Un ángel en el infierno (3)

Neal va ganando cada vez más control sobre Candy. ¿Todo estara perdido?.

Un ángel en le infierno 3

Cap 3. "El visitante nocturno"

Si Candy no hubiera sentido un profundo temor de que alguien la descubriera, desnuda y derrumbada sobre el piso del cuarto "Cero", seguramente no hubiera tenido la fuerza necesaria para levantarse, su cuerpo era una llaga que le dolía inmisericordemente, por no mencionar las nauseas que le provocaba el solo pensar que había tenido dentro de su boca el falo de Neal y haberse visto obligada a beber su semen. Con lágrimas en los ojos la joven enfermera logro incorporarse y se vistió tan rápido como le fue posible, poco le importo descubrir que su violador se había llevado su ropa interior. Acaso como una broma torcida.

Cuando la joven termino de colocarse su uniforme blanco se reviso su apariencia lo mejor que pudo, a falta de un espejo. Las botas altas que siempre usaba escondían a la perfección las marcas de la soga en sus tobillos, el uniforme y el delantal hacían lo propio con su lacerado cuerpo. En cuanto a sus muñecas estas no eran visibles con las mangas largas del uniforme. Candy se acomodo la cofia sobre la cabeza y salió del cuarto "Cero" lo más rápido que pudo. Pronto llego a las salas de recepción, donde enfermeras, familiares y pacientes se ocupaban de sus propios asuntos, ignorantes del drama que había pasado a unos metros de ellos. Por un momento Candy temió que alguien pudiera darse cuenta de que no llevaba ropa intima bajo el uniforme. Pero haciendo un esfuerzo logro controlar sus nervios y caminar con naturalidad por la sala, aunque teniendo cuidado de evitar cruzarse frente a los amplios ventanales del pasillo por donde penetraban los rayos del sol.

De pronto una voz la hizo dar un salto casi hasta el techo.

-¡CANDY!-la joven se volvió de inmediato y descubrió a su compañera Natalie, quien la miraba con una mueca de disgusto dibujada en le rostro.-¡¿Se puede saber donde has estado?! ¡¡Hace una hora que empezaron las rondas de la tarde!!-la joven se estremeció al solo pensar que tendría que ofrecer una explicación a la jefa de enfermeras.

-Lo siento.-fue todo lo que pudo decir en su defensa. Natalie la miro con reproche.

-¿Sabes? A veces creo que Flammy tenía razón al decir que no eras tan buena enfermera como Mary Jane creía.-aquellas palabras fueron el golpe final para Candy, sus ojos se llenaron de lágrimas y sin poder evitarlo salio corriendo hacia el patio del hospital. Natalie la miro sorprendida, Candy nunca le había parecido una chica débil que saliera corriendo por tan poca cosa, ¿acaso se había equivocado con ella todo el tiempo?

Por su parte la joven rubia se oculto entre los árboles del jardín y lloro amargamente sobre el tronco de uno de ellos, necesitaba liberar su espíritu del dolor que le atormentaba en ese momento. Rato después, habiendo recobrado el control de sus emociones, Candy volvió a entrar al hospital y se dirigió a la dirección general donde le esperaba una jefa de enfermeras más furiosa que nunca.

-Vaya.-exclamo la mujer al verla entrar.-Si es la señorita Candice White que al fin regresa sus labores.-

-Yo… vera yo estaba…-

-¡No quiero saber nada Candy!-le interrumpió furiosa.-¡Primero trabajas como una enajenada y luego abandonas a tus pacientes sin ninguna justificación! ¡¿Acaso piensas que esto es un juego?!-

-¡NO!.-grito la joven desesperada.-Nunca ha sido un juego…. Es mi camino… yo... lo siento-la jefa de enfermeras miro a la joven de pies a cabeza, algo malo le estaba pasado, se lo decía su intuición femenina. Sin embargo, su deber era mantener la disciplina entre las enfermeras y Candy había roto las reglas; no importaba cuales fueran sus razones.

-Yo también lo siento Candy.-dijo la jefa con un nudo en la garganta.-Pero esto amerita un reporte para el Dr. Lenar- Candy sintió que el piso se abría bajo sus pies, lo último que necesitaba era una entrevista disciplinaria con le director del hospital. ¿Qué podía alegar en su defensa que no pusiera en peligro el oscuro secreto que embargaba su vida?

-Ve ha terminar tu ronda.-le dijo la mujer dando por terminada la entrevista. En silencio Candy camino hacia la puerta y se dispuso a marcharse.

