Un Amor Umposible III
Muchas Gracias Por Sus Comentarios... Me Alegra Saber Que La Adaptación Les Gusta... Y Feliz Navidad A Todos :D
- Ducha fría
— ¡Te acostaste con Alyssa Evans!
Eso tenía el mérito de ser claro, por lo menos. Y no, no es un sueño, menos una ilusión. Pasé la noche con Alyssa. Yo misma no salgo del asombro.
— Anda, cuéntame, ¿cómo fue? ¿Dónde lo hicieron?
No tengo ganas de compartir con Annie ese momento tan íntimo y todavía menos de entrar en detalles. Es molesto.
— Oh, Annie, no tengo ganas de contarte eso… Sabes lo importante, ella me llevó y luego… ¡pues ya!
Annie se carcajea.
— Bueno, espera, pero si es todo un acontecimiento. De entrada, hace lustros para ti y además, ¡lo haces con Alyssa Evans! Ni siquiera sé si yo misma salgo del asombro.
-La noche fue intensa, me encantó y nada de volver a pensar en eso… Aunque la salida de Alyssa fue rápida.
— Está bien, ¿y cuándo la vuelves a ver?
¡Buena pregunta!
— Qué sé yo. Alyssa se fue híper rápido después de eso. No me dijo nada. No estoy segura de volver a verla…
— ¿Crees que fuiste sólo sexo de una noche? ¡Qué patán! ¡No lo creo!
Sacudo la cabeza, esa idea me desgarra el corazón, pero hay que rendirse ante la evidencia. Me vio desnuda, tuvo que darse cuenta de mis redondeces y se escapó. No me dijo «Hasta pronto», ni siquiera «Te llamo». Nada…
¿Pero cómo pude yo haber creído que podía gustarle? Lo eché a perder todo, fui una idiota, y además ¡también se ha de haber dado cuenta de que no tengo mucha experiencia en el sexo! Fui demasiado ingenua, me entregué a ella y heme aquí… ¡Que me sirva de lección!
— Bueno, ya, debo reaccionar. La audición es esta tarde, tengo que ensayar antes.
— ¿Sabes qué? ¡Te invito esta noche al Manolo! Una noche de chicas. ¡Te hará bien después de todo esto!
Annie es adorable. Sabe bien como levantarme el ánimo, que además nunca había estado tan bajo… Alejo todas esas ideas. Hoy es el gran día. Quiero esa plaza en la Filarmónica de Nueva York.
¡Cambiar de aires!
Tocar unos fragmentos de violín me hace bien. No cabe duda, la música es el mejor consuelo que pueda yo tener. Me preparo, más relajada, más serena también. De ahora en adelante, sólo se trata de mi carrera. Si no tengo control alguno sobre mi vida amorosa, ¡mi carrera al menos sólo me pertenece a mí! La música, algo de descanso, el coctel es eficaz para reconfortarme. Debo poner todas oportunidades de mi lado para ser elegida. Me miro en el espejo antes de salir. Mi túnica blanca ilumina mi rostro y un ligero maquillaje me da buena cara. Al menos, mi estado de ánimo no se lee en mi cara. ¡Sí logro despistar!
La audición tiene lugar en la Academia. No puedo estar más en confianza. Este lugar siempre me ha dado suerte. Me cruzo con algunos compañeros, me da gusto volver a verlos, tengo la impresión de empezar clases, como si nada. Sólo que el ambiente está algo tenso y los rostros más crispados. Nos juntamos todos en el escenario para saludar al jurado y comenzar las audiciones. Siento que algo de pánico escénico tironea el vientre… ¡Tengo que ganar esta audición, quiero esta plaza! La Filarmónica de Nueva York es renombrada en todo el país, es una de las más prestigiosas. ¡No a todo mundo se le da la oportunidad de empezar ahí su carrera!
