Un amor inesperado VII

Oye!, debo tomar un baño-dijo mientras me alejaba poco a poco de ella. Yo no quería parar, y en ese instante lo sentí. Sentí lo que ella, había sentido hacen varias noches ya. Ese fuego recorrer todo tu cuerpo. Ese coctel de emociones, el deseo, el amor, la pasión, las ganas de estar con la persona

Ella se sonrojó.

Déjame bañarme a mi primero-dijo-

Como quieras-contesté-

En el baño hay toallas.

Yo me recosté sobre la cama. Y recordé sus palabras: “Tú me haces ser egoísta. Te quiero solo para mí. El simple hecho de verte con alguien más me desagrada”…

Escuchar el ruido de la ducha, me sacó de mis pensamientos.

¡Fabiola!

Dime

Pásame el shampoo, por favor.

Ya voy.

Al entrar al baño pude observar su cuerpo desnudo, fue algo inevitable. Me quedé ahí sin articular palabra alguna. Ella causaba ese efecto en mí. Imaginar su cuerpo desnudo era algo nuevo para mí. Sí, he estado con muchas mujeres; pero con ella sentía como si empezará desde cero. Tenía que ir despacio.

Cuando ella se dio cuenta de que la veía, disimule buscando el shampoo. Le hice un gesto y me acerqué para entregárselo.

Ten-dije finalmente-.

Gracias-recibí devuelta-.

Salí del baño y me recosté en la cama. Estaba muy cansada por el ajetreo de ese día. Cerré mis ojos durante algunos minutos, mientras imaginaba como sería hacer el amor con Daniela; acariciar su piel, besar cada rincón de su cuerpo, sus labios; jugar con su lengua. Finalmente las vibraciones de mi celular me sacaron de mi fantasía. Contesté de inmediato y al mismo tiempo me salí de la habitación para dirigirme a la biblioteca. Era William. Mi socio.

Me habló sobre un señor muy importante, dueño de una cadena hotelera; podía convertirse en nuestro cliente.

Entiendo-dije-

¿Segura que no hay problema?-preguntó con insistencia.

No, está bien. Puedo hacerlo. Un mes pasa rápido, además… No pude terminar la frase, sentí los brazos de Daniela rodear mi espalda.

¿Qué sucede en un mes?-preguntó mientras me abrazaba.

El lunes aclaramos los detalles cuenta conmigo-dije- y colgué.

Entonces… ¿Qué pasa en un mes?- preguntó de nuevo Daniela-.

Algo muy importante para mi carrera-dije mientras me volteaba hacía ella-. ¿Qué te parece si subimos?

Está bien-dijo-.

Entramos a la habitación. Yo me dirigí al baño y Daniela a la cama.

Necesitaba una ducha fría.

Al salir del baño me di cuenta de que Daniela estaba profundamente dormida. No quise despertarla, al amanecer le contaría la propuesta de William. No creo que haya problema. Era para mí crecimiento laboral, ella sabe lo importante que es mi carrera para mí. Me coloque la piyama y me acomode a su lado, en la cama.

Desperté. El reloj marcaba las 7:00 a.m., voltee y Daniela aún seguía durmiendo plácidamente. Me levanté de la cama con cuidado, para no despertarla, y fui al baño.

Al salir del baño, me cambié la piyama por ropa de entrenar y fui a mi cuarto de entrenamiento. Cerré la puerta, y me sumergí en mi mundo. Entrené como no la hacía en mucho tiempo. Tanto así que perdí la noción del tiempo. Salí un momento en busca de algún reloj que me indicará que hora era; al salir de la habitación pude sentir un olor agradable, venía de la cocina, estaba segura de eso. Fui a la cocina rápidamente, me asomé, y ahí estaba ella. Daniela. Se veía más radiante que nunca, tan sencilla, hermosa. No se percató de que la estaba mirando. Simplemente me hipnotizó verla así, en piyama, algo desarreglada, relajada. Hasta que por fin vi el reloj, marcaba las 9:30 a.m.

