Un ascensor, un vecino y un móvil.

Lo que da de sí un novio de viaje, una novia con ganas de marcha y un teléfono móvil.

Juan, mi novio y yo, nos habíamos mudado a aquel edificio hacia ya más de un año. Lo primero, nos describiré un poco: somos una pareja joven, él tiene 36 y yo 33, él es moreno con el pelo muy corto, con un poco de barriguita cervecera, 1'80 de alto y muy fiestero. Yo soy rubia natural, con los ojos color miel, 1'72, con un cuerpo normal, pero muy trabajado en el gimnasio y tan fiestera o más que él. Si tengo que destacar algo de mi cuerpo, es, sin duda, mi pecho, una talla 95C, del que estoy muy orgullosa.

Vinimos a este piso para empezar a vivir juntos, hasta entonces llevábamos tres años saliendo, cada uno en casa de sus padres. Al poco de llegar, conocimos a nuestros vecinos de puerta, un matrimonio de unos 50 años Pablo y Rosa, con un hijo de 23, Roberto, que desde que le vi, me pareció muy mono.

Mi novio y yo siempre hemos sido muy deshinibidos, alguna vez hemos ido a playas nudistas, dar algún que otro espectáculo en discotecas y cosas por el estilo, pero todo muy light. Aunque sí hay algo que le pone muy cachondo a Juan, es que sea un poco exhibicionista, y que tontee con otros chicos e incluso chicas. Y así había ocurrido con Roberto, con alguna que otra insinuación en el portal, un roce coqueto en el ascensor, etc... El chico siempre reaccionaba con educación, que no quita que se diese buenos festines con la vista.

Aquel lunes, él se marchaba una semana, por motivos de trabajo, de viaje. Por la mañana nos despedimos sin más y quedamos en hablar por la noche, cuando él llegase al hotel y yo de trabajar. Sobre las 21:00 sonó mi móvil:

  • Hola cariño, que tal el día? - me preguntó.

  • Igual de aburrido que siempre. Que tal el viaje? - respondí.

  • Regular, pero a ver si ahora puedo descansar, que mañana será un día largo. - contestó.

Entre una trivialidad y otra estuvimos casi treinta minutos hablando.

  • Bueno cariño, será cosa de ir colgando, que tu estarás cansado. - le dije.

  • Si, sería buena idea. - contestó Juan.

  • Ten cuidado con las lagartas, que tienes que volver entero a casa! - dije riéndome.

  • A ver que vas a hacer tu con Roberto, que a nada que te insinúes y estando sola, te lo llevas al huerto. - me picó.

  • Yo? Ya sabes que no hago nada que tu no me permitas. - dejé en suspenso.

  • Me estas pidiendo permiso para tontear con él? Ya sabes que no tienes que hacerlo, tan sólo contarme luego como lo pasa el chaval. - respondió.

  • Bueno, ya veré. Venga pequeño, que descanses. - me despedí.

  • Hasta mañana, cariño. - finalizó él.

Con las mismas me fui para la cama. Al día siguiente, no sucedió nada digno de mención y sobre las nueve de la noche volvimos a tener otra conversación intrascendente Juan y yo, hasta que nos íbamos a despedir.

  • Qué, cómo llevas la conquista del vecino? - me preguntó.

  • Muchas ganas tienes tu! - le interpelé.

  • No te voy a negar que me de morbo. - contestó.

  • Lo siento mucho, pero hoy no me he cruzado con él, aunque te mantendré informado. - respondí. Y sin más nos despedimos.

A la mañana siguiente, el destino se puso del lado de mi novio. Al salir de casa, me encontré en el descansillo con Roberto.

  • Buenos días vecino.

  • Hola Ana, que tal?

  • Medio dormida, que no se ni como me he vestido.

  • Bajas? - preguntó sujetando la puerta del ascensor.

  • Si, gracias. - respondí, entrando en el mismo.

  • Te importa sujetarme esta carpeta un segundo? - le dije, tendiéndosela.

Aquel día vestía un traje de americana y falda y una blusa roja. Y haciendo caso a mi novio, me disponía a insinuarme un poco. Echando el cuerpo un poco hacia delante, hice como que me colocaba las medias, deslizando las manos, lo más sensualmente que pude, por mis piernas. Sin darme cuenta, le estaba dando doble espectáculo, podía verme perfectamente el canalillo, mientras subía ligeramente la falda. Podía ver a través del espejo como no quitaba me quitaba ojo de encima.

  • Y Juan? Qué hace un par de días que no le veo. - preguntó.

  • Se ha ido una semana, por trabajo, de viaje. - respondí.

  • Que tonto! Si yo tuviese una novia como tu, no te dejaba sola.

