Un año entre tío y sobrino III
Fede y Andrés se conocen. Además, Ernesto y su sobrino experimentan por primera vez.
-Fede estará en el TGV con destino a Niza -le dijo Ernesto a su sobrino-. ¿Has estado en un tren de alta velocidad?
-No. Recuerdo haber tomado el tren a Niza una vez, pero eso fue en un tren local que se detuvo en todas partes -respondió Andrés.
-Quizás tomemos el TGV cuando visitemos París antes de Navidad -dijo Ernesto.
-¡No sabía que íbamos a ir a París! -exclamó Andrés.
-Me gusta ir a principios de diciembre -dijo Ernesto-. Puede hacer bastante frío, pero hay menos turistas, así que es más fácil entrar en los museos y galerías de arte. Además el mercado de Navidad en el Jardín de las Tullerías puede ser muy divertido. Creo que podemos hacer una visita de fin de semana.
-Eso sería genial -sonrió Andrés.
Revisaron la pantalla de llegadas y vieron que el tren iba a llegar según la hora prevista.
-Esperaremos aquí en la entrada -dijo Ernesto-. Mucha gente normalmente se baja de este tren y podríamos fácilmente perder a Fede en la plataforma.
-¡Ernesto, me alegro de verte! -Andrés vio como el hombre que asumía que era Fede saludó a su tío con un gran abrazo. El hombre con el bigote gris y la barba de chivo medía 188 cm de alto. Aunque Fede llevaba puesto unos pantalones cortos de mezclilla y una colorida camisa de manga corta, esto no impidió que Andrés pensara que se veía bastante distinguido... y bastante caliente.
-Y tú debes ser Andrés -El hombre le sonrió al adolescente y le ofreció su mano antes de cambiar de opinión y darle un abrazo-. Estoy muy contento por conocerte.
-Me alegro de conocerle, señor -dijo Andrés mientras se alejaban.
-Oh, llámeme Fede -dijo el hombre con una sonrisa-. Sólo mis alumnos son tan formales.
-Bien, Fede -sonrió Andrés.
Fede se volvió hacia Ernesto.
-No me dijiste que tu sobrino era tan guapo.
Andrés se sonrojó al escuchar el comentario en medio de la estación, pero le agradaba la idea de que aquel hombre le creyera guapo.
-Tal vez no quería que tu corazón se acelerara -dijo Ernesto. Se volvió hacia Andrés.
-¿Te dije que Fede es bastante mayor que yo?
-Puede que hayas mencionado que es un poco mayor, pero no me dijiste que era tan guapo -sonrió Andrés.
Ernesto resopló.
-Creo que tendré que llevarte a que te hagan un examen de la vista el lunes. Vamos, salgamos de aquí.
Con Ernesto dando indicaciones y ambos hombres admirando la fina figura del adolescente, Andrés se dirigió por la Avenida de Verdun y pasó los yates en Port Vauban en la Ciudad Vieja.
-Supongo que quieres un trago -le dijo Ernesto a Fede.
-Una cerveza fresquita me sentaría genial ahora mismo -respondió Fede.
Encontraron una mesa a la sombra y Ernesto pidió dos cervezas y un Orangina. para Andrés.
-¿Qué tal te estás instalando? -Fede le preguntó a Andrés-. Espero que no sea demasiado aburrido el tema de vivir con tu tío.
-Vivir con mi tío Ernesto es genial -sonrió Andrés-. Sólo han pasado unos pocos días pero creo que voy a disfrutar de estar aquí por un año entero.
-¿Has estado en Antibes antes? -Preguntó Fede.
-Unas cuantas veces, cuando era joven -confirmó Andrés.
-¿Cuando eras joven? -Fede sonrió-. Todavía eres joven.
-Tengo casi quince años -dijo Andrés indignado.
-Se cree lo suficientemente mayor como para tener sexo -le dijo Ernesto a Fede.
-En mi opinión, si un chico tiene edad suficiente para correrse, tiene edad suficiente para el sexo -declaró Fede.
-Tal vez, pero no legalmente -dijo Ernesto.
-Me gusta tu amigo -Andrés le sonrió a su tío y luego a Fede-. De todas formas seré mayor de edad a finales del mes que viene.
-Tengo un poco más de experiencia que tu tío -dijo Fede-. Él se preocupa demasiado sobre lo que piensan los demás.
Ernesto abrió la boca para hablar pero luego se dio cuenta de que sí se preocupaba por lo que otras personas pensaban de él y decidió cambiar de tema.
