Un año entre tío y sobrino IV

Ernesto y Andrés, tío y sobrino, dan un paso más en su relación. Cada vez están más cerca de romper las reglas.

¡Hola chicos! Os traigo la 4ª parte de esta historia. Estoy disfrutando mucho al escribirla y, cuando me decís por correo o en comentarios lo mucho que os gusta y cómo os pajeáis con los relatos, no puedo evitar ponerme cachondo y pajearme yo también.

Quería haceros una pregunta que espero que me contestéis en comentarios o mandandome un mail: ¿Os follarías a vuestro tío o a vuestro sobrino? ¿Qué edades tienen?

Otra cosa que he pensado es en hacer relatos más tabú, con personajes tanto más adultos como más jóvenes, pero no sé si os gustaría leer sobre eso, así que si en los correos y comentarios me dejáis cuál sería el limite de edad (tanto por lo alto como por lo bajo) para que os de morbo los relatos, os lo agradecería. Personalmente me gusta leer relatos de todas las edades (sin ningún límite) y personajes posibles, pero quiero saber qué les gusta a mis lectores.

¡Un abrazo y espero que os pajeéis!

R E L A T O

Andrés bajó a desayunar llevando sólo un par de calzoncillos. Ernesto no dijo nada, pero no podía evitar notar el claro contorno de la polla del chico y las pelotas.

-Me encantan estas baguettes -dijo Andrés mientras untaba mantequilla y luego mermelada en un trozo grande.

-Creo que deberías ir a la boulangerie mañana -dijo Ernesto-. Además de darme un respiro, tendrás otra oportunidad de practicar francés.

-No hay problema. Iré mañana por la mañana -dijo Andrés-. ¿Qué planes tenemos parahoy?

Ernesto miró por encima de la pared del balcón a la piscina.

-La piscina está vacía. Podríamos empezar con un baño y luego quizás caminar hasta Juan Les Pins para almorzar.

-¿Caminar? ¿Está muy lejos de aquí? -Preguntó Andrés.

-No está a más de treinta minutos -respondió Ernesto-. Sólo tenemos que seguir el Boulevard du Président Wilson de la Place Général de Gaulle.

-Bien. Me parece bien -sonrió Andrés.

Para alivio de Ernesto, Andrés se puso su bañador a mitad del muslo en vez de sus ajustados speedos para la piscina. Ernesto también estaba bastante contento de que su sobrino no hubiera mencionado la situación con el butt-plug y esperaba que pudiera pasar el día sin excitarse por culpa de Andrés.

El paseo hasta Juan Les Pins fue muy agradable. Estaban caminando a lo largo de la de la explanada mirando a la gente relajándose en la arena dorada cuando Andrés habló.

-¿Podemos tomar el sol un rato antes de almorzar?

-Sólo un rato. No he traído protector conmigo y todavía estás bastante pálido, puedes quemarte -respondió Ernesto.

-Me eché un poco de Factor 50 antes de salir del apartamento, así que debería estar bien -dijo Andrés.

Bajaron los escalones de la arena y encontraron un lugar cerca de la pared donde se quitaron las camisetas. Para sorpresa de Ernesto, Andrés se quitó entonces sus pantalones cortos y reveló que estaba usando sus famosos speedos debajo.

-Has venido preparado -dijo Ernesto.

-No dijiste nada de venir a la playa, pero esperaba que tuviéramos la oportunidad de tomar el sol un ratillo -sonrió Andrés. Se dio la vuelta y preguntó-. ¿Puedes ver la base del butt-plug a través de mi bañador?

-Sólo mirando de cerca -respondió Ernesto-. Pensé que te lo habrías quitado nada más levantarte esta mañana.

-Lo hice, pero me lo volví a poner justo antes de salir -dijo Andrés-. Quiero estar lo suficientemente preparado como para que me entre el consolador esta noche.

-No tienes que apresurar las cosas -dijo Ernesto frunciendo el ceño.

-Mi madre siempre dice que soy demasiado impulsivo pero realmente quiero empezar a usar el dildo y prepararme para la verdadera experiencia -respondió Andrés-. No eres demasiado viejo para recordar lo que es ser un adolescente cachondo.

-Tal vez no, pero no tuve las mismas oportunidades que tú -dijo Ernesto-. La edad de consentimiento era de 18 años cuando era adolescente y no fue fácil reunirse con otros chicos gays.

-Lo sé. Debe haber sido difícil en los viejos tiempos -Andrés sonrió cuando vio la reacción de su tío a las palabras "viejos tiempos"-. Soy tan afortunado de estar aquí contigo y no tener que esperar hasta que tenga dieciséis años como en España.

-Sí, lo eres -dijo Ernesto sonriendo.

-Tito, ¿me ayudarás con el consolador esta noche? -Andrés comenzó-. Fue mucho más fácil al contar con tu ayuda anoche.

-No creo que sea una buena idea -dijo Ernesto.

