Un amor inesperado IX

Después de que me fui, supuse que te quedaste con Gabriela. Esa noche… ¿Te… acos… taste… ¿Te acostaste con ella?-me costaba tanto pronunciar esas palabras, pero sentí que necesitaba hacerlo. Quería saberlo. Gabriela es una mujer hermosa y la consideraba una amenaza.

¿Algún problema?-agregó-

¿Qué quería?-pregunté en tono serio-.

Quería saber donde estaba.

¿Y que le dijiste?

Que me escapé contigo.

¿Y cómo lo tomó?

Se alegró por nosotras-quede sorprendida, por un instante pensé que mentía. Pero yo sabía que no era así. No sabía que responder. Ella continuó…

Gabriela me visitará. Le hable de mi viaje y me pidió que le avisara cuando regresara.

¿Y lo harás?

Sí, claro.

Te puedo preguntar una cosa-le dije, mientras tomaba su mano y nos dirigíamos a la sala de estar.

Se sentó. Y me contestó-Sí, lo que quieras.

Recuerdas la vez que me acompañaste a la fiesta de recolección de fondos para los niños con cáncer…

Sí, continúa.

Después de que me fui, supuse que te quedaste con Gabriela. Esa noche… ¿Te… acos… taste… ¿Te acostaste con ella?-me costaba tanto pronunciar esas palabras, pero sentí que necesitaba hacerlo. Quería saberlo. Gabriela es una mujer hermosa y la consideraba una amenaza.

Fabiola suspiró y se quedó un minuto en silencio, hasta que finalmente dijo.

Sí, me acosté con ella-la verdad es que tenía la esperanza de que su respuesta fuera otra, pero en el fondo sabía que se habían acostado.

¿Por qué la pregunta?- agregó

Simple curiosidad-ni yo misma creí en esa respuesta.

¿Te molesta?

No, solo me decepciona un poco-al escuchar mis palabras su rostro se tensó, creo que la hice sentir mal.

¿Por qué?

Porque esa noche me quedé prendada de ti y al final tú terminaste prendada de ella. Sabes esa noche yo lloré por ti.

¿En serio? ¿Por qué no me lo habías dicho?

¿Por qué no me habías dicho que te acostaste con Gabriela?... Exacto. Y ambas contestamos al unísono.

No lo creí necesario. Sin darnos cuenta estábamos acostadas en el mueble de la sala, acurrucadas.

¿Estás bien?

Sí-contesté firmemente.

¿Segura?-insistió.

Segura.-respondí.-me levanté del mueble.

¿A dónde vas?-.preguntó mientras tomaba mi mano.

A la cocina, tengo hambre ¿Tú no?

Sí, un poco. ¿Qué quieres preparar?

La verdad es que podría comer lo que sea.

Mmm, interesante-dijo-mientras se levantaba. ¿Y yo entró en esa opción? Dijo mientras se colocó frente a mí, colocó sus manos en mi rostro, me besó y mordió mi labio. Yo cerré mis ojos y lo disfruté. Sin darme cuenta me cargó y yo comencé a besarla.

Déjame recuperar las 4 horas que perdí.-dijo mientras correspondía a mis besos y se dirigía a la habitación. Yo simplemente reí.

Debes esmerarte, para hacerme olvidar el mal rato.

Créeme que lo haré. Prometo besar cada parte de tu cuerpo hasta hacerte estremecer.

Tómate tu tiempo-me limité a decir-. Quería disfrutarla, sentir su piel. Nos iríamos al día siguiente y este paraíso que habíamos creado se acabaría. Me dije a mi misma no pensar más en eso y me entregué a Fabiola una vez.

Llegamos a la habitación, nos besamos. Estaba embriagada de sus besos. Su manera de tocarme, era como si quisiera guardar en su memoria cada parte de mi cuerpo. La amaba, estaba segura de eso y lo entendí. Entendí que si puede funcionar, que estos tres meses no signifiquen nada después. Ella me lo dijo te llamaré todos los días y estaré pendiente; yo podría conformar con eso, ahora más que nunca confiaba en ella.

¿Me dejas intentar algo?-preguntó un poco avergonzada-.

¿Qué quieres hacer?-.pregunté intrigada-.

Ella no respondió.- se bajó de la cama se dirigió a uno de sus bolsos y saco unas vendas de color rojo. Se acercó nuevamente a mí y sin siquiera esperar mi aprobación o descontento, cubrió mis ojos con una de las cintas.

Déjate llevar-susurró muy cerca de mi oído, tanto que me sentí mojar de nuevo.

