Un amor inolvidable 11

Un pasado explicado desde un punto de vista diferente

UN AMOR INOLVIDABLE XI

CARLOS

Después de salir de la casa de Daniel, me vi en la calle, sin casa, sin empleo, sin dinero y sin un lugar a dónde ir, justo entonces me entró una llamada de Alberto, mi novio:

  • Hola, amor – me dijo - ¿ya saliste del trabajo? Tengo algo para ti…

  • ¡Ay, amor! – suspiré - No tienes idea de lo que acaba de pasar… - resumiendo, pero sin omitir detalles, le conté la discusión que tuve con Daniel y que ahora estaba en la calle, con mis maletas y sin tener dónde ir.

  • Mira que eres tonto, Carlos – comentó Alberto - tenemos ya mucho tiempo de novios ¿por qué no haces lo mismo que Lucio? Vente a vivir conmigo y así nos vemos todos los días – me sugirió - al menos ya no tendremos que escondernos, además, ¡mamá me ha estado preguntando que cuándo te vienes!

  • Tienes razón, total ya sabíamos que vivir con Daniel era pasajero y, la verdad, es muy tentador eso que me ofreces –dije ya con un tono lascivo.

  • ¿Dónde estás? – preguntó - Voy a buscarte en mi coche –le di la dirección de un parque cercano a casa de Daniel, ya que mientras hablábamos había caminado hacia allí buscando un sitio para sentarme- llego por ti en lo que tarde el coche en llegar, no te muevas ¿vale?

  • Vale, pero date prisa que ¡ya te extraño! – le dije, me despedí y terminé la llamada.

Alberto llegó en menos de diez minutos y nos fuimos a su casa, en la puerta nos esperaba su madre, Tania Cruz, quien nos dijo:

  • Hola chicos – saludó - pasen, pasen.

  • Muy buenas, señora – saludé - disculpe lo imprevisto de mi mudanza…

  • No te preocupes, hijo, ya te esperaba desde hace mucho – sonrió - así que lo único de lo que te tienes que disculpar es de no haber venido antes, jajaja – nos reímos un buen rato los tres, luego se puso seria y me dijo -: Carlos, sólo hay una cosa que deberías saber, esta casa sólo tiene dos habitaciones, así que tendrás que compartir habitación con Alberto, si no te molesta, claro.

  • ¡Mamá! – exclamó Alberto - ¿Cómo se te ocurre darle una broma así? ¡Ya te dije que yo dormiré en el sofá!

  • ¡Están locos los dos! – dije - Señora, no me molesta compartir nada con su hijo, después de todo somos novios. Alberto ¿te crees que voy a dejar que mi príncipe azul duerma en un sofá cuando puede compartir la cama conmigo?

De nuevo, su madre fue la primera en reírse. Al final resultó una broma, ya que la casa tiene cinco habitaciones, aunque, de todos modos, me instalé en la recámara de Alberto.

Pasamos unos días espléndidos juntos, amanecíamos en la misma cama, independientemente de si habíamos tenido sexo o no, nos íbamos a trabajar y después del trabajo estábamos juntos toda la noche. Un día me decidí a hablar, no porque fuera algo que Alberto debiera saber, ni porque quisiera justificarme, sino porque quería que entendiera todo el remordimiento que me mataba por lo que le había hecho a Dani, así que nos fuimos a un buen restaurante y, al calor de la cena y aprovechando que las mesas estaban muy separadas, pudimos hablar largamente, decidí empezar con él desde cero, y para esto tuve que darle una vista al pasado; esto es lo que le conté a Alberto:

La amistad entre Dan y yo empezó a formarse rápido, ya que teníamos muchas similitudes, yo desde siempre supe que era gay, pero a él nunca lo había visto como una pareja, sino como una persona débil de carácter, parecía un niño, recuerdo que había veces que lo empezaban a molestar y yo siempre lo defendía, me peleaba con los compañeros por él. Era tan dulce, tan tranquilo, tan… puro. Y pues, bueno, nuestro amor se dio sin previo aviso.

Me encantaba ese toque de inocencia que Dani reflejaba. Yo era el hombre más feliz del mundo porque tenía a Dan. Recuerdo el primer día que traté de llegar a algo más con él, ese día ya no hicimos nada, porque Dan era virgen y no quería precipitarse – le dije a Alberto – Sabes, aún me duele que él haya perdido su virginidad conmigo, él se merecía tener su primera vez con su verdadero amor, esto es una de las tantas cosas que jamás me perdonaré a mí mismo. Yo esperé lo necesario por Dan, nunca fue mi intención presionarlo, y acordamos en hacerlo cuando él mismo se sintiera preparado para ello, ya que él me avisaría.

Yo había platicado con mi madre, Silvia, le había dicho a ella y a mi padre, Bruno, que quería presentarles a Dan, porque era mi novio; mi madre estaba entusiasmada, pero mi padre se enojó conmigo y me prohibió llevar a Dan a la casa. Yo erróneamente creí que mi padre, al ver a Dan, iba a cambiar de opinión y, el día que lo llevé, me avergoncé de mi padre, además de enfadarme por el pésimo trato que le dio a Dan, él no se merecía que mi padre lo tratara así, y fue por eso que me peleé con mi padre y me disculpé con mamá, ya que mi padre me corrió de la casa y me prohibió la entrada.

Espero que mi padre me haya perdonado. Lamento no tener a mis padres conmigo. En ese entonces, el que mi madre se haya ido a vivir conmigo, Dan y su madre, Doña Ana, fue un golpe de suerte.

  • Entiendo – dijo Alberto – es muy fuerte esto.

¿Dan nunca te mencionó qué sucedió con mi madre, verdad? – le pregunté, y Alberto negó con la cabeza – bueno, te voy a contar – suspiré - Antes del accidente de Doña Ana, tuvimos que ingresar a mi madre porque había sufrido un paro respiratorio, se puso muy grave y, para mi mala suerte, los médicos no pudieron salvarla. Me sentía destrozado, ya que mi madre era todo para mí. Desde entonces, Doña Ana me apoyaba bastante, era como una segunda madre para mí hasta que, en 1998, cuando Dan y yo teníamos 19 años, y mientras Dan trabajaba, yo llegaba a la casa, dado que estudiaba la licenciatura.

Cuando entré, encontré a Doña Ana sangrando, yo llamé al servicio médico y fui a verla, fue cuando ella me pidió que cuidara a Dan, que no lo dejara solo jamás, que hiciera todo lo posible porque él fuera feliz, y yo se lo prometí. Cuando llegaron los paramédicos me dijeron que se había caído de las escaleras y, debido al sangrado, tenían que hospitalizarla de inmediato. Ellos me informaron que se iban a llevar a Doña Ana, yo firmé la responsiva, y me quedé en la casa llorando, así fue como me encontró Dan, llorando, le expliqué todo y nos fuimos al hospital.

Fue casi nada lo que pudimos hacer por ella, y yo traté de apoyar a Dan en su dolor, fue en el entierro que le notifiqué la promesa que le había hecho a Doña Ana, que siempre lo iba a cuidar. Un año después se entregó a mí, me dijo que ya estaba preparado para darme su virginidad; lo hicimos con mucho cuidado, primero nos besamos, pasamos al sexo oral, y después preparé su ano para penetrarlo, obviamente fue con condón, recuerdo que él quiso penetrarse con mi pene, fue cuando pude sentir su calor, su cuerpo, pude sentir cómo poco a poco él mismo se enterraba mi pene, lo hizo muy despacio para no lastimarse.

Era su primera vez, cuando estuvo mi pene totalmente dentro de su ano, me miró a los ojos, en ese momento se veía el hombre más feliz del mundo, yo lo besé hasta el cansancio, me sentía pleno con él, éramos un solo cuerpo unido por nuestro amor, después de hacerlo, lo llevé cargado en mis brazos hasta el baño, donde nos duchamos juntos. Fue el día más feliz de mi vida, en ese momento tenía al mejor hombre del planeta a mi lado – le dije.

  • Entonces ¿por qué te enredaste con aquel chavito de 18 años teniendo a Dan – me preguntó – si dices que Dan es el mejor hombre del mundo, la pareja perfecta?

  • Lo que pasó fue que este chavo ¡estaba loco! – le dije - Cuando me conoció hizo lo posible por estar lo más cerca de mí que pudiera, pero eso no fue todo, él un día me besó, yo estuve a punto de golpearlo, pero no lo hice, porque sabía que me podía meter en problemas legales, pero el muy canijo investigó todo sobre mi, y me amenazó con hacerle daño a Dan si no le hacía caso, y ese cabrón estaba dispuesto a hacer lo que fuera. Yo le tuve que mentir a Dani, para no verme como un estúpido que fue dominado por un chavito mocoso.

