Un amor inolvidable 26 Final de la Serie

Es momento de tomar una decisión, quizás volvamos a estar juntos o quizás no... pero hay algo que jamás cambiará, y eso es el gran amor que te tengo, Carlos. Con amor, Dan. ♫Yo jamás dejé de quererte a ti, yo jamás pude negarme a ti, jamás abandoné♫

UN AMOR INOLVIDABLE XXVI

CAPÍTULO FINAL DE LA SERIE.

“JAMÁS DEJÉ DE QUERERTE A TI”

OCTUBRE 2009.

Apenas terminé de eyacular, Dan me abrazó y me besó en los labios, mientras que yo le acariciaba la espalda; podía sentir los latidos acelerados de mi corazón que se sincronizaban con los suyos, mientras que nuestras almas bailaban de gozo y alegría porque estaban juntas de nuevo.

Levanté mi brazo izquierdo y enredé un mechón de su cabello entre mis dedos, mientras Dan me observaba con sus hermosos ojos llenos de amor e ilusión; Dan se apartó para que pudiera acomodar las sábanas y nuevamente se colocó encima de mí, mientras que poco a poco cerraba los ojos y se acurrucaba en mi pecho; Dan no comentó nada con respecto a mi petición, pero supongo que no se iba a negar; al fin y al cabo, hemos superado todos los obstáculos para llegar hasta aquí, y no creo que él quiera dar marcha atrás.

A la mañana siguiente, me desperté con una gran sonrisa en los labios, no podía pedir más, tenía a Dan, no necesitaba nada más; me apresuré a ducharme porque debíamos asistir al registro civil, por fin Sandy se iba a casar, y de ahí, iríamos a su casa, en donde un sacerdote llegará y los casará ante Dios.

Cuando salí del cuarto de baño, Dan estaba acomodando las sábanas, por lo que me pidió que preparara el desayuno mientras él bañaba a Dieguito, así que me dirigí a la cocina y piqué fruta para después colocarla en tres tazones, además de extraer jugo de zanahoria y verter dicho jugo en los vasos.

Dan bajó con Dieguito, quien de inmediato corrió hacia mí para abrazarme y besarme «Te amo, papá» me dijo mientras me dedicaba su mejor sonrisa «Y yo a ti, hijo» le respondí, también con mi mejor sonrisa.

Al terminar de desayunar, le puse un traje al niño mientras Dan se arreglaba, cuando terminé, Dan se acercó y me sonrió, se veía guapísimo; su cuerpo combinaba perfectamente bien con aquel traje gris claro, llevaba una rosa color rosa en el saco y una corbata blanca con decorado en varios tonos que estaban entre el rosa y el violeta; no le hacía falta nada.

Dan se quedó con el niño, me acerqué a darle un beso y me subí al cuarto de baño para tomar una ducha; cuando salí, Dan y el niño ya estaban en la sala esperando a que yo bajara; apenas me acerqué a ellos, nos salimos apresuradamente a la calle para abordar un taxi, el cual nos llevó hasta el registro civil, en donde Sandy ya estaba esperándonos.

  • ¡Hola! – saludó Sandy – Me alegra verlos.

  • ¡Sandy! – la abracé – te ves hermosa – dije.

  • ¡Felicidades! – dijo Dan – me alegra que hayas encontrado tu felicidad al lado de Rodrigo.

  • Muchas gracias, Dan – le sonrió – gracias a ambos por venir.

La ceremonia empezó minutos después, en donde Sandy y Rodrigo se juraron amor eterno y se entregaron los anillos; al salir, fuimos a la casa de Sandy, en donde nos la pasamos tomando fotos, bailando, cantando y demás.

Días más tarde, llegué un poco tarde del trabajo y, en cuanto vi a Dan, le pedí que me acompañara a una joyería; Dan me empezó a hacer preguntas, y yo solo le respondí que debía ir a recoger la cadena de William, debido a que, hace unos días, ésta se le “rompió” y la dejé ahí para que la reparasen.

Dan y yo salimos rumbo a la joyería; en el trayecto, estuvimos platicando de varias cosas respecto a los chicos; cuando llegamos, le pedí a Dan que él pasara primero, y así lo hizo. Un empleado del lugar se acercó a nosotros y nos atendió amablemente, deseando que nosotros compráramos algo de la joyería; sin embargo, yo le dije que sólo queríamos “ver” los artículos, así que el empleado se fue al mostrador.

Dan me preguntó «¿Qué hacemos aquí, Carlos?» y yo le dije «Ver algunos anillos, quiero elegir uno bonito para ti» de repente, el empleado pasó cerca de nosotros y Dan vio que se le cayó una caja negra; la recogió y trató de alcanzar al empleado, pero no lo logró.

  • Mira – dijo – se le cayó.

  • Si – respondí – déjame verlo.

  • Toma – dijo mientras me daba la caja – en cuanto regrese, se lo devuelves.

  • Claro – sonreí – si tú quieres.

  • ¿Cómo? – preguntó – No entiendo.

Abrí la caja y Dan pudo ver el anillo, era un hermoso anillo de plata con tres diamantes grandes en el centro y tres pequeños diamantes cuadrados en ambos extremos de los diamantes. Tomé el diamante en mis manos y me hinqué, mientras Dan me miraba sorprendido.

  • Daniel Pérez – dije, tomando su mano - ¿Usted aceptaría casarse conmigo? – le pregunté mientras le colocaba el anillo.

Dan sonrió y me ayudó a levantarme para, inmediatamente, abrazarme y después besarme «¡Por supuesto que sí!» exclamó entusiasmado «Usted es el único hombre que me hace feliz» Al final, le di las gracias al empleado, ya que todo lo había pagado previamente, y juntos, regresamos a casa.

NOVIEMBRE 2009.

Dan y yo hemos decidido empezar con los preparativos de nuestra boda, después de todo, aceptó con gusto la propuesta de matrimonio; me siento muy feliz, después de tanto tiempo, por fin seremos esposos. Me levanté temprano para poder ir con Dan al registro civil a solicitar informes con respecto a la documentación necesaria para poder iniciar el trámite de nuestra boda; cuando salimos del registro civil, nos fuimos directamente a casa, en donde mi papá y el niño ya nos estaban esperando para desayunar.

Cuando terminamos de comer, Dan me informó que saldría un rato, ya que iría a la Universidad en donde estaba estudiando para pedir informes con respecto a una revalidación de estudios y Will, al escucharlo, decidió hacer lo posible por terminar sus estudios superiores, ya que Dan sólo había concluido hasta el segundo semestre y William, según me informó, había concluido hasta el tercer semestre.

Casi al mismo tiempo que ellos salieron, yo también salí en dirección a mi trabajo, ya que sólo había pedido permiso para llegar tarde; cuando Dan y William salieron de la Universidad, estaban muy emocionados porque habían altas probabilidades de que los pudieran aceptar de nuevo en la escuela, y en cuanto llegaron a la casa, Dan me llamó por teléfono a mi trabajo para darme la noticia; me sentía feliz de ver que él y William querían continuar sus estudios, después de todo, se lo merecen.

Cuando me disponía a salir del trabajo, mi jefe convocó a todo mi departamento a una junta urgente, por lo que le envié un SMS a Dan para notificarle mi retraso a casa; al finalizar la junta, observé mi reloj, el cual ya marcaban las 00:30 horas. Abordé un taxi y le pedí que me llevara a una dirección cercana a la casa, al bajar del vehículo, le pagué al chofer y me dispuse a caminar por toda la avenida hasta llegar a mi destino.

Dejé mis llaves en la mesa y me fui a la habitación, en donde Dan ya dormía profundamente; me desvestí procurando no hacer ruido para evitar despertarlo y tomé mi toalla, caminé en dirección al cuarto de baño, una vez ahí, me cepillé los dientes, me rasuré la barba y me metí en la ducha, en donde me relajé por completo. Al salir, me sequé todo el cuerpo con la toalla y después la anudé en mi cintura; entré al cuarto y me vestí con rapidez, una vez listo, entré en la habitación de Diego y le di un beso en su mejilla mientras lo veía dormir con una sonrisa en sus labios; se veía lindo y tierno; era mi pequeño hijo. Entré nuevamente en la habitación y me acosté en la cama, abracé a Dan, le di un beso en el cuello y me dormí casi de inmediato.


