Un azteca super héroe en acción

La venganza de un super héroe azteca con su honor mancillado. Continuación de Sky city casino y de Sacrificio mexicano.

Un azteca super héroe en acción

Las tres chicas que habían servido de alimento al petit Louis se hallaban lloriqueando su desgracia en un pequeña y lúgubre cuarto de la mansión de su Ama, la conocida Gatacolorada y su fiel gallego acompañante, Masu.

De repente, Catalina, la más vivaracha del trío ya aludido, descorrió un poco las cortinas —una osadía sin igual, ya que su Ama lo tenía expresamente prohibido so pena de una larga y despiadada sesión de latigazos— y a lo lejos observó una nave de grandes dimensiones con un enorme logotipo de una reconocida cadena de instituciones de educación del estado de New Mexico, en los Estados Unidos de América. Pero la sorpresa no acabó allí, pues segundos más tarde alcanzó a distinguir algo que salía volando de la gigantesca aeronave nodriza.

—¡Es otro avión más pequeño! —gritó alborozada Catalina, olvidando que su Ama le tenía prohibido tajantemente toda expresión destemplada que pudiese molestar su fina audición felina.

—No, es un pájaro —señaló la chica de grandes pechos ( la chichona ).

—No, no, no, no. Es Super Sonora…¿acaso no distinguen su característico gordo y largo palo? —afirmó muy segura.

Instantes después escucharon el inconfundible grito de SS — A follar por la «gusticia »—. El mítico super héroe, utilizando sus sorprendentes super poderes, en un pispás tenía localizada la ubicación exacta de las núbiles muchachas. Raudo ingresó a la sombría habitación y las cogió (asió) en sus poderosos brazos, alejándose al triple de la velocidad de la luz de aquel lugar.

En no más de dos o tres segundos —tiempo que SS empleó para magrear a las chiquillas—, se hallaban en Wheeler Peak , el sitio más alto de las Montañas Rocosas (a más de 4.000 metros de altitud), donde se encontraba detenida la colosal cosmonave supracitada.

SS, utilizando su extra desarrollada glándula pineal, envió una orden con el pensamiento al portero de la astronave para que le abriera las compuertas de acceso. Todo el proceso no tardó más que unos pocos microsegundos, tras los cuales SS y el trío de chicas rescatadas se encontró en medio de una bacanal, con miles de chicas desnudas, siendo atendidas y/o atendiendo al septeto de amigos de SS, un exclusivo círculo de varones favorecidos por la gracia del legendario super héroe azteca, por estos tiempos afincado en tierras de Gringolandia.

La cosa es que, pese al desmedrado estado —producto de los incesantes castigos y del rigor de la minga del gallego— del trío de mujeres libertadas del yugo de la implacable Gatacolorada y su moro amante, despertaron ipso facto la "curiosidad" de los siete varones superdotados, amigotes de nuestro mitológico SS.

Solo les bastó una orden telepática para, luego de pedir permiso a SS, corrieran a atrincar bucalmente las hiper reatas de la septena de ultra machos, ínfimos ejemplares XY, eso sí, si se les comparaba al sin par SS.

Los siete amigos no necesitaron desnudar a las castas (de las orejas) seres XX; SS lo había hecho en el trayecto a la aeronave; un juego de niños para él.

Dos de las chicas se encargaron de dos varones cada una, mientras que la otra, de quien mencionaré únicamente sus iniciales: Catalina Rodríguez (¡uy! me equivoqué, perdón por el lapsus, pero es que Luciana ha estado viniendo a tomar el té conmigo y me ha contado, con pelos y señales, cómo se devoró a Luismi, Robbie, a los planteles completos de las selecciones de un país de sudamérica de los años 2004, 2005, 2006, 2007, …Bueno, retomando el hilo narrativo, les decía que Catalina Rodríguez se hizo cargo de tres hombres, haciendo uso de tres de sus agujeros para ello (los más grandes, por supuesto). Luego de cinco vaciadas de cada varón —muy lejos del mínimo garantizado de quince de SS, sobra decir— estos claudicaron y se recluyeron por 30 días en un sitio inaccesible para las nenas (¡pobrecitos! ¡cuánta diferencia con las marcas exhibidas por el gran super héroe azteca residente en tierras tejanas!).

Como el incomparable galán que es, SS se hizo cargo de atender al ramillete de 2.517 buenas mozas. ¡Oh, perdón!, olvidé al trío esclavizado por la pelirroja minina. Eran, entonces, 2.520. A cinco secretadas de fluidos seminales por cada una, son…a veeer —la aritmética se ha esforzado por ser mi más enconada enemiga—, cinco por cero es cero (parece),…¡12.600 «vaciadas»! (maquinilla calculadora de pacotilla ¡te esclavizaré, ya verás!). SS quedó satisfecho por los siguientes…cinco minutos. Las chicas, en cambio, núbiles mortales, fueron a parar al hospital, pero con 200.000 dolarillos cada una en sus bolsos.

Cuando el contingente de señoritas, expuestas a la inclemente hiper minga del sediento SS, abandonaba en la nave ambulancia la cosmonave nodriza, otro aparato volador, cargado con más de 25.000 XX de reemplazo, concluía las maniobras de acople a la aeronave matriz.

Entretanto, en la mansión de la Gatacolorada, el moro se había despertado y con horror había descubierto la fuga del trío de vírgenes muchachas. No le costó mucho darse cuenta, por una gran hendidura en la muralla en la que se leía: SS, que había sido el azteca super héroe el responsable del desaguisado.

Masu, el gallego, se preparó mentalmente para recibir el castigo que se le venía por su injustificable descuido. Realizó meditación trascendental, hizo yoga, impregnó su piel con extracto de pis de ardilla (para ahuyentar al torturador), se encomendó a todos los santos por él conocidos y a todos los que pudiese conocer en el futuro, invitó al sayón, gastos pagos, a unas vacaciones de ensueño por el Oriente y el Caribe, etcétera. Nada surtió efecto. Apenas se despertó la Ama del látigo olfateó que algo andaba mal. Corrió al lúgubre cuarto de sus esclavas. Notó su ausencia y la marca de SS. Todo se aclaró en su mente y salió en busca del gallego. Junto al verdugo de turno lo buscó por todas partes de la gran mansión. En un sótano del tercer subterráneo lo halló, agazapado adentro de un enorme frigorífico en desuso.

Inicialmente había pensado en 200 zurriagazos, pero con lo fastidiada que estaba ordenó al verdugo 400 latigazos fuertes. Mientras el torturador, un gigantesco negro (perdón, afroeuropeo), se preparaba, el gallego intentaba persuadir a la Gata, pero ella, inflexible, no cedió para no perder autoridad.

Mientras tanto, en la aeronave nodriza, la orgía continuaba. SS a la par que daba goce con su plumífero instrumento al nuevo contingente de señoritas, observaba socarronamente, con sus hiper poderes la escena del azotamiento del pobre moro. Aunque lo intentó, no pudo dejar de esbozar una sonrisa de satisfacción al ver a quien era el depositario de los favores de la Gata, siendo cruelmente castigado.

La Gata, llena de cólera, ahora sí que se encargaría de SS. Le envió un sensual mensaje telepático a SS y lo invitó a su mansión. En menos que canta un gallo lo tenía postrado a sus pies. Engatuzado por sus encantos, SS babeaba sin notar que a sus espaldas se hallaba el fiel verdugo con un mazo en sus manos. Pero la Gata le mostró un pecho desnudo y SS entró en un profundo trance, totalmente dominado.

Telefoneó a Elena y a Teresa y juntas acordaron una segunda visita, con el tejano, al antiguo templo azteca.

¿A qué iría a ser sometido ahora el charro desvirgado? Si los análisis de los fluidos espermáticos, a duras penas obtenidos, resultaban negativos —como se especulaba en fuentes generalmente bien informadas—, ¿cuál sería el procedimiento a seguir, según las normas del culto a Asaka? ¿Sería capaz SS de doblegar su oscuro futuro, embobado como estaba?

Pronto lo sabremos.