Un amor inesperado IV

Estoy con alguien más-dijo-. Al escuchar sus palabras un frío invadió todo mi cuerpo; cualquiera podía darse cuenta de ello, mi rostro reflejaba esa sensación perfectamente. Yo sabía que ella tenía derecho a estar con alguien más, que le diera el lugar que ella se merece; pero a pesar de eso tenía l

Ella se sentó a su lado. Al instante pensé que se habían hecho novios y pensé que él me la presentaría como tal. Al sospechar eso, me invadió una profunda tristeza. No sé por qué.

Bueno-continuo el-las invite hoy aquí para que se conozcan. Y para pedirte a ti, Fabiola que por favor, acompañes a Daniela, a un evento que tenemos hoy, que es muy importante.

¿Y por qué no vas tú?-pregunte-.

No puedo-contesto rápidamente-tengo una reunión muy importante con un proveedor y no puedo faltar.

Por mi no hay ningún problema-dijo Daniela-.

Está bien, entonces-dijo Tomas-ahora debo irme, disfruten chicas, ya está todo pago.

Estuvimos en silencio un buen rato.

Ya almorzaste-pregunte-.

Si-dijo-.

¿Deseas algo más?

En ese momento le hizo un gesto al mesonero y él se acerco a la mesa, ella solo ordeno un postre.

Yo atendía unas cuantas llamadas, mientras ella comía. Cuando al fin me atreví a hablarle, me cortó en seco, simplemente me entrego una hoja. Y dijo:

Esa es la dirección de donde se hará el evento. Cada una se irá por su lado.

Y por favor se puntual-agregó-y sin más se levanto de la mesa y se fue.

Yo quede atónita.

Regrese a la oficina y me pase el resto del día pensando en ella.

Al llegar a casa, me di un baño largo. Vi el reloj y eran las 8 en punto, la fiesta comenzaba a las 10, decidí salirme del baño a la 8 y 30, para vestirme con mucha paciencia.

Comencé a vestirme poco a poco. Hasta que el reloj marco las 9 y 30.

Encendí el carro y me encamine a la dirección que Daniela me había entregado.

Al llegar aparque el carro, hice una llamada a Tomas y le deje un mensaje.

Entre y todo era un derroche de glamour, habían modelos muy hermosos. Me acerque a la recepción para preguntar por la fotógrafa Daniela Monsalve.

Aun no llega-contesto la recepcionista. Y en ese mismo instante estaba ella, entrando. Lucia hermosa, llevaba un vestido corto de un color morado claro, sus labios brillaban de forma espectacular.

Ella se acercó a mí y dijo:

Lamento llegar tarde.

Tranquila solo han pasado dos minutos.

Y esbozo una sonrisa de alivio, lo cual me dejo consternada.

El evento era para recoger fondo, en favor de una organización que ayudaba a los niños con cáncer. Habían bailes, subastas, los invitados se tomaban fotos con los modelos mas cotizados del momento, mientras que otros contribuían con sus grandes cheques.

Al entrar un montón de fotógrafos nos acaparo, fue muy molesto.

Conseguimos la mesa asignada.

Pasamos muchos minutos en silencio.

Hasta que ella pregunto. ¿Qué quieres hacer?

No lo sé, decide tu-conteste.

Oye yo quería....-fue lo último que pude escuchar. Una luz nos enfoco y pude distinguir una voz grave que decía y para hacer más grata la velada la Srta. Daniela Monsalve y su acompañante nos deleitaran con una pieza de baile.

Enseguida pensé: Tomas te voy a matar.

Daniela al principio no quería, hasta que le dije: vamos es por una buena causa.

Aquí dice que bailaran una pieza de tango.

¡Wao! pero que atrevidas, nunca he visto a dos mujeres bailar tango, esto será divertido, dijo el hombre que anima la fiesta. Al final agrego, por cierto chicas que buen toque el de combinarse.