Estábamos en casa de Dan, me sentía feliz porque Bernardo estaba a mi lado; justo cuando terminamos de desayunar, aprovechando que todos estábamos reunidos, me levanté y les pedí que me prestaran atención y, acto seguido, anuncié que me casaría con Bernardo justo en un mes. Los chicos nos felicitaron y nos desearon lo mejor para nuestro futuro matrimonio. Al finalizar el desayuno, Dan se acercó y me abrazó, mientras me felicitaba por mi boda. «Me alegro de que hayas encontrado al hombre de tus sueños» me dijo. Al final, cada uno tomó su propio trayecto, dejando solos a Dan y a Carlos en la casa con el niño.

DICIEMBRE 2009.

Por fin ha llegado el momento, estaba demasiado nervioso y no podía pensar en nada. Dan me dijo que no debía por qué estar así, puesto que hoy por fin me casaría con Bernardo, y debía ser un día especial para ambos. Dan estaba en mi casa ayudándome a vestir para la boda, la cual se realizaría en el patio de la casa de mi madre.

Me observé en el espejo y me veía tremendamente bien, con mi traje blanco y mi corbata rosa; Dan me apresuró y ambos bajamos a la sala, en donde mi madre, Tania, me esperaba vestida con un lindo vestido azul cielo, con encajes plateados; y en los hombros llevaba una chalina plateada, que hacían juego con un collar y unos aretes de perlas blancas. Mi madre me abrazó y me dijo que estaba orgullosa de mi, y que me deseaba lo mejor.

En la sala ya se encontraba Bernardo, el cual lucía un traje gris oscuro que combinaba con una camisa blanca y una corbata negra. Bernardo se veía guapísimo; apenas lo vi, me traté de acercar a él pero mi madre no me dejó, ya que debíamos casarnos pronto para no dejar esperando a los invitados. Cuando el juez llegó, mi madre me acompañó frente a la mesa en donde se realizaría la ceremonia civil y, casi de inmediato, vi a Dan acompañando a Bernardo.

El juez inició la ceremonia mientras Dan estaba junto a Bernardo y mi madre junto a mí; después Bernardo me puso el anillo y yo le puse el suyo, para que después, Dan y mi madre colocaran el lazo. La ceremonia concluyó, y Bernardo y yo nos besamos apasionadamente; por fin nos habíamos convertido en esposos para siempre. Al terminar la ceremonia, nos fuimos a mi casa en donde hicimos una pequeña reunión en honor a nuestro feliz matrimonio; todos comimos, bebimos un rato, platicamos y, al final, nos dejaron solos, momento que Bernardo y yo aprovechamos para irnos a la cama.

  • Te amo – me dijo Bernardo – estoy feliz porque es nuestra primera noche juntos.

  • Y no solo eso – respondí mientras lo besaba – jamás lo hice con Carlos.

  • No te preocupes – dijo – procuraré no lastimarte.

Nos desvestimos y Bernardo empezó a besarme, recorriendo mi piel morena con suavidad y calma, me sentía feliz, disfrutando ese momento con mi esposo. Bernardo llegó a mi pene y lo succionó, lo besó y recorrió todo el tronco con su lengua, además de besar, lamer y juguetear con mis testículos; hasta que yo lo detuve y lo acomodé en la cama para hacerle lo mismo.

Bernardo estaba demasiado excitado, me encantaba admirarlo, con su piel blanca, sus ojos marrones, sus labios gruesos y enrojecidos; recorrí despacio su cuerpo, hasta detenerme en su pene, el cual besé, lamí, succioné hasta hacerlo eyacular; al final, me dediqué a sus testículos, los cuales tomé con mi mano izquierda y los acaricié, los lamí, y los besé.

Finalmente, Bernardo me acomodó en la cama de costado y levantó mi pierna derecha, colocó su pene en mi ano y me preguntó «¿Estás listo?», le respondí «Sí pero, por favor, hazlo despacio» Él empezó a ejercer presión y lentamente fue introduciendo su pene en mi ano, mientras yo me trataba de acostumbrar; una vez dentro, se quedó inmóvil, hasta que le indiqué que ya todo había pasado.

Bernardo comenzó a mover sus caderas con un suave y ligero movimiento, mientras me besaba la espalda, en cuanto me acostumbré, le pedí cambiar de posición, y me acomodé recostado en la cama boca arriba, levanté mis piernas y Bernardo empezó a penetrarme de nuevo, pero aun despacio, me sentía completo, por fin estaba con mi esposo; rodeé su cuello con mis brazos y lo acerqué a mí para besarlo.

Tiempo después, Bernardo anunció que pronto eyacularía y le pedí que lo hiciera dentro, su cuerpo empezó a temblar y de inmediato me inundó de semen, al mismo tiempo que yo también eyaculaba, salpicando mi abdomen y parte del pecho con mi semen. Bernardo se recostó sobre mí y me dio un beso, después se levantó y trajo papel de baño, se limpió su pene y yo me limpié el ano, observando en el papel su semen mezclado con algo de sangre. Nos metimos en la ducha y, finalmente, nos dormimos abrazados, sintiendo nuestros corazones palpitar al unísono.

ENERO 2010.

Hoy Dan cumple 31 años, y se ve guapísimo; la fiesta ha tomado un ambiente demasiado agradable, cuando llegó el momento de abrir los regalos, Dan abrió una caja negra pequeña y, al ver su contenido, me sonrió y me abrazó, le había encantado el anillo de oro con su nombre grabado, el cual se colocó en la mano, para lucirlo junto con el anillo de compromiso. El día pasó pronto, y todos se fueron, dejándonos a Dan, el niño y a mi solos. Me dispuse a limpiar todo y, tiempo después, Dan y yo dormimos al niño y entramos al cuarto.

Dan se desnudó y se acostó en la cama y yo, al verlo, también hice lo mismo inmediatamente, apenas me acomodé entre las sábanas, lo abracé y Dan me besó, después se recostó en mi pecho y se durmió; instantes después también lo hice yo, en ese momento me dormí feliz porque mi sueño era ya una realidad.

MARZO 2010

Por fin estábamos en la iglesia; Blanca estaba hermosa, lucía su vestido blanco de novia, entró a la iglesia acompañada de su padre, quien terminó aceptando nuestra relación; y Dieguito sujetaba la cola del vestido de Blanca. Apenas llegó al altar, el sacerdote ofició la ceremonia religiosa, en donde nos unimos por fin ante Dios, cuando el sacerdote terminó de hablar, nos besamos felices de que nuestro sueño ya era una realidad; al finalizar la ceremonia religiosa, caminamos hacia la salida y fuimos recibidos con una gran cantidad de pétalos de rosa.

El día fue increíble, todos nuestros amigos estaban festejando con nosotros nuestra enorme felicidad; al finalizar el día, nos despedimos de los chicos y nos fuimos a mi casa para pasar juntos nuestra  noche de bodas.

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ABRIL 2010

Dan está muy entusiasmado con sus estudios, ya que actualmente está en el tercer semestre de su carrera, gracias a la modalidad denominada “semestre cero” en su universidad, la cual permite a los alumnos ingresar a cualquier semestre en agosto y en febrero.

Para Dan no es tan complicado estudiar porque se va con William a la escuela, ya que, así como Dan, William ha decidido continuar su carrera en Administración aprovechando que Dan hacía lo mismo, William estudia la misma que Dan, sólo que, a diferencia de Dan, William ya está cursando el cuarto semestre de la carrera, y esto lo tiene muy emocionado.

Dan y yo hemos estado demasiado ocupados porque William se casa y queremos prepararlo todo lo antes posible. William ahora está entusiasmado porque ya quiere estar con Miguel, pero le hemos dicho que no se apresure tanto, después de todo, se casarán.