-Candy.-le llamo de pronto la jefa de enfermeras.-No se que esta pasando contigo. Pero si quieres hablar con alguien…-la mujer no termino la frase, pero Candy comprendió el mensaje a la perfección.

-Lo haré. Se lo prometo.-mintió para tranquilizarla antes de cerrar la puerta. Derrotada la joven se incorporo a sus labores y paso el resto de la tarde trabajando. Cuando llego el fin del turno la jefa nombro a las dos enfermeras que debían permanecer de guardia esa noche. Normalmente Candy hubiera sido escogida por orden de rotación, pero la jefa nombro a otra en su lugar. Todas comprendieron que era una forma de castigo por el incidente de esa tarde y miraron severamente a su compañera. Así las cosas la joven pecosa no tuvo más remedio que retirarse a los casilleros para cambiarse de ropa, aunque esta vez tuvo que esperar a que las demás se marcharan para poder hacerlo. Al salir del hospital se sentía como una basura indigna de ser una enfermera del prestigioso hospital Santa Juana.

Con pasos lentos volvió a su casa y se dio una ducha, no tan larga como la de la primera vez, ahora solo permaneció bajo el agua el tiempo necesario para limpiarse las manchas de semen sobre su cuerpo y masajearse los glúteos para aliviar un poco el dolor que sentía a causa de la azotaina. Mientras lo hacia pensó en le giro que su vida había dado en unos cuantos días.

De ser una enfermera responsable y satisfecha de si misma había pasado a ser el juguete sexual de un depravado que se ocultaba entre las filas de la alta sociedad. Lo más doloroso era admitir que no podía hacer otra cosa. Mientras Neal y ese misterioso socio, si es que en verdad había alguien ayudándolo en aquella infamia, tuvieran los negativos de aquellas sucias fotografías ella estaría atada de pies y manos. Sin más opción que dejarse violar por Neal cada vez que se le antojara, gruesas lágrimas brotaron de sus hermosos ojos verdes al solo pensar en ello, pero rebelarse solo traería la desgracia sobre la señorita Pony y la hermana Maria.

Sin olvidar que si Neal la acusaba de prostituta a través de los periódicos eso enlodaría el buen nombre del hogar, lo cual condenaría a los niños que hay vivían a la orfandad y al escarnio público. Por largas horas repaso en su mente aquel dilema, tratando en encontrar una forma de salvarlos a ellos y a si misma de las garras de Neal. Pero tristemente termino por darse cuanta de que no había solución. Pero aún así… no terminaba por aceptarlo. Ocupada en esos pensamientos se recostó sobre su cama y no supo cuando se quedo dormida.

Al día siguiente, la joven se levanto temprano, más que de costumbre, tomo un baño para luego ponerse un vestido cualquiera y salir rumbo a su trabajo. El aire fresco de la mañana lleno sus pulmones y le ayudo a calmar sus nervios. El amanecer tenía de rojo los edificios y las calles de la gran urbe, aquella visión ayudo a la joven a olvidar momentáneamente su angustiosa situación. Al llegar al hospital Candy fue testigo de algo poco usual. Todas sus compañeras, tanto las que terminaban su turno como las que iban llegando, estaban reunidas en torno a una de las grandes vitrinas donde solían colocarse los avisos del día. Todas murmuraban escandalizadas y sus rostros estaban ruborosos por la vergüenza.

-¿Qué pasa?-pregunto la joven acercándose a las demás enfermeras. Por toda respuesta varias de ellas se hicieron a un lado para dejarla pasar y que se acercara a ver pos si misma. Al hacerlo candy sintió que el piso se abría bajo sus pies. ¡Dentro de la vitrina había seis fotografías donde se veía claramente a una mujer siendo penetrada por un hombre! Ella de inmediato reconoció aquellas escenas, eran las que Neal le había mostrado el día anterior y por las cuales ella había aceptado someterse a sus caprichos. Por un momento la joven se sintió perdida y se hubiera desmayado de no ser por una pregunta que alguien hizo en voz alta.

-¿Quién será esa pervertida?-al escuchar esas palabras Candy miro con más detenimiento las fotos y descubrió que todas habían sido recortadas, cercenando la cabeza del torso, por lo que todo lo que se veía era dos cuerpos entrelazados en el acto amoroso. En ese momento una voz airada se dejo escuchar en el pasillo.

-¿Qué esta pasado aquí?-todas se volvieron de inmediato y descubrieron al Dr. Lenar, que recién llegaba en ese momento, este se abrió paso entre ellas para llegar hasta la vitrina.-¡¡¿Pero que es esto?!!-grito indignado al tiempo que abría la vitrina para retirar aquellas obscenas imágenes.

