Un amor inolvidable 9 Segunda Temporada

"Corriendo sin aprender a caminar"

UN AMOR INOLVIDABLE (IX)

SEGUNDA TEMPORADA

AGOSTO A OCTUBRE 2007

Al entrar a la escuela, en Agosto 2007, conocí a Lucio, una persona de 25 años de edad, de tez blanca y ojos azules que se veían tan vivos por el brillo que expresaban constantemente; de complexión delgada, y su cabello era de color castaño claro y corto; Lucio tomaba las mismas clases que yo, debido a que ambos habíamos entrado al primer semestre en la carrera de contaduría, siendo las dos personas más grandes de nuestro grupo. Desde el primer día de clases, Lucio y yo nos caímos bien, y cuando los profesores pidieron organizar equipos de trabajo, él y yo buscamos estar siempre en el mismo equipo, de este modo empezamos a formar una estrecha amistad.

El primer día de clases transcurrió normal, tras conocer a Lucio en la primera hora del turno vespertino, me quedé sentado en mi mesa-banco escribiendo un mensaje de texto que le enviaría a Carlos para saber cómo estaba transcurriendo su día en el trabajo, la conversación a través de los mensajes de texto fue así:

  • Dan: Hola Carlos, ¿qué tal tu día hoy?

  • Carlos: Hola Dan, con mucho trabajo, ya sabes.

  • Dan: Si, lo imagino, ¿vas a salir tarde hoy?

  • Carlos: Aun no lo sé, no tengo mucho tiempo trabajando aquí y no sé si pueda retirarme a mi hora de salida, recuerda que he estado saliendo más tarde.

  • Dan: Si, lo sé… bueno, te enviaré otro mensaje cuando salga de la escuela, mi profesor ya está por llegar. Cuídate. Nos vemos.

  • Carlos: Vale. Cuídate. T.Q.M. Bye my friend!

  • Dan: O.k. Be careful too, yo también te quiero mucho Carlos. See you later my best friend! Jajaja!

Cuando el profesor entró, todos los presentes en el salón nos quedamos callados, la clase transcurrió normal, escuchamos las indicaciones para presentar las tareas, tomamos notas, etc. Cuando terminó la clase, el profesor se despidió, no sin antes explicar nuevamente la forma de evaluación en su materia, cuando salió del salón; repentinamente, Lucio León se acercó a mi lugar y me preguntó si podía sentarse en la banca vacía que estaba al lado derecho de mi banca, a lo que no puse objeción alguna, ya que era el primer compañero al que le había hablado, y aun no había entablado conversación alguna con los demás.

  • Lucio: Hola de nuevo – dijo sonriente – ¿qué tal la escuela, eh?

  • Dan: Hola, me parece bien, me gusta – le dije, devolviéndole la sonrisa – además, la carrera es muy interesante.

  • Lucio: Si, por eso entré a esta escuela… oye – me dijo, después de haber hecho una leve pausa – perdón por la indiscreción, pero ¿qué edad tienes?

  • Dan: Tengo 28 años – dije – creo que me tardé mucho en decidir entrar a estudiar mi licenciatura.

  • Lucio: Oh, ya veo… - dijo - …yo tengo 25 años.

  • Dan: Gracias por hacerme sentir aún más grande – le dije en tono de molestia.

  • Lucio: Lo siento, no quise molestarte… mejor me voy – dijo un poco avergonzado – ya encontraré otro asiento.

Al escuchar la última frase, no pude evitar sentirme mal por haberlo tratado así y de inmediato traté de reparar el error de haberle hecho sentir mal.

  • Dan: no te preocupes – le dije – No me has molestado en lo absoluto.

  • Lucio: Lo siento – dijo – apenas te conozco y ya te caí mal…

  • Dan: No me caíste mal – respondí – Estoy un poco mal. Discúlpame.

