Un buen chico III
Diario Abierto. Por fin pude ver a N a solas, quería descubrir que tan buen amante era.
<< Son cuarto para las tres y no hay nadie en el lugar, excepto tú y yo>>
N me recibió y trató de parecer calmado cuando abrió la puerta pero lo más agradable de él por lo menos para mí era su trasparencia. Con su mano detrás de mí nuca me atrajo hacia si obligándome a que me pusiera en puntas de pies, era la primera vez que no usaba zapatos altos al verlo y no había notado la diferencia de estatura. Me pegué a su cuerpo mientras lo dejaba a él guiar el beso, uno lento pero que dejaba ver que había cierto anhelo.
- Ponte cómoda- me dijo al separarse señalando el sofá en el living.
Sentada en el sillón N volvió aparecer por el pasillo y tomó asiento a mi lado enfrentándome, nos miramos como dos tontos, me acarició la mejilla con sus dedos haciendo que sonriera, sus ojos marrones parecían más claro con la luz de la tarde cayendo sobre nosotros, recorrí sus cabellos miel con mis dedos y terminé dejando mi mano en su mejilla, él ladeó su cabeza descansando en ésta cerrando los ojos disfrutando del contacto, sus pestañas claras brillaban con el sol. Había venido con otras intenciones más definidas pero ahí me tenían sintiendo el corazón acelerado por aquel gesto tan vulnerable.
Abrió los ojos con lentitud, esbozó una sonrisa ladina, su mirada siempre seria e intensa. Se acercó a besarme amoldando sus labios con los míos y me arrimé hacia él para profundizar el beso, sabía cómo aquella vez esa noche de sábado en el auto, besos con sabor a menta dulce por esas pastillas que siempre masticaba como habito por fumar.
Mi blusa a los hombros le dio perfecto acceso a qué descansara su boca sobre la curva de mi cuello para besarlo y morder ligeramente sobre mi clavícula haciéndome suspirar a gusto, mientras mi mano se ensortijaba entre su cabello manteniendo el agarre. Su mano libre reposó en mi regazo y fue bajando buscando el ruedo de mi pollera negra tableada cuando lo encontró su mano se escurrió debajo de la tela haciendo camino contrario, mis piernas se separaron dándole espacio para sentirme, me besó con anhelo y cuando sus dedos presionaron levemente sobre mi entrada gemí sobre su boca, sentí su piel erizándose, tiré un poco de su remera y dándose por entendido me soltó para quitársela por la cabeza, mis manos desearon rondar por su torso pero sus dedos volvieron a mí, moviendo mi ropa interior hacia un costado, me recliné apoyando mi espalda para facilitarle el acceso, sintiendo mi humedad adentró un dedo y luego otro curvándolos dentro de mí, arremetiendo una y otra vez.
Una y otra vez.
No pude controlar mis gemidos y traté de acallarme mordiéndome los labios.
- Me encanta como gemís- me aseguró N besándome sobre la mandíbula- por favor, no te detengas- resoplé sonriendo.
- Entonces no te detengas- le pedí y no lo hizo.
Podía sentir mis mejillas arder, mi respiración agitándose para soltar ligeros gemidos que iban subiendo de tonalidad, mis ojos se cerraron fuerte y como eléctrico escalofrío me sentí arrastrada por el placer sujetándome a N, a sus hombros fuertes. Me deshice sobre el sillón, su cabeza descansó sobre mi hombro acompañándome mientras volvía a la realidad.
- Vamos, en mi habitación estaremos más cómodos- me dijo besándome la mejilla con cariño, ayudándome a levantar. Con su brazo encadenado a mi cintura entramos al lugar.
Me senté en la cama y él se arrodilló frente mío ayudándome con mis zapatos, trató de quitar mi blusa pero ésta estaba metida dentro de mi pollera así que me paré y deshice el cierre yo misma, N pasó sus manos investigando la tela.
- ¿Es de cuero?- inquirió y yo asentí- ¿tienes más cosas así?- reí entretenida- sí, pero supongo que serán para ocasión- lo miré coqueta.