— Señoras, señores, antes de empezar las audiciones, déjenme presentarles a los miembros del jurado. Tenemos el inmenso privilegio de tener entre nosotros al mecenas de nuestra fundación, que nos da la muy agradable sorpresa de acompañarnos esta noche, Alyssa… Mi cuerpo se inmoviliza, mi corazón se paraliza… ¿Alyssa qué? Mi cabeza se vuelve hacia el jurado y… Los brazos se me caen literalmente. ¡¿Pero qué hace ahí, maldición?! Trato de recuperarme, miro mis pies. ¡Caramba, Alyssa está ahí en el jurado! La sorpresa paraliza tanto mis pensamientos como mis gestos. Ella sabe que yo estoy ahí, tuvo que haberme visto, es obvio. Ya ni siquiera escucho al presidente del jurado presentar al resto de los miembros. Hago un enorme esfuerzo para recuperarme sólidamente. Sobre todo, no debo mirarla, ¡tengo demasiado miedo! Pero, ¿de qué exactamente? ¿Acordarme de esa tórrida noche? ¿Leer la indiferencia en su rostro? ¿Desfallecer? No, tengo que concentrarme a como dé lugar en esta audición. ¡Sólo esto importa!
Pero el presidente del jurado nos presenta por turnos. Sería muy mal visto que no mirara a los jueces, que no los saludara. No tengo elección. A mi nombre, avanzo un paso. Es mi audición, mi carrera. Tengo que persuadirme de que Alyssa no es más que un miembro más del jurado… Me aclaro discretamente la garganta, alzo la cabeza y saludo a todos los miembros del jurado mirándolos a los ojos, uno tras otro. El momento es rápido, pero parece durar horas. Alyssa tiene la misma cara que en la entrega de diplomas, muy seria, impasible.
¡Así es, realmente ella no quiere nada de mí!
Mi corazón se aprieta, pero paso a su vecino y… ¿Ashley? la Ashley Brown de la velada de los Lorrighton? ¡Son muchas sorpresas en poco tiempo! Ashley está visiblemente contenta de verme, me dirige una larga sonrisa y una seña con la mano… Esta audición cobra un giro extraño…
Regreso tras bastidores. No paso enseguida. Tanto mejor, me siento algo tensa. ¡Mis nervios están sometidos a una ruda prueba! Me pongo en blanco, rememoro algunos ejercicios de respiración. Tengo que recuperarme, ¡lo que está en juego es demasiado importante!
— Señorita, es su turno.
¡¿Ya?! ¡Venga, soy una guerrera que se lanza a la arena! Agarro mi violín, estoy dentro de mi burbuja. Coloco mi partitura, no tengo ni una mirada para el jurado, ni siquiera lo pienso. Bajo mis ojos, las notas. Sólo pienso en ellas. Me elevo hacia otra parte con los Veinticuatro Caprichos de Paganini.
Bajo mi arco, nutrida por la música. Saludo de nuevo al jurado y regreso tras bastidores. Al abrigo de las miradas, suspiro y me siento. Está hecho, di lo mejor de mí misma, la decisión final no me pertenece. Acomodo mi violín en su estuche. Es tiempo de irme. Darán a conocer los resultados más tarde. Me siento mejor, tengo ganas de regresar, de descansar. Todavía tengo ganas de tocar.
¡Y de evitar a Alyssa!
— ¡Erika!
¡Esa voz! Esa manera de pronunciar mi nombre… Me vuelvo y veo a Alyssa hacerme una seña para que la esperara.
— ¡Erika! ¡Otra vez estuviste magnífica en la escena! Estás radiante cuando tocas, ¡nos llevas a tu mundo! ¡Te escucharía durante horas!
Todavía bajo la adrenalina, puedo contener mi emoción al verla, ante mí, con su sonrisa, tan cálida ahora.
Me tutea…
— Alyssa, no esperaba volver a verla, sobre todo no aquí. ¿Es otra vez fruto de la casualidad?
— No del todo. Alyssa sonríe. -No me gusta la casualidad.
Murmura estas últimas palabras y me atrae hacia ella. Su mano en mi cabello es tierna, su mirada es afable. Sus labios se posan sobre los míos, no con la fogosidad de la última noche, sino con dulzura… ¿Entonces, por fin no se terminó? Ya no entiendo nada.
— Estoy feliz de volver a verte. Y de participar en un momento tan importante para ti. Tengo aún unos asuntos que terminar aquí, ¿puedes esperarme? Te llevo a cenar.