  • Lucio: Te pasa algo, ¿no es así? – me dijo preocupado - …Perdón, no debí preguntar…

  • Dan:…sí, me pasa algo – dije y, enseguida, suspiré – me traicionaron.

  • Lucio: Lo lamento – dijo mientras me ponía su mano en mi hombro – No quería…

  • Dan: Descuida, me caes bien – le dije, mirándolo a los ojos - pero… no te sientas mal, es sólo que hay cosas que únicamente se las cuento a las personas que conozco de años.

  • Lucio: Comprendo – respondió – No te preocupes. Sólo quiero que sepas que quiero ser tu amigo – me dijo mostrándome una sonrisa que hacía resaltar una dentadura blanca y perfecta – no quiero presionarte.

  • Dan: Gracias – le sonreí también – Y en verdad… lo siento.

  • Lucio: No te preocupes – me dijo - no pasa nada.

La siguiente hora de clase fue aburrida, ya que el siguiente maestro se dedicó a hablar sin parar, era uno de esos maestros de edad avanzada que les fascina contarle su vida a sus alumnos durante ¾ de la clase, así que yo ya estaba medio dormido, pero Lucio me movió para despertarme, yo sin decir nada me acomodé en mi asiento y no me quedó otra opción más que prestarle la debida atención al profesor, aunque su clase fuese aburrida. Unos minutos después se despidió, ya que había terminado su hora de clase, y cuando se salió, todos agradecimos que se haya retirado.

Eran las 5:15 p.m., cuando el personal de dirección entró al salón a notificarnos que la profesora de la clase de las 5 pm no había asistido a la institución, después de que se retiraron, me disponía a salir a la cafetería cuando Lucio me habló:

  • Lucio: ¿Vas a algún lado? – me preguntó, pero de inmediato se disculpó – perdón por la pregunta.

  • Dan: Descuida – respondí – de hecho voy a ir a la cafetería a comprar algo para comer. ¿Quieres venir conmigo?

  • Lucio: Claro – dijo con una sonrisa que no podía borrar de su rostro – vamos.

Durante el trayecto estuvimos platicando un poco para romper el hielo entre nosotros, y al estar hablando con él, me empezó a agradar su personalidad, llegamos a la cafetería y después de pagar los cafés nos sentamos en una mesa que estaba cerca de la cafetería:

  • Lucio: Perdón por las molestias que te he dado – dijo – no quise incomodarte.

  • Dan: No te preocupes, así soy al principio con las personas, pero me caes bien – respondí - espero que podamos ser muy buenos amigos.

  • Lucio: …y algo más – dijo, pensando en voz alta.

  • Dan: ¿Disculpa? – le pregunté sorprendido.

  • Lucio: ¡Oh!... Nada… - empezó a decir, mostrando nerviosismo en sus palabras - lo siento, yo… pensé en voz alta, disculpa – dijo y, de inmediato, suspiró.

  • Dan: Dime – le dije - puedes confiar en mí.

  • Lucio: Está bien, Dan – empezó a decir pero, por la expresión de angustia que reflejaba en su rostro, pensé que, quizás, estaba meditando un poco sus palabras, para después decirme algo - me… me… me gustas – dijo, mientras su rostro se ponía visiblemente colorado.

- Dan: Creo que podríamos ser muy buenos amigos – respondí - pero no puedo aceptarte como novio.

- Lucio: No quiero presionarte – me dijo - sólo quería decirte que me gustas, pero veo que eso no te va…

- Dan: Lucio, eh… yo… - dije dudoso, ya que Lucio me había tomado por sorpresa, por la respuesta que me dio - mira, yo… yo soy gay.

- Lucio: ¿Eso quiere decir que tengo una oportunidad? – me preguntó ilusionado.

- Dan: No, …es decir… Lucio – empecé a decir - no quiero que te hagas falsas esperanzas conmigo, mira. tú me agradas, eres guapo, y veo que eres muy humano – suspiré - pero has llegado en un mal momento a mi vida. Discúlpame.

- Lucio: Está bien – me respondió con tristeza – comprendo.