-¡¡¿Quién es el responsable de esta atrocidad?!!-

-No lo sabemos doctor.-le respondió tímidamente una de las chicas que se habían quedado de guardia.-Fue Gerandine, la primera en llegar esta mañana, quien nos aviso que alguien había colocado esa… "cosas" en la vitrina. Mientras la chica hablaba el Dr. Lenar tomo las fotos y las guardo en su bolsillo.

-¡Quiero hablar con ustedes dos, con Geraldine y con la jefa Browning así que preséntense en mi oficina en el acto!. ¡Las demás váyanse a trabajar!-ordeno el director. Todas las presentes acataron la orden y se dispersaron al instante. Por su parte Candy estaba desconcertada y furiosa por aquel desplante por parte de Neal. Pero también estaba preocupada, pues sabía que el joven aristócrata nunca se hubiera arriesgado a cometer ese acto vandálico personalmente, a pesar de lo mucho que había cambiado, forzosamente alguien más lo había hecho y eso solo significaba que realmente Neal tenía un "socio". Alguien que cumpliría la nefasta tarea de difamarla si acaso intentaba hacer algo por liberarse.

Candy sintió la imperiosa necesidad de refugiarse en su trabajo y se apresuro a cambiar su ropa de calle por el uniforme de trabajo, pero mientras lo hacia escucho claramente los comentarios de las otras enfermeras que en ese momento también se cambian de ropa.

-Que asquerosa mujer.-dijo una de ellas en voz alta.-Hace falta estar enferma para dejarse tomar fotografías como esas.-

-Es verdad.-dijo otra.-Debe gustarle mucho que la monten. ¿Viste el tamaño del tipo?-

-Era un animal.-

-Son unos depravados.-

-Esa es una ramera de lo peor.-Candy sintió que aquellas voces aumentaban de tono cada vez más, incluso creyó por momentos que algunas de ellas la señalaban discretamente, la tensión llego a tal grado que la joven termino por salir casi corriendo del vestidor. Rato después, cuando la jefa Browning salio de su entrevista con el Dr. Lenar, todas fueron llamadas al salón de conferencias para recibir instrucciones.

-Escuchen con atención.-les dijo Browning con severidad.-A parir de este momento queda prohibido cualquier comentario sobre lo ocurrido esta mañana. Nuestro deber es mantener el buen nombre del hospital, por lo tanto no deberán decir a nadie sobre esas "cosas obscenas" ni siquiera a sus familias. ¿Han entendido?-todas las presentes estuvieron de acuerdo y la sesión fue levantada. El resto del día transcurrió con toda normalidad. Candy procuro no pensar más en el incidente, después de todo nadie podría reconocerla, y las ordenes del Dr. Lenar le evitarían la molestia de escuchar los chismes de sus compañeras.

Finalmente la jornada termino. Como todos los días Candy y sus compañeras acudieron a la recepción para saber quienes permanecerían de guardia esa noche. Esta vez Candy fue una de las elegidas junto con otra chica, una estudiante de recién ingreso llamada Penny. Después de eso las demás se retiraron y poco a poco, conforme avanzo la tarde, el hospital se fue quedando en silencio.

-¿Qué debemos hacer?-pregunto la enfermera novata visiblemente nerviosa.

-Relájate.-le dijo Candy tratando de calmarla un poco.-Nuestro trabajo será permanecer en vela por si ocurre alguna emergencia, hacer rondas cada hora para ver que los pacientes estén cómodos y tranquilos. Si algo malo pasa debemos ir al ala este donde esta el Dr. Jef, el medico de guardia, é informarle del problema. ¿Esta claro?-

-Ssi… creo que si.-dijo la chica un poco más tranquila.-¿Lleva mucho tiempo trabajando en este hospital?-pregunto tratado de hacer conversación.

-Pudiera decirse que si.-dijo la joven pecosa esbozando una sonrisa.-A decir verdad yo llegue aquí hace casi dos años, cuando aún no me graduaba de la escuela Mary Jane para enfermeras, aquí termine mis estudios y conseguí una plaza como enfermera residente…-

-Vaya.-exclamo la chica con admiración.-Pero entonces. ¿Cómo es que no nos habíamos visto antes? Yo tengo casi cuatro meses de estar estudiando aquí.-

-Digamos que me tome un descanso.-dijo Candy guardando para si misma el recuerdo de su desafortunado despido a pedido de la señora Legan.-Y tú ¿De donde vienes?-

-De Madison. Estudie en la escuela Jordan.-dijo la joven con orgullo.-Somos las mejores enfermeras de todo el país… o al menos eso dice nuestro lema.-ambas jóvenes rieron de buena gana. El tiempo paso y las horas se fueron amontonando una sobre otra. Candy hizo la primera ronda por ser la más experimentada, luego Penny y así se fueron turnando una cada vez. Finalmente el reloj marco las 12 de la noche. Penny estaba por demás cansada, como era de esperarse siendo su primera guardia nocturna, y comenzó a bostezar a intervalos casi regulares.

-¿No podemos dormir un momento?-pregunto soñolienta.

-Temo que no.-le respondió Candy adoptando una aptitud más severa con su compañera.-Una buena enfermera no deja de velar por sus pacientes. Que no se te olvide.-

-Lo siento.-dijo Penny avergonzada de si misma.-No lo olvidare.-

-Eso espero. Por cierto. Es tu turno de hacer la ronda.-

-Esta bien.-dijo la chica tomando la lámpara de mano para alumbrar su camino.-Volveré pronto.-

Candy la vio alejarse por el pasillo y se concentro en otras actividades, como llenar los reportes para los médicos. Mientras lo hacía escucho el sonido de la puerta abriéndose, lo cual le extraño pues Penny se había ido hacia a penas cinco minutos.

-¿Ocurre algo?-pregunto volviéndose hacia la entrada de la recepción. Pero no fue a su compañera a quien vio recargada contra la puerta, sino a Neal Legan quien la miraba sonriendo como un demonio salido de la misma noche.

-Buenas noches Puta.-le dijo despectivamente mientras se apartaba de la puerta y caminaba hacia ella.

-¡¿Qué estas haciendo aquí?!-grito Candy indignada y asustada al mismo tiempo.-¿Acaso quieres que alguien te vea?-

-¿Te gusto mi pequeña exhibición de esta mañana?-le respondió él ignorando las preguntas de la chica rubia.

-¡Por supuesto que no!.-espeto Candy recordando el escándalo que había provocado aquel acto imprudente.-No entiendo que te propones sacado a todos de sus casillas.-

-Es muy sencillo.-le dijo el joven adoptando un aire sombrío.-Lo hice para que comprendas que realmente soy capaz de destruirte, y que lo haré a menos que aceptes pertenecerme en cuerpo y alma.-

-¡Ya lo se!-grito Candy sin poder contenerse.-Sabes que haré lo que quieras a cambio de que no perjudiques a los chicos del hogar. Pero no se que caso tiene obedecerte si de todos modos vas a mostrar esa "cosas" por ahí.-

-Calma querida.-le dijo el con venenosa dulzura.-Lo de hoy fue solo para que pudieras ver con tus propios ojos lo que pasara si no te sometes a mis deseos. ¿Qué tanto dijeron tus compañeras sobre ti? ¿Que eres una depravada, o tal vez algo peor? ¿Crees que alguna hubiera escuchado tu historia de violación? ¿Qué alguna te hubiera creído que no estabas conciente cuando te tome esas fotos?-Candy guardo silencio. Por doloroso que fuera, tenía que reconocer que su verdugo tenía toda la razón. Si las imágenes hubieran estado completas el Dr. Lenar la habría echado del hospital sin pensarlo dos veces y para esa hora todo el personal y los pacientes, con excepción de los niños, estarían enterados de aquel vergonzoso asunto.

-Pero no te preocupes.-continuo Neal sabiéndose dueño de la situación.-Mientras me obedezcas en todo nadie volverá a ver esas fotos jamás.-Candy no le respondió. Permaneció impasible, mirando fijamente al joven aristócrata con sus hermosos ojos verdes. Sin demostrarle el menor temor a pesar de su crítica situación, antes por el contrario su mirada se mostraban serena é incluso retadora, dándole a entender a su verdugo que aún tenía fuerza de espíritu para afrontar lo que estuviera por venir. Neal también la miro fijamente, dándose cuenta de que a pesar de sus victorias pasadas Candy no estaba vencida… aún no.

-Acércate.-le dijo aceptando el reto. En silencio la joven enfermera acato la orden se su verdugo. Ambos quedaron frente a frente, desafiándose con la mirada.

-Quitate los calzones.-le ordeno sin miramientos. Por un momento Candy perdió la serenidad, no solo por que intuía las intenciones de Neal, sino porque sabía que Penny podía regresar en cualquier momento.

-Obedece.-le recalco implacable el joven aristócrata. Candy no tuvo más remedio que inclinarse para meter las manos bajo su falda y quitarse los largos calzones que traía puestos para dárselos al depravado heredero de los Legan. Neal tomo la prenda entre sus dedos y, para sorpresa de la chica rubia, la acerco a su rostro para aspirar el aroma de las partes íntimas de su esclava.

-Delicioso.-exclamo satisfecho. Candy lo miraba con una mueca de asco, pero no dijo nada.

-Ahora déjame ver tus piernas.-esta vez la joven enfermera no pudo evitar que el rubor cubriera sus mejillas a causa de la vergüenza, pero igual tuvo que inclinarse y tomar los pliegues de su falda para levantarlas como si se tratara de una cortina, dejando al descubierto sus bien torneadas piernas y su rubio pubis. La joven ya no pudo sostener la mirada ante su agresor y bajo los ojos la suelo sintiéndose indefensa y a merced de lo que él quisiera hacer con ella.

-Date vuelta.-fue la siguiente orden. Candy obedeció y Neal pudo recrearse la pupila con la imagen de aquellas perfectas lunas de piel blanca, donde aún podían verse los verdugones provocados por la azotaina del día anterior. El joven rico admiro satisfecho su obra pasada y sin prisa saco de su bolsillo una delgada soga, su herramienta favorita, con la cual sujeto las muñecas de Candy una vez más. La joven enfermera dejo escapar un leve gemido de dolor a causa de la fuerza con que Neal apretó la soga contra la piel de sus muñecas. Pero sabía que no podía hacer nada por evitarlo.

-Vamos.-le dijo Neal al tiempo que la empujaba con fuerza contra el escritorio colocado detrás del mostrador de la recepción, Candy no pudo hacer nada por evitar que su cuerpo quedara derrumbado de forma grotesca sobre el escritorio, excepto quejarse por el golpe seco que sus pechos recibieron al estrellarse contra la superficie de madera. De inmediato Neal le levanto la falda dejando al descubierto el regio trasero de la pecosa, quien se debatió instintivamente al sentir como la mano de su verdugo comenzaba a acariciar sus adoloridos glúteos.

-No te muevas perra.-le dijo el joven aristócrata al tiempo que le daba una fuerte nalgada que la cimbro de pies a cabeza, pues su piel estaba demasiado castigada como para resistir cualquier agresión. Impotente la joven dejo de luchar y se resigno a su negro destino. Por un momento Neal no hizo otra cosa que tocar a placer las nalgas de la joven, deleitándose con los espasmos que su toque provocaba sobre el magullado cuerpo. Pero pronto la visión le excito demasiado como para quedar satisfecho con la mera contemplación, así que se desajusto los pantalones y los dejo caer al suelo para que su verga quedara libre de ataduras. Candy sintió que el chico comenzaba a acomodarse para penetrarla, pero en ese momento una preocupación diferente le distrajo de su inminente violación.

-Aquí no.-suplico de pronto.-Por favor Neal alguien puede venir. Vamos a otro sitió. Por favor.-sin atender a los ruegos de su presa el heredero de los Legan acomodo la cabeza de su falo a la entrada de la vulva femenina y empujo con todas sus fuerzas. Sin embargo, a pesar de su empeño la roja cabeza no logro penetrar en las entrañas de la joven enfermera, a pesar de haber sido desflorada hacia unos días. La causa era la falta de lubricación, pues Candy estaba demasiado asustada por la idea de que Penny regresara como para experimentar la más mínima excitación. Frustrado y deseoso el heredero de los Legan lanzo un escupitajo sobre la punta de su pene y volvió a empujar con todas sus fuerzas.

Candy sintió un dolor agudo y penetrante que casi la hizo gritar, pero haciendo un esfuerzo supremo logro mantenerse callada y soportar la penetración. Pero su esfuerzo fue inútil y final no le quedó sino suplicar entre sollozos.

-Sácamela por favor. Me duele mucho.-Neal volvió a ignorar las suplicas de Candy y comenzó a moverse lentamente, dejando que su falo se frotara contra los pliegues de la vulva, lo cual provoco un gran dolor a la joven enfermera.

-¡Aaaayyyyyy!... Ya no… Por favor… No tan fuerte… ¡Aaaayyyyy!... ¡Ya no!-esta vez el joven heredero de los Legan tuvo que detener sus acometidas, no solo por los gritos de Candy, sino porque su verga estaba rozándose por la falta de lubricación en el conducto femenino. Por un momento Neal sintió el deseo de azotar a la joven, de lastimarla sin piedad por frustrar sus deseos de poseerla. Pero se contuvo, aconsejado por una fuerza invisible que le invito a resolver el problema de otra forma. Lentamente, casi con delicadeza inclino su propio cuerpo hasta quedar tendido sobre la joven enfermera.