Me fundo en sus brazos, bajo esa mirada… Tengo la impresión de ser única, de ser importante, ¿Cómo negarme? Pasaría mi vida entre sus brazos, así… — De acuerdo.
Es todo lo que puedo decir… Pero creo que mi cuerpo, mis ojos, mi actitud habla por mí. Satisfecha, Alyssa me besa, con un beso ligero y se vuelve a ir.
¡Estoy sobre una nubecilla rosa!
¡Alyssa quiere volver a verme y me invita a pasar la velada con ella! ¡Entonces no fui sólo sexo de una noche!
Contengo un grito de entusiasmo. La idea de ese encuentro a solas reanima deliciosamente mi bajo vientre. LA imagen de su cuerpo desnudo prende una chispa.
¿Vamos de nuevo a…?
Tengo que avisar a Annie y cancelar nuestra noche de chicas… Pienso que no me guardará rencor. Le escribo rápidamente un mensaje de texto.
«Buena audición. Ceno con Alyssa. Ya te explicaré.» La respuesta no se hace esperar:
«Cuento con ello, feliz velada entonces! ;)»
Todavía es un poco temprano, pero me dirijo hacia el hall. Antes de empezar a bajar la gran escalinata de mármol, una animada discusión interrumpe mi marcha. Me regreso y me sostengo en la barandilla para escuchar. Reconozco esa voz, es Alyssa… Justo debajo, está en plena discusión con Ashley… La cosa parece muy agitada entre ellas.
— ¡No porque seas mi prima te puedes permitir dictar mi conducta!
— Si no pones fin inmediatamente a tu historia con esa tontuela, ¡vas a perderlo todo! ¡Dile que su velada está cancelada! … Me agarro de la barandilla para no caer. Algo en mí acaba de romperse.
¿Ashley habla de mí? ¿La «tontuela»? ¿Qué hice mal? ¿Y por qué perdería lo que fuera por mi culpa? Y si no habla de mí, ¡¡¿de qué otra tonta se trata?!!
Volumen “2”
- Primeras amenazas
Tontita… ¿Tontita? ¡Tontita!
Esas palabras resuenan en mi cabeza… Ashley y Alyssa, ese enojo entre ellas, ¡esas miradas llenas de rabia! Creí que iban a llegar a las manos…
¿Y por qué esa sonrisa socarrona de parte de Ashley? ¡Alyssa parece tan atrapada en falta!
Espero unos instantes, con el corazón palpitante. ¿Alyssa va a seguir las órdenes de su primo? ¿Lo va a escuchar y a cancelar nuestra velada? Debajo de la escalera, escucho que Alyssa resopla de enojo; Ashley acaba de dejarlo riéndose, con una risa que me hiela los huesos, una risa fría, triunfante…
¿Pero por qué la tal Ashley se cree la reina del mundo? Alyssa no tiene nada que ver con ella…
Alyssa recibe una llamada, a pesar de mí misma, lo escucho…
«Sí, Lorraine… Sí, acabo de hablar con él. Sí, esta noche. Los alcanzo… Llegaré ahí en unos diez minutos… Está bien. Nos vemos al rato.»
Su tía. «Los alcanzo». Tengo mi respuesta. Alyssa escogió a su familia.
¿Quién soy yo para luchar contra ella, contra su imperio? Un granito de arena al que se le puede soplar para que no perturbe el engranaje. Eso soy yo… No somos del mismo mundo, ¡cuándo me lo voy a meter en la cabeza, caramba!
Ya no me atrevo a bajar la escalera… ¿Para qué? Mi velada con Alyssa está jodida, mi relación entera con Alyssa esta jodida… Venga, quiero regresar. Un bote de helado en el sillón, una buena película, así voy a festejar esta audición y el final de mi deseo…
Suspiro y bajo la escalera. Alyssa me da la espalda, pero incluso a unos cuantos pasos, siento la tensión que emana de ella. Todavía es peor cuando se vuelve hacia mí, su mirada es glacial, su mandíbula está crispada. Sus rasgos están marcados, su enojo contenido. No me gustaría que lo descargara sobre mí, prefiero no decirle que escuché todo…
– Erika, lo siento, tengo que cancelar.