- Dan: Te voy a decir qué fue lo que ha pasado en mi vida – le dije - después de decirte, entenderás por qué lo digo.

Lucio me cayó bien desde el primer momento en que lo vi pero, al empezar a cruzar palabras, él quiso preguntarme algunas cosas de mi vida privada que no lo digo a cualquier persona, mucho menos a una persona que acabo de conocer 5 minutos antes, pero, cuando se disculpó por enésima vez, sentí sinceridad en sus palabras; además, su presencia me hizo sentir cómodo, motivo por el cual decidí comentarle lo que había vivido al lado de Carlos y al lado de William y, una vez más, volvió a pedir disculpas:

  • Lucio: Lo siento – dijo - has pasado por muchas cosas y encima yo te molesté al entrar.

  • Dan: No, no me molestaste, perdóname por haberme portado de esa forma contigo y hacerte creer que no me agradabas – dije - pero eso no significa que no podamos ser amigos – añadí, al mismo tiempo que sonreía – es lo más que te puedo ofrecer, por el momento, claro está.

  • Lucio: Gracias Dan – dijo - Te esperaré el tiempo que sea necesario, amigo.

  • Dan: Al contrario. Gracias a ti, Lucio – le sonreí - por entenderme.

  • Lucio: Bueno, no hablemos más del tema –dijo sonriéndome también – mejor voy a hacer algo que espero te haga sentir mejor: ¿Quieres ir a una fiesta?

  • Dan: ¿Cómo? – pregunté sorprendido – No entendí.

  • Lucio. Si, mira, te estoy invitando a una fiesta – explicó - precisamente hoy es mi cumpleaños, y cumplo 25 años – dijo - y planeé mi fiesta durante todo un año, para hoy en la noche, saliendo de la escuela. Si no quieres ir no hay problema – dijo sonriendo nuevamente – después de todo nos acabamos de conocer.

  • Dan: Está bien – respondí - vamos saliendo de la escuela ¿vale?

  • Lucio: Vale – dijo.

Ambos nos levantamos de nuestro asiento y nos dirigimos nuevamente al salón de clases, ya que se aproximaba la siguiente hora de clases.


Todo iba saliendo muy bien, había tenido un buen inicio de clases horas antes y ya había hecho un nuevo amigo. Estaba sentado en un sillón hablando con Santiago, uno de los amigos de Lucio, cuando llega Lucio a platicar con nosotros. Platicamos de varias cosas hasta que Lucio se retiró dejándonos solos, fue entonces que éste me dijo:

  • Santiago: Así que apenas hoy conociste a Lucio ¿eh? – dijo con una mueca de sorpresa.

  • Dan: Sí, tu amigo me agrada – dije con una sonrisa – espero que él y yo seamos buenos amigos.

  • Santiago: No lo creo – acertó a decir de forma seria – Conozco a Lucio mucho mejor de lo que crees – dijo - y si él te invitó a su fiesta el mismo día que te conoció es porque quiere algo contigo, y obvio que no es amistad - concluyó.

  • Dan: Mira – empecé a decir - yo no estoy interesado en algo más que no sea amistad, porque…

  • Santiago: Te voy a advertir una cosa – me interrumpió en forma brusca – No me agradas, y no quiero verte cerca de Lucio por ningún motivo ¿entendiste, estúpido?

  • Dan: ¡¿Quién te crees que eres para hablarme así?! – respondí enfadado, en verdad no podía creer que este tipo me estuviera hablando así - ¡Bájale porque si no lo haces, te va a ir muy mal – le advertí – y yo no amenazo, sólo advierto.

Santiago me golpeó sorpresivamente y caí al suelo, captando la atención de todos los invitados, me enojé tanto que me levanté a prisa como pude y me abalancé sobre él, tirándolo también al suelo, en donde lo aprisioné con fuerza, dejándolo inmóvil, a un paso de golpearlo, y fue entonces cuando se aproximó Lucio:

  • Lucio: Daniel ¿qué ocurre? – me preguntó molesto – No creí que fueras tan agresivo.