Ninguna de las dos se había percatado de que ambas íbamos de color morado. Qué bonita coincidencia-pensé-. Comenzamos a bailar.

A mitad del baile ella dijo: lamento mi actitud en el almuerzo, estaba un poco molesta y creo que me ensañe contigo. De verdad lo siento.

No te preocupes-dije-estoy acostumbrada a lidiar con ello. Por cierto, te ves verdaderamente hermosa.

Ella rio, y en ese instante acabo la música.

El animador de la noche, empezó a ofrecer bailes con cada una de nosotras. Bailamos toda la noche con distintas personas.

Es por una buena causa, es por los niños. Pensaba yo. Había momentos en los que nuestras miradas se encontraban. Y antes de que el presentador llamara a alguien más, tome el micrófono y agradecí a los presente, mientras que al mismo tiempo maquinaba una excusa para irnos. Pero antes de que pudiera continuar. Alguien dentro del público dijo:

¡Por favor! Aunque sea subasten un último baile-hubo una pausa, hasta que esa persona agrego-contigo. Yo me quede sorprendida, Daniela me miró con una expresión de confusión; ambas buscamos entre el público quien era la persona que propuso la subasta. Mientras que los presentes aplaudían, demostrando su acuerdo con esa idea.

-1000$ empezaron.

-2000$

-4000$

Las cantidades que ofrecían, por un baile, eran una barbaridad.

-7000$

-9000$

Continuaban aumentando, hasta que finalmente alguien ofreció 1000000$, todos en la sala se quedaron consternados.

Vendida a la una, a las dos y a las tres-fueron las palabras del animador-.

La persona comenzó a hacerse espacio entre la gente, y al verla no lo pude creer.

Era Gabriela, estaba asombrada de verla ahí. Hacía mucho tiempo que no sabía nada ella

Estaba tan hermosa y elegante, era algo característico en ella.

Se acerco a mí y dijo:

Vengo a reclamar mi premio-mientras me tomaba de la mano para ir a la pista de baile.

Tanto tiempo sin saber de ti-dije-¿cómo has estado?

Calla-dijo-déjame disfrutar este momento.

Se pego a mi cuerpo más de lo que debería, la gente lo notaba. Había tensión sexual entre nosotras. Apretaba mi cuerpo de una forma nada normal.

Hasta que al terminar la pieza de baile, me susurro al oído:

Te extrañe- y me beso.

Los presentes quedaron atónitos con aquella escena.

Al principio no me importo nada ni nadie. Pero de repente, me acorde de que no fui sola al evento, fui como acompañante de Daniela, la busque entre la gente y no la veía. Más temprano que tarde me di cuenta de que se había ido. La llame al celular y no contesto.

Estaba lista para ir a buscarla, cuando de pronto apareció Gabriela otra vez. Esta vez con una ropa diferente, algo más casual.

¿Te vas sin mi?-pregunto-.

Lo siento-dije-estoy buscando a alguien, pero creo que ya se fue y yo no tengo nada que hacer aquí, sin ella.

Llévame contigo, entonces-sugirió-.

No puedo, debo buscarla. Adiós.

Espera-dijo-realmente te importa, cierto. Ella está bien-agrego-me mostro una fotografía y dijo le encargue a mi chofer que la llevara a donde ella se lo pidiera.

¿Por qué lo hiciste?-le pregunte un tanto molesta. Sabias que venían con alguien más, que pretendes.

Sabes que no soporto la idea de imaginarte con alguien más-respondió en tono pícaro-.

No estoy con Daniela en ese sentido-dije-además no tengo por qué darte explicaciones. Te fuiste por tres años y pretendes que todo siga igual.

Ni siquiera me dejo terminar, cuando me beso otra vez. Era un beso diferente, pasional y lleno de lujuria, me mordió.

Ya te lo dije, te extrañe y no te dejare en paz, hasta que me hagas el amor... Esta noche-susurro en mi oído. Se fue alejando poco a poco, creí que se iría pero no, solo se alejo para entrar en mi auto.