Yo solamente asentí-. No sé porque, a pesar de que sus palabras me tranquilizaron, sentía muchos nervios. De repente sentí como tomaba una de mis muñecas para amarrarla en un extremo de la cama. Mi pulso se aceleró.

¿Quieres que me detenga?-pregunto preocupada-.

No-respondí-no te detengas, continúa.

Tomó mi otra muñeca y, la amarro en el extremo contrario. Lo hizo delicadamente. A pesar de que me tomó por sorpresa, me sentía segura.

¿Estás lista?-preguntó-.

Sí.

Y sin más empezó a besarme de una manera diferente, esta vez era más pasional. Me chupaba. Fue un beso largo, que me dejó con ganas de más. Fabiola podía hacer conmigo lo que quisiera esa y el resto de nuestras noches; pero ella aún no lo sabía.

Me encorvé un poco para acercarme más a su boca, pero ella colocó un dedo en mis labios y me detuvo.

¿Te gustó?-susurró en mi oído-.

Sí y quiero más-respondí entre jadeos-. No respondió. Sentí como se levantaba de la cama. Hubo silencio durante un minuto. Hasta que sentí algo recorrer mi vientre, no sé que era, pero me hacía estremecer de una manera increíble. La verdad no sabía si Fabiola lo estaba disfrutando completamente, no me decía nada y yo simplemente me dejé llevar por ella.

Y sin previo aviso, sujetó mis piernas y se sumergió en mi sexo. Sentí como se lo comía, literalmente, yo tensaba las cintas y alcance a escuchar una pequeña risa, ella lo disfrutaba. Sin parar, su lengua hizo una fiesta dentro de mí. Sentía como me corría sin parar, estaba muy húmeda.

Sentí nuevamente ese cosquilleo, pero esta vez, hizo un recorrido desde mis pies, mis piernas, se detuvo un momento en mi sexo y realizo un movimiento que me hizo encorvarme, para seguir subiendo despacio por mi vientre, abdomen, hasta detenerse en mis senos.

Una maravilla-.la escuché decir-.

Yo no dije nada- mis senos estaban erectos, duros. Yo deseaba que se perdiera en ellos. Y así lo hizo. Era como si pudiera leer mis pensamientos.

Empezó a besarlos y sentí que se mojaban, pero no era de su saliva. Lo analicé por un momento… Eran mis fluidos. Pasaba su lengua y se ponían más duros, los mordía pero de una manera delicada. En ese momento quise agarrar su cabeza y dirigir sus labios a los míos.

Desátame.-dije suplicante-.por favor.

Sin dejar de jugar con mis pezones, quitó las cintas tan rápido y de una manera ágil. Yo apreté sus cabellos y clavé mis uñas en su espalda. La alejé de mis senos y la besé. La besé como si no hubiese mañana, sostenía su rostro entre mis manos, ella acariciaba mi cuerpo, nuestras piernas entrelazadas, éramos un solo cuerpo, una sola alma.

Yo bajé una de mis manos a su sexo y la sensación fue increíble. Estaba empapada, mis dedos entraron fácilmente, comencé a moverlos dentro de ella.

No te detengas-suplicó-.

Sin parar de besarnos, seguía penetrándola con mis dedos. Empezó a gemir.

¡Daniela!-gritó finalmente y se tumbó sobre mí.

Se levantó, me miró a los ojos y dijo.

Soy tuya para siempre-dijo entre jadeos-.

En mis ojos se dibujaron algunas lágrimas.

Te amo-dije finalmente.- nos fundimos en un último beso.

Ella se detuvo, apartó un mechón de cabello que tenía en mi rostro y se acomodó a mi lado. Me abrazó y se quedó dormida. Cerré mis ojos y también me rendí ante el cansancio de esa noche, nuestra noche. Llena de amor, pasión y deseo.

Me dormí entre sus brazos. Su calor me hacía sentir tan bien, tenerla ahí conmigo, sentir su respiración. Saber que me amaba, era la mejor sensación del mundo.

Al siguiente día debíamos irnos. Debía llevarla al aeropuerto.

Tiempo después…

Estoy tan contenta. Hablamos todos los días, a la misma hora y sin falta. Amaba escuchar su voz. Nos contábamos todo lo que hicimos ese día, durábamos horas hablando.

Amaneció. Debo ir a trabajar.

Al llegar a la recepción no podía creer lo que veían mis ojos.

¿Qué haces aquí?-.pregunté sin titubeos-. Mi voz expresaba mi descontento claramente.

Hola, Daniela yo estoy muy bien ¿Y tú?-. Dijo en tono burlón.

¿Qué haces aquí?-pregunté nuevamente.

Regresé por ti-contestó descaradamente-.

La verdad es que no me interesa Alicia. Debo trabajar.-dije mientras me alejaba.-

Llegué a mi oficina, al intentar cerrar la puerta Alicia la detuvo y entró.

¿No me extrañaste?-preguntó y se acercó despacio a mí.

No-dije-yo estaba colocando unas carpetas en mi escritorio y al voltearme, me topé con su rostro muy cerca del mío. Su cercanía me producía desagrado, no asco. Era desagrado. Alicia me hizo muy infeliz durante el tiempo que estuvimos juntas y la verdad era que yo no quería saber nada de ella. No quería ni verla. No la odiaba, pero tampoco la quería en mi vida. Yo estaba con Fabiola, la amaba y no tenía la intensión de arriesgar lo nuestro ni por Alicia ni por nadie.

Verónica entró y Alicia se alejó.

¿Interrumpo?-dijo Verónica.-

No, ya me iba.-contestó Alicia y se fue de la oficina.

Verónica espero que se fuera y sin más dijo.

¿Qué hubiese pasado si no llego? ¿Ibas a dejar que te besara?

No-solté sin más-. Estás loca, yo no quiero a Alicia cerca de mí.

¿Y que hacía aquí?

Dice que volvió.

¿Por ti?

Según ella, sí. Pero la verdad es que a mí no me interesa saber nada de ella Verónica, yo estoy feliz con Fabiola y quiero que eso siga así por mucho tiempo.

Bueno vamos a trabajar para olvidarnos de ese mal rato.

Vamos-dije y ambas salimos de la oficina.

Organizamos el set de fotografía y nos pusimos a trabajar. El día paso normal, sin incidente alguno. Quería que ya fuera la hora de salida, para esperar la llamada de Fabiola en casa.

Bueno señoras y señores terminamos por hoy-dijo Verónica y todos aplaudieron-. Fue un placer nos vemos mañana.

Nos despedimos y todos se fueron.

Yo llevé a Verónica a casa de Lucía. Yo no entendía esa relación, Lucía no era santo de mi devoción, y no entendía que podía haber visto Verónica en ella.

Gracias, amiga nos vemos mañana-dijo Verónica mientras se bajaba del coche-

Adiós, cuidate. Te quiero. Esperé a que entrara y me fui.

Entré al departamento. Me fui directo a la habitación, revisé el teléfono y me fui a bañar.

Necesitaba tanto esa ducha. Necesitaba despejar mi mente. Recordé lo sucedido con Alicia y el miedo me invadió. No sabía si contárselo a Fabiola o no. Ella desconocía totalmente lo que ocurrió en mi relación con Alicia y la verdad es que no preguntó y yo tampoco le dije.

El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos. No puede ser pensé. Salí de la ducha como pude, miré el reloj, marcaba las 8:03 p.m. me abalancé sobre la cama y contesté.

¿Fabiola?-pregunté-

¡Auch!-escuché de vuelta-. Así que se llama Fabiola-continuó la voz-. Lamento decepcionarte pero no, no soy “Fabiola”, soy Alicia.

¿Qué quieres? ¿Cómo conseguiste este número?

Te dije que volví por ti. Volví para recuperarte y eso es lo que voy a hacer.

A ver Alicia, tú y yo terminamos, entiendes. Yo no quiero nada contigo, no quiero volver contigo. Yo estoy muy bien ahora con mi novia, ella es perfecta, la amo y me ama y no pienso perder eso por ti. Así que adiós. Vuelve por donde viniste y déjame en paz.

Cena conmigo.

¿Acaso no escuchaste lo que te dije?

Si, lo escuché claramente. Eres feliz con tu novia y bla, bla, bla… Pero quiero preguntarte algo, por favor, solo cena conmigo y te prometo que te dejo en paz.

Sonaba suplicante. No confío en ella. Pero lo intentaré.

¿Una cena y me dejas en paz?-pregunté de nuevo-.

Una cena y te dejo en paz.-respondió-.

¿Cuándo?

¿Se puede mañana?-preguntó-

Está bien-dije-.

¿Recuerdas el restaurante donde cenamos en nuestro primer aniversario?

Sí, lo recuerdo.-mi voz sonó cortante. Pero no pude evitar recordar ese día la verdad fue, maravilloso. Alicia se había lucido, el restaurante era perfecto. Ella estaba tan hermosa. ¿Pero que me pasa? Me digo a mi misma.- ¿A que hora?-agregué finalmente.

A las 7:00 p.m. ¿Te parece bien?

A las 9:00 p.m. es mejor para mí.

Perfecto lo que tú digas, nos vemos mañana.

