Un buen comienzo

Qué mejor para empezar el año que compartir el amor con tu familia.

Es difícil crecer sin un padre, pero más difícil debe ser criar a un hijo la madre sola. Así fue para mi madre, tuvo que criarme sin mucha ayuda. Por suerte nací cuando ella ya tenía trabajo, pero compaginar las dos cosas le debió resultar muy difícil. Por eso creo que entre ella y nuestra vecina Ester surgió la amistad simbiótica que aún dura.

Desde hace muchos años vivimos en un bloque de pisos que está cerca de donde trabaja mi madre. Su nombre es Teresa, es secretaria de dirección de una empresa y madre soltera. No sé como fue la historia, pero yo vine al mundo para darle el título de madre soltera. Mi nombre es Jesús.

Mi madre y nuestra vecina Ester hicieron amistad pues las dos tenían hijos pequeños. Ester era separada y trabajaba en una tienda de ropa que tenía en el barrio. Su hijo era Luis. Los dos éramos de la misma edad y siempre fuimos al mismo curso y al mismo colegio, de esta forma si no era una madre la otra nos llevaban. Realmente entre los cuatro formábamos una familia para ayudarnos.

Recuerdo que con doce años Luis y yo quedábamos en la casa que estuviera sola para ver las ropas interiores de nuestras madres. Veíamos las bragas de una o los sujetadores de la otra. No sé si cuando teníamos esa edad nuestras madres tendrían una actividad sexual grande, pero de alguna forma se desahogarían. La verdad es que entre los cuatro formábamos una familia muy singular y pasamos muy buenos ratos.

Ratos como el que os quiero relatar hoy. Luis y yo teníamos ya los diecisiete años. Mi madre tenía los treinta y ocho y Ester estaba ya en los cuarenta. Físicamente nuestras madres no es que destacaran mucho, y nosotros dos teníamos cuerpos espigados en desarrollo, eso sí, estábamos demasiado calientes.

La historia ocurrió en las navidades, en concreto en noche vieja. Luis se había enfadado con una chica de la pandilla con la que estuvo saliendo un tiempo y eso hizo que no fuéramos a su fiesta de fin de año, yo no fui para no dejarlo solo en casa. Nuestras madres también tuvieron mala suerte. Ester y mi madre habían quedado con unos familiares de mi madre que vendrían a pasar la noche a casa, pero tres días antes de noche vieja nos llamaron para decir que estaban aislados en el pueblo por una tempestad de nieve.

Pues con mucha moral todos nos dijimos que frente a la adversidad nos lo pasaríamos genial los cuatros. Teníamos comida, bebidas y ganas de pasarlo bien... y así empezaríamos el año, bien. Desde por la tarde de aquel día estuvimos preparando el salón de mi casa para tener un buen comienzo. Aquel fue el eslogan que pusimos para esa noche, "un buen comienzo". Luis y yo preparamos los adornos y la música, mientras nuestras madres preparaban toda clase de comida. Decidimos que para aquella noche vestiríamos de gala. Ellas con trajes de noche y nosotros con trajes de chaquetas.

Sobre las diez de la noche Ester y Luis se fueron a su piso para cambiarse de ropa. Todo estaba listo y mi madre y yo también nos dispusimos a arreglarnos para la ocasión. Sobre las once yo ya llevaba un buen rato arreglado y mi madre acabó y salió de su dormitorio. La había visto en muchas ocasiones arreglada para bodas y demás celebraciones, pero aquella noche estaba preciosa. No sabía si era el maquillaje o el peinado pero me resultó incluso excitante verla. Al momento sonó el timbre y les abrí a Ester y Luis.

-¡Que guapo estás! – me dijo Ester y me dio un beso.

-Lo mismo te digo. – contesté con cortesía y la verdad es que aquella noche las dos mujeres estaba de campeonato. - ¡Como está tu madre! – le dije a Luis en voz baja al pasar por mi lado y darme la mano.

-Hola. ¡Que guapos venís! – dijo mi madre desde el salón cuando entraron.