  • Ay Carlos, cometiste un gran error con ese chavo – me dijo.

  • Obvio esto que te estoy contando, Dani no lo sabe – suspiré - ¿Ahora me entiendes? Nuestras noches no eran lo mismo, Dan creyó que estaba distante, y era cierto, pero no en la forma en que Dan pensaba, no, yo estaba distante porque me preocupaba el hecho de que no tenía una escapatoria posible, no sabía qué hacer, Alberto, mi mente sólo estaba fija en querer resolver rápido el problema, cada vez que Dan me preguntaba el motivo de mi extraño comportamiento, me alteraba, me enojaba y discutíamos, hasta que tuve que decidir enfrentar al chavo de una vez por todas para poder estar con Dan, por eso, aquel día lo cité en el estacionamiento de mi trabajo, porque pensaba amenazarlo con demandarlo, mandarlo golpear, o lo que fuera necesario para que se alejara de mí, pero nunca imaginé que Dan me seguiría hasta allí y, bueno, el resto ya te lo ha de haber platicado.

  • Sí, algo supe – dijo Alberto - ¿Pero acaso ese chavo no te volvió a molestar?

  • No – le dije – por fortuna salió de mi vida, pero me costó perder a Dan para siempre.

Después de escucharme, Alberto me dijo:

  • Ya veo por qué sufres tanto, amor – suspiró - siento mucho no poder remediarlo, pero tienes razón, Dan se está equivocando totalmente, de hecho también se ha peleado conmigo, nada más porque le dije que me pareció extraño que su novio Lucio vaya cada dos días a la cárcel.

  • ¿Cómo? – pregunté sorprendido - ¿Lucio va a la cárcel?

  • Si – respondió -  yo le he visto allí.

  • ¿Y qué te dijo Dan? – le pregunté.

  • Dan me dijo, entre gritos, que Lucio nunca había ido a la cárcel sin él, ya que uno de los amigos de Lucio estaba allí y ellos iban a verle, pero ya sabes que paso por ahí todos los días de camino al trabajo y siempre está allí, puntual, esperando para entrar a la visita…

  • …no puede ser… - murmuré.

Lo que me contó Alberto me tenía preocupado ¿Lucio se escondía de Daniel para ir a ver a alguien a la cárcel? Eso no tenía sentido, el único amigo de Lucio que estaba en la cárcel, que yo supiera, era Santiago, pero él y Daniel se odiaban, cómo es que iban los dos a verlo; no tenía ningún sentido.

Sospechando lo peor, me dediqué en mis ratos libres a seguir a Lucio y vi que no hacía nada fuera de lo normal, hasta que un día, a mediados de febrero, cuando ya se acercaban los exámenes parciales de la escuela, vi que Lucio iba a la cárcel todos los días y además a un apartamento en cierto barrio de la ciudad nada recomendable, ¿qué pasa aquí?


BLANCA

Iba caminando tranquilamente por la calle cuando lo vi, ahí estaba William, mi amigo, hace tiempo que no le veía, me había alejado de él por su forma de vivir, me dolió verlo tirado en la calle, lo ayudé a levantarlo y lo llevé a mi casa.

  • ¿Cómo te sientes? – le pregunté mientras despertaba - ¿Qué te pasó?

  • ¡Blanca! – dijo sorprendido – Yo… no… ¡aléjate de mí! ¡Déjame aquí!

  • ¡No! – le dije – No Will, no te voy a dejar.

  • ¿No ves que ya no soy nadie? – me dijo – Soy un monstruo, no merezco tu amistad.

  • Will, ¡escúchame, déjame ayudarte – le pedí - Will, tú no eres así, algo grave pasó en tu vida y no sé qué es pero ve cómo estás!

  • Aléjate…

  • No, ven – lo llevé al cuarto de baño – dúchate y ya después hablamos.

Cuando Will terminó de ducharse, le presté alguna ropa que pude encontrar de mi hermano, de cualquier modo, eran de la misma edad, y casi de la misma talla. Cuando se terminó de vestir, empezamos a conversar:

  • Veo que te ha ido muy mal – le dije - ¿qué te ha pasado?