-No llores.-le dijo quedamente al tiempo que comenzaba a lamer su delgado cuello.-Voy a ayudarte.-

-¿Ayudarme?-repitió Candy al tiempo que volvía la cabeza para mirar a su verdugo, sin comprender las causas de aquel cambio de aptitud.

-Cierra los ojos.-le dijo él suavemente. Candy obedeció de inmediato, más por escapar de su situación que por complacer a su violador.

-Piensa en Terri.-le dijo en un tono cada vez más delicado, apenas audible. La joven se sorprendió de aquel pedido, pero su mente lo acepto de buena gana y las imágenes de su pasado al lado del joven Granchester desfilaron por su memoria. La primera vez que lo vio a bordo del barco que la condujo a Inglaterra, sus peleas en el colegio San Paulo, sus vacaciones en Escocia y… ese beso tan calido que le dio a las orillas de aquel lago. Mientras Candy se perdía en sus recuerdos Neal deslizó su mano hasta el bajo vientre de la joven, hasta la zona de su vulva y con cuidado comenzó a frotar el pequeño clítoris con la punta de su dedo.

-¡Aaaaaahhhhhh!-gimió la joven al sentir el roce de aquel dedo sobre su centro de placer. Por un momento Neal dudo en seguir adelante, le revolvía el estomago pensar que Candy estaba pensando en aquel actorcillo de segunda cuando era él quien la penetraba. Pero al final resolvió continuar. Solo el supo porque.

-Imagina que es él quien esta aquí contigo.-le murmuro al oído en una voz muy baja.-Que es él quien te tiene ensartada en su verga.-Candy no sabía que hacer, por una parte no deseaba participar en aquel juego enfermo, pero por otra, ¿Qué mejor forma para escapar de la dolorosa realidad que hundirse en aquella fantasía que se entretejía en su mente?

-Así… Así… -le murmuraba Neal al tiempo que movía un poco su pene dentro de su víctima.-Piensa que es su verga la que esta dentro de ti. Siente como palpita ansiosa por depositar su semilla en tus entrañas.-

-¡Aaaaahhhhhh!... ¡Aaaaaaaaggggg!... ¡Aaaahhhhhh!..-gimió la joven dejándose llevar por aquella ilusión, descubriendo por primera vez los deseos sexuales que Terri había despertado en ella hacia ya tanto tiempo. A pesar de sus celos Neal sonrió satisfecho, estaba logrando que Candy cooperara con él, lo sentía en la calida sensación de líquidos que comenzaba a impregnar el estrecho canal de su vulva. Facilitando paulatinamente sus movimientos de coito. Con tal motivo decidió "ayudar" a su víctima un poco más y empezó a besar con delicadeza el cuello de Candy al tiempo que su otra mano trataba de acariciar los pechos de la joven.

-No pierdas el momento.-le dijo al notar que la joven no quería levantarse para dejarlo tocar su busto.-Recuerda que es Terri quien desea acariciar su pecho y explorar tus pezones.-al cabo de unos segundos Candy arqueo un poco el cuerpo de modo que la mano de su violador pudiera posarse sobre su busto. Esta vez Neal procuro ser lo más delicado posible al momento de acariciar los pechos de su víctima, así como sus sensibles pezones.

-¡Aaaaaahhhhh!... ¡Aaaaaahahhhhh!-gimió la joven enfermera aferrándose a al recuerdo de su amor perdido. Mientras tanto, Neal aprovecho el momento para empujar su pene más profundo dentro de la vulva de su presa, deleitándose con el suave calor húmedo que comenzaba a sentir alrededor de su falo. Sus manos codiciosas apretaron los pechos erectos de Candy para apretarlos delicadamente pero al mismo tiempo con firmeza, logrando que se endurezcan aún más.

-¡Aaaahhhhhh!... ¡Terri!... ¡Mi amor!...-dijo la joven enfermera, totalmente perdida en la imaginaria entrega que se dibujaba en su mente. Así, la joven se dejaba abrazar por aquella fantasía amorosa, que enmarcaba sus más caros anhelos, para escapar de la realidad donde todo se reducía a una cuestión de poder. Por su parte el joven Legan había hecho a un lado sus celos y su rabia para continuar manipulando los bellos pechos de su víctima, al tiempo que sigue murmurándole palabras cariñosas para mantenerla tranquila y excitada.

-¡Aaaaaahhhhh!… ¡Aaaaahhhhhhh!...-sigue así.-le dijo Neal en un murmullo apenas audible.-Disfruta de sus manos acariciando tus pechos, se siente bien ¿Verdad?. Dime. ¿Quieres que te haga el amor?-

-¡Aaaaaahhhhh!... Si… si.. Terri… hazme el amor…-gimió la joven entregándose del todo a aquel espejismo de pasión amorosa. Neal había tenido éxito en conducirla hasta una vorágine de emociones salvajes donde no tenía contacto con la realidad. Donde Candy solo podía sentir como su cuerpo se llenaba de un calor intenso, como sus pechos se endurecían hasta provocarle una deliciosa mezcla de placer y dolor. Su vulva latía como un corazón, apretando entre sus pliegues la lanza de quien la poseía en ese momento. Sus entrañas estaban ardiendo y eso provoco que delicados hilillos de fluidos resbalaran por sus muslos.

-¡Aaaaaahhhhhh!... ¡Aaaaaahhhhhh!-los gemidos de placer se fueron haciendo cada vez más fuertes, tanto que el propio Neal empezó a preocuparse de que alguien pudiera escucharlos en el silencio de la noche. Pero al final el mismo término hundiéndose en el éxtasis de aquella peligrosa copula. Sus manos se aferraban a los erguidos pechos de la Candy masajeándolos groseramente mientras empujaba su verga dentro de su víctima cada vez con mayor rapidez. Al tiempo que la joven enfermera mantiene los ojos cerrados para no ver la realidad de estar siendo violada una vez más por la persona que más odiaba en el mundo.

De pronto Cabdy arqueo su cuerpo hacia atrás, dejando que su cabeza descansara en el hombro de Neal, quien seguía lanzando fuertes estocadas a sus espaldas, el olor del joven aristócrata, muy distinto al de Terri, había dejado de tener importancia en ese momento de suprema excitación que la joven esta experimentando.

-Así… así, siente como las manos de Terri acarician tu pecho, disfruta de sus dedos.-le murmuro Neal al oído.-Siente como su verga entra y sale de tu cuerpo, ¿no es grandioso sentir como se endurece más a cada instante? ¿Y que me dices de sus manos que aprietan tus pechos? Disfrútalos, siéntelos, abre más tus piernas para que Terri pueda entrar un poco más dentro de ti, déjalo gozar como tu lo estas haciendo… vamos ya casi termina.-

-Aahhhhhhh… Aaaahhhhhhh… -gemía la joven enfermera dejándose llevar por las sensaciones que las manos y la verga de Neal estaba despertando en su cuerpo casi virginal. Su mente estaba sumida en un estado de confusión emocional que la hacía presa fácil para las palabras de su verdugo, quien había logrado su cooperación induciéndola a una fantasía amorosa en brazos del hombre que en realidad amaba.

Por su parte Neal estaba muy complacido, salvo por el hecho de que Candy evocara el nombre de aquel despreciable actorzete inglés, pero era una molestia que estaba dispuesto a soportar con tal de seguir disfrutando de aquel cuerpo celestial, cuyo calor y olor comenzaba a obsesionarlo más allá de lo normal. Por esa razón el joven aristócrata no pudo resistir la tentación de morder el cuello de Candy, que en la posición en que se encontraban estaba totalmente expuesto.

-Aaahhhhhh… Aaaahhhhhhhh.-gimió la joven al sentir los dientes de su verdugo se enconaran suavemente en su garganta, provocándole un estremecimiento, para luego explorar sus hombros con su lengua realizando filigranas que tuvieron la virtud de provocar un gemido de placer.

-¡Oooohhhh!... ¡Terri!... ¡Aaaahhhhhh!-Candy arqueo más aún su cuerpo hacia atrás, ofreciendo sus pechos a las caricias de su amante forzado, mientras siente como la piel de su cuello y hombros es humedecida por la saliva caliente del hombre que la esta penetrando. Su vulva escurría ríos de jugos íntimos que empapaban los testículos de su cabalgador, quien a su vez estrujaba más fuerte sus pezones al punto de parecían a punto de estallar.

-¡Aaaaaahhhhh!., Terri, Mássssss… Maaaasssssshhhhhh.-El cuerpo de Candy era como una barra de mantequilla, deslizándose sobre aquella barra de carne que la taladraba sin piedad. Sus gemidos se hacen cada vez más intensos al sentir como la cabeza del falo se inflamaba cada vez más mientras Neal la tomaba con fuerza por las caderas para hacer palanca y sacar su verga casi hasta la punta para volver a hundirla de un solo golpe. A cada embestida el aristócrata siente que su orgasmo se acerca, que sus testículos se endurecen y su escroto le arde como si tuviera fuego en las entrañas.