¿Qué haces?-pregunte-.

Pensé que podías llevarme, ya que me quede sin chofer, por andar cuidando a tu acompañante-contesto-.

Yo no te pedí que lo hicieras-replique-. Eso le molesto y yo lo supe. En ese instante se bajo del auto sin mirar atrás, llevaba una bolsa inmensa. Eso me encantaba de ella, se veía muy sexy cuando se molestaba.

¡Espera!-grite-lo siento, no debí tratarte así, le dije, mientras la tomaba por el brazo.

Eres una idiota, y lo sabes-dijo mirándome a los ojos-pero igual me encantas, agrego mientras se reía.

Súbete al carro-dije-yo también reía-.

¿Dónde has estado?-pregunte.

Por aquí, por allá. Recorriendo el mundo.

¿Y cómo es que alguien que recorre el mundo, tiene la facilidad de gastar un millón de dólares en una subasta?

Bueno, esa es una larga historia. Cruza aquí-dijo-antes de dejarme continuar. Aquí me estoy quedando.

Vaya, es un hotel muy hermoso.

Y costoso, también-agrego ella.

Gabriela es una mujer desinhibida, vive sin complicaciones. Además de ser hermosa es muy inteligente. Alta, cuerpo escultural, cabello rubio, ojos azules y unos labios carnosos que me encantan. Vivimos buenos tiempos juntas. Hasta que alguien tuvo que crecer, y ese alguien era yo.

¿Me acompañas?-pregunto-o no quieres saber la historia del millón de dólares.

No debería y lo sabes-conteste-.

Pero quieres-dijo-además ¿qué te detiene?

Nada-respondí.

Me beso y se bajo del auto.

En menos de 5 minutos, estábamos en la suite.

Es muy hermosa-dije-.

Si. Recuerda que tengo buen gusto-decía-mientras me servía un trago y se reía.

¿De qué te ríes?-pregunte-al mismo tiempo que le aceptaba el trago, gracias.

De ti-dijo-pero no en el mal sentido.

¿De mi?-pregunte algo confundida-¿Por qué?

Porque tanto que te negabas y aquí estas...conmigo. Mientras decía esto se sentaba sobre mí, y me quitaba el trago. Tu también me extrañaste, la única diferencia es que yo lo admito y tu no. Y sin más rodeos, comenzó a besarme apasionadamente.

Yo la tome por el cuello y correspondí a sus besos. Luego apreté sus piernas y la empujé más hacia mí, hasta que me levanté y la cargué, ella continuó besándome y podía darme cuenta de cómo no dejaba de reír.

Me senté en la cama y enseguida empezó a quitarme la chaqueta, la sentí un tanto desesperada.

¿Cuándo te vas?-le susurre-.

Aun no lo sé-contesto-.

Me empujo hacia la cama y se quito la blusa.

Llevaba un brasier rojo, muy sexy. En su hombro tenía un tatuaje, al ver lo que decía, me quede inmóvil durante un momento; llevaba mi nombre tatuado en su hombro.

Ella noto que estaba algo distante.

No te preocupes-dijo-me lo hice por los buenos tiempos.

¿Segura?

Si, no te preocupes-repitió-quiero sentirte, no te detengas.

Está bien.

Esa noche, hicimos el amor como nunca. Estábamos conectadas en cuerpo y alma. Yo la conocía, sabía que le gustaba y que no. Se dejo llevar, experimentamos y la hice mía.

Me mordía, me apretaba, sus uñas se clavaban en mi piel. Era insaciable. Yo la besaba, la mordía, jugaba con su sexo sin parar y yo sabía que ella lo disfrutaba.

No pares, no te detengas. Sigue por favor-musitaba entre dientes.

Yo hacía movimientos que permitirían retardar el momento y ella gemía.

Decía mi nombre una y otra vez y eso me motivaba más y más.

Estaba devorando su sexo con mi boca, cuando la escuche gemir y sentí como se corría en mi boca.