  • jajaja. No te preocupes, se ha llevado a una secretaria buenorra, de la oficina. - le contesté, levantando la cabeza y guiñándole un ojo.

  • Teniéndote a ti en casa, para que quiere a otra?

El chaval estaba jugando fuerte, pero sin darme tiempo a responderle, llegamos al portal. Recuperé mi carpeta, y nos despedimos saliendo a la calle. Después de caminar unos metros, me di la vuelta y pude ver a Roberto mirándome, pero rápidamente bajó la mirada y emprendió su camino en dirección contraria.

Cuando por la noche hablé con Juan, le conté todo lo que había ocurrido por la mañana, bombardeandome él a preguntas, desde que ropa llevaba, a que le describiese que postura había puesto yo, la cara de nuestro vecino, etc... Entre una cosa y otra, la conversación tomó unos derroteros muy calientes, él empezó a preguntarme si me lo tiraría, como lo haría, donde... Cuando me quise dar cuenta, nos estábamos masturbando, mientras él fantaseaba con que me lo montaba con Roberto. Yo me limitaba a jadear y suspirar por el teléfono. Primero se corrió él, haciendo lo mismo yo, unos minutos después.

  • Ufff, no ha estado mal, eh? - preguntó Juan.

  • Ha estado muy bien. - contesté.

  • Te gustaría hacerlo?

  • Pero si ya me he corrido. - respondí.

  • Me refiero a follarte al vecino. - me soltó.

  • Anda, no seas... , una cosa es hacer el tonto para calentarnos y otra realizarlo. - dije.

  • Y por qué no lo vas a hacer? - insistió él.

  • Venga, cuelga y vámonos a la cama, que tu neurona tiene que descansar. - finiquité la conversación.

Nos despedimos y me fui a la cama, donde estuve dándole vueltas a la conversación hasta que me quedé dormida. En serio mi novio estaba pidiéndome que me lo montase con otro? Sería el calentón de la situación, o algo más? Esto empezaba a ponerse interesante.

Roberto conocía mis horarios, y el resto de los días, hasta el viernes, coincidimos todas las mañanas en el ascensor. Todos los días hubo algo de tonteo, de mayor o menor intensidad. Pero el viernes ocurrió algo que me hizo dar un paso más.

Cuando llegamos al cuarto, se subieron una vecina y su madre. El ascensor no es especialmente grande, así que encontré la excusa perfecta pasa subir el listón, dándole los buenos días a las vecinas, me colocé delante de Roberto, de espaldas, y me pegué a él, apoyando mi culo. Giré mi cabeza, y sonriéndole, le hice un gesto de burla sacándole la lengua. Cuando llegamos al portal, salimos del ascensor, tardando él unos segundos. La señora le preguntó sí le sucedía algo, a lo que respondió tartamudeando que no, y saliendo precipitadamente del ascensor.

Por la noche no le conté nada a Juan, no porque se lo quisiera ocultar, si no porque no quería que me dijese nada, ya que yo no las tenía todas conmigo y quería meditarlo con calma. Aún así, él me preguntó varias veces, pero tampoco insistió mucho.

El sábado, aprovechando que seguía sola, quedé con dos amigas para irnos a cenar y luego salir un poco de fiesta. A media tarde empecé a prepararme, me peiné, poniéndome dos coletas, me maquillé ligeramente y me vestí: unos leggins y unos zapatos negros, una camiseta de tirantes, ajustada, de lycra y una blusa blancas, y de ropa interior un conjunto de tanga y sujetador de encaje, blancos y un poco transparentes.

Mis amigas se habían vestido preparadas para la guerra y no tomar rehenes, una llevaba una minifalda de infarto, y la otra unos vaqueros, pero con un escote que quitaba el hipo. Durante toda la noche tuvimos que estar quitándonos los moscones de encima; aunque yo fui la que menos trabajo tuve, tres veces usé el truco de hacerme pasar por lesbiana, dándole un morreo a alguna de mis amigas.

A eso de las tres de la mañana estábamos entrando en un garito, cuando vi al fondo a Juan, la cosa se ponía interesante. Les pregunté a mis amigas si seguían con ganas de fiesta, a lo que respondieron que por supuesto, así que nos acercamos a donde se encontraba. Estaba con otros cuatro amigos.

  • Que tal! Pequeño rufián? - me presenté.

  • Anda, mi vecina buenorra. - respondió riéndose. Aquí, pasando el rato con unos amigos.

  • Seguro que cinco caballeros como vosotros, están dispuestos a invitarnos a una copa.

  • Eso está hecho, que queréis?