  • Dan: ¿Quieres saber qué ocurrió? – le respondí – Pregúntale a tu amiguito – dije irónicamente.

  • Santiago: Tú no eres una buena influencia para Lucio – me dijo en tono desafiante, e inmediatamente volteó a ver a Lucio – yo que tú, lo correría ahora mismo de esta casa.

Lucio no dijo nada al momento, tan sólo se dedicó a ayudar a Santiago a incorporarse y lo llevó a un sillón en donde lo dejó sentado, para después hablar conmigo:

  • Lucio: Daniel, lo siento – dijo - pero voy a tener que pedirte de favor que te retires.

  • Dan: ¡¿Qué?! – dije sorprendido – Pero él me…

  • Lucio: Él es mi amigo – me interrumpió – y no voy a permitir que NADIE lo trate así – dijo – lo siento mucho, pero debes irte.

Yo no le dije nada, simplemente le di la espalda y empecé a caminar rumbo a la puerta, pero escuché una voz que me detuvo en seco:

  • Lucio: Daniel, espera…

Lucio intentó decirme algo más, y por un momento pensé en regresar, pero yo no quería causar más problemas, así que me di la vuelta y salí de su casa sin detenerme, me subí a un taxi y emprendí el camino a mi casa. Cuando abrí la puerta, una mano me detuvo sorpresivamente.

  • Espera – dijo Lucio – debemos hablar.

  • Dan: ¡¿Qué haces aquí?! – pregunté sorprendido – Vete, yo no tengo nada de qué hablar contigo – le dije – además, te han de estar esperando en tu fiesta.

  • Lucio: No pienso irme sin ti – dijo con sus expresivos ojos azules – Dan, hace tiempo que no siento con alguien lo que empecé a sentir contigo desde la primera clase en que te conocí – me dijo - y espero que me des una oportunidad para luchar por ti.

  • Dan: Lucio, ya habíamos hablado de eso, en verdad vete – dije - además, Santiago dijo que no me quiere ver cerca de ti, y yo no quiero tener más problemas ni con él ni con nadie más.

  • Lucio: ¿Y qué? – preguntó - ¿Le tienes miedo?

  • Dan: Claro que no – respondí – Es sólo que no vale la pena pelearse por algo que puede ser muy trascendental.

  • Lucio: Esta bien – dijo un poco triste – Entiendo, ya me voy.

  • ¿Qué sentiste? – le pregunté mirándolo fijamente a los ojos.

  • Lucio: Dan, te voy a ser sincero – empezó a decir - no quiero que te llegues a enterar por terceras personas – suspiró - me gustas mucho, pero los que me conocen piensan que quiero aprovecharme de ti.

  • Dan: ¿Aprovecharte? – le pregunté – No, no otra vez.

  • Lucio: No pienso hacer eso – dijo – sabes, siempre creí que algún día llegaría a mi vida el hombre especial que me cambiara totalmente.

  • Dan: No te entiendo…

  • Lucio: Dan, seguramente con lo que te voy a decir vas a pensar que soy un desgraciado y que no merezco a nadie – empezó a explicar - pero te lo diré porque, si llego a tener una mínima posibilidad contigo, no quisiera que mi pasado dañara una posible futura relación.

  • Dan: Me sorprendes ¿lo sabías? – dije – Es muy difícil encontrar una persona que esté dispuesta a iniciar una relación después de ser sincero.

  • Lucio: Sólo quiero ganarme tu confianza – dijo, mientras sonreía - yo sé que de momento no puedo esperar una relación, pero al menos permíteme ser tu amigo.

  • Dan: …no lo sé, Lucio…– le dije – yo…

  • Lucio: Escúchame, por favor – me pidió - sólo te pido eso, no te estoy pidiendo imposibles – me miró con sus ojos azules que me atrapaban en un mundo ajeno a la realidad – quiero que no haya ningún secreto en nuestra amistad.

