Un año sin ti
Sé que esto no está bien, decía excitada, que no debería de ocurrir pero no puedo dejar de pensar en ti, en lo de ayer y en lo que sentí cuando entraste en mi despacho. Mi cuerpo y mi mente reaccionan al verte como un imán, quiero que me abraces, que me beses que me poseas.
Un año sin ti.
La crisis que ha azotado a España ha sido devastadora, devastadora en muchos aspectos y no ha respetado a nada ni a nadie. Reputados profesionales se vieron en la calle sin saber muy bien como había pasado con ERE’s (Expediente de Regulación de Empleo) traídos por los pelos, o despidos quirúrgicos con sus correspondientes finiquitos millonarios. El caso es que yo a mis 45 años y siendo un ingeniero industrial muy bueno y muy reconocido en mi empresa, de la noche a la mañana me encontré en la calle sin trabajo y sin futuro. En España, sin trabajo y con 45 años y esta crisis en el empleo tan catastrófica estabas condenado al más absoluto ostracismo, eras como un apestado, todo el mundo sabía que eras un buen profesional pero al que nadie quería ofrecerle trabajo por esa edad tan incomoda que tenías.
Me pateé todo Madrid y provincias limítrofes para ver si encontraba algo de lo mío incluso algo que no fuese mi profesión, como he dicho era ingeniero industrial y me había especializado en fabricación y montaje de estructuras metálicas, aunque debido a mi curiosidad podía tocar sin problema otras áreas. Ya desesperado incluso me ofrecí como reponedor en grandes superficies, lo único que deseaba era trabajar y ganar algo de dinero, pero todo fue infructuoso, mi edad o mi curriculum era algo insalvable ya fuese por estar excesivamente preparado o por ser demasiado mayor para el puesto. De acuerdo que tenía el dinero del paro y el del finiquito de la que fue mi empresa que era un buen pellizco, pero el dinero es finito y las facturas seguían viniendo mes a mes y aunque nos ajustamos en cinturón en casa el dinero se iba gastando, salía más dinero del que entraba.
Mi familia la componíamos Isabel mi esposa de 36 años, una mujer preciosa con unas curvas rotundas que hacían girar la cabeza a todos los hombres por la calle. Es muy provocadora y le gustaba sentirse deseada y aunque no lo puedo asegurar, se que no siempre ha sido fiel en nuestra relación…perooo, ojos que no ven… Mi hija Alba de quince años es mi punto débil, como le digo es la versión 2.0 de su madre, pequeñita, muy cariñosa y con unos ojos azules inmensos, profundos que hace que mirarla y charlar con ella sea la mejor parte del día. Su cuerpo ya empieza a mostrar las curvas increíbles que tiene su madre y aunque es muy joven sabe lo que despierta en los hombres. Y bueno, a mi ya casi me conocéis, mi nombre es Pedro tengo 45 años muy bien llevados y dentro de lo que cabe me conservo bastante bien. Soy alto, de complexión atlética y en mi cabeza ya tengo algunas canas. Según mi mujer soy del montón, pero para mi hija soy el hombre mas guapo sobre la faz de la tierra y para algunas amigas mías soy un madurito muy deseable con el que no les importaría pasar un rato muy agradable.
Aunque a Isabel nunca la vi como mi pareja, un fallo de los muchos que existen hizo que se quedase embarazada de nuestra hija Alba a los 21 años. Nunca dude de ella y así se lo hice creer, pero tenia muy claro que según naciese me haría una prueba de paternidad y si salía negativa y yo no era el padre, la mandaría a la mierda, no pensaba cargar con algo que yo no había hecho. A los dos años de haber nacido nuestra niña, Isabel y yo nos casábamos teniendo la seguridad al 100% de que Alba era mi hija y lejos de pensar que ese matrimonio seria un fracaso, Isabel se erigió como una esposa celosa de su familia cuidándonos con mimo y mucho cariño. Mi mujer terminó su carrera de biología y encontró puesto casi de inmediato de profesora en una universidad privada con un buen sueldo, que unido al mío como ingeniero hacia que viviésemos de lujo. Buena casa, buenos coches, muchos viajes asombrosos con nuestra niña y una vida increíble a su lado aunque con un sexo muy tradicional pero muy frecuente que nos dejaba satisfechos a los dos.
Fueron buenos años, muy buenos años, que de repente se acabaron con mi despido fulminante, pasamos del:
―Tranquilo mi vida, veras como dentro de nada encuentras algo, yo te apoyo y estoy a tu lado.
Al seco y despreciable:
―Eres un puto inútil, año y medio ¿Y no has encontrado nada? Tu lo que no quieres es trabajar. Espabílate por que yo no puedo con todo…¿Te ha quedado claro?
Mi matrimonio empezó a caer en picado y aunque mi hija me apoyaba en todo, según me veía entrar en casa con cara de derrotado venía a mí y me abrazaba dándome cariño, no así su madre que me miraba con desprecio. El día en el que todo explotó y se fue a la mierda fue en algo relacionado con hacer el amor a la que creía era mi mujer y me respetaba. Nos acostamos por la noche y llevaba ya muchos meses obsesionado con el trabajo. No me había dado cuenta pero mi cuerpo me reclamaba sexo desenfrenado, necesitaba relajar tensiones y quien mejor que mi mujer para ayudarme…craso erro el mío, cuando mi mano acarició desde su rodilla hasta su desnuda cadera, un manotazo me hizo saber que nada de eso ocurriría.
―¿Qué cojones haces Pedro? Me espetó mi mujer incomoda.
―Joder Isabel, creo que es obvio, me gustaría hacer el amor contigo, hace meses que ni nos damos un beso.
―Mira Pedro, hace meses que no puedo dormir bien debido a la situación que has creado. He estado echando cuentas y nos hacen falta 2.500€ todos los meses aparte de lo que yo gano para que todo vuelva a ser como antes y hasta que no sea así olvídate de tocarme un pelo.
Mi familia lo era todo para mí y haría lo que fuese para que no le faltase de nada, pero mi mujer, la persona que creía que me amaba me estaba demostrando su desprecio hacia mí y hacia la situación que estaba viviendo. Se que fui borde pero estaba muy cabreado en ese momento con ella y no me callé, la contesté:
―¡¡Vaya!! Exclamé, 2.500€ por follar con mi mujer, creo que antes pediría los servicios de una profesional, seguro que me haría sentir mas querido y me haría ver las estrellas.
Mi mujer sacó lo peor que había en ella y nos echamos en cara muchos trapos sucios acumulados durante años. Esa noche fue la primera de muchas noches que me tocó dormir en el sofá, mi mujer no me quería a su lado.
El tiempo pasaba inexorablemente y cada vez veía mas cerca el que mi prestación por desempleo se terminase y con ello los pocos ingresos que tenía, ni las pequeñas chapuzillas que me salían eran suficientes para cubrir los gastos y mi desesperación y la falta de apoyo por parte de mi mujer estaban haciendo mella en mi orgullo y mi autoestima, me sentía como una mierda de persona. Como siempre digo "Dios aprieta pero no ahoga…aunque deja unas buenas marcas de sufrimiento". Una tarde tomando un café con un compañero de mi antiguo trabajo me dejó ver una posible solución.
―A ver Pedro, me comentó este amigo, ha llegado a mi correo y no sé muy bien cómo, una oferta de trabajo de una compañía petrolera que se que busca gente competente, si quieres te doy su correo electrónico y te pones en contacto con ellos a ver que te cuentan.
Eso hice y a los pocos días estaba entrando en un gran edificio en la zona financiera de Madrid y sentándome en un despacho frente a una hermosa mujer con cara de pocos amigos, mientras leía mi CV y me miraba escaneándome.
―Bien Sr.Valdés, reconozco que su curriculum es impresionante y no pretendo engañarle pero se ajusta al perfil de persona que andamos buscando, comentó esta mujer. Por poner algún pero, es el hecho de que usted este casado y tenga una hija adolescente, necesitamos una persona que pueda viajar y si acaso pasar temporadas algo largas en el extranjero.
―Créame que eso no seria un obstáculo, no tendría problema.
¿Desaparecer de mi casa? Si casi era un extraño viviendo allí, mi mujer no me dirigía la palabra y la única que se desvivía por mi era mi hija, la pobre intentaba hacer que me sintiese bien, pero a quien necesitaba era a mi mujer, no a mi pobre niña.
―Está bien Sr.Valdés, nos pondremos en contacto con usted.
Esa despedida fue como decirme que no me querían en su empresa, salí derrotado de esas oficinas mientras veía a mucha gente sentada en sus puestos de trabajo y los envidie, por su juventud y por tener un trabajo. Me equivoqué, a los quince días me llamaban por teléfono y me citaban al día siguiente en una dirección.
―Le sugerimos que venga de sport o con chándal con calzado cómodo y deportivo y como ropa interior utilice un bañador tipo slip no bermudas o similar.
Me quedé intrigado, aunque enseguida me fui a buscar mi bañador tipo slip que hacia años no me ponía. Me lo probé y vi que todavía me quedaba bien, marcaba el buen paquete que tenia y que por eso dejé de utilizar, mi mujer se ponía mala de celos cuando íbamos a la playa o la piscina y las mujeres se relamían mirando mis partes pudientes. Al día siguiente llegué a la hora indicada y a la dirección que me habían dado, era una especie de polideportivo y me quedé muy extrañado, en la puerta de entrada habría como unas 60 personas de las cuales solo 20 íbamos con chándal el resto iba de traje. Unos a otros nos mirábamos extrañados hasta que un hombre de unos 30 años engominado, bronceado de rayos UVA y con pinta de pijo insufrible habló:
―¿Cómo se os ocurre venir vestidos así a una entrevista de trabajo? Comentó el pijo.
―Bueno, dije yo, es lo que me sugirió la persona que me llamó.
―Ya, y tú vas y te crees todo lo que te cuentan, pues mas vale que os vayáis por donde habéis venido, dijo el pijales muy crecido, la habéis cagado.
En esos momentos se abrieron las puertas del polideportivo y ese pijo de mierda paso a mi lado golpeándome con su cuerpo para apartarme.
―Quítate de en medio coño.
Dijo mirándome con desprecio mientras se ponía de los primeros para entrar y se ajustaba el nudo de la corbata. Nos pasaron a una especie de recinto cerrado con un altillo y un atril con un micrófono, inmediatamente la mujer que me había entrevistado la primera vez subió y nos miró a todos, esa mujer lucia impresionante con sus mallas de gimnasia, su camiseta de tirantes y sus zapatillas Nike. Tenía un cuerpo espectacular y una cara preciosa su pelo en una cola de caballo colgaba hasta media espalda pero ese gesto de genio parecía perpetuo.
—Buenos días señores. Antes de continuar, todos los convocados que vengan de traje se pueden ir a su casa agradeciéndoles de antemano su presencia.
—¿Y quién cojones eres tú para decidir quién se queda y quien se va? Gritó el pijo enfadado.
—Se les sugirió que viniesen en chándal y con calzado deportivo, los trajes sobran, primer punto, es muy importante escuchar las sugerencias de la compañía y para usted, dijo dirigiéndose al pijo, soy la directora de recursos humanos, soy la que decide quién se queda y quien se va y usted con su actitud se marcha.
El pijo pasó de nuevo por mi lado con la cara desencajada y no pude evitar susurrar «bye, bye» ni me miró, pero me quedé muy a gusto.
—Bien señores, para los que se quedan, este día va a ser para hacernos una idea de su estado físico y su salud. Esto será una nueva selección de aspirantes al puesto de trabajo, así que empecemos, tenemos mucho que hacer.
Esa mujer me buscó con la mirada y cuando nuestros ojos se encontraron sonrió y en sus labios pude leer un «¡HOLA!» Fue un día muy duro, aunque estaba mayor, sí que me mantenía en forma, pero las pruebas fueron duras y de las 22 personas que empezamos solo acabamos 12. Todos nos preguntábamos el porqué de estas pruebas para un puesto de trabajo. Al día siguiente nos citaron más pronto en un aeródromo particular. Nos montaron en un avión y nos llevaron a algún lugar de las Baleares. Más pruebas en alta mar con lanchas neumáticas y motos de agua, esa parte fue muy divertida, esa y el ver a esa mujer de ensueño enfundada en un traje de baño de lo más seductor, casi mostrando sus atributos. Todos terminamos más o menos bien salvo dos compañeros que no pararon de vomitar y fueron eliminados. Aunque todos nos preguntábamos a qué demonios estaba jugando esa empresa con nosotros pronto se aclararía todo. En el cuarto día de pruebas, Sara, que así se llamaba la directora de recursos humanos vino a sentarse conmigo mientras me relajaba en un banco a la sombra de unos árboles solo quedábamos cuatro personas de todas las que empezamos.
—Hola Pedro, ¿Puedo sentarme contigo?
Me asombró que se acordase de mi nombre pero no quise darle mayor importancia.
—Claro Sara, como no, puede sentarse será un placer.
—Por dios Pedro, tutéame, creo que no soy tan mayor.
—Ni mucho menos Sara, eres muy joven, pero es el respeto, eso nunca hay que perderlo.
—Te entiendo, me dijo Sara sonriendo. Te quiero comentar algo, para la prueba de mañana solo van a quedar dos personas y una de ellas eres tú. He apostado por ti desde el principio y me ha tocado discutir con mis superiores, pero veo que no me he equivocado, me sorprendiste gratamente desde que te vi entrar a mi despacho.
—Vaya, muchas gracias por tu confianza, solo espero no defraudarte, y por cierto ¿En qué consiste la prueba de mañana?
—Sé que no me vas a defraudar y la prueba de mañana, si lo que has contado en tu curriculum es cierto, te aseguro que será un juego para ti.
Cuando termino el día y como había dicho Sara solo quedamos dos personas, un chaval de 27 años con la carrera de ingeniería recién acabada y yo. Nos citaron a las ocho de la mañana en una nueva dirección y me fui a casa muy contento por el comentario de Sara. Cuando entre en casa hasta mi mujer que prácticamente no me hablaba y casi ni me miraba se dio cuenta de mi buen humor.
—Muy contento estas tú últimamente… ¿Escondes algo? Me comento con cara de vinagre.
—Nada que deba de preocuparte, gracias por tu interés. Dije con ironía.
—Por cierto, ¿a donde vas todos los días desde hace una semana? Te levantas temprano y vuelves a casa tarde y eso me mosquea, ni siquiera vienes a comer. Dijo mi mujer enfadada.
—Isabel no hay quien te entienda, si estoy en casa te enfadas por que no hago nada y el trabajo no viene solo. Y si no estoy te mosqueas por que no sabes dónde ando, como si eso te importase últimamente.
—Mira Pedro, nos guste o no, seguimos casados por ahora y aunque no lo parezca si me preocupa donde andas y que es lo que haces.
—Pues intentando ganar algo de dinero, estoy en la rehabilitación de un edificio y tengo que supervisar la instalación eléctrica de todo el edificio y firmar los boletines para industria.
La mentí, pero ¿Para qué contarle la verdad? La cena fue tan anodina como de costumbre, salvo por la conversación de mi hija Alba contándonos su día en clase. Luego cada uno se fue a su cama y yo a mi querido sofá.
Al día siguiente estaba en la dirección que me habían dado media hora antes, era un polígono industrial lleno de naves vacías, un lugar muy solitario, pero Sara estaba allí con diez hombres preparando imagino lo que iba a ser la prueba. Según me vio llegar se dirigió a mí con una gran sonrisa en su cara, hoy venia vestida con unos pantalones vaqueros ajustadísimos y una camisa blanca entallada dejando entrever un canalillo seductor y un sujetador de encaje blanco, unos zapatos de tacón realzaban su figura y le hacían un culito espectacular que para mí no había pasado desapercibido desde el principio.
—Buenos días Pedro ¿Preparado para la prueba de hoy? Dijo Sara acariciándome el brazo.
—Por supuesto que sí, estoy deseando ver lo que nos has preparado. Dije con ánimo.
Estuvimos charlando de todo un poco, realmente Sara me gustaba mucho como mujer y como profesional. Tenía 35 años y estaba casada hace cinco años con el que fue su novio en la universidad, me preguntó por mi matrimonio y le conté la verdad, no quise mentir en nada. Sara se impacientaba, ya eran más de las ocho y mi rival en esta prueba todavía no había aparecido.
—Como a las 08.30 no haya aparecido, te quedas tú con el puesto, dijo Sara algo enfadada. Si hay algo que no soporto es la falta de puntualidad.
A mí me dio un vuelco el corazón y desee que no apareciese, pero faltando cinco minutos llegó en su coche a toda velocidad pidiendo perdón por la espera, aun así Sara le echo una bronca de campeonato, mal empezaba el día para ese pobre chaval.
—Hoy es la última prueba y la que decide quién es el más apto para lo que la empresa necesita, dijo Sara muy seria, se os va a asignar a una cuadrilla perfectamente cualificada para el trabajo a realizar y aquí tenéis los planos de lo que deseamos que construyáis.
En ese momento uno de los hombres que estaba con Sara nos dio una carpeta a cada uno de los aspirantes al puesto, cuando abrí la carpeta y vi lo que había que fabricar casi grito de alegría, una estructura metálica, si el otro chaval era tan bueno como yo en esto tendría problemas, pero nadie era tan perfeccionista en este tipo de construcciones, sabía de antemano que lo tenía ganado.
—Como ven, es una construcción de una plataforma alzada a un metro sobre el suelo, nosotros hemos hecho un boceto pero serán ustedes los que decidan como ha de hacerse y optimizar su uso ya que debe de aguantar cuatro toneladas de peso. Sentenció Sara. Tienen 24 horas para hacerlo, sin interrupción, de aquí nos marchamos hasta que esté construida. Manos a la obra señores.
Nos metieron a cada uno en una nave equipada con todo lo necesario para ese tipo de construcción, había de todo, eso era casi un sueño. Junte a mis cuatro operarios y me interesé en que estaban especializados, todos sabían hacer lo que necesitaba. Mire los planos pero esa construcción según estaba diseñada aguantaría a duras penas tres toneladas, hice mi propio plano y mis cálculos y decidí en vez de utilizar acero utilizar aluminio, más ligero y más dúctil, pero bien utilizado resistente como el mejor acero.
Sara y los otros dos señores pasaban de vez en cuando a ver cómo iba todo, la primera vez se extrañó muchísimo de que utilizase aluminio y me lo dijo.
—Pedro, recuerda que tiene que soportar cuatro toneladas y estas utilizando aluminio. Dijo Sara preocupada.
—Tranquila Sara, cuando esté terminada aguantara el triple de peso.
No pude evitar ver su cara de satisfacción cuando le di la respuesta y el movimiento de ese culito al irse hacia la salida, mi polla dio señales de vida después de muchos meses de inactividad. Antes de salir se dio la vuelta y me pilló mirándola con cara de salido, solo me sonrió coqueta y movió más descaradamente sus caderas.
—Jefe, ya hemos terminado las soldaduras que nos ha dicho que hagamos… ¿Continuamos?
Revisé las soldaduras realizadas, soldar en aluminio no era sencillo, pero la persona que había elegido lo hacía cien veces mejor que yo, eran perfectas. Cerca de la una de la mañana mi plataforma estaba terminada, revisada y anclada al suelo con pernos de 12 mm. Miré con un nivel que estuviese perfectamente paralela al suelo, todo estaba correcto, todo bien soldado y esperando a ser probada.
—Jefe, por si le sirve de algo, llevo muchos años construyendo estructuras metálicas, pero nunca una como esta y con esta técnica, esta aguanta lo que le echen.
—Muchas gracias, creo que hemos hecho un gran trabajo, todos nosotros dije mirándolos a todos, hemos sido un gran equipo, muchas gracias de verdad.
Les aplaudí porque se lo merecían, eran unos profesionales como la copa de un pino, y ellos empezaron a aplaudirme a mí. Eso hizo que Sara entrase a la nave intrigada por la algarabía.
—Bueno, bueno, ¿Qué pasa aquí? Dijo curiosa mientras miraba fascinada la estructura construida.
—Ya está terminada Sara, lista para probar.
—¿Pues a que esperamos?, dijo resuelta sacando su móvil y grabando todo
Uno de los operarios se puso a los mandos de una grúa puente y deposito un bloque de cemento de cuatro toneladas sobre mi plataforma. Ni se inmutó del peso soportado, Sara se quedó a la expectativa y volvió a mirar desde todos los ángulos la plataforma.
—Daba la impresión de ser una estructura más débil, si no lo veo no lo creo.
Hice una seña a la persona que manejaba la grúa, elevo otro bloque de cemento y lo deposito con cuidado junto al otro, Sara no dejaba de mirar desde una distancia prudencial como ese soporte aguantaba el doble de peso. Otra seña más y el operario puso otro bloque y con un asentimiento por mi parte puso un cuarto bloque. Aquí sí que mi estructura acusó el peso, eran 16 toneladas y empezó a crujir, pero aguantaba sin problema.
—Joder Pedro, es fantástica, tiene un aguante extraordinario. Exclamó Sara emocionada. Muy bien chicos, vosotros os podéis ir a casa, mañana tomaros el día libre, os lo habéis ganado, dijo a la cuadrilla.
Cuando los operarios desaparecieron por la puerta, Sara me miró orgullosa mientras se agarraba de mi brazo y me dejaba sentir una teta suya.
—No debería de decírtelo, pero ya casi es oficial, el puesto va a ser tuyo, el otro aspirante está teniendo serios problemas con todo, todavía ni ha elevado la plataforma y no sabe manejar a sus operarios. Llevo todo el día viéndole y ya me tiene aburrida.
Salté de la alegría que me dio, no pude reprimir mi entusiasmo y agarrando la cara de Sara la besé de lo emocionado que estaba. Fue un beso de milisegundos pero enseguida me di cuenta de mi error y me separé de ella con cara de asustado mientras Sara sonreía ruborizada.
—Por Dios Sara, perdóname no quise hacerlo, pero es que…es que…joder no me lo puedo creer, dije a punto de echarme a llorar.
—Confié en ti desde el principio Pedro, sabía que no me fallarías y estaba segura que era a ti quien buscábamos.
Esta vez sí que se me escapo una lágrima, mis penas se habían acabado y la tortura psicológica sufrida por no tener trabajo y la presión a la que me vi sometido por mi mujer iba a desaparecer.
—¿Y ahora que va a pasar? Pregunté.
—Bueno, tú de momento te puedes ir a descansar a tu casa, mañana estate aquí a las ocho de la mañana que será cuando termine esta última prueba. Luego se hará oficial, que tú eres la persona que se queda con el puesto y dentro de unos días firmaras tu contrato. A grandes rasgos es lo que va a ocurrir.
—Y tu Sara, ¿No te marchas a casa?
—No puedo Pedro, no hasta que el otro aspirante termine o den las ocho de mañana.
Sara me acompañó hasta la salida, apagó las luces de la nave y la cerró con llave.
—Mira, ¿ves esa furgoneta? Esa es mi habitación esta noche, echaré alguna cabezada y si ocurre algo, algún operario de la cuadrilla me avisaría.
Aunque me hubiese apetecido quedarme con ella irme a cenar o tomar algo, era muy tarde y no podía pasar la noche fuera de casa. Sara se despidió de mí con un abrazo y un tierno beso en la mejilla dándome la enhorabuena por anticipado, me citó a las ocho de la mañana y con esto terminó mi día. Esa noche me costó mucho conciliar el sueño. Por una parte estaba la noticia de mi puesto de trabajo ¡¡Por fin!! Y en la otra estaba Sara, no me la podía sacar de la cabeza, recordaba las pruebas de natación o en alta mar, su cuerpo perfecto enfundado en un sugestivo bañador, sus pantalones ajustados o sus camisetas que dejaban adivinar un pecho generoso. No sé si debido a la excitación del momento, estando en el sofá empecé a acariciarme y me hice una soberana paja en honor a la que iba a ser mi jefa de recursos humanos.
A las 06.30 mi despertador sonó impaciente y me fui directo a la ducha, cuando terminé pasé con cuidado a la habitación donde dormía mi mujer para coger ropa y muda limpia, pero me sorprendió ver que ya se había levantado. Cuando entre en la cocina la encontré preparándome el desayuno.
—Buenos días, saludó mi mujer con una sonrisa.
—Hola, respondí perplejo.
—Creo que no he sido justa contigo, te estas esforzando mucho y trabajando mas de la cuenta…¿Es por nosotras verdad?
—Sabes lo que pienso, quiero que a mi familia no le falte de nada.
—Lo se cariño, lo sé.
¿"Cariño"? a estas alturas y con el despreció que había mostrado me llamaba "cariño" haciéndome dormir en el sofá…¡¡VETE A LA MIERDA!!...pensé. Esbocé una sonrisa de compromiso, desayuné a toda prisa y con un «Gracias» casi por obligación me fui, lejos de alegrarme su gesto casi me cabreó mucho por lo falsa e hipócrita que podía ser.
A las siete y media pasadas estaba en el mismo lugar de ayer, no se veía movimiento y me quedé en el coche, a los pocos minutos Sara salió de la furgoneta para mi más atractiva que el día de ayer. Llevaba la misma ropa, pero parecía que acababan de plancharla, no sé si sería porque esa mujer me gustaba a rabiar pero para mí estaba perfecta, según me vio me saludo con la mano y yo me bajé del coche.
—Buenos días Sara, ¿Descansaste bien?
—Buenos días Pedro, descansé todo lo bien que se puede descansar en este trasto, me dijo con una gran sonrisa, pero mira me has alegrado la mañana por lo menos no desayunaré sola.
