Un amor inolvidable 25

"Carlos se tensó y segundos después empezó a soltar todo su semen en mi interior, mientras que yo también empezaba a soltar el mío, entonces en ese momento el éxtasis me hizo pronunciar una frase que le había querido decir días atrás «Cásate conmigo»"

UN AMOR INOLVIDABLE XXV

“UNA FORMA INUSUAL DE PEDIR MATRIMONIO”

OCTUBRE 2009.

Sergio apuntó la dirección y nos despedimos, dijo que tardaría aprox. 30 minutos, lo que me daba la oportunidad para preparar la comida y ofrecerle algo si llegara a tener hambre. Minutos después llegó William, me saludó y estaba por subir a su habitación cuando empecé a interrogarlo.

-      Will – le dije – ¿en dónde estabas?

-      Fui a ver a Miguel – me dijo – a su escuela.

-      ¡Qué! – exclamé sorprendido y enojado al mismo tiempo – Will ¿cómo se te ocurre ir a su escuela ¿hiciste que interrumpiera sus clases?

-      Pero necesitaba verlo – empezó a decir – además, papá Carlos y tú se veían diario en su escuela.

-      Si – le dije – pero era distinto porque estudiábamos en la misma institución, teníamos el mismo grupo y además, cuando debíamos poner atención a las clases nunca las ignorábamos para estar juntos.

-      Claro – me dijo – entiendo, eran “la pareja perfecta”.

-      Will – le dije – no… no es eso – dije moderando mi voz – es sólo que deberías combinar la escuela y tu noviazgo.

-      ¿Como tú le hiciste? – me preguntó.

-      Si – le dije – Quiero que estudies, como yo lo estoy haciendo, por cierto ¿qué estudia Miguel?

-      Está tomando un curso de inglés, es semanal, y va en las mañanas, va iniciando – me dijo.

-      Pues no estaría mal que te pagara un curso de inglés – empecé a decir.

-      Y podrías apuntarme en la misma escuela – me dijo.

-      Will – le respondí – no lo voy a hacer.

-      ¡Por favor! – me suplicó.

-      No – le dije – porque no quiero que le quites tiempo a Miguel.

-      Te prometo que sólo nos veremos en tiempos libres – me dijo – pero por favor, quiero estar en la misma escuela.

-      Está bien – le sonreí – sólo porque me lo prometiste. Pero recuerda: si llego a saber que están descuidando sus estudios, te vas a trabajar y te sales de la escuela ¿Entendido?

-      Eso no pasará – me dijo sonriente – lo prometo.

-      Vale – le dije – pórtate bien, no quiero quejas ni de la escuela ni de nadie.

-      No las tendrás – me sonrió – lo prometo.

-      ¿Tienes hambre? – le pregunté.

-      Si – me respondió – me muero de hambre.

-      Pues entonces me voy a la cocina a preparar algo – le sonreí.

-      Te ayudo – me dijo – quiero aprender a cocinar.

-      ¿Y eso? – le pregunté – ¿A qué se debe tu interés por el arte culinario?

-      Pues porque cuando me case con Miguel – dijo – quiero prepararle siempre platillos deliciosos.

-      Wow – le dije – veo que ya tienes planes de boda.

-      Si – me dijo – pero el aun no quiere.

-      Hijo – le dije – lo que pasa es que el matrimonio ya es distinto al noviazgo.

-      ¿Pero qué tiene de diferente? – me preguntó sorprendido – papá Carlos y tú no se han casado y ya viven juntos.

-      Pero para dar este paso tuvimos que aprender muchas cosas – le dije – principalmente aprender que no todo en la vida es fácil – le sonreí – además, nos tuvimos que conocer el uno al otro y saber que eres capaz de todo por él y aprender a convivir en un mismo hogar.

-      ¿Quieres decir que Miguel no se siente preparado para algo así? – me preguntó.

-      Lamento decirte que no – le respondí – pero no te preocupes, cuando esté listo te dirá.

William me sonrió y se fue a su cuarto, mientras que yo fui a la cocina a seguir preparando la comida, cuando vi el reloj de pared que estaba en la entrada de la cocina, le pedí a Will que apagara el fuego de la estufa en diez minutos porque tenía que ir por el niño a la primaria. «6 años» pensé «Dieguito ya tiene 6 años».