– ¡Oh! No importa…
Mi voz es pequeñita, tengo la cabeza baja sobre mis manos, apretando el estuche de mi violín. Las lágrimas se me suben a los ojos… Ella me abraza y me aprieta contra sí, muy rápido, y enseguida se aleja.
-Cancelo por esta noche, pero nada más, ¿de acuerdo? Alcánzame mañana en el restaurant Forbes Island. Esta noche, más vale… que regreses
Sus ojos buscan los míos, los encuentran y hallo algo de dulzura en su mirada. Dulzura y un pequeño destello que comienza a serme familiar. Alyssa se vuelve rápidamente hacia la puerta de entrada de la academia y me empuja bajo la escalera, al abrigo de las miradas. Me estampa contra la pared, pega las dos manos cerca de mis orejas, impidiéndome esquivar ni un solo gesto. Ese cambio de humor me toma desprevenida, todavía no me acostumbro a esos cambios.
-Señorita Rogers, no pierde usted nada con esperar…
Me besa con cada palabra, sus labios se acercan y se pegan para retirarse enseguida, ¡nunca me habían besado así! Al cabo del tercer beso, mis sentidos están alerta, espero el siguiente para atraparlo y hacerlo durar… Pero Alyssa está jugando, sabe en qué estado me pone… Nuestros cuerpos se rozan pero no se tocan, siento su calor, adivino su sexo, mi imaginación enloquece y me siento arder en deseo…
Esperar, no tengo ganas de esperar…
Alyssa se desvía de mis labios, se concentra en el lóbulo de mi oreja… Gimo… Ni siquiera puedo mover las manos, tocarla a mi vez… Soy su prisionera, ahí bajo la escalera… Alyssa baja, besa mi cuello y se mantiene siempre pegada a mí… ¡Tengo ganas de atraparla y apretarla contra mí! Pero de pronto, se detiene. Si, acaba de probar su poder sobre mí, puede estar orgullosa… Estoy vencida de deseo frustrado.
-Erika, nunca me puedo resistir… Gracias por este delicioso interludio. ¡Hasta mañana!
¿Se va? ¿Cómo?
Me cuesta trabajo recuperar el juicio… Mi cuerpo se calma, pero mi cabeza se agita. La jornada ha estado rica en emociones y ni siquiera sé cómo tomar esta noche. Si debo llorar ante la ostentosa hostilidad de Ashley, esta tía que planea por encima de la cabeza de Alyssa, esas amenazas… «Vas a perderlo todo…» Y esos besos, esta atracción entre Alyssa y yo…
¿En qué me estoy metiendo?
A mi vez salgo de debajo de la escalera, ya no sé qué pensar. Una parte de mí me dice que debo detenerlo todo antes de que las cosas se envenenen. ¿Pero qué cosas? La otra parte se regocija de este último cambio, tan cargado de electricidad, tan rico, ¡tan fulgurante! Un buen bote de helado de chocolate con nueces de macadamia, eso es lo que me hace falta para relajarme. Ya ni siquiera pienso en mi audición, en esa plaza de ensueño que estoy rozando quizá con la punta de los dedos. Aunque Ashley, en el jurado, que acaba de tratarme de tonta, amenaza con no darme mi oportunidad…
Bueno, deja que los profesionales den su opinión, felizmente eran la mayoría… Sus voces importan más.
Un estremecimiento me recorre la espalda. Un mal presentimiento me asalta, me roza. Algo no está bien. ¿Pero qué?