La vida me ha dado muchas cosas, las cuales agradezco bastante; pero hay una en especial que jamás olvidaré, y es el poder estar junto a Dan, mi único y verdadero amor; lo amo tanto que he podido hacer cualquier cosa por él, y ahora sé que él también es capaz de todo por mí.

Faltan dos meses para que William se case y yo estoy como loco buscando el mejor lugar para que ellos puedan casarse, quiero que sea en un salón con jardín, en donde el juez oficie la ceremonia civil.

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MAYO 2010

Aquí estamos en el panteón, visitando la tumba de Doña Ana; me alegra ver que pude cumplir la promesa que le hice. Dan se ve un poco triste, ya que le hubiera gustado que su madre estuviera aquí con nosotros. Dan colocó un hermoso ramo de flores blancas mientras acariciaba la tumba «Gracias por todo lo que hiciste por mí» susurró; yo me acerqué y le dije «Gracias por confiar en mí, he hecho todo por su hijo, y jamás lo abandonaré; ni a él ni a sus nietos»

Al llegar a casa, William nos dijo que iba a visitar a Miguel, por lo que nosotros le pedimos que no tardara mucho. Me dirigí a la cocina para preparar la comida mientras que Dan hacía sus tareas.

  • Hola – me dijo.

  • Dan, pensé que estabas haciendo tus tareas – le comenté.

  • Ya las terminé – sonrió - ¿te ayudo en algo?

  • Si – dije – ayúdame a colocar los platos en la mesa.

  • Por supuesto – respondió.

Dan colocó todo lo necesario en la mesa y los tres nos sentamos a comer; en ese momento, William llegó con Miguel y nosotros los saludamos efusivamente. Ambos se sentaron en la mesa a comer con nosotros mientras nos poníamos al día con Miguel, quien nos informó que ya ansiaba el momento en el que pueda casarse con William, además, él nos ha prometido que hará todo lo posible para que William termine su carrera.

  • ¿Estás seguro de que estarán bien? – le pregunté.

  • Señor Linares – respondió – no se preocupe por William, yo lo apoyaré en todo, además, con mi trabajo podremos salir adelante.

  • Miguel – dijo Dan - ¿qué opinan tus padres de esto?

  • Pues no están muy conformes con esta decisión – respondió – mis padres creen que aún soy muy joven para casarme y, además, soy hijo único.

  • Miguel – dije – tus padres tienen razón – suspiré - ¿Por qué se quieren casar tan pronto?

  • Señor Pérez – respondió – su hijo y yo nos hemos acostumbrado el uno al otro, y nuestro sueño es casarnos y vivir juntos, como pareja… como ustedes.

Miguel me observó, esperando un comentario de mi parte, mientras que Dan meditaba la respuesta; el ambiente se había puesto incómodo, podía ver que William estaba desesperado, seguramente pensaba que Dan iba a negarse. Quizás Dan y yo logremos convencerlos de que se esperen un poco más. Dan les explicó que no ha sido fácil encontrar un lugar para que ambos puedan casarse, y es por eso que él quiere que ambos analicen la situación.

«¿Es el momento óptimo para ello?» les preguntó; estuvieron conversando al respecto hasta que, al final, Miguel nos dijo que él no quería disgustarnos, sino al contrario, él quería que no nos alejemos de William, ya que ha visto que nosotros hemos sido el mejor apoyo para él; y es por eso mismo que nos ofrece apoyar a William con sus estudios, tal cual nos había dicho anteriormente.

  • Sabes – empezó a decir Dan – me gusta tu forma de pensar – sonrió – si estás seguro de que puedes apoyarlo en todo, entonces espero la invitación para la boda, ¿tú qué opinas, Carlos? – me preguntó.

  • Creo que es lo más recomendable – dije mientras observaba a Miguel – si estás seguro de que podrás apoyar a William, entonces cásense.

  • Muchas gracias, señores – dijo Miguel mientras se ponía en pie y nos extendía la mano – ha sido un placer hablar con ustedes.

  • Lo mismo digo – exclamó Dan, al mismo tiempo que también se ponía en pie – espero que hagas feliz a nuestro hijo.

  • De eso pueden estar completamente seguros – respondió – me tengo que ir, debo hacer algunas cosas antes de que termine el día, y ya es tarde – sonrió – nos vemos pronto, Sr. Pérez, Sr. Linares.

  • Hasta pronto – respondió Dan.

  • Hasta pronto – le dije.

Miguel agarró su chamarra de piel y se dirigió a la puerta acompañado de William, unos minutos más tarde, William entró en la casa y nos sonrió «Muchas gracias por todo» nos dijo.

JUNIO 2010

Por fin estamos reunidos en el registro civil, me siento orgulloso de mi hijo porque por fin se casa, ya han llegado todos, están Sandy y Rodrigo, Blanca y Leandro, y también están presentes Alberto y Bernardo, junto con la señora Tania. El juez ha llegado puntual a la cita y sólo estamos esperando a que llegue Dan con William; sinceramente no entiendo por qué tardan tanto, pero estoy seguro de que están bien. Minutos más tarde, vimos entrar a Dan acompañando a William, mientras que Miguel estaba ya enfrente del juez con sus padres acompañándolo.

William se veía increíble con su traje azul marino, camisa azul rey y corbata del mismo color de la camisa con delgadas líneas diagonales en color azul cielo; Miguel se veía elegante, con un traje gris claro con corbata azul con estampados en colores gris, naranja y diversos tonos azules. Al llegar frente al juez, ambos se tomaron de la mano e inició la ceremonia civil, en la que se colocaron los anillos, se juraron amor eterno y, finalmente, se besaron, mientras que todos los presentes aplaudíamos.

William y Miguel fueron a la casa en donde comimos y platicamos, fue un momento inolvidable para mí, el saber que mi hijo se casó y podrá ser feliz al lado de William me hacía sentir muy emocionado; cuando llegó el momento de los regalos, Dan y yo les dimos un juego de vajilla para su próspero nuevo hogar, no sin antes abrazarlos, felicitarlos por enésima vez y pedirles que pronto nos dieran un nieto.


Por fin estábamos solos, sólo Miguel y yo, en nuestra recámara, que compartiremos por el resto de nuestras vidas; me acerqué a Miguel y lo empecé a besar mientras lo ayudaba a desvestirse, para después desvestirme yo también. Nos acostamos en la cama y nos seguimos besando, me sentía feliz porque mi tratamiento ya había terminado, así que no tenía ninguna preocupación y ya no había necesidad de usar preservativo con mi esposo.

Empecé a recorrer lentamente su cuerpo hasta llegar a su pene, el cual lamí y besé con calma y suavidad, hasta obtener su semen, que con gusto saboreé y tragué. Finalmente, el momento de unir nuestros cuerpos llegó, y Miguel me recostó sobre la cama mientras empezaba a bajar sus caderas lentamente; una vez dentro, empezó a subir y bajar lentamente mientras yo le besaba el pecho.

Fue increíble, Miguel y yo estábamos envueltos en una paz y armonía tan profunda que, en aquel instante, sólo existíamos él y yo, disfrutándonos por completo. Miguel y yo cambiamos de posición y, sin dejar de penetrarlo, lentamente nos movimos hasta que él quedó recostado sobre la cama con las piernas abiertas mientras yo lo penetraba a un ritmo lento, hasta que eyaculé en su interior y ambos sellamos nuestra noche con un tierno y apasionado beso lleno de amor. Al final, me levanté y me acosté a su lado, para poder abrazarlo y acariciarle el pelo; Miguel me volvió a besar y se recargó en mi pecho, y así nos dormimos toda la noche. Me gustaba estar así con él, después de tantas cosas, en él he encontrado todo lo que buscaba, con él ya no hacía falta nada.

DICIEMBRE 2012.