Llegué a la primaria y el niño apenas me vio corrió a mis brazos, yo lo abracé y nos regresamos a la casa, cuando llegué Will ya estaba sirviendo la comida, además de que Sergio ya estaba sentado en la mesa.

-      Hola papá – me dijo – ya están listos los platos para comer.

-      Muchas gracias hijo – le sonreí – no sé qué hubiera hecho sin ti.

-      Voy a lavarme las manos – me dijo – ahora vuelvo.

-      Nosotros también – le dije mientras llevaba a Dieguito al baño para lavar sus manos – disculpa la descortesía, Sergio, ahorita platicamos.

-      No se preocupe – me dijo – no hay problema.

Regresamos a la mesa y mientras comíamos estuve platicando con Sergio acerca de su trabajo, su familia, me contó que se había casado y ya tenía un hijo de un año, lo felicité y seguimos conversando de cosas sin importancia.

-      Así que está buscando trabajo – dijo – voy a platicar con la chica de Recursos Humanos para recomendarlo.

-      Muchas gracias, Sergio – le dije – espero que me contraten.

-      Espero que así sea – me sonrió – ¿Y está casado? – me preguntó.

-      No – le dije – vivo aquí con mi novio.

-      ¿Lo conozco? – me preguntó.

-      Creo que no – le dije – se llama Carlos, Carlos Linares.

-      No – me dijo – entonces no lo conozco.

Sergio y yo seguimos platicando de algunas cosas de antaño, después de un rato nos despedimos, con la promesa de salir un día a algún bar, salió de la casa y me puse a resolver la tarea de Dieguito, cuando terminé, busqué al niño y lo encontré jugando con Will, pero necesitaba bañarlo, así que tuve que convencer al niño.

-      Dieguito – le dije – vamos al baño.

-      Papá – me dijo – no quiero bañarme, estoy jugando con Will.

-      Pues si no te bañas no jugarás con Will – le dije.

-      Pero yo quiero jugar con el niño – me dijo Will.

-      William – le dije – el niño no quiere bañarse y no me estás ayudando en nada.

-      Está bien, papá – me dijo, después le dijo al niño – hazle caso a papá, no se tardan, te bañas y jugamos, incluso, yo te podría bañar.

-      ¿En serio? – le dijo Dieguito – ¡sí, sí, sí! – dijo – vamos al baño.

-      Muchas gracias por apoyarme, hijo – le dije a Will – pero apresúrate.

-      ¡Sí papá! – me dijo Will – con permiso.

-      Propio – le dije – hijo…

-      ¿Sí, padre? – exclamó Will, mientras se giraba a donde yo estaba.

-      Te amo, hijo – dije – gracias por estar aquí.

William sonrió y salió de la habitación mientras yo me disponía a bañar al niño, el cual, una vez en el agua, se puso a jugar con ella, haciendo que terminara empapado. Al finalizar su baño, lo llevé a su cuarto y lo vestí e, inmediatamente después, me senté en el ordenador y revisé mi correo.

Apenas el internet cargó la página, me sorprendió ver otro correo de Chris, en el cual sólo me decía que había estado bien, y que se siente feliz con su nuevo novio, yo le respondí que me alegra saber que él esté contento; me prometió enviarme unas fotos de él con su novio, nos despedimos y apagué el equipo, ya que Will me avisó que había terminado de bañar al niño, me dirigí al cuarto de Dieguito, saqué ropa limpia de los cajones y me disponía a vestirlo, pero el niño quiso que Will lo vistiera, le dejé la ropa y salí del cuarto para ver un rato la TV.

Cuando llegó Carlos lo saludé y me disculpé, me quedé embobado con un programa de TV y no me acordé de hacer la cena, pero él me dijo que eso lo arreglaríamos saliendo a comprar algo para cenar, entonces le dije a Will que se quedaría con el niño y el abuelo un rato porque Carlos y yo saldríamos a comprar la cena, tomé las llaves y salimos.

-      Me sorprendes – me dijo – jamás habías olvidado hacer la cena.

-      Lo sé – le dije – pero lo hice.

-      ¿Lo hiciste? – me preguntó – ¡Lo planeaste!

-      Claro – le dije – quería salir un rato contigo, pero si te decía así el niño pediría salir con nosotros, y no podíamos dejar a Will solo en casa – le dije – me sentiría muy mal con él, así que tuve que inventar esta excusa, bueno, planear – corregí – para que pudiéramos salir – le dije, aprovechando la ocasión, en verdad me daba pena decirle a Carlos que había olvidado la cena porque me puse a ver televisión.

Carlos y yo pasamos a un restaurante de comida china y pedimos arroz, pollo con verduras y compramos pan, Carlos pagó en la caja, el chavo que nos estaba atendiendo nos dio la bolsa con la cena y nos regresamos a la casa.

-      Ya llegamos – dijo Carlos – vamos a cenar.

-      Papá – me dijo William – no hagas ruido porque el abuelo sigue dormido.

-      Está bien – le dije con un timbre de voz más bajo – pero vamos a cenar.

-      Aun no – le dije a Carlos – necesitamos hablar ¿verdad Will?

-      Papá… – empezó a decir Will.

-      ¿Qué pasó? – preguntó Carlos.

-      Nuestro querido hijo – le dije a Carlos – salió ayer con Miguel y regresó hoy en la mañana.

-      ¡Papá! – dijo Will.

Por un momento, el ambiente se puso tenso, ya que yo le había informado a Carlos lo que William había hecho, y Carlos había hecho una expresión de sorpresa y no dijo nada, lo que me hizo pensar que le diría algo a William.

-      Hijo – dijo Carlos – ¿en dónde estabas?

-      Estaba en casa de Miguel – le dijo – pero papá…

-      Mira Will – le dijo Carlos – sé que te molesta que tu papá Dan me haya dicho que no dormiste aquí – le dijo – pero nos preocupa que no llegues a dormir.

-      Pero estaba con Miguel – dijo Will.

-      Si – le dijo Carlos – pero no es correcto que te quedes con él.

-      ¿Por qué no es correcto? – le preguntó.

William empezaba a molestarse y Carlos también, así que, para evitar una mala discusión, decidí intervenir en la conversación.

-      Mira hijo – le dije – cada familia tiene su propio espacio, y si tú te quedas en su casa, se incomodarán sus padres.

-      Pero ellos me quieren – me dijo.

-      Si, William – le dije – lo sé, pero mientras él viva con sus padres y tú vivas con nosotros, debes aprender que no puedes quedarte con él.

-      Está bien – me dijo – les prometo que no lo vuelvo a hacer.

-      Will – le dije – una pregunta.

-      Dime, papá – me respondió.

-      ¿Usaron preservativo? – le pregunté.

-      Descuida – me dijo – ya aprendí la lección.

-      Dile a tu abuelo que ya vamos a cenar – le dijo Carlos.

-      Sí papá – le respondió Will.

Will fue por Andrés y el niño, los cinco cenamos sin prisa, nos pusimos a platicar de cómo estuvo el día y cosas así, después de eso, Will se ofreció a lavar los trastes con Carlos mientras yo acompañaba al niño a lavarse la boca. Terminando, nos despedimos, Andrés fue a su habitación, Will se fue al suyo, Carlos se fue a nuestra habitación y yo llevé al niño a la suya, le leí “La Sirenita” y cuando se durmió, lo acomodé en su cama, lo tapé con las sábanas, le apagué la luz de la lámpara después de colocar el libro en su lugar, y salí de la habitación cuidadosamente. Cuando entré al cuarto, Carlos estaba leyendo un libro al cual no le di importancia porque me acerqué a él para besarlo.

-      Ya no leas a esta hora – le dije – te va a hacer daño – le dije mientras le daba besos.

-      Pero tú le estabas leyendo un libro al niño – me respondió.

-      Si – le dije – pero fue para poder dormirlo.

-      Está bien – me dijo – vamos a dormir.

-      Yo diría que “nos portemos mal” un rato antes de dormir – le sugerí cariñosamente.

-      ¡Claro! – me dijo mientras me atrapaba entre sus brazos – vamos a “portarnos mal” como tú dices.

-      Claro amor – me dijo.

Carlos dejó el libro en la mesita de noche mientras se desvestía, mientras que yo, por mi parte, también me desvestía, al terminar, Carlos me abrazó y, mientras nos besábamos, podíamos sentir nuevamente nuestros cuerpos unidos, me encantaba tenerlo así, lo separé un poco de mi y observé sus ojos.

-      ¿Qué tienes? – me preguntó.

-      Me encanta ver tus ojos – le dije – tus hermosos ojos cafés.

-      Y a mí me gusta tenerte sólo para mí – me dijo – me encanta saber que fui el primer hombre en tu vida y tu primer amor.