Sara me invito a pasar a la parte trasera de la furgoneta, dentro había lo necesario, un camastro en un lado y al otro una pequeña cocina con un microondas y una pequeña neverita. Sara me indico que me sentará en el camastro mientras ella preparaba los cafés, su culo, su perfecto culo, quedaba a la altura de mis ojos y era como un imán y debido a la estrechez mi cara quedaba a escasos centímetros de esa obra de arte y mi polla animada por la visión tubo una erección casi instantánea.
—¿Cómo te gusta el café Pedro?...¿Pedro…..? Reclamo mi atención Sara.
—Ehhh…¡¡solo!!...solo con una cucharada de azúcar, gracias.
De nuevo me había pillado absorto en su culo, pero es que era una maravilla imposible dejar de mirar y yo llevaba mucho tiempo en dique seco. Esa preciosidad de mujer se sentó a mi lado, muy junto a mí, su pierna y su cadera en contacto con la mía notando su calor, olía su delicado perfume y mis deseos de follarla aumentaban a cada momento, su cara, sus ojos, sus labios, su pelo y ese canalillo seductor que me mostraba me tenían al borde de la locura. Hablamos de todo un poco hasta que faltando un minuto para las ocho aparecieron los dos señores que ayer acompañaban a Sara. Uno era el presidente de la compañía y el otro el ingeniero jefe, los dos me saludaron educadamente y disculpándose fueron a ver al otro aspirante. A la media hora salieron con cara seria charlando entre ellos con Sara aclarándoles varios puntos.
—Acompáñanos Pedro, me indico Sara.
Me puse a su lado y ella me lo susurró:
—Ha sido un desastre, creo que es lo más chapucero que he visto en mi vida, pero era un recomendado del ingeniero jefe, si, ese que justo llevamos detrás, pero te aseguro que se van a quedar alucinados con tu estructura.
Temía que mi estructura con el peso extra no hubiese resistido y todos los bloques de cemento se encontrasen en el suelo, pero cuando entramos y se encendieron las luces, todo seguía igual que cuando lo dejamos. Los dos hombres se miraron y admiraron mi estructura, Sara no podía evitar una preciosa cara de satisfacción personal por haber confiado en mí, sacó su teléfono móvil y les puso la grabación de la noche anterior cuando la grúa cargó los bloques.
—¡¡Impresionante!! Exclamo el presidente, creo que por fin hemos encontrado a la persona idónea para el puesto que necesitamos cubrir. ¿No lo crees tú también? Pregunto al ingeniero jefe.
—Aunque me cueste reconocerlo, desde luego es muy bueno, extraordinario más bien, aunque para lo que me queda de estar al frente no voy a poder verlo. Dijo este último.
—Cierto, cierto, dijo el presidente. Eso me recuerda… Sara mañana antes de que Pedro firme su contrato con nosotros, te quiero ver en mi despacho para tratar de tu nuevo destino dentro de la compañía.
Mire a Sara y su cara de felicidad ya no daba para más, incluso creí ver alguna lagrima en sus ojos.
—Mañana a las diez te veo en mi despacho Sara, enhorabuena a los dos, habéis hecho un gran trabajo, dijo el presidente despidiéndose.
Cuando les vimos desaparecer con el coche, Sara me miro radiante y se abrazó a mí con fuerza mientras yo la abrazaba por la cintura y la levantaba en vilo.
—Gracias, gracias, gracias…
Repetía Sara mientras cubría de besos mi cara y mis labios, me miró algo seria pero fue acercando su boca a la mía y nos fundimos en un beso pasional mientras nuestras lenguas se exploraban entre ellas. Fue un beso muy largo y ya con Sara apoyada en el suelo sé que tuvo que notar la tremenda erección que tenía, sentir ese cuerpo pegado a mí y sus tetas clavadas en mi pecho revolucionaron mi libido. Sara se separó ligeramente y me miro con cariño mientras acariciaba mi cara, besé su mano y ella apoyó la cabeza en mi pecho.
—Años estancada en ese puesto que odiaba, soy ingeniera como tú, pero creo que por mi condición de mujer me encasillaron en administración y me hicieron directora de RRHH. Sabía que el ingeniero jefe se jubilaba, siempre opté a ese puesto y el cabrón del presidente me lo dijo «Encuéntrame a alguien competente y que cubra mis expectativas y el puesto es tuyo».
Sara golpeo su cabeza contra mi pecho levemente varias veces, creo que estaba llorando. Yo acariciaba su espalda y su cabeza e intentaba tranquilizarla, pero la notaba temblar.
—Cabrón machista. La oí murmurar.
Volvió a mirarme, estaba preciosa, sus ojos enrojecidos y muy brillantes, buscó mi boca nuevamente y me volvió a besar con pasión, mientras una mano suya agarraba mi nuca y hacia más profundo ese beso, terminó y me miró con admiración.
—Y entonces, casi habiendo perdido la esperanza, apareces tú y leo tu CV, me dio un vuelco el corazón según te vi entrar a mi despacho y un sexto sentido me dijo que tú y yo haríamos grandes cosas y no me he equivocado, confié en ti y no me has defraudado, nos hemos ayudado mutuamente
Volvió a abrazarse a mi y de nuevo volvió a darme las gracias estaba muy excitado al tener ese cuerpo pegado al mío y a esa mujer abrazada a mi como si fuese el último hombre de la tierra, creo que fue algo menos de un minuto, pero a mí me pareció un segundo, mi polla presionaba sobre el pubis de esa mujer intentando penetrarla con ropa y todo Sara deshizo el abrazo y me miro sonriente con su cara colorada como un tomate.
—Creo que debo de disculparme contigo, me he dejado llevar por la emoción. Dijo Sara con vergüenza. Casi es mejor que me vaya, tengo muchas cosas que hacer y mañana nos espera un gran día a ambos.
—Pasemos el día juntos Sara. Dije sin pensar.
Se acercó a mí y acaricio de nuevo mi cara, beso mi mejilla con cariño.
—Pedro ambos estamos casados…es mejor que esto se quede aquí, vamos a ser compañeros de trabajo y la compañía no ve con buenos ojos las relaciones entre empleados. Mañana estate en mi despacho sobre las doce del mediodía.
Diciendo esto, me dejo solo, se fue hacia las naves para cerrarlas, se montó en la furgoneta que había servido de improvisada habitación de hotel y saludándome con la mano la vi desparecer. Era curioso, pero me di cuenta en todo momento de que mi mujer no me importaba en absoluto, no pensé ni remotamente que estaba traicionándola, de hecho ya no pensaba en ella como pareja, me había hecho sentir como la peor persona del mundo y me había echado de su lado. Deseaba llegar a más con Sara, seguir conociéndola, pero creo que eso iba a resultar poco probable.
Eran cerca de las diez de la mañana y me fui a casa, no sabia muy bien lo que hacer, no me apetecía meterme entre cuatro paredes, pero tampoco tenia dinero para irme por ahí y pasar el día, solo esperaba que llegasen las doce del día siguiente para ver de nuevo a Sara, aunque debido a sus ultimas palabras no espera mucho. Cuando llegó mi mujer a medio día se sorprendió de verme allí.
―¿Qué haces aquí tan pronto? ¿Terminaste el trabajo que estabas haciendo? Preguntó mi mujer extrañada.
―Bueno he terminado una parte, dije improvisando, ahora quedan los remates, casi lo más pesado.
—Por lo menos podemos comer juntos, hacía tiempo que no lo hacíamos…y lo echaba de menos.
Notaba a mi mujer extrañamente amable, después de lo despreciable que había sido conmigo, empezaba a comportarse como antaño. Quizás pensó que estaba llevando esto demasiado lejos y su manera de comportarse no era la más adecuada, pero el mal ya estaba hecho, me sentía rechazado por ella al no tener trabajo, vaya, era una especie de castigo que no entendía y entendía mucho menos el que me hubiese echado de nuestra cama y me mandase al sofá a dormir solo por el mero hecho de no querer tener contacto físico conmigo. Esto último también me tenía intrigado, sabia las necesidades sexuales de Isabel, era una mujer muy ardiente y necesitaba sexo casi a diario y si a mí no me dejaba tocarla…¿Cómo satisfacía su sed de sexo?
Como comenté al principio, sabía que mi mujer no había sido fiel en nuestra relación aunque no podía probarlo. Estaba seguro que si indagaba un poco me encontraría con que tenía un folloamigo que vería muy a menudo y le daba lo que ella necesitaba, sabía que pretendientes no le faltaban.
Me pasé todo el día con Sara metida en mi cabeza, no la podía sacar de allí, quería intimar con ella, necesitaba sentir sus manos acariciándome, su boca besándome y su cuerpo desnudo buscando placer con el mío. No podía olvidar sus labios y su cuerpo casi fundido con el mío, una nueva erección se apoderó de mí con esos pensamientos y no lo pude evitar, me tuve que meter en el baño y pajearme en honor a esa tremenda hembra que copaba todas mis fantasías sexuales.
Estaba deseando que llegasen las doce del día siguiente, estaba excitado al saber que vería de nuevo a Sara y firmaría mi nuevo contrato de trabajo, ¿Qué esperarían de mí? ¿Cómo sería mi trabajo? Y mi relación con Sara ¿Avanzaría? Esas preguntas y algunas más copaban mi cabeza, esa tarde pasó muy lentamente para mí. Por la noche estando acostado en mi sofá preferido, oí como se abría la puerta de nuestra habitación e Isabel entraba en el baño, al poco oí sus pasos acercándose al salón donde yo dormía, sentí su presencia en la puerta y la escuche respirar.
—Pedro…¿Duermes? Susurró mi mujer.
—¿Ocurre algo? Dije preocupado.
—No mi vida.
Mi mujer vino sigilosamente hasta donde estaba, venia solo con una camiseta de tirantes y sabía que debajo iba desnuda, la claridad que entraba desde la calle así lo atestiguaba, se sentó a mi lado dejándome ver sus muslos, llenos, torneados, perfectos, casi se podía adivinar su sexo depilado solo con una tirita de pelo en monte de venus, acarició mi cara y me besó tiernamente.
—Sé que me he portado muy mal contigo, pero por favor ven a nuestra cama te necesito conmigo, necesito sentir tu calor.
Mi polla estaba ya al máximo, dura como un bate de béisbol y mi mujer lo sabía. Sus manos jugaban con los pelillos de mi pecho mientras sus dedos acariciaban mis pezones y los excitaba provocándome pequeñas descargas de placer. Posé una mano mía sobre su muslo y ella instintivamente abrió sus piernas, acercó su boca a la mía y me besó con deseo, con furia mientras mis dedos ya entraban en su encharcado coño.
—Mi amor…ufffff, como te he echado de menos, pero vámonos a nuestra habitación, necesito que me hagas el amor.
¿Hacerla el amor? Y una mierda, la iba a follar con desprecio y rabia por hacerme pasar la peor época de mi vida. Me levanté y la agarre por su perfecto culo mientras ella enroscaba sus piernas por mi cintura y se abrazaba a mi cuello besándome con lujuria, cuando llegamos a la habitación la deje en el suelo y la hice arrodillarse delante de mí, sabía lo que tenía que hacer y lo hizo sin rechistar, me bajo el bóxer y mis veinte centímetros salieron buscando su boca, ella me miro golosa y empezó a chupármela como antaño.
—No cariño, o me la chupas bien o te follo la boca…elige.
Mi mujer me miro confundida pero empezó a chupármela como nunca me la había chupado ella, síntoma de que había practicado con otras pollas, en alguna de las ocasiones la punta de su naricilla casi tocaba mi pubis y eso me llevaba a la gloria.
—Ufff…para, para que va a hacer que me corra, le dije excitado.
—¿Te gusta cómo te la chupo? Pregunto mi mujer orgullosa.
—Diooooos si, has mejorado desde la última vez. Dije con sorna.
Mi mujer me miró confundida, no sabía si cabrearse o sentirse alagada, no la dejé reaccionar mucho más, la levanté y la quité la camiseta dejándola desnuda, la tumbé en la cama y ella abrió sus piernas ofreciéndome su coño, hundí mi cara entre sus muslos y me comí ese manjar que tanto tiempo me había negado. La dejé al borde del orgasmo y con prisas busqué un preservativo.
—No cariño, dijo mi mujer muy excitada, a pelo, ahora tomo la píldora.
No me quise parar a preguntar, pero mi "amada" mujercita de nunca quiso tomar la píldora ni ningún anticonceptivo, decía que se negaba a meterse química en el cuerpo para follar, seguro que su amante se lo habría impuesto y ella habría aceptado sin rechistar. Puse mi polla en la entrada de su coño y empuje hasta que mis huevos rebotaron en su culo, entro sin dificultad y hasta el final y aquí es donde ya constate que mi mujer follaba con otro y que además la tenía bien grandecita. Conocía el coño de mi mujer y siempre había sido estrechita y por supuesto nunca podía llegar al final de la penetración, le dolía. Ahora mi polla casi bailaba dentro de ella de lo abierta que estaba y mis huevos jugaban al frontón en su culo.
—Así cariño mío, asiiiiii…dame fuerte que me estas matando…follaaaameee.
Mi libido despareció y me costó horrores mantener mi erección, estaba furioso , frustrado y engañado, la zorra de mi mujer desde luego no había perdido el tiempo, mientras yo me ahogaba en mi propia desesperación por no encontrar trabajo, ella me echaba de nuestra cama al estar más que bien follada. A medida que mi libido iba menguando mi cabreo y desprecio hacia ella subía exponencialmente, empecé a follarla con mucha rabia buscando hacerla daño, pero los efectos en ella fueron lo contrario que buscaba, aullaba de placer y me pedía más.
—Vamoooos cabrooon follaaaameee, rómpeme con tu rabo, así joder…fuerteeee…mas, no dejes de hacerlo…no pareees, maaas….maaaas.
Me repugnaba su cara de placer y como se abrazaba a mí, me asqueaba su sudor y empezaba a sentirme incomodo en esa postura, una idea se cruzó por mi cabeza, esa postura que ella encontraba tan humillante para las mujeres y que a mí me fascinaba, a lo perrito. Me salí de ella y con brusquedad la di la vuelta y ella supo enseguida lo que yo quería, se arrodillo y me dejo expuestos su culo y su coño, su sexo babeaba de excitación y mi polla estaba literalmente bañada en un pringue blancuzco que nunca había visto. Me fije mejor en ella y vi su coño goteando ese jugo, creo que mis instintos más primarios actuaron como afrodisiaco y recuperaron la erección que iba perdiendo, enfile mi polla hacia ese coñito babeante y de una estocada se la metí hasta que mi pelvis chocó con sus preciosas nalgas. Oí a mi mujer gemir herida de placer mientras su cuerpo empezaba a temblar.
—Me corrro mi amor…me corrooooooo…no pares, no pares….¡¡AHHHHHHH!!
Mi mujer arqueó su espalda y levantó su cabeza gimiendo por no gritar para no despertar a nuestra hija, ella espatarrada y cuando baje mi vista vi algo que me dejo helado, su ano, estaba dado de sí, enrojecido, palpitaba al son de su orgasmo, se abría y se cerraba como la boca de un pez, ¿Necesitaba más pistas? Encima a su puto amante le había dado lo que a mí me había negado siempre, ese culito que me volvía loco. Mi vista se nubló de rabia, quería hacerle daño, mucho daño, el mismo que sentía yo en esos momentos, no sé si esa noche terminaría en comisaria o divorciado, pero saqué mi polla de ese coño dado de sí y puse la punta en el anito de mi mujer. No la pedí permiso, ni fui con cuidado, un golpe de caderas y más de la mitad de mi rabo estaba metido en su culo, mi mujer me miró con cara de puta, mientras sus ojos se ponían en blanco.
—¡¡Hijo de puta que doloooor!! Pero no pares maricón, follame el culo vamoooos, es lo que deseabas hace muchos años, rómpelooo.
Empecé a follarme ese culo divino con furia, la cabeza de mi mujer golpeaba rítmicamente el cabecero de la cama, mientras mi verga era devorada por ese culo, note su mano acariciándose y de vez en cuando acariciando mis huevos, note que su espalda se erizaba y chilló, su esfínter estrangulaba mi polla en un orgasmo que la dejo rota, pero yo no me corría, estaba muy cabreado y mi mujer empezaba a estar agotada.
—Mi vida me tienes rota de placer, necesito que te corras, quiero sentir tu leche llenándome.
Cerré mis ojos y visualicé a Sara, sus besos, sus tetas pegadas a mi pecho…su abrazo cálido y note como mi orgasmo crecía, creí por un momento que el culo que me follaba era el de ella, y explote en los intestinos de mi mujer con violencia, mis caderas dieron dos golpes más y hundí hasta la empuñadura mis veinte centímetros y note otro orgasmo más de ella. Mentiría si dijese que no disfruté, lo hice, pero pensando en otra mujer.
Nos costó recuperarnos, estábamos empapados en sudor, en otras circunstancias habría dicho que había sido un polvo de antología, pero estaba muy dolido y no pensaba con claridad. Me levante y me fui a la ducha, dejando a Isabel en la cama. Cuando estaba enjabonándome entro ella en la ducha y quitándome la esponja se dedicó a lavarme, pero mi reacción fue otra.
—¡¡NO ME TOQUES ZORRA!! Casi grité.
Mi mujer lejos de enfadarse, me miro con cariño y sin hacerme caso siguió enjabonándome.
—Sabía que tu reacción seria esta, de hecho si no lo hubieses hecho creo que ahora estaría muy enfadada porque me habrías demostrado que yo no te importaba nada.
Volvió a mirarme a los ojos. Mientras yo estaba que me subía por las paredes ella estaba desesperantemente tranquila.
—Todo tiene un por qué y si me dejas explicártelo creo que lo entenderás, ¿me dejas hacerlo?
Seguía callado mientras la miraba furibundo, aunque me empezaba a picar la curiosidad.
—Sé que ahora mismo piensas que tengo un amante que me ha dejado el coño y el culo abiertos como una boca de metro. Que ha sido a él a quien le he dado lo que te he negado tanto tiempo. Incluso seguro que has pensado que por el tomo anticonceptivos sabiendo tú lo que me negué siempre a hacerlo. En tu cabeza ahora mismo no cabe otra explicación que esa, pero estas viendo fantasmas donde no los hay te lo aseguro.
—Pues explícamelo, porque te aseguro que estoy a punto de mandarlo todo a la mierda.
—Tú quizás no te diste cuenta, pero al perder tu trabajo todo influyó para que nuestra vida se viese afectada en todos los aspectos incluido en el sexual. De acuerdo que siempre he puesto muchos inconvenientes a ciertas prácticas sexuales, pero entre lo sosa que era y tú que con tu preocupación no me atendías me sentí rechazada y me cabree mucho contigo…Lo siento mi amor.
Mi mujer utilizaba un tono de voz seductor, hablaba de una manera que casi hipnotizaba y pasaba la esponja con suavidad por mi piel, se arrodilló delante de mí y echando gel en su mano agarró mi polla y empezó a lavarla con mimo.
—Fui una egoísta, solo pensé en mí y en mi bienestar, te culpaba de todo y empecé a odiarte, necesitaba a un hombre a mi lado sin darme cuenta del tremendo esfuerzo que estabas haciendo por mí, por nosotras.
Aquí la voz de mi mujer se quebró, agachó su mirada mientras acariciaba con esmero y mimo mi polla y mis huevos. Ya para entonces tenía una erección de caballo y si mi mujer seguía así me correría sin poder evitarlo.
—Estuve a punto de cometer una locura. Un día antes de salir del trabajo un compañero que sé que está loco por mí, me invitó a tomar algo al salir. Me dije ¿Por qué no? Estaba cachonda y necesitaba follar, tenía claro que según saliésemos tomaríamos algo, pero sería puro trámite para lo que vendría después.
La hice levantarse, empezaba a encontrarme incómodo y creo que lo que iba a escuchar no me iba a gustar.
—No sigas Isabel, creo que no quiero oírlo.
—No seas bobin mi amor, déjame seguir. Anda enjabóname tú a mí, pero quiero sentir tus manos, sin esponja.
Estaba muy excitado nuevamente, esa no era mi Isabel, me la habían cambiado, era seductora, excitante, apasionada, mimosa. Mis manos empezaron a recorrer sus hombros brazos, pecho, tripita…vi sus ojitos cerrados y su mueca de placer, la di la vuelta y apoyé su espalda en mi pecho, mis manos se fueron directamente a sus perfectas tetas y las amasaron con gula excitando sus pezones, la respiración de mi mujer se hizo más gutural y profunda.
—Estaba decidida, tomando algo en una cafetería iba desglosando en mi cabeza todo lo que iba a ocurrir, salir de ese bar, ir a un hotel y follar como descosidos pero en mi conciencia apareciste tú y aunque intente apartarte de mi pensamiento cada vez se hacía más grande tu imagen y lo vivido contigo. No pude seguir, me deshice del pobre chaval que pensó que esa tarde triunfaría conmigo, ande sin rumbo fijo hasta que en una calle pase por delante de un sex shop, un impulso me empujo a entrar…y conocí a Pedrito.
Mientras una mano mía amasaba y castigaba sus tetas y sus pezones, la otra ya chapoteaba en el coñito de mi mujer, que con sus piernas abiertas y su culo frotándose contra mi polla buscaba otro orgasmo. Volví a darla la vuelta y la besé con pasión mientras levantaba su pierna izquierda y pasaba mi brazo por su corva para sujetarla, mi polla, buscó su coño y entro suave y hasta el final, agarre su culo y la apreté contra mí para hacer más profunda la penetración.
—Mi amoooor…gimió mi mujer, te amoooo, te noto muy adentro…follamee.
Creo que nunca he follado con mi mujer de esa manera, ella abrazada a mi con fuerza, entregándome todo su ser y yo entrando y saliendo de ella en un baile perfecto de caderas. Estuvimos poco rato, los dos estábamos muy excitados, mi mujer empezó a besarme de forma pasional mientras gemía dentro de mi boca y note como su orgasmo explotaba en su interior, eso me llevo a mi a alcanzar mi orgasmo y llenar de leche su coñito.
—Dios cariño, decía mi mujer fatigada, hacia años que no follabamos así.
—¿Pedrito? Dije intrigado. ¿Quién demonios es Pedrito?
—Jajajajaja, rompió a reír mi mujer, Pedrito cariño mío, mi amante, el que me ha dejado bien abierta para ti.
Mi mujer me beso de nuevo, mientras sacaba mi polla de su interior y mi corrida caía por sus muslos. La visión era de todo punto excitante y morbosa, Isabel me miro con cara de putón mientras cogía la alcachofa de la ducha y me miró traviesa.
—¿Me quieres lavar tu mi amor?
Quien iba a rechazar semejante invitación, me recree con su coñito y sus gemidos de placer. De mi cabreo y mi rabia poco quedaba, estaba flotando con mi mujer, no conocía esa faceta suya de viciosilla sin limites que me encantaba, era un sueño.
—Anda mi amor vamos a secarnos y vámonos a la cama que parecemos garbanzos, estamos arrugaditos.
Cuando llegamos a la habitación, mi mujer abrió un cajón de la cómoda y rebuscó. Cuando lo encontró vino hacia mi con una sonrisa misteriosa y escondiendo algo tras su espalda.
—Mi amor, te presento a Pedrito.
De detrás de su espalda apareció un dildo negro de grandes dimensiones, joder, era monstruoso, mediría en torno a los 25cm. grueso como una lata de refresco, adornado con dos impresionantes huevos y una ventosa de gran tamaño al final.
—¡¡JODER!! Exclamé. No me digas que te has metido todo eso en el coño.
—En el coño no me ha entrado del todo, pero falta muy poco, mi culo se lo ha tragado enterito y mi boca sigue en proceso de aprendizaje, tengo que aprender a relajar los músculos de mi garganta y controlar la arcada.
En ese momento entendí todo y me sentí la peor persona del mundo por haber pensado en otra mujer mientras mi mujer me ofrecía lo mejor de ella.
—¿Por que me echaste de nuestra cama?
—Ah…ese día, dijo seria, Ese día fue el que por poco cometo la locura de follar con otro tío y el día que compré a Pedrito. Según llegué a casa me acosté en nuestra cama y con esto, dijo blandiendo el dildo, me corrí cuatro veces. Cuando me pediste "guerra" aparte de estar agotada, estaba avergonzada de mi misma y te hice pensar que tú eras el culpable de todo. Por eso te eche de mi lado y de nuestra cama.
La miré serio, era una jodida manipuladora, de acuerdo que desde que me despidieron no había estado muy fino, pero ella me podía haber ayudado, vapuleo mi autoestima y estuve a punto de mandarla a la mierda y si no lo hice antes fue por nuestra hija.
—Perdón mi amor por favor perdóname, he sido egoísta, inconsciente y casi lo hecho todo a perder por mi actitud, pero te quiero, eres el hombre de mi vida y esta noche estando sola en nuestra cama he querido terminar con mi estupidez, aunque sabía que te ibas a mosquear un montón, antes había estado con Pedrito, por eso tenía el culo y el coño dado de sí.
La abracé contra mí y la llené de besos, después de la mala temporada que habíamos pasado, un nuevo horizonte se abría ante nosotros, nos metimos en la cama y nos abrazamos hasta casi fundirnos en uno con el otro mientras nos besamos con cariño, mi mujer se quedó dormida casi al instante ronroneando al estar a gusto y relajada y yo no tarde mucho en seguirla.
Esa mañana al despertarnos fue inevitable el volvernos a excitar, nuestros cuerpos desnudos eran receptores de sensaciones y la calidez y suavidad de la piel de mi mujer me tenían con la libido al máximo.
—Buenos días mi amor, dijo mi mujer besándome con cariño.
—Buenos días mi vida, ¿Qué tal has dormido?
