Un amor inolvidable 24

Dan intenta regresar a su vida laboral, pero las cosas para él no son tan fáciles como pensaba.

UN AMOR INOLVIDABLE

CAPÍTULO XXIV: NUEVO EMPLEO.

OCTUBRE 2009

Estaba en mi casa limpiando los muebles cuando llamaron a la puerta, cuando abrí me encontré con Sandy, me alegró mucho verla, la invité a pasar y nos sentamos en la sala a platicar.

-      ¿Qué haces Dan? – me preguntó.

-      Estaba limpiando la casa – le dije.

-      Perdón por interrumpirte – me dijo – ya me voy, regreso después.

-      Descuida – le dije – luego limpio, mejor dime ¿cómo has estado?

-      He estado bien – me dijo – desde que platicamos.

-      Y… ¿cómo te fue? – le pregunté.

-      ¡Eres un tramposo! ¡Jajajaja! – me dijo – pero te lo agradezco.

-      Mira – le dije – no todo fue mi culpa, también Rodrigo puso un granito de arena en esto.

-      ¿Cómo? – me preguntó.

-      Si – le dije – porque el día que fue a buscarte antes vino aquí y platicamos un rato, fue por eso que te llamé.

-      ¿Y por qué no me dijiste que ya tenías todo planeado? – me preguntó.

-      Porque si te decía que Rodrigo estaba aquí – le dije – no hubieras venido, además, te lo debía después de ayudarme tanto, especialmente con…

-      …Con él – terminó Sandy la frase.

-      Así es – suspiré – con Lucio.

-      Tienes razón – me dijo – Dan ¡Estoy feliz! Gracias por esto.

-      Yo hago lo que sea porque seas feliz – le sonreí.

-      Claro – me dijo – por cierto, nos reconciliaremos hoy.

-      Ah – exclamé – ¿es ese tipo de reconciliación que creo que es?

-      Ajá – me respondió – y si no me equivoco será inolvidable.

-      Me imagino – le sonreí – que te diviertas.

-      Gracias – me sonrió – bueno, te dejo para que avances.

-      Cuídate – le dije – y suerte.

-      Gracias Dan – me dijo – como siempre es un gusto platicar contigo.

-      Igualmente – le dije.

Sandy salió de la casa y yo continué con mis labores, ya en la noche llegaron Andrés y el niño, que estaba contento con el nuevo juguete que le había comprado.

-      ¡Mira papá! – me dijo – Me lo compró el abuelo.

-      ¡Qué bonito avión! – le dije – ve a jugar mientras hablo con tu abuelito.

-      Si papá – me sonrió y se fue a su cuarto.

Andrés se sentó en el sofá y yo también, entonces comenzamos la plática.

-      Andrés – le dije – quiero agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros.

-      No tienes nada que agradecer – me dijo – yo tengo que agradecerte que hayas hecho feliz a mi hijo y que me hayas dado dos nietos maravillosos – dijo – por cierto ¿Will está en su cuarto?

-      No – le dije – no ha llegado.

-      Dan – me dijo – necesitas hablar con ese muchacho, no es posible que esté mucho tiempo en quien sabe donde.

-      Ya lo sé – le dije – pero Will ya tiene 23 años, ya se sabe cuidar solo.

-      Pero me preocupa – me dijo – es mi nieto y lo quiero mucho, me dolería mucho si le llegara a pasar algo.

-      Y a mi también – le dije – pero ya ve cómo son los chavos a esa edad – le dije – y como ahora está con su nueva familia, piensa que puede hacer lo que quiera.

-      Si – me dijo – pero debes ponerle un límite.

-      Hablaré con él – le dije – y si se puede con ambos.

-      ¿Para qué con ambos? – me preguntó.

-      Para que Miguel me apoye en controlar a Will – le dije – a alguno de los dos le hará caso, si no es a mi, será a él.

-      En eso tienes razón – me dijo.

-      Ahora disculpe que lo deje solo – le dije – pero tengo prisa.

-      Dan – me dijo – no te preocupes, mañana avanzas.

-      Pero…

-      Mejor vamos a llevar a Diego a comprarle ropa nueva – me sonrió – yo se la compro.

-      Gracias – le dije – pero no puedo aceptarlo, sería un encaje.

-      Para nada – me dijo – además, es ropa que le quiero regalar a mi nieto.