  • Me ha pasado lo que me merezco – dijo – estoy pagando mi más grande error…

  • Will, sé todo lo que pasó entre Dan y tú, la regaste – le dije – debes estar consciente de eso.

  • Y lo estoy – suspiró - Blanca, las cosas no son como parecen.

  • Dan cree que eres un ingrato…

  • Es lo que las circunstancias le hicieron creer – me interrumpió – Ya has de saber todo lo que le dije el día que discutí con él en el cuarto, cuando los encontré a Dan y a Carlos juntos – dijo – me enojé tanto…

  • Lo sé, pero tú también tuviste la culpa – le respondí - por traicionar a Dan…

  • No, no, no lo traicioné – dijo con una tristeza que me partía el alma – lo protegí.

En ese momento no entendí sus palabras, pero cuando Will me explicó todo lo sucedido, pude entenderlo perfectamente, y le dije:

  • ¿Por qué no lo impediste?

  • Tenía miedo – dijo - Chris…

  • ¡Chris es un imbécil que no merece el perdón de nadie! – le dije - ¿Es que cómo pudo hacerte esto?

  • Porque me amaba…

  • ¿Te amaba? – dije incrédula – Will, ese estúpido lo planeó todo desde el principio. Su objetivo era vengarse, él te quiso quitar a Dan, pero como no pudo, pensó «si Dan no es mío, tampoco será de William, y de eso me encargo yo» y te dejaste presionar ¿te das cuenta, Will? Ese imbécil lo logró, te separó de la persona que más amas en el mundo.

  • ¡Si! ¡Soy un imbécil! – empezó a llorar – Por querer tratar de evitar dañar a Dan ocultándole todo, pensando ingenuamente que podría resolverlo solo, lo perdí – me dijo – si tan sólo le hubiera dicho la verdad…

En ese momento lo supe, Dan después de todo amó a William, y si supiera toda la verdad, lo perdonaría, claro, tenía que hacer algo, y tengo que actuar rápido.

  • Hola, ¿cómo has estado? – le pregunté.

  • Bien, gracias – respondió - ¿a qué se debe tu llamada? Hace ya un rato que no hablamos.

  • Si, lo sé – dije - pero han pasado tantas cosas que ni te imaginas.

  • ¿Dónde nos vemos para que me platiques? – me preguntó.

  • En la cafetería cerca de mi casa – respondí.

  • Bien – dijo – ahí estaré.

Cuando Sandy llegó, me impresionó verla, se veía que la vida había sido muy generosa con ella, nos saludamos y nos pusimos a platicar:

  • Así que ese tal Chris fue el que los separó – dijo – es un maldito.

  • Sí y, bueno, Dan se enteró – contesté - Will le tuvo que mentir diciéndole que no lo amaba, que se había burlado de él, ya sabes – dije - le dijo las peores cosas del mundo, tenía que alejarlo por su propio bienestar, aunque para eso tenía que hacer… ya sabes.

  • Entiendo, pero el problema es que hace tiempo que no veo a Dan – dijo - desde que entré a trabajar como aeromoza no he hablado con él, ya sabes, viajo todo el tiempo.

  • Sí, lo sé, pero… ¿no podrás hacer algo? – le pregunté – Por favor Sandy, ayúdame, quiero ayudar a Will…

  • Está bien, les ayudaré – dijo – Hoy mismo hablo con Dan, pero antes tengo que hablar con Will.


Daniel estaba con el niño al momento en que presioné el timbre de su casa, cuando abrió la puerta, se sorprendió al verme, me saludó con entusiasmo y me llevó a la sala.

  • ¡Hola! – me dijo - ¡Qué sorpresa me has dado!

  • ¡Hola! – le dije – Ya ves, otra vez estoy aquí. Te extrañé muchísimo.

  • Y yo a ti – me dijo – no sabes cuánto. Me han pasado muchas cosas.

Dan me comentó todo lo que había pasado en mi ausencia, me gustó mucho hablar con él, a pesar de la distancia, sentí que aún conservábamos esa amistad que llevamos desde que lo conocí, era como si el tiempo no hubiera pasado, hablar con él me alegraba tanto pero, no sé por qué sentía que me estaba ocultando algo importante, me platicó todo lo ocurrido desde su punto de vista, y también me platicó lo que había vivido hasta ahora, incluyendo su decisión de tener al niño pese a todo.