-¿Cuáles son tus planes para las vacaciones de verano? -le preguntó a Fede.
-Iré a Madrid para una boda el próximo mes, dos amigos que conozco desde hace años se casan y tengo que asistir. No tengo nada más planeado -respondió Fede.
-Así que tal vez puedas mostrarme los alrededores de San Rafael. Nunca he estado allí -dijo Andrés.
-Estaría encantado, pero tráete tus bañadores -respondió Fede-. La playa de Fréjus es mucho mejor que las de aquí.
-Más grande no es necesariamente mejor -dijo Ernesto-. De todos modos, no estoy seguro de que Andrés deba arriesgarse a llevar sus bañadores delante de ti. Son más bien reveladores.
-Reveladores me suena bien -sonrió Fede-. Intentaré contenerme cuando te vea casi desnudo.
-No te esfuerces demasiado -Andrés sonrió y añadió-. He fantaseado con ser reventado por un macho como tú.
-¡Andrés, compórtate! -dijo Ernesto.
-Lo siento, tío Ernesto -Andrés se volvió hacia Fede y dijo en un fuerte susurro-. No aprueba que hable de sexo.
Fede se rió.
-Suena bastante bien. Todavía se avergüenza a veces si coqueteo con un camarero cuando salimos a comer -le sonrió a Ernesto y y luego dijo-. Tu sobrino me ha llamado macho. ¿Puedo llevármelo a casa?
-No, no puedes -respondió Ernesto con firmeza. Luego sonrió-. Yo estoy disfrutando de tenerlo conmigo.
Andrés sonrió.
-Bebed y podremos encontrar un lugar para almorzar. Me muero de hambre.
Almorzaron en una marisquería de la Rue République donde Fede comentó lo guapo que era un camarero rubio que servía en una mesa cercana. Todos disfrutaron de la comida y luego Ernesto anunció que se desviarían ligeramente antes de volver al apartamento. "Necesito comprar algo para
Andrés", le explicó a Fede.
Los ojos de Fede se abrieron como platos cuando se detuvieron afuera del sex-shop.
-Vosotros dos esperadme aquí -dijo Ernesto antes de entrar.
-Tuve algunos problemas con un consolador -dijo Andrés a Fede mientras evitaba la mirada del amigo de su tío-. Mi tío cree que debo empezar con un butt-plug.
-Un butt-plug puede ayudar a los principiantes a abrirse -fue todo lo que Fede dijo en respuesta. No quería avergonzar al chico.
-Gracias, tito Ernesto -dijo Andrés cuando su tío le tendió la bolsa de papel marrón.
Los dos hombres charlaron sobre sus clases y los resultados de los exámenes recientes en el paseo
a casa, dejando a Andrés contento con su juguete nuevo. Le gustaba poder hablar de sexo en en privado con su tío, pero no quiso hablar de consoladores y butt-plugs con un hombre que apenas conocía.
Una vez dentro del apartamento, Andrés preguntó.
-¿Está bien si voy a nadar a la
piscina mientras charláis?
Ernesto fue al balcón y miró la piscina.
-Hay una señora vieja y dos niños en la piscina, así que no creo que tu pequeño bañador sea apropiado -le dijo a Andrés.
-Tengo un par de bañadores más tapados. Me los pondré -dijo Andrés.
-En ese caso, ve -respondió Ernesto-. Llévate una toalla.
Los dos hombres se sentaron en el balcón a charlar e inevitablemente pronto estuvieron hablando de Andrés.
-No puedo ver mucho desde aquí, pero parece que tiene un muy buen cuerpo -dijo Fede-. Me encantaría verlo con el bañador que has mencionado. Probablemente lo has visto desnudo.
-No, no lo he visto -dijo Ernesto indignado.
-Apuesto a que te gustaría -sonrió Fede-. Sé que a mí me gustaría -Ernesto no hizo ningún comentario-. Me pregunto si estaba bromeando cuando me llamó macho. ¿Crees que podría sentirse atraído por hombres mayores?
Ernesto asintió.
-Me dijo que le ponían cuando fuimos a la playa el otro día. Incluso dijo que pensaba que yo estaba bueno -Ernesto se detuvo un momento y añadió-. Me miró el paquete y luego me mostró que estaba empalmado.
-Joder. Suena como si estuviera dispuesto a divertirse contigo. ¡Cerdo afortunado! -Fede sonrió.