-      Está bien – suspiré – cuando se le mete una idea en la cabeza no hay poder humano que lo haga desistir de lo que hace.

-      Así es – me dijo – así que mas te vale cooperar – me sonrió.

-      Quiero pedirle algo – le dije – ¿Quiere vivir aquí?

-      Pero ustedes…

-      No se preocupe – le dije – a mi no me molesta.

-      Gracias Dan – me respondió – en cuanto pueda me mudo.

Me apresuré a terminar las labores domésticas y subí al cuarto del niño para bañarlo, tomé su toalla, lo desnudé y lo llevé al cuarto de baño, donde lo bañé a prisa para después secarlo con su toalla y llevarlo a su cuarto, en donde lo sequé y lo vestí, una vez listo, lo dejé con Andrés y me metí a bañar, esta vez no me detuve en mi palo porque no tenía mucho tiempo, así que me apresuré a bañarme, me sequé con mi toalla, después la anudé a mi cintura y salí en dirección a mi cuarto, donde me encerré para poder vestirme, abrí mi cajón y saqué una trusa blanca, después abrí otro de mis cajones de donde saqué un par de calcetines, y de un tercer cajón saqué mi camiseta blanca, me sequé con mi toalla todo el cuerpo, incluyendo mi pene flácido y mi par de bolas, además de pasar la toalla por la raja del culo, me coloqué la trusa acomodando mi verga en un costado, después me puse la camiseta blanca y los calcetines, una vez así, abrí mi armario de donde saqué un par de zapatos negros, una playera rosa y un pantalón caqui, me terminé de vestir y tomé mi peine, me paré enfrente del espejo del cuarto y me peiné, terminando, tomé un sweater verde con decoración en tejido rojo, que hice a mano yo mismo gracias a que mi madre me enseñó cuando era niño, y bajé a toda prisa la escalera.

-      ¿Estás listo? – me preguntó Andrés.

-      Si – le dije – sólo deme un segundo – le dije – voy a hablar con Carlos para avisarle que saldremos, así no se preocupará si llama y nadie contesta.

-      Está bien – me dijo y se puso a jugar con el niño.

Descolgué el auricular y tecleé el número de la oficina de Carlos, después de tres tonos, me respondió Elena, la chica de recepción.

-      Buenas tardes – me dijo – soy Elena Uribe, ¿en qué le puedo ayudar?

-      Hola Elenita – la saludé – soy Dan ¿estará Carlos en su oficina?

-      Hola Sr. Pérez – me dijo – claro, lo comunico.

-      Gracias – le respondí.

Elena enlazó la llamada desde conmutador, Carlos no tardó en contestar, cuando lo hizo lo sentí malhumorado.

-      Hola Dan – me respondió molesto – ¿qué quieres?

-      ¡Uy! – le dije asombrado – Solo quería avisarte que saldré con Andrés y el niño y no regresaremos en un rato – le dije – pero si tanto te molesta hablar conmigo, la próxima vez que salga ni siquiera me tomaré la molestia de hablarte para avisar.

-      Dan – me dijo en un tono de voz más tranquilo – lo lamento, es que tengo demasiado trabajo, gracias por avisarme – suspiró – si llega a pasar algo me avisas, toma una tarjeta de teléfono, hay una en mi cajón personal, si necesitas dinero, está en una caja de madera, la llave la encontrarás en una caja negra pequeña en mi cajón.

-      Gracias – le dije – en cuanto regresemos a casa te aviso.

-      Claro – me dijo – te dejo porque tengo mucho trabajo, diviértanse.

-      Gracias, amor – le respondí – te deseo un excelente día.

-      Ya me has alegrado el día – empezó a decir – tan sólo con oír tu voz.

-      Amor ¡qué tierno! – le dije – te amo.

-      Y yo igual – me respondió – pero debo colgar el teléfono.

-      Claro – le dije – no te quito más el tiempo, nos vemos en la noche.

-      Igualmente – me respondió – te envío un beso y también a nuestros hijos y a papá.

-      Gracias – le dije – yo les digo. Cuídate.

-      Igualmente – me dijo y finalizó la llamada.

Salimos de la casa y tomamos un taxi, que nos dejó enfrente del establecimiento, entramos y compré los boletos, nos dirigimos a la dulcería a comprar palomitas y refrescos, después nos formamos para entrar a la sala, una vez adentro, nos dispusimos a ver la película, cuando salimos del cine, depositamos la basura en su lugar y nos fuimos a casa.

-      Papá – me dijo el niño – tengo hambre.

-      Llegando a la casa prepararé la cena – le dije.

-      Dan – me dijo Andrés – gracias.

-      No se preocupe – le dije – lo quiero mucho. Es parte de esta familia.

-      Gracias Dan – me sonrió.

Cuando llegamos a casa, Andrés me sugirió hablar con Carlos mientras él preparaba la cena, así que, después de insistirme tanto, terminé hablando con Carlos.

-      Así que mi padre te ha pedido hablar conmigo – me dijo divertido.

-      Ya sabes cómo es – le sonreí – tenía que hacerlo.

-      Ah – me dijo – entonces si mi padre no te hubiera dicho nada ¿no me hubieras marcado?

-      No – le dije divertido – ¡Claro que sí! – reí un poco – es sólo que quería preparar la cena para que estuviera lista cuando llegues.

-      Ya no te preocupes tanto, Dan – me dijo – en una hora llego a la casa, tengo que colgar, ya es mi hora de salida.

-      De acuerdo – le dije – hablamos aquí.

-      Claro – me dijo – te amo.

-      Y yo igual – le dije – te mando muchos besos.

-      Yo también – me dijo – nos vemos.

-      Nos vemos.

Fui a la cocina para ayudar a Andrés en la cena, nos la pasamos platicando, cuando la cena estuvo lista llegó Carlos, saludó, se lavó las manos y se sentó en la mesa para cenar.

-      Por fin en casa – dijo – Dan, discúlpame por mi comportamiento.

-      ¿De qué hablas? – le pregunté – ¿Cuál comportamiento?

-      El de la tarde – me respondió.

-      No hay problema – le dije – no pasa nada.

-      Gracias – me sonrió.

Terminando de cenar llevé a Dieguito al baño para que se lavara los dientes, cuando terminó le puse el pijama y lo acosté en su cama, cubrí su cuerpecito con las sábanas y me senté a su lado.

-      ¿Quieres que te lea un cuento? – le pregunté.

-      No – me dijo – quiero que te acuestes aquí – dijo señalando un costado de la cama – quiero dormir hoy contigo.

-      Pero Dieguito – empecé a decir – sabes que duermo con papá Carlos – le dije.

-      Papá – me dijo Dieguito – por favor duérmete conmigo.

-      Pero tu papá Carlos se sentirá solo – le dije – y se pondrá triste.

-      No lo creo – dijo Carlos – no me pondré triste solo porque hoy papá Dan no dormirá conmigo.

El niño sonrió, se levantó de la cama y corrió a los brazos de Carlos, le dio varios besos y le agradeció que “me dejara” dormir con él. Verlos así me alegraba mucho, los amo tanto que no sé qué haría sin ellos. Me levanté de la cama y le di un beso a Carlos, despidiéndome de él, después volví a acostar al niño en la cama y fui por mi pijama al cuarto.

-      Dan – me dijo Carlos cuando entré al cuarto – te amo.

-      Y yo cada día te amo más – le dije – eres increíble.

-      El niño quiere dormir con su papá Dan – me dijo – siempre te tengo todas las noches conmigo, es justo que el niño duerma contigo una noche.

-      Claro amor – le dije mientras me acercaba a él para darle un beso – será solo esta noche.

Me quité mi ropa y me metí en la ducha, después me puse el pijama y me acomodé en la cama de Dieguito, le di un beso, el niño se acomodó en mi brazo y nos dormimos tranquilamente.


Entré a su casa y nos empezamos a besar, mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, Miguel me llevó a su habitación y lo recosté en la cama, nos miramos fijamente y entonces me pidió tener sexo.

-      Will – me dijo – hagámoslo.

-      ¿Aquí? – le pregunté – pero ¿qué dirán si nos descubren?

-      No te preocupes – me dijo – eso se arregla rápido – dijo mientras se levantaba y le ponía seguro a la puerta – listo, no podrán sorprendernos.

-      ¿Estás seguro? – le pregunté.

-      Sí – me respondió – quiero que seas el primero y el único.

-      ¿Eres virgen? – le pregunté sorprendido.