  • Dan: …(suspiré) Está bien, pero antes pasa a mi casa – le dije - que afuera nos vamos a congelar.

Cuando entramos, le indiqué un sillón para que él se sentara y fui a la cocina para preparar un café, no sin antes preguntarle si deseaba uno, los preparé lo más rápido que pude y, cuando llegué con las dos tazas, le di una y me senté en otro sillón enfrente de Lucio, de inmediato empezamos a platicar:

  • Dan: Ahora que estamos aquí – le dije – dime ¿qué me quieres contar?

  • Lucio: Dan, yo sé que estás muy dolido – dijo - pero creo que, después de lo que te cuente, vas a pensar que lo que a ti te pasó no fue nada comparado con mi vida – suspiró - A propósito, respecto a Santiago, no dejes que te moleste – me sugirió - ponle un alto, porque si no lo haces él no se va a detener.

  • Dan: Si, lo sé – respondí con pesadez - pero creo que ya le ha quedado claro que si se vuelve a meter conmigo, se arrepentirá.

  • Lucio: Eso espero… - dijo, después cambió el tema de conversación - Bueno, ahora sí, aquí va mi historia – me dijo – por favor no te enojes conmigo.

  • Dan: ¿De qué podría enojarme? – le sonreí – No tienes de qué preocuparte.

  • Lucio: Gracias. – dijo – Bueno, aquí va: Hace años, cuando entré a la secundaria, yo ya sabía que era gay, y por suerte en primer y segundo año nadie se había metido conmigo, siempre me respetaban, hasta que entré a tercer grado, cuando me empezó a molestar un chavo llamado Isaac, era un chavo alto, era el más grande del salón, según tenía entendido era la tercera vez que repetía año, y tenía fama de ser demasiado rudo con los alumnos que no le caían bien, imponiendo un miedo y “respeto” ante todos los alumnos de la escuela; entre los alumnos que no le cayeron bien estaba yo, total que él empezó a molestarme, yo me defendí como pude, un día él me quería golpear, pero yo logré derribarlo, humillándolo frente a todo el grupo, obviamente él juró vengarse, y un día, mi profesora de Historia no asistió a la escuela, y fue entonces que los alumnos se fueron yendo del salón hasta que sólo quedábamos Isaac, sus amigos y yo. Me levanté de mi asiento y cuando me disponía a salir, Isaac me impidió el paso, yo iba a buscar otra forma de llegar a la puerta pero fue cuando empezó todo:

  • Isaac: ¿A dónde crees que vas?

  • Lucio: A donde sea que quiera ir no es de tu incumbencia.

  • Isaac: Pues déjame decirte que no te vas hasta que me des lo que quiero – dijo en forma amenazante.

Héctor, uno de los amigos de Isaac, cerró la puerta y se quedó vigilando. Yo ya me estaba impacientando, así que traté de esquivarlo para poder salir, pero Isaac me empujó contra la pared más próxima, y me dijo:

  • Isaac: De aquí no sales si no lo digo yo – dijo apretando fuertemente mi espalda provocando que mi pecho quedara aprisionado contra el muro – y si quieres salir vivo de aquí vas a tener que pagar una cuota.

  • Lucio: No te voy a pagar nada, ¡imbécil! – de repente sentí su puño en mi boca, que me hizo escupir sangre y, al agacharme, Isaac aprovechó la oportunidad para tirarme al suelo.

  • Isaac: ¡Ahora vas a aprender a respetarme! – dijo – Te voy a…

Isaac estaba a punto de golpearme cuando Alejandro, otro de sus amigos, le dijo:

  • Alejandro: ¡Espera! ¡Espera! – dijo apresurado, logrando captar la atención de Isaac, quien de inmediato volteó a verlo – Este cabrón tiene que pagar con algo más.