ULISES.

No pude resistirme, debía verlo, pero había ocasiones en las que se me dificultaba visitarlo, debía hacer algo rápido, antes de que… bueno, no tengo remedio. Me quedé en una habitación en la que últimamente aparecía sin saber cómo rayos le hacía, no entiendo por qué hay ocasiones que me rodea gente que no conozco, no sé qué quieren de mí, pero bueno, ya después veré la forma de escapar.

Me dispuse a salir de esa casa sin que nadie me viera para ir a la cárcel a visitarlo, no entiendo qué fue lo que hizo, ¿por qué está ahí? Lo amo tanto… Solo espero que pronto pueda contratar a un abogado para sacarlo de ahí.

Al llegar, los policías me revisaron, es lo más incómodo, ya que me inspeccionan por completo, supuestamente es por cuestiones de seguridad, dado que algunas personas ingresan droga u otros objetos en su cuerpo, los cuales les entregan a los presos que visitan. Los policías me llevaron a un cuarto, en donde me pidieron desvestirme, una vez así, me empezaron a inspeccionar todo el cuerpo, buscando algún objeto ilícito, lo más incómodo fue cuando me recostaron en una camilla, uno de ellos se puso guantes y se untó lubricante en dos dedos de su mano derecha.

No entiendo cómo podía soportar todo esto, era humillante, el policía metió uno de sus dedos en mi ano y lo movió bruscamente, esperando encontrar algo, pero el resultado fue nulo. Cuando terminaron, me hicieron vestirme con rapidez y, después, me llevaron al área de visitas, me senté enfrente del cristal y pude ver cómo un policía lo acercaba bruscamente a la silla, cuando se sentó empezamos a conversar:

  • Hola – le dije - ¿cómo te encuentras?

  • Mal – respondió - no veo la maldita hora de salir de este asqueroso lugar.

  • No te preocupes, amor – le dije – sabes que estoy haciendo lo necesario para que te saquen de aquí.

  • Eso espero – me dijo enojado – porque si me entero que no estás haciendo nada, buscaré la forma de escapar y pagarás por eso.

  • Bueno, ¡ya, basta! – grité enfadado - Siempre es lo mismo contigo – dije alterado, supongo que me puse muy brusco porque él me miró con miedo y cambió el tema.

  • ¡Está bien! – gritó – está bien – repitió con más calma - ¿Cómo van las cosas en el mundo exterior? – me preguntó.

  • Pues he logrado sobrevivir – dije – si eso es lo que te preocupa.

  • ¿Y lo has visto? – me preguntó - ¿Has visto a Lucio?

  • No – le respondí – no lo encuentro por ningún lado – suspiré - el muy maldito se ha escondido muy bien, parece que se lo tragó la tierra.

  • Pues espero que lo encuentres – dijo – necesitamos encontrarlo, tienes que hacerlo pagar por haberme encerrado aquí.

  • Claro, amor, no te preocupes – le sonreí – Lucio va a pagar muy caro el haberte encerrado aquí.

Nos despedimos y salí de nuevo para dirigirme a mi departamento, me fastidiaba la zona, era una de las peores de la ciudad, pero no tenía ni dinero ni trabajo, así que debía aguantarme y quedarme ahí, era mejor un departamento de esos que vivir en las calles.

Mientras iba de regreso a casa, me volví a encontrar al mismo chavo que se me queda viendo cuando paso por ahí, ya tiene tiempo que lo veo, no lo conozco, pero parece ser que él a mi sí. Me sentía un poco cansado y no recuerdo qué pasó después, sólo sentí que perdí el control de mi cuerpo, después todo se volvió una oscuridad total.


DAN

Cuando llegué a la casa, no vi a Lucio ni al niño, entonces me dirigí a la recámara del niño y ahí estaba Lucio leyéndole un cuento a mi niño, cuando Diego me vio, se levantó de su cama y corrió a mis brazos, yo lo cargué, le besé la frente y lo llevé de nuevo a la cama, era increíble cómo en tan poco tiempo me había ganado el cariño del niño. Se nota que le hacían falta personas que lo quisieran, le hacía falta una familia…

Lucio me saludó, se despidió del niño y ambos salimos de la habitación, cuando me dirigía a la habitación, le pedí que me acompañara, pero me dijo:

  • Dan, qué bueno que llegas, necesito que te quedes con el niño – me dijo – tengo que salir.

  • ¿A dónde vas? – le pregunté – Pensé que no tenías pendientes.

  • Así era – respondió - lo que pasa es que no tenía pensado salir, pero hoy me llamó un amigo de la secundaria que hacía años que no nos vemos y quedé de salir con él.

  • Bueno, ya está, no te preocupes, yo me quedo con Dieguito – le dije mientras él se acercaba al niño – míralo, ya está dormido. Es un ángel.

  • Si – me dijo apresurado – bueno, me despido, tengo que irme. Nos vemos.

  • Lucio – dije - ¿no vas a…?

No tuve tiempo de terminar la frase, Lucio salió tan precipitado de la casa que no me dio oportunidad de preguntarle si quería cenar «bueno, no importa, cuando él llegue, seguramente buscará algo para cenar» pensé mientras entraba de nuevo a la habitación para darle un beso en la frente a Diego. Me recosté a un lado de su cama y lo abracé, el niño se acomodó en mis brazos y siguió durmiendo, tenía pensado ir a mi habitación, pero no supe en qué momento me quedé dormido junto al niño.

Cuando desperté me tuve que levantar de la cama muy despacio porque Dieguito estaba dormido, entonces fui al baño y, al verme en el espejo, me sorprendí mucho de ver mi semblante: estaba como en un mundo irreal, mi cara no encajaba con nada, mis ojos no brillaban como antes, y entonces lo supe todo y me puse a llorar, porque me pude dar cuenta perfectamente que estaba tratando de vivir una vida que no me corresponde, traté de recordar todo en mi mente y fue cuando lo vi todo, hice un recuento de mi vida y ésta fue así:

Vivía con mi madre, en el bachillerato conocí a Carlos, nos hicimos novios, con él hice el amor por primera vez, mi madre se murió mientras yo trabajaba y Carlos estaba en la escuela; él me apoyó bastante, vivimos muy bien por un tiempo hasta que Carlos me engañó con un chavo de 18 años, yo lo descubrí, lo corrí de mi casa y de mi vida y, para distraerme, cambié de empleo.

Tiempo después, en el trabajo, conocí a William, tenía miedo de iniciar un noviazgo con él pero, con ayuda de mi amiga Sandy, lo acepté, conocí a mi primo Alberto, Carlos regresó a mi vida, sentí lástima por él y lo ayudé, incluso hice que él y Alberto se conocieran; después, cuando pensaba que por fin era feliz, William me engañó con su amigo Chris, y me quedé solo otra vez.

Sandy, Blanca, Alberto y Carlos me ayudaron y decidí estudiar la licenciatura, en donde conocí a Lucio, lo empecé a tratar y en muy poco tiempo empecé a salir con Lucio a pesar de que… - en ese momento pude ver todo con claridad - ¡Por Dios! ¡¿Qué he hecho?! – me horroricé – voy a causar muchas heridas. Tengo que corregir esto a tiempo… ¡No!.. no, le rompería el corazón a Lucio, no puedo hacerle lo mismo que me hicieron, no, no es correcto, no… Lucio y yo tenemos la familia que siempre quise tener.

Sí, Lucio, el niño y yo, hemos formado una familia, mi más grande sueño; y así nos quedaremos, los tres juntos para siempre, estoy seguro que con el tiempo aprenderé a amar a Lucio, y entonces mi vida será cada día mejor estando junto a él. Claro, eso haré.

Todo está perfectamente planeado, ya no hay nada que corregir o aumentar, mi vida seguirá el curso que debe tomar, por mi propio bien. Lucio ha llegado como un ángel para salvarme de mi sufrimiento, y Diego es el niño más amoroso que pude haber tenido. No habrá marcha atrás, me quedaré así, viviré feliz el resto de mi vida. Espero que no vuelva a pasar algo más que me haga desistir de mis planes.


ALBERTO.

Carlos me comentó que había citado a Sandy y a Blanca porque iba a tener una reunión urgente, así que me alisté lo más pronto posible y organicé la casa, cuando sonó el timbre, abrí, sorprendiéndome de ver a William junto a las chicas, les mostré el camino hacia la sala y nos pusimos a platicar:

  • Hola Alberto – me dijo Sandy – ahora si, a lo que venimos.

