Un amor inolvidable 19

"Nada es mejor que despertar y sentir a Carlos abrazarme fuertemente mientras aún duerme" Daniel Pérez.

UN AMOR INOLVIDABLE

CAPÍTULO XIX: UNA VISTA AL PASADO.

Carlos se subió a la habitación y yo me quedé en la sala, no podía ser posible que haya tenido que ver con mi estado de salud «otra más» pensé, no sabía qué hacer, no tenía humor para pensar, pero debía tomar una decisión «me voy a disculpar por el trato de hace unos momentos» pensé «Después de todo fue un accidente, él sólo quería ayudarme»

  • ¿Carlos? – pregunté mientras abría con cuidado la puerta de la habitación – ¿Puedo pasar?

  • Perdóname – empezó a decir – yo no…

  • Tranquilo – dije mientras me acercaba a él – no debí haberme puesto así contigo.

  • Pero… - empezó a decir.

  • No digas nada – lo abracé – mañana hablamos. Ahora duerme.

Después de pedirle disculpas, Carlos se durmió toda la noche, en cambio yo no pude porque sólo pensaba en lo que me había dicho, no sabía qué hacer, me invadía una sensación de temor «¿En verdad lo amo?» me pregunté «¿Estaré totalmente seguro que Carlos es el amor de mi vida?»

Llegué a la conclusión de que lo amaba tanto que lo perdonaría, después de todo, sólo fue un accidente, él sólo trataba de ayudarme. De repente sonó mi móvil, era un mensaje de Alberto:

«Gracias Dan por aceptar de nuevo a Carlos, hoy empecé a salir con Bernardo y es muy lindo, luego te cuento en persona, te deseo buenas noches, descansa primo, te quiero mucho, cuídate ¿vale? Saludos»

Coloqué el móvil en el mismo sitio después de responderle un «Felicidades Alberto, me da gusto que hayas encontrado a alguien, luego nos vemos para platicar, también descansa, buenas noches, te quiero mucho, Saludos» su mensaje fue la señal que me hizo tomar la decisión, le respondí el mensaje dándole las gracias y me dormí.


Me despertó el sonido del timbre, vi mi reloj y eran las 9:00 am, y como era Domingo no tenía ni la más remota idea de quién podría visitarme a esa hora, ya que Carlos y yo estábamos durmiendo, me sorprendió verlo en mi cama, me gustaba verlo dormir, me levanté para abrir la puerta pensando que era algún vendedor ambulante pero me llevé una enorme sorpresa cuando vi a Will cargando al niño, yo lo saludé y lo pasé a la sala.

  • Blanca me dijo que te prometió traerte al niño – dijo Will.

  • ¿Y por qué no vino? – le pregunté – Pensé que iban a venir los dos.

  • No pudo venir porque una amiga le habló y la necesitaba urgente.

  • Entiendo – le dije, mientras veía a Dieguito en sus brazos – acompáñame para que dejes al niño en la recámara.

  • Si – me contestó – el niño venía inquieto y de pronto se durmió.

Colocó al niño en su cama y salimos, yo cerré la puerta y le ofrecí a Will una taza de café, que de inmediato aceptó, por lo que nos pusimos a desayunar mientras platicábamos de todo un poco.

  • Dan – me dijo – tengo que devolverte algo.

  • ¿A mí? – le pregunté sorprendido - ¿Qué es lo que me tienes que devolver?

  • Toma – me extendió la mano, entonces pude ver la cadena con las letras WD entrelazadas – es tuya.

  • Will – le empecé a decir mientras cerraba su mano – quédatela, después de todo fue un regalo que te hice.

  • ¿Por qué no la quieres aceptar? – me preguntó inquieto.

  • Porque esta cadena tiene un gran valor tanto para ti como para mí – le dije - y quiero que la conserves para que recuerdes todos los errores que cometí, ya que sólo así sabrás lo que no debes hacer, no quiero que cometas mis errores ahora que estás empezando a salir con Miguel, quiero que sean felices.

  • Gracias Dan – me respondió sinceramente – te prometo que esta cadena cumplirá con su propósito… ¿puedo pedirte un favor?

  • Adelante – le dije – con confianza.

  • ¿Puedo decirte “papá”?

  • ¿”Papá”? – le pregunté sorprendido.

  • Lo lamento – se apresuró a hablar – no debí…

  • No, está bien, si Carlos es tu papá – le dije sonriendo – también yo lo soy.

  • Mil gracias – me dijo con una alegría que no pudo disimular mientras me abrazaba – te adoro.

  • Y yo a ti – le aseguré – hijo.

Seguimos desayunando y, al terminar, Will se despidió y se fue, me sentía tranquilo, por fin la vida me empezaba a sonreír.

  • Hola – dijo Carlos aún sin despertar del todo desde la entrada de la recámara – oí voces ¿con quién hablabas?

  • Vino Will a dejar al niño aquí – le dije mientras seguía en el comedor – está dormido en su recámara.

  • ¿Quién? – me preguntó – ¿Will o el niño?

  • El niño – le dije – Will ya se fue.

  • Ven – me dijo mientras hacía que me levantara de la mesa – vamos al cuarto.

  • ¿Para qué?

Carlos no me respondió, simplemente me condujo al cuarto mientras no paraba de besarme, cada beso me enamoraba más de él, cuando llegamos me colocó con cuidado sobre el colchón mientras él iba a empezar a desvestirse, pero yo lo detuve y lo desnudé poco a poco, debido a que quería admirar su cuerpo, poco a poco besé cada parte de él mientras lo desvestía, hasta que le quité por último su bóxer negro que ya estaba manchado con líquido pre seminal, por fin vi otra vez esa barra de carne dura que estaba totalmente lubricada, empecé el sexo oral que volvía loco a Carlos, después de estar un rato así, Carlos me ayudó a desvestirme y me recostó de nuevo en la cama, en donde nos fundimos en un delicioso beso lleno de amor, un amor que ha demostrado su enorme fortaleza a través de los años; me encantaba ese momento, era tan hermoso poder ver a Carlos encima de mí, con sus ojos llenos de vida, de amor; Carlos puso mis piernas en sus hombros, estaba a punto de penetrarme cuando escuchamos un golpe y posteriormente un llanto.

  • ¡El niño! – grite asustado por el golpe que acababa de escuchar - ¡Carlos! ¡Se cayó el niño! – dije mientras me levantaba para ir a verlo.

Me apresuré a ponerme una bata y corrí a su habitación y vi al niño tirado en el suelo llorando, entonces lo cargué y lo senté en la cama para revisarlo, por suerte sólo tenía un raspón en su rodilla izquierda, entonces le pedí a Carlos algodón, un frasco de alcohol y unas gasas para curarlo.

  • ¡Me duele! – decía Dieguito – ¡Papá! ¡Ouch!

  • ¡Hijo! – le dije agitado – ¡No me asustes!

  • ¡Me duele! – decía mientras empezaba a llorar.

  • Ya está listo – le dije cuando retiré el algodón de su rodilla – ahora sólo te voy a poner esto para que te sientas mejor – le dije mientras colocaba la gasa en su rodilla – ahora sí, terminé ¿Te duele?

  • Un poco – me dijo con sus ojos enrojecidos por el llanto – papá ¿Me cargas? – me dijo estirándome sus bracitos.

  • Claro que sí – le dije – Te amo mi niño.

  • Y yo a ti, papá.

El niño se quedó dormido en mis brazos, después de un rato lo llevé a su cuarto y lo dejé en su cama, le di un beso en la frente «Te amo hijo» le susurré al oído, después salí del cuarto y cerré la puerta para que se durmiera tranquilo. Apenas salí de la habitación, guardé las cosas en su sitio, en donde Carlos ya me estaba esperando pacientemente.

  • ¡Vaya tarde que hemos tenido! – exclamó Carlos – ya no hicimos nada.

  • Sí, lo sé – le respondí – pero por un día quiero creer que no pasa nada ¿verdad?

  • No – me dijo sonriendo – siempre el niño será primero que todo.

  • Si – le dije – veo que lo quieres mucho.

  • Lo quiero como si fuera también mi hijo.

  • Si, lo sé.

Nos metimos a la ducha para quitarnos el estrés, pero ya no hicimos nada, después nos vestimos y me dirigí a la cocina para preparar la comida, estaba totalmente concentrado en la preparación cuando escuché a Dieguito preguntar por mí, y desde la cocina lo saludé y le pedí que no se acercara. Cuando terminé de prepararla, la serví en unos platos y nos sentamos los tres a comer, Dieguito quiso sentarse al lado de Carlos y él le dio de comer, me encantó esa imagen tierna y paterna de Carlos «será un buen padre para el niño, un padre amoroso que lo adorará y cuidará como yo lo hago»

  • ¿En qué piensas? – me preguntó Carlos.

  • Pienso en que eres excelente – le dije – pareces su padre.

  • ¿Tú eres el nuevo novio de papá? – le preguntó Dieguito.

  • Si – le dijo – soy su nuevo novio.

  • ¿Entonces qué pasó con mi papá Lucio? – preguntó el niño.

En el comedor se hizo un silencio sepulcral durante varios minutos hasta que Dan decidió romper el silencio:

  • Carlos, Diego – dijo nervioso – ahora vuelvo, voy a la cocina por algo de beber.

  • ¡Papá! No vas a… – dijo Diego mientras Dan se alejaba - …responderme – dijo en voz baja y triste.

  • Dieguito – empezó a decir Carlos – tu papá Lucio está enfermo y tuvo que irse a un país muy lejano donde habita un doctor muy sabio y antes de irse le pidió a tu papá que buscara otro novio que lo hiciera feliz y me encontró a mí, entonces, si tú quieres, yo seré tu nuevo papá – terminó de explicarle al niño.

El niño se levantó de la mesa y se arrojó a los brazos de Carlos, quien lo acomodó entre sus brazos y, cuando Daniel regresó al comedor, dejó el vaso en la mesa y también los abrazó y les dijo:

  • Gracias a los dos por abrazarse así – les dijo – parecemos una familia feliz.

  • No parecemos – dijo Carlos – somos una familia feliz.


Estuvimos platicando un buen rato, hasta que decidimos ir a caminar al parque, y fue ahí donde Rodrigo me sorprendió con su petición:

  • Me gusta este lugar – le dije – es muy tranquilo.

  • Claro – dijo Rodrigo – pero si te traje aquí fue por algo muy especial.

  • ¡Oh! – exclamé sorprendida – ¿Y se puede saber qué es eso tan especial? – preguntaba mientras me moría de ganas por saber lo que Rodrigo tenía preparado.

  • Claro – dijo mientras se arrodillaba y sacaba una cajita roja de su bolsillo – he estado pensando que después de estar tanto tiempo juntos, es el momento de pedir que seas mi esposa.

  • Rodrigo – le dije mirándolo con ternura – te amo, por supuesto que acepto – le dije emocionada – me encantaría ser tu esposa.

No lo podía creer, jamás me hubiera imaginado que Rodrigo pudiera pedirme matrimonio, estaba demasiado feliz, después de despedirnos le hablé a Dan para pedirle que me visitara, Dan llegó lo más rápido posible a mi casa, entonces le conté todo:

  • ¡No puedo creerlo! – me decía – Rodrigo me ha dejado totalmente sorprendido.

  • ¡Claro que sí! – le dije – ni yo misma podía creerlo.

  • Me alegra tanto que hayas encontrado el amor – me comentó – ya era justo para ti.

  • ¡Gracias por compartir este momento conmigo, Dan! – me abrazó – eres el mejor amigo que he tenido y por eso quise que tú lo supieras antes que todos.

  • Muchas gracias Sandy – le dije – ahora hay que empezar a planearlo todo, el vestido, la iglesia, el salón de fiestas…

  • Y la lista de invitados, pagarle al juez, los padrinos, ¡ay Dan, no lo puedo creer! – dijo demasiado emocionada – ¡Me caso! ¡Me caso! ¡Me caso!

  • ¡Va a ser el mejor día de tu vida! – le dije – Serás muy feliz y tendrán muchos hijos.

  • Tengo miedo – me dijo – el matrimonio es una enorme responsabilidad, además soy virgen.

  • ¡Wow! – expresé – ¡es fantástico!

  • ¡Dan! – me dijo – dicen que la primera vez duele y hay sangrado.

  • Pero estoy seguro que Rodrigo sabrá hacerlo cuidadosamente. No deberías preocuparte por eso.

  • Sí, tienes razón, yo también estoy segura de eso – le respondí.

  • Por cierto – dijo – Pensé que estabas con él.

  • No – le contesté – Rodrigo fue a trabajar, pero me dijo que mañana me presenta con su familia y de paso los invitaremos a la boda.

  • Pensé que ya te conocía su familia.

  • No – le dije – como estoy trabajando no había tenido tiempo de ir, de hecho sus padres preguntan mucho por mí, quieren conocerme lo antes posible.

  • ¿Y qué piensan de ti? – le pregunté – ¿Están de acuerdo con la relación?

  • Por supuesto – me dijo – Incluso ya lo regañaron porque prometió llevarme desde hace dos semanas y no lo ha hecho.

  • Me alegra que sus padres estén de acuerdo, me hubiera gustado que los padres de Carlos hubieran sido iguales.

  • Pero a pesar de todo están juntos – me dijo – y su amor es a prueba de todo.

  • Sí – le dije – ya lo comprobé.

Sandy y yo nos despedimos, no sin antes prometerle que empezaríamos a planearlo todo lo más rápido posible. Cuando llegué a casa, apenas había abierto la puerta cuando Dieguito se abalanzó sobre mí, entonces lo cargué y le di un beso.