—Ummmm…de maravilla, ayer me dejaste bien relajada y contenta por haber hablado contigo y aclararlo todo.
—Veras, dije algo serio, eso es algo que quería comentarte, esta semana en la que casi no me has visto, no ha sido por un trabajo de rehabilitación de un edificio ni revisando instalaciones eléctricas.
—¿Q…Que? ¿Co..Cómo? Farfullo mi mujer.
—Antes de que te enfades, quiero decirte algo que seguro te va a encantar, toda la semana pasada estuve haciendo pruebas para entrar a trabajar en una compañía petrolífera muy conocida…hoy a las doce firmo el contrato de trabajo.
La cara de mi mujer cambió, abrió mucho los ojos y se lanzó a besarme, literalmente me comió a besos, se puso encima de mí y fue inevitable que mi polla se irguiese desafiante. Antes de desayunar mi mujercita ya iba llena de leche y con una cara de felicidad que no pasó desapercibida para nuestra hija.
—Buenos días parejita, me encanta veros así.
Alba nos besó a los dos con cara de complicidad, creo que ayer por la noche se oyó más de la cuenta, pero es que hubo momentos en los que mi mujer no se cortó gritando y su habitación está cerca de la nuestra.
Veinte minutos antes de la hora, entraba en el edificio de la compañía que a partir de ahora iba a ser mi lugar de trabajo. Mi primera sorpresa, fue que al entrar me encontrase a Sara esperándome con una gran sonrisa en su cara, estaba preciosa un traje de chaqueta con una falda ajustada por encima de sus rodillas y unos zapatos de tacón le hacían una figura envidiable. Después de lo ayer no sabía muy bien cómo comportarme con ella, así que opte por ser correcto en mi trato, cercano, pero correcto. Vino a mi encuentro su cara irradiaba alegría y felicidad, como esperaba tendió su mano que yo amablemente agarré con delicadeza mientras inclinaba mi cabeza besaba su dorso. Cuando mire nuevamente a sus ojos noté lo que le había gustado ese gesto.
—Buenos días Sara ¿Qué tal estas?
—Hola Pedro, estoy feliz, muy feliz, delante de ti tienes a la nueva ingeniero jefe de esta empresa. ¡¡¡POR FIN!!!
—Pues permíteme que te de la enhorabuena por tu ascenso, estoy seguro de que te lo mereces.
—Quizás no opines lo mismo dentro de unas semanas, vas a ser mi mano derecha y soy muy exigente en el trabajo.
—Me encantará trabajar contigo, sabes que me gustan los retos.
No pude dejar de observar su cara de satisfacción y sus ojos de alegría contenida, me regaló una preciosa sonrisa y agarrándose a mí brazo me llevó con ella.
—Ven, acompáñame que te enseño todo esto, dijo dulcemente.
Sara me llevó por todas las plantas del edificio y me fue presentando a todas las personas responsables de los departamentos. Besos en algunos casos, apretones de manos en otras, el caso es que fue mucha gente la que me presentaron. Por ultimo subimos a la planta donde iba a trabajar, Sara me enseñó mi despacho y algo que me llamó la atención en la puerta aparecía mi nombre y debajo de él "INGENIERO DE ESTRUCTURAS", miré a la puerta de al lado y vi el nombre de Sara y debajo "INGENIERO JEFE". Ufff, íbamos a trabajar separados solo por un cristal, iba a ser complicado no mirarla y admirar su belleza todos los días y cada vez que me fijaba en ella se me parecía más a la actriz Mila Kunis.
—Bueno, cuéntame ¿Qué te parece todo esto?
—Pues me parece un buen lugar para trabajar y creo que con excelentes compañeros.
—Bueno Pedro, como en todos los sitios hay compañeros y "compañeros" ya los iras conociendo y te darás cuenta de que pie cojean, pero en general hay muy buena gente y buen ambiente de trabajo.
Sara se quedó callada mirando al suelo, me miró a mí nuevamente y me lo preguntó:
—Pedro no te lo he preguntado y estoy casi segura que no habrá problemas entre nosotros, pero…¿Hay algún inconveniente en que una mujer este por encima de ti?
—En absoluto Sara, eres tan capaz y competente como cualquier hombre. Creo que a la hora de estudiar ingeniería no había exámenes para chicos y otros para chicas.
—No te aseguro que no, rió Sara mientras agarraba mi mano y entrelazaba sus dedos con los míos.
Ese gesto me puso los pelos de punta y aceleró mi corazón. Apreté su mano y ella hacia lo mismo mientras me miraba con deseo.
—Es tarde, vamos a comer y a firmar tu contrato, mientras te explico lo que la empresa espera de ti.
Cuando entramos al restaurante, el metre nos acompañó a un reservado y en la mesa ya había aperitivos para ir picando y una neverita con cervezas y refrescos.
—Pedro, discúlpame necesito ir al baño.
Aproveche para llamar a mi mujer y que no me esperase a comer, en otras circunstancias habría pasado de ella, pero después de lo de anoche y lo de esta mañana merecía saber de mí. Hice bien en llamarla, estaba preocupada, pero le dije que tenía una comida de trabajo para ponerme al día y saber cómo funcionaba la empresa.
—No sé a qué hora terminaré, pero si veo que voy a llegar tarde te llamo de nuevo.
—Suerte mi amor. Te quiero. Se despidió mi mujer.
En esos momentos entro Sara al reservado y se sentó junto a mí. Me pidió que le sirviese una copa de vino blanco mientras ella sacaba una carpeta y muchos papeles. Antes de firmar nada, Sara me puso al corriente del trabajo que iba a realizar. Iba a ser el responsable de plataformas y su mantenimiento ya fuese en tierra o en el mar, me explicó que las pruebas a las que nos sometieron eran para saber si nos defendíamos en el mar en condiciones poco favorables, y si sometidos a presión podríamos responder ante imprevistos.
—Quiero que entiendas algo muy importante dijo Sara muy seria, vas a tener a mucha gente bajo tu mando, cumpliendo lo que les mandes hacer, pero no olvides que vas a estar en un entorno hostil y muy peligroso rodeado de materiales inflamables, tienes que extremar las precauciones.
—Bueno Sara por si te sirve de algo ya me he estado informando sobre protocolos de trabajo en refinerías de petróleo y plataformas de extracción, creo saber a lo que me enfrento.
Sara me miro con una gran sonrisa mientras me miraba con admiración.
—Eso es lo que me gusta de ti, siempre vas un paso por delante, no esperas a que se te diga nada, iniciativa, eso lo valoro mucho.
Durante la comida, me siguió explicando todo lo referente a la empresa y cómo funcionaba, nada que no conociese ya de mi anterior empresa, por encima de mi estaba Sara y el presidente de la compañía y nadie salvo ella y el presidente me podrían dar órdenes.
—Debes de saber que vamos a trabajar en una especie de simbiosis tú y yo, no quiero ser tu jefe, quiero que seamos compañeros y que nos apuntemos tanto los éxitos como los fracasos. De eso depende que esto funcione.
Me dejo muy claro lo que se esperaba de mí y lo segura que estaba que no la iba a defraudar, empezaba a conocerme y según ella cada vez le gustaba más.
—Se supone que tu contrato lo deberías de firmar ante el nuevo director de RRHH. Pero ya que yo te he descubierto, quiero ser yo quien te lleve de la mano y me han dado este pequeño capricho.
—Pues Sara, quien mejor que tú, que fuiste la primera persona que vi y me dio esta oportunidad.
—Bien Pedro, ahora algo que debes de saber. Me dijiste que no tendrías problemas en viajar y en estar temporadas más o menos largas fuera de tu casa. ¿Cierto?
Bueno, en aquella primera entrevista tenía la seguridad que yo a mi mujer no le importaba nada y por supuesto no tenía problemas, pero después de lo de anoche y su manera de entregarse a mí, tenía mis dudas. Pero habiendo llegado hasta aquí, ¿Iba a renunciar a todo por un polvo de antología? No, por supuesto que no.
—Cierto Sara, no tendría problemas.
—Bien, porque tenemos plataformas por todo el mundo, incluidas las de alta mar que son unas cuantas, ya las iras conociendo. Y bueno queda el tema de remuneraciones. Tu sueldo va a ser de 8.000€ netos al mes repartidos en catorce pagas, más incentivos y más dietas. Pasado un año tendrás derecho a comprar stock options de la compañía y te aseguro que con esto vas a ganar mucho, muchísimo dinero. Aparte y pensando en tu familia tienes un seguro de vida que en caso de fallecimiento en plataforma de tierra recibirá 10.000.000€ y si es en alta mar sube a 15.000.000€. ¿Te parecen bien las condiciones? Me preguntó Sara con una gran sonrisa.
—Me parecen excepcionales Sara, creo que es increíble.
—Bien Pedro, pues si haces el favor firma aquí, aquí y aquí.
El contrato ya llevaba la firma del presidente y el de Sara, solo faltaba el mío y lo estampe con gusto, aunque con algo de miedo al no saber lo que me esperaba, algo lógico por otra parte cuando se entra a trabajar en una empresa que no conoces.
Cuando firmé todo lo que Sara me puso delante, se levantó con una gran sonrisa y dirigiéndose a la nevera sacó una botella de cava cogió dos copas, descorcho la botella con habilidad y escancio el dorado líquido en las dos copas ofreciéndome una.
—Brindo por ti, dijo Sara, por tu incorporación a la compañía y por qué tu gestión esté llena de éxitos.
Sara me miraba de una manera que me embaucaba con esos ojos enormes que me tenían embrujado, dejó su copa en la mesa y cogió la mía dejándola al lado de la suya, me miró con deseo y abrazándose a mi cuello me besó con gula, en un beso largo cargado de lujuria mientras nuestras lenguas se enroscaban y jugaban entrando y saliendo de nuestras bocas. Mis brazos la aferraban contra mi cuerpo, notaba su pubis frotándose contra mí lascivamente, su pecho clavado en el mío, su boca devorándome…mis manos bajaron hacia su culo y abarcaron esos dos globos de carne amasándolos con excitación mientras Sara gemía en mi boca.
—Sé que esto no está bien, decía excitada, que no debería de ocurrir pero no puedo dejar de pensar en ti, en lo de ayer y en lo que sentí cuando entraste en mi despacho. Mi cuerpo y mi mente reaccionan al verte como un imán, quiero que me abraces, que me beses…que me poseas.
Volvió a besarme con pasión mientras nuestras manos no se estaban quietas, mi erección era ya más que evidente y muy difícil de ocultar, mis manos intentaban levantar su falda, pero dado lo estrecha que era, la labor resultaba complicada. Una de las manos de Sara, acarició mi polla por encima del pantalón y gimió de placer en mi boca al notar su dureza.
—Vámonos de aquí, esto es demasiado arriesgado y aquí me conocen. Me susurró Sara en mi oído.
Recogimos todo rápidamente y salimos del reservado, Sara se dirigió al metre y le dijo algo, el solo asintió con la cabeza y con una leve reverencia se despidió de ella. Cuando salimos a la calle sus andares eran muy rápidos y resueltos, casi me costaba seguirla, pero era una locura ver como movía su culo, estaba convencida de hacer lo que estaba pensando.
Al poco estábamos en su coche, por una autopista saliendo a las afueras de Madrid, conducía con rapidez y de vez en cuando, me miraba asustada y agarraba mi mano con fuerza.
—¿Dónde vamos Sara?
—A un hotel, quiero estar a solas contigo, dijo Sara con miedo a mi reacción.
Por toda respuesta me llevé su mano a mis labios y la bese con dulzura. Temblaba como una hoja, pero ese gesto me lo agradeció con una sonrisa y entrelazo sus dedos con los míos. A los pocos minutos entrabamos en una conocida cadena hotelera en las afueras de Madrid que se dedicaba a este tipo de encuentros.
—Ni tu ni yo podemos utilizar nuestras tarjetas de crédito, dijo Sara, seria incomodo que tu mujer o mi marido nos preguntasen por un cargo de un hotel en Madrid. Tengo Visa de empresa déjame pagar a mí ya me las arreglaré para que esto no aparezca.
No discutí con ella porque llevaba razón. Al poco la puerta de la habitación se cerraba detrás de nosotros y se desataba la locura, nos enganchamos como "yonkis" ávidos de sexo y con síndrome de abstinencia. Nuestras bocas se devoraban, nuestras manos no se estaban quietas y nos sobraba la ropa. Sara fue la primera en empezar a desvestirse, su chaqueta, su blusa…su sujetador blanco de encaje. Tenía un pecho perfecto, dos tetas generosas en tamaño y con un pezón pequeño y rosadito que coronaba una areola de la misma proporción y color.
Estaba tan embobado admirando su pecho que Sara ya me había quitado mi camisa y desabrochado mis pantalones con habilidad.
—¿Te gustan mi amor? Gimió Sara excitada.
—Son…son preciosas Sara, dije embobado.
Con una sensualidad increíble, Sara desabrocho su falda y la dejo caer dejándome ver lo que escondía debajo, medias, ligueros y un tanga mínimo que se quitó enseguida dejándome ver su sexo totalmente rasurado, esa mujer era un sueño hecho realidad. La mire enfebrecido, y abrazándome a ella la agarre violentamente de su culo y ella enrosco sus piernas a mi cintura, la golpee contra la pared mientras nos comíamos la boca como desesperados, notaba la humedad del coño de Sara y su respiración muy acelerada.
—Follame Pedro…follamee…follameeeeeeeeee, gritó Sara fuera de sí.
Como pude baje mi única prenda en ese momento y mi polla salto desquiciada buscando el coño de esa mujer, no le fue difícil encontrarlo y con un brusco movimiento de caderas la empalé con mi verga que no encontró casi resistencia.
—¡¡¡POR DIOS SIIIIIIIIIIII!!! Maaaaaas…joder…joder…joder…diooos que polloooon. Berreó Sara.
Las palabras sobraban, locura era la palabra que más se acercaba a ese acto, estábamos desatados, enloquecidos, drogados de sexo, mis caderas empujaban violentamente mi polla en el interior de Sara que acusaba mis golpes con gemidos sonoros y golpes en la pared que sonaban como un bombo…BUM…BUM…BUM…BUM.
—Me corrooooooo, gritó Sara.
Me besó con pasión, noté sus convulsiones y el temblor de su cuerpo, mi polla estaba prácticamente atrapada en su interior, dura como el acero, era tal la fuerza que hacía con sus espasmos sobre mi polla que no me dejaba moverme.
—Mi amor, me matas, que ricoooo, quiero mi premio, quiero que te corras, lléname mi amor…lléname.
Cuando noté que los músculos de su vagina se relajaban empecé a bombear de nuevo con calma, cuando sentí que Sara estaba esperando más de mí, la violencia de mis acometidas volvieron a arrancar alaridos de placer de la garganta de mi amante.
—Fuerte mi vida…más fuerteeee…rompemeee.
Sara se había corrido una vez y me había regado literalmente, mis piernas estaban empapadas y el olor a sexo envolvía esa habitación. Era un olor que acentuaba los sentidos y notar ese cuerpo cálido, entregado y respondiendo a todos los estímulos aceleró mi orgasmo ya imparable. Intente aguantar, sabía que Sara estaba otra vez a las puertas de otro gran orgasmo, su cuerpo estaba prácticamente fundido con el mío, los dos abrazados con fuerza en un acto tan íntimo que me ponía los pelos de punta, mi orgasmo no lo podía retrasar más y se lo hice saber, esperaba que me dijese que me saliera y que me corriese en su boca o en sus tetas o que regase su cara, pero me equivoqué.
—Sara me corro, no aguanto más, Saraaaaa…diooooos.
—Siiiii mi amor…siiiiiii…jodeeeer…llenameeee ¡¡AHHHHHH!!
Exploté en su interior y litros de semen inundaron su útero. Volví a notar como los músculos de su vagina se aferraban a mi polla para no dejarla escapar víctima de su propio orgasmo. Bufamos, gemimos nos comimos mutuamente y volví a notar esa humedad de la corrida de Sara y creo que de la mía al desbordarse su coñito. Cuando nos tranquilizamos noté que mis brazos estaban al límite de su resistencia, me temblaban y notaba calambres en los bíceps, dejé a Sara en el suelo, mientras nos seguíamos besando con pasión y recuperábamos nuestras respiraciones.
—Ha sido increíble.
Dijo Sara apoyando su frente en mi barbilla, cuando se normalizaron nuestras respiraciones, Sara se quitó el liguero las medias y los zapatos, me desnudó del todo a mí también y dándome la mano nos fuimos a la ducha. Estábamos callados, pero con la mirada nos decíamos todo, ella me enjabonó a mí con mimo, y yo hice lo propio con ella. Pude admirar su cuerpo y recrearme en él, era simplemente perfecta y ocurrió lo inevitable, tanto roce, tanto amasar sus tetas o su culo o acariciar su coñito con el pretexto de lavarlo bien, hicieron que mi polla estuviese otra vez pétrea y poniéndose firmes ante tanta belleza.
—Ummmm cariño, ¿ya estas así otra vez? Dijo Sara con mimo.
—No lo puedo evitar, es lo que me provocas. Eres una preciosidad.
—Gracias cielo. Anda vamos a secarnos y vamos a la cama.
Algo que me llamó mucho la atención es lo mimosa que era Sara, no sé si era por la novedad o es que realmente su forma de comportarse íntimamente era esa, pero chocaba frontalmente con su gesto duro y recio en el trabajo. Esa forma de ser me admiraba, por como dominaba sus emociones en cada momento. Esa tarde dio para poco más, nos dio tiempo para chupar, lamer y conocer nuestros sexos y echar un último polvo de despedida que nos dejó con ganas de más. Cuando nos vestimos para irnos no pude dejar de admirar la feminidad de Sara al ponerse las medias el liguero y su ropa interior, cuando salimos de esa habitación parecía como si nada hubiese pasado, nos montamos en el coche y Sara condujo hasta la oficina donde yo tenía mi coche aparcado. Cuando nos despedimos Sara buscó un lugar apartado en el parking para lanzarse a mi cuello y besarme con pasión.
—Pedro me ha encantado el día de hoy. Solo quiero que me digas si te arrepientes de algo y si deseabas que esto ocurriese.
—Sara te aseguro que no me arrepiento de nada y casi desde el día que te conocí deseaba tenerte entre mis brazos.
—Eres un cielo, ahora debo de subir a borrar nuestra pequeña "travesura" mañana a las nueve te espero en mi despacho para empezar a trabajar, tenemos mucho que hacer.
Nos despedimos con un último beso y la vi desaparecer en el ascensor. Cuando llegue a mi casa, mi mujer llego corriendo a mí y se abrazó con fuerza llenándome de besos. Me sentí como un canalla, pero inmediatamente a mi mente volvieron los meses de soledad y de desprecio por parte de mi mujer y eso de alguna manera me hizo sentir mejor. Cuando le expliqué las condiciones económicas de mi nuevo puesto se volvió loca de alegría y casi me viola delante de nuestra hija, aunque ya no le hizo tanta gracia el saber que tendría que viajar mucho debido a mi trabajo.
No sé si Sara haría el amor con su marido esa noche, casi estoy seguro que no, pero a mí me tocó cumplir como un campeón aunque no me apeteciese nada. Mis huevos estaban vacíos y mi pensamiento estaba con Sara, pero mi mujer se esmeró y muy bien de despertar mi libido, y ponerme cachondo, sabía que si no se me ocurría algo se daría cuenta de que algo me pasaba, creo que aguantaría un polvo y eso siendo optimista porque estaba agotado y entonces se me ocurrió.
—Sabes cariño, la dije meloso, no me he podido quitar de la cabeza a ti con ese dildo metiéndolo por tu coñito o por tu culo…me encantaría ver cómo te follas con él.
—¿Lo dices en serio? Preguntó mi mujer asombrada.
—Dios, si, es algo que no me he podido quitar de la cabeza.
Mi mujer puso cara de puta y levantándose saco a "Pedrito" de su escondite y se acostó en la cama con sus piernas bien abiertas.
—Cómeme mi amor mientras yo lubrico bien a mi "pequeñín"
Metí mi cara entre sus piernas y me dedique a lamer y chupar su coñito y su anito, de vez en cuando la miraba metiéndose esa monstruosidad en su boca y era increíble que le cupiese más de la mitad. Con mi boca se corrió una vez, pero lo más asombroso fue ver como ese dildo desaparecía casi completamente dentro del coño de mi mujer, su coño parecía no tener fondo, me dijo que fuese yo quien la follase con el dildo mientras ella gemía y se agitaba agarrándose sus tetas y maltratando sus pezones. estuvimos así un buen rato viendo como de su coño rezumaban babas hasta que saque el dildo y lo puse en su anito. Mi mujer tembló al saber lo que se le venía encima, pero debido a sus fluidos estaba todo más que lubricado y pasados unos minutos lo tenía completamente en su interior.
—Mi amoooor me estas matando de gusto…diooos sigueeee…no pareees. Gemía mi mujer fuera de sí.
Mi polla estaba como una barra de hierro, era un espectáculo ver esa monstruosidad alojada en el culo de mi mujer mientras ella movía sus caderas buscando más placer y entonces se me ocurrió, me encaramé y poniendo mi polla en la entrada de su coño se la metí de golpe.
—¡¡AHHHHHHHHHHH!! DIOOOOOS…SIIIIIIIIIIIIIIIIIIII. Gritó mi mujer.
Tardo segundos en alcanzar un devastador orgasmo que la dejo rota, pero yo quería correrme en su coño y aunque me costó un poco lo logré. Mi mujer encadeno orgasmos, estaba medio desmayada y su cuerpo se convulsionaba sin control, buscaba mi boca, me besaba, gemía, sus ojos se ponían en blanco mientras notaba en mi polla las contracciones de su vagina. Cuando terminé de correrme mi mujer creo que se había desmayado, me salí de su interior y me asombró ver la cantidad de semen que caía de su coñito. Saque el dildo de su culo con un sonoro "PLOP" y vi su esfínter abierto, enrojecido y muy dado de sí. Se dio la vuelta se puso en posición fetal y con un inaudible "te quiero" se quedó profundamente dormida.
A la mañana siguiente, mi mujer me despertó con muchos besos y mucho cariño, la vi ruborizada, pero en sus ojos se adivinaba que estaba encantada con lo que paso anoche.
—Ayer creo que fue unos de los días más felices, me diste todo mi amor, te amo. Dijo mi mujer.
Pego su cuerpo desnudo al mío, y mi polla no tardó en reaccionar, Isabel me miró traviesa y levantándose me agarró de la mano y nos metimos en la ducha, mi mujer sabia como ponerme a mil y mirándome golosa se puso de rodillas y me dio una primera mamada.
—Mi amor, siempre te dije que nunca dejaría que un hombre se corriese en mi boca…
Se la volvió a meter hasta la garganta y succionando la fue sacando muy lentamente sin dejar de mirarme a los ojos.
—Hoy quiero que te corras en mi boquita, quiero probarte, quiero saborear la leche de mi hombre.
A ver, era mi mujer, pero oírla hablar así de esa manera mientras literalmente su naricilla chocaba contra mi pubis, me puso más caliente que las calderas del infierno. Agarré su cabecita y empecé a follarme su boquita, oía el gorgoteo de mi polla y sus babas, la mire y vi sus ojos de placer clavados en los míos y una manita suya follandose su coño con saña. Note mi orgasmo crecer en mi interior.
—Me corro mi amor dije con la voz quebrada.
Empecé a correrme con mi polla clavada en la garganta de mi mujer mientras ella la sacaba muy lentamente. Para cuando terminé mire sus ojos risueños mientras golosa abría su boca y me enseñaba mi corrida que se tragó inmediatamente.
—Ummmm cariño, me encanta lo bien que sabes.
—Cielo ya me da miedo preguntarte, pero ¿dónde has aprendido a chuparla así?
Mi mujer se puso en pie y me besó notando mi propio sabor, la vi colorada como un tomate.
—Bueno cariño, internet da mucho juego, pero ver pelis porno de mamadas y tutoriales hacen que te des cuenta de cómo hacerlo bien para volver loco a tu hombre.
—No quiero que te lo tomes a mal, pero me encanta lo puta que te has vuelto en la cama.
—Si cariño, muy puta, pero recuérdalo, soy tu puta.
Mi mujer me besó con pasión y terminamos de ducharnos rápidamente, se nos hacía tarde. Antes de salir revisé mi móvil y tenía un wasap de un número desconocido recibido de madrugada «Estoy solita en mi cama echándote de menos. No me puedo quitar de la cabeza lo que me has hecho sentir. Estoy deseando verte mañana. Sara». Me hizo sonreír y mascullé entre dientes.
—Dentro de muy poco estoy a tu lado.
Sabia de sobra que nuestro encuentro seria en un entorno laboral y las muestras de cariño estarían descartadas, pero saber que iba a estar a su lado era ya uno de los mejores momentos del día. Cuando llegué a mi despacho veinte minutos antes Sara ya estaba trabajando rodeada de carpetas y papeles sobre su escritorio. Cuando me vio, una gran sonrisa dibujo su cara y con la mano me dijo que pasase a su despacho, cuando lo hice me invitó a sentarme en una silla frente a ella.
—Sabes que me encantaría besarte hasta que nos quedásemos sin aire ¿verdad? Dijo Sara mimosa.
—Lo se cielo y lo estoy deseando, pero también entiendo que aquí no es recomendable y debemos de ser profesionales.
—Creo que debo de decirte que soy muy cerebral, pienso mucho las cosas, confesaba Sara. Se en el lio que nos estamos metiendo y no quiero pensar en ello, solo quiero que nos vayámonos descubriendo, pero te confieso que estoy muerta de miedo.