Vaya, vaya, pero ¿Qué tenemos aquí?-pregunté bromeando- Daniela se exaltó un poco, hasta que dijo:

Espero que no te moleste, que haya invadido tu cocina.

Para nada, estás en tu casa-dije-Ella sonrió-

Es que pensé que habías salido y quería sorprenderte con el desayuno cuando llegaras.

Está bien, entiendo. ¿Cómo amaneces?-dije-al mismo tiempo que me colocaba a su lado, recostándome del mesón.

Muy bien-dijo-Creo que podría acostumbrarme a esto, me gusta.

¿A esto?-pregunté extrañada-

Sí-dijo mientras se acercaba a mí, para besarme-.

Estoy toda sudada-dije-.

No importa, el sudor te hace ver sexy.

¡Ja, Ja, Ja, Ja!-reí al mismo tiempo que correspondía a su beso- Ahora explícame a qué precisamente te acostumbrarías.

Me acostumbraría, a mí cocinándote en las mañanas, o a ti cocinándome en las mañanas. No importa cómo sea, lo que importa es que amaneceremos juntas, tu y yo, en un mismo lugar, y que después no importe quien se tenga que ir. Porque ninguna se irá, porque estaremos en nuestro departamento, juntas-contestó-.

Sus brazos rodeaban mi cuello, y los míos su cintura.

Al oír sus palabras, me quedé helada. No supe que contestar. Cuando por fin quise articular palabra alguna, sonó el teléfono.

Gracias a Dios, pensé.

¡Aló!

DANIELA

Busqué mi cámara y algunas cosas que me hacían falta; y luego me dirigí al estudio. Verónica ya estaba allí esperándome, es mi mejor amiga nos conocemos desde el jardín de infantes. Ella me estaba ayudando en lo que yo encontraba una asistente.

Iba leyendo la agenda a medida que íbamos avanzando.

Sesión de fotos en la academia de Tomás Gaviria en 10 minutos.

Ok, ok entiendo que estamos retrasadas. 5 minutos más y nos vamos.

Fiesta de 15 años de la hija del Secretario. Y…- hizo un pausa- ah sí, aquí está sesión de fotos en el evento de maxprim. Luego del evento está el coctel y terminaríamos por hoy.

Está bien – dije – vámonos. ¿Llevas todo?

Siempre – contestó.

Estábamos en el auto cuándo Verónica pregunta…

¿Has sabido algo de Alicia?

No – contesté – Luego de que discutimos se fue del departamento sin mencionar palabra alguna, y yo no le insistí. Supongo que es mejor así, de un tiempo para acá la relación se estaba enfriando, admito que quise poner de mi parte pero ella tampoco ayudo mucho y vi una salida de todo esto en lo que pasó.

Y ¿Estás segura de que no quieres nada más con ella?

Sí, estoy segura que lo mejor que me puede pasar es terminar de una vez con Alicia. Pienso que es mejor así, estamos en momentos muy diferentes de nuestras vidas.

Ok, entiendo. Si estás segura te apoyo.

Llama a Tomás, avísale que ya estamos llegando.

No me atiende el celular.

Mejor estacionemos el auto y entramos, no quiero que siga esperando.

Ok jefa – dijo Verónica – ambas reímos.

Íbamos caminando un poco apuradas hacia la recepción. Yo estaba algo distraída y sólo escuche cuando alguien se quejaba diciendo.

¡Ahhhhhh! No puede ser, ¿Acaso no ves por donde caminas o qué? Alcé la mirada y vi como Verónica se tropezó con una mujer y le vertió el café, que llevaba en las manos, encima.

Lo siento, no fue mi intención, de verdad. Estaba distraída. – Decía Verónica de lo más avergonzada – y antes de que pudiera continuar, escuche a alguien más decir

Tranquila, no pasa nada. A todos nos pasa alguna vez. Ella se va a cambiar y asunto resuelto.