Esa noche no hubo llamada. Supuse que Fabiola se cansó de llamar. No me di cuenta de que había perdido la hora de la llamada por culpa de Alicia. Llamé al número que Fabiola me había dado, pero nadie contestó. ¿Se habrá molestado? Eso era lo que menos quería, Fabiola ni siquiera había llegado y ya estaba teniendo problemas con ella por culpa de Alicia. No lo podía creer.

Cerré mis ojos y mis pensamientos se fueron apagando, hasta quedarme dormida.

Al día siguiente… Era de noche. Los minutos parecían una eternidad para mí. Quería que Fabiola llamara, que llegara la hora. Necesitaba escucharla. Estaba sentada en la cama, mirando fijamente al teléfono como exigiéndole que sonara, que me permitiera escuchar a Fabiola.

Sonó finalmente. Y al primer repique contesté.

¿Fabiola?

¿Esperabas la llamada de alguien más?-preguntó intrigada-

No, lo siento es que…

¿Qué qué?

Pensé que no llamarías.

¿Por qué?

Porque ayer no te respondí.

¡Ah sí! De eso quería hablar… ¿Por qué no respondiste mi llamada? No supe que responderle, no quería que supiera de la llegada de Alicia y mucho menos de su llamada. Le mentí.

Es que estaba con Verónica, se nos hizo tarde en la oficina. Intenté terminar temprano pero me fue imposible.

Está bien, lo entiendo.

Gracias.

¿Estás bien?-preguntó-.

Sí, ¿Por qué?

Es que te escucho un poco diferente. Distante. Sus palabras hicieron que se formara un nudo en mi garganta.

No mi amor. De verdad, estoy bien.

¿Segura?-insistió-

Se acercaba la hora de la cena y debía colgar. No quería dejar de escucharla, pero tenía que hacerlo. Debía resolver de una vez por todas, el asunto de Alicia y que me dejara en paz. No podía creer que le mentía a Fabiola, me sentía fatal.

Sí-hice una pausa-oye debo colgar.

¿Por qué?-pregunto sorprendida, sentí su voz un poco triste.

Respondí firme. Sin titubeos, para que no dudara de mí.

Es que Verónica quiere ir a una exposición de arte y quiere que la acompañe.

Que la pasen bien. Disfrútalo.

Lo haré-dije-y colgué sin siquiera decirle adiós y que la amaba. Me sentí tan mal. Fabiola no se merecía esto.

Me arreglé para la cena. Quería acabar con esto de una vez. No sé que pretendía Alicia `con todo esto. La quería fuera de mi vida.

Llegue al restaurante y Alicia ya estaba allí. Sonreía de una forma extraña. Al verme se levantó de la silla y agitó su brazo para que la viera. Me acerqué a la mesa y me ayudó a sentarme.

Gracias.

No tienes por qué.

¿Y bien? ¿Qué hago aquí?

¿Eres feliz?-su pregunta me sorprendió un poco.

Si. Mucho-dije-

¿Y por qué estás aquí? Conmigo y no con ella.

Cuando iba a responder, un mesonero se nos acercó y nos entregó la carta. Alicia empezó a leerla. Levantó la mirada y dijo.

Aún espero tu respuesta. ¿Por qué estás aquí?

Vine para que me dejes en paz-contesté-tú dijiste una cena y te dejo en paz, ¿Recuerdas?

¿Qué hubiera pasado si Verónica no nos hubiese interrumpido?

Nada, no hubiese pasado nada.

Mientes-dijo muy segura de sí misma-.

¿Disculpa?-me sentía burlada, que se cree. Me levanté de la mesa y ella también.

No Daniela, espera. Lo siento.

Sabes que Alicia, no importa. Yo soy una idiota, por aceptar tu invitación creyendo que eso cambiaría las cosas. Adiós.-Salí del lugar y ella me siguió; al llegar a la entrada ella tomó mi brazo y sin más me besó.

Quedé atónita, sentí como sus labios acariciaban los míos. Simplemente no sentí nada.

¡Basta! ¿Qué haces?-pregunté al mismo tiempo que la apartaba de mí.

Daniela te amo, por favor dame otra oportunidad.

No, Alicia. Déjame en paz, no quiero volver a verte-me dirigí a mi auto y me fui-

Quería llegar a casa y ducharme. No podía creer lo que acababa de pasar. Estaba segura de que no quería volver a verla. Sentí pena por ella, pero no valía la pena. Yo sólo quería que me dejara en paz y espero que después de esto sea así.

Ansiaba tanto que Fabiola regresara, necesitaba sus besos, sus abrazos, sus caricias, su cuerpo. La necesitaba tanto. El tiempo siguió transcurriendo, y yo estaba más impaciente que nunca.

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Disculpen la demora!!! Gracias por leer mi relato. Saludos!!!