Por fin estamos felices de que William haya concluido sus estudios de nivel superior; todo eso gracias al apoyo que Miguel le ha brindado en todo este tiempo, pero aún falta algo, y es que Dan y yo aún no nos hemos casado. Por lo menos, él acaba de concluir su octavo semestre, y sólo le falta un semestre más para graduarse. Me preocupo un poco porque Dan ha estado muy distante conmigo, ya no hemos platicado mucho como antes, supongo que está demasiado entusiasmado porque pronto empezará su último semestre y por fin terminará su carrera. Estaba sentado en la mesa revisando los papeles necesarios para la boda cuando Dan se acercó nervioso.

  • Carlos – dijo – tenemos que hablar.

  • ¿Qué sucede, Dan? – le pregunté.

  • Carlos – dijo – esto es muy difícil para mí, pero te lo debo pedir.

  • Pedirme ¿qué? – le pregunté con una sonrisa en los labios, pensando que quizás se estaba preocupando sin razón.

  • Quiero que te vayas de la casa – dijo.

  • ¿Cómo? – pregunté sorprendido – Dan… ¿por qué?

  • Porque no puedo seguir con mis estudios si tú sigues aquí – respondió – necesito tranquilidad para concentrarme en lo que hago.

  • Dan – exclamé mientras reía – déjate de bromas y...

  • Carlos – dijo en un tono serio, mientras su rostro se endurecía un poco y se empezaba a enrojecer – no estoy bromeando, en verdad quiero que te vayas.

Dan se veía frío, aunque pude ver que una lágrima luchaba por salir de sus ojos, no entendía su actitud, tanto tiempo conviviendo juntos, hemos pasado por tantas cosas, hemos comprobado que nuestro amor pudo sobrevivir a todo y ahora… me quería morir, no supe qué podía hacer para evitar que mi corazón se rompiera en mil pedazos.

Traté de decirle algo a Dan pero fue inútil, se empezó a desesperar y a gritarme, al poco tiempo, ya estaba William preguntando qué había pasado, ya que él estaba de visita en casa con Miguel. Apenas lo vi, lo abracé y seguí llorando, mientras que Dan buscaba una maleta; apenas la encontró, me la dio y dijo «Toma, aquí puedes guardar tus cosas» William trató de evitar que yo me fuera, pero Dan no lo permitió, el niño me vio y me abrazó, pero Dan me lo quitó y le pidió que se despidiera de mí.

  • ¿Mi papá Carlos se va a ir de viaje? - preguntó Dieguito con inocencia.

  • Si – respondió Dan – se va ahora mismo – dijo mientras me observaba detenidamente.

Dan y yo empezamos a discutir porque no quería que el niño se quedara en la casa con él, sería demasiado complicado que Dan lo cuidara «Si tanto te preocupa Diego, entonces llévatelo y déjame en paz» Al oír esto, William se enojó con Dan y dijo «Si mi papá Carlos y mi hermano se van, yo no regreso a esta casa» Daniel se enojó aún más y le dijo a William «Haz lo que quieras» e inmediatamente se fue a la recámara. William fue a su habitación y empezó a guardar las cosas, pero yo hablé con él y le pedí que se quedara con Miguel en la casa de Dan, le dije que yo me iría un tiempo, pero con la promesa de que él y yo sigamos en contacto.

William me dijo que se iba a quedar con Miguel, tal cual le había pedido; además, de esta forma, podría cuidar a Dan lo mejor que pudiera mientras Dan y yo arreglábamos esta situación. Yo me despedí de él y salí de la casa con el niño, pero Dan apareció y le prohibió a Dieguito irse conmigo. Al salir, solo pude ver al niño llorando mientras que yo me alejaba; gracias a mi trabajo, pude rentar un cuarto por un tiempo para que pudiera vivir, y dos días después de salir de la casa de Daniel, llegó William a mi trabajo para informarme que tanto él como Miguel ya no iban a vivir con Daniel, ya que no querían seguir viviendo con él.

JUNIO 2013.

Era un domingo cualquiera, me apresuré a vestirme, ya que quería llevar al niño al cine; así que desayunamos, nos vestimos y nos fuimos, una vez ahí, Diego, de 10 años, y yo, disfrutamos de la película; al salir, Diego quiso ir a un parque y yo lo llevé a uno muy bonito. Al llegar al parque, Diego vio a alguien que no había visto yo y corrió hacia donde estaba esa persona. Apenas me di cuenta, corrí detrás del niño y, entonces, pude escuchar que el niño decía «¡Papá! ¡Papá! ¡Espérame!»

Cuando volteó, me detuve bruscamente, no sabía cómo reaccionar. Era increíble poder verlo otra vez, a sus 34 años; el niño lo abrazó y Dan también lo hizo. Dan me vio y empezó a caminar hacia mí, mientras que yo me sentía nervioso, no sabía qué podría estar pensando en ese momento.

  • Hola – me saludó.

  • Daniel – respondí – hola… ¿cómo has… estado?

  • Bien – me respondió – he estado bien.

  • Me da gusto – sonreí – Ahora que te veo, me gustaría saber si puedes firmarme un documento.

  • ¿Qué documento es? – me preguntó.

  • Dan, me están ofreciendo un empleo en el Reino Unido – empecé a decir, después de todo era verdad, mi jefe quería enviarme a trabajar allá – y yo no he aceptado porque no puedo llevarme al niño, ya que necesito tu autorización.

Dan me observó mientras meditaba lo que yo le había pedido; me sentía demasiado nervioso, puesto que no sabía si él aceptaría y, sinceramente, no quería dejar al niño aquí en México. Al final, Dan me dijo que lo buscara en su casa más tarde, debido a que necesitaba leer el documento, hecho que me alegró bastante porque él estaba dispuesto a darme el permiso.

Llegó la hora acordada y fui con Diego a la casa de Dan, antes de llegar a la puerta, escuché voces y carcajadas, lo que me hacía pensar que habían llegado los chicos de visita, ya que en ese momento llegaban Sandy y Blanca con unos envases de refrescos; las chicas, apenas nos vieron, se acercaron y nos saludaron.

  • ¡Hola! – dijo Sandy - ¿Cómo has estado, Carlos?

  • ¡Sandy! – exclamé – he estado bien, muchas gracias.

  • ¡Carlos! – dijo Blanca - ¡Me da mucho gusto volver a verte!

  • ¡A mí también, Blanca! – sonreí mientras la abrazaba.

  • Acompáñanos – dijo Sandy – entra en la casa con el niño.

  • Está bien – le respondí – voy con ustedes.

El niño no quería saludarlas, ya que le daba pena, pero las chicas se acercaron y lo saludaron, haciendo que Diego las abrazara; me daba gusto que las chicas le tuvieran cariño al niño. Entré con ellas a la casa, con cierto nerviosismo, pensé que, quizás, Dan había cambiado de opinión pero, cuando me vio, me saludó normal y me dijo que lo acompañara a su pequeña oficina, hecho que me hizo pensar todo lo contrario.


Cuando lo vi entrar, me puse nervioso, no podía negar que me daban ganas de abrazarlo y besarlo nuevamente, pero decidí actuar normal, saludándolo como si no hubiera pasado nada de lo que pasó entre nosotros en aquel entonces, además, él estaba ahí porque necesitaba mi firma para llevarse al niño.

  • Carlos – dije – ¿Cómo has estado?

  • He estado bien – respondió – estoy contento con Dieguito.

  • ¿Cómo te ha ido con tu empleo? – pregunté.

  • Me ha ido muy bien – respondió.

- ¿Traes el documento? – pregunté.

  • Claro – respondió mientras me extendía el folder – aquí tienes.

  • Gracias – respondí.

Agarró el folder y leí el documento, me sentía nervioso, estar ahí con él, en mi despacho, verlo de nuevo, me hacía recordar lo estúpido que fui al pedirle aquella vez que se fuera… lo extrañaba tanto, a él y a Diego, no sé cómo he podido vivir sin ellos todo este tiempo. Terminé de leer el documento y lo puse sobre el escritorio mientras tomaba una pluma para poder firmarlo; en el fondo me dolía hacerlo, ya que significaba que ya no los vería más, y me hubiera gustado que las cosas fueran distintas, que pudiéramos estar juntos, como antes.