  • Veo que eres directa… - le dije – vas a lo que te importa sin escalas.

  • Bueno – dijo Blanca - necesitamos saber qué podemos hacer por Dan.

  • No podemos dejarlo a la deriva – dijo William – algo ha de estarle pasando para…

  • Si – le interrumpí – pasa que desde que lo dejaste, mi primo está así, porque lo traicionaste…

  • ¡El no tuvo la culpa, Alberto – me interrumpió Carlos – Fui yo!

  • ¡Bueno, basta! – Sandy gritó demasiado enérgica, tanto que nos calló a todos al instante – tenemos ya el tiempo encima, ahorita ya no es momento de saber quién tuvo la culpa o no, sino que lo que nos importa es rescatar a nuestro antiguo amigo Dan.

  • Tienes razón – respondí – no podemos dejarlo así, hay que hacer algo.

Todos nos quedamos pensando en las palabras de Sandy, y tenía razón, nosotros teníamos el tiempo encima, Dan se estaba equivocando a pasos agigantados, y estaba entrando en un mundo irreal que, para él, estaba bien. Nosotros debíamos rescatar a mi primo antes de que terminara destruyéndose. Entonces les expliqué el motivo de mi preocupación, fue cuando Sandy dijo:

  • Se me hace muy extraño, estoy de acuerdo que Dan ha sido lastimado demasiado, pero eso no significa que actúe así.

  • Pero Sandy, ¿no lo ves? – le dijo Carlos – lo traicioné, lo traicionó Will, lo abandonaste – dijo – perdió a su madre, su padre…

  • ¿Y eso qué? – preguntó - ¿Crees que eso es lo que lo tiene así?

  • Sandra ¡Por Dios! – exclamó Carlos - ¿Es que estás ciega? ¿Te parece poco lo que ha sufrido?

  • Pero tú y él restauraron su amistad ¿o no? – preguntó - El ya no me necesitaba.

  • Te equivocas – dijo Carlos – pareciera que no lo conoces; Sandra, él te necesitaba a su lado, aunque nunca me lo dijo yo lo intuía, creo que lo que le pasó es porque en parte lo hemos abandonado.

  • Y llegamos al mismo punto – dije – quien tuvo la culpa o no, da igual, si tanto insisten en que alguien la tenga, creo que todos pusimos un granito de arena en esto para que sucediera – suspiré - todos aquí sabemos perfectamente que cada uno lo abandonó a su modo, pero al fin de cuentas es abandono.

Todos se quedaron callados, el ambiente se empezaba a tensar demasiado, se veían incómodos, de alguna forma, sabían que yo tenía razón, y que el haber abandonado a Dan, independientemente de los motivos, era lo que lo había orillado a tomar estas decisiones equivocadas, las cuales eran el motivo de que estuviéramos aquí hablando de cosas que no debían estar pasando.

  • Ahorita Dan se está autodestruyendo – dije - y si no hacemos algo pronto, lo veremos totalmente deshecho ¿Qué no lo entienden? ¿Acaso lo quieren ver así? – dije totalmente enojado.

Ellos permanecieron callados, completamente inmóviles, hasta que Sandy decidió romper el silencio y dijo:

  • Tienes razón, debemos hacer algo.

  • ¿Pero qué? – comentó Carlos – Dan no entiende razones, ha estado muy alterado.

  • Pero yo hablé con él y aparenta estar tranquilo – dijo Sandy – aunque hay algo en sus palabras que me hacen pensar que, o me está mintiendo, o me está ocultando algo.

  • Yo les voy a comentar algo que me preocupa – dije – Lucio ha estado visitando a quién sabe quién en la cárcel.

  • ¿Estás seguro? – preguntó Sandy – ¿a quién irá a ver?

  • Pues le pagué a un carcelero, y también al personal para que me dieran esa información – dije – y resulta que Lucio está viendo a un tal Isaac Morales.

  • ¡¿Qué?! – exclamó Dan sorprendido, lo que nos hizo voltear a verlo, todos nos quedamos sorprendidos de su presencia - ¿Qué pasa aquí?


¡Hola de nuevo! Aquí les dejo el capítulo 11, espero sus comentarios y valoraciones. ¡Muchas gracias por leerlos!

Saludos.

Guadalupe.