Dormí un sueño pesado y sin sueños. Ni siquiera escuché a Annie regresar anoche. Esta mañana no estoy apurada, miro mi techo, para encontrar ahí respuestas a mis preguntas, sin duda. Y aun, ni siquiera estoy segura de tener preguntas, tan no entiendo lo que me pasa, lo que está en juego. Tengo la impresión de ser un peón, de sufrir eventos incontrolables… Primero mi cuerpo, esas sensaciones desconocidas, este deseo tan violento cuando Alyssa está cerca. Con sólo pensar en eso… Y luego, la vida de Alyssa, su universo, su familia, sus «obligaciones» y sus cambios de humor…
Escucho que Annie se está alistando. Siempre canturrea en la mañana. Su presencia es un sol, su buen humor es contagioso… Pero, ¿por qué no me deja esta sensación de que algo no está bien? ¿Por qué tengo siempre esta nube en mi cabeza, este extraño sentimiento? No me quiero encontrar a Annie, se arriesga a tener también esta sensación. Tiene un don para ello. Sabe que no pasé la noche con Alyssa, ella también debe tener preguntas, pero esta mañana, no tengo ganas de un interrogatorio. Por fin se va, me levanto. Annie me dejó un mensaje en el refrigerador: Que tengas bonito día, ¡hasta la noche!, acompañado de una linda carita. Los detalles de Annie siempre me hacen sonreír.
Me preparo, me visto de manera informal. Una gran túnica, un cinturón y un pantalón ajustado van muy bien para este tipo de restaurant. Forbes es una islita en la que un chef instaló su restaurant. Una embarcación va y viene para llevar y traer a los clientes. Por supuesto, nunca he estado ahí y estoy impaciente por descubrir a mi vez este lugar ineludible de San Francisco. ¡Annie se va a sorprender cuando se lo cuente esta noche!
Mi auto está en su lugar acostumbrado pero desde el primer vistazo percibo algo inhabitual. Mi cuerpo se contrae, e instintivamente, me pongo a la defensiva, en alerta. Hay una carta, arrugada, atorada bajo el limpiaparabrisas. Temblando la abro y desdoblo una hoja en tamaño carta, también arrugada. La letra me resulta desconocida, todo está escrito en mayúsculas. Con las primeras palabras, doy un grito leve, mi sangre se hiela.
«ALÉJESE DE ALYSSA, ¡ESA MUJER NO ES PARA USTED! ¡DEJE ESTA RELACIÓN O CORRE
EL RIESGO DE TENER PROBLEMAS! SUS DEDOS SON PRECIOSOS, SIN ELLOS SU CARRERA
QUEDARÍA DESTROZADA…»
Me encierro en el auto, mi corazón palpita a más no poder. ¿De dónde viene esta carta? ¿Quién pudo haber escrito tales horrores? Mi primer reflejo es tirarla, pero me contengo. Prefiero conservarla y la deslizo en mi bolsa. Tengo frío, mi espalda está húmeda. Miro por todos lados a mi alrededor, esta gente sabe dónde vivo, conoce mi auto… ¿Me siguen? Echo una ojeada en los retrovisores, pero no veo nada diferente. Enciendo el auto, quiero alejarme de ahí, rápidamente. En el camino, las oraciones de la carta me dan vueltas en la cabeza.
¿Será necesario decírselo a Alyssa? ¿Está relacionado con las palabras de Ashley ayer? ¿Pero por qué insisten tanto en separarnos? ¿Por qué nuestra historia es tan importante? ¿Y quién querría hacerme daño? Siempre he llevado una vida tranquila.
Me aparco en el estacionamiento del restaurant y busco con la mirada el pequeño embarcadero. Los clientes esperan en un saloncito, donde les sirven un primer aperitivo… Me gustaría tomar un trago de vodka para recuperar el color. Estoy lívida. Salgo de mi auto, no puedo evitar mirar hacia todos lados alrededor de mí. ¿Será esta cita una buena idea? ¿No debería yo haber cancelado, a mi vez?
Instintivamente, aprieto mis dedos contra mí…
-Buenos días, señorita Rogers. El señor Richter ya está en la isla, la barca está llegando para llevarla allá.
La anfitriona frente a mí me regala una sonrisa franca. Ese calor me hace bien. No tengo que esperar demasiado, la embarcación ya está ahí y visiblemente sólo me espera a mí. Nadie sube junto a mí, sospecho que Alyssa la reservó en exclusiva por el tiempo de esta rápida travesía. El viaje es rápido y me recibe uno de los meseros, que me guía inmediatamente hacia una mesa retirada.