Estábamos los cuatro en el salón y nos sentamos. Hablábamos de todo un poco. Empezamos a cenar y poco antes de las doce acabamos y lo recogimos todo. Encima de la mesa sólo teníamos las copas, el champán y las uvas para celebrar la entrada del año nuevo. En el televisor empezaron las campanadas y todos como pudimos nos tomamos la uvas más o menos a buen ritmo. Después de la doceava campanada nos abrazábamos y nos felicitábamos diciendo nuestro lema de aquella noche, "un buen comienzo".

-¡Bailemos! – gritó mi madre y se fue directamente a apagar el televisor y poner música en el equipo.

-Vamos por las bebidas y los vasos. – le dije a Luis y fuimos a la cocina mientras veíamos a Ester que se unía a mi madre para bailar.

Cogimos lo vasos, las bebidas y dulces y nos dirigimos al salón. Los dos nos quedamos de piedra al ver como nuestras madres bailaban en medio del salón. Muchas veces habían salido las dos solas por la ciudad y si en las discotecas bailaban de aquella manera, seguro que follarían mucho, era tan sensual verlas acariciarse y contonearse la una con la otra.

-Venid chicos. Uniros a nosotras. – dijo Ester llamándonos.

Nos acercamos intentando coger el ritmo de la música y ellas se separaron. Ester se vino hacia mí moviendo sus caderas al ritmo y sus pechos iban de un lado a otro. Me dio la espalda y se pego a mí, tomo mis manos y se las pasó por la cintura.

-Teresa, ¿te importa que Jesús sea mi pareja esta noche? – le dijo a mi madre y yo sentía el calor de su cuerpo, el perfume de su pelo y su hermoso culo contra mi polla.

-No, siempre que tu me dejes a Luis.

-Todo tuyo. – respondió y siguió agitándose y contoneándose delante de mí.

Luis y yo nos mirábamos. No nos lo podíamos creer. Nuestras madres bailaban y se contoneaban tan sensualmente que no sabíamos si acompañarlas en el baile o meterles manos. Acabó la canción y nos sentamos a tomar unas copas. El sofá era de tres plazas así que me dirigí a coger una silla.

Nos sentamos y comenzamos a hablar. Las miraba a las dos y estaban radiantes aquella noche, estaban preciosas. Sus ropas hacían que tuvieran dos cuerpos de campeonato y los maquillajes les daban un aspecto como si fueran desconocidas. Sentí que empezaba a enamorarme de Ester. Ella estaba a mi derecha y me apoyé en el brazo del sofá para estar más cerca de ella y poder olerla. Al sentir que me había apoyado en el brazo me miró, me sonrió y me dio un beso en la mejilla.

Mi madre estaba en la otra punta del sofá y Luis estaba en medio. Mi madre contaba cosas de los compañeros del trabajo y situaciones divertidas. Todos reíamos. Ester dijo que iba al servicio y le pidió a Teresa que la acompañara. No apartamos los ojos de ellas mientras salían de la habitación.

-¡Como está tu madre! – me dijo Luis.

-¡Anda que la tuya! – le dije y los dos estábamos a cien.

Las dos mujeres volvieron y nos pidieron que bailáramos. Esta vez había puesto música lenta y Ester se abrazó a mí para bailar. Veía como Luis tenía a mi madre cogida por la cintura y las manos las dejaba descansar sobre el comienzo de su culo, siempre que estaba caliente lo hacía con las chicas. Decidí hacer lo mismo. Mi mano derecha la dejé caer lentamente sobre su espalda hasta que empecé a notar la curva de su culo. Mi polla se levantó de inmediato. Ester se dio la vuelta y me cogió las manos. Puso su culo contra mi polla y lo restregó para sentirla. Movió mis manos haciendo que acariciara su vientre hasta llegar a sus pechos, poniendo cada mano en uno. Comencé a masajearlos y besé su cuello. Ella echó la cabeza hacia atrás y con una de las manos la cogí por la cintura para pegar más su culo a mí.

Mire hacia los otros dos y estaban como nosotros. Mi madre le pegaba su culo para que la acariciara. No había palabras entre nosotros, sólo calentura. Los cuatro estábamos con deseos de tener sexo y ya no importaba quien fuera la otra persona. Simplemente nos acariciábamos y gozábamos.

-¿Qué nos está pasando? – preguntó Ester.

-No lo sé, pero lo estoy gozando como nunca. – respondió mi madre que se había vuelto y se besaba con Luis.

Nos sentamos en el sofá, poniéndonos a las mujeres encima de nosotros. Ester se sentó de lado poniendo su culo sobre mí y abrió las piernas un poco para que metiera mi mano y la tocara. Mi madre se subió la falda y se abrió de piernas sobre Luis para besarlo y ofrecerle las tetas. Ester comenzó a besarme y sentí su lengua dentro de mi boca. Luis y yo ya habíamos follado antes, pero nunca con maduras, seguro que aprenderíamos mucho esa noche.

Teresa se había sacado las dos tetas y Luis como loco las chupaba mientras ella encima rozaba su pelvis contra la de él. Yo tocaba el húmedo coño de Ester mientras sentía como hundía su lengua en mi boca y me acariciaba el pelo.

-Vallamos a la cama. – dijo mi madre.

-Vale, pero como siempre hemos estado juntos, nos iremos los cuatro. – ordenó Ester y eso me puso más caliente, vería como mi madre follaba.

Nos levantamos y, cada uno agarrado a su pareja, nos fuimos a la habitación de mi madre que tiene una cama de matrimonio. Entramos y entre caricias y besos nos desnudamos. Estábamos los cuatro desnudos. Las poyas estaban totalmente preparadas para el ataque. Ester se puso de cuclillas delante de mí y agarró mi polla. Luis se sentó en el filo de la cama con las piernas abiertas y mi madre se arrodillo en medio y comenzó a mamarle la polla. En la habitación sólo se escuchaba las mamadas que las dos mujeres daban a las jóvenes pollas.

-Ester, que polla más buena tiene tu hijo. No es muy larga, pero que gorda es.

-La del tuyo tampoco se queda atrás. – dijeron y continuaron mamando.

Estuvieron como cinco minutos mamándonos las pollas hasta que se cansaron. Ester se puso en la cama boca arriba y abierta de piernas y me ofreció todo su coño para que se lo comiera. Era de un rozado intenso. Estaba depilado. Metí mi lengua y comencé a lamer de arriba abajo. Rápidamente se humedeció su interior y llenó mi lengua con sus flujos de exquisito sabor. Busqué su clítoris y comencé a jugar con mi lengua en él. Ella agitaba las caderas por el placer. Le metí un dedo en la vagina y la masturbaba a la vez que le chupaba el clítoris. Ella comenzó a gemir.

Levanté la cabeza un momento y vi a mi madre a cuatro patas al lado nuestra con el culo bien en pompa. Luis estaba en su culo chupándole todo lo que se le ponía por delante. Se puso de rodillas detrás y ella dirigió su polla para que le entrara en el coño. Poco a poco la fue penetrando. Estaba viendo como mi mejor amigo se follaba a mi madre. Ella gemía al sentir como las paredes de su vagina se separaban por el ancho de la polla de él.

-Creo que tengo preservativos en mi habitación. – dije yo - ¿Queréis que traiga?

-Tranquilo cariño. – me dijo Ester – Hace muchos años que las dos decidimos esterilizarnos para no tener más hijos ni más problemas. Podéis correros dentro de nosotras con toda tranquilidad.

-Entonces quiero metértela ya.

Ester se levantó y me tumbó en la cama. Abrió las piernas y se metió mi polla dentro. Tenía sobre mí una hermosa morena madura, con unos pechos grandes que acariciaba y mamaba sus enormes y erectos pezones. Ella movía su culo hermoso. Sus tetas se bamboleaban al ritmo que mi polla le entraba y salía del coño. Miré al lado y Luis se afanaba en follar a mi madre. Me fijé en su cuerpo, era algo más gordita que Ester, pero proporcionada. Sus tetas colgaban y se desplazaban con las embestidas que le daba Luis en su grande y redondo culo. Alargué la mano y comencé a tocarle las tetas.

Ella me miró con su cara de excitación. Se giró un poco a mí y se agachó para besarme en la boca. Sentí la lengua de mi madre jugar con la mía mientras Ester se clavaba mi polla hasta lo más hondo de sus entrañas. Separamos nuestras bocas y vi como Luis también besaba a su madre. Aquello se había convertido en una orgía incestuosa.

Nadie decía nada. Nos limitábamos a tocarnos, besarnos y follar. Luis sacó la polla de mi madre y se puso detrás de su madre. Yo me quité y me coloqué detrás de la mía. Los dos clavamos nuestras pollas en nuestras madres y ellas gemían por lo excitante de la situación. Yo hundía mi polla en el coño de mi madre y acariciaba su culo. El dedo gordo de mi mano derecha lo llevé a la raja de su culo y busqué su ano. Mientras mi polla entraba en su coño mi dedo presionaba su agujero y comenzaba a entrar un poco. Ella gemía y pedía más. Luis me miró y me hizo señas para que cambiáramos de mujer. Le respondí con la cabeza y a una señal saqué mi polla de mi madre y la hundí en el coño de Ester cuando estuvo preparado.

Volvimos a follarlas por un rato. Las dos gozaban de sus hijos. Mi madre había tumbado a Luis en la cama y lo follaba dándole la espalda de forma que su culo quedaba expuesto a él. Abrió uno de sus cachetes con una mano y con la otra empezó a meterle un dedo en el culo. Mi madre comenzó a gemir más intensamente al sentir que se iba a correr. Aceleró las penetraciones y Luis continuó metiendo su dedo en el culo. En poco tiempo ella se corría encima de él dando gritos de placer.

Yo estaba sobre Ester follándola, metiendo mi polla todo lo posible en su coño entre sus dos piernas totalmente abiertas. Me paro y me quitó de encima. Se acercó a mi madre y le pidió que le dejara a su hijo. Mi madre me besó y se echó al lado de Luis a descansar. Ester se puso sobre Luis dándole la espalda y se apoyaba sobre sus brazos y piernas. Pidió a mi madre que pusiera la polla del hijo en la entrada de su culo.

Yo acariciaba a mi madre mientras ella llevaba la polla de Luis al culo de la madre. Ester se fue sentando y la polla le partía poco a poco el esfínter del culo. Mi madre y yo veíamos como la gruesa polla le iba penetrando poco a poco hasta tenerla toda dentro. Se la metió y sacó varias veces para que le follara el culo y un poco después se paro.

Ester abrió todo lo posible sus piernas y mi madre y yo podíamos ver perfectamente que la polla de su hijo estaba dentro de su culo hasta los huevos. Le pidió a mi madre que le abriera los labios del coño bien abierto y me dijo que le metiera mi polla. Me levanté y acerqué mi polla a su coño. Mi madre la dirigió a su entrada y empujé. Mi polla entró y comencé a follarla. Acompasamos los movimientos y poco a poco la follábamos entre Luis y yo. Mi madre se masturbaba al lado nuestra viéndonos follar.

No pude aguantar mucho y le dije que me iba a correr. Poco después descargué toda mi leche en su coño y la saqué. Me tumbé junto a mi madre y ella me acariciaba la polla. Ester y su hijo seguían follando. Ella se movía para que la polla entrara y saliera, a veces se salía de su culo y al intentar follarla otra vez no le entraba en el culo, si no en el coño, pero ellos no se preocupaban.

Ester se levantó y se tumbó en la cama con las piernas abiertas para que Luis la penetrara. Él empezó a jugar, primero la penetraba por el coño y después de unos cuantos empujones la sacaba y la metía en su culo. A los pocos minutos ella se empezó a correr entre gemidos y gritos. Él aceleró las penetraciones y en poco le saco la polla y la llevó a su boca para correrse. Ella no puso reparo y la abrió esperando el néctar de su hijo. Entre gemidos de placer le lanzó varios chorros de esperma a su madre y ésta los tragó con deleite. Siguió mamando su polla para que le soltara toda la leche y después se tumbó junto a ella para descansar.

Los cuatro dormimos esa noche en la cama de mi madre. Desde el día siguiente nos acostamos con quien nos deja un sitio en su cama, no importa si es tu madre o tu vecina. Lo que si se cumplió ese uno de enero fue nuestra frase, "un buen comienzo".