¿Cómo que no pasa nada Fabiola? Mira como manchó mi camisa y tengo una reunión dentro de media hora.

No importa Sandy, te llevo a tu casa para que te cambies y asunto resuelto.

Al mirarla me invadió una extraña sensación, la manera en la que se dirigió a Verónica, y la mirada de Sandy cuando le dijo que la llevaría; era como si pudiera calmar a todos a su alrededor y no estoy segura si ella era consciente de ello o no, sólo sé que por ese instante en el que nuestras miradas se cruzaron fue perfecto.

Ey! Estas bien – Dijo – No había notado que se me cayeron unas carpetas al suelo.

Sí. No me di cuenta, lo sien… me interrumpió diciendo

No más por favor, creo que son suficientes disculpas por hoy. Y sonrió. Creo que esto es tuyo. Ten.

Si es cierto, tienes razón – contesté, al mismo tiempo le devolvía la sonrisa y estiré mi mano para tomar las carpetas – Gracias.

Fabiola – agregó –

Daniela – respondí –

Ven Sandy, déjame ayudarte. Fue lo último que le escuche decir y simplemente me quedé observando cómo se alejaba de la habitación.

Ey! Amigaaa… ¿Daniela? Tierra llamando a Daniela.

Mmm si, cesión de fotos, Tomás, vamos.

Sécate un poco, no – bromeó Verónica –

Yo solamente sonreí, no supe que decir.

El día transcurrió rápido para mi agrado. Aún tenía esa extraña sensación y solo quería regresar a mi departamento. Estábamos finalizando la sesión de fotos en el evento de maxprim, para luego ir un rato al coctel. Yo no quería me sentía muy cansada, pero Verónica me insistió y accedí, también necesitaba distraerme un poco.

Al terminar la sesión de fotos fuimos a cambiarnos al departamento. Una vez que nos arreglamos nos dirigimos al sitio del coctel. Todo estaba impecable.

Durante un rato nos apoderamos de una bandeja de pasapalos.

Para la próxima debemos preparar algo antes – dijo verónica –

Sí, tienes razón – contesté – Solo habíamos almorzado y era muy tarde. Estábamos hambrientas.

Durante la fiesta comentábamos cosas sobre los presentes. Habían personas bien arregladas para la ocasión, otras no tanto. Me estaba comenzando a sentir cansada, quería irme a casa y darme un buen baño.

Salí de la ducha, me vestí y me dirigí a la cocina para prepararme un té. Me senté en el sofá, coloqué la taza de té en la mesa y me abracé las piernas un momento, hacía frío. De repente, sin quererlo pensé…

Fabiola-debo admitir que me pareció muy hermosa, irradiaba una luz especial, se veía segura de sí misma y lo atenta que fue, otra ni siquiera se habría molestado en calmar la situación. En fin, es una de esas mujeres que no vuelves a ver en mucho tiempo.

Sonó mi celular. ¡Aló!-dije-

Soy Tomás, Daniela. Te llamo para recordarte la cita de mañana, ya encontré a la persona que te acompañará…

Tiempo después…

Fabiola contestó el teléfono, al parecer era alguien importante. Dejó de hablar, tapo la bocina y dijo.

Hermosa, ¿Por qué no me esperas arriba?, creo que tardaré un poco.

Está bien-contesté-mientras me acercaba para darle un beso. Ella me lo devolvió, y me regalo una sonrisa. Esa sonrisa que me derretía, pero ella no lo sabía. Me mordí el labio, mientras la mirada alejarse hacia su estudio.