Seré paranoica, diría que Alyssa se esconde de las miradas…
Ella está ahí, bella como un diosa en un vestido oscuro. Sus hermosos ojos cafés son una caricia cuando se posan sobre mí. Alyssa está muy acicalada pero no por ello menos sexy… Me imagino ya quitándole ropa, desabotonando su camisa… No puedo evitar recorrerla con la mirada al detalle. Ella se levantó y se aclara cortésmente la garganta…
-¡Mmm!, ¿Erika?
Vuelvo a pisar la realidad y me doy cuenta de lo que acabo de hacer. Me sonrojo, confusa. Alyssa, divertida, me besa y se acerca a mi oreja:
-Me gusta que me mires así. La próxima vez, te dejaré que me quites esta vestimenta…
Me siento como una niñita atrapada con las manos en la masa. Pero la idea no me disgusta. Estoy feliz de volver a ver a Alyssa, su humor es guasón, su rostro sereno. Nos sentamos, lado a lado para admirar la vista.
-Te ordené una copa del champaña que te gusta, ¿te acuerdas?
Alyssa tiene el don de hacerme sonrojar: el último champaña que bebí, fue el de esa estupenda velada en la que pasamos la noche juntos. Un guiño de su parte me saca de mis recuerdos. El mesero nos trae nuestras copas.
– Por tu presentación de ayer, Erika, no tengo duda alguna de tu éxito.
– ¡Gracias! Los otros músicos también eran muy buenos. La competencia es ruda.
– Si no tienes Nueva York, tendrás algo mejor, pero sinceramente pienso que tendrás Nueva York. ¿Cuándo te dan la respuesta?
– Muy rápido. Hoy o mañana, escogen muy rápidamente, una sola escucha les basta para juzgar nuestro talento.
– Tanto mejor. Quizá debería aprovecharte mientras estés todavía en el mismo Estado que yo… ¿Qué dices?
¿Aprovecharme? Ya me aprovechaste ayer bajo la escalera.
Me estremezco, Alyssa acaba de colocar su mano sobre mi muslo, y creo saber a dónde tiene ganas de dirigirse.
-Un pantalón… Te quiero en falda o en vestido, Erika.
Alyssa retira enseguida su mano, con el semblante contrariado. Y enseguida me prometo ir de compras durante el día. Alyssa me mira intensamente:
-Haré que te entreguen en tu casa algunos conjuntos… Para el día, para la noche…
Su mano vuelve a la carga, acaricia la tela de mi pantalón. Me retuerzo sobre mi silla, lamentando en efecto no haberme puesto una falda… Mi bajo vientre se enciende con la idea de sentir la mano de Alyssa, ahí bajo la mesa… No tengo hambre, en todo caso, tengo otro apetito que me barrena el vientre. Y me doy cuenta de que sólo estoy esperando eso, pasar una nueva noche con Alyssa…
-¿Qué demonios hace ahí?
No me da tiempo de moverme ni de comprender qué pasa. Alyssa se levantó de un salto, volcando la mesa. Tengo a penas tiempo de verla romper en pedazos una cámara fotográfica ante el semblante sorprendido de un hombre… ¿Un fotógrafo? ¿Aquí?
-¡Dígale a sus coleguillas que si me vuelvo a topar con alguno en mi camino, mis abogados se encargarán de arruinar su especie de carrera!
«Arruinar su carrera», esas palabras me recuerdan la carta. Hecho un vistazo a mi bolsa, donde está enterrada. De nuevo, un estremecimiento me hiela…
Alyssa está loca de rabia, nunca la había visto en este estado. Los meseros se activan a nuestro alrededor para volver a colocar la mesa en su lugar y acomodar de nuevo el servicio. Espero a que se retiren para tratar de calmar a Alyssa.
– ¿Es tan grave?
– ¡Por supuesto que es grave!
Alyssa no me habla, se dirige a mí como a la última de las locas.
-¡Ni hablar de que esos fotógrafos publiquen fotos de nosotros en sus periodicuchos! Aprecio mi vida privada y no quiero aparecer…
Eso es demasiado para mí y para mis nervios.
Que Alyssa se enoje, va y pasa, ¡pero que me hable de esta manera! ¡No!
-¡No quieres aparecer conmigo, dilo! ¡No te molestaba exhibirte con esa otra mujer! ¡Pero yo, no! Quieres esconderme, no quieres que todo San Francisco te vea con una gordita ordinaria, ¿verdad? ¡Tu tía podría llamarte de nuevo y ponerte en tu lugar! Bueno, pues ¡deja de verme, así será más sencillo!