—Pues no tengas miedo mi amor, dije con cariño, por ahora pongámonos a trabajar y ponme al día, creo que esta empresa espera mucho de nosotros.
Nos hacía falta distraernos, nuestras miradas denotaban deseo y ahora estábamos en el trabajo, Sara me dio la mitad de un montón de carpetas y me explico el procedimiento a seguir. Básicamente nuestro cometido es el que las plataformas y las refinerías estuviesen operativas al 100%. Si se registraba un fallo, ya fuese estructural o de funcionamiento y los propios empleados no eran capaces de resolverlo se mandaba un expediente a la compañía y éramos nosotros los que de inmediato teníamos que ponernos manos a la obra y solucionar el problema.
Durante el primer mes, nuestro ritmo de trabajo fue infernal, jornadas maratonianas de catorce horas en las que Sara y yo nos dimos cuenta de la conexión que había entre nosotros tanto a nivel personal como en el laboral. El antecesor de Sara se durmió en los laureles y descuidó mucho sus responsabilidades creo que debido a su jubilación, con lo que Sara se encontró con cientos de expedientes sin resolver. Sin dejar de lado nuestro trabajo a la mínima oportunidad nos demostrábamos el cariño que nos teníamos, besos furtivos y abrazos clandestinos dejando que nuestras manos recorriesen nuestros cuerpos aunque solo fuese por encima de la ropa.
Tanto trabajo volvió a repercutir en mi matrimonio con Isabel, de tener sexo a diario pasamos al sexo esporádico entre diario y los fines de semana. Aunque sin enfadarse explícitamente mi mujer me recrimino lo poco que me veía y que quizás este trabajo no fuese lo que ella quería para sí.
—Mi amor entiéndelo, me decía frustrada, quiero a mi marido con un horario normal, no comes en casa y cuando llegas tardísimo casi siempre estoy dormida y te necesito, casi no te veo.
Quien la entendía, era como el dicho "Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio, contigo porque me matas, sin ti porque me muero" aunque cuando llegó mi primera paga todos sus males se acabaron para ella, se volvió loca de alegría, en la cuenta del banco aparecía un ingreso de mi empresa de 9.200€. Cuando vi a Sara nuevamente se lo dije preocupado.
—Pedro, este mes sin movernos del despacho hemos solucionado 98 incidentes y como te dije es tu sueldo más incentivos y por cómo has trabajado por mi te daría el doble.
—Pues Sara agradezco tu confianza.
—Ya, dijo Sara bajando la mirada, ahora empiezan los expedientes con problemas más serios. Toca viajar y como consecuencia nos veremos menos. Dijo Sara con tristeza.
En ese momento el teléfono de su despacho sonó insistentemente, cuando escucho quien era me miro preocupada.
—Era nuestro querido presidente, dijo con ironía, quiere vernos en su despacho inmediatamente.
Subimos los dos a la última planta del edificio y tras decirle a su secretaria que nos encontrábamos allí nos hizo pasar al despacho de inmenso lujo del presidente de la compañía. Enseguida se levantó de su sillón y vino a darnos la mano.
—Sara, Pedro, mis dos mejores ingenieros, antes de nada quiero daros la enhorabuena a los dos por los resultados obtenidos este primer mes, dijo ese hombre con orgullo, espero que sigáis en la misma línea.
Sara y yo nos miramos entre el orgullo y el cariño que nos profesábamos. Solo con la mirada nos besamos hasta en el alma, pero la voz del presidente nos bajó de nuestra nube.
—Pero aparte de daros la enhorabuena os he llamado por que algo ocurre en la refinería del sur que está haciendo que todo vaya muy mal. Mañana viernes cogéis el avión de la compañía y os quiero allí para solucionar el problema cuanto antes, estamos perdiendo mucho dinero.
Creo que quise gritar de alegría solo con oír que me iba de viaje con Sara, aunque cuando la miré su expresión no era de alegría, no estaba tan contenta como yo. Fui algo inconsciente pero mi mente pensó en unas vacaciones con ella cuando todo iba a ser trabajo. Inmediatamente vino a mi cabeza mi mujer, estaba seguro que no le iba a gustar nada que me fuese de viaje pero lo que vino a continuación me dejo mucho más frio.
—Espero que sepas trabajar bajo presión igual de bien que en un despacho, dijo Sara de forma fría y cortante.
Su voz sonaba seca, ruda, agresiva, como si el culpable de esa avería en la refinería fuese mía. No nos dijimos nada en el trayecto desde el despacho del presidente hasta el despacho de Sara, de hecho actuaba con soberbia, como ignorándome. Cuando llegamos a su despacho se puso a recoger papeles y meterlos en carpetas sin orden alguno.
—Sara, ¿Ocurre algo que deba de saber?
—Nada, no ocurre nada. Dijo sin mirarme.
—Bien, si tú lo dices te creo. Por cierto mañana como quedamos, esto es nuevo para mí.
—Me enviará un correo el presidente con el horario, ya te lo diré.
No quise quedarme mucho más en ese despacho, di media vuelta y me metí en el mío, necesitaba ver los planos de esa refinería y saber a lo que me enfrentaba. Sara se fue a su casa al poco y ni se despidió y para que mentir, no me gustó nada su actitud. Como esperaba cuando llegué a casa y le dije a mi mujer que salía de viaje me armó una bronca monumental, no entendía como me enviaban de viaje en fin de semana y aunque le quise hacer ver que era parte de mi trabajo no lo entendió o no lo quiso entender.
—Pues cariño, dije ya molesto, lo entenderás cuando mires la cuenta del banco el mes que viene, entonces quizás si lo veas claro.
Esa noche, mi mujer se fue pronto a dormir y no me invitó a ir con ella, imagino que "Pedrito" se encargaría de darla placer. Sobre las once de la noche me llego un wasap de Sara, citándome a las ocho de la mañana en la oficina, solo le mande un "OK" y me fui a dormir. A las 7.30 estaba en la oficina, Sara todavía no había llegado me metí en mi despacho y seguí viendo los planos, ya me había hecho una idea aproximada del funcionamiento y he de reconocer que era una gran obra de ingeniería.
Cuando Sara llegó me dio unos secos buenos días y durante el trayecto hasta la refinería del sur no hablamos mucho más. Cuando llegamos cerca de las once, el encargado de la refinería y su ingeniero nos recibieron con los brazos abiertos, nuestras maletas las llevaron al hotel mientras nosotros nos quedábamos para solucionar el problema. No sé si sería la suerte del principiante o que estaba tocado por la mano del ingenio, que a las once de la noche la refinería funcionaba al 100% de su capacidad sin fallo alguno. Alguien había infectado a propósito el ordenador central con un virus que afectaba a las válvulas de seguridad. Hasta aquí nuestro trabajo había terminado, Sara me miró entre agradecida y avergonzada y llamó al presidente para darle novedades, él se encargaría de averiguar quién era el culpable.
—El presidente me ha comentado que nos quedemos aquí hasta el lunes por si falla de nuevo o sale algún otro imprevisto. Nos comunicó Sara.
El encargado de la refinería nos aconsejó que aprovechásemos el viernes noche ya que en la ciudad había mucho ambiente y nos dijo que si ocurría algo nos llamaría enseguida. Durante el trayecto hasta el hotel, Sara intentó un tímido acercamiento al que no respondí y me comporté de la misma manera fría y correcta con el que ella me había tratado a mí. Cuando llegamos cada uno se fue a su habitación, notaba una inmensa tristeza en el comportamiento de Sara pero no sería yo quien fuese detrás de ella mendigando su cariño.
Me metí en la ducha, el día había sido agotador en todos los sentidos y necesitaba relajarme, quizás bajase al bar del hotel a cenar algo y si acaso luego me iría a dar una vuelta y palpar el ambiente de la ciudad. En esos pensamientos estaba cuando llamaron tímidamente a la puerta, cuando abrí vi que era Sara, me miraba avergonzada.
—¿Pu...puedo pasar? Preguntó Sara con miedo.
—Claro, pasa. Le conteste animoso.
Mentiría si no dijese que me alegraba que Sara estuviese en mi habitación, creo que por fin me enteraría de que es lo que la había llevado a estar tan fría y distante.
—Creo que te debo una explicación por mi actitud desde ayer, me siento muy avergonzada por mi comportamiento. Empezó diciendo Sara.
—Aunque me dijiste que no te pasaba nada, tu trato hacia mi dio un giro de 180º según salimos del despacho del presidente, creo que me culpabas de todo. ¿Qué te ocurrió?
—Como te dije hacía tiempo que optaba por el puesto de ingeniero jefe de la compañía. El día que firmaste tu contrato estuve reunida con el presidente y me comunicó que el puesto era mío, aunque me dejo claro, muy claro que ese puesto desearía que lo ocupase un hombre. «Comete un solo fallo y le daré tu puesto aunque sea al guarda de seguridad. Una mujer está hecha para otros menesteres, no para ocupar puestos de responsabilidad» Eso es lo que me dijo ese hijo de puta misógino antes de darme la enhorabuena.
—Joder con el presidente, mascullé entre dientes.
—Sé que está sorprendido contigo y la idea de que tú seas ingeniero jefe ronda en su cabeza. Cuando nos comentó lo de la refinería del sur tú no te fijaste en su expresión pero yo sí, era de determinación, de ponerme a prueba sabiendo que la iba a "cagar" y estando contadas las horas de estar en mi puesto y verme degradada por incompetente. Sé que ha sido una actitud pueril, pero me dio tanta rabia que lo pague con la persona que más me importa en estos momentos, lo pagué contigo…espero que me perdones.
No sé por qué pero sabía que los tiros iban por esos derroteros, Sara vio en mí a un enemigo, a alguien que quería su puesto en vez de verme como un colaborador, a una persona que siempre estaría apoyándola. Alargue mi mano y ella la agarró, la atraje hacia mí y la abracé con fuerza, noté su llanto silencioso, pasó sus brazos por mi cuello y escondió su cabecita entre mi cuello y mi hombro.
—Mi amor, la dije con cariño, ¿hace cuánto nos conocemos? ¿Dos meses? Quizás no sea tiempo suficiente para que me conozcas bien, pero mi actitud contigo debería de darte una pista. Te recuerdo algo que me dijiste y que lo tengo presente todos los días «Vamos a trabajar en una especie de simbiosis tú y yo, no quiero ser tu jefe, quiero que seamos compañeros y que nos apuntemos tanto los éxitos como los fracasos. De eso depende que esto funcione»
Sara ya se echó a llorar sin consuelo mientras me repetía sin cesar y entre hipidos que la perdonase.
—Venga cariño tranquilízate, no tengo nada que perdonarte, pero me gustaría que me hicieses participe de tus preocupaciones y tus dudas, creo que entre dos se piensa mejor ¿No crees? Anda cielo, ve a arreglarte que te invito a cenar.
Sara me besó hasta en el alma mientras la acompañaba a su habitación para que se vistiese. La dije que la esperaba en el bar del hotel tomando algo, tenía que aprovechar para llamar a mi casa y ver cómo iban los "ánimos". Creo que esa llamada me dejo muy mal sabor de boca, mi mujer me volvía a tratar con el mismo desprecio demostrado hacia poco más de un mes y sinceramente ya estaba harto. La única que me dio ánimos y demostró su orgullo y admiración por mí fue mi pequeña, mi niña.
Cuando Sara se reunió conmigo no pude dejar de admirar su belleza, creo que en ese momento me di cuenta de que estaba muy enamorado de esa mujer, la bese tímidamente y le pedí una copa de vino blanco, mientras decidíamos a dónde íbamos a cenar.
No tardo ni un minuto en darse cuenta de que mi estado de ánimo había cambiado debido a la conversación mantenida con mi mujer. Le conté todo de nuevo y solo me dio ánimos y mucho cariño, realmente la necesitaba a ella. Esa noche charlamos mucho de todo, de nosotros, de nuestro trabajo…de un posible futuro. Por primera vez me hablo de Jorge, su marido, un cirujano con mucho porvenir pero mujeriego y seductor según ella.
—Me enamoré de el en la universidad, fui un poco ingenua y no hice caso a mis amigas que me decían que se tiraba a toda la que se ponía a tiro y me lo decían ellas que ya se las había follado a todas. El mismo día que me casé con él sé a ciencia cierta que se folló a una prima mía y a una amiga de su hermana que imagino conocería.
—¿Y aun así te casaste con él, sabiendo cómo era? Pregunte perplejo.
—A veces las mujeres somos tan estúpidas que creemos poder enderezar a un hombre y llevarlo por buen camino. Jorge es muy guapo y está muy bien "dotado" no quise tirar la toalla con él y me puse como meta el que me desease solo a mí y comiese de mi mano. A los cinco años de casados me di cuenta que hacia demasiadas guardias y lo que más me dolió, me dijo que no quería tener hijos. Ya no tengo ninguna meta con el de hecho ni se por qué sigo a su lado el hospital es su harén, creo que tiene hasta lista de espera. Dijo sonriendo con amargura.
—Anda vámonos, le dije a Sara, exploremos la noche de esta ciudad y olvidémonos de nuestras parejas.
Esa noche disfrutamos mucho, la cena fue genial y luego nos fuimos a un par de sitios que nos recomendaron, en el último sitio que estuvimos bailamos y nos divertimos como dos jovenzuelos inconscientes, aunque me daba cuenta de las pasiones que levantaba Sara en mitad de la pista de baile y es que ver como se movía, con esa sensualidad que imprimía en cada movimiento y que te obligaba a mirarla no dejaba indiferente a nadie.
Cerca de las tres de la mañana, Sara y yo bailábamos muy abrazados, mis manos acariciaban su espalda y los costados de su cuerpo, y las suyas acariciaban mi nuca y mi pelo. Mi erección era ya ingobernable y oprimía el pubis de Sara que se frotaba contra mí disimuladamente.
—Voto por irnos al hotel y continuar este baile pero sin ropa. Susurró en mi oído.
Solo me limité a besarla con pasión no la dije nada ya que deseaba irme con ella y follarla hasta caer rendido. Desde el día de mi firma de contrato en el que acabamos follando en un hotel, salvo algún escarceo esporádico y muestras de cariño, todo había sido trabajo y más trabajo y necesitaba sentir su piel desnuda de nuevo y el sabor y el olor de su sexo. Cuando llegamos nos metimos directamente en su habitación, nos desnudamos mutuamente y nos devoramos a besos, Sara me agarro de la mano y nos fuimos a la ducha ya que de bailar estábamos sudorosos. Ya dentro la ducha nuestra pasión se desató, nuestras manos enjabonaban el cuerpo del otro estimulando los sentidos, mi polla estaba erguida y la miraba suplicante pidiéndola mimos, Sara la pajeo con cariño y arrodillándose me dio una de la mejores mamadas que recuerdo, estaba tan excitado que ver así a Sara hizo que no aguantase nada.
—Sara me voy a correr, dios que bien la chupas, no aguanto más…Saraaaaa.
Cerré mis ojos y empecé a correrme en la boquita de mi amada, oía su ronroneo de placer y como tragaba mi corrida que fue muy abundante. Sara no dejo de chuparme mientras amasaba con cariño mis huevos intentando sacar hasta la última gotita. Cuando abrí mis ojos, sus ojos me miraban sonrientes mientras pajeaba delicadamente mi polla. Agarre sus manos y la puse en pie, nos besamos con pasión mientras mis manos recorrían su cuerpo, me separé ligeramente de ella y mi boca fue a buscar su pezón derecho mientras la mano izquierda atacaba su anito y la derecha chapoteaba dentro de su coño.
—¡¡AHHH!! Pedro sigueeee…no pares…jodeeeer.
Sara bajó las manos y separo sus glúteos, creo que eso fue una invitación a que indagase con mi dedo el interior de su culito y no se hizo esperar, con determinación empujé ligeramente y mi dedo desapareció en su interior.
—Ummmmm…siiiiiii…que ricoooo…sigueeeeee.
Seguí follandome su culo y su coñito con mis dedos, mientras mis labios, mi boca y mis dientes mordían, lamian y succionaban las tetas de Sara que empezaba a mover sus caderas sin control.
—Me corro Pedro…me corrooooooo…si…si…siiiiiiiiiiiiii…diooooos.
Note como su cuerpo temblaba y su anito y los músculos de su coñito atrapaban mis dedos, sentí como su corrida regaba mi mano y mi brazo, inundando la ducha de un olor a sexo penetrante y delicioso, llego a convulsionarse abrazándose a mí para no caer mientras me rogaba que parase.
—Para por dios…paraaa…me estas matando. Decía Sara con la voz quebrada por el placer.
Cuando saque mis dedos de su coñito un chorrito de flujo cayó a la ducha, no lo pude evitar y llevé mi mano a mi nariz y aspire su fuerte aroma inundando mis sentidos para seguidamente lamer mi mano y mi brazo.
—Joder Sara sabes riquísima, necesito comerte y beberte.
—Vamos a secarnos y vamos a la cama mi amor.
Cuando llegamos a la cama Sara se tumbó abriéndose bien de piernas y mostrándome ese coñito, pequeño y lampiño, agarre sus pies y fui lamiendo sus deditos piernas y muslos, mientras ella gemía y me rogaba que la follase. Su coñito era una fuente, estaba brillante y por su rajita caía el fluido que se perdía por su culo y caía a las sabanas. Mi boca enseguida se posó en su sexo y mi lengua recorrió todos sus pliegues sacando grititos de placer de Sara.
—Asiiii mi amoooor…asiii…sigueeeeee.
Sara alcanzo otro orgasmo brutal con mi boca pegada a su coño, me volvía a repetir que parase, pero me puse encima de ella con mi polla tocando la entrada de su coño, estaba muy abierto, esperando mi ataque. Nos miramos a los ojos y con mimo pero sin detenme metí mi polla en su interior hasta que mis huevos rebotaron en su culo, mientras me abrazaba y abrazaba con sus piernas mi cintura.
—Ahhhhh…aahhh…siiiii…follameeeee…fuerte…siiiiiiii. Gemía en mi oído.
Sara se aferraba a mí intentando fundirse conmigo, bombeaba dentro de ella con fuerza, con un ritmo alto que sacaba gritos de placer de su garganta que acallaba besándola, creo que si seguíamos así nos llamarían de recepción. No tardo en alcanzar otro orgasmo y otro y otro mas, mientras su cuerpo se retorcía debajo de mí.
—Para, decía fatigada, para mi amor…ufff….déjame…déjame cambiar de postura.
Me salí de su interior y me fije en lo abierto y enrojecido que tenía su coño, dios, era preciosa en todas su facetas. Con movimientos pausados y mirándome con lujuria se puso en cuatro y hundiendo sus riñones dejó su coñito y su culo a mi disposición.
—Follame el culo mi amor, quiero sentir como me rompes.
Su voz sonaba a agotamiento, pero quería más de mí, yo todavía aguantaba y oírla hablar así era morboso y provocativo, metí mi polla nuevamente en su coño hasta la empuñadura para embadurnarla bien de sus babitas, Sara gemía con placer y cuando la saque brillante de sus jugos, apunté a su anito y se abrió para mí como una flor. Ese no era terreno virgen y mi polla despareció en su culito hasta los huevos.
—Ahhhhh…cariñoooo…que gustooooooo.
Me quedé quieto para que su esfínter se acostumbrase a mi polla, pero Sara movía sus caderas con lujuria, provocándome a que la follase y no me hice de rogar, empecé a follar ese culo que desde el primer día que lo vi me tenía hipnotizado. Sara gemía, gritaba, hundía su cara en la almohada y se agarraba a la colcha crispando sus manos. Veía la piel de su espalda erizada y su anito estrangulando mi polla y estalló en uno de los orgasmos más violentos que he visto en una mujer.
—Me corroooooo… me corroooooo…Jodeeeeer, mas fuerte…revientameeee….siiiiiiii…
Empecé a bufar como un toro en un orgasmo imparable, notaba la corrida de Sara salpicando mis piernas y empapándome y empecé a largar trallazos de semen en el culito de esa tremenda mujer que me estaba haciendo tocar el cielo, fue un orgasmo largo que dejo a Sara rota por el placer. Saque mi polla del interior de ese culito perfecto y borbotones de leche salieron resbalando por su coñito y cayendo en gotas sobre la cama. Sara se tumbó derrotada de cansancio y yo lo hice a su lado, me miraba con ojitos de cansada pero con mucho amor.
—Te quiero cielo. Susurro mimosa.
—Yo también te quiero mi amor. La respondí abrazándola contra mí.
Quitamos la colcha que estaba empapada de fluidos y echamos una manta fina, nos metimos entre las sabanas y Sara abrazándose a mí se quedó profundamente dormida. A mí me costó un poco pensaba en mi mujer y lo que sentía hacia ella y pensaba en Sara y en lo que me estaba dando. No sé qué hora seria, ni a qué hora me quedé dormido, pero una manita acariciaba mis huevos con mimo y agarraba mi polla dura como el acero.
—Buenos días mi amor. Me dijo Sara besándome con cariño. Me ha encantado despertarme contigo al lado y…ummmmm…tan dispuesto para mí. Decía acariciando mi polla y mis huevos.
—Esta noche me he despertado unas cuantas veces y me fascinaba ver tu carita de felicidad. Sara eres una preciosidad de mujer.
Nuestras bocas se juntaron de nuevo en un beso intenso y mi mano fue hacia su coñito que ya estaba empapado, esperando a ser penetrado por mi polla. La atraje hacia mí y ella intuyendo lo que deseaba se puso a horcajadas sobre mi acariciando mi polla con los labios de su coño y dejándome notar su humedad.
Creo que esa mañana hicimos el amor, fue tranquilo y muy tierno cuando llevábamos un rato así, Sara agarro mi polla y la apunto a su coñito, dejándose caer se metió toda mi polla hasta que su culo choco con mis huevos.
—Dios mi amor, te siento tan dentro de mí, me encanta como me llenas.
Esa mañana creo que subimos un nivel más nuestra relación, Sara llevo el ritmo en todo momento, disfrutando de mi polla y lo que le hacía sentir y haciéndome enloquecer de placer a mí. Nuestro orgasmo fue intenso y casi a la par y regué su útero con mi semen que ella acogió con un largo suspiro. Los siguientes días hasta que volvimos a Madrid todo fue sexo y más sexo con algo de trabajo, pero eso hizo que nos conociésemos más y a cada momento notaba como iba enamorándome de manera irremediable de esa mujer increíble.
La vuelta a la rutina fue muy dura, ya en el aeropuerto nos costó mucho trabajo el separarnos, yo sabía lo que me iba a encontrar en casa y Sara pues no me comentó nada en especial pero su cara lo decía todo, estaba a punto de echarse a llorar, me besó con dulzura y me abrazó.
—Me encantaría que cenásemos juntos y luego irnos al hotel, creo que esta noche se me va a hacer muy larga sin ti a mi lado.
Solo la abracé contra mí y la bese con ternura, estuvimos así un buen rato hasta que entendimos que teníamos que separarnos. Aunque no lo exteriorizase, por dentro estaba hecho polvo sabiendo lo que me iba a encontrar en casa.
—Mi amor, nos vemos mañana en el trabajo, le dije a Sara con tristeza, descansa.
Cuando llegué a mi casa la única que salió a recibirme con alegría fue mi hija Alba, mi mujer no se dignó ni en levantarse del sillón a darme un beso de bienvenida, aunque yo si se lo di, pero en la mejilla, me negó sus labios. Volvíamos al principio, a su indiferencia y su desprecio hacia mí.
—Isabel no entiendo tu postura ni tu actitud hacia mí. Trabajo y me esfuerzo por y para esta familia pero creo que tú no aprecias lo que hago.
—Lo aprecio Pedro, pero quiero a mi marido en casa con un horario normal, que podamos disfrutar el uno del otro, no que venga casi de madrugada y que encima se vaya de viaje y no le vea por días.
—Creo que te vas a tener que acostumbrar, porque este es mi trabajo ahora y prefiero estar trabajando a que me trates como a un parasito por no estar ocupado. De todas formas no hay quien te entienda, creo que nada de lo que haga es suficiente para ti.
Mi mujer me miró con rencor y sin decirme ni buenas noches se fue a nuestra habitación. Yo tarde un poco más, cuando me acosté, no sé si lo hizo a propósito o no tenía a "Pedrito" encima de su mesilla como demostrándome que yo no le hacía falta para obtener su placer. Bien, sería como ella quería, pero su actitud no me gustaba nada.
A la mañana siguiente tenía un wasap de Sara citándome media hora antes en el parking de la oficina. Cuando llegué, me llevó de la mano a una especie de cuarto de servicio que estaba bastante escondido, según cerró la puerta nos comimos la boca con desesperación.
—Mi amor como te he echado de menos esta noche, decía excitada, necesito tenerte dentro de mi ahora mismo.
No me dejo decir nada, a los pocos segundos mi polla bombeaba dentro de su coñito, con Sara apoyando las manos en la pared y sacando su culo para poder follarla bien y con mi mano en su boca tapándola para ahogar sus gritos de placer. No tardamos ni quince minutos en alcanzar un orgasmo muy placentero que nos dejó relajados a los dos. Subimos a nuestros despachos como si nada hubiese pasado y con miradas cómplices transcurrió la mañana hasta que Sara entró en mi despacho con cara seria.
—El "presi" quiere vernos, dijo con ironía y algo de amargura.
—Tranquila cariño, dije cerca de ella, será para felicitarnos por nuestro trabajo.
Como dijo Sara ese tío era un cerdo misógino, según entramos en su lujoso despacho ignoró por completo a Sara su jefe de ingenieros y se centró solo en mí.