-      Si – me sonrió – pero ahora sé que ya llegó el momento de entregarme a la persona que amo.

Miguel y yo nos empezamos a besar mientras nos desnudábamos, cuando terminamos, Miguel me recostó en su cama y se metió mi pene en su boca, lo hacía delicioso, yo me sentía en las nubes, me encantaba la boca de mi novio, era genial, después de un rato, se dedicó a probar mis testículos, los cuales saboreó de maravilla, para después atender de nuevo a mi palo, el cual casi terminó estallando en su cavidad bucal, pero cuidamos de que el semen no entrara en contacto con él, esa corrida me hizo retorcer de placer; nos detuvimos un rato hasta que se levantó y me ofreció su agujero, entonces lo acosté en la cama y le levanté las piernas, para poder separarle sus nalgas, besé su agujerito rosa y después lo acaricié con la yema de mi dedo, Miguel gemía de placer, estuve un tiempo así hasta que dejé lubricado su agujero, entonces tomé un condón de mi pantalón y Miguel me detuvo.

-      Penétrame sin condón – me dijo.

-      ¿Estás seguro? – le pregunté.

-      Estoy completamente seguro – me dijo.

-      Recuerda que estoy en tratamiento – le respondí – no creo que sea seguro para ti.

-      Entonces póntelo – me sonrió.

-      Claro.

Miguel se quedó recostado en la cama y mientras me acomodaba a su lado y le besaba el cuello, las orejas y la espalda, tomé el sobre y lo abrí, saqué cuidadosamente el condón y me lo puse, después coloqué mi pene entre sus nalgas y traté de hacer presión, pero me detuve un poco porque Miguel se empezó a quejar.

-      ¡Ay! – me dijo – me duele.

-      Relájate – le dije – estás tenso.

-      Está bien – me dijo – lo trataré de hacer, pero prométeme que si me vuelve a doler, hasta ahí llegamos.

-      Lo prometo – le dije mientras le besaba su hombro.

Lo recosté boca abajo en la cama y comencé a masajearle la espalda, Miguel tenía sus músculos duros, así que seguí con el masaje hasta que, después de un rato, me recosté encima de él, cuando sentí que sus músculos estaban relajados, coloqué mi pene en su entrada y ejercí un poco de presión, Miguel empezó a quejarse pero después de unos instantes, la cabeza ya estaba adentro.

-      ¡Ay! – se quejó – Me dolió un poco.

-      Lo sé – le dije mientras jugaba con su oreja – pero el masaje funcionó porque la cabeza ya está adentro.

-      No pares – me dijo – sigue.

Seguí ejerciendo presión hasta que mi palo quedó atrapado en su agujero, el cual me agradaba el calor que le proporcionaba a mi erecto pene, Miguel empezó a contraer su ano haciéndome sentir un placer indescriptible.

-      ¡Lo logramos! – le dije – Estoy dentro de ti.

-      Gracias por compartir conmigo mi primera vez – me dijo.

Comencé la penetración muy lentamente, porque Miguel seguía quejándose un poco, pero cuando se acostumbró, lo penetré a un ritmo moderado, después de un rato así, Miguel me detuvo y me recostó en la cama, para después bajar lentamente hasta que mi barra de carne volvió a explotar, pero esta vez en el condón, Miguel siguió moviéndose de arriba abajo a un ritmo regular, hasta que le avisé que estaba por correrme otra vez.

-      Miguel – le dije – levántate, ya me voy a correr.

-      No – me dijo – quiero que continúes, quiero que estés dentro de mí hasta el último momento.

No pude aguantar más y empecé a eyacular, fueron 2 descargas que inundaron el condón, cuando terminé, Miguel se acercó para besarme, y después poco a poco se levantó, haciendo que su sangre bañara el condón, también manchado.

-      Perdón – me dijo – no era mi intención mancharte.

-      Descuida – le dije – fue tu primera vez – le sonreí.

-      Y ha sido maravillosa – me dijo – te amo Will, no sabes cuánto me alegra saber que te regalé mi virginidad.

-      Prometo amarte y respetarte hasta la eternidad.

-      ¿Y no vas a cuidarme? – me preguntó.

-      Claro – le dije, para después darle un beso en la boca – prometo amarte, cuidarte y respetarte por siempre y para siempre.