Exploto, tanto como me lo permite la intimidad de nuestra mesa. Estoy al borde de la histeria. Los últimos eventos y el mensaje sobre mi parabrisas me pusieron mal de los nervios, me doy cuenta ahora. Mis ojos están húmedos, quisiera irme y dejarla ahí, con su complicada vida. Pero por dios, ¡cómo me duele el estómago con la idea!
Alyssa me mira sorprendida. Mi perorata lo ha dejado sin voz y espero a que me pida efectivamente que me vaya… Siento que una batalla se libra en ella y que busca sus palabras. Espero, angustiada, su sentencia.
-¿Quieres que paremos, Erika?
Su mirada está ensombrecida, sus rasgos se tensaron.
¿Le importa, finalmente?
Respondo que no en un suspiro. Me toma la mano y hunde su mirada en la mía.
– No me avergüenzo de ti y sí te quiero esconder. ¿Cómo sabes que por mi tía?
– Ayer, en la academia, escuché todo…
– Oh, ¿mi conversación con Ashley también?
– Sí…
En este punto, es obvio: me va a tomar por una «histérica acomplejada que escucha detrás de las puertas» y ¡me va a pedir que salga de su vida!
-Bien… Entonces, te debo algunas explicaciones…
Alyssa se pasa la mano por el cabello, el rostro, con un gesto cansado.
– A Ashley, mi prima, no le gustó mi presencia ayer en el jurado. Sospecho que siente algo por ti. No soporta que estemos juntas y… me hace pagarlo. Pero es mucho más complicado que eso, los negocios, el trabajo… Mi tía, mí querida tía… No creo que tu presencia forme parte de sus planes…
– ¿Sus planes?
– Mi tía está muy involucrada en mi vida. Está dispuesta a todo para imponer sus decisiones. Y hasta ahora, no he tenido la oportunidad de oponerme a ello. Sé de qué es capaz, conozco las extravagancias de Ashley y sus desviaciones. Desconfío.
¿La carta? ¿Podrían ser ellos?
-No quiero causarte problemas, y tampoco quiero que me dicten qué hacer. Pero le debo mucho a mi tía, prefiero ser prudente.
Alyssa baja los ojos… Una ola de tristeza parece inundarla, y siento deseos de tomarla entre mis brazos, de acariciarle el cabello y de decirle que todo va a estar bien… No cedo ante este impulso, me conformo con palabras.
-Entiendo. Seré discreta, si eso es lo que quieres.
Alyssa alza la cabeza, su mirada me penetra, profundamente. Me mira, pensativa, luego inclina la cabeza y la gira para observar la vista. ¡Cómo me gustaría saber lo que piensa en este instante! Se vuelve hacia mí, su rostro se ha metamorfoseado. Sus ojos chispeantes, su sonrisa roza el descaro. Se inclina una vez más hacia mi oreja:
-Tus formas me provocan, Erika…
Otro cambio de humor. ¡Me va a volver loca! Pero esta es la primera vez que una mujer aprecia mis curvas. Sus manos sobre mis caderas…
El apetito no llegó a la cita para nosotros dos y Alyssa ya debe irse. Me deja tiernamente, en nuestra mesa, con una caricia en la mejilla y con la promesa de volver a vernos pronto. Espero un poco, como me lo pidió, para tomar a mi vez la barca de regreso, aún reservada en exclusiva. Estoy perpleja pero tranquilizada sobre las intenciones de Alyssa acerca de nosotras dos.
¿Podré por fin dejarme llevar y creerle?
Un sobre blanco, batiendo al viento bajo el limpia brisas de mi auto, me saca de mis pensamientos ensoñadores. No necesito abrirlo, instintivamente sé lo que contiene. De nuevo este estremecimiento, de nuevo mi corazón se aprieta. Desgarro el sobre una vez sentada al volante, encerrada. Las palabras son todavía más duras:
«¡IDIOTA! ¡NO ENTENDISTE! ¡LO VAS A PAGAR CARO!»