—¡¡Pedro!! Dijo el presidente dándome la mano efusivamente, mi gran descubrimiento. Solo quería darte la enhorabuena por tu trabajo en la refinería del sur, creo que sin tu intervención todavía estaríamos parados.
—Gracias señor, pero creo que está mal informado, si no llega a ser por su jefe de ingenieros y su conocimiento de la informática de esa refinería, creo que ahora mismo estaríamos en un callejón sin salida, fue ella quien nos dio un nuevo enfoque y quien hizo que descubriésemos el fallo.
—¡¡Ah, vaya!! Exclamo el presidente disgustado. Pues Sara déjame que te de la enhorabuena por tu trabajo, lo habéis hecho muy bien.
Ese desgraciado se sintió contrariado y se dirigió a Sara con indiferencia, con un amable, podéis volver a vuestros trabajos, nos despachó. Cuando bajábamos en el ascensor Sara me agarro la mano y la apretó fuerte contra la suya, con cariño.
—Gracias por el capote mi amor, quizás ahora me entiendas mejor, dijo Sara con tristeza.
—Te entiendo cielo, pero todavía estoy alucinando, cuesta creer que a estas alturas de la vida todavía existe gente con esa manera de pensar. Y créeme que en mi tienes a tu mejor aliado, no quiero tu puesto, te quiero a ti, veras como todo va a ir bien.
Note en su mirada las ganas que tenía de besarme y de abrazarme, pero el típico tintineo del ascensor anunciando que llegábamos a nuestra planta hizo que deshiciésemos toda muestra de afecto y nos comportásemos como jefa y subordinado. Hubo más viajes de los dos y muchas noches de pasión, me fascinaba la manera de ser de Sara y poco a poco se adueñó de mi corazón hasta hacerse doloroso el separarme de ella cuando volvíamos a nuestras vidas. Mi relación con Isabel, mi mujer no mejoró mucho, casi al contrario empeoró, pero eso sí, todos los meses cuando veía la cuenta del banco me obsequiaba con una noche de sexo desenfrenado.
Sara y yo nos alquilamos un apartamento a las afueras de Madrid, necesitábamos más tiempo para estar juntos y un sitio que no fuese un hotel o el coche para poder follar a gusto sin tener que preocuparnos por si alguien nos reconocía o nos pillaban. Incluso abrimos una cuenta conjunta para poder hacer frente a los gastos del alquiler, teléfono, luz, gas, etc. Pasamos muchas horas en ese apartamento, era agradable abrir la puerta y que Sara viniese hacia mí corriendo vestida solo con una camiseta de tirantes y un tanguita. Juntos trabajábamos desde nuestro apartamento, pero era difícil concentrarse cuando tenías sentada en tu polla a una mujer excitada moviendo su culo sobre ti y ronroneando como una gatita mimosa pidiendo que la follases. Organizamos nuestros propios viajes, pero era solo una tapadera para pasar el fin de semana juntos y follar hasta la extenuación.
Sería necio el no comentar que Sara y yo hablamos mucho de nuestra situación y nuestras respectivas parejas. Ella estaba dispuesta a dejar a Jorge su marido, pero yo sufría por mi niña, por Alba, pronto iba a cumplir 16 años y creo que sería traumático para ella el que su madre y yo nos separásemos. Mi niña me quería mucho, era su héroe y creo que aunque yo pidiese la custodia, se la daría a su madre en estos casos el padre poco tiene que decir y la justicia siempre se pone del lado de la madre.
Hubo dos situaciones que cambiaron el rumbo de nuestra relación, la primera fue en una cena de Navidad que organizó la empresa para sus empleados y sus parejas. En esa cena nos conocimos las dos parejas y fue inevitable el que mi mujer se fijase en la belleza de Sara, pero también me di cuenta de la mirada golosa que le echo a su marido.
—Pedro, no me habías dicho que tu jefe era una mujer y muy guapa por cierto. Dijo mi mujer de manera taimada e hipócrita.
—Bueno querida, tú tampoco has demostrado querer conocer nada de mi trabajo ni siquiera a mis compañeros.
Note la mirada de odio de mi mujer, que rápido se le pasó cuando Jorge agarrándola de la cintura se la llevó.
—Vamos a pedir algo de beber Isabel, dejemos a estos muermos hablando de su trabajo.
Los vi alejarse con la mano de Jorge más bien en el culo de mi mujer mientras ella reía seductoramente. Esa noche Sara había optado por un vestido elegante aunque muy discreto que no resaltaba toda su belleza, en cambio mi mujer llevaba un vestido a medio muslo que se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel con su espalda al descubierto y un escote de vértigo, un recogido que dejaba su cuello al aire y zapatos con taconazo que resaltaba su culito respingón. Me puse al lado de Sara y lo susurré para que me oyese solo ella.
—Estas guapísima mi amor, desearía abrazarte aquí mismo.
—Tu mujer es muy guapa Pedro, nunca me lo habías comentado.
—Sí, no te lo voy a negar, pero yo estoy enamorado de otra mujer que no es ella.
Los dos mirábamos hacia la barra viendo como esos dos flirteaban descaradamente entre ellos, con las manos de Jorge siempre acariciando los brazos o la cintura de mi mujer.
—Si te digo algo ¿Te vas a molestar? Dijo Sara.
—En absoluto, dímelo.
—Mi marido y tu mujer esta noche terminan follando, conozco a Jorge.
—Dime algo que no sepa. Dije irónico.
Durante la cena en varias ocasiones tuve que llamar la atención a mi mujer por la manera de comportarse con Jorge. Zorreaba con el de manera descarada, pero es que en la mesa había más gente que me conocía y empezaba a ser incómodo para mí, sobre todo por la mirada de deseo de los hombres. Sara se las arregló para frenar en ímpetu de su marido y parece que se tranquilizaron los dos, aunque una vez terminada la cena y tomando algo con los demás compañeros de pronto me encontré solo. Ni Sara ni Jorge ni mi mujer aparecían por ningún lado, me aparté a un rincón mirando en todas direcciones, hasta que vi aparecer a Sara por una puerta. Fui a su encuentro y estaba seria, con esa mirada furiosa y ese gesto hosco y de mal humor.
—Entra por aquella puerta, dentro hay una especie de pasillo la tercera puerta a la izquierda, me dijo con determinación.
Ni la pregunté pero sabía lo que iba a presenciar, cuando me encontré frente a esa puerta ya me llegaban los gemidos de placer de Isabel. Abrí con cuidado y entre en una especie de almacén, detrás de una estantería pude ver como Jorge se follaba a mi mujer. Me quede varios minutos viendo como ese desgraciado la follaba taladrando su coño sin compasión, mentiría si dijese que no me excite, sobre todo cuando la zorra de mi mujer le paró y le miró con cara de puta viciosa.
—Por el culo cabrón decía excitada, diooos que pollón necesito sentirla en el culo.
El mierda de Jorge saco su polla del coño de mi mujer llena de babas y brillante de sus jugos, me quedé asombrado del pollón que se gastaba el hijo puta ese. Era bastante más grande que la mía y bastante gruesa. Isabel se apoyó en unas cajas y dejo su culo al descubierto, Jorge solo apartó la tirita del tanga y con una ligera presión fue enculando a mi mujer, la muy zorra aulló de placer cuando se la clavó hasta los huevos.
—Cariñoooo follameeeee, gemía Isabel, Diooos fuerte rompemeee el culoooo…asiiiiiiii…maaas.
Me fui de allí, ya había visto suficiente. Con el mismo cuidado que entre salí de esa habitación, en ese preciso momento se oyó a mi mujer gemir más alto y a Jorge con la voz ahogada diciéndola que se corría. Me reuní de nuevo con Sara que me miró con cara de circunstancias, estaba muy cabreado y muy molesto con mi mujer y de acuerdo que tanto Sara como yo no éramos unos santos, pero por lo menos habíamos mantenido las apariencias.
—Mi amor, cuando salga de aquí me voy a ir a nuestro apartamento, no quiero estar al lado de Jorge.
—Te iba a decir lo mismo, después de lo que he visto ya no quiero estar con Isabel.
Sara y yo nos integramos en una de las muchas conversaciones que había, ellos no se dieron cuenta pero les vimos salir primero a mi mujer y a los cinco minutos al marido de Sara, se juntaron los dos en la barra y pidieron algo de beber, al poco vinieron y mi mujer me comentó que quería irse a casa. Aunque había bebido algo de alcohol, creo que si me paraban no daría positivo. En mi cabeza se repetían las escenas de mi mujer follando con ese desgraciado.
—Vas muy serio, ¿Ocurre algo? Preguntó mi mujer.
—Isabel, esta noche me has avergonzado con tu manera de comportarte en la mesa con el marido de Sara.
—Vamos Pedro, solo era un tonteo sin importancia.
—¿Un tonteo? Si hasta Sara ha tenido que llamar la atención a su marido también, ha sido vergonzoso. Aparte de eso ¿También llamas tonteo el que te haya visto follar con ese desgraciado?
—¿Co…Como? Pregunto mi mujer asustada.
—Vamos Isabel, no te hagas la inocente, esta noche muchos ojos os han estado siguiendo debido al espectáculo que habéis dado. No ha sido difícil encontraros, te he visto follando con él y pidiéndole que te rompiese el culo.
Mi mujer miro hacia otro lado y escuche su llanto ella sabía tanto como yo que nuestro matrimonio había acabado, en cambio en mi cabeza solo aparecía Sara, y mi deseo de estar con ella. Cuando llegamos a casa mi mujer pensó que me quedaría con ella y hablaríamos de lo sucedido, pero yo entré en nuestra habitación y metí unas mudas y algo de ropa en una bolsa de deporte.
—Cariño, ¿Qué haces? ¿A dónde vas? Preguntó mi mujer llorando.
—Necesito pensar, no quiero estar a tu lado ahora mismo y por favor no me llames cariño, después de cómo me estas tratando y lo que he visto, ni soy tu cariño ni tu amor. La espeté con desprecio.
Isabel se fue al salón y se sentó en el sillón llorando con amargura, cuando salí por la puerta ni me despedí de ella ni ella reclamo nada más. Cuando llegué a nuestro apartamento Sara estaba esperándome, según me vio se abrazó a mí y se echó a llorar y aunque nosotros éramos tan infieles como ellos, nosotros lo habíamos visto con nuestros ojos y eso duele mucho.
El fin de semana que pasamos juntos Sara y yo nos dejó claro que queríamos estar juntos, tanto Jorge su marido como Isabel mi mujer, sobraban en nuestras vidas. Sara me aseguro que ellos dos se verían más veces incluso llegarían a mantener una relación, pero que Jorge se cansaba rápidamente de follar el mismo coño y buscaba nuevas sensaciones. A Sara y a mí no nos quedó más remedio que volver a nuestras casas y a nuestras vidas, pero ya nada era igual. Hablamos de lo que iba a ser inevitable, íbamos a divorciarnos y aunque sufría por Alba mi hija, creo que yo también tenía derecho a ser feliz y al lado de mi mujer no lo iba a conseguir
Como dije al principio dos situaciones cambiaron el rumbo de nuestra relación. La "pillada" de Jorge e Isabel fue una de esas situaciones, la segunda creo que fue más cruel aun. Sara y yo formábamos un equipo fantástico, nuestra compenetración en el trabajo y fuera de él era increíble y eso hacía que cosechásemos éxitos en nuestros proyectos. Las envidias son muy malas y los "lameculos" en una empresa muchos; alguien o algunos fueron con el cuento de que Sara y yo éramos más que jefe y subordinado y llegó a los oídos del presidente que parecía que se la tenía jurada a Sara. De la noche a la mañana me vi fuera de la oficina, de viaje todas las semanas y con Sara anclada en su despacho ahogada en papeleo. Teníamos muy poco tiempo para vernos y el poco que teníamos siempre ocurría algo para que todo fuese un aquí te pillo aquí te mato con nuestra consiguiente frustración.
Las cosas en mi casa habían cambiado a raíz de descubrir la infidelidad de mi mujer, pero desde el día de la cena no me había acercado a ella y mi trato era frio e indiferente, tenía claro que me iba a divorciar de Isabel. Todo iba a cambiar a raíz de la decisión del presidente de la compañía. El lunes cuando llegue a la oficina y casi sin apenas haberme organizado vi a Sara muy pálida y con ojeras, era temprano y todavía no había nadie, según entre en su despacho se levantó se abrazó a mí y se echó a llorar.
—Mi amor ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿Qué ha ocurrido?
—Vas a tener que irte lejos esta vez, gimoteo Sara, hay una plataforma en el golfo de México con un grave problema estructural en su helipuerto.
Algo había leído sobre esa plataforma, querían llevarla a dique seco y repararla, pero debido al volumen de barriles de petróleo que sacaba al día, decidieron ir poniendo "parches" que no aguantaban nada. Sabía que irme allí significaría mucho tiempo, en esos momentos ni me imaginaba lo que iba a cambiar mi vida, pero a la larga seria determinante.
Cuando el presidente de la compañía habló conmigo, me dejó claro que mi estancia allí seria larga y me recordó que en una cláusula del contrato quedaba claro que no me opondría a viajar aunque eso conllevase temporadas largas fuera de mi casa.
—Como somos una compañía que fomenta la conciliación laboral y familiar y no queremos interferir en el entorno de su familia, hemos dispuesto todo para que usted su mujer y su hija se instalen en Veracruz en una zona residencial de lujo.
—¿Y cuanto tiempo tengo para organizarlo todo? Pregunté asustado.
—El domingo que viene por la tarde tiene usted un billete en primera clase. El martes le quiero en la plataforma evaluando los daños y esperando su informe para la reparación.
—Pero señor eso es poquísimo tiempo, me hace falta algo más para solucionar asuntos pendientes que tengo.
—Pedro, yo le digo donde y cuando el cómo lo haga es cosa suya y ahora vuelva a su puesto y empiece a organizar todo tiene menos de una semana. Dijo tajante el presidente.
Todo fue una locura, Sara estaba sumida en una depresión y mi mujer cuando se enteró de donde me enviaban y que quería que se viniesen conmigo por no separarme de mi hija, me armó una bronca increíble y se negó en redondo a que su hija y ella me siguiesen por medio mundo.
—Yo tengo aquí mi trabajo, mi vida, mis padres, mis amistades y por nada del mundo pienso cambiarlo y por ti y tu trabajo menos. Por mí como si te vas para siempre, gritaba mi mujer fuera de sí.
Eso me terminó de rematar, no es que me hiciese ilusión que mi mujer se viniese conmigo, pero Alba mi niña, la iba a echar mucho de menos, además me iba a perder su 16 cumpleaños y eso me entristeció más aún. Lo único positivo fue que esa semana Sara y yo no paramos de follar, sabiendo que estaríamos tiempo sin vernos. El domingo por la mañana quedamos en nuestro apartamento y estuvimos toda la mañana haciendo el amor, porque eso es lo que hicimos amarnos. La despedida fue muy dura y lloramos los dos, en ese momento maldecí mi trabajo y quise mandarlo todo a la mierda pero Sara más cerebral me hizo entrar en razón y me quitó esa idea de la cabeza.
A las cinco de la tarde volaba hacia México sin saber muy bien cuando volvería a mi ciudad, ni sabiendo a ciencia cierta lo que me iba a encontrar en esa plataforma. No tuve un viaje tranquilo, y lógicamente no pude descansar bien ni dormir, nunca lo he podido hacer en un avión. Además como fuimos hacia el oeste nunca dejé de ver el sol y cuando llegamos a México todavía eran las nueve de la noche del domingo aunque para mi cuerpo eran las tres de la madrugada. Después de recoger mi equipaje y pasar los controles pertinentes salí por la puerta y me encontré con un gran cartel con el logo de mi empresa y mi nombre escrito. Iba como un zombi y solo me dirigí a la persona que lo portaba sin fijarme mucho.
—Hola buenas noches Sr. Valdés, gusto de tenerlo aquí con nosotros, dijo una voz juvenil, alegre y con un fuerte acento mejicano. Mi nombre es Fernanda, aunque todo el mundo me llama Fer y soy su enlace en tierra para lo que le haga falta.
La saludé amablemente sin fijarme mucho en ella, estaba agotado y lo único que necesitaba es una cama para poder dormir. Tenía el estómago revuelto y me dolía todo el cuerpo por haber estado casi diez horas sentado. Esa mujer me ayudó con mi equipaje mientras hablaba conmigo y yo la respondía con monosílabos.
—Se que está agotado del viaje D. Pedro pero ahora le llevo a su apartamento y podrá descansar. Me he tomado la libertad de hacerle algo de compra por si quiete tomar algo antes de irse a dormir.
Fer era eficiente, metimos el equipaje en el maletero de su coche y me llevo hasta donde se supone iba a vivir. Estaba tan torpe que ni conseguía abrocharme el cinturón mientras me decía algo del día siguiente que no entendí. Fue ella la que me ayudó a abrocharme el cinturón de seguridad y lo comentó sin más.
—Don pedro, todavía tenemos una hora de viaje hasta su apartamento, duérmase y cuando lleguemos le aviso.
Se que le dije algo amable y caí en un profundo sueño. No sé si pasaron diez minutos, una hora o un día, de lejos oía una voz llamándome.
—Despierte ya hemos llegado, déjeme ayudarle, vamos despierte.
Para mi cuerpo eran las cinco de la mañana aunque cuando entre en el apartamento un reloj marcaba las once de la noche. Fer se puso delante de mí y me agarró por los hombros y me zarandeo ligeramente.
—Don Pedro, atiéndame, mañana vengo a buscarle a las diez de la mañana, de todas formas aquí le dejo este celular para que pueda comunicarme con usted.
La di educadamente las buenas noches y me fui a dormir, no sé qué hora seria cuando me desperté parecía que había dormido horas, pero cuando miré mi reloj solo eran las dos y media de la madrugada, el puñetero jet lag me la estaba jugando. Intente dormir pero era imposible, me di una ducha para relajarme pero eso me despejo mas aun, así que opte por hacer algo útil, saque mi portátil y me puse a trabajar. Me encontré un papelito con la contraseña wifi y en un minuto estaba conectado. Aunque en un principio me iba a poner a trabajar me conecte en Skype y a los pocos segundos una video llamada de Sara entraba en mi ordenador, cuando vi su carita con ojeras y los ojos muy rojos quise echarme a llorar.
―¡¡¿Mi amor que tal estas? ¿Qué tal el viaje?!! Pregunto Sara con los ojos vidriosos.
―Largo y muy pesado cielo, ahora es de madrugada pero es que no consigo conciliar el sueño.
―Bueno eso es por la diferencia de horas, ya te iras acostumbrando.
Sara se derrumbo y se echo a llorar desconsoladamente, era frustrante ver a la mujer que amas echa polvo y no poder abrazarla y darla cariño para que se tranquilizase aunque me aseguró entre risas y llantos que la próxima llamada seria mucho mejor. Estuvimos hablando cerca de una hora, me comentó algún problema y le di posibles soluciones para que le fuese más fácil su gestión; establecimos una serie de horas que nos venían bien a los dos y aunque nos costó, nos despedimos. Si bien no me apetecía llamé a mi mujer también aunque la zorra de ella rechazó las dos llamadas que le hice, me mando un escueto mensaje «Si me llamas es por que ya has llegado. No hace falta que hablemos» Bueno seguro que el mes que viene cuando vea el dinero ingresado me llamará preocupada, ni loco le iba a ingresar el total de mi nomina, solo 2.500€.
Esa madrugada me dedique a revisar toda la documentación que tenía sobre esa plataforma y sobre las siete de la mañana me dormí plácidamente. Sobre las nueve el teléfono que me dejo Fer sonaba insistente con su nombre en pantalla, cuando conteste su voz alegre y sensual me indico que en veinte minutos estaría en mi apartamento, sinceramente estaba tan cansado cuando me recogió en el aeropuerto y me trajo al apartamento que no conseguía poner cara a Fer. Cuando abrí la puerta y vi a la mujer que tenia delante me quede muy impactado, una preciosidad de metro setenta aproximadamente, pelo castaño claro, largo hasta la cintura y ojos grandes color café oscuro, sus labios eran un poco gruesos, pero daban deseos de besarlos.
—Buenos días D. Pedro, ¿Descansó bien? Dijo Fer pasando dentro del apartamento.
Eso me dio tiempo para mirar a esa mujer por su retaguardia y mi polla reaccionó como esperaba. Llevaba un vestido liviano de una tela que se pegaba a su cuerpo dejando notar sus poderosas curvas y la silueta de un tanga que se perdía por ese gran culo que tenía, se dio la vuelta sonriente y me costó apartar la mirada de sus tetas…¡¡por dios!! Se adivinaban enormes, no es que fuese una mujer delgada, ni mucho menos, era una gordibuena, una mujer impresionante.
Ese día lo pase con ella, me enseño algo la ciudad y me llevo en helicóptero a la plataforma situada en alta mar. El viaje duró casi una hora, pero me dejo ver lo asombrosa que era esa instalación. A la vuelta comimos y me dio un dossier con todos los fallos detectados y que requerían intervención inmediata, pero el más importante era el helipuerto. Disfrute de su compañía y de las vistas de su anatomía que me dejaba ver de vez en cuando y me hizo más llevadero ese día aunque de mi cabeza no me quitaba a Sara. Fer me dijo que la primera semana la pasaría en la plataforma para evaluar los daños y empezar a hacer mi proyecto.
Al día siguiente a la ocho de la mañana Fer me dejo en el aeropuerto y un helicóptero me dejo una hora después en esa plataforma. Lo que en un principio era estar una semana se convirtió en un mes, pedí a Fer que me enviase la ropa que tenía en el armario de mi apartamento y seguí trabajando en jornadas maratonianas de doce y catorce horas. Pasados cuatro meses encerrado en esa plataforma no era consciente del deterioro psíquico al que me estaba sometiendo. Las llamadas a Sara se fueron espaciando hasta casi desaparecer, aunque cada vez que hablábamos nos repetíamos que ya quedaba menos para vernos. Había descuidado mi aspecto físico y parecía más un vagabundo que el ingeniero de estructuras de esa compañía. Hasta un día de casi el quinto mes en el que cometí un fallo que pudo ser una catástrofe pero que lo vi antes de que pasase. El jefe de plataforma, un holandés de 60 años, me llevó a su despacho y habló conmigo.
—Pedro, no te voy a negar que me alegro de tenerte a bordo de esta plataforma. Has arreglado muchos de los fallos que teníamos y las obras del helipuerto van a buen ritmo…pero no puedes seguir así, estas agotado y empiezas a cometer fallos, debes de tomarte un descanso, esta tarde te vas a tierra y tomate una semana… ¡Ah! y tranquilo, que tus hombres saben lo que hacer.
No me dejó rebatirle nada y esa misma tarde me vi en el helicóptero camino de Veracruz. Cuando llegué Fer me estaba esperando, durante esos meses ella y yo habíamos hablado mucho por teléfono debido al trabajo y habíamos cogido confianza y confieso que alguna vez hablando con ella con su tono de voz y ese acento me ponía como una moto y me agarraba unos empalmes bestiales. Lejos de pensar que nuestro saludo seria formal fue muy cercano, Fer se acercó a mí y me abrazó ligeramente dándome un beso en la mejilla y dejándome sentir esas poderosas tetas en mi pecho.
—D. Pedro que bueno tenerle otra vez acá. Me dijo con alegría.
—Muchas gracias Fer, creo que me hacía falta desconectar un poco.
—Pues claro, aproveche estos días para conocer nuestra ciudad, verá que bien lo pasa. Ahora déjeme acercarle a su apartamento, tiene comida en la nevera y todo lo necesario para pasar estos días.
La eficacia de esta mujer era increíble, pensaba en todos los detalles. Al rato me encontraba en mi apartamento y sin saber muy bien que es lo que hacer, acostumbrado a estar en la plataforma ahora me encontraba algo perdido. Lo primero que hice fue llamar vía Skype a Sara pero no obtuve respuesta, le mandé un wasap pero me dejo en leído y sin respuesta y eso me empezaba ya a preocupar, a la hora que se lo mandé estaba seguro que estaría en la oficina. Llame a mi mujer pero tampoco obtuve respuesta, de hecho en wasap me había bloqueado; las pocas veces que pude hablar con mi hija me confesaba que mi mujer estaba furiosa conmigo, primero por haberme ido y segundo por haber cortado el ingreso de efectivo en nuestra cuenta, lo siento no iba a faltarles de nada pero no quería que la zorra de mi mujer viviese a cuerpo de rey a mi costa.
Ese día no hice mucho más, salí a dar una vuelta por los alrededores y ya temprano me fui a dormir. Al día siguiente era viernes y empezaba un fin de semana largo para mí, acostumbrado a trabajar todos los días de pronto me encontraba demasiado ocioso. Opté por preguntar a los cuidadores de la urbanización que se podía hacer y me fueron de mucha utilidad ya que me indicaron a que sitios ir para divertirme. Esa misma tarde me fui hacia esa zona listo para pasarlo bien, he de reconocer que la hospitalidad de esta gente me cautivó y enseguida me encontré a gusto en los sitios que fui. Ya por la noche me senté en una cantina que tenía unas mesas en el exterior, la noche acompañaba por la buena temperatura y una Coronita bien fría me refrescaba, me fijaba en la gente que iba y venía y no era mucho más distinta que las modas de España, hasta que una voz alegre me sorprendió.
—¡¡PEDROO!! Que coincidencia.
Cuando levanté mí vista lo primero que vieron mis ojos fueron dos inmensas tetas y enseguida supe que era mi asistente en tierra, Fer. La saludé con cariño y la invité a sentarse conmigo a tomar algo cosa que aceptó encantada. Al poco nos fuimos a otro sitio a cenar algo y que ella conocía, lo pasamos muy bien y entre tragos y chupitos llevábamos un "puntito" muy alegre, Fer agarraba mis manos y apoyaba su cabeza en mi hombro y yo apoyaba mis manos en sus piernas y las acariciaba. Nos tuteábamos y reíamos por todo y mi deseo era poder follarme a ese monumento de mujer.