  • Isaac: ¡Oh, ya entiendo! ¡jajajaja! – dijo, volteando a ver mi enrojecido y sudoroso rostro – ¿Eres virgen? – me preguntó con una maliciosa cara - ¡Responde o te parto tu…

Su mirada me provocó pánico, la situación ya estaba muy tensa, y no era para más, en ese momento Isaac era capaz de estrellarme incluso la cabeza con un solo movimiento, me tenía atrapado, así que no tuve más remedio que responderle:

  • Lucio: Sí, lo soy – dije, sintiendo una punzada en mi corazón que me indicaba que lo que seguía no iba a ser nada bueno – …ya respondí tu pregunta, ahora déjame ir.

  • Isaac: No, no te irás – dijo seriamente - ¿o ustedes quieren que se vaya? – les preguntó a sus amigos, quienes a una voz contestaron un No.

  • Lucio: Mira, ¿cuánto quieres? – le dije apresurado para poder zafarme lo antes posible de ellos – Sólo traigo $30, te los doy, pero déjame ir.

  • Isaac: ¡Jajaja! No te irás, ya te lo dije – dijo burlándose de mí – además ¿Cómo pudiste pensar que con $30.- te iba a dejar ir? – dijo clavando su mirada en mis ojos – No, vas a tener que pagarnos con algo mucho más valioso: TU VIRGINIDAD ¡Jajajaja!

Isaac y sus amigos no me dieron tiempo de reaccionar y defenderme, ya que Alejandro se agacho de inmediato y con una pañoleta que llevaba en su bolsillo me silenció. Yo traté de defenderme pero ellos me detuvieron con fuerza y me colocaron con la espalda apoyada en el suelo, yo trataba de librarme de sus brazos, pero era inútil, ya que ellos no me iban a soltar por nada del mundo, y estaban dispuestos a todo.

  • Isaac: Vamos a ver qué tenemos aquí – dijo – quiero ver tu preciado tesoro, ¡¡jajaja!!

Empecé a forcejear para intentar zafarme de ellos, pero todo intento por escapar fue en vano, al final, Isaac logró quitarme el pantalón y el calzón, yo traté de moverme aún más, pero fue imposible, él se desvistió lo más rápido posible y me dijo:

  • Me encanta ese culito rosadito y cerradito, chavos – dijo dirigiéndose a sus amigos – yo lo voy a estrenar y ya después siguen ustedes, quiero correrme dentro – dijo mientras abría mis nalgas y trataba de meter un dedo, después volteó a verme – mira pendejo, aquí vas a  aprender a respetarme, y lo que está a punto de pasarte es con lo que nos vas a pagar.

Isaac siguió hundiendo sus dedos en mi culo, el cual trataba inútilmente de resistirse, cuando vio qe ya tres de sus dedos ya deslizaban con facilidad, prosiguió a penetrarme con su pene, el cual hundió en mi culo de un solo movimiento, haciendo que me retorciera de dolor, sentí que Isaac me partía en dos. Una vez adentro, Isaac no dudó en mover sus caderas a un ritmo demasiado rápido, lo que hacía que su miembro me lastimara las paredes anales. No supe cuánto tiempo estuvo así, pero para mí fue una eternidad, y él no paró hasta que se corrió dentro. Cuando sacó su pene, pensé que me iban a dejar ir, pero me equivoqué, porque en seguida, uno de sus amigos, Alejandro, me penetró de una forma más brusca que él, su pene era más grande y, en consecuencia, el dolor aumentaba su intensidad; fue el segundo en dejar su esperma en mi culo, cuando retiró su pene, pude sentir cómo el fluido se empezaba a deslizar a través de la raja. Yo estaba completamente desesperado, ya que no podía hacer nada por evitar mi desgracia; el último fue Héctor, quien cambió de lugar con Alejandro, el cual se fue a vigilar la entrada. Héctor tenía una verga más gruesa que la de Isaac, aunque era más corta, él no vaciló en penetrarme bruscamente, sin que le costara trabajo, debido a que mi culo ya estaba lleno del semen de Isaac y de Alejandro, Héctor empezó a penetrarme con movimientos bruscos y rápidos, sin piedad, y bombeaba lo más profundo que podía una y otra vez, hasta que también me llenó el culo con su espesa leche. Aquel día fue el colmo de mi mala suerte, lograron violarme a su antojo una y otra vez – empezó a llorar – el muy desgraciado de Isaac logró su objetivo, me usaron entre todos, yo lloraba y pedía que se detuvieran, pero no lo hicieron, uno a uno se fueron corriendo dentro de mí en una segunda vuelta, cuando terminaron, Isaac volvió a penetrarme por tercera y última vez, y se volvió a correr dentro de mí, después ellos me aventaron mi ropa, e Isaac me dijo:

  • Isaac: Me encantó robarte tu virginidad, putito, ¡jajaja! – dijo en tono soberbio, triunfante – ya no te voy a hacer nada porque ya tomé lo único que me interesaba de ti, y si te atreves a decir algo no vivirás para contarlo – me dijo amenazante – No se te ocurra acercarte a mí nunca más en tu miserable vida ¿entendiste?

Yo sólo asentí moviendo la cabeza, cuando me quedé solo en el salón, me puse a llorar aún más, como pude me vestí, ya que me dolía el cuerpo pero, lo que más me dolía, era el culo, en donde sentía unas horribles punzadas de dolor – dijo mientras se secaba las lágrimas de sus ojos – fue la peor experiencia de mi vida. Aquel día, cuando llegué a mi casa, no encontré a nadie, y decidí tomar un espejo grande para poder ver mi culo, y me sorprendió mucho cuando lo vi, se veía rojo, y aún se asomaban restos de semen combinado con mi sangre. Esos malnacidos me lastimaron demasiado.

Lucio se veía demasiado triste, por primera vez vi en él una expresión de dolor, de tristeza, de traición, sus hermosos ojos azules que siempre brillaban intensamente, perdieron su brillo repentinamente, yo me sentí tan mal que me acerqué a él y, sin decirle nada, lo llevé a mi cama, en donde se quedó dormido mientras yo lo tenía abrazado con su cabeza recargada en mi pecho, y sin darme cuenta, su cálido cuerpo hacía que me envolviera en los brazos de Morfeo, fui cerrando mis ojos poco a poco hasta que, finalmente, me quedé profundamente dormido.


Cuando me desperté, me di cuenta que Lucio estaba a mi lado, pero estaba descansando tan bien que no quise despertarlo; me levanté sin moverlo y salí del cuarto sigilosamente, cerrando la puerta a mis espaldas. Me dirigí al baño y, mientras me duchaba, empecé a llorar de nuevo, me dolía tanto el pasado de Lucio, y más me dolía haberlo tratado mal, entonces sentí un dolor en mi corazón que sólo me hacía pensar: “He tratado mal a la mejor persona del mundo que he conocido, y yo no lo quería cerca, pensaba que mi dolor era el más grande del mundo, sin imaginarme su pasado y su dolor, soy un monstruo” .

