Un buen chico II
N me invitó a salir y yo quise averiguar si lo que tuvimos ese sábado no había sido solamente una cosa del momento.
La mañana del lunes un mensaje llegó inesperado. N quería volver a verme y tengo que admitir que no me decidí a contestar hasta un día después.
Comprendía claramente que las cosas habían terminado con una buena nota y no lo culpaba a N si solo me estaba buscando por una razón en particular pero yo no sabía si quería continuarlo donde lo dejamos aquel sábado, parte de mi sentía que aquel beso había sido algo producto del momento. Al final del día a N no lo había visto hace mucho tiempo, no sabía si era la misma persona que solía conocer y además quería saber que no estaba proyectando la imagen que su padre había causado en mí esa noche sobre él.
También está la otra parte de la verdad y es que tardé en contestar su mensaje porque en realidad yo no sabía que quería hacer en el caso de que avanzara la relación, ¿nos convertiríamos en algo como sexo casual? o ¿podría ser él alguien con quien tener un romance de invierno? (solo duran esa estación y luego se cortan)
Al día siguiente contesté su mensaje, le fui sincera porque no quería hacerle perder el tiempo o mentirle.
Le dije que si deseaba verme de vuelta me gustaría tomar las cosas con calma por esa vez.
N aceptó, me pidió que le diera un poco de crédito, que no era alguien que solo buscaba sexo de mí y que me invitaba a comer durante la semana si quería- no funny business- nada de cosas extrañas.- prometió.
La noche del miércoles pasó a buscarme cuando mi jordana de trabajo finalizó, fue tan caballeroso como aquel sábado, no hay mucho más que remarcar que conversamos esta vez más extendido compartiendo que habíamos hecho estos últimos años. Coqueteamos ligeramente pero nada más que eso. Confirmé que sí, N me gustaba realmente, era dulce a pesar de esa seria e intensa mirada, se avergonzaba fácilmente y reía con facilidad, era amable y atento. Y había dicho todas las cosas correctas, había terminado una relación de mucho tiempo antes de que comenzara la cuarentena lo que me daba a entender que aún estaba en proceso de duelo y que iría lento antes de pensar en desarrollar sentimientos.
Nos vimos una vez más el domingo, esta vez me invitó a su casa. Y mi cabeza pensó que esto era código para algo más, el típico: nos juntamos para ver una serie pero ese momento nunca llega porque probablemente uno esté con las manos ocupadas. Mis ideas estaban claras ese domingo y pretendía hacer algo al respecto, cuando llegué a su casa solo me recibió él, sin moros en la costa, lo saludé en la comisura de la labios y N sonrió tímido besándome la mejilla.
Conversamos por un rato y luego me dijo que había encargado comida para ambos pero iría a buscarla porque el servicio de delivery del lugar era pésimo y no tenía ganas de esperar por una hora. Antes de que se marchara le comenté que quería hacerme un té y si tenía algo para ofrecerme.
- Te pareces a mi padre- reprochó acercándose a un gabinete en la cocina para abrirlo- elegí lo que quieras tomar- me ofreció antes de tomar las llaves del auto y salir de la casa.
Sola en la cocina puse algo de agua a calentar y me dediqué a mirar en el teléfono videos para aplacar el silencio de la casa vacía cuando de pronto el sonido de algo cayendo proveniente del pasillo me hizo asustar, por un segundo pensé que me estaban espantando. Pero luego se oyó el claro ruido de una puerta abriéndose y comprendí que no estaba ahí sola.
Mi corazón latía rápido por el susto y por la idea de tener que ver al padre N, éste salió del pasillo al parecer sin notar mi presencia porque miró directamente hacia el living.
- Hola…- saludé bajo pero lo suficiente para llamar su atención, al verme se enderezó y peinó con sus dedos su cabello hacia atrás. Para suerte de mi cordura esta vez estaba vestido. Su look de casa no le quitaba lo apuesto y eso me parecía una ofensa.