-Por favor... No querrás que me lastime forzándolo. Es mejor que me ayudes a saber exactamente qué hacer. Por favor, tito -suplicó Andrés-.

Ernesto no podía negarse a la inocente petición de ayuda.

-Está bien. Te ayudaré a metértelo, pero después te buscas tú la vida por tu cuenta.

-¿Buscarme la vida? ¿Quieres decir follarme el culo? -Andrés sonrió.

Ernesto no pudo evitar reírse.

-Eres un bicho.

-Tal vez deberías darme una paliza entonces -Andrés le guiñó un ojo a su tío.


Ernesto se puso cachondo cuando Andrés anunció: "Es casi la hora del consolador. Iré a ducharme y te daré un grito cuando esté listo".

Andrés estaba tendido con las piernas abiertas sobre la cama, desnudo y con una erección, cuando Ernesto entró en la habitación. El consolador y el lubricante estaban tirados cerca de sus pies.

-¿Cómo quieres que me ponga? -Andrés preguntó con una sonrisa.

-De rodillas, creo -respondió Ernesto-. Así no estaré avergonzada de verte mirándome. Además es una buena posición para que te entre el consolador. ¿Te has lubricado?

-No. Pensé que te gustaría empezar desde el principio y mostrarme qué hacer -Andrés habló mientras se movía hacia la posición sugerida.

Ernesto gimió al ver el perfecto culo respingón de Andrés. Tenía una forma muy bonita, casi de niño más joven y con una piel impecable de un tono más pálido que el resto de su cuerpo. Andrés miró sobre su hombro y sonrió.

-¿Crees que tengo un buen culo?

-Sí, es bastante bonito -dijo Ernesto, incapaz de dejar de estirar la mano y acariciar la suave piel.

-Me gusta que me acaricies -dijo Andrés. Eso hizo que Ernesto se alejara y alcanzar el lubricante.

-Necesitas usar mucho lubricante -dijo Ernesto-. Empuja un poco para afuera para que se abra bien y, cuando lo hagas, mete un dedo.

-¿No debería usar dos dedos? -Preguntó Andrés.

-Sí, pero empieza con uno y luego añade el segundo, como hiciste anoche con el butt-plug -respondió Ernesto.

-Hmm, está bien. Ufff me gusta -dijo Andrés-. Oh, eso es aún mejor -dijo cuando su tío añadió un segundo dedo. Gimió suavemente mientras estaba siendo penetrado por los dedos de su tío, y Ernesto notó que el líquido preseminal goteaba en la sábana. Sin saber que Andrés lo podía ver, Ernesto movió su mano libre bajo la polla que goteaba y atrapó algo del jugo claro de sus dedos. Lamió el precum y saboreó el gusto dulce mientras seguía follando con los dedos a Andrés.

Andrés gimió más fuerte.

-Estoy muy caliente ahora mismo, tito. Creo que estoy listo para el consolador.

Ernesto soltó sus dedos, lubricó el consolador y colocó la cabeza contra el agujero del niño parcialmente abierto.

-No te olvides de empujar hacia fuera -dijo mientras empezaba a aplicar presión.

Andrés gimió mientras empujaba hacia atrás y de repente la cabeza del consolador se deslizó en su agujero. Andrés jadeó y Ernesto dijo.

-Eso es todo. La parte difícil se acabó -luego Ernesto fue lentamente empujando más profundo-. Bien, Andrés. Es todo en lo que te puedo ayudar, está completamente dentro de ti.

-Gracias, tito. Estoy muy feliz de que hayas hecho esto por mí -dijo Andrés-. Me encanta la sensación de tener mi culito abierto y estoy más seguro ahora que soy pasivo.

Ernesto soltó el consolador y se puso de pie.

-Bien, Andrés. Te dejaré para que te des placer a ti mismo.

-No tienes que irte -Andrés miró a su tío-. Podrías follarme con el consolador -Ernesto sacudió la cabeza-. O podrías dejarme chuparte la polla. Puedo ver que estás tan empalmado como yo.

Ernesto miró a la tienda de campaña que tenía bajo los pantalones cortos.

-No. Eso no estaría bien. Te veré por la mañana.

-Oh, está bien. Buenas noches entonces -La voz de Andrés transmitía su decepción.

Ernesto se apresuró a ir al baño y se encerró dentro.

-No puedo. Ya ha ido demasiado lejos -se dijo a sí mismo. Al mismo tiempo, una parte de él deseaba que se hubiera quedado a jugar con su sobrino.

Al otro lado del pasillo, Andrés se estaba follando a sí mismo con el consolador y deseando que fuera la polla de su tío en su lugar.

-Un día -se dijo a sí mismo-. Un día conseguiré convencerlo para que me folle.

Ernesto se estaba masturbando en el baño, desesperado por alivio. Él y Andrés se corrieron casi exactamente al mismo tiempo.