Iba un poco achispado, y con salero, nos presentó a sus amigos. Después fui yo la que hice los honores, introduciendo a mis dos amigas. Rápidamente, ellas captaron la atención, Blanca de dos de los chavales y Rocío de otro; quedándome yo con Juan y Miguel. Pedimos los cacharros y empezó el juego.

Miguel, seguramente porque no me conocía de nada, y que iba ya bastante borracho, empezó con las labores de seducción, o eso creía él. Estaba siendo un poco pesado, pero sabiendo que podría pedirle ayuda a Juan, si las cosas se descontrolaban, y con las ganas de jugar que tenía, me dejé hacer y me puse a flirtear. El chico no perdía el tiempo, se pegó a mi lado y empezó a hablarme al oído, era un poco incómodo porque apestaba a alcohol, pero quería ver las reacciones de Juan y aguanté el envite; es más, de vez en cuando me rozaba con él más de lo que hubiese sido necesario y le daba bola. Juan se puso al otro lado y entablamos una conversación entre los tres, algo subida de tono. Ellos trataban de sonsacarme y yo les iba calentando, pero sin ser vulgar.

  • Y una chica tan guapa como tu, no tiene novio? - arrastraba las palabras Miguel.

  • Si, si que tengo, pero se ha ido de viaje y me ha dejado solita. - dije, haciendo pucheros.

  • Pues nosotros estaríamos encantados de hacerte compañía. - soltó él.

  • Que es, por sí acaso no tengo bastante solo con uno? - riéndome.

  • Yo me basto y me sobró sólo! - se puso gallito Miguel, y como para reafirmarse, puso una mano en mi culo y lo sobó con ganas.

  • Venga tio, no te pongas tonto. - trató de tranquilizarle Juan.

  • Bueno, vale, también te dejo participar, que es tu amiga. - respondió entre carcajadas.

  • Algo tendré que opinar yo sobre quién se mete entre mis piernas, no? - le espeté sería.

  • Buah! Te aseguro que no te lo querrás perder. - dijo Miguel, sacando pecho.

  • Te equivocas, el que no se lo quiere perder es éste, yo puedo elegir. - contesté pasándole la mano por encima de la bragueta.

  • Qué, nos tomamos otra? - preguntó Juan, cortando la situación.

  • Yo si, me apunto. - dije, yendo hacia la barra.

  • Paso, todavía me queda parte de ésta. - respondió enfurruñado Miguel.

Juan me siguió un par de pasos por detrás, lo que aproveché para contonearme un poco, y que pudiese disfrutar de mi culo. Ya en la barra, debido al poco espacio, él se quedó ligeramente detrás de mi, apoyando un brazo en la barra. Pedimos un par de copas más e iniciamos una conversación intrascendente. Mi sorpresa llegó cuando noté que su mano se posaba en mi cintura, como respuesta pegué mi cuerpo al suyo, en señal de aprobación. Debió de captar el mensaje, porque fue deslizándola, hasta que quedó posada en mi culo.

La conversación transcurría sin nada reseñable. Con la copa en la mano me di la vuelta, quedando apoyada en la barra y cara a cara con él. Sutilmente tiré de la camiseta que llevaba hacia abajo, quería deleitarle con una buena visión de mis tetas, así que apoyé los codos en la barra. El chaval seguía hablando, pero ya no me miraba a la cara. Después de un rato, le pregunté sí le apetecía bailar, a lo que respondió afirmativamente y nos dirigimos a la pista. Iba yo delante cuando me avisó de que me había manchado la blusa al estar apoyada, tenía toda la espalda marcada. Le dije que me disculpara un segundo, que iba a mirar si tenía solución.

Me fui al baño y comprobé que tenía la blusa hecha unos zorros, la barra debía tener más porquería que el palo de un churrero, y parte se había transferido a ella. Me la quité y ya aproveche a colocar bien la "artillería".

Cuando salí del baño y me iba acercando a Roberto, vi que abría mucho los ojos, mirándome. Entre la camiseta de lycra y las luces del bar, más que intuirse, casi se veía mi sujetador y mis pechos. Él tío se estaba poniendo las botas; bueno, él, y alguno más, a mi costa. Aquello no hacía más que calentarme, y lo tuvo que notar, porque los bailes fueron muy sensuales, en todo momento me rozaba con él, le dejaba que disfrutase viéndome el canalillo, e incluso la tira del tanga por encima de los leggins. En algún que otro movimiento el chaval iba tomando confianza y me daba algún magreo, pero todo bastante light para mi gusto.

Eran ya las cuatro de la mañana, y en una esquina vi a Blanca, dándose el lote con los dos chicos con los que estaba, y un poco más allá estaba Rocío, que por la cara que ponía el chico y los movimientos de sus manos, le estaba dando un buen repaso.