-¡Fede! Es de la familia... y es menor de edad -dijo Ernesto.
-No está muy lejos de la edad legal y no puedes dejarlo embarazado -respondió Fede sonriendo-. Sé que nunca te lanzarías a por él, pero si quiere, ¿por qué no?
-Porque está mal -dijo Ernesto.
-Si quiere usar un consolador, creo que es obvio que está desesperado por tener sexo -dijo Fede-. Le gustas y si quiere tener sexo contigo, creo que sería un error rechazarlo y enviarlo a los brazos de un extraño.
-No ha dicho que quiera tener sexo conmigo -señaló Ernesto-. Sólo que pensaba que yo estaba bueno. Puede que quiera una figura de padre pero no a mí.
-Podrías tener razón pero mantén la mente abierta -dijo Fede-. Mejor tú antes de que que se arriesgue a irse con un extraño.
-Hmm, sí... bueno. ¿Quieres un trago? -dijo Ernesto.
Fue una hora más tarde cuando Andrés se reunió con ellos de nuevo. Llevaba sólo un bañador que, aunque era más tapado, seguía siendo bastante corto, cuando llegó al balcón.
-La piscina es genial, tito. El agua está buenísima.
-Me alegro de que te guste -dijo Ernesto.
Aprobó los pantalones cortos que su sobrinito estaba usando. Eran de medio muslo en lugar de los horribles bañadores por encima de las rodillas que muchos españoles preferían.
-Me gusta tu cuerpo -sonrió Fede-. Estás muy en forma.
-Gracias. Trato de comer saludablemente y hago ejercicio para mantenerme en forma -dijo Andrés-. Iré a ducharme y a cambiarme.
-Creo que lo avergonzaste un poco -sonrió Ernesto-. ¿Quieres quedarte para la cena?
-Gracias, pero he reservado un billete para el tren de las 16.41 -Fede revisó su reloj-. Tendré que irme pronto.
-Caminaremos contigo a la estación -dijo Ernesto.
Mientras caminaban hacia la estación, Fede le preguntó a Ernesto.
-¿Cuándo vas a venir a jugar al golf conmigo? Tienes mucho más tiempo libre
ahora.
-No he jugado durante semanas y sería bueno intentar practicar mi handicap -dijo Ernesto-. Pero no puedo abandonar a Andrés. Acaba de llegar y no ha hecho ningún amigo todavía.
-Trae a Andrés contigo. Puede ser mi caddie -sugirió Fede-. ¿Te parece buena idea, Andrés?
Andrés se encogió de hombros.
-No sé nada de golf pero supongo que podría caminar alrededor del campo siguiéndote. ¿Está en San Rafael?-
-Está al lado de Fréjus -respondió Fede-. Los dos pueblos están casi unidos.
-Bien. Jugamos el martes por la mañana y podemos almorzar después -dijo Ernesto.
Andrés se sorprendió pero se alegró cuando Fede le dio un abrazo a la hora de despedirse en la estación.
-Me gusta Fede -le dijo a su tío mientras volvían a casa caminando-. Me gustan sus abrazos también. Nunca lo he pensado detenidamente, pero en realidad no nos tocamos mucho en nuestra familia.
-Así que no te importaría si pongo mi brazo alrededor de tus hombros mientras caminamos a
casa? -preguntó Ernesto, haciendo lo propio y pasando el brazo por los hombros de su sobrino.
-No. Creo que me gusta mucho -sonrió Andrés, recostando la cabeza sobre el costado de su tío.
Cuando Andrés estaba a punto de ducharse antes de irse a la cama, se sentó junto a su tío y dijo.
-Creo que sé qué hacer con el butt-plug pero si tengo cualquier problema, ¿puedo acudir a ti en busca de ayuda en lugar de dejarlo como anoche?
-No deberías tener ningún problema. Es más pequeño y de forma cónica -dijo Ernesto-. Si usas tu dedo primero, debería entrar con bastante facilidad.
-¿Pero si tengo problemas? -Andrés presionó para obtener una respuesta.
Ernesto dudó un momento y luego dijo.
-Sí. Estoy aquí si me necesitas.
-Gracias, tío Ernesto -Andrés le dio un abrazo a su tío pero no dijo buenas noches. ¡Planeaba buscar su ayuda tanto si la necesitaba como si no!
Ernesto se sorprendió cuando Andrés abrió la puerta de su habitación poco tiempo después y gritó.