  • ¿En qué piensas? – preguntó Carlos mientras me observaba detenidamente.

  • En… en nada – dije – aquí está el documento.

  • Gracias, Dan – dijo triste – quizás hoy sea el último día que te veo.

  • Sí – respondí – aún te han de faltar los boletos ¿verdad?

  • Si – dijo – hoy mismo los compro. Ya me voy.

  • Cuídate mucho – le dije – y cuida bien al niño – dije esto último con las primeras lágrimas de sus ojos.

  • Por supuesto – respondió – te avisaré cuándo sale mi vuelo para que puedas despedirte del niño en la terminal.

  • Muchas gracias, Carlos – sonreí – espero tu llamada.

  • Claro – dijo – cuenta con ello.


Me despedí de Dan y también de los chicos, quienes, al decirles que me iba, no pudieron evitar mostrar tristeza y desearon toda la suerte del mundo para el niño y para mí, además de darnos un fuerte abrazo de despedida; sin embargo, observé a Sandy un tanto molesta. Quería sentir que esto era un sueño, no quería irme, no quería dejarlo todo atrás… pero Dan no había dicho nada y yo no tenía nada más que hacer en este país.

JULIO 2013.

El día ha llegado, y aquí estoy, junto al niño, abordando el taxi que nos llevará a la terminal aérea, con las maletas preparadas; todo está listo para partir, me siento bien, quizás este empleo sea lo mejor para ya no pensar en Dan. Apenas llegamos a la terminal, Diego y yo bajamos del taxi y tomamos las maletas para entrar a la sala y buscar el punto de salida correspondiente a los boletos. Había música en la terminal, lo que hacía amena la espera; el niño y yo nos sentamos en unas bancas libres que estaban en el punto de salida.

Tomé mi móvil y revisé los mensajes que me habían llegado; todos eran de los chicos, quienes me deseaban un buen viaje, mientras se disculpaban de no poder estar en la terminal por motivos personales. Respondí a todos los mensajes y guardé mi celular entristecido, me dolía saber que estaba a punto de partir y ya no los volvería a ver; pero me dolía más ver que Daniel no me había escrito nada… no sabía qué pensar, sobre todo porque sí le había notificado que hoy partía, tal y como él me pidió hacerlo.

Empezaron a notificar en la terminal que mi vuelo ya estaba listo para que lo abordáramos, así que le pedí al niño que me ayudara a llevar las maletas para que el personal las subiera al avión, tiempo después, nos formamos para abordarlo, en eso escuché una voz que nos llamaba.

  • ¡Carlos! ¡Dieguito! – gritó - ¡Ya llegué!

  • ¡Dan! – grité emocionado y corrí hasta donde él estaba mientras que el niño hacía lo mismo - ¡Estás aquí! ¡Pensé que ya no llegarías!

  • No podía dejar de despedirme de ustedes – dijo – se me hizo tarde, un poco más y no llego.

  • Si – respondí – me da gusto que hayas venido.

  • Carlos – dijo mientras me abrazaba – feliz viaje.

  • Gracias Dan – respondí mientras él me soltaba para despedirse del niño.

  • Te extrañaré mucho, hijo – le dijo a Diego – cuida muy bien a tu papá Carlos, ya que él es muy importante para mí.

Escuchar a Dan decirle al niño que yo soy alguien muy importante para él me hizo darme cuenta de que aun él sentía algo por mí, y fue entonces que murmuré sin darme cuenta «Una palabra, una petición»

  • ¿Disculpa? – preguntó Dan.

  • Eh… nada – respondí nervioso.

  • Te escuché perfectamente, Carlos – dijo.

No supe qué decir, me sentía inquieto, nervioso, pensando en que quizás Dan se haya molestado una vez más por mis palabras y me sentí decepcionado de mi mismo «Soy un estúpido» pensé «Ni siquiera en una despedida puedo hacer bien las cosas por él» El tiempo avanzaba y debíamos abordar el avión, ya que todas las personas lo habían hecho, observé a Dan una última vez y me giré, para que él no viera que empezaba a llorar; me encaminé al avión y estaba a punto de subir las escaleras cuando escuché un «No te vayas, por favor, vuelve, quédate aquí… conmigo»

En ese momento sentí que mi corazón latía a un ritmo incontenible, escuché que había música en la terminal, y justo empezaba una nueva canción, le puse atención a la música y pude escuchar la canción Jamás abandoné de la cantautora Laura Pausini, cuya letra expresaba mi sentir en esos momentos.

Sigo estando aquí, de nuevo un escenario y de nuevo yo

Sigo estando aquí porque ahora tu camino va en mi dirección

En mi maleta sólo queda ausencia, tu poesía me pidió volver

Marcharme ha sido toda una experiencia, y ya lo sé

Yo jamás dejé de quererte a ti

Yo jamás pude negarme a ti

Jamás abandoné

He buscado la belleza y la he encontrado al fondo en la simplicidad

He buscado en mi pasado porque ahí dijeron que está la verdad

Sé que en esencia predomina el bien y en él confío como los demás

Y en esta noche ahora te diré

Que jamás te dejé de pensar

Te daré más de lo que hay que dar

Y ahora sé sin duda cuánta fantasía

Demanda el alejarse

Sólo vuelves si te vas un día

De nuevo yo

De nuevo tú

Siempre evitándonos a oscuras

Y al final se ve la luz

Se ve la luz

Yo jamás dejé de quererte a ti

Yo jamás pude negarme a ti

Jamás abandoné

Ves, yo soy así

Me has dicho “vuelve”

Y ya estaba aquí

Dan estaba parado, había volteado hacia el lado opuesto del avión para no verme partir, y se sobresaltó cuando sintió mi mano en su hombro, haciendo que de inmediato girara hacia mí. Dan me observó con sus ojos cafés inundados de lágrimas, y de repente me abrazó efusivamente, aprisionándome entre sus brazos tan fuerte como si no quisiera dejarme ir nunca más, mientras que yo le acariciaba su suave cabello perfectamente peinado… sí, lo admito, Dan se veía... se había vestido de manera casual, con un pantalón de mezclilla azul claro, zapatos cafés, camiseta blanca y un suéter café con decorado de figuras de rombos… se veía guapísimo.

  • Perdóname – susurró mientras su rostro seguía recargado en mi pecho.

  • No digas nada – dije mientras lo separaba de mí un poco para colocarle un dedo en sus labios – no hace falta.

Lo acerqué a mí y le di un beso largo y tierno, el cual me correspondió perfectamente, en ese instante, el tiempo dejó de existir para nosotros; al separarnos, pedí mis maletas y las de Dieguito, cancelé mi vuelo, y enseguida salimos de la terminal; le notifiqué a Dan que no tenía lugar para quedarme, debido a que ya no tenía considerado seguir viviendo en este país; Dan me pidió regresar a la casa, hecho que yo con gusto acepté; apenas llegar, Dieguito y yo tomamos una larga siesta.

Días después, los chicos y yo estábamos acompañando a Dan en su ceremonia de graduación, un evento que por años estuvo anhelando tener; todo iba perfectamente bien, estábamos platicando, les entregaron los documentos oficiales, se despidió de los profesores y, cuando llegó el turno de Dan para decir algunas palabras, éste se paró en frente del público, tomó el micrófono y dijo:

“Buenas noches, damas y caballeros; hoy estamos aquí reunidos por un evento importante tanto para mis compañeros como para mí; me siento completamente realizado en el ámbito profesional porque he completado mis estudios, a pesar de que tuve demasiados problemas en el camino.

Hace tiempo, decidí entrar a estudiar aquí, pero tuve un accidente automovilístico que me dejó por dos meses en estado de coma, hoy agradezco estar aquí completamente sano para contarles esto. Quiero contarles mi vida y por qué hoy me considero un hombre que ha luchado contra todo hasta llegar al final del camino y estar aquí, recibiéndome.

Cuando yo era niño, mi padre nos abandonó a mi madre y a mí, y ella, que Dios la tenga en su gloria, me apoyó bastante mientras yo estaba estudiando mi nivel básico; el tiempo pasó con demasiadas carencias para mi madre y para mí, pero hoy puedo decir que tuve una infancia feliz.