El tiempo pasó pronto, y por suerte empezaba a estabilizarme económicamente, ya que el viernes recibí la notificación que me avisaba que a partir del lunes podía pasar a cobrar el primer pago de mi beca, con el cual podría ayudarme todo el mes sin necesidad de trabajar y descuidar la escuela, después de la charla que tuve con Lucio aquel lunes en la noche en el que Carlos llegó tarde a la casa, en la que me contó su historia, al día siguiente decidí darle el sí y empezamos a salir, recuerdo que lo había hecho el hombre más feliz de la tierra, ese mismo Lunes que le di el sí, tuvimos relaciones en la noche en mi casa, la que alguna vez fue de mi madre, él fue muy cuidadoso, me besó todo el tiempo mientras me llevaba a la cama, en donde me colocó sobre el colchón con demasiada suavidad, como si temiera hacerme daño, Lucio me abrazó y me empezó a besar, tiempo después empezó a recorrer poco a poco mi cuerpo hasta llegar a mi pantalón, el cual me quité con rapidez, y entonces me hizo sexo oral, me estremecí al sentir cada roce de su lengua en mi pene y en mis testículos mientras me masturbaba, yo me dejé hacer hasta que le avisé que estaba por correrme, entonces Lucio se aferró a mi pene con más fuerza hasta que salió el semen que lo degustó hasta la última gota, después de eso, se desvistió con rapidez, se colocó un condón y trató de introducir su pene con mucho cuidado para no lastimarme, y empezó la penetración a un ritmo lento, yo tenía mis piernas entrelazadas rodeando su cintura mientras que mi mirada analizaba cada gesto de su cara, me encantaba mirar sus hermosos ojos mientras lo hacíamos, el color azul brillaba con demasiada intensidad, ese brillo que me indicaba que estaba feliz, y en ese momento no pude resistirme y darle un beso en sus rojizos labios, después de eyacular en el condón, se colocó a mi lado y cerró los ojos para descansar, entonces yo me quedé inmóvil en la cama, de pronto sentí cómo una lágrima corría por mi mejilla, Lucio giró su cabeza y pudo ver mi lágrima, entonces me preguntó:

  • Lucio: Daniel, ¿qué te pasa?

  • Daniel: Nada – le fingí una sonrisa – es sólo que estoy un poco cansado – le dije mientras sentía otra lágrima recorrer mi mejilla.

  • Lucio: A ti te pasa algo, dime – me dijo mientras con uno de sus dedos tomó una nueva lágrima que empezaba a rodar por mi mejilla - ¿no te gustó, verdad?

  • Daniel: No es eso – dije, mientras sentía un gran dolor en mi corazón por estarle mintiendo – es sólo cansancio y estrés de todo lo que he vivido últimamente.

  • Lucio: ¿Seguro? Sabes que puedes confiar en mí. Yo nunca te juzgaré, y prometo hacerte feliz siempre, lo único que te pido es que seas sincero – me dijo con suavidad – Una buena relación se basa en la sinceridad y la confianza, y sin ellas, las relaciones pueden terminar lastimando a ambos – dijo mirándome con ternura  – y yo sé que siempre me dirás la verdad porque confío en ti y sé que nunca me ocultarías las cosas.

Otra lágrima rodó en mi mejilla, yo me sentí un desgraciado, porque no estaba siendo sincero con él, porque tuve que fingir que me gustó estar con él mientras que por dentro me sentía morir, ya que no estaba preparado a empezar una nueva relación, era muy pronto para ello, además que no me sentía cómodo con Carlos viviendo en mi casa, pero a pesar de eso, yo sólo quería hacerlo feliz, aunque tuviera que sacrificar mi vida y mi felicidad, pero hay veces que sabes que no estás haciendo lo correcto, pero el amor que sientes te ciega, y empiezas a hacer cosas que tu mente te hace creer que son correctas, pero tu corazón, muy en el fondo, lo sientes lastimado, porque tu corazón te indica que te estás equivocando, y te genera un sentimiento de culpa que hace que te mueras poco a poco por dentro, pero entonces entra una obsesión por querer hacer feliz a tu pareja, y te olvidas de ti mismo, de tu felicidad, porque uno piensa erróneamente que hacerlo feliz te hará feliz. En ese momento jamás pensé que lo que estaba haciendo era el error más grande de mi vida. Recuerdo que Carlos se molestó mucho con la situación y un día me reclamó, pero yo no quise escucharlo y él ya no me dijo nada, pero se empezó a distanciar un poco.


Hola de nuevo, aquí les dejo el capítulo 9, gracias a ustedes sigo aquí, y espero que esté mucho más tiempo aquí, ya saben que espero valoraciones y comentarios, saludos.

Guadalupe.

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Hasta pronto..!!.