Enseguida me tomo del cabello y levanto mi cabeza.

Bésame-suplico-.

Yo me senté sobre la cama y ella sobre mí, y nos unimos en un beso, compartí sus fluidos con ella, nos besamos sin parar.

Hasta que ella dejo de besarme y me abrazo. Estaba llorando, sentía sus lagrimas caer sobre mi espalda.

¿Hice algo mal?-pregunte-.

No-respondió-estuviste increíble como siempre.

Que ocurre entonces-insistí-.

Estoy enferma-dijo-tengo miedo, es cáncer.

¿Por qué no lo dijiste antes?

No quería arruinar este momento, cuando te vi supe lo que quería. Extrañaba estar contigo, en parte eso fue lo que me trajo de vuelta. Y también tengo que ver a un especialista, aquí en la ciudad.

¿Quieres que te acompañe?-pregunte.

¿Harías eso por mi?-

Sabes que haría eso y mucho mas-dije-mientras la abrazaba.

Ella asintió, y me devolvió el abrazo.

No tengas miedo-le dije-todo estará bien. Tú estarás bien. Yo estaré contigo.

Luego me acosté y ella se abrazo a mi regazo.

Nos quedamos dormidas.

Las siguientes semanas, estuve con ella apoyándola. El médico le explico, que gracias a dios se le detecto a tiempo y que tenía todas las probabilidades de curarse solo con varias sesiones de quimioterapia.

Estuve con ella durante todo el proceso. Durante ese tiempo, sólo tenía tiempo para ella y para mi trabajo. Tenía semanas sin hablar con Tomas, y sin saber nada de Daniela; no supe si ella estaba molesta conmigo por lo que paso.

Quise llamarla pero no me atreví. La extrañaba y mucho, había algo más. A medida que pasaba el tiempo, pensaba en ella. En su sonrisa, en su voz; la cosa más insignificante me la recordaba, creo que me había enamorado de ella, no me di cuenta de cómo paso.

Sonó mi celular.

Aló-conteste-.

Aló-escuche del otro lado-. Lo reconocí, era Tomás. Me llamaba para ir a almorzar, hablamos un buen rato, quise preguntarle por Daniela pero no tuve el valor. Para finalizar me dijo que lo pasará buscando.

Resolví los asuntos pendientes en la oficina, lleve a Gabriela con el médico, la acompañe mientras se hacia la quimio, hasta que terminó. La lleve al departamento, y le dije que descansara, le preparé el almuerzo, lo guarde en el horno y le avise que iría a almorzar con Tomas.

Eran las 11:30, me fui temprano para darle una sorpresa, su secretaria me dejó pasar. La puerta de su oficina estaba entreabierta.

Hoy viene-le escuche decir-

Y que quieres que haga-alguien le respondió-.

Sé que quieres hablar con ella-siguió-.

No insistas Tomás, no tengo nada que reprocharle, solo me estaba acompañando al evento, llego una de sus amantes y me dejo sola, que podía esperar de alguien como ella.

Te gusta Fabiola y lo sabes, a mi no me engañas-replicó el-.

Al escuchar sus palabras algo dentro de mí se encendió.

Sí, me gusta lo admito, ¿y qué? Eso no me sirve de nada, de seguro ella está viviendo con la tal Gabriela.

Te garantizo que Fabiola tiene una buena explicación que darte por dejarte varada. Déjame hablar con ella.

No, Tomás, no te atrevas.

En ese instante decidí tocar.

¡Toc, Toc! Adelante dijo Tomás. Al verme se emocionó y me abrazo.

¿Llego temprano?-pregunte-.

No, para nada, llegaste en el mejor momento-respondió-.

Daniela, ¿cómo estás? Me acerque y bese su mejilla, su perfume me encanto. ¿Almorzaras con nosotros?-le pregunte-.

No-dijo ella-.

Sí-dijo Tomás-.

Si o no-pregunte-decídanse.

¿Por qué no Daniela?-insistí-.

Ven con nosotros, