Un breve reencuentro

El mejor oral que he tenido

UN BREVE REENCUENTRO

Hoy soy la Diosa de Fuego, conmigo puedes arder, o quemarte!!!

Creo que es importante que me conozcas, soy profesionista, llevo el cabello corto, lacio y rojo como el fuego, mi piel es clara y tersa, tengo piernas gruesas y torneadas, nalgas grandes y redondas, mis tetas son medianas y suaves, con pezones rosados y un lunar en el seno derecho, que no todo mundo puede ver, mis ojos son almendrados y mis labios, según dicen, son dulces, suaves,  carnosos y mordisqueables...

Este hombre tiene unos cuarenta años de edad pero aparenta ser algo más joven, es alto delgado y rubio, de ojos claros con una veta verdosa, de labios delgados y suaves, le gusta practicar hockey sobre hielo y charrería.  Estábamos en el mismo lugar por casualidad, hacía años no nos veíamos, él me reconoció y se acercó a mí, me saludó muy cortés como siempre ha sido, platicamos un poco, intercambiamos números y cada quien tomó su camino.

Más tarde, nos mensajeamos y nos pusimos al día,  pronto quedamos en vernos para desayunar, nos vimos en un lindo restaurante cerca del centro de la ciudad, tranquilo y pequeño; yo me arreglé para impactarlo, llevaba una blusa semitransparente, negra con líneas blancas, con un brasier que resaltaba las tetas, que no son pequeñas y una falda negra hasta la rodilla, ceñida al cuerpo para resaltar mi trasero, con una abertura a medio muslo, que sentada, se abre y puede verse un poco más arriba de mis torneadas piernas, él no dejaba de mirarme, intentaba verme a la cara y desviaba su mirada hacia mis piernas mientras se mordía el labio.

Transcurrió la mañana, platicábamos y coquetéabamos hasta que llegó el momento de irse,  pedimos el auto y me llevó  a mi trabajo,  me veía de reojo cada que podía, miraba mis tetas y bajaba la mirada a mis piernas, yo me senté de tal forma que mi falda quedó un poco más arriba de lo normal, y con la abertura casi se podía ver mi ropa interior, el se portó como todo un caballero,  nos despedimos, le di un beso en la comisura de los labios y bajé del auto.

Empezamos a mensajearnos por las noches, contándonos lo que nos gustaría hacer en la intimidad, y a los pocos días quedamos de vernos para cumplir con esas fantasías.

Llegó el día, pasó a recogerme en la mañana, había tráfico, yo no llevaba ropa especialmente provocativa, pero sí usaba lencería muy sexy, recorrimos un poco la ciudad hasta que llegamos a un hotel, ambos estábamos algo nerviosos de lo que sería nuestro primer encuentro.

Entramos a la habitación y me quité el blazer y los zapatos, tomé algo de agua para disimular los nervios, aún estaba dudosa de lo que haría con él, en todo momento  fue un verdadero caballero, dispuesto a llegar hasta donde yo lo decidiera, así que me senté en la cama y hablamos de tonterías, yo notaba su ansiedad y me ponía mas nerviosa, hasta que me besó.

Los besos fueron subiendo de tono, aumentando el calor del cuerpo, él se quitó la ropa, me recosté en la cama, y me quitó el pantalón, yo me saqué la blusa, me recorrió con la mirada, y entonces empezamos con las fantasías descritas en los mensajes.

Puse música sensual, me puse su camisa sin quitarme la lencería, y bailé para el sobre la cama, movía mi cuerpo suave al ritmo de la música, giraba las caderas, abría y cerraba la camisa mostrándole mis pechos,  jugueteaba por toda la cama,  me giraba para que el observara mis nalgas moviéndose, nos besamos un poco más, me tumbó en la cama, y acariciaba mis piernas, yo las abrí para facilitarle que  me sacara el bóxer de encaje que usaba ese día, y comenzó a besar mi vientre, después la vulva, lamía el clítoris suavemente, con delicadeza, y yo no lo podía creer, me electrificaba con cada lengüetazo, iba subiendo la intensidad, y hacía que me retorciera de placer, veía de reojo sus ojos llenos de lujuria, sentía el clítoris hinchado al máximo, tan sensible,  me estaba dando un gran placer con su boca, yo gemia, y me hizo llegar al máximo,  el mejor oral que me han hecho hasta ahora.

Fue un orgasmo intenso, y estaba muy sensible, así que nos relajamos un poco después de eso, hablamos, bebimos agua, le dí un ligero masaje en la espalda, rozaba suavemente mis manos en su espalda,  me puse frente a él para que lamiera mis rosados pezones, después nos recostamos en la cama de nuevo, desnudos, yo pasaba mis dedos sobe su pecho y nos besábamos, y me volvió a encender, se puso el condón, y ya estaba lista para recibirlo dentro, entraba y salía de mi cuerpo con gran placer, le pedí cambiar, lo monté, y luego cambiamos a mi posición favorita, de perrito, y me volvió a meter su miembro, yo me movía con fuerza y se escuchaba el golpeteo de mis nalgas en su cuerpo, cada vez más y más, hasta que le también terminó dentro de mi, moví un poco mis caderas para darle más placer hasta que sacó su miembro y se quitó el condón.

Se me hacía tarde, así que me apresuré a vestirme, salimos del hotel y me llevó a casa, mi marido estaba por llegar.