-      Yo también – me sonrió.

Miguel se recostó en mi pecho y se quedó dormido, yo le acaricié el pelo, jugando con él entre mis dedos, pero no supe en qué momento me dormí, con una sonrisa de felicidad en mi rostro.


Al despertar, me levanté con cuidado para no despertar al niño, cuando salí de la habitación, vi entrar a William apresurado, sin hacer ruido, apenas me vio y se sorprendió.

-      ¡Papá! – me dijo – Pensé que estabas dormido. ¿Qué haces despierto tan temprano?

-      Qué cinismo – le dije – no llegas a cenar, no dormiste aquí en la noche, llegas hasta que se te ocurre ¿y todavía me preguntas eso?

-      Papá – me dijo – te prometo que no vuelvo a hacer esto.

-      Will – le dije – esto ya es insoportable, está bien que eres mi hijo y te amo, pero eso no significa que puedes seguir así.

-      Pero papá…

-      Will – le dije – voy a ser muy claro contigo, O consigues un trabajo o estudias, pero no quiero que estés así, saliendo todas las noches ¿Queda claro?

-      Sí, papá – me dijo – queda claro.

-      Vete a duchar y llevas al niño a la escuela – le dije – tu abuelo está cansado y no quiero despertarlo.

-      Si papá – me dijo – lo siento.

Desayuné a prisa y salí de la casa, llegué temprano a la entrevista de trabajo, lamentablemente no me fue bien, me dijeron que no cubría los requisitos, así que me despedí y salí de la oficina de recursos humanos, para dirigirme a la siguiente entrevista, en donde tampoco tuve suerte, después de la tercera, sólo me quedaba pasar a una pequeña empresa que apenas iniciaba operaciones, en la que me recibieron amablemente, me hicieron la entrevista y me dijeron que había cubierto perfectamente bien los requisitos, yo les informé que en 4 meses ingresaría a estudiar en la universidad, por lo que me dieron las gracias y me dijeron que no podían darme el puesto dado que necesitaban gente con tiempo completo disponible, no aceptaban medio turno, me despedí y me fui a la casa, creyendo que no podría encontrar un trabajo.

-      ¿Cómo te fue? – me preguntó Andrés – ¿Conseguiste empleo?

-      No – le respondí – no cubro el perfil requerido.

-      No te preocupes – me dijo – ya verás que pronto conseguirás uno.

-      Gracias – le dije – espero que así sea.

Me fui a la habitación y empecé a organizar mis cosas, de repente timbró mi celular, Carlos lo había estado usando para que no me bloquearan la línea, cuando atendí la llamada, era Sergio Velázquez, del área de producción de la empresa en donde trabajé 3 años atrás, apreté el botón “Contestar” e iniciamos una conversación:

-      ¡Hola Sergio! – le dije – ¿cómo estás?

-      Buenas tardes Sr. Pérez – me dijo – estoy bien ¿y usted cómo ha estado?

-      Ahora bien, pero sin empleo – le dije – y no he podido conseguir uno.

-      No se preocupe Sr. Pérez – me dijo – en la empresa donde trabajo están solicitando personal ¿le interesa?

-      Claro – le dije – muchas gracias Sergio.

-      Estoy para lo que necesite Sr. Pérez – me dijo – me gustaría platicar con usted en persona ¿Se puede?

-      Sí – le respondí – si gustas puedes venir a mi casa.

-      Gracias Sr. Pérez – me dijo – ¿cuál es la dirección?

“ÚLTIMOS CAPÍTULOS”

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Bueno, aquí está el capítulo 24 de "Un amor inolvidable". Muchas gracias a los que han seguido esta historia en todo este tiempo; agradezco sus comentarios y valoraciones.

Después de tanto tiempo, esta historia ya está llegando a su fin, tan sólo queda un capítulo más antes del capítulo final, el cual será publicado el 3 de Agosto, justo a un año de que empezara esta historia. Muchas gracias por aguantarme estas cuatro temporadas de esta historia. Saludos y agradezco los comentarios y valoraciones; y también agradezco a las personas que sólo leen, para mí es muy valioso que lean mis relatos, aunque no comenten ni valoren, es un gusto y una satisfacción saber que hay personas que siguen esta historia.

¡Saludos! Un abrazo.

Atte.: Guadalupe.

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