededor de la cintura mientras Papá me mira y me sonríe.

El agua siempre te sienta bien.

Bueno Papá… en la India aprendimos que el agua es una sustancia purificadora, ¿no recuerdas?- le contesto yo guiñándole un ojo.

Claro que sí, hijo.

Me recuesto a su lado y nos miramos. Él me acaricia el pelo con su gran mano y yo cierro los ojos y una vez más me dejo hacer. Empiezo a notar el calor. Se trata de ese calor que te inunda por dentro cuando estas con la persona querida. Es una fuerza que irremediablemente te empuja a acercarte al ser amado. Una voluntad superior que te hace olvidar donde estas y quien eres, y una vez más sólo importa la conexión. Esa conexión que hay entre mi padre y yo.

Como si Dios hubiera ultrajado el tiempo, sin saber si fueron siglos o tan sólo medio instante, su boca ya se ha juntado con la mía. Tan sólo unos centímetros de piel, la de nuestros labios, está en contacto. Pero nuestras almas ya se han abrazado. Apagamos la luz, y él se quita las gafas dejándolas sobre en libro en la mesilla. Papá se sube sobre mi y yo puedo ver su cara, mucho más juvenil que hace año y medio, leyendo a través de mis ojos como si pudiera ver mis pensamientos. Como si viese algo que los demás no pueden ver. Una vez más me besa suavemente y en silencio. Pero es esa calma que precede a una tormenta. La tormenta controlada que se desata cuando mi padre y yo nos amamos. Mis manos acarician su torso por debajo de una camiseta que no tardo en quitarle. Su boca muerde y besa mi cuello y yo lo rodeo con mis brazos agarrándole la espalda con fuerza. El resto de su ropa no tarda en desaparecer, y ante mi puedo ver entre sus piernas ese monstruo al que ya no temo. Con cuidado y deleitándose abre la toalla que cubre mi cadera y muslos. Quedan al aire mis genitales y el se agacha y me chupa el ombligo. Besa mis ingles y con una mano acaricia en círculos ese hueco que tan sólo lleva su nombre. Yo ya no controlo mi respiración y no puedo evitar emitir el primer gemido. En ese momento, como una pantera que detecta a su presa en medio de la negra noche el alza la cabeza y me mira. Esboza una sonrisa y se incorpora. Se acerca a mi agarrándose su falo con la mano y me lo introduce en la boca. Yo receptivo y ansioso por complacerle comienzo mis besos sobre su pene y succiono, con un poquito más de experiencia que la vez anterior, y un poquito menos que la siguiente. Él, con una mano en la nuca me guía y me acompasa. Pero quiere cambiar la posición. Se aparta y se tumba en la cama boca arriba. Yo bajo hasta su entrepierna y sigo mamando. Chupo sus bolas, masturbo su rabo, beso sus muslos, y a él le gusta. Pero mientras lo hago noto su mirada en mi nuca. Esa mirada autoritaria que es para mi la señal de que el momento ha llegado. Me levanto y pongo una pierna a cada lado de las suyas. Él me enseñó como debía hacerlo la primera vez y desde entonces ya sé como he e colocarme. Agarro con una mano por detrás de mi espalda el tronco de su polla y la dirijo hacia mi agujero. Comienzo a bajar y noto como entra haciendo presión, pero hace mucho tiempo que dejó de doler. Una vez esta todo dentro y noto el calor de sus huevos tocando mis nalgas, nos agarramos de las manos y yo comienzo un lento y prolongado sube-baja. Desde atrás se puede ver como todo su tronco es devorado por mi cuerpo, y justo en el hueco donde la espalda finaliza y comienza el culo, se ve el tatuaje de una espada clavando una rosa. Ese es un tatuaje que me hice hace ya tiempo. Una imagen bella, bajo la espada clavando la rosa, mi padre penetra mi cuerpo con furia y ternura a la vez.

No va a tardar en llegar al clímax, y por eso me separo de él y divertido me tumbo a su lado en la cama. Él se me tira encima riendo y me agarra con fuerza de las muñecas y rodamos sobre el colchón. Me besa y suelta uno de mis brazos para acariciarse la polla. Sus caricias acaban por provocar que todo su semen se derrame sobre mí y él mira esa escena que tanto le encanta. Luego agarra mi pito y repite la operación hasta que me vengo en su mano. Embadurna y pecho y abdomen con la mezcla de nuestros sémenes acariciándome con una mano sin soltar mi otra muñeca. Ambos hemos disfrutado de nuestras caricias y cuerpos y ahora estamos exhaustos, aunque sé bien que mi padre tiene aguante para hacerlo varias veces más en la misma noche. Nos amamos por encima de todo, pero siempre hacemos del sexo algo divertido y variado. Incluso alguna vez me he vestido de mujer para cumplir alguna de sus fantasías.

Abrazados y desnudos, nos dormimos en su cama, con su miembro dormido pegado a mis nalgas y ambos con una sonrisa en la cara.

Oigo el despertador y con los ojos aun cerrados empiezo a dar golpes a la mesilla. Noto los brazos de mi padre aún abrazados a mi cuerpo. Pero el despertador ya no suena. Que extraño… no es posible que se haya parado ya. Abro los ojos y veo por la ventana que aún no ha amanecido y el reloj marca las cinco y media. Vuelve a sonar un timbre. ¿La puerta? ¿Quién llama a la puerta a estas horas? Papá se despierta de un golpe y me mira. Me dice que espere y se pone unos pantalones. Yo desobedezco y me pongo una bata de andar por casa. Vamos los dos al recibidor y mi padre abre la puerta. Yo desde detrás veo a un hombre con una maleta en el rellano. Su aspecto me es ligeramente familiar y me doy cuenta de a quien me recuerda justo en el momento en el que Papá exclama:

¿Eres tú?

Bueno, aquí esta el primer número de "Un caballero cada noche" como continuación de "la espada de la rosa". Espero que no se os haya hecho muy largo y que lo hayáis disfrutado. Pienso hacer esta serie un poco más larga que "la espada de la rosa", pero no mucho más. Intentaré meter más personajes y más datos. Como siempre, comentarios y sugerencias a kyoru3@hotmail.com