N me besó rápido solo para poder quitarme la blusa. Me pegó contra su cuerpo, su piel se sentía tan suave y me di el gusto de recorrer su espalda con mis manos, con habilidad desprendió el gancho de mi brasier, pegados piel a piel podía sentir su erección contra mi cadera y mi mano bajó hasta ésta haciendo que un quejido se soltara de sus labios, perdiendo el equilibrio terminamos cayendo a la cama.
Encima de mí, N desplegó todo el show besándome, surcando por mi cuello y hombros dejando un camino de besos a su paso, capturó uno de mis senos en su mano, besó el otro hasta tomar el pezón en su boca endureciéndose de inmediato debajo del contacto de su lengua. Suspiró mientras sostenía mis pechos en sus manos como dando su aprobación.
- ¿Están bien?- pregunté entretenida
- Son perfectos- dijo casi con adoración y no pude evitar reír blandamente.
Continuó el camino hasta mis piernas levantando una besando la parte interna de mi tobillo y se fue retirando de la cama hasta quedar arrodillado en el piso, sus manos se cerraron en mis tobillos atrayéndome hacia él de un tirón sorprendiéndome, con su cabeza entre mis piernas pasó a quitarme la última prenda que me cubría y sin previo aviso apretó su lengua contra mi entrada, mi espalda se arqueó ante el contacto, no sabía si N estaba tratando de probarme algo pero yo no me iba a negar. Dejó una mano sobre mi vientre presionándome levemente para fijarme sobre la cama cuando no pude controlar lo que su lengua me producía, entrando y saliendo de mí, con el pulgar de su mano libre presionó contra mi clítoris y gemí fuerte queriendo removerme pero su agarre me sostuvo. Sofocada ante lo que sentía me dejé llevar una vez más aquella tarde y él no paró lo que hacía hasta que mi cuerpo se relajó nuevamente.
Apoyando mi peso sobre mis brazos retrocedí cuando él volvió a subir a la cama, se quitó sus pantalones deportivos junto con su bóxer y la vista no decepcionó en lo absoluto, era bueno saber que no era alto al vicio, un poco más largo que la medida normal y del grosor adecuado
Se acercó nuevamente para besarme y se acomodó entre mis piernas, lo vi mirar sobre mí.
- ¿En el cajón?- pregunté y cuando asintió busqué un preservativo en la mesa de noche al lado de la cama.
Lo tomé entre mis manos y lo abrí descartando el envoltorio en el piso. Tomé su miembro en mi mano completamente erecto, liquido pre seminal en éste, lo masturbé un poco pero me detuvo ya intranquilo. Para un hombre que se había tomado el tiempo de darme dos orgasmos esa tarde estaba siendo impaciente, decidí ser buena cuando me llamó por mi nombre y pude sentir la necesidad en su voz, con delicadeza fue desenrollando el condón sobre su miembro.
Me recosté en la cama y nos besamos una vez más, con la respiración agitada apoyó su frente contra la mía y entró en mí con cuidado. Mis piernas enredándose en su cintura le dieron la señal que podía empezar a moverse, se sentía tan bien dentro mío y no paré de gemir sintiéndome absorbida por el momento, enganchó mi pierna sobre su hombro, tan profundo dentro de mí lo sentí que mi espalda ser arqueó como resultado, podía sentir nuevamente como algo se iba formando rápidamente, perdida en el placer lo llamé por su nombre entre gemidos, nuestras miradas se conectaron, sus ojos marrones parecían casi negros, el ritmo se volvió rudo y me dejé llevar terminando por tercera vez esa jornada, él apuró su ritmo arremetiendo una y otra vez en el mismo ángulo, mis dedos de los pies se arquearon mientras él continuaba embistiendo, mis paredes lo apretaron y casi como un gruñido grave se dejó arrastrar por el placer continuando el vaivén hasta que terminó completamente con un par de embestidas más.
La ventana abierta en su habitación, nos dio la noticia que ya había oscurecido.
- Nunca alguien me había nombrado mientras tenía sexo- me contó una vez que calmamos nuestra respiración. La confesión me sorprendió, N era bueno en lo que hacía, merecía que alguien lo llamara mientras llegaba al clímax, me pregunté con qué clase de mujeres había estado N antes de mí.
- ¿Te gustó que lo haya hecho?- pregunté insegura
- Me encantó, por favor hazlo de ahora en más- reí ante su pedido y él también lo hizo.