  • Tus amigos se lo están pasando mal y eso. - le dije a Juan, riéndome.

  • Al final el único que no ha pillado soy yo. - contestó.

  • Si no lo has hecho es porque no has querido; además, todavía estas a tiempo. - respondí a la vez que le sacaba la lengua, pícaramente.

  • No veo ninguna disponible.

Este chico parecía un poco cortito, así que me tocaba echar toda la carne en el asador, o las cosas no iban a terminar como quería. Dí un paso hacia él, quedando a escasos dos palmos, y juntando los brazos provoqué que mis tetas formasen un pronunciado canalillo, a la vez que la camiseta se caía un poco, enseñando la parte de arriba del sujetador.

  • Estas seguro? No hay nada que te parezca interesante? - le dije lentamente.

  • Pero tu..... Y.... Tu tienes novio... Y Juan? - dudaba.

  • Eso es un problema para ti? - pregunté.

  • Es que... joder, estas como un tren, pero no quiero malos rollos.

  • Hummmm, y si te doy una prueba de que no habrá problemas? - le ofrecí.

  • Ufff, sería gilipollas si dijese que no. - contestó con los ojos abiertos como platos.

Cogiéndole de la mano, me lo llevé a una zona apartada de la pista, y sacando el móvil del bolso, lo puse en modo cámara. Me apoyé contra la pared, sujetándole por la camiseta, lo atraje hacia mi y empecé a comerle la boca. Al principio, se quedó parado, pero en menos de cinco segundos su lengua estaba inspeccionando mi boca.

  • No besas nada mal. - dije, cuando conseguí separarme un poco de él.

Mientras, comprobaba que tal habían quedado las fotos, y le mandé un Whatsapp a Juan con una en que se nos veía nítidamente morreandonos, junto con el siguiente mensaje: "Cariño, mira a quien me he encontrado tomando algo". Guardé el móvil y continué dándome el lote con Roberto. Comprobé que no sólo sabía mover la lengua, si no que las manos también las manejaba con soltura, en menos de un minuto me había sobado todo el cuerpo y ahora se centraba en mi culo. Se dedicó, entonces, a mi cuello y escote, lo besaba, lo mordisqueaba, lamia.... Estaba consiguiendo ponerme como una moto. Cogí el móvil y pude ver que Juan me había respondido.

J: Que cabrona, te crees que son maneras estás de despertarme? Te lo estas pasando de lujo, por lo que veo.

Yo: No veas el repaso que me esta pegando el vecinito. - escribí como pude.

J: Piensas tirártelo?

Yo: Sólo si tu me dejas.

J: Yo te doy permiso, pero no te vas a atrever.

  • Cariño, aquí tienes la prueba que querías. - le conté a Roberto cuando conseguí separarle un poco.

  • Pero, tu estas loca? Y si le hubiese molestado? - preguntó, con cara de asombro.

  • Lo hecho, hecho está. Ahora, me vas a echar un polvo o no? - le interrogué desafiante.

Sin esperar que respondiese, cogí mi bolso y la blusa y salí del bar, siguiéndome unos pasos detrás. El corazón me latía a mil, mezcla de la excitación de los magreos y de pensar que por fin iba a tener valor de tirarme a otro que no fuese mi novio.

Antes de que me diese cuenta estábamos en el portal, esperando que llegase el ascensor, él se puso detrás de mi, pegándose a mi culo y empezó a sobarme las tetas, a la vez que me besaba el cuello. Llegó el ascensor y prácticamente me metió en él en volandas, picó al séptimo piso y se volvió a concentrar en estrujarme las tetas. No se cómo lo hizo, pero me encontré con que me había bajado la camiseta a la cintura, dejando a la vista el sujetador y mi pecho. Yo me dejé hacer, empecé a restregarle el paquete con mi culo y me concentré el vernos reflejados en el espejo. Llegamos a nuestro piso, pero ninguno de los dos se movió; él siguió metiéndome mano y yo disfrutándolo.

Saqué el teléfono, hice unas cuantas fotos al espejo y se las mandé a mi novio.

Yo: Todavía estas a tiempo de que me vaya sola a la cama.

J: Y vas a dejar al pobre chico con el calentón? No serás capaz.

Yo: Bueno, si es así, me sacrificaré para que el chaval no se quedé con dolor de huevos y mi pareja se quede contento sabiendo que se están follando a su novia.

J: Se muy zorra y déjale bien saciado.

  • Pequeño, mi novio te da pista libre para que hagas conmigo lo que quieras. - le dije mientras le enseñaba el móvil.

Lo leyó, y sin decir nada, me cogió de la mano, me sacó del ascensor y me llevó a la puerta de mi casa. Abrí la puerta mientras él se deleitaba con mi culo, que yo movía a un lado y otro juguetonamente.