-      Y seguirás siendo mi primer amor – le sonreí – pero no el último.

Cuando Carlos escuchó eso, se puso completamente pálido e hizo una mueca de sorpresa, mientras que, en su cabeza, empezaban a pasar un sinfín de vagas ideas.

-      No es cierto – dijo mientras su cara se ponía colorada como tomate – me engañas.

-      Mmmm… ¿cómo te explico? – le dije sonriendo – sí, y no.

-      ¿Quién es él? – me preguntó – Dime quién te está alejando de mí.

-      Pues no me está alejando de ti – le respondí – más bien me ha unido a ti.

-      Dime quién es o me enojo contigo – me dijo Carlos – ¿lo conozco?

-      Claro – le dije – y esa personita tan especial que nos ha unido tanto está en su cuarto con William – le sonreí.

-      ¡Dan! – me dijo exaltado – me espantas, en verdad creí que había otro hombre en tu vida – dijo – no vuelvas a hacer esto.

-      Ay Carlitos – le dije – sólo fue una pequeñita broma, además, aparte de ti y, obviamente, de nuestros adorables y cariñosos hijos, no hay nadie más.

-      Más te vale – me dijo – te amo tanto que no soportaría separarme de ti.

-      Estaba pensando – le dije mientras me recostaba en su pecho y jugaba con sus pezones – que quizás es tiempo de que tengamos otro hijo.

-      ¿Quieres otro? – me preguntó – ¿no crees que es demasiado pronto?

-      No lo quiero precisamente ahora – le dije – pero quizás podríamos tramitar una adopción después de habernos casado.

-      Claro – me dijo – sería una buena idea – me sonrió – pero quiero que adoptemos un bebé.

-      ¿Un bebé? – le pregunté – ¿quieres que tengamos un bebé recién nacido?

Carlos sonrió y me acercó a él para darme un pequeño beso en los labios mientras me rodeaba con sus fuertes brazos.

-      Claro – respondió – sería maravilloso poder tener un bebé que pronto se acostumbre a nosotros.

-      Si, tienes razón – le dije – pero quiero una hija, me gustaría llamarla Ana.

-      ¡Oh! Ya entiendo – me dijo – quieres que se llame como tu madre.

-      Sí – le dije – a pesar de tener una hermosa familia, hay veces que me duele no tenerla aquí, conmigo.

-      Pero ella está aquí en tu corazón – me dijo mientras ponía su mano en mi pecho – y mientras estés vivo, jamás saldrá de aquí.

-      Así es – le dije mientras me subía encima de él – mamá ha de estar muy orgullosa de ver que en su ausencia tú me has cuidado en todo este tiempo.

-      Y de ver que tenemos dos hijos maravillosos – me dijo – y próximamente tendremos nuestra niña.

Le di otro beso a Carlos y fui recorriendo lentamente su cuerpo hasta llegar a su pene, el cual tomé con mi mano y me acomodé para poder saborearlo, pero Carlos se puso al revés para que lo hiciéramos al mismo tiempo, él empezó el movimiento con su boca mientras yo saboreaba su líquido pre seminal, le lamía el pene desde la punta hasta la base, para seguir con sus dos bolas que me las metía en la boca mientras lo masturbaba, él se sentía en la gloria, de pronto me soltó mis genitales para que pudiera sentarse en la cama mientras yo seguía con mi labor y, tiempo después, pude saborear aquel esperma que tanto me gustaba, era “mi premio” por haber realizado bien mi tarea.

Carlos me recostó boca abajo en la cama y me puso una almohada en mi vientre, para que se elevara mi raja, Carlos empezó el “tratamiento” con ligeros besos en mis nalgas, después acarició toda la raja con su dedo medio, para detenerse en mi agujero, el cual comenzó a masajear con la yema de su dedo medio, después pasó la lengua y comenzó a saborear mi ano, dejándolo completamente húmedo, cuando estuve preparado, Carlos quiso penetrarme así, pero yo lo detuve y le pedí que no lo hiciera, ya que quería que lo haríamos de otra forma.

Me levanté de la cama y le pedí a Carlos que se recostara en la cama boca arriba, de manera tal que yo pudiera acomodarme e iniciar el ritmo de la penetración, poco a poco me fui sentando sobre Carlos, para poder acostumbrarme a él, cuando tuve toda su gruesa barra de carne maciza atrapada en mi agujero, me quedé unos instantes así mientras me agachaba y le daba besos a Carlos, cuando me acostumbré a su pene, empecé con un lento movimiento de sube y baja mientras que, con mis manos, recorría lentamente su pecho y su abdomen, haciendo que cada roce con su piel me hiciera ver las estrellas.

