Un atardecer en la terraza.

una atardecer en una terraza de un lugar lejano con alguien observandonos a cierta distancia.

4ºIIII

Este relato sucedió las vacaciones Junio de 2008, en un lugar de la costa gaditana.

Estábamos de vacaciones nuestro hotel estaba en plena playa era un hotel pequeñito de ambiente agradable.

Teníamos la habitación más alta, un tercer piso, con una terraza grandísima, rodeada de una mampara de cristal, lo que permitía que desde cualquier lugar de la terraza podíamos ver el mar.

Frente a nuestra terraza solo había un chalet, grande dos plantas en la planta superior, una gran terraza con una mesa, cuatro sillas, un telescopio, unos pequeños sillones de mimbre.

Esa tarde habíamos vuelto de la playa, yo salía de la ducha Belén estaba apoyada en la terraza viendo anochecer.

Solo llevaba una pequeña y fina bata, simplemente atada a la cintura.

Belén es una preciosidad, pelirroja de ojos azules, no destaca por nada en especial no es muy alta, alrededor de 1,70, sus cuerpo me vuelve loco, ni gorda ni delgada, sus tetas justas y su culo perfecto.

Abrace a Belén desde atrás y apoyados en la barandilla de la terraza permanecimos un rato viendo anochecer.

Ya casi de noche en la terraza del chalet situado frente a nuestra habitación un hombre miraba por el telescopio.

Dejándome llevar empecé a besar el cuello de Belén, retire su pelo y bese tras sus orejas, la mordisquee.

Ella no opuso ninguna resistencia, por lo que lleve una de mis manos bajo su bata, acaricie sus pechos, mientras continuaba besando su cuello y sus orejas.

Baje mi mano desate su bata, en ese momento vi que el hombre del telescopio miraba hacia nosotros, mire a Belén, estaba con los ojos cerrados, abrí ligeramente su bata para que aquel hombre viera el cuerpazo que se escondía bajo la bata.

Lleve mi mano a su sexo, Belén abrió ligeramente sus piernas para facilitármelo, mientras la besaba su cuello y mordisqueaba sus orejas empecé a masturbarla.

Su boca se entreabrió, un ligero suspiro salió de ella, giro ligeramente su cabeza buscando mi boca, nuestras lenguas se entrelazaron.

Ahora ya casi de noche Belén tenía sus ojos abiertos.

  • Has visto al tío del telescopio; pregunte.
  • No. Respondió Belén, dando un paso hacia atrás mirando hacia la terraza de enfrente, yo me aferre a la barandilla rodeándola con mis brazos.
  • Que haces. Pregunto Belén.

No respondí simplemente la bese de nuevo, no tardo en ceder su fuerza.

Ya era completamente de noche, la noche era clarísima luna llena.

Seguí besándola, acariciaba sus pechos, mi mano se movía libremente por su sexo, nos besamos.

Llevo una mano hacia mi paquete, y comenzó a acariciarlo por encima del pantalón, ya estaba empalmadísimo.

Ya entregada del todo, deje caer su bata al suelo, ahora era Belén la que no quitaba ojo al telescopio.

Con una mano la masturbaba y con la otra acariciaba sus pechos, su cuello, metía mis dedos en su boca.

Me arrodille detrás de Belén, esta dio un paso hacia atrás y apoyo su codos en la barandilla, hundí mi cara en su sexo, empecé a lamer sus labios, rozaba mi lengua con su clítoris, intente meter mi lengua hasta lo más profundo de su sexo.

Podía oír gemir a Belén, vi como con una mano acariciaba sus tetas.

Yo continúe hasta que sus gemidos se oían perfectamente, sus cadera empezaron un movimiento en vaivén, la temperatura de su sexo subió, sus labios se hincharon, no tardo en llegar a mi boca una oleada de liquido caliente, continúe, hasta que Belén se separo de mi.

Me puse en pie, Belén se giro, no besamos mientras bajaba mis pantalones a la vez que se arrodillaba, una vez de rodillas empezó a dar grandes lametazos a mi polla mientras con su mano me pajeaba.

Estaba de espaldas al telescopio, Belén se dio cuenta y nos giramos hasta quedar completamente de lado, ese tío podía ver perfectamente como me la comía.

Belén a veces se la tragaba entera, por momentos solo chupaba la punta de mi pene, jugueteando con su lengua, otras veces la sacaba y me masturbaba unos segundos.

No podía mas estaba a punto de correrme, pedí a Belén que se levantara, volvió a su posición inicial, su sexo seguía muy caliente, empapado, no me costó nada penetrarla, la penetre poco a poco pero sin parar, hasta el fondo.

Un gran gemido salió de su boca.

Ella agarraba la barandilla con sus dos manos y movía sus caderas con un suave vaivén lo que al chocar mis caderas con su culo se oyera un chasquido.

Yo con mis manos jugaba con su cuerpo con una acariciaba sus, pechos, los metí mis dedos en su boca con la otra mano jugueteaba con su sexo, acariciaba su clítoris, abría sus labios.

Nuestro mirón debía ver perfectamente como la penetraba.

Belén no tardo en volver a correrse, mordió mis dedos, esta vez no hubo gemidos, apretó con sus dientes mis dedos hasta causarme verdadero dolor, note como se volvió a correr.

Inmediatamente se giro hacia mí, besamos, lleve mis manos a su culo y abrí sus nalgas.

Belén se separo de mi, fue a la otra punta de la terraza y volvió con una silla.

Me senté, se arrodillo ante mí, volvió a meterse mi durísimo aparato en su boca unos segundos, se incorporo y se sentó sobre mí, de espaldas a nuestro mirón particular.

Me cabalgaba mientras yo mordisqueaba sus pezones, jugaba con mi lengua en sus tetas.

No besábamos, nuestras lenguas se entrelazaban.

Belén con sus manos abría sus nalgas, no sé si era para que el mirón viera bien como follábamos.

No tardo en voltearse, mirando hacia él, Belén apoyo sus pies en mis rodillas y comenzó a moverse como una loca.

Yo sobaba con sus tetas, pellizcaba sus pezones.

Belén bajo sus piernas, ahora apoyada en el suelo, subía y bajaba sobre mi polla.

Yo masajeaba su sexo.

Acelero hasta un punto que yo no podía mas, la avise de que me corría.

  • Yo también sigue así. Respondió.

Intente sacarla para corredme fuera de su coño.

  • Córrete dentro, córrete dentro.

No paso ni un segundo después de oír esto, empecé a correrme como un loco, llene su sexo de leche, cada embestida notaba como salía mi leche del llenísimo sexo de Belén.

Ella no tardo en correrse, poco después, esta vez sí que lo oí, sus gemidos eran espectaculares.

Paro cayo rendida sobre mi pecho, con mi verga todavía dentro.

Se incorporo, se fue hacia la habitación, con un andar súper sensual.

Según se iba pude ver como un hilo de semen recorría sus muslos.

Miro hacia la terraza de enfrente.

En ese momento nuestro mirón, desapareció.

Luego me miro sonreímos, desapareció en la oscuridad de la habitación.

Salimos a cenar y en la cena hablamos de la sesión de sexo, nunca antes habíamos echado un polvo sabiendo que alguien nos miraba y a los dos nos había puesto como motos.