Tan pronto como cerré la puerta se abalanzó sobre mi. Mi bolso y blusa salieron volando, y él me arrancó la camiseta, centrandose en besar, mordisquear y amasar mis tetas. Dirigí mi mano a su bragueta, hasta ahora no sabía que me iba a encontrar. Pero, al menos por encima del pantalón, no tenía mala pinta.

  • Rober, por qué no me dejas inspeccionar lo que tienes entre las piernas?

  • Vale, pero a cambio tienes que enseñarme las tetas sin el sujetador.

  • Ven, vayamos al salón y te enseño todo lo que me pidas.

Guiñándole un ojo, recogí el bolso del suelo, lentamente, y sin doblar las rodillas. Podía sentir como los leggins y el tanga se me metían entre las piernas. Decir que estaba caliente es poco.

Llegamos al salón, puse música suave en la mini cadena y aparté a un lado la mesa de centro. Me coloqué delante suya, como a un metro y medio, y empecé a contonearme tan sensualmente como sabía. Recorría mi cuerpo con las manos, jugaba con los leggins, bajándolos un poco, enseñando parte del tanga, para luego volverlos a subir. Me di la vuelta y, meneando el culito, metí mis manos por debajo del pantalón, sobándolo con ganas. Me incliné un poco hacia delante, sacando el culo, seguía acariciando mis nalgas, ahora por encima de la ropa, dándome algún azote suave de vez en cuando. Mientras tanto disfrutaba viendo su cara, los ojos muy abiertos, como la boca, no perdían detalle de cada milímetro de mi anatomía.

  • Habías dicho que querías ver mis tetas desnudas, verdad?

Ni respondió, simplemente movía la cabeza afirmativamente. Me di la vuelta, separé ligeramente las piernas y de la manera más sexy que pude, desabroché el sujetador y lo fui retirando, tapándome el pecho con las manos, mientras caía al suelo.

  • Te ha comido la lengua el gato? Qué era lo que querías? - repetí.

  • Verte esas preciosas tetas.

No me hice de rogar mucho, después de unas caricias a mi busto, retiré las manos, dejándolas libres. Me moví ligeramente, para que las pudiese ver balancearse.

  • Te gustan?

  • Uff, son una pasada. Tienes unas tetas enormes. - respondió sin apartar los ojos de ellas.

El chaval estaba como clavado al suelo, lo único que se movía de él era su pecho al respirar, bueno, y la bragueta, que parecía que de un momento a otro iba a reventar. Seguí un rato más bailando, dando vueltas sobre mi, y acariciando mi cuerpo.

Parecía que se estaba empezando a impacientar, así que me detuve, me arrodillé lentamente, y contoneandome a cuatro patas, me fui acercando a él.

  • Ahora es tu turno. Quiero ver tu polla. - dije relamiéndome.

No esperé su respuesta, irguiendome, llevé mis manos a su pantalón y le abrí la bragueta. Como un resorte, saltó su pene hacia mi, no llevaba calzoncillo.

  • Huuummmm... Esto pinta muy bien. - comenté, abriendo mucho los ojos.

Tenía ante mi unos 19 centímetros de carne dura, sin un solo pelo alrededor. Abrí un poco más el pantalón para tener espacio, y mis manos se fueron a su polla, recorriendola muy despacio.

  • Parece que esta muy rica, me dejas probarla? - pregunté coqueteando.

  • Es toda tuya. - respondió con urgencia.

Abrí la boca ligeramente, saqué la lengua y me aproximé, quedando a unos pocos centímetros, mientras mis manos seguían recorriendola arriba y abajo. Después de unos treinta segundos fue él el que se echó hacia adelante, intentando recorrer la distancia que faltaba, pero yo me aparté.

  • Tienes muchas ganas? - dije, riéndome.

  • Me estas matando, cabrona. Como no hagas algo rápido, te violo aquí mismo.

Subiéndole la polla, me fui directa a sus huevos. Mientras le seguía pajeando, se los besé, jugué con mis labios sobre ellos... Después fui lamiendoselos y recorriendo su polla con la lengua hasta que llegué a su cabeza, donde me detuve, y apoyando mis labios sobre el glande, estuve jugando un rato, a la vez que con una mano acariciaba sus cojones. Alargando la mano que me quedaba libre, cogí el móvil y se lo tendí.

  • Ahora te voy a hacer la mejor mamada de tu vida, y tu la vas a grabar para luego mandársela a mi novio. - le dije, mirándole a los ojos.