—Creo que nos deberíamos ir a dormir, dijo Fer cansada.
—Sí, ya es tarde dije con tristeza, pero lo estaba pasando muy bien, como hacía tiempo que no lo pasaba.
Nos quedamos callados por un momento mientras Fer me miraba a los ojos, agarro mi mano y me sonrió.
—¿Te apetece mañana ir a la playa y pasar el día allí?
—Claro dije enseguida, me encantaría.
—Dale, pues nos vamos a dormir y mañana te paso a buscar a tu apartamento a las diez de la mañana.
Paramos un taxi y primero dejó en su casa a Fer y luego a mí, su despedida fue muy sugerente y creo que algo iba a ocurrir entre nosotros, me abrazó y me dio un beso en los labios. Esa noche no pude dormir muy bien pensando en que vería a Fer casi desnuda mostrando sus curvas con descaro, llevaba mucho tiempo sin follar y creo que verla así sería devastador para mí, me pasaría más tiempo en el agua que en la arena para ocultar mis erecciones.
Al día siguiente a las diez sonaba en timbre de mi apartamento y según abrí la puerta se me cayó el mentón al suelo. Una Fer que no conocía estaba frente a mí, sensual, provocativa y preciosa, llevaba el sujetador del bikini que apenas podía contener esas dos poderosas tetas, un pareo liviano y bastante transparente dejando adivinar la braguita del bikini, bastante pequeña, pero tapando lo más importante, mi polla empezó a enervarse descarada. Ella se dio cuenta de cómo la miraba era imposible no hacerlo, pasó al interior del apartamento dejándome ver su gran trasero solo cubierto por la fina tirita del tanga…ufffff…mi polla ya se puso como una barra de acero. Creo que ese día en la playa sería un suplicio para mí, sobre todo por no poder tirarme a su cuerpo como un demente y poseerla hasta vaciar mis huevos de leche.
Durante el trayecto ella no dejó de hablar y yo no deje de mirar cómo se movían sus tetas con los pequeños baches de la carretera, era un movimiento hipnótico y más de una vez me pilló mirándola descaradamente pero ella solo me miraba con coquetería y seguía a lo suyo. Fer me llevó a una playa casi desierta, había muy pocos bañistas y todos esparcidos lejos unos de otros, reconozco que el sitio era precioso y bastante idílico, nos metimos bajo una especie de toldo y fue cuando empezó el espectáculo de esa poderosa hembra que me empezaba a volver loco.
—Pedro, ¿te importa que haga topless?
¿Importarme? Joder, lo estaba deseando.
—Para nada Fer, puedes hacerlo sin problema.
Y así si más se despojó de la parte superior de su bikini dejando libres ese par de tetas impresionantes algo caídas por su tamaño y peso pero preciosas por el canalillo tan cautivador y esos pezones marroncitos pidiendo ser devorados. Fer sabía que tenía toda mi atención y con coquetería se despojó de su pareo y me dejo ver su cuerpo casi desnudo solo cubierto por un tanga mínimo. Como dije Fer no era una mujer delgada, pero tampoco una gorda desmesurada, era dueña de un cuerpo rotundo y voluptuoso pero todo muy proporcionado y el conjunto era extremadamente excitante a la vista.
Extendimos las toallas y ella se echó boca abajo pero me miró con picardía enseñándome el bronceador.
—Pedro ¿me das bronceador por la espalda?
—Claro, sin problema. Dije con nerviosismo.
Mire ese cuerpo divino, sus tetas sobresalían por los laterales y eche un chorrito de bronceador y mis manos entraron en contacto con su piel…ummmm…fue como una descarga de adrenalina. Mis manos recorrían su espalda, hombros y laterales y bajaban hasta casi su culo pero volvía a subir aunque deseaba sobar esas poderosas nalgas que poseía.
—Ummm Pedro que rico me lo haces, susurraba Fer.
A estas alturas tenía mi polla desesperada por meterse en el coñito de esa belleza salvaje, Fer miro mi paquete y me miro lasciva mordiéndose el labio inferior.
—Ya que estas…dame bronceador también por mi culito y mis piernas.
—¿Co…co…cómo? Pregunté asustado.
—Vamos, no seas tímido Pedro, me encanta como me acaricias.
No quise parecer desesperado así que empecé desde sus tobillos hacia arriba, masajeando, acariciando, sobando esas piernas llenas, suaves, adictivas. Según me acercaba a su culo Fer abrió ligeramente sus piernas y elevo su culito provocadoramente. Mis manos acariciaron el interior de sus muslos cerca de su coñito y Fer emitió un sonoro gemido, puse más bronceador sobre ese culazo que pedía a gritos mis caricias y sobé, amasé a conciencia recreándome cuando mis manos pasaban ceca de su anito haciendo presión sobre él. Mis dedos ya se paseaban por los labios de su coño, notaba su humedad y el leve movimiento de sus caderas, fui más atrevido y apartando la poca telita de su tanga acaricié su rajita en toda su extensión, Fer gimió como una gata salida y mis dedos profanaron su coñito hundiéndolos en su interior, mientras elevaba más su culito y se abría mas de piernas.
—Papiii…que ricoooo…maaas. Gemía Fer.
Me apoderé de su clítoris y empecé a masturbarla mientras que con mi otra mano follaba su coño con mis dedos y me embriagaba de su olor, mi polla estaba a reventar dentro de mi bañador y la visión del coño de Fer reluciente de juguitos y mis dedos chapoteando dentro de él me tenían loco de deseo por esa mujer. Noté como sus caderas se movían más deprisa y su cuerpo empezaba a temblar
—Asiiii papiiii…asiiiiii…mas…mas….másssssss…¡¡AHHHHHHH!!...siiiiiiiiii.
Fer explotó en un orgasmo largo que regó mis manos su tanguita y la toalla. Dejo caer sus caderas a la toalla mientras respiraba fatigada y aproveche para relamer mis dedos de su esencia, entre dulce y algo acida pero adictiva y riquísima.
—Ummmm, Fer sabes deliciosa, te voy a comer enterita quiero beberte.
—Creo que cada vez que me quiera poner crema solar te voy a llamar, rió Fer divertida, aunque todavía no me has dado cremita por delante. Dijo traviesa dándose la vuelta.
Me miro provocativamente y no hizo falta que me dijese nada más, eche crema solar por sus tetas y me recree amasándolas, chupando sus pezones, sobándolas mientras Fer metía una mano por la pernera de mi bañador y se apropiaba de mi polla.
—¡¡PAPIIII!! Que vergote.
Fer se mordía el labio inferior mientras me miraba provocadora y empezaba a masturbarme. Mis manos fueron bajando por su torso hasta casi llegar a su coñito, ella abrió sus piernas y me obsequió con la visión de su sexo tapado ligeramente por la telita del tanga, estaba todo brillante y babosito de sus juguitos y su olor me estaba volviendo loco. Mire a todos los lados y no vi a nadie, no me lo pensé y metí mi cabeza entre sus piernas mientras Fer seguía pajeandome.
—AHHHH…ricoooo, gimió Fer, dame lengüita…ummmmm…siiiiiii.
Estaba tan excitado que la situación me desbordo, tener mi boca en el coñito de Fer, lamiendo, bebiéndome sus juguitos y follandola con mi lengua hizo que mi orgasmo fuese imparable. La mano de esa mujer me pajeaba con dulzura y exploté. Así como estaba arrodillado, con mi cabeza entre sus piernas y una mano suya haciéndome diabluras en mi polla me corrí como hacía meses no lo hacía. Bufé mi orgasmo mientras devoraba el coñito de Fer que ya movía sus caderas incontroladamente y llenaba mi boca de su corrida.
Estaba fatigado y acalorado, me tumbé y apoye mi cabeza en el cuerpo de esa ninfa del deseo, ella acarició mi cabeza mientras los dos recuperábamos nuestra respiración.
—Sabes papi, desde que te vi me gustaste y ayer estaba deseando que ocurriese esto.
—¿Con un viejo como yo?
—¿Viejo? Mi rey, siempre me gustaron los hombres más mayores que yo, y tú no eres viejo, eres un madurito muy deseable para mí.
Fer se incorporó e hizo que yo cambiase mi postura, casi se tumbó encima de mí y nos besamos con pasión dejando que nuestras lenguas se devorasen. Me miró con cariño mientras acariciaba mi cara.
—Amor déjame que te de bronceador, dijo con picardía, aquí el sol quema mucho.
Ni que decir tiene que su manera de darme bronceador me puso a mil. Sus manos recorrían mi cuerpo con suaves masajes llegando a lugares de alto riesgo, sus ojos me miraban divertidos y sus labios de posaban sobre mi piel o sobre mis labios para hacer que mi polla no dejase de estar en su máximo esplendor. Mis manos tampoco se estaban quietas y la acariciaban por cada milímetro de su piel, los dos estábamos muy excitados nuevamente y Fer poniéndose en pie alargó sus manos y tiró de mí.
—Vamos a darnos un bañito amor, aquí hace mucho calor y mi calentura no deja de subir.
Era impresionante ver a esta mujer andar hacia la orilla, esas caderas poderosas, esos muslos llenos grandes y ese culo moviéndose de manera sensual estaban desatando mi deseo de follarmela en la misma orilla. Cuando metió sus piececitos en el agua dio un gritito sensual y vino corriendo a abrazarse a mí.
—¡¡Esta fría papiii!!
Me encantaba esa manera de ser sensual e infantil pero derrochando provocación. Los dos abrazados nos metimos en el agua con los aspavientos lógicos cuando te metes en un entorno frio, aunque el agua estaba a una temperatura idónea.
—No me sueltes, decía Fer aferrada a mí, no sé nadar muy bien y me da algo de miedo.
—Cielo mío, no te voy a soltar por nada del mundo, la dije besando sus labios.
Fer se abrazó a mí clavando sus tetas en mi pecho mientras se frotaba descaradamente con mi ya crecida polla. Me miró de manera lasciva y aferrándose a mí brazo a los pocos segundos saco el tanga de su bañador y se lo ató a la muñeca. Bajo sus manos y las metió dentro de mi bañador agarrando mi verga deseosa de meterse en el cuerpo de esa poderosa hembra. Me sonrió con malicia y se sumergió delante de mí, note como me bajaba mi bañador y me lo dejaba sujeto a mi tobillo. Algo cálido rodeo mi polla y supe enseguida que era su boquita haciéndome una mamada que duró poco porque se quedaba sin aire, emergió ante mi preciosa y sonriéndome.
—¿Y dices que no sabes nadar muy bien? Dije entre la ironía y el placer.
—Para lo que quiero soy como un pececillo y me defiendo muy bien.
Se dio la vuelta y apoyo su culazo en mi polla que se metió entre sus nalgas en un acople perfecto. Mis manos rodearon su cintura y fueron subiendo hasta apoderarse de esas tremendas tetas que me estaban volviendo loco, amasé, pellizque, estrujé y manosee a placer semejantes atributos, mis manos no las abarcaban eran enormes pero perfectas en tamaño, forma y peso.
—Ummmm, papiiii…follame.
Tenía mi polla a punto de reventar y aunque me había corrido hace bien poco notaba mis huevos cargados de nuevo y con una excitación difícil de controlar. Así de pie como estábamos Fer saco un poco su culo abriéndose de piernas, agarré mi polla y la enfilé hacia su coñito, entro suave en su interior, era un chochito apretado y estrecho pero que acogió mi polla hasta que mis huevos rebotaron en su coño.
—¡¡AHHHHH!! Papiiii que vergote más rico.
Sabía que no aguantaría mucho, mis cuatro meses encerrado en esa plataforma sin nada de sexo me pasarían factura, pero no sé si debido a la situación, al momento o a vaya usted a saber que, Fer ya gemía excitada a punto de correrse.
—Fer no aguanto mucho más…ufffff…me voy a correr.
—Dentro papiii…hazlo dentro…asiiiiii…no temas…me corroooooooooo.
Explotamos los dos en un orgasmo bestial, clave mi polla en lo más hondo de su útero mientras no dejaba de largar trallazos de semen inundando su coñito. La abracé contra mi desesperado, besando su cuello, su nuca y su espalda mientras ella no paraba de gemir y temblar su orgasmo. Cuando recuperamos nuestras respiraciones y nos tranquilizamos saqué mi polla del interior del coñito de Fer, se dio la vuelta y se abrazó a mi besándome con pasión, mis manos jugaban con su cuerpo y con ese culo grande, carnoso y apetecible.
—Me encanta estar así contigo, me dijo Fer ronroneando mimosa, pero empiezo a sentir frio, salgamos del agua.
La ayudé a ponerse el tanga y ella me ayudó a ponerme el traje de baño, nos tumbamos al sol y ella agarro mi mano y la besó entrelazando sus dedos con los míos.
—Esto no ha hecho nada más que empezar, dijo sonriente, esta noche te pienso dejar sequito mi amor.
Ese día en la playa no follamos más por que empezó a llenarse de gente, pero sí que dentro del agua nos metíamos mano como desesperados, incluso llegue a masturbarla y follarla con los dedos hasta que se corrió de nuevo abrazada a mí. Me encantaba cuando se corría, su cuerpo temblaba de pies a cabeza y su boca buscaba la mía para gritar su placer. Esa noche Fer se quedó a dormir en mi apartamento, cenamos desnudos con esa mujer provocándome a cada momento, mi polla me dolía ya de lo hinchada que estaba, no llegamos a los postres nos fuimos a la cama y al poco Fer me hizo algo que me volvió loco. Se tumbó boca arriba con su cabeza fuera del colchón, me dijo que abriese mis piernas y me pusiese sobre su cara y mi polla entre sus tetas…joder fue increíble, me hizo una cubana impresionante mientras su lengua y su boca devoraban mis huevos y mi perineo y un dedo suyo percutía mi ano. No aguanté mucho, el primer trallazo fue a parar a su monte de venus, el segundo y el tercero a su ombliguito y el resto perdiendo potencia regaron su torso.
No sé cuánto tiempo estaríamos follando, pero caímos rendidos los dos, como me dijo Fer me dejo sequito y yo le regalé incontables orgasmos. Algunos vecinos golpearon la pared para que les dejásemos dormir ya que esa mujer gritaba y gemía como una loba herida cada vez que mi polla la taladraba sin compasión.
Este tipo de relación con Fer hizo que mi perspectiva al estar allí trabajando cambiase. Ahora todos los viernes al medio día un helicóptero me dejaba en el aeropuerto y allí estaba ella esperándome con una gran sonrisa. Como dije Fer era muy competente y siempre me sorprendía con fines de semana en sitios increíbles donde aparte de disfrutar de la naturaleza follabamos como si no hubiese un mañana.
Empecé a conocerla mejor, era joven y eso me contagiaba de alguna manera pero lo que me fascinaba es lo puta que se volvía en la cama. Tuve el honor de desvirgarle ese culo tan adictivo que tenía, pero no decía que no a nada, como me decía siempre que la follaba quería ser mi puta. Uno de los fines de semana que quedamos compré por internet un Lush que dejaron en la recepción de mi apartamento. Al poco vino Fer con un vestido impresionante que realzaba sus curvas y obsequiaba con la visión de sus piernas, sandalias de tacón que hacia su culo más respingón y su larga melena suelta. Un ligero maquillaje realzaba sus labios y las facciones de su cara, en ese momento quise follarla, pero mis planes eran otros. Esa noche la invite a un restaurante muy exclusivo y cuando estábamos sentados deje una cajita sobre la mesa que Fer miró intrigada.
—¿Y esa caja amor?
—Es algo para ti, para mi puta preferida, algo que sé que te va a volver loca.
—Ummmm, papi suena divertido.
El escenario era perfecto, todo lleno de gente, todos a lo suyo charlando animadamente sin reparar en lo que hacían otros, esboce una sonrisa maligna y agarre la mano de Fer.
—Cariño, ¿Vas a hacer lo que te diga?
—Claro que si papi, pero me tienes intrigada.
—Mi vida hoy te vas a correr como la puta que eres delante de toda esta gente.
Fer me miró entre el pánico y la excitación, pero vi deseo en su mirada.
—¿Te has vuelto loco? Qué vergüenza, dijo empezando a ponerse colorada.
—Toma esta caja mi amor, vete al baño, quítate el tanga y metete lo que hay en el interior dentro de tu coñito. Luego ven a sentarte.
Fer me miró excitada y obedeció sin rechistar, al poco la tenía sentada de nuevo a mi lado, sus ojos estaban brillantes y un ligero rubor decoraba sus mejillas. Me dio algo por debajo de la mesa y era su tanga que notaba empapado. Cogí mi móvil y abrí una aplicación que tiene ese dispositivo.
—¿Y ahora que se supone que…? ¡¡¡AMFFFFFF!!...¡¡JODEEEER!!
Gimió Fer con los dientes apretados cuando active la vibración del Lush . Agarró los bordes de la mesa y entrecerró sus ojos poniéndolos en blanco.
—Y está en la vibración más baja, le dije besando su orejita, te aseguro que esta noche te vas a correr las veces que quieras.
—Papi, dale un puntito más a ver que paaasaaa…AHHHHHH…siiiii…sigueeee…sigueeee.
Fer agarro mi mano con fuerza y note su cuerpo estremecerse, se estaba corriendo de forma irremediable. Estuve tentado de darle otro nivel más a la vibración o ponerlo en modo metralleta pero quise dejarla disfrutar de su primer orgasmo en público aunque cuando estaba terminando mi vena malvada apareció y le di un nivel más de vibración
—Papiiii…cortaloooo…joder…jodeeeer…no…noooo lo pareees…siiiiiiiiiiiiii, sigueeee….sigueee… Gemía corriéndose de nuevo
La gente empezaba a mirar hacia nuestra mesa ya que Fer emitía grititos y gemía. Se mordía la mano para no chillar de placer y quise dejarla descansar, tampoco era cuestión de dar la nota. Cuando consiguió tranquilizarse, me miro y me plantó un morreo que me dejó sin aire. Creo que esa noche fue un punto y aparte en esa extraña relación maduro/jovencita. Fer disfrutó de su cena y de cuatro orgasmos más con el Lush metido en su coñito y yo haciendo diabluras con el móvil. Cuando nos levantamos de la mesa para irnos un gran mancha de humedad en su vestido y en la silla recordaba lo que había disfrutado esa mujer.
—Papi no aguanto más vamos a tu apartamento y follame necesito sentirte dentro. Me rogó Fer con deseo.
Cuando llegamos nuestras ropas volaron y nos fuimos directos a la cama, Fer se puso en cuatro y me pidió, casi me ordenó que la follase. Saque el Lush de su coñito empapado, chorreando juguitos y metí mi polla dentro de su coño hasta que mis pelotas rebotaron en su clítoris, gimió de placer al sentirse llena de mi polla que luchaba por meterse en lo más hondo de su útero.
—Papiii dame verga…maaaas…asiiiiii….recio…no pareeees, más recio…maaaas…maaaas.
Fer estaba desbocada y se me ocurrió algo que de seguro la iba a volver loca, tenía en la mesilla a mano gel lubricante y lubriqué bien su anito para seguidamente meterle el Lush en su culo y ponerlo a máxima vibración, eso desató la locura en esa mujer que empezó a encadenar orgasmos y gritar mientras mi polla la taladraba sin piedad.
—¡¡¡PAPIII ME CORROOOOOO!!! DALEEE…MAAAS…ME CORROOOO…AHHHHHH SIIIIIIII .
Llegue a contar hasta seis orgasmos de ella, mientras mi polla era maltratada por los músculos de su vagina que la exprimían intentando sacar su premio. Ver como mi polla barrenaba su interior y ese culo moviéndose al ritmo de mis embestidas hicieron que mi orgasmo ya fuese imparable y agarrándome a sus formidables tetas clavé mi polla en lo más hondo de su ser empezando a llenarla el coño de leche y provocando un nuevo orgasmo en ella. Caímos los dos rendidos en la cama con mi polla todavía en su interior, nuestras respiraciones estaban desbocadas y nos costó tranquilizarnos debido a la excitación. Estábamos empapados en sudor y la habitación olía a sexo un olor que despertaba mis instintos más bajos.
—Increíble, dijo Fer sofocada, me has dejado rota.
Haciendo un último esfuerzo, se sacó el Lush de su interior y cayó en un profundo sueño. Por mi hubiese seguido follandola, pero reconozco que desde que empezamos a cenar y hasta ese momento Fer alcanzo no menos de diez orgasmos que la dejaron agotada. Yo estaba excitado y no me apetecía dormir, así que me fui a duchar y a lavar el Lush, que de seguro sería utilizado de nuevo según se despertase esa niña insaciable. Cerré la puerta de mi habitación y encendí mi portátil, intente en vano ponerme en contacto con Sara o con mi mujer y lo único que conseguí es hablar con Alba mi niña, estuvimos hablando un buen rato pero noté preocupación en su voz mientras me ponía al día de las cosas de casa.
—Cariño, ¿hay algo que tengas que decirme? Te noto preocupada.
—Papa, ¿todo va bien entre mamá y tú?
Me sentí muy triste por no poder estar allí con ella y hablarlo cara a cara, pero creo que este era un buen momento para prepararla, para decirle lo que pasaría inevitablemente.
—No cielo, todo lo contrario, mamá y yo nos vamos a divorciar, de hecho todavía no lo hemos hecho porque estoy aquí, pero según llegue me pondré en contacto con mi abogado y solicitaré los papeles del divorcio.
—Bueno, eso quería comentarte, mamá dice lo mismo y últimamente sale mucho con otros hombres.
Eso no me pilló de sorpresa, incluso imagine que uno de esos hombres seria el marido de Sara, se estaría hartando a follar y que conste que no la culpo aunque suene a reproche. Vi a mi niña haciendo un puchero para seguidamente echarse a llorar con desesperación eso me rompió en mil pedazos.
—Mi amor no llores, le decía con cariño, veras como no es tan malo, es mejor así ya que si no nos haríamos mucho daño y tu sufrirías, además, puedes elegir con quieres estar o con mamá o conmigo vas a cumplir 17 años y eres toda una mujer.
—Yo quiero veros juntos como cuando era pequeña, decía entre sollozos, no me hago a la idea de que os separéis.
Intenté convencerla de que era lo mejor y por supuesto no entre en detalles de por qué me iba a separar de su madre, pero en mi cabeza estaban las escenas que presencié cuando Jorge el marido de Sara se la folló delante de mis narices con ella entregada a él y pidiéndole que la rompiese el culo.
Cuando terminamos la conversación estaba hundido, Alba mi niña era la persona que más me importaba en este mundo y no quería que sufriese, pero iba a ser inevitable. Mande un wasap a Sara rogándole que respondiese a algún mensaje mío, pero de nuevo me dejó en leído y no me respondió y eso de alguna manera me encolerizó por que no entendía su actitud. Le mande un mensaje por wasap bastante duro y agresivo y como respuesta me bloqueó… ¿Qué cojones pasaba? Estaba a miles de kilómetros y estaba desconectado de todo, mi mujer follaba con otros mi hija estaba pasándolo muy mal y la mujer a la que amaba, ahora pasaba de mi olímpicamente.
Me fui a dormir bastante triste y abatido, cuando me metí en la cama Fer se pegó a mi notando su calor y su cariño, la abracé contra mí y así conseguí quedarme dormido, aunque en mi cabeza las imágenes de mi mujer y Jorge y de Sara follando con otro no se apartaban de mi mente. Antes de amanecer me levante de nuevo, Fer dormía con una cara de felicidad que envidiaba, me puse frente al ordenador y escribí un correo al responsable de RRHH solicitando un viaje a España para resolver algunos asuntos personales que no se podían aplazar.
Algo más tranquilo me metí en la cama de nuevo y quise abstraerme de todo e intentar descansar, pero Fer se despertó y se fue al baño, oí el agua de la ducha y al cabo del rato salió hacia la cama, no pude dejar de admirar su cuerpo con unas curvas impresionantes que llamaban a follarla sin descanso. Miró el Lush en la mesilla y sin pensarlo se lo metió en su coñito de nuevo, eso me excito y mi polla empezó a cobrar vida. Estuvo mirando algo en su móvil hasta que descubrí que se bajó la aplicación para tener control sobre el Lush el ruido de la vibración y un largo gemido de Fer me indicó que estaba en funcionamiento.
—¿No has tenido suficiente, que aun quieres más? Pregunte divertido.
—Ummmm papi buenos días, que bueno que andes despierto. Casi gimió Fer.
Se irguió y dándome la espalda pasó una pierna por encima de mi cabeza, dejándome ver su coño y su culo en todo su esplendor, enseguida note la calidez de su boquita en mi polla que con un espasmo la recibió con alegría. Hundí mi cara en el chochito de Fer bebiéndome sus juguitos que ya salían debido a la estimulación del aparatito dentro de su coño. Mis manos agarraban sus nalgas amasándolas, haciéndolas mías, viendo como su anito boqueaba de excitación. Metí un par de dedos dentro de su coño y los saque llenos de babitas, unte bien su anito e introduje mis dedos en su culo.
—¡¡AHHHHHHH!! Rico papi no pares. Gimió moviendo sus caderas.
—Te voy a follar este culo de puta que tienes. Dije excitado.
Le di un fuerte azote que acogió con un largo suspiro mientras mi lengua recorría su rajita y mis dedos la follaban el culo, empecé a notar como el cuerpo de esa niña empezaba a temblar de placer hasta que gritó su orgasmo con mi polla en su boca, mientras me bebía su orgasmo que inundó mi boca. Se incorporó y dándose la vuelta de nuevo se sentó sobre mi polla pero sin meterla en su interior, se tumbó sobre mí y me besó con lujuria, mientras sus caderas se movían obscenas sobre mí ya recrecida polla. Me miro como una niña mala y poniéndose en cuclillas agarro mi polla y la llevo a su culito empalándose ella sola mientras su cara reflejaba el placer y el dolor que sentía. Cogió su teléfono y aumento la vibración del Lush, hasta yo mismo lo notaba sobre mi polla mientras ella me miraba con deseo.
—Vamos papiii follame como la puta que soy. Gimió descarada.
Agarre su tremendo culazo y entre azotes y clavadas en su culo me la follé desesperadamente hasta que note un nuevo orgasmo de ella que hizo que no aguantase mucho más llenado sus intestinos de leche espesa y calentita que Fer acogió con un largo suspiro mientras mis manos maltrataban sus tetas y sus pezones. Esa mujer era puro fuego y me tenía agotado, pero pasamos todo el fin de semana follando como animales hasta que llegó el domingo por la noche y nos tuvimos que separar, por delante una nueva semana para reponerme hacer mi trabajo e intentar resolver mi problema.
La respuesta la obtuve del propio presidente de la compañía en conversación telefónica. Ese hijo de puta no tenía escrúpulos y era un tirano.
—Pedro no se deje llevar por sentimentalismos que podrían acabar con su brillante porvenir en esta empresa. Está haciendo un gran trabajo y me tiene impresionado, cuando vuelva quiero que nos veamos porque tengo grandes planes para usted. Siga así, un abrazo.
Me despacho como se despacha una barra de pan, literalmente se deshizo de mí y mi problema, estaba jodido. Podría hacer dos cosas, irme por mi cuenta a España y "pasar" de la compañía y su presidente o pensar fríamente, hacer mi trabajo terminarlo cuanto antes y regresar para ver qué demonios estaba ocurriendo. Opté por la segunda opción ya que la primera de seguro me costaría el trabajo y tampoco quería perderlo, así que escribí un escueto correo a Sara explicándole mi malestar y que si deseaba hablar conmigo lo hiciese porque realmente no entendía su silencio y su frialdad hacia mí. No obtuve respuesta y su silencio creo que me dejó claro su actitud hacia mí y que había algo más que no deseaba o no quería contarme. Aunque lo pasé bastante mal, el tiempo y Fer me ayudaron a apartar de mi mente a Sara y no pensar en ella constantemente, me volqué en mi trabajo nuevamente y los fines de semana me veía con Fer y lo pasábamos muy bien. Ella fue mi confidente y mi paño de lágrimas y solo supo darme ánimos. Sabia de sobra que la relación que manteníamos era puramente de una amistad muy íntima, éramos folloamigos y los dos disfrutábamos como benditos en la cama o donde surgiese. Fer era muy viciosa y siempre inventaba algo para provocarme, con ella el sexo era diferente, era libre, sin ataduras y hacia que disfrutásemos mas ya que no había vinculo sentimental. Una noche me llevó a una fiesta a la que le habían invitado en la playa, recuerdo que la noche era increíble y el entorno impresionante. Música, comida, alcohol y Fer bailando de manera provocadora hicieron que esa noche terminásemos haciendo un trio con otro chaval y follando su culo y su coño a la vez mientras encadenaba orgasmos y berreaba de placer al sentirse llena de nuestras corridas.
Todo en esta vida tiene un final y mi trabajo en esa plataforma había terminado, hasta vino el presidente para ver todo lo hecho y quedo gratamente impresionado. Habían pasado exactamente trece meses desde que salí de España y la verdad necesitaba volver y abrazar sobre todo a mi niña que de seguro estaría muy cambiada a punto de cumplir sus 17 años. Pensé que me iría en el avión privado de la compañía junto al presidente, pero me volvió a demostrar su clasismo y su mala baba al mandarme por vuelo regular, ahora eso si en primera clase.
Un día antes de irme Fer vino a mi apartamento y pasamos la noche juntos, follamos hasta caer rendidos y al día siguiente me llevó al aeropuerto. Aunque intentábamos aparentar que no pasaba nada la tristeza nos invadía, cuando facturé nos dirigimos hacia la entrada de seguridad y allí llego el momento de despedirnos. Fer se abrazó a mí y me beso tiernamente en los labios mientras juntaba su cuerpo al mío y notaba su estremecimiento.
—Sé que esto no es una despedida mi amor, es un hasta pronto, decía Fer con la voz quebrada por el llanto. Pero eso no significa que no te vaya a echar de menos, solo te pido que de vez en cuando te acuerdes de mí y me llames para charlar.
—Claro que si cielo y déjame que te de las gracias de corazón porque sin ti creo que esto no lo habría soportado. Eres una mujer increíble.
Me separé de ella y vi sus lágrimas cayendo por sus mejillas, la mire con cariño mientras mis dedos secaban sus lágrimas y la besé, en un último beso cargado de cariño y agradecimiento. Me costó separarme de ella y un último vistazo cruzando el arco de seguridad me dejo ver a tan tremenda mujer agitando su mano para despedirse ya en el avión un mensaje de ella entraba en mi teléfono «Ya te echo de menos papi. Que tengas un buen viaje» seguido de caritas lanzando besitos y corazones y un gran corazón latiendo. Quise responderla pero la azafata me dijo que apagase el móvil, aunque antes de apagarlo le mande caritas, corazones, besos y abrazos.
Como en viaje de ida el de vuelta fue igual de malo para mí con el inconveniente que encima tenía que añadir siete horas más. Llegue al aeropuerto cayendo la tarde, estaba cansado pero tenía ganas de llegar a mi casa, abrazar a mi niña y retomar mi vida anterior. No sé por qué pensé que Sara estaría esperándome, ella tenía que saber que llegaba a esa hora ya que el presidente se lo habría comentado, pero cuando salí al hall de llegadas internacionales no había absolutamente nadie esperándome. La única que podría haber ido a recibirme seria Alba mi niña, pero quería darle una sorpresa.
Cuando llegué a mi casa y abrí la puerta esperaba encontrarme a mi mujer con cara de vinagre, increpándome lo mal que lo había pasado y que tendríamos que hablar, pero extrañamente estaban las luces encendidas pero no había nadie en el salón aunque un gran gemido proveniente de nuestra habitación me indico que allí ocurría algo aunque no estaba preparado para lo que iba a presenciar. La puerta de la habitación estaba abierta y vi a mi mujer y a mi hija a cuatro con sus culos y sus coños expuestos y al hijo de puta de Jorge el marido de Sara follando el coño de mi mujer para seguidamente sacarla llena de babas y clavarle su enorme polla hasta los huevos en el culo a mi hija mientras esta gemía de placer. Me quede petrificado, sin creer lo que mis ojos veían, ese desgraciado se follaba a mi mujer y a mi hija por sus agujeritos de forma indiscriminada.
Cuando reaccioné entre en esa habitación y agarrando a ese hijo de puta por el cuello hice que se saliese del interior de mi niña.
—¡¡HIJO DE PUTA NO TE ATREVAS A TOCAR A MI HIJA ES MENOR DE EDAD!!
Le di un puñetazo en la cara y cuando caía le di una patada no sé dónde pero que le dejo retorciéndose en el suelo, gritos, suplicas de que parase pero estaba encolerizado. Fui hacia mi mujer rojo de ira, creo que vi en su cara una mueca de satisfacción al verme en ese estado.
—Y TU PUTAAA, ZORRAAA DE MIERDA, ¿COMO HAS CONSENTIDO ESTO? Gritaba fuera de mí, ES TU HIJA POR DIOS Y ADEMAS MENOR DE EDAD, ERES UNA MIERDA DE MADRE Y UNA MIERDA DE PERSONA Y AHORA MISMO VOY A DENUNCIARTE HIJA DE PUTAAA.
—¡¡PAPA!! Grito mi hija llorando sin consuelo, YO HE QUERIDO QUE OCURRIESE ESTO, NO CULPES A MAMA, NADIE ME HA OBLIGADO A NADA. Decía mi hija intentando taparse para no ver su desnudez.
—Co…como dices eso cariño, dije confundido.
—Es así papa, me dijo bajando su vista, quise que ocurriese y le provoqué.
Mi hija salió corriendo de la habitación desnuda como estaba mostrando su perfecto cuerpo y oí como se encerraba en su habitación.
—Tu hija es tan zorra y tan puta como yo, dijo mi mujer con desprecio, nadie la ha forzado a nada y esto que has visto era inevitable que ocurriese según se conocieron Jorge y ella, vi el deseo en sus miradas.
—Esto no va a quedar así Isabel, ahora mismo pienso ir a una comisaria a denunciaros a los dos.
—Puedes hacer lo que te dé la gana gilipollas, pero tu hija ya es mayorcita para saber lo que quiere y lo que deseaba es follar con Jorge. Denuncia lo que quieras pero no te va a servir de nada.
Salí de esa casa derrotado y sin creer lo que había visto, cogí un taxi y me llevó a la comisaria y allí interpuse una denuncia a Jorge y a mi mujer ¿Qué saldría de todo esto? Solo el tiempo lo diría pero la guerra entre mi mujer y yo estaba declarada.
Me vi fuera de la comisaria a media noche sentado en mis maletas y sin saber muy bien ni qué hacer ni dónde ir. Busque en mis bolsillos un chicle o un caramelo que compre antes de coger el avión para poder tranquilizarme pero solo encontré mis llaves de casa, me las quedé mirando pensando que ya no las necesitaría por mucho tiempo, pero también me fije en que al lado estaban las del apartamento que teníamos alquilado Sara y yo.
—¿Por qué no? Me dije a mi mismo en voz alta.
Seria duro entrar allí de nuevo, los recuerdos me asaltarían enseguida, pero que mejor lugar para vivir de momento, además sabía que seguía alquilado por nosotros ya que en su momento Sara me dijo que le gustaba ir a trabajar allí porque se concentraba mejor y yo sabía que todos los meses se pagaba el alquiler.
Paré un taxi y más o menos a los cuarenta minutos estaba abriendo la puerta del apartamento y cuál fue mi sorpresa al ver que había luz y se oía de fondo una televisión.
—¿Hola? ¿Hay alguien? Pregunté estúpidamente.
Pues claro que habría alguien, si no de que estaba la luz y el televisor encendido. Lo primero que pensé que Sara habría dejado las llaves de nuestro apartamento a alguna amiga o amigo para que se desfogasen a gusto, incluso pensé que sería la propia Sara la que estuviese allí acompañada. Las piernas me temblaban y mi corazón latía a mil pulsaciones y entonces la vi aparecer por la puerta del dormitorio, bellísima, radiante, preciosa.
—¡¡PEDRO!! Exclamó en voz baja.
Se llevó las manos a su boca, mientras de sus increíbles ojos caían dos lagrimones, vino corriendo hacia mí y me abrazó con todas sus fuerzas mientras rompía a llorar con desesperación. No sabía muy bien cómo reaccionar, su muestra de cariño en ese momento chocaba con su silencio hacia mis mensajes y correos, pensaba que no me quería ni ver, pero sentir su cuerpo pegado al mío de nuevo hizo que la abrazase con fuerza contra mi mientras llenaba de besos su carita. Cuando nos tranquilizamos nos quedamos mirando a los ojos, note su mirada de cariño, teníamos mucho de qué hablar.
—Ven vamos a sentarnos. Dijo Sara con dulzura.
Nos sentamos en el sillón, ese sillón que fue testigo de tardes tórridas de sexo e infinitos orgasmos por ambas partes. Sara llevaba un vestidito ligero que cuando se sentó dejos sus piernas al aire, se sentó de manera que quedaba enfrentada a mí con lo que incluso se atisbaba el triangulito de su braguita. Juntó sus manos con las mías y las besó con amor mientras me miraba ilusionada.
—Sara, ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué no has respondido a mis mensajes ni mis llamadas? Me he vuelto loco, estando a miles de kilómetros de ti.
—Por miedo. Miedo a todo.
—¿Miedo? ¿Qué miedo? ¿Por qué? Pregunte extrañado.
—A que te enfadases conmigo, a que dejases de quererme…a que me rechazases. Lleve esto demasiado lejos y luego no sabía cómo explicártelo, me volví a equivocar y en vez de contártelo me lo callé.
—A ver Sara, ¿por qué me voy a enfadar contigo? ¿Qué motivo tengo para recházate? Explícate por que no te entiendo.
Sara me miró por un interminable minuto, sin decir nada, tenía miedo de la respuesta que me diese, no soportaría otra mala noticia.
—¿Estas con alguien ahora mismo? Pregunté con miedo mirando hacia la habitación.
—Sí y no. Contesto Sara con una sonrisa.
—¡¡SARA!! Exclamé mosqueado.
Sara me miro divertida, aunque yo no estaba para juegos ella parecía feliz, se levantó me dio la mano y me llevó al dormitorio. Antes de entrar llevó su dedo índice a sus labios para que no hiciese ruido. Dentro de la habitación solo había cambiado una cosa había una cuna y un precioso bebe dormía plácidamente. Me quedé mirando embobado a esa preciosidad, era relajante verlo dormir, Sara se abrazó a mí y apoyó su cabeza en mi hombro y a los pocos minutos salimos en silencio de esa habitación. Estaba hundido, literalmente todo, absolutamente todo estaba patas arriba y nada guardaba orden. Sara cuando me miró hizo una mueca de preocupación.
—¿Cuándo fuiste madre? Pregunte abatido.
—Si te refieres a cuando nació mi hija, a los nueve meses de irte tú a Méjico.
A veces los hombres somos muy cortitos y no sabemos escuchar, estaba como ido y ya no razonaba en condiciones.
—¿Quién…quien es el padre? Pregunté absurdamente.
—Pedro, te lo acabo de decir, dijo Sara con temor. Tu eres el padre mi amor y por eso tenía miedo.
—¿Cómo? Yo soy el padre…pero si tu tomabas anticonceptivos.
—Ya cariño, pero cometí un error y durante dos días confundí la pastillita. Pensé que no ocurriría nada, pero no fue así, y a los nueve meses nació Emma. De todas formas yo estoy segura de quien es el padre, pero quiero que hagas la prueba de paternidad, no quiero que tengas dudas.
—¿Y por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no hablaste conmigo? ¿Y tú marido?
—Mi EX marido, matizó Sara. Me divorcié de el a los dos meses de tu partida. Como te comenté ya no teníamos metas comunes, era un golfo mujeriego y al saber que estaba embarazada de ti…¿Qué me ataba a él? Nada de nada. Y ¿Por qué no te lo dije? Realmente quise hacerlo, pero estaba aterrada por tu posible reacción, además coincidió con la época en que dejaste de llamarme tan a menudo y supuse que te habías enterado y querías poner tierra de por medio.
—¿Enterarme? Pero si estaba al otro lado del mundo y solo hablaba contigo. Estaba desconectado. Dije ya molesto.
Creo que en ese momento Sara se dio cuenta de su error conmigo, actuó casi de la misma manera que cuando fuimos a la refinería del sur.
—De acuerdo cariño, dijo Sara agachando la cabeza, mi comportamiento ha sido infantil y no tengo perdón. Pero te ruego que me comprendas, un año sin ti ha sido horrible y estaba muy confundida te pido que me perdones…pero necesito saber si estas conmigo.
La mire con amor, después de lo vivido al llegar a la que fue mi casa, pensé que mi vida estaba vacía y ahora me encontraba con una nueva familia. Tenía una sensación agridulce pero estaba contento.
—Estoy contigo hasta que te canses de mí, te amo Sara.
—No me cansaré de ti en la vida. Eres lo que siempre he buscado y yo también te amo.
Nos besamos como dos desesperados, nos necesitábamos y nos queríamos, aparte que ahora había una personita que nos unía aún más. Sara se puso a horcajadas sobre mi mientras me besaba y se frotaba lascivamente, pero entre el viaje, que estaba muy cansado y lo vivido no tenía el cuerpo para muchas juergas y mi libido estaba desaparecida. Sara lo notó enseguida, sé que ella me necesitaba, quería follar, pero en ese momento sabía que yo no era lo que ella esperaba.
—Estas muy cansado del viaje, ¿verdad?
—Sara, debo de contarte algo que me ha ocurrido antes de venir aquí. Algo para mí, terrible que me marcará de por vida.
Le expliqué lo que había visto, mi reacción y la denuncia que interpuse contra Isabel y Jorge. Sara se mostró al principio preocupada, para pasar al enfado por la actitud de Isabel y su ex marido. Estuvimos hablando hasta bien entrada la noche y aunque no me apetecía cenar por tener el estómago revuelto, Sara preparó algo para que no nos fuésemos a dormir con el estómago vacío. Solo sé que me quede dormido, el jet lag me pasaba factura, recuerdo a Sara ayudándome a llegar al dormitorio y nada más hasta casi las diez de la mañana que escuché el llanto de Emma. Estaba solo en la habitación, cuando entro Sara a por la niña la encontró en mis brazos, era guapísima y no es amor de padre era una preciosidad, de seguro cuando fuese más mayor sería tan bella como su madre.
—¿Has dormido bien cariño? Pregunto Sara dándome un beso. Veo que ya os habéis conocido, y mírala que tranquila esta con su papá. Nos hacía falta a las dos que estuvieses aquí te hemos echado mucho de menos.
Besé a Sara y le entregué a la niña, ella enseguida se sacó un pecho y la niña se aferró a el hambrienta oyéndose sus chupetones, me levanté y quise grabar esa estampa en mi cerebro. Las dejé solas en ese momento tan íntimo entre las dos, y yo me fui a desayunar mientras pensaba en todo lo que estaba pasando, al cabo del rato vino Sara a mi lado y se volvió a sentar a horcajadas sobre mí, note humedad sobre mis bóxer e intuí que debajo de su camisón iba desnuda. Me besó con pasión y me miró con deseo.
—Necesito sentirte dentro de mí, dijo excitada, ayer te hubiese violado, pero entendí tu cansancio y tu malestar por lo que habías visto.
Esto me lo decía, besándome, excitándome, notando su respiración acelerada. Se puso en pie y me puso en pie a mí, bajó mi bóxer hasta quitármelo y me volvió a sentar en la silla, Sara se quitó su camisón quedándose desnuda delante de mí, mi polla estaba ya dura como un bloque de granito y se volvió a sentar a horcajadas sobre mí, apuntó mi polla a su coñito y se dejó caer con un gran suspiro, notaba como mi polla iba abriéndose paso hasta que entró hasta los huevos.
—Ahhhhhh, mi amor, como te echaba de menos, como he soñado con tu pollón follandome otra vez.
Sara movía sus caderas lentamente, con mi polla bien clavada en su interior, mientras me besaba con pasión y ponía mi cara entre sus tetas. Quise chupar, morder sus pezones, amasar sus tetas, pero me advirtió.
—Cuidado mi amor, tengo los pechos muy sensibles y si chupas seguro que me sacas leche.
Los besé con amor mientras me agarraba a su culo y la ayudaba a subir para dejarla caer nuevamente clavándose más mi polla y notando como hacia tope en su matriz.
—Cariñooo…ufffff…te necesitaba tantooo…te siento tan dentro de mí.
Empecé a follarla con desesperación, mientras mis dedos jugaban con su anito, Sara ya estaba tan excitada que notaba su mirada vidriosa, mientras su lengua se enroscaba con la mía. Notaba su coño chorreando, mojándome, hasta que note como se tensaba su cuerpo.
—Mi amor, me corrooooo…Pedro, diooooos que ricoooo, joder…joder…siiiiiiii.
Sara estalló en un orgasmo largo que la hizo temblar durante un buen rato dejándola relajada. Yo no me había corrido, pero notar las contracciones de su vagina sobre mi polla me volvieron loco y notaba mi orgasmo crecer, temía correrme dentro de ella, no quería dejarla embarazada de nuevo.
—Mi amor, no creo que aguante mucho más, déjame salirme.
—Córrete dentro amor, hazlo, no temas, necesito sentir como tu leche me llena.
—Ufffff…Saraaaaa.
Oírla decir eso me hizo estallar, le clave la polla hasta casi querer meterle también mis huevos, y empecé a correrme en su interior. Los dos gritamos nuestro orgasmo, mientras las caderas de mi amor se movían sacando todo lo que tenía almacenado en mis huevos. Nos quedamos muy abrazados, sintiéndonos, recuperando nuestras respiraciones y todas las sensaciones que teníamos mientras nos mirábamos con amor y nos besábamos.
—Dios mi vida, te he echado taaanto de menos.
—Y yo mi amor, lo he pasado muy mal sin saber de ti, pensé que ya no te vería mas.
—Lo siento cariño, no me cansaré de pedirte perdón por mi estupidez.
Cuando nos levantamos nos fuimos derechos a la ducha, Sara me recuperó rápidamente y mi polla estaba lista para otro asalto, me miro traviesa mientras me hacia una buena mamada, levantándose se apoyó y sacó ese culito respingón que siempre me había vuelto loco.
—Follame el culito mi amor, rómpemelo otra vez.
Ufffff, quién se podía negar ante esa petición. Hasta que la niña protestó de nuevo reclamando su comida, no paramos de follar como animales. Intentábamos recuperar el tiempo perdido, pero de vez en cuando venían a mi cabeza las imágenes de Jorge follando a mi hija y eso me desesperaba.
Se supone que el lunes empezaba de nuevo en la oficina, pero creo que me iba a tomar la semana libre, ya que en ese año no tuve vacaciones y me las debían. Además necesitaba poner en marcha mi divorcio y preparar todo lo referente al juicio contra mi mujer por haber permitido a una menor tener sexo con un adulto delante de ella.
Al día siguiente otra sorpresa me esperaba en la oficina, nuestro querido presidente quiso destituir a Sara de su puesto y ofrecérmelo a mí. Tuvimos una agria discusión y puse en entredicho sus aptitudes como presidente y como persona al frente de esa compañía. Amenazó con el despido y yo solo le anime a hacerlo a sabiendas que él tenía las de perder y que con solo descolgar el teléfono y hacer algunas llamadas tendríamos de nuevo trabajo Sara y yo. El haber trabajado en esa plataforma me dio a conocer a otras compañías que me ofrecieron también trabajo.
El divorcio de mi mujer tardo muy poco y eso me extraño por la denuncia que había interpuesta. En el divorcio estuvimos de acuerdo los dos, no nos podíamos ni ver, pero el escollo fue la patria potestad, yo la reclamaba para no poner en riesgo la adolescencia de mi niña que peligraba por la promiscuidad de mi mujer. La justicia en este país para mi esta en entredicho, aunque mi abogado defendió la postura de que Alba era una menor expuesta a hábitos sexuales no aconsejables en su edad, la jueza que llevaba el caso solo atendió al testimonio de mi hija ya con 17 años. Ella cuando pasó a mi lado ni me miró y ni me saludó, eso fue como una puñalada en mi corazón, pero lo peor fue como defendió a su madre y a Jorge y como juro y perjuro que todas las relaciones eran consentidas por ella y que incluso las deseaba. Eso me termino de romper, eso y el saber que no habría régimen de visitas, mi hija no quería verme. La jueza lo tuvo claro, y el abogado de esos dos también hizo su trabajo, asegurando que durante un año me desentendí de mi familia. Al final mí ya exmujer se salió con la suya y acercándose con una sonrisa cínica me lo espetó con desprecio.
—Te lo dije gilipollas, hicieses lo que hicieses no te serviría de nada.
Me miró con superioridad y dándose la vuelta agarro la mano de Jorge y los dos salieron de la sala entre risas. Me quedé sin mi hija, sin mi casa y encima tuve que pasar una pensión a la zorra de mi exmujer.
Me costó meses recuperarme de ese golpe, intenté hablar con mi hija, pero lo único que conseguí fue una orden de alejamiento y que cambiase de compañía y de número. Sara me apoyó en todo momento y me dio todo el cariño y el amor que necesitaba. No me quedó otra que aceptar que había perdido a la que fue mi hija, su madre la debió de poner contra mí y pasé de ser su héroe a ser un monstruo.
Me volqué en mi nueva familia y en mi trabajo. Nos cambiamos de casa ya que el apartamento se nos quedaba pequeño y compramos un precioso ático a las afueras de Madrid. Mi vida empezó de nuevo a recuperar su rumbo, de vez en cuando me entristecía el pensar en mi hija y en lo que pudiese estar haciendo, pero fue su decisión, eso y el no querer saber nada de mí. Emma alegraba mí día a día viendo como crecía feliz con su madre y conmigo, nuestra relación era increíble y Sara me cuidaba hasta el último detalle. Me emocionaba el llegar a casa y que Sara, mi mujer, viniese corriendo a recibirme con Emma en brazos mientras me mimaba en todos los aspectos.
Como os he comentado era inevitable el recordar a mi hija a diario y muchas veces en el día. Me perdí su 17 cumpleaños debido al incidente que tuve al descubrirlas follando con Jorge y me perdí su 18 cumpleaños y su mayoría de edad porque mi hija no me quería ni ver, aun así no perdía la esperanza de que todo cambiase y que un milagro obrase un cambio. Y un día todo cambió con una llamada de mi hija Alba al poco de cumplir su mayoría de edad.
—¿Papá?
Su voz sonaba triste y creo que estaba llorando o poco le faltaba para hacerlo. Eso me preocupo mucho.
—¡¡Alba mi amor, que alegría!! ¿Qué te pasa? ¿Ocurre algo? Te noto triste.
—Papá…dijo mi niña echándose a llorar, necesito verte y hablar contigo, estoy en la cafetería donde desayunábamos muchos fines de semana, ¿puedes venir?