-Tito, ¿puedes venir a mi habitación y ayudarme? ¿por favor?
-¿Cuál es el problema? -Dijo Ernesto mientras abría la puerta. Luego se congeló cuando vio a su sobrino tendido desnudo sobre la cama mostrando una erección dura como una piedra.
-Parece que no consigo metermelo -espondió Andrés-. ¿Quieres, por favor, metermelo?"
Ernesto engulló.
-Prometí ayudar, así que no puedo salir de esto -se dijo a si mismo, seguido inmediatamente por el pensamiento de que su sobrino era muy sexy. Se sentó en el borde de la cama y dijo.
-Dime lo que has hecho.
-Bueno, empecé frotando un poco de lubricante alrededor de mi agujero y luego lentamente
empujando un dedo. Así -Andrés tiró de sus piernas hacia atrás, abriendo sus cachetes del culo para revelar un hoyito sin pelo y rosado. Lucía estrecho y casi perfecto.
Una vez más Ernesto tragó mientras miraba a su sobrino. Vio como Andrés frotó su dedo corazón alrededor de la entrada y luego lentamente lo empujó dentro.
Andrés comenzó a soltar pre-cum, ya que quería dar un espectáculo sexy para su tío.
-Entonces añadí un segundo dedo. Así.
Ernesto miró mientras Andrés se follaba su culito con los dedos. Los dedos aumentaron la velocidad y Ernesto vio como el agujero se iba dilatando.
-Y entonces... -Su voz crujió-. Y luego usaste el butt-plug, ¿no=?
Andrés asintió. Recordó lo fácil que fue la punta y estaba seguro de que podría haberse metido el resto sin demasiados problemas, pero quería que su tío participara en la primera vez que algo penetrase su culo, aunque fuese con un sustituto y no una polla de verdad.
-Casi entró, pero necesito que lo empujes tú. Estoy preparado.
Ernesto se lamió los labios, sin darse cuenta de que Andrés podía ver la gran carpa que se había formado en su entrepierna, y alcanzó el butt-plug. Le aplicó un poco más de lubricante y luego tocó la entrada del culo rosado de Andrés.
-¿Estás listo? Recuerda empujar hacia fuera mientras aplico presión.
Andrés gemía suavemente pero goteaba más pre-cum mientras se rendía a su tío. Dejó escapar un pequeño quejido y luego sonrió cuando el butt-plug entró en él y se quedó dentro con sólo el pequeño mango afuera.
-Sabía que podía hacerlo con tu ayuda. Gracias, tito.
-Me alegro de haber podido ayudar -Ernesto se puso de pie, el bulto en pantalones cortos era aún más obvio-. Te dejo con tu tema.
-Hacerme una paja, ese es mi tema -sonrió Andrés-. Eso es justo lo que voy a hacer. Supongo que tú harás lo mismo -asintió con la cabeza hacia la entrepierna de Ernesto.
Ernesto miró hacia abajo y se ruborizó, algo que no había hecho en años.
-Buenas noches -murmuró mientras salía apresuradamente de la habitación.
Mientras Andrés se masturbaba hasta el clímax, Ernesto estaba sentado en el sofá apretando su erección y preguntándose cómo iba a hacer frente a la vida con una adolescente tan sexy, y obviamente tan cachondo, para los próximos doce meses que vivirían juntos. Estaba a punto de abrirse los pantalones y liberar su polla cuando la puerta del dormitorio de Andrés se abrió y el adolescente entró en la sala de estar desnudo, y con una polla semidura.
-Tío Ernesto, ¿crees que estaría bien dejarme el butt-plug dentro de la noche a la mañana? -preguntó Andrés.
-Sí, y de hecho podría ser algo bueno -dijo Ernesto-. Aunque no creo que debas andar por la casa en pelotas.
-¿Por qué no? Estamos sólo nosotros dos. Ambos somos chicos y tenemos lo mismo -dijo Andrés-. Y la temperatura aquí es perfecta para estar desnudo.
A Ernesto no se le ocurrió ninguna objeción apropiada y disfrutó de la vista del cuerpo afeminado y joven de su sobrino.
-Bueno, supongo que no sería un problema... pero no en el balcón que los vecinos podrían verte -dijo.
-¡Genial! Buenas noches, tito -Andrés sonrió y volvió a la cama.
Ernesto se apretó la polla otra vez.
-Este chico me está volviendo loco. Ojalá no fuese mi sobrino...