A partir de ese momento, me esforcé al máximo en cumplir lo que había dicho, me metía todo lo que podía en la boca, se la succionaba, a la vez que le seguía masturbando con ambas manos. Movía la cabeza a un lado y otro, de vez en cuando le daba lametones, como si fuese el helado más rico que me hubiese comido en mi vida. Durante todo el rato alternaba el mirar fijamente a la cámara del móvil y a los ojos de Roberto. Para el final guardé el mejor espectáculo, agarrando la polla firmemente, estiré el cuello todo lo que pude, apoyé mis labios en el glande y, mirándole fijamente a la cara, fui tragandome toda su polla muy despacio. Llevaba algo más de la mitad y empecé a tener problemas, me estaba atragantando, alguna lágrima se me escapaba. Cuando mi nariz tocó su pubis, apenas podía contener las arcadas y me estaba ahogando; me saqué de golpe su pene de la boca y tomé aire como pude. Mi cara debía ser un poema, me notaba completamente congestionada, estaba llorando del esfuerzo y había saliva mía por todos los lados, en la polla del chaval, chorreando de mi boca a mis tetas....

Por primera vez desde que habíamos entrado en casa, Roberto se movió. Puso la mano que tenía libre en mi nuca, dió un paso adelante, y con rudeza me la metió de golpe en la boca. Su cara había cambiado ligeramente, sus ojos destilaban rabia. Llevé las manos a mis tetas y me dejé hacer. Me follaba la boca con fuerza, más de una vez estuve a punto de vomitar, me limitaba a abrir la boca cuanto podía y a tratar de no ahogarme con mi saliva. El chaval respiraba agitadamente, y tenía la vista clavada en su polla. Me tuvo así unos cuantos minutos, hasta que tal y como había empezado se detuvo, me la metió hasta el fondo y estuvo unos segundos completamente quieto. Después, la sacó con delicadeza y dio un paso atrás y se quedó inmóvil.

  • Diooosss! Has cumplido lo que dijiste, me acabas de violar por la boca.... Tengo el coño chorreando. Mira como tengo las tetas... Es una pena desperdiciar tanta saliva, no crees? - dije, juntando las tetas con mis manos.

  • Trae, dame el móvil, que voy a mandarle el video a mi novio mientras metes tu polla entre ellas.

Cogí el móvil, y agarrándole las manos, se las llevé a mis pechos, coloqué tu pene entre ellos y le dejé que jugase un poco. Grabé unos pocos segundos de la cubana, para deleite de Juan y luego le envié el video. Deje el móvil sobre el sofá, y apartándole las manos, tomé el control de la situación. Empecé un paja lenta, estrujando bien su polla entre mis tetas, viendo como aparecía y desaparecía entre ellas. Escupí un par de veces sobre su glande, para que estuviese bien lubricada, y aceleré los movimientos.

  • Qué te parece si me desnudo y me follas de una vez? Estoy deseando que me la metas hasta los riñones.

  • Me muero de ganas, ya estas tardando.

  • Siéntate en el sofá, que quiero cabalgarte, potrillo. - le ordené.

Se sentó mientras yo me desnudaba completamente, quedando como mi madre me había traído al mundo. Él se abrió bien la bragueta, para facilitar el acceso a su pene. Me coloqué a horcajadas sobre él y como un resorte, sus manos fueron a mis tetas.

  • Te gustan, pequeño?

  • Son preciosas, nunca había tenido unas tan grandes y bonitas a mi disposición.

  • Pues son todas tuyas, si a cambio me dejas jugar con esto. - respondí, agarrándole la polla.

  • Juega con ella todo lo que quieras, me muero de ganas porque lo hagas.

La coloqué a las puertas de mi coño, y me la restregaba sobre mis labios. Rober ya estaba concentrado en mis tetas, se las llevaba alternativamente a la boca, jugando con su lengua y dientes en mis pezones. De golpe me la clavé hasta el fondo, hasta que nuestros pubis chocaron. Su reacción fue cerrar los dientes, con tan mala suerte que mi pezón estaba entre ellos, sufriendo un latigazo de dolor.

  • Arrrgg. Cuidado cariño, que me lo vas a arrancar. - jadeé.

  • Lo siento, no me lo esperaba. - se disculpó.

  • Ahora vas a tener que pegarme un buen polvazo, para compensarme.

  • Tus deseos son órdenes, vecina.

Llevó sus manos a mi culo y comenzó a marcarme él el ritmo, mientras con su lengua jugaba delicadamente en mis pechos. Lo hacía suavemente. Llevé mis manos a sus hombros y me dejé hacer, estaba disfrutando de cada segundo. Mi entrepierna estaba empapada y por los ruidos que se escuchaban, parecia que ya había chorreado hasta él. Quería darle un buen espectáculo, así que empecé a botar sobre él, que viese mis tetas en movimiento. Parece que le gustaba la idea, porque mientras que una mano clavaba sus dedos en mi culo, con la otra me lo azotaba, llegando en alguna que otra nalgada a dejarme el cachete con la silueta de su mano marcada.