-¡AAAAAAHHHHHHHH!.... ¡aaaaaaaahhhhhhh!....-gimieron casi al mismo tiempo cuando el primer disparo de esperma estallo dentro de las entrañas de la joven enfermera. La cual no pudo evitar que su cuerpo fuera sacudido por un orgasmo. Después ambos quedaron inmóviles, recargados sobre el escritorio de al recepción. Finalmente Neal se incorporo y saco y miembro flácido del cuerpo de Candy.

-Muy bien, muy bien.-dijo orgulloso mientras le desataba las muñecas.-¿Vez como no fue tan difícil?-Candy no le respondió, simplemente se dejo caer de rodillas junto al escritorio respirando agitadamente para recobrar el aliento, mientras el semen de su violador escurría por sus muslos de alabastro hasta el piso de la habitación. Candy se sentía avergonzada de lo que había sucedido, por la forma en que había permitido que Neal jugara con sus emociones y con su mente, haciendo que ella misma se prestara a sus sucias maniobras. En ese momento una idea cruzo por su mente y sin pensarlo se puso pie para correr hasta la ventana que daba hacia le pasillo y asomarse al exterior. Oscuridad y nada más.

-¿Qué te pasa?-pregunto Neal un tanto asombrado de aquella reacción.

-Es… Penny.-

-¿Penny?-repitió Neal mientras se ajustaba los pantalones.

-Mi compañera de guardia.-aclaro Candy recobrando el aliento.-Ya no debe tardar en regresar. Vete Neal, vete antes de que sea tarde.-suplico casi sin darse cuenta. El joven aristócrata la miro en silencio. Comprendía perfectamente que la situación podía tornarse peligrosa si alguien llegara a verlo junto a Candy. Sin embargo no deseaba mostrarse temeroso ante su "esclava", así que decidió hacer a un lado la prudencia y jugar una última carta.

-¿Qué estas esperando?-le dijo Candy sacándolo de sus pensamientos.-¡Vete ahora mismo!-Neal la miro con desprecio y, para sorpresa de la joven, se cruzo de brazos en actitud retadora.

-Besame.-le dijo con una mueca traviesa iluminando su rostro.

-¡¿Qué cosa?!-exclamo Camdy sin dar crédito al descaro de su verdugo.

-Ya me oíste.-le respondió Neal tratando de parecer frío é indiferente ante el peligro.-Quiero que me beses antes de que me vaya. Es lo menos que puedes hacer para agradecerme esta visita. ¿No lo crees así?-Candy estuvo a punto de proferir alguna de las groserías que había aprendido durante su estancia en el campamento de construcción del ferrocarril, pero comprendió que eso era una perdida de tiempo. Así que acercándose al joven Leegan deposito un beso rápido en su mejilla.

-¿Qué fue eso?-espeto Neal con aire ofendido.-¿Quién crees que soy? ¿Tú hermano?. Hazlo como la puta que eres o me quedare aquí hasta que esa tal Penny vuelva.-la joven enfermera miro nerviosamente hacia el reloj de pared, asustada comprobó que Penny podía llegar en cualquier momento, así que no tenía tiempo que perder. En silencio Candy volvió a acercarse a Neal y alzándose en la punta de sus pies unió sus labios con los suyos. Fue un beso torpe, motivado por el miedo y sin mayor gracia, sin embargo, el hecho de que la joven le besara voluntariamente fue un triunfo más para el ego del heredero de los Legan.

-Lo hacer muy mal.-comento Neal cuando la joven se aparto de él.-Pero por ahora lo dejaremos así. Ya te enseñare a hacerlo mejor.-sin decir más se acomodo la ropa y abandono la habitación no sin antes volverse un momento hacia su "esclava".

-Nos veremos mañana.-dijo antes de desaparecer por el oscuro pasillo. Candy lo vio desaparecer en la negrura, justo en el instante en que unos pasos se dejaron escuchar al otro extremo del corredor. El corazón de Candy le dio un vuelco al ver la luz de una linterna acercándose hacia ella.

-Hola Candy.-le saludo Penny en cuanto llego junto a la ventana de la recepción.

-¿Como esta todo?-pregunto Candy mientras se acomodaba discretamente el uniforme blanco.

-Sin novedad en el frente.-dijo sonriendo Penny adoptando una postura militar.-¿Y aquí no ha pasado nada?-

-No todo ha esto tranquilo.-

-¿Estas segura?-Candy se estremeció al notar el extraño tono en la voz de su joven compañera. Casi como si ella

Continuara

Autor: "CrocCruac"