Un baño de ensueño

Te encuentras sola, desnuda sin que nada te disturbe, toda esa extensión de agua es solo para ti y tus más íntimos deseos.

UN BAÑO DE ENSUEÑO

Nos encontramos entre las cálidas aguas de un gran baño árabe, éstas, como acabo de mencionar reposan ardientes de deseos; los olores, varios que se introducen en ti causando una serie de sensaciones jamás antes vividas, te encuentras sola, desnuda sin que nada te disturbe, toda esa extensión de agua es solo para ti y tus más íntimos deseos.

Como te sabes sola empiezas a acariciarte suavemente el cuello, tus cada vez más rígidos pezones y tu jugoso clítoris con lo que empiezas a sentir placer, pero no eres totalmente consciente de ello ya que todo lo que aquí acontece se asemeja en mucho a un sueño, tus ojos permanecen semi cerrados y todo cuanto percibes se equipara mucho a una nebulosa, a una hermosa, espesa y cálida nebulosa, a la vez el placer aumenta.

Estas tan sumisa en tus sueños que no notas como una mano se acerca hacia ti; tienes los ojos completamente cerrados y cuando esa mano ya esta acariciando tu pecho izquierdo tu cuerpo ya no sabe ofrecer resistencia, tan solo al principio, cuando esa mano comienza a frotar el pezón te sobrecoges y gimes tras una fuerte inspiración, esa mano, al contrario que las templadas aguas en la que te encuentras sumergida esta fría, cuasi congelada por lo que decides acompañarla hasta un punto más bajo de tu cuerpo, debajo del agua, donde esa mano pierde su visibilidad

Extiendes tus brazos en cruz agarrándote a la orilla, notas como esa mano cada vez más caliente te da más y más placer mientras, otra mano comienza a pasearse por tu pierna derecha. A estas alturas te cuesta sujetarte a la orilla del placer y sensaciones que tu cuerpo está experimentando y tu respiración es cada vez más intensa y continua.

Notas, ahora, como tu cuerpo es elevado a la superficie por esas fuertes manos, realmente te sientes una muñeca a disposición de esa presencia que ha logrado estimular todos y cada uno de los puntos de tu cuerpo y eso sinceramente, te gusta.

Permaneces sujeta a la orilla, aun con los brazos en cruz y la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, tus piernas sirven para que tu cuerpo permanezca a flote ya que se sitúan sobre los hombros del responsable de tu placer, al tiempo que notas como algo húmedo y suficientemente largo estimula la zona de tu vulva; sin necesidad de mirar sabes que ese hombre debe ser poseedor de una espesa barba o perilla debido al cosquilleo que esta ocasiona sobre tu zona más erógena, sus manos se encuentran situadas sobre tus pezones pero no se olvidan de acariciar tu cintura, tus piernas… tu clítoris.

Cuando crees que ya imposible recibir más placer tu cuerpo vuelve a ser cubierto por las termales aguas de los baños, tu cuerpo, completamente descubierto, nota como un largo miembro roza con tu ombligo bajo el agua, lo coges y tras proporcionarle unas caricias procedes a introducírtelo suavemente con una mano, con la otra te abrazas al cuello del misterioso hombre. Comienzas a sentir una calidez muy distinta a cualquiera sentida hasta el momento, el placer aumenta, aumenta tanto que se te hace muy difícil despertarte esa mañana tras el estruendoso sonido del despertador.