Vi que mi móvil se encendía, y supuse que sería mi novio respondiendo.

  • Juan ha debido responderme, te importa que lea que le ha parecido? - le pregunté.

  • Mientras sigas follándome así, haz lo que quieras tía.

Me estiré y recuperé mi teléfono, y mientras seguía moviéndome encima de Roberto, revisé el Whatsapp.

J: Serás zorra! Pedazo mamada que le has hecho al vecino. Has estado a punto de echar hasta la primera papilla.

Yo: El chico me ha trabajado bien la boca, te ha gustado?

J: Que si me ha gustado!!! Estoy haciéndome una paja de campeonato!

Yo: Reserva fuerzas, amor mío, que no veas como me esta follando el niño.

J: Me muero de ganas por verlo, mándame otro video.

Yo: Me estas pidiendo que te mande un video de como un chavalito se está tirando a tu novia, mientras tu te pajeas?

J: Si, así es! Quiero ver como le revientan el coño a la zorra de mi novia. Algún problema?

Yo: Sólo que de los pollazos que me esta metiendo Rober, apenas puesto escribir, como para grabar un video.

Mientras escribía, le iba leyendo la conversación, lo que hizo que el chaval se envalentonase y arreciase las embestidas.

  • Como me gusta, pequeño, que bien follas condenado!

  • Con lo buena que estas, no puedo desaprovechar la ocasión, vecinita.

Me eché un poco hacia atrás, aprovechando que me tenía bien sujeta por el culo, y estirando los brazos hacia arriba todo lo que pude, traté de grabar otro video. Entre las embestidas y aguantar el móvil, tratando de enfocar, no había manera, así que decidí cambiar, y echándome hacía adelante intenté grabar mi culo. No resistí mucho tiempo, así que lo dejé por imposible y le mandé lo que había grabado.

  • Si ya has terminado de grabar, por qué no te pones a cuatro patas? - pidió él.

  • Quieres follarte a una perrita? Guau! Guau!

  • Ya que lo dice tu novio, no, prefiero follarme a una zorrita.

  • Si me lo pides así no puedo resistirme.

Me levanté, esperé a que él se incorporase y me puse en cuatro encima del sofá. Moviendo a un lado y a otro el culo, y mirando hacia atrás le dije:

  • A que estás esperando para metérmela hasta el fondo?

  • Como desees!

Se agarró bien a mis nalgas y, separándolas, me la metió hasta el fondo de una sola estocada. Con la fuerza de la embestida me cedieron los brazos, yendo mi cara a parar al asiento y quedando mi culo en pompa. Cuando intentaba levantarme, me detuvo.

  • Quieta, que así estas muy bien. - ordenó, a la vez que arreciaba las penetraciones.

Estaba llegando al séptimo cielo, cuando noté algo que vibraba entre mis tetas, rebuscando con las manos entre ellas y los cojines, recuperé mi móvil. Era Juan, me estaba llamando a través del Skype. Dudaba si coger la llamada o no, una cosa era unas fotos, un video, pero verlo en una video llamada en directo me parecía demasiado. De pronto se finalizó la llamada, debía haber colgado. Dejando el móvil en el sofá me giré hacia Roberto, estaba concentrado en mi culo, follándome salvajemente y con sus dedos hundidos en mis nalgas; bufando con la boca abierta.

Me puso tan cachonda que cogí el teléfono y le devolví la llamada a mi novio. No dio ni un tono y ya había descolgado.

J: Por qué no respondiste antes?

Yo: Como podrás observar, estaba un poco ocupada. - dije, mientras con la cámara enfocaba hacia atrás.

Sólo se escuchaban los jadeos de Roberto, mis suspiros y el golpeteo de su cuerpo contra mi culo.

J: Vaya follada que te esta pegando el vecino!

Yo: No lo sabes tu bien, tengo el coño encharcado.

J: Vas a tener que tirártelo más a menudo!

Yo: Pequeño, dice Juan que vas a tener que follarme más veces. - le dije a Roberto, girandome un poco y haciéndole participe de la conversación.

Yo: Saluda al cornudo de mi novio. - continué, enfocándole.

Soltó unos segundos una de sus manos y saludó tímidamente a la cámara.

J: Quiero que la dejes bien satisfecha, chaval. - levantó la voz.

J: Mira lo que tengo para ti, zorrita.

Miré de nuevo al teléfono y Juan estaba enfocando su polla mientras se hacía una paja.