  • ¡Papá! – me dijo emocionado – por fin estás aquí.

  • Sí hijo – le respondí – te extrañé mucho.

  • Y yo a ti – me dijo – pero lo bueno es que ya regresaste.

  • Claro que sí.

  • ¿Quieres jugar conmigo?

  • Claro – le sonreí – vamos a jugar.

Dieguito y yo jugamos con los carritos que le había comprado tiempo atrás, estábamos muy a gusto cuando llamaron a la puerta, entonces me dispuse a abrir y me sorprendí de ver a Sandy con Rodrigo, ya que hace unas horas había despedido a Sandy, los invité a pasar porque querían decirme algo importante,  Dieguito los saludó y quería quedarse ahí pero le dije que fuera a pintar en el comedor mientras yo platicaba con los chavos algunas “cosas de grandes”, y obedeció, entonces pude empezar a platicar con ellos:

  • Hola – les dije – ¿Cómo han estado?

  • Hola Daniel – me dijo Rodrigo – hemos estado muy bien, gracias. Espero que no te moleste nuestra presencia.

  • Claro que no – les sonreí – mi hermanita sabe que siempre será bien recibida aquí – empecé a decir – y por consiguiente, también tú.

  • Gracias Daniel – me dijo Rodrigo – eres muy amable, me da gusto que Sandy tenga un hermano como tú.

  • Gracias – le dije – pero bueno, ¿quieren tomar algo?

  • ¡Sí! – respondieron al unísono – Muchas gracias Dan – dijo Sandy – te adoro.

  • Y yo a ti.

Fui a la cocina en busca de botanas y los refrescos, cuando los encontré me dispuse a servir los refrescos y coloqué las botanas en un plato para llevárselas, pero al girar hacia la entrada, Sandy estaba llegando.

  • ¡Sandy! – le dije sorprendido – ¿qué se te ofrece?

  • Rodrigo y yo queremos hablar contigo – me respondió – ¿podemos?

  • Claro – dije mientras me dirigía a la sala con el plato mientras ella llevaba los refrescos – vamos que Rodrigo nos espera.

Al regresar a la sala dejé las botanas en la mesa de centro y Sandy hizo lo mismo con los refrescos, y Dieguito se acercó:

  • Hola papá – me dijo – ¿qué haces?

  • Nada, hijo – le dije – voy a platicar con mis amigos.

  • ¿Puedo pintar? – me preguntó – Por favor.

  • Claro – le dije – ven, te daré unas hojas y colores.

Le di los colores y lo senté en la mesa para que pudiera colorear, entonces regresé con los chavos y Sandy fue la primera que habló:

  • Dan, Rodrigo y yo queremos pedirte un favor – me dijo.

  • Claro – le respondí – ¿De qué se trata?

  • Queremos que seas nuestro padrino de bodas – respondió Rodrigo – ¿podrías hacernos ese favor?

  • Claro – le dije.

  • ¡Papá! – dijo Dieguito mientras se acercaba a mí – mira lo que dibujé en mi escuela, mi maestra me escribió lo que le pedí.

  • ¿Qué dibujaste, hijo? – le pregunté – Déjame ver.

Cuando me dio el dibujo vi que estaba él en el centro, a mí me dibujó del lado derecho y a Carlos lo dibujó del lado izquierdo, ambos tomándole la mano y su maestra escribió debajo de los muñequitos un “Te amo papá”.

MAYO 2009

Un mes, al fin un mes, el primer mes que estoy bien, sin problemas, sin miedos, sin dolor… un mes con él – pensé mientras veía a Carlos – el primer mes que estamos juntos, después de darle el sí – sonreí – te amo – le susurré mientras me acercaba para besarle la frente con mucho cuidado, no quería despertarlo.

Me levanté de la cama y me asomé a la ventana, la mañana era fresca, el cielo estaba tan limpio, tan azul, con pájaros cantando entre los árboles, mientras el sol brillaba tan hermoso que se daba una tranquilidad que hace tiempo no tenía, me quedé atrapado en ese bello paisaje, todo estaba tan tranquilo, tan alegre que parecía un sueño, el mejor sueño que he tenido, pero de pronto creí verlo otra vez, estaba ahí, en el jardín, con su sonrisa y sus penetrantes ojos… aquellos ojos azules…

  • ¡No! – grité – Aléjate de mí, vete, sal de mi vida – le decía una y otra vez, pero seguía ahí, inmóvil, observándome – no te quiero ver nunca más, Lucio.

  • ¿Lucio? – escuché que me decía una voz – Dan ¿qué tienes?