Cuando empecé mis estudios de nivel medio superior, jamás imaginé que dos años más tarde encontraría a un joven extrovertido, maravilloso y buena onda llamado Carlos Linares quien, en esos momentos, apareció como un ángel y me apoyó mucho con mis estudios.

Cuando cumplí 17 años, Carlos y yo iniciamos un noviazgo, fue muy bello, duró cinco años, él estuvo presente cuando mi madre murió; yo no pude estudiar mi licenciatura y tuve que trabajar, pero él sí la estudió; un día que Carlos llegó a mi casa, encontró a mi madre en el piso, se había caído de las escaleras mientras yo estaba trabajando; cuando me notificó, me sentí morir, y juntos fuimos al hospital, en donde mi madre murió.

Carlos y yo seguimos juntos, él fue el mayor apoyo para que yo no me hundiera con la muerte de mi madre, hasta que, a los 24 años, Carlos y yo nos separamos por culpa de un joven que amenazó a Carlos con hacerme daño si no me dejaba.

El tiempo pasó, y tuve dos noviazgos más, el segundo estaba bien hasta que el amigo de mi ex novio nos separó; en ese entonces, Carlos había regresado a mi vida y era mi mejor amigo… una vez más, gracias a él no me hundí en la tristeza. La convivencia entre Carlos y yo era buena, pero no me había arriesgado a dar el paso necesario para poder estar juntos de nuevo, ya que Carlos tenía un noviazgo con mi primo Alberto.

Entré a estudiar aquí en Agosto del 2007, y conocí a mi tercer novio, un chico que se decía llamar Lucio, que al final resultó que su nombre real es Ulises y tenía trastorno de personalidad, asumiendo la personalidad de su hermano fallecido. Yo sabía que ese noviazgo no funcionaría, pero no me quería quedar solo una tercera vez, y lo arriesgué todo a cambio de nada.

¿Cuál fue el resultado? La verdad se supo, Ulises creyó que yo le estaba haciendo daño y me golpeó tan duro hasta quedar inconsciente. Fue entonces que estuve en estado de coma, como ya había explicado al principio.

Mientras duró mi noviazgo con Lucio, adopté a un pequeño de cuatro años quien le puse el nombre de Diego, y que hoy, a sus 10 años, está aquí presente en mi vida. Mi hijo ha sido el mejor regalo que me dio la vida.

Tomé terapias para que pudiera volver a caminar, y Carlos me apoyó bastante, aunque el proceso fue difícil y complicado porque no me interesaba nada; Carlos estuvo todo el tiempo a mi lado, y gracias a él pude terminar mis terapias y logré caminar de nuevo.

Todo iba bien, en ese largo proceso Carlos se ganó de nuevo mi corazón, aunque me llegué a sentir triste porque él ya tenía planeado casarse con mi primo Alberto; pero nuestro pasado revivió y nuestro amor se fortaleció, así que decidimos estar juntos nuevamente; en cuanto me recuperé, Carlos me confesó que él había tenido la culpa de que yo quedara inválido y no Ulises, como yo pensaba, debido a que él tuvo el accidente automovilístico porque me encontró golpeado e inconsciente en mi casa cuando Ulises huyó; Carlos sólo me quiso llevar al hospital, pero sus nervios lo traicionaron y no pudo evitarlo.

Poco a poco las cosas fueron mejorando entre nosotros, y decidimos continuar lo nuestro; me sentía feliz, Carlos para mí lo es todo y, en esos momentos, fue mi pieza clave. Pero el destino nos puso a prueba una vez más cuando me tuvieron que internar en un hospital psiquiátrico, en donde estuve un largo tiempo ausente para el mundo exterior; cuando me recuperé, me sentí feliz de ver que Carlos seguía estando ahí, junto a mí. Cuatro meses después, estaba completamente recuperado, y regresé con Carlos a mi casa.

A finales del año 2009 pude retomar exitosamente mi vida laboral y fue entonces cuando Carlos me hizo una propuesta de matrimonio, la cual tardé en responder, pero al final respondí con un sí, y juntos empezamos a planear nuestra boda. El tiempo pasó y decidí entrar a estudiar aquí, en Febrero del 2010, con una revalidación de estudios que me permitió estudiar a partir del tercer semestre.

Con Carlos lo tenía todo otra vez, tenía mi casa, mi hijo y, sobre todo, lo tenía a él; no me hacía falta nada y juntos decidimos volver a planear nuestra boda, pero mis estudios me pusieron en una situación demasiado estresante y terminé corriéndolo de mi casa en diciembre del año pasado; él se fue y se llevó a mi hijo, al cual extrañé mucho el tiempo que él estuvo apartado de mí.

Los meses pasaron y, el mes pasado, mi hijo Diego me vio en el parque y corrió hacia mí, yo me alegré bastante al verlo, Carlos llegó hacia donde estábamos el niño y yo y mis recuerdos se removieron, recordándome el último error que había hecho al apartar a Carlos de mi lado.

Carlos me dijo que se iría del país, partiría rumbo al Reino Unido y necesitaba que yo firmara un permiso para que el niño pudiera viajar con él; así que lo cité en mi oficina y firmé el documento, quedándome con las ganas de pedirle que no se fuera; aquel día me informó su lugar, fecha y hora de partida, nos despedimos y se fue.

El día que él debía abordar el vuelo, me levanté llorando, pero decidí que no podían quedarse así las cosas y, si en verdad él decidía irse, por lo menos me hubiera gustado verlo por última vez. Me duché y me preparé para salir lo más pronto posible a la terminal, cuando llegué, él ya estaba entregando las maletas para que las subieran al avión, y fue entonces que lo llamé; cuando él volteó, se alegró bastante al verme y corrió hacia mí, nos despedimos y se dispuso a abordar el avión, pero yo dije «No te vayas, quédate junto a mi»

No podía resistir más, me volteé porque no quería verlo partir, pero Carlos me sorprendió cuando puso su mano en mi hombro; él y yo nos volvimos a abrazar y es por eso que él está aquí ahora, en esta ceremonia, al final hemos superado todo y podemos estar juntos.

Mi sueño está hecho, y con esto quiero demostrarles que todo lo que uno se propone en esta vida lo puede lograr, tan sólo hay que luchar y jamás rendirse, porque quizás estemos a un solo paso de lograr nuestro propósito, y desistir, sería retroceder todo lo que se ha logrado.

Muchas gracias por escucharme, les deseo mucha suerte a cada uno de los presentes y espero que tengan la mayor felicidad que la vida les pueda dar. Mi más sincero agradecimiento. Saludos. Hasta pronto”

Apenas terminó sus palabras, me levanté y empecé a aplaudirle, me habían gustado sus palabras, y yo había presenciado todo lo que plasmó en ellas; Dan había logrado su sueño, y yo era muy feliz por eso. Cuando empezó a sonar la música en el lugar, Dan se acomodó en el asiento que estaba a mi derecha, mientras tomaba mi mano y la unía con la suya; de repente, un chico del personal técnico del sonido del lugar tomó el micrófono y empezó a hablar.

Buenas noches, damas y caballeros, soy parte del personal técnico de sonido, me complace ver que estén a gusto con la música ambiental, pero, a petición de uno de los estudiantes graduados, pondremos una canción especial que él mismo dedicará a una persona que es muy especial para él, por lo tanto, solicitamos su presencia inmediata.

Dan se levantó de inmediato y llegó lo antes posible al lugar donde se encontraba el chico, se alisó la ropa, tomó el micrófono y empezó a hablar:

Buenas noches, gente bonita, espero que estén disfrutando del evento y… bueno, como acaba de explicar el técnico, “alguien”, o sea, yo, solicitó una canción especial, la cual va dedicada exclusivamente para el amor de mi vida, mi Carlos – decía mientras se escuchaban los aplausos de los presentes en el salón, hecho que me llenaba de alegría, pero no tanto como el ver que Carlos se levantaba de su lugar dirigiéndose hacia donde yo estaba parado y, antes de que llegara, dije – Gente bonita, disfruten de la canción “Todo vuelve a empezar”, un dueto de Luis Fonsi y Laura Pausini.