Yo: Que pena no tenerla aquí, para que me la metieses en la boca!

J: Sería la hostia! Hacer un trío!

R: Si no os importa, me gustaría participar. - dijo con voz muy suave.

J: Que ha dicho el vecino? No le oigo con los pollazos que te está pegando.

Yo: Que ya tengo dos machos que me follen.

J: Genial! Te vamos a destrozar!

Yo: Menos lobos, que a este, por ahora, le estoy dejando exhausto!

Separé un poco el móvil, para que mi novio tuviese una buena visión, lo dejé apoyado, enfocándonos y me volví a poner a cuatro patas, para que viese bien mi cuerpo en movimiento. Roberto no cedía, y seguía embistiendome con fuerza entre gruñidos.

J: Agárrale las tetazas a esa zorra y estrújaselas con fuerza! - gritó.

No perdió el tiempo, en unos segundos lo tenía sobre mi espalda, amasándomelas. Me aparté el pelo, y enseguida le tenía mordiéndome el cuello, con dulzura, a la vez que me retorcía los pezones entre sus dedos.

R: Me queda poco para correrme. - me susurró al oído.

J: Ehhh! Que has dicho? Aquí nada de secretitos!

R: Que estoy a punto de correrme, joder!

J: Eso quiero verlo!!

Yo: Levántate cariño, y déjame.

Me incorporé, coloqué el móvil en la mesa de centro, enfocando hacia el sofá y me senté en el suelo, apoyando la espalda en él y dejando las piernas abiertas y ligeramente flexionadas.

Yo: Ven, permíteme que te ayude a correrte.

Estirando la mano le agarré la polla y le coloqué a mi lado, dejándole medio arrodillado. Acerqué mi boca entre abierta, y sacando la lengua, comencé a lamerle el glande. Con una mano le pajeaba despacio, mientras con la otra recorría todo mi cuerpo, haciendo especial hincapié en mis tetas y en el coño. Las manos de Roberto fueron a mis coletas, tirando hacia sí, queriendo metérmela, pero me resistí y negué con la cabeza. Entendió el mensaje y me dejó hacer.

De vez en cuando miraba la pantalla del teléfono y podía ver como mi novio se la machacaba. Fui poco a poco aumentando el ritmo de la paja que le estaba haciendo a Roberto. Alternada las caricias con la lengua y los labios, en la cabeza de su polla, dejándola brillante con mi saliva. Mi mano hacia ya unos movimientos frenéticos.

R: Me corro! Me corro! - anunció.

Yo: Hazlo sin miedo, cariño, vacíate.

Un fuerte jadeo salió de su boca, y los dos primeros chorros fueron a parar, directamente, dentro de mi boca. Yo seguía masturbándole con ganas. Los siguientes latigazos, fueron perdiendo fuerza, yendo a parar a mi cara y a mis tetas. Mirándole a los ojos acabé de ordeñarle, mientras dejaba que su semen saliese de mi boca, mezclado con mi saliva, escurriendo por mi mandíbula y acabando en mis tetas, tripa y piernas.

Se oía a mi novio de fondo, jaleandonos y anunciando que él también se iba a correr. Me metí de nuevo su polla en la boca y se la mamé, despacio, deleitandome en lo que estaba haciendo, acabando en ella los últimos restos de su leche.

Miré de reojo el móvil y vi como se corría Juan, manchándose todo el pecho. Hacia mucho tiempo que no le veía tener un orgasmo tan fuerte.

Yo: Tiene delito que la corrida más fuerte que te veo en años, sea con la polla de otro tío en la boca. - dije, riéndome.

J: Joder, no veas como me has puesto! Esto tenemos que repetirlo!

Sin darme cuenta, yo seguía masturbando a Roberto, y noté que su polla volvía a coger fuerzas. Mirándole con asombro, le dije a mi novio:

Yo: Cariño, ahora tengo que dejarte, que me voy a llevar a nuestro vecino a la cama para que me eche otro polvo.

No esperé su respuesta, colgué la llamada y puse el móvil en silencio. Me incorporé, ayudada de Roberto. Sin qué me diese tiempo a limpiarme la cara, él me besó, con dulzura, con cariño.

  • Gracias. - le dije.

  • Gracias a ti, es el mejor polvo que he echado en mi vida! Espero que lo que le has dicho a Juan no sea un farol. - contestó, riéndose.

  • Con las cosas de comer no se juega. - respondí entre carcajadas.

  • Vete a la habitación y desnúdate, que voy a limpiarme al baño y ahora voy. - le pedí.

  • No hace falta que te limpies, estas mucho más sexy así. Mejor acompáñame a la cama y me desnudas tu. - sentenció él.