  • Carlos… estás aquí – me acerqué y lo abracé – no me dejes solo con él, no me quiere dejar…

  • Ya, tranquilo – me dijo – todo está bien, yo estoy aquí contigo y nada te pasará.

Carlos me miró a los ojos, aquella mirada me hizo sentir protegido, amado, acaricié su rostro y lo besé, y poco a poco nos fuimos acercando a la cama en donde nos volvimos a acostar, Carlos quedó encima de mí y solo podía ver el amor, el verdadero amor que me tenía a través de sus ojos cafés, mientras con sus brazos se apoyaba sobre la cama.

  • Hazme el amor – le pedí – quiero volver a estar contigo, quiero sentir que es verdad.

  • Esto es verdad, Dan – me respondió – nuestro sueño está hecho realidad.


Cambiamos de posición de manera que Dan quedó recostado en mi pecho y se durmió, me hubiera gustado penetrarlo pero él estaba muy cansado, me gustaba verlo así, dormido, se veía tranquilo, feliz, se veía igual a mi Dan de 17 años del que me enamoré, poco a poco me fue venciendo el sueño, mis ojos estaban cerrándose, hasta que no pudieron más.

Me desperté temprano para preparar el desayuno, fui a ver a Dieguito y sonreí al ver el dibujo que había hecho de los tres, lo había pegado en la pared “un buen retrato familiar” sonreí, después me encaminé a la ducha y abrí las llaves, después de nivelar la temperatura hasta dejarla en un punto intermedio, me coloqué debajo de la regadera, el agua empezó a resbalar por todo mi cuerpo, era una sensación muy agradable, empecé a deslizar el jabón, poco a poco me cubría de la espuma blanca, al poco tiempo ya estaba totalmente relajado, y fue entonces que me dispuse a atender a mi erección, comenzando el movimiento, descubría y cubría el glande, mis movimientos empezaron a un ritmo lento, pausado, pero poco a poco fui aumentando la velocidad hasta que eyaculé, aquel líquido espeso y blanco cubrió parte de mi mano y los azulejos del baño, volví a lavar a “mi amigo” para después limpiar los azulejos, cuando terminé, salí del cuarto de la regadera, me sequé con una toalla, al terminar me rodee la cintura con ella y cuando salí del baño me encontré a Dan en el pasillo.

  • Hola guapo – me decía Dan, sonriendo – eres muy malo.

  • ¿Yo? – pregunté en broma – ¿Qué he hecho?

  • Nada – me respondió – solo que te has duchado sin mí – me dijo mientras ponía una mueca simulando un enojo.

  • No te pongas así – lo abracé – mejor te apresuras a ducharte y después vas al cuarto – le sonreí en tono insinuante – te espero.

Dan me sacó la lengua en broma y entró en el cuarto de baño, asimismo entré en la habitación y cerré la puerta, después me quité la toalla y me empecé a vestir, me puse una playera negra con un estampado en letras doradas, además de ponerme unos jeans azul marino que me quedaban perfectos en el cuerpo, estaba colocándome los zapatos cuando escuché un golpe en el baño, como pude terminé de amarrar las agujetas y corrí hacia allá, cuando llegué encontré a Dan inconsciente, me dispuse a ayudarlo pero me asusté mucho cuando vi un charco de sangre en el piso debajo de su cabeza, traté de mover a Dan pero no respondía, así que tuve que pedir una ambulancia y regresé a ver a Dan, que seguía inconsciente, le hablé a Sandy para que viniera pronto a casa y cuando llegó la ambulancia, me fui con él mientras Sandy estaba llegando con Blanca, Will, y los demás, les dije que se fueran juntos al hospital donde estuvimos toda la noche esperando alguna noticia sobre Dan, a la mañana siguiente, el médico se acercó a nosotros para informarnos el estado actual de Dan.

  • Muchas gracias por atender a mi novio, doctor – le dije – espero que su recuperación sea rápida.

  • Así será, Sr. Linares – me respondió – ha sido sólo una caída.

  • ¿Cuándo le darán el alta? – le pregunté.

  • Ahora mismo – dijo.

Me alegré al saber el estado de Dan «que suerte tiene» pensé, desbloqueé el teclado de mi teléfono y le marqué a Alberto, a quien le pedí de favor que le avisara a Bernardo. Nos despedimos y colgué.

PRÓXIMO CAPÍTULO, FINAL DE TEMPORADA.


Hola, aquí estoy otra vez, con este capítulo de UAI, ya casi termina la historia, gracias a los que la han seguido todo este tiempo, espero que la próxima semana publique el capítulo final, si no surgen contratiempos. ¡Muchas gracias por leer mis relatos!

Saludos.

Guadalupe.