Un buen marido II

¿Qué pasó después de que la pillara follando con otro?

Un buen marido. II

Previa: se agradecen los comentarios recibidos por la primera parte. Pues aquí va la segunda. Espero que guste lo mismo (o más) que la primera.

Sigo en estado de shock. Perplejo.

Camina desnuda por la casa. Sigue ignorándome. Vienen los niños y no hay tiempo ni momento adecuado para hablar. Tampoco lo ha intentado. Simplemente me ha ignorado. Bueno o. Simplemente se ha comportado como siempre. Ella a lo suyo, y yo a lo mío. Ver la tele, preparar la cena… Si no la hubiera pillado follando con otro sería un día normal. Como otro cualquiera. Bueno hoy, además, está desnuda en casa. Mira el reloj. Se viste.

Dormimos juntos. Se deja que la roce. Espero alguna reacción, alguna respuesta. Oigo su respiración. Intensa, fuerte. Las mujeres no roncan. Está plácidamente dormida. Normal con la paliza que la han dado, con el polvazo que la han echado…

No se me va de la cabeza. La veo allí, el culo que sube y baja, el tío ese empotrándola con fuerza, clavándola su polla… Y ella gimiendo como una guarra de las películas… Siento envidia… Se la folla mejor que yo… Es evidente.

La hace gemir de auténtico placer. Recreo la escena… Menuda forma de incrustarla el rabo, eso sí es un buen polvo…

¿Cómo hemos llegado aquí? O, mejor dicho, ¿Cómo ha llegado ella a esto?

Recuerdo su despedida. Recuerdo cómo la morreaba desnuda, sobándola las nalgas, cómo se prometían hacerse de todo para la próxima cita…

La imagino dejándose desnudar… ¿O se desnudará ella sola ofreciéndole su cuerpo? Le desnudara a él. Impaciente por ver el cuerpo de su amante.

Obviamente le hace de todo. Solo había que ver la forma en que la chupaba, sí cómo le comía la polla, con qué ansía, con qué ganas, con qué práctica. Sí ¿por qué no decirlo? ¡con qué practica! No es que no fuera la primera polla que se come, la mía me la comía y sé que, antes de ser novios, se había comido unas cuantas.  Es que era evidente que no era la primera vez que se la come. Conoce esa polla perfectamente. Sabe cómo darla aplacer, como excitarle… el ansia, conoce sus formas, al detalle… basta ver como paseaba la punta de la lengua por su capullo, como jugaba con ella dibujando su contorno, lamiendo todos y cada uno de sus pliegues…

Y luego… Vuelvo a ver las caras del tío mientras se la chupa, mientras se la metía a tope hasta la garganta y la muy puta tragaba y tragaba. Sí, notaba cada estertor del tío. Cada temblor, un chorrazo de semen en la boca, directo a su garganta…

¿Cuántas veces le habrá chupado el rabo, lamido sus cojonazos, tragado su semen?

Me quedo dormido con esa escena.

Tengo pesadillas. La veo follar y follar con cientos, miles de hombres….

Veo temblar sus carnes con cada polvazo, la veo inundada, bañada en ríos de semen que resbalan por su rostro, corridas que rebosan en su boca, que caen por sus tetazas…. Y sonríe… Sonríe contenta. No pone cara de viciosa. No. Pone cara de estar feliz.

Al día siguiente me despierto. Ya no está. Se ha levantado antes. Tengo la entrepierna calada, una eyaculación nocturna, como cuando era adolescentes.

Intento hablar con ella. Nada. Simplemente ignora el tema. No ha pasado. Se obstina en pasar de todo. No contesta. Lo ignora. Es inútil. El jueves se acerca. ¿y qué vas a hacer la pregunto? ¿va a venir’ ¿Y si yo estoy en casa qué? ¿vas a follar en mi cama? Nada. Insisto, la chillo, intento discutir, incluso la llamo puta, adultera… Nada, ni me llama cornudo, ni se molesta, solo sé que mira el móvil y que habla con él como si yo no existiera.

Vuelvo del trabajo. Tardísimo. Ella ya está dormida en la cama. Confío en que esto sea una pesadilla. Esto no ha pasado. Me puede el cansancio.

Me despierto. Ella está a mi lado. Duermo. La desnudo sin esperar a que despierte del todo. Se deja manejar. Se deja hacer. Lo repito, me subo encima y la penetro. La follo con más ansia. Sí, esta vez la dejo que llegue. Quiero oírla gemir de placer. Lo hace. Gime. Jadea. Tiembla. Sus espasmos, la humedad de su coño me dicen que se está corriendo. Pero no sé si chilla más o menos que con él. Ella folla como siempre, como ha follado cada mañana desde hace años. Ni más ni menos.

Me voy a correr. Lo voy a hacer dentro. Al menos él tendrá el chocho usado. Y sucio con mi semen…

Vuelvo a la misma hora. No hay nadie en casa. ¿habrá desistido, se habrá ido a un hotel?