Al empezar la música, Carlos me rodeó el cuello mientras sonreía de satisfacción, y yo rodeé su cintura con mis brazos, era un momento “inolvidable”, de mi “amor inolvidable” llamado Carlos Linares, y sólo podía escuchar a lo lejos la canción que me hacía recordar lo que hemos tenido que pasar para que “Todo vuelva a empezar”.

http://www.youtube.com/watch?v=__nWcWph6-g

Tras la marea nadie tiene sed

Nos lastimamos suficiente

Cuesta mirarnos frente a frente

Después de un puño contra la pared

¿De dónde arranco yo un abrazo

Mientras tú juntas los pedazos?

Es preferible callar

Necesitamos el silencio

Para respirar

Llora conmigo hasta que el cielo sea cielo

Hasta que el frío que hoy sentimos

Se convierta en fuego

Hasta que llore el mar

Y el beso que quedó vacío ocupe su lugar

Y todo vuelva a empezar.

Pasan las tardes sin mirar, sin ver

Nos aguantamos el cariño

Por no portarnos como niños

Mejor sentarme al borde de tu piel

Que echarle sal a las heridas

De quien más amo en esta vida

La calma está por llegar

En cuanto aclare la tormenta

Nos vamos a encontrar

Llora conmigo hasta que el cielo sea cielo

Hasta que el frío que hoy sentimos

Se convierta en fuego

Hasta que llore el mar

Y el beso que quedó vacío ocupe su lugar

Y todo vuelva a empezar.

Tomo distancia y sigo aquí

Tan lejos y tan cerca de ti

Que no me faltas

Sé que la rabia es pasajera

Y aunque otra guerra espera

Yo no me marcho, tú no me dejas

Llora conmigo hasta que el cielo sea cielo

Hasta que el frío que hoy sentimos

Se convierta en fuego

Hasta que llore el mar

Y el beso que quedó vacío ocupe su lugar

Y todo vuelva a empezar.

Y todo vuelva a empezar

Al finalizar la música, Carlos y yo nos fundimos en un cálido beso que terminaba sellando el momento mágico que estábamos viviendo y, al mismo tiempo, el compromiso de poder casarnos en un futuro próximo «Por ti, Carlitos, soy capaz de ir hasta el fin del mundo» murmuraba mientras él me seguía sosteniendo de la cintura; al separarnos, nos abrazamos mutuamente mientras los presentes aplaudían nuestro momento.

AGOSTO 2013.

Estaba apresurado, mi padre me estaba ayudando a ponerme el traje de novio, un elegante traje sastre en color negro con un adorno de una rosa blanca, corbata azul marino, chaleco del mismo color, camisa blanca, y zapatos negros. Por fin estaba listo, mi padre me dio un fuerte abrazo y me felicitó, hecho que me hizo sentirme de maravilla.

Bajé las escaleras sin prisa, cuando estuve en la planta baja, ya estaban los chicos esperándome, pero no vi a Dan; cuando pregunté por él, Sandy me dijo «Mejor vamos al patio, te llevarás una gran sorpresa».

Sandy y yo empezamos a caminar rumbo al patio, en donde ya estaban Blanca, Leandro, William, Miguel, Alberto y su madre, Tania; Bernardo, Rodrigo y el niño, esperando a que yo bajara. Mi padre llegó a mi lado y juntos empezamos a caminar hacia donde todos me esperaban, estaba feliz y nervioso, pero cuando pude ver a Dan, con un elegante traje completamente blanco, tanto el pantalón, el saco, la camisa, el chaleco y la corbata, la cual tenía en el nudo un adorno plateado; se veía guapísimo, un auténtico novio.

Me acerqué a él y juntos, nos encaminamos hasta donde estaba el juez, quien inició la ceremonia. El momento fue increíble, Tania le dio a Dan el anillo que me colocó en el dedo y mi padre me dio el anillo para colocárselo a Dan; cuando llegó el momento, el juez dijo: «¿Están seguros de estar aquí por voluntad propia, para celebrar este matrimonio?» Y nosotros respondimos al unísono un “sí”; cuando llegó el turno de darnos los anillos, yo empecé y dije:

Daniel Pérez, te doy este anillo que es símbolo de nuestra unión, prometo amarte, cuidarte y respetarte en la vida y en la muerte, en la salud y en la enfermedad, y en nuestro matrimonio no nos faltará nada, lo prometo”

Le coloqué el anillo y entonces Dan se dedicó a hablar:

“Carlos Linares, te doy este anillo que es símbolo de nuestra unión, prometo amarte, cuidarte y respetarte en la vida y en la muerte, en la salud y en la enfermedad, y en nuestro matrimonio no nos faltará nada, lo prometo”

Acto seguido, Dan me colocó el anillo y en seguida el juez dijo: ¿Hay algún impedimento para que esta pareja se una en matrimonio?, se hizo un silencio y el juez dijo “Oficialmente, están ustedes casados, felicidades”

Sonreí y Dan me dijo “Lo primero que me enamoró de ti fue tu sonrisa, mi querido Carlos” y yo le dije sonriendo “Cuando te vi por primera vez en la escuela, me dije “Este chavo es muy tierno, debo hacer hasta lo imposible por estar con él”

Al fin estábamos casados, nos fundimos en un beso y después, regresamos a la casa para celebrar nuestra unión, tuvimos una fiesta increíble, todos estaban contentos, principalmente nuestros dos hijos, me acerqué a Dan y le dije «Sólo nos falta nuestra hija» me sonrió y dijo «¡Te acordaste!» a lo que yo le dije «Por supuesto que me acuerdo, jamás lo olvidé, es más, hasta recuerdo que quieres llamarla Ana, en honor a tu madre»

La fiesta terminó y nosotros iniciamos el trámite y, como era largo, decidimos irnos de luna de miel, al fin de cuentas, los chicos también se irían; antes de partir, nos despedimos en nuestra casa, de ahí, cada pareja tomaría su camino; el niño se quedó con Andrés, a quien le encargamos la casa. Nos fuimos a Londres, en donde disfrutamos el paisaje, la verdad es que la cuidad estaba increíble; llegamos en la noche a la ciudad y, una vez en el hotel, Dan y yo nos desvestimos y nos acostamos en la cama.

  • Por fin estamos juntos – me sonrió – ahora estamos unidos por el matrimonio.

  • Sí – sonreí – ya no pido más que esto.

  • Te amé siempre – dijo – y cada día te amé aún más.

  • Y ahora – empecé a decir – junto a ti podré descubrir cada día un nuevo amanecer.

  • Sólo entre tus brazos me siento seguro – dijo – en paz.

Me iba a acomodar para que Carlos me penetrara, pero él me pidió que yo lo hiciera «Penétrame» me dijo «Quiero que seas tú el primer y único hombre a quien le de mi virginidad» Lo observé con una expresión de sorpresa y le pregunté «¿Estás seguro, Carlos?» y él sólo asintió con la cabeza.

Entonces yo me acerqué a él y lo empecé a besar, recorriendo poco a poco su cuerpo hasta llegar a su pene, el cual una vez más lo saboreé como ya lo había hecho anteriormente, incluyendo su par de jugosas bolas; al final, me dediqué exclusivamente a su virginal ano, el cual tenía un color rosa claro y estaba completamente estrecho.

Carlos suspiraba y gemía cada vez que exploraba su cavidad con mi lengua, hasta que la cambié por mis dedos, quienes cuidadosamente fueron abriéndose paso y explorando cada rincón de mi amado. Cuando me dijo que estaba listo, coloqué mi pene en su entrada, completamente lubricado por mi líquido pre seminal, y empecé a ejercer presión; Carlos se quejó al principio, pero con los besos que no paraba de darle, se relajó y fue así como pude enterrarle hasta el fondo mi pene erecto; una vez así, empecé con los movimientos de cadera y lo besé hasta el cansancio.

Minutos después, Carlos quiso probar otra posición, retiré mi pene y me pidió que me acostara en la cama para que él pudiera montarme; estuvimos así un rato, obviamente al momento de ir enterrando mi pene en él, lo hizo con mucho cuidado, pues aún le dolía un poco; una vez acostumbrado, empezó con los movimientos lentos hasta que pudo moverse con rapidez.

Aquella noche fue inolvidable, hicimos todas las posturas posibles; al final, terminé eyaculando dentro de Carlos y éste, una vez que terminamos, se recostó a mi lado y me abrazó, quedándonos dormidos así toda la noche.

Los siguientes días fueron increíbles, visitamos bastantes lugares, incluida una playa, ya que Carlos me había prometido llevarme una vez recuperado; visitamos también algunos museos, parques, estuvimos tomando muchas fotografías, Londres era una ciudad hermosa; el último día que estuvimos ahí, compramos algunos suvenires y una última fotografía, la cual una pareja cercana en el parque, le pedimos el favor de tomárnosla.

Ahora estoy aquí, en mi habitación, mientras Carlos está con nuestros hijos; me siento muy feliz por todo lo que ha pasado en mi vida, pues, todo lo que hice, bueno o malo, fueron experiencias que me han ayudado a ser una mejor persona cada día, y aún a estas alturas, me sigue pareciendo un sueño poder estar en mi casa, escribiendo todas mis vivencias en esta última hoja, al final logré tener una familia, mi familia, a la que siempre pertenecí, junto a Carlos. Económicamente hablando, a Carlos le ha ido mejor, le ascendieron de puesto y de salario, con lo que pudimos comprarnos una vagoneta en color dorado, mientras yo me quedo disfrutando el cariño del pequeño Diego.

  • Dan – me habló Carlos - ¿Qué haces?

  • Nada – dije, mientras dejaba el cuaderno en la mesita de noche – ya estaba a punto de bajar.

  • Apresúrate, porque el niño quiere ir a la playa.

  • Claro – sonreí – vámonos.

Dejé la pluma en mi escritorio y salí de la habitación tomado de la mano de Carlos y con una gran sonrisa de satisfacción y felicidad, pero el cuaderno se había quedado abierto; había escrito un pensamiento en la última hoja, éste pensamiento decía así:

En la vida las personas nacen, crecen y mueren; yo moriré algún día, como cualquier persona, pero no moriré como los demás, ya que la diferencia entre otras personas y yo es que algunas mueren jóvenes, otras mueren con una edad avanzada, pero no todas las personas que han muerto lo hicieron como yo lo haré.

Desde que la persona nace, empieza a luchar por su vida, pero muy pronto se aprende que no sólo hay que luchar por eso, sino también hay que luchar por muchas cosas más. Las personas podemos luchar por ser los mejores hijos, los mejores alumnos, los mejores empleados, los mejores padres, los mejores esposos, los mejores profesionistas, etcétera. Pero nosotros no podemos luchar solos todo el tiempo, sino que debemos luchar junto a alguien, porque al final, la vida te pone a la persona correcta. ¿Cómo sabe uno que la persona que está al lado nuestro es la correcta? Es muy fácil, todos experimentamos con los noviazgos, pero sólo una persona es la que estará junto a ti en todo momento; cuando esa persona demuestra que es capaz de todo por ti, que es feliz cuando tú eres feliz, está a tu lado siempre aunque le pidas que se vaya, cuando esa persona demuestre que es capaz de soportarlo todo por ti, tus miedos, tus enojos, tu mal humor, tus alegrías, tus tristezas… todo, entonces sabrás que esa persona es la indicada.

¿Por qué entonces hay veces que el tiempo separa a dos personas que se aman por sobre cualquier cosa? Porque hay ocasiones en que se pierde la esperanza, y uno cree que ya no puede ser feliz con esa persona, pero al final, no podemos separarnos de aquella persona especial, porque es igual a nosotros, y aunque estemos en diferentes vidas, nuestras almas se reconocerán y se juntarán de nuevo, porque somos almas gemelas, seres vagando en el espacio que solo aguardan una nueva oportunidad para estar juntos y crecer día a día, aprendiendo el uno del otro. Eso es amar, esa persona se convierte en un amor inolvidable porque, aunque pasen los años, y aunque estemos distanciados, jamás nos podremos olvidar de aquella persona que nos alegra el día con el simple hecho de existir.

Mi nombre es Daniel Pérez, tengo 34 años y no vivo solo en la casa de mi madre, sino al contrario, vivo con mi amado esposo Carlos Linares y con mis dos hijos, Diego y William.

Sólo me queda decir que algún día espero morir feliz como lo estoy ahora, pero antes quiero ver a mis pequeños luchar por el amor y saber que han encontrado a la persona que los hará feliz el resto de su vida, así como Carlos y yo nos hemos hecho felices cada día que hemos pasado juntos.

Si muriera ahora, lo haría feliz, porque sé que ya he logrado todo lo que yo quería e, incluso, tengo más de lo que pedí. Me iría sabiendo que tuve la oportunidad de amar, y sentirme amado pero, sobre todo, me iría sabiendo que lo di todo y aún más por tener todo lo que hoy puedo disfrutar.

Con cariño:

Daniel Pérez.

Todo es así

Ligero

si tú estás aquí

para aliviar el ansia que

hay en mí

Cuánta gente me decía

no confíes nunca en él

con la envidia del que

espera

problemas entrever

Menos mal

me alegro

todo ha cambiado

menos mal

el fallo

es el no haberte encontrado

tiempo atrás

Poco antes

que la emotividad

forjase mi forma de ser

que este mundo sea quién

juzgue

la elegida entre las dos

tras el vidrio susurrante

ya no es la misma no

Menos mal

me alegro

todo ha cambiado

menos mal

por eso

lo malo ha pasado

Todo es así

ligero

si tú estás aquí

a regalarme días únicos

Cuánta gente me decía

no confíes nunca en él

desesperan en la apatía

porque no pueden ser

Tú y yo

me alegro

para nada es pecado

menos mal

el fallo

es el no haberte encontrado

tiempo atrás

Tiempo atrás

menos mal

hoy que te he encontrado

me alegro.

FIN.

UN AMOR INOLVIDABLE por Guadalupe López.

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Para leer el epílogo de esta historia, accede a http://todorelatos.com/relato/92207/ , un epílogo escrito por mi hermanito Anderson, a quien amo con todo mi corazón.


A un año de haber publicado el primer capítulo de esta historia, estoy aquí, ofreciendo el último capítulo de esta historia. Espero que les guste.

Quiero agradecer el apoyo de mi padre, Camilo Andrés; a quien amo y a quien le dedico este capítulo; y a Anderson, mi hermanito, quien me apoyó mucho en esta historia.

También quiero agradecer al autor zerosubzero, por brindarme su amistad :) y cariño; Saludos Subzitto..!! TQM..!!

Gracias a Marco, mi hermano, a quien también amo con todo mi corazón.

Gracias a mi hijo, Ale; por ser parte de mi vida. Te amo Pequeño..!!

Gracias a Marcus D, un fiel lector y una persona maravillosa. TQM Marcus..!!

Gracias a Ricardo Morales Rojas, mi adorado primo, por escucharme y estar siempre que lo he necesitado; a Nathii Alvarado Ginich, una chica a quien adoro bastante, y a David Herrera, un chico que, aunque ya no hemos platicado últimamente, no dejo de quererlo mucho.

Finalmente, agradezco a Luis, un fiel lector y una gran persona; a Osvaldo, también un fiel lector y un maravilloso ser humano; y, también, a cada uno de ustedes por sus comentarios y valoraciones. Fue un gusto estar aquí en TR ofreciéndoles mis relatos cada semana.

Y sin más que decir, les envío un cordial saludo, y un fuerte abrazo; espero que tengan una vida próspera y feliz, y que todos sus objetivos los puedan alcanzar. Cuídense mucho y les deseo un maravilloso día.

Con cariño

Guadalupe.

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