- No sabía que estabas aquí- me dijo acercándose y dejó un beso en mejilla como las otras veces, le explique qué N estaba fuera recogiendo la comida y yo estaba robando uno de su té. solo rio y me aseguró que no había problema y que él había salido de ahí para hacer lo mismo. Abrió el gabinete eligiendo un té y sacó una taza para dejarla al lado de la mía.- N me contó que se divirtieron en la fiesta- supongo que buscaba hacer conversación, yo solo asentí- y que se vieron el miércoles también- un pequeño “sí” salió de mis labios sin comprender hacia donde iba exactamente- y ahora estas aquí- lo observé tratando de buscar en su rostro algún indicio- ¿es un buen augurio?
- Bueno… verme a mí siempre es un buen augurio- rematé mientras me hacía reír a mí misma y a él por esa frase tan confiada. La tetera comenzó a silbar y él se adelantó pero yo me encargué de apagar la hornalla y llenar con agua caliente las tazas que descansaban sobre el mármol de la cocina. Él se dispuso a agregar azúcar en su té y yo solo decidí tomar la taza entre mis manos reclinándome apenas sobre el mármol, conversamos un poco más mientras él le daba ligeros sorbos a su té.
- ¿Tienes el cabello más rojo?- me cuestionó de repente.
- Si, lo retoqué un poco- contesté mientras veía su mano moverse hacia mi dirección y por la sorpresa retrocedí.
- ¿Me permites?- preguntó esta vez.
Yo solo podía pensar
“a usted le permito todo”.
Asentí con naturalidad como si no me pusiera nerviosa. Su mano se acercó a mí y sus dedos recorrieron un costado de mi cabello, no fue lento ni fue rápido, cometí el error de verlo a los ojos, exactamente de la misma tonalidad de N, su expresión no denotaba nada y sentía que la que estaba siendo analizada era yo, tuve miedo que por un segundo no había sido muy discreta cuando lo observé aquel sábado y él estuviera tratando de resolver algo.
No sé si podía calificarlo como un momento de tensión, fue íntimo y extraño, un momento que no tenía razón de ser pero que estaba pasando.
Cuando sus dedos se alejaron, asintió como dando su aprobación y yo por segundo me sentí tentada a decirle que si el tocaba lo mío, yo quería tocar lo suyo, el cabello me refiero. Esos cabellos semi ondulados de color miel se veían tan suaves, pero supuse que me delataría y después de todo no es algo que uno haría con el padre de un amigo sin que pareciera algo raro.
- Bueno- dijo chocando sus palmas produciendo ruido.- estás en tu casa-
- Traje pan de canela, lo hice yo misma- mencioné llamando su atención antes de que se moviera- no sé si quiere un poco. Se mostró emocionado porque nunca lo había probado así que corté un pedazo y lo probó en el instante. Sus ojos se abrieron en sorpresa.
- Muy rico, gracias. Con esto estoy perfecto- dijo sonriendo tranquilo y desapareció por el pasillo dejándome sola.
Unos minutos después sentí el ruido de un motor y supe que era N.
Mis intenciones de hacer algo fueron detenidas cuando supe que su padre estaba en casa, así que cenamos lo que N había traído y luego fuimos al sillón y miramos una serie de la que habíamos hablado durante esa primera cita del miércoles.
N, lo había prometido, nada de cosas raras, y al parecer pretendía hacerle honor a su palabra, lo que me hizo sentir feliz y en calma, era un buen chico.
Me llevó hasta mi casa y estacionado frente a ésta, preguntó.
- ¿Qué tal vamos?- como si yo lo hubiese puesto bajo examen. Suspiré antes de contestarle.
- La verdad es quería vernos una vez para estar segura que lo que había pasado el sábado no era una cosa del momento, porque siento que a veces uno se deja llevar y hace cosas por hacerlas y no es que esté pretendiendo algo serio, solo quería estar segura que me sentía atraída por las razones adecuadas.
- ¿Y ya sabes cómo te sentís?
- El miércoles ya estaba segura y hoy quería hacer algo al respecto porque pensé que estaríamos solos en tu casa pero…
N puso las manos sobre el volante y abrió los ojos para luego resoplar como diciendo que no necesitaba saber que esta noche pudo haber sido distinta. Me reí ante el gesto exagerado.
- Así que cuando tengas la casa vacía, invítame- lo agarré de la cara trayéndolo para besarlo rápidamente. Y me salí del auto.