Abre la puerta. Da igual que esté, siguen ignorándome. Se besan, la mete mano, la soba delante de mí y ella como si no estuviera, me interpongo, intento agarrarle de un brazo. Me esquiva. Un solo golpe en el estómago. Caigo de rodillas. Me falta el aire. Se me nubla la vista.

Cuando me recupero, ella ya tiene las tetas fuera y está riéndose. Está medio desnuda. Yo estoy atado. Amordazado. Sentado en la silla.

Ella se deja sobar. Se deja meter mano en el coñito. Se ve que la gusta. Tiembla, jadea.

Me mira de vez en cuando como si quisiera decirme “Aquí me has tenido durante años y no has sabido usarme”

Veo como mete la mano por encima de las bragas, como la toca el coño. La empuja de espaldas a la cama.  Veo como la abre las piernas y aparta las bragas. Se lo come. Ella se acaricia las tetas. Y gime… tiembla… Parece que la tela le estorba. Arranca las bragas y vuelve a comérselo… Se corre…

La veo caminar desnuda por la habitación, y cómo se acerca a él. Zalamera… insinuante… Ella le desnuda lentamente, acariciando, besando cada parte del cuerpo que descubre. Se arrodilla. Le besa el bulto por encima de los calzoncillos. Saca esa polla. Durísima… La mira… la acaricia… se la coloca pegada al vientre y delante de mí, se la roza, la acaricia, la besa, la chupa, la repasa una y otra vez… Quiere que vea cómo lame sus cojones, cómo les hace bailar a lengüetazos… Su polla cada vez está más tiesa. No hace falta tocarla para saberlo. Se la ve cada vez más dura. Da pequeños botecitos. Las venas hinchadas. A punto de explotar.

Servil, subyugada a esa polla, se arrodilla. Una mano acaricia con suavidad sus huevos. Les sopesa. Les envuelve. La otra dirige la polla a la boca y la guía entre sus labios.

Levanta los pechos y abre la boca. Le ofrece su cuerpo. No habla, no le dice nada, pero su entrega es total. Es tan evidente… Puede hacer lo que desee. Metérsela suavemente en la boca o empotrársela hasta la garganta…, ducharla con una súper corrida, eyacular en su cara, o apuntar a sus tetas… O tal vez haga un poco de todo… todo junto…

Por primera vez me mira de reojo. Sujeta la cabeza de mi mujer por la nuca y se coloca un poco lateral: quiere que vea cómo empuja su polla y como la boca de mi mujer la recibe ansiosa. La mitad ha entrado en su boca. Vuelve a mirarme. Empuja. Toda. Es increíble. Tiene toda la polla dentro de la boca de mi mujer. Empieza a moverse. Adelante hasta el final, atrás hasta casi sacarla embadurnada de saliva. No sé cómo no se ahoga. Pero aguanta. Sigue sin moverse, sin apartar la cara. Sigue ofreciéndole las tetas como si nada. No. Como si nada no. Solo se las sujeta con una mano. Con la otra se está masturbando. Alucino. No puedo creérmelo.

Cierro los ojos. No quiero verlo. Es igual, oigo sus gemidos, sus jadeos, oigo como gruñe mientras se corre sobre mi mujer…. Es peor que verlo. Abro los ojos

Miro el reloj del despertador… Como si me leyera el pensamiento la veo caminar desnuda y escurriendo lefa por la cara. Coge mi teléfono y llama a Merche… ¿puedes recoger a los niños? Si…. Vale tráelos sobre esa hora… gracias… Le ha manchado de semen. Lo mira como con cierto asco. Lo tira. Cae sobre la ropa de él.

Se acerca a la cama insinuante. Moviendo las caderas, En cada mano una copa. Faltan más de dos horas para que vengan los niños, canturrea haciendo bailar las tetas…

Le va a dar tiempo a “recargar”. Y con lo que está haciendo no creo que tarde en volver a tenerla en posición.

Besos, morreos, caricias, toqueteos, sobeteos… Le veo estrujar sus tetas, comérselas, masturbarla, Gimen, jadean, murmuran… No existo. Les da igual que esté o no en la habitación. Es como si se hubieran olvidado que existo. Simplemente follan y retozan delante de mí. Pasan de mi me ignoran.

Se deja colocar al borde de la cama. A cuatro patas, enseñándome los dos orificios…

Separa las nalgas. Me enseña las vergüenzas de mi mujer… Su coño brilla. Pasa los dedos entre los labios. Un gemido… Recorren todo su sexo… Suben hasta el ojete. Bajan… Se les mete. La penetra con los dedos, la masturba, Les gira en todas las direcciones. Vuelve a embadurnarles. Otra vez el mismo recorrido. Cada vez que lo hace mi mujer tiembla. Gime más alto. Más fuerte. Jadea. Consigue que se corra. Una vez… dos…

Su polla se acerca… Se acerca… Solo puedo ver su espalda. Veo cómo maniobra. La está colocando. Las manos se sitúan a cada lado de las caderas. Sujetándola. Lo adivino. Será un empujón brusco, potente. ¿cuál de las dos vías usará? La oiré gemir, tal vez gritar.

csdsumiso@hotmail.com

Se agradece recibir comentarios. Un saludo.