Aunque estaba en el trabajo me importo un comino, dije que tenía un asunto importante que atender y me tenía que ir. Cuando llegué y entré a la cafetería la vi sentada en una esquina acobardada, me miraba con miedo temiendo mi reacción y esperando alguna bronca que nunca llegó, lo único que hice fue acercarme tenderle una mano y levantarla de la silla para abrazarla con fuerza contra mí. Mi niña, mi preciosa niña se abrazó a mí con desesperación y llorando como hacía tiempo no la veía llorar, me pedía perdón continuamente y entre hipidos intentaba explicarme algo, pero no la entendía.
—Cariño mío tranquilízate, le decía llenándola de besos, estas con papá, no te va a pasar nada.
Estuvo un buen rato llorando con su cabecita apoyada en mi pecho y muy abrazada a mí. La gente de la cafetería nos miraba raro porque no entendían la situación, pero eso en el fondo me dio igual, después de un año largo podía abrazar a mi niña de nuevo. Cuando vi que se tranquilizó levante su barbilla y la mire a los ojos, los tenia preciosos, de un azul intenso, brillantes por haber llorado y algo enrojecidos.
—Bueno cariño, y ahora dime ¿Qué es lo que te ha pasado para estar así?
—Mamá me ha echado de casa, dijo Alba agachando la cabeza.
—¡¡¿COMOO?!! Casi grité.
Inmediatamente llamé por teléfono a esa mujer que había demostrado ser una zorra desalmada. Tuvimos una fuerte discusión por teléfono y echaba toda la culpa a Alba de lo que le estaba pasando en esos momentos, con un «Es tan hija tuya como mía, así que hazte cargo de ella» terminó la conversación y la llamada.
—Pero bueno hija ¿qué es lo que ha pasado?
—Papá me da mucha vergüenza contártelo, ya estoy bastante avergonzada por lo que viste en su momento para ahora esto.
—Mira Alba, vamos a dejarnos de tonterías y de vergüenzas, no se puede borrar así que va a ser mejor que lo aceptes. Y ahora sin vergüenzas ¿Qué ha ocurrido?
Alba me miro seria, sabiendo que lo que iba a escuchar de seguro no me iba a gustar y respirando hondo empezó a hablar.
—Cuando, terminó el juicio mamá Jorge y yo empezamos a vivir juntos con lo que eso conllevó. Las sesiones de sexo eran eternas y quedábamos los tres desechos en la cama, rotos por el placer. Jorge es un vicioso del sexo y quiso meter "nuevos" alicientes en nuestra relación
—¿Como que "nuevos" alicientes? Pregunté asustado.
—¡¡Ay papá!! Otras personas.
—¡¡JODER!! Exclamé. Alba no me jodas que follaste con más tíos.
—Papá, y con tías, Jorge se traía a compañeros del hospital y hacíamos auténticas orgias, mamá y yo hemos llegado a follar hasta con tres hombres a la vez.
Me eché las manos a la cabeza escandalizado, mire a mi hija y debajo de esa aparente fragilidad e inocencia se escondía una autentica puta sedienta de sexo. Lejos de verla avergonzada vi que tenía un brillo especial en su mirada, como sintiéndose orgullosa de lo que podía conseguir, la imaginaba siendo follada por su coño, su culo y su boca a la vez como una vulgar actriz porno, como una puta ninfómana y una erección empezó a despertar en mi polla.
—Todo al principio fue sobre ruedas, prosiguió mi hija, Jorge nos tenía controladas clínicamente, todos los meses había análisis de sangre y revisión ginecológica. Era gracioso que el ginecólogo que me estaba reconociendo en ese momento me había estado follando hacia unos días, pero tenía su morbo. Pero algo cambió en mamá.
—¿Qué pasó? Pregunte de nuevo entre excitado y temeroso.
—Mamá quiso terminar con esos encuentros en casa. La verdad es que algunos vecinos se quejaron por los gritos, los gemidos y los escándalos que organizábamos. Entrar en esa casa era como entrar en Sodoma y Gomorra, la casa olía a sexo continuamente, la verdad se nos estaba yendo de las manos y yo empezaba a sentirme muy incómoda viviendo así.
Alba miro hacia la mesa con la vista perdida, recordando alguna situación que le hacia sonreír y me volvió a mirar.
—Mi relación con Jorge era básicamente sexual, de acuerdo que me gusta muchísimo, está muy bueno y folla de maravilla, pero nada más, yo tengo mi vida que no va unida a la suya. El caso es que mamá empezó a no verlo así y se sintió como decirlo, amenazada por mí. En el último mes, su carácter cambió muchísimo, me trataba con desprecio y siempre intentando dejarme en ridículo delante de Jorge, tanto el como yo no entendíamos su actitud hasta ayer por la mañana que explotó como una bomba.
Al decir esto su cara cambió y se echó a llorar de nuevo.
—Jorge y yo estábamos tonteando en la cocina, prosiguió mi hija entre lágrimas, me tenía abrazada por la cintura con su cuerpo muy pegado al mío mientras besaba mi cuello, en esos momentos entro mamá y empezó una bronca con Jorge increíble. Empezó a decirle que él era solo de ella, que no quería ver como follaba conmigo y que no me podía ni tocar y Jorge explotó también y le dijo algo que hizo saltar todo en pedazos «Pero no te das cuenta estúpida, que tú eres el precio que tengo que pagar por estar con Alba que es con quien deseo estar»
Alba estalló de nuevo en un profundo llanto, yo solo la abracé de nuevo intentando tranquilizarla.
—Mamá se volvió loca, empezó a insultarme, a llamarme puta, zorra, malnacida. Empezó a tirarme cosas y me asusté mucho cuando cogió un cuchillo, Jorge se interpuso y me defendió, yo solo me fui corriendo a mi cuarto, me vestí y cogiendo algo de ropa salí de esa casa. Mamá según me vio me dijo que no quería verme en la vida y que no se me ocurriese volver a esa casa porque cometería una locura.
—¿Dónde has pasado la noche cielo? Pregunté preocupado.
—En casa de una amiga, pero aunque me dijo que me quedase el tiempo que hiciese falta, sé que no era solución. Jorge habló conmigo y me dijo que viviésemos juntos y eso me asustó más aun, yo no estoy enamorada de ese tío, ¿y ser su pareja con que, con 18 años?, ni loca, además ese tío es un puto golfo y solo vale para lo que vale.
Alba se quedó callada por unos minutos mirando a la nada. Algo que me gustó es que tenía calado al cabrón de Jorge y mi niña no cometería el fallo de Sara o de mi ex mujer. Alba agarró mi mano con fuerza entrelazando sus dedos con los míos y besó con cariño el dorso de mi mano.
—Papá sé el daño que te he hecho y lo que has sufrido, pero todo, el cambio de número de móvil y la orden de alejamiento fue idea de mamá y del mierda de su abogado él hacia lo que ella le decía, estoy segura de que se lo follaba para conseguir sus deseos y ese era hacerte sufrir, ella sabía que yo era tu talón de Aquiles.
—Ya hija, lo entiendo y de eso no te debes de preocupar, pero ahora quiero saber qué es lo que deseas hacer.
Mi hija me miró con un gesto tan tierno que no creo que fuese capaz de negarle nada y su respuesta me hizo muy feliz.
—Papá, ¿Puedo vivir contigo?
—Por supuesto mi amor, eso no lo dudes, pero no vivo solo y además…además tienes una hermanita de poco más de un año.
—¡¡PAPAAA, EN SERIO!!
—Si cariño y algo más que debes de saber, mi compañera y madre de nuestra hija es la ex mujer de Jorge.
—¡¡JODER!! Vaya culebrón dijo Alba divertida, ¿pero es que os conocíais de antes?
—Te lo resumo rápido, Sara la ex de Jorge es mi jefa directa, en una cena de empresa se conocieron tu madre y Jorge y los pillamos follando a los dos en un pequeño almacén, desde ese día todo termino entre las dos parejas. Sara y yo nos enamoramos y antes de irme a México, se quedó embarazada de Emma.
—Vaya, dijo mi hija con algo de tristeza, siento oír eso, siempre creí que tu habías sido el culpable del divorcio al irte tan lejos y durante tanto tiempo, pero veo que mamá ha sido el detonante de todo, he vivido engañada.
—Cariño tenías que haber hablado conmigo, la dije a modo de reproche.
—Papá no quiero hablar más de esto, solo quiero que sepas que te quiero con toda mi alma, y que no tendré palabras para poder pedirte perdón por mi comportamiento.
En esos momentos vi que sonaba su móvil y que era Jorge, me miró y solo me comentó:
—Esto es algo que debo de solucionar yo sola.
La deje algo de intimidad y fui a llamar a Sara. Se que no le hizo ninguna gracia el que le dijese que Alba viviría con nosotros. Ella tenía su idea de familia y no era otra que Emma, ella y yo, pero también entendía que Alba era hija mía y no podía quedar desamparada. El primer encuentro entre Sara y Alba fue frio y tenso, pero a mi hija se le cayó la baba según vio a su hermanita y eso de alguna manera le gustó a Sara.
Poco menos de un mes había pasado desde que Alba entró a vivir con nosotros, su carácter afable y cariñoso se granjeo la aceptación de Sara que estaba encantada con Alba. Mi hija mayor, cuidaba de su hermanita a todas horas y ya eran uña y carne y Sara la cuidaba como si fuese su propia hija, salía de compras con ella, charlaban horas y horas y se contaban hasta intimidades, incluso Alba me comento que hablaron de Jorge, aunque no se adentró en lo que habían hablado.
¿De qué me podía quejar? Sin quererlo o pensarlo tenía una nueva familia, donde los cuatro encajábamos perfectamente. Imagino que Alba veía de vez en cuando a Jorge, aunque ella no me decía nada y si le preguntaba me decía que de vez en cuando tomaban un café. Alba estaba enfrascada en su carrera y en su hermanita y eso me hacía feliz, mi niña mayor retomo la confianza que tenía conmigo y sus muestras de cariño hacia mí se hicieron más patentes como cuando era más pequeña. Pero también empecé a notar que esas muestras de cariño se incrementaban cuando nos encontrábamos solos, delante de Sara era más comedida y más correcta, pero estando solos ella y yo se paseaba muy ligera de ropa, con camisetas muy ajustadas no llevando sujetador y solo con unas braguitas tapando a duras penas su culo o su sexo.
—Cariño, le decía nervioso, ¿no crees que vas con muy poca ropa?
—Oh vamos papá, ya me has visto desnuda así que no te escandalices, decía abrazándose a mí y besándome muy cerca de la boca.
En esos momentos a mi cabeza acudían las imágenes de Alba con su culo ofrecido mientras Jorge metía su enorme polla en sus intestinos y ella gemía de placer, era inevitable que mi polla tomase vida propia. Mi hija sé que lo notaba pero lejos de escandalizarse, Alba me sonreía pícaramente y se iba a su habitación meneando su culito redondo y respingón. En esos momentos no me daba cuenta y miraba embobado, pero mi hija me estaba provocando para que cayese en sus redes. Mi relación con Sara era inmejorable y no me negaba nada, me daba todo el sexo que le reclamaba y aun me pedía más, estábamos los dos muy enamorados y no había nada que nos separase, pero solo podía hablar de lo que pasaba con mi hija Alba con ella misma y ella siempre le quitaba importancia. Como se me ocurriese hablar de esto con Sara de seguro mi hija saldría por la puerta con un destino incierto.
Intenté mantenerme integro ante los constantes ataques de mi hija, pero mi instinto primario pudo sobre mí y me vi a mi mismo en el baño con un tanguita que se acaba de quitar mi niña aspirando su aroma mientras me masturbaba furiosamente deseando follarla. El día que todo termino de liarse fue en el que Sara tuvo que ausentarse unos días y Alba no sé si conscientemente o no dejó su teléfono encima de la mesa mientras ella se iba a dormir. No sé cuánto tiempo había pasado y oí vibrar el teléfono, juro que lo cogí sin maldad pero lo que vi en la pantalla me dejo helado. Una foto de Alba desnuda follando y vi que había mas fotos y videos de ella en primeros planos con una polla, imagino que de Jorge, metida hasta los huevos en su coñito o en su culo. Videos de corridas, mamadas increíbles…me vi a mi mismo en el salón de mi casa, con mi polla al aire mientras me masturbaba como un adolescente salido, mi hija tenía un cuerpo precioso y se comportaba como una puta cuando follaba y eso me ponía a mil.
—Papá está muy feo husmear en el teléfono de los demás.
Su voz sonó a mis espaldas como un susurro, pero me sobresalté e intente guardar mi polla dentro de mis pantalones pero estando como estaba era una tarea imposible. Creí morirme de la vergüenza, pero mi hija se puso delante de mí, llevaba solo un tanguita tan pequeño que apenas lograba tapar su coñito, su olor a hembra en celo me llegó enseguida y aspiré su aroma.
—Llevo un rato mirándote, decía excitada, he dejado el teléfono deliberadamente para que me vieses, para excitarte, ¿pero por qué hacerte una paja si me tienes aquí para ti?
—Hija por dios, esto no está bien, eres mi niña, mi hija.
—Shhhh papá, relájate. Decía mientras me dejaba sus grandes tetas en mi boca y se apoderaba de mi polla pajeándola delicadamente. Tu niñita lleva años enamorada de ti y deseando que pasase esto y te aseguro que no lo quiero parar, quiero sentirte.
—Pero hija….
No me dejó terminar, juntó sus labios con los míos en un beso lujurioso mientras se sentaba a horcajadas sobre mi polla y llevando mis manos hacia su increíble culo empezó a menearlo a lo largo de mi balano.
—Ummm papaíto esta durísima y me encanta el pollón que tienes. ¿Sabes? La primera vez que os vi follar a mama y a ti tenía yo trece años, me encantó como la trataste pero sobre todo me hipnotizo ver como entraba y salía semejante pollón del coño de mamá todo brillante de sus juguitos.
La voz de mi hija era subyugante, me encontraba bajo su influencia y casi no tenía poder de decisión, solo la miraba embobado, viendo su mirada de deseo y sintiendo en mis manos la suavidad y calidez de su piel y ese movimiento de caderas sobre mi polla que me estaba llevando a un orgasmo sin remedio.
—Me prometí a mí misma que serias mío algún día papá y eso te aseguro que no se puede remediar, solo quiero que me poseas, sentirte dentro de mí, sentir como me llenas, notar como te corres dentro…papá te amo con toda mi alma, pero te aseguro que no quiero comprometerte.
Diciendo esto último se puso en pie, y con mucha tranquilidad se quitó la única prenda que llevaba quedándose desnuda delante de mí. Se abrió de piernas ligeramente y se pasó un dedo por su rajita emitiendo un gemido. Se arrodilló y quitándome los pantalones y la ropa interior me dio a probar su sabor y mientras chupaba sus dedos con gula, note la humedad de sus labios sobre mi polla, su manera de mamar era increíble metiéndose mi polla hasta tocar con su nariz mi pelvis, se tragaba mis 20 cm como si nada y aun sacaba su lengua para poder lamerme los huevos.
—Hija, hija…decía con la voz excitada…ufff…como no pares me voy a correr.
—Quiero que te corras en mi boca papi, decía mimosa. Ven, dijo levantándose, vamos a mi cuarto.
Según llegamos Alba me tumbó en su cama y ella puso su coñito en mi cara en un perfecto 69, la lujuria ya ocupaba mi cabeza y metí mi cara entre sus piernas devorando, lamiendo chupando cada rincón de su sexo y su anito. Era excitante oír gemir a mi hija como una puta con mi polla bien clavada en su garganta mientras amasaba con cariño mis huevos, sabía cómo tener excitado a un hombre. Pasados unos minutos mi orgasmo ya era imparable y se lo hice saber.
—Cariño mío…cielo…me corro…Alba mi amor…jodeeeer.
Hundí mi cara en su coño y mordí su clítoris con cariño lo que hizo que ella también se corriese entre espasmos. La oía gemir y tragar mi abundante corrida, mientras sus caderas no dejaban de bailar sobre mi cara dejándola llena de su corrida, que me bebí con deleite.
—Y esto es solo el principio, decía mi niña con su respiración acelerada, ha sido brutal papá.
Se tumbo a mi lado pero acariciándome en cada rincón de mi cuerpo. Me apoderé de sus tetas, grandes erguidas, duras, con un pezón rosadito de casi un centímetro sus areolas erizadas pequeñitas. Mordía, lamia y chupaba sus tetas arrancando gemidos de mi hija que poniéndose encima de mi se frotaba contra mi muslo excitada. Notaba su humedad su calentura y mi polla se puso dura como el diamante. Estuvimos un rato recuperándonos, mimándonos, mi hija era la perfecta amante, no dejo ni un solo momento de excitarme, de tenerme con la libido al máximo. Cuando creyó que había pasado un tiempo prudencial, se levantó y se puso en cuatro, como cuando la vi follando con Jorge.
—Papi, dijo mimosa Alba, fóllate a tu niñita. Susurró mirándome con amor.
Agarré mi polla y apoyé mi glande en su coñito, sus labios enseguida se apoderaron de mi polla y la metí hasta los huevos centímetro a centímetro notando como iba abriendo a mi niña mientras suspiraba de placer.
—Asiiiiii papaitooo…follame, te siento muy dentro de mi…que ricoooo.
Mi hija empujo su culo más contra mí para hacer más profunda la penetración, gemía, bufaba, con mi polla bien clavada en su interior, hasta que me miró con cara de vicio y casi me gritó:
—¡¡FOLLAMEEEEE!!
Entendí enseguida lo que quería y empecé a follarla salvajemente, sacaba casi mi polla de su coñito y se la volvía a meter hasta que mis pelotas rebotaban en su clítoris, mi hija empezó a gemir a cada embestida mía, mis embestidas movían sus nalgas de una manera excitante y sacaba mi polla brillante llena de babitas de mi preciosa niña que se entregaba a mí con todo su ser. Estuvimos así casi diez minutos, después de mi corrida aguantaba bastante, y mi hija exploto en un orgasmo arrollador mientras mi polla seguía barrenándola.
—Papaaaa me corrooo, jodeeeer…me corrooooo…siiiiiiiiiiiiii…no pareeeeees.
Veía su anito, cerradito, pero de vez en cuando se abría y boqueaba, yo seguía follando a mi hija con saña y explotó en otro orgasmo y otro más, yo estaba a punto porque era muy excitante ver a mi hija tan ofrecida a mí, sus gemidos mimosos llenaban mi cabeza y sus pucheritos eran una mezcla de ternura y morbo increíble.
Me hizo salirme de ella y me tumbó en la cama de nuevo, me miro viciosa mientras se mordía su labio inferior, se puso en cuclillas encima de mi cara y me invito a chuparla y eso hice.
—Asiii papa, bébete mis juguitos, mira lo que provocas en mí.
Se separó de mí, su coñito y su culo estaban brillantes de sus juguitos y mis babas. Se puso en cuclillas con las piernas casi abiertas a 180º mi polla apuntaba dura, recta, me miró viciosa y se clavó mi polla en su culo que entro sin problema y hasta el final.
—Follame el culito papi, sé que lo estabas deseando. Vamos rómpemelo.
—Hija, diooooos, me voy a correr, no aguanto mucho más.
—Aguata solo un poquito mi amor, dijo mi hija excitada.
Puse mis manos en su cintura y empecé a follar su culito intentando aguantar mi orgasmo que pugnaba por explotar. Cerré mis ojos intentando no ver el espectáculo tan excitante que era ver como el culito de mi niña se tragaba mi polla hasta los huevos, pero oír sus gemidos, la calidez de su cuerpo y el placer que me transmitía me tenían ya al límite. Note como el anito de mi hija se contraía sobre mi polla y no pude aguantar más. Note como mi polla se hincho para lanzar el prime trallazo de leche en los intestinos de mi niña.
—Cariñooo...me corrooooo. Le dije entre bufidos.
—Papá…diooooos papaaaaa…siiiiiiii…siiiiiiiiii…me corroooooo.
Fue un orgasmo brutal para los dos, aunque ya me corrí una vez en la boquita de mi niña mi polla no paraba de soltar leche inundando el culito de mi hija que se abrazaba a mi llenándome de besos y besándome juntando su lengua con la mía en lucha intentando fundirse por el placer.
Nos quedamos muy abrazados los dos, dándonos mucho cariño, nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos y mi polla dura, férrea aún seguía clavada en lo más hondo del culo de mi hija que movía sus caderas lentamente, me besó con amor y me miró a los ojos.
—Te amo papá, ha sido increíble.
—Yo también te amo mi niña, eres una mujer asombrosa.
Alba elevó sus caderas sacando mi polla de su interior, se tumbó a mi lado abrazándose a mí y se quedó dormida enseguida, yo solo apagué la luz y me dormí feliz aunque con cargo de conciencia, por mi traición hacia Sara y por el incesto con mi hija.
El llanto de Emma nos despertó a los dos y desnudos como estábamos Alba fue a calmar a su hermanita y yo fui a prepararla el biberón. Ver a mi hija con Emma en brazos mientras le daba el biberón y la miraba con amor me hizo saber que esa niña tendría una vida increíble.
Cuando terminó, acunó a Emma hasta que se quedó dormida, la acostó en su cuna y saliendo de su habitación vino a mí y se abrazó con fuerza.
—¿Qué tal has dormido papá? Yo he dormido feliz al lado de mi amor platónico. Te aseguro que eres un sueño hecho realidad.
La besé con amor juntando nuestras lenguas, mi polla volvió a erguirse notando la suavidad de su piel y mis manos abrazándola.
—Cariño, nunca pensé que esto pudiese ocurrir y no me arrepiento de nada, eres una mujer extraordinaria.
Mi hija agarró mi polla y la pajeo con delicadeza mientras me besaba, me fue llevando a su habitación y se tumbó en la cama con las piernas bien abiertas, me echo los brazos para que me tumbase encima de ella y la penetrase, estaba preciosa y no me hice de rogar. Metí mi polla en su ya encharcado coñito hasta que hice tope en su matriz. Mi hija gimió de placer, me miró con deseo y empecé a follarla hasta que los dos estallamos en un orgasmo que hizo que llenase su útero de semen. Tal fue la cantidad que expulsé que rebosó y se salió de su coñito bajando entre su culo hasta mojar las sabanas.
—Papá…ufffff, papa soy tuya, solo tuya. Te amo.
Bese a mi niña con pasión, la amaba de una manera irracional y seria así para siempre. Ese día lo pasamos desnudos, entre la ducha, la comida y follando en la cocina, en el salón y donde nos apeteciese, cualquier lugar era bueno y Alba me provocaba continuamente, sabia tenerme encendido y con mi polla dispuesta para ella.
Mi relación con Sara no varió en absoluto, Alba se comportaba como siempre y yo también. Sara era tan pasional como Alba y entre las dos me tenían al borde del infarto, mis huevos no daban abasto para reponer el semen que entre esas dos hembras me sacaban entre orgasmos de lujuria y placer. Era feliz, si, muy feliz, tenía un trabajo que me gustaba y tres mujeres que eran el centro de mi vida. La relación entre Sara y Alba era impresionante, había cariño entre ellas y las muestras de cariño de Alba hacia mi mujer eran constantes. Sara no era menos y abrazaba a mi hija mayor como si fuese algo suyo, estaba pendiente de ella y siempre que podía salían juntas de compras, o la peluquería, o con amigas. Alba se hacía querer y sé que no lo puedo asegurar pero creo que ambas se han follado, mi hija es muy puta y no hace ascos a nada y si se lo propone puede ser muy, muy persuasiva.
Respecto a mi ex mujer, al estar viviendo conmigo mi hija, deje de pasarla la pensión que la juez me impuso; a través de mi abogado le comunicaron que o me compraba el 50% de mi parte del piso o me abonaba un alquiler mensual si quería seguir viviendo allí. Al final fui yo quien le dio su parte y me quedé con el piso que reformé y vendí a muy buen precio. Sé que pidió una excedencia en la universidad donde daba clases y se fue fuera de España, ya no he vuelto a saber de ella, terminamos muy mal.
Y de Jorge, Sara desde que se divorció de él ya no ha vuelto a saber nada, pero Alba mi hija de vez en cuando habla con él. Debido a que no discriminaba entre solteras, casadas, divorciadas o menores de edad ha sufrido dos palizas propinadas por novios, maridos o padres foribundos que le han dejado lisiado de por vida. En la última le rompieron todos los huesos de su mano derecha con lo que ha perdido sensibilidad y movilidad, sigue ejerciendo como médico de familia, pero la cirugía ha tenido que abandonarla.
Y Fer, mi querida Fer, sigo en contacto con ella y sería necio negar que la quiero mucho, ha sido, es y será muy importante en mi vida, hablamos bastante a menudo y en alguna ocasión hemos tenido cyber sexo. Es excitante verla bien abierta de piernas con el Lush metido en su culo y follandose el coñito con un dildo de grandes dimensiones, diciéndola lo guarra y lo puta que es mientras me masturbo para que ella vea como me corro. En un par de ocasiones hemos podido estar juntos de nuevo en viajes que tuve que realizar a la plataforma del Golfo de México. Según me bajé del avión, me preguntó por cortesía por mi viaje, pero me llevó al hotel y follamos hasta quedar rendidos.
Y esta es mi vida actualmente. Como os he comentado soy muy feliz, entre Sara, Emma y Alba, hacen que sea un mal recuerdo todo lo mal que lo pase en su momento. Sé que esto no durará para siempre, pero soy optimista y también sé que ira a mejor, no podrá ser de otra manera.
FIN
Protected by Safe Creative