Subí a la habitación, me puse cómoda y empecé a desayunar. Disfrute cada bocado, hasta terminar. Y luego recordé sus palabras, esas palabras que me hicieron estremecer: No tienes por qué. Yo te pertenezco a ti y sólo a ti… La manera en la que lo dijo, esa manera tan única de decir que es mía, me daba una sensación de seguridad que no tenía en mucho tiempo. Cerré los ojos y por un momento imaginé como sería estar con ella. Besarla toda, tocarla, apretar su cuerpo. Devorarla hasta saciarme de ella… El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos.

¡Hola guapa!, ¿Me extrañaste?-dijo mientras se tiraba en la cama.

Sólo un poco-contesté-

¿Sólo un poco?-preguntó algo decepcionada, mientras hacía un puchero, no pude aguantar mis ganas de reír.

¡Ah! Y te ¿vas a reír? Entonces ríete con ganas. Dijo todo esto mientras se acercaba a mí para hacerme cosquillas. Conocer esa parte juguetona de Fabiola hacía que me enamorara más de ella.

Ambas pasamos por muchas cosas para llegar a lo que tenemos ahora. Ella sufrió mucho con la pérdida de Isabella y su bebé y yo con la traición de Alicia. Pero ya nada de eso importaba porque nos teníamos la una a la otra y eso era todo lo que importaba. Yo confiaba en ella con mi vida y sé que ella también creía en mí.

No, por favor-suplique mientras intentaba salirme de la cama- ella solamente esbozó una sonrisa pícara y empezó a perseguirme por toda la habitación.

¡Ven aquí!, no huyas de mí.

No, no, no. Déjame. Logró alcanzarme y ambas caímos encima de la cama.

Ja, Ja, Ja, Ja, Ja. Te tengo y no te me vas a escapar.

Ella estaba encima de mí. Y empezó a hacer cosquillas, con sus dedos jugaba en mi abdomen y eso me enloquecía, pasaba su nariz…

Detenme-dijo retándome-Estaba adolorida de tanto reírme, no podía zafarme, no sé cómo logró inmovilizarme. Hasta que tomé sus manos y las aparté.

Ya, por favor-supliqué-No puedo más.

Ella se burló. Está bien, está bien. Te lo dejaré pasar sólo por hoy. Apoyó sus manos cerca de mí cabeza y aproveché para tumbarla y quedar encima de ella.

Ahora yo, te voy a torturar-dije-

¿Ah sí?-contestó-

Sí, ven aquí-y me acerqué para besarla, sin soltar sus muñecas. Besar esos labios que se habían vuelto mi adicción. Sentir su lengua abrirse paso en mi boca, quería sentirla por completo. Coloqué mis manos en su rostro y ella comenzó a acariciar mi cuerpo.

¡Oye!, debo tomar un baño-dijo mientras me alejaba poco a poco de ella. Yo no quería parar, y en ese instante lo sentí. Sentí lo que ella, había sentido hacen varias noches ya. Ese fuego recorrer todo tu cuerpo. Ese coctel de emociones, el deseo, el amor, la pasión, las ganas de estar con la persona que amas y fundirse en un solo cuerpo. Lo entendí.

Lo siento-dije mientras me incorporaba-

Tranquila mi amor. Pero debo bañarme-dijo en tono relajado- No se dio cuenta de lo que acababa de pasarme.

Ahora estaba más segura que nunca de que quería estar con ella; en todos los sentidos. Ser su amiga, amante, confidente, cómplice. Ser su amor por siempre. Me invadió un sentimiento profundo de amor y ternura. Recordé lo sucedido la noche anterior y lo que acababa de pasar, y me gustaba. Su forma de querer protegerme. Mi forma de amarla y aferrarme a ella. Estaba enamorada de Fabiola Galván. No pude evitar sonreír ante esa posibilidad.

La verdad es que me sentía muy bien estando con Fabiola, conocerla fue lo mejor que me pasó en mucho tiempo. Era una mujer segura de sí misma, centrada, con un corazón enorme, aunque no siempre lo demostraba. Era apasionada en su trabajo. Pudiera ir hasta el fin del mundo con ella, si me lo pidiera....