Miré a Carlos y no paraba de darle besos y acariciar su pecho, estuvimos un tiempo así hasta que me pidió probar otra posición, por lo que se detuvo y me levanté, me recosté a su lado, después me giró de manera tal que mi espalda quedaba enfrente de él, levantó mi pierna derecha y colocó su pene en mi agujero, cuando entró todo, empezó de nuevo la penetración a un ritmo lento mientras me besaba el cuello, mi excitación se estaba elevando y empecé a gemir mientras que él no paraba de acariciar mi cuerpo, después tomó mi mano y enlazó mis dedos con los suyos, mientras sentía cómo su palo seguía entrando y saliendo de mí, se detuvo y me recostó en la cama, me levantó las piernas, las colocó en sus hombros y volvió a penetrarme lentamente.

Poder estar así con él no lo cambiaría por nada en el mundo, jamás imaginé que, después de tantas cosas que, de algún modo, hicieron que nos separáramos, al final, no lograron su objetivo, y que yo pudiera estar aquí, con él, de nuevo juntos, compartiendo una casa, y demostrándonos un gran amor a cada instante, me demostraban lo dichoso que soy al tener a una persona maravillosa como él.

Jamás volveré a separarme de él, y mucho menos ahora que he alcanzado sus pasos, para poder caminar junto a él para siempre mientras el tiempo sigue su curso.


Dan me abrazó y siguió observándome detenidamente, no podía pensar en algo más que no fuera él, me encantaba estar a su lado, en verdad que me sentía agradecido con la vida por darme una segunda oportunidad de hacer mi vida junto a Dan.

Aumenté el ritmo de la penetración mientras lo besaba apasionadamente, en ese momento le puse atención a la música del CD que Dan había puesto en el estéreo, la canción “Cada color al cielo de Laura Pausini, su frase no expresaba más que lo que estábamos viviendo Dan y yo: “♫Ya no tendré más miedo de quererte al lado, y atravesando el tiempo me tendrás aquí, sobre tus alas grandes que nos lleven juntos♫

-      ¡Ya casi! – exclamé – ¡Ahí voy! – dije mientras aumentaba el ritmo.

-      ¡Vamos! – me dijo Dan – sigue.


Carlos se tensó y segundos después empezó a soltar todo su semen en mi interior, mientras que yo también empezaba a soltar el mío, entonces en ese momento el éxtasis me hizo pronunciar una frase que le había querido decir días atrás «Cásate conmigo».

“♫Por ti devolveré cada color al cielo, al cielo su color y a mí me bastas tú♫”

“Pude haber muerto hace tiempo porque no estabas junto a mí, pero no sucedió, ya que el fuerte deseo de poder estar contigo una vez más logró llevarme de nuevo a tus brazos, que son el único lugar en donde quiero estar por el resto de mi vida, porque tú eres mi luz, mi camino y mi felicidad, sin ti la vida no tendría sentido, porque sólo junto a ti he descubierto una y mil formas de descubrirme a mí mismo y, al mismo tiempo, he descubierto varias formas de amar, de ser quien soy sin necesidad de cambiar.

Ahora más que nunca deseo dar el último paso que me unirá por completo a ti, un gran paso que hace tiempo lo veía lejano y casi imposible, tan sólo necesito que aceptes casarte conmigo. No hay nada en este mundo que yo deseé más que eso.

La vida nos ha juntado nuevamente, y sólo contigo yo puedo ser completamente feliz, te amaré por siempre y para siempre, independientemente de la decisión que tomes.

“Con amor

Para el hombre más maravilloso de la tierra, mi dulce y tierno Daniel Pérez.

Carlos Linares”

A veces me pregunto si

yo viviría igual sin ti,

no sé si yo sabré olvidarte

y en un instante puedo ver

que tú eres cuanto yo soñé

inolvidable para mí

Inolvidable

Laura Pausini

Las cosas que vives

1996.

“Yo no pido nada más que lo que tengo…”

Laura Pausini.

Primavera Anticipada

2008.

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Bueno, aquí les dejo el penúltimo capítulo de UAI, y la próxima semana no se pierdan el desenlace. Espero que les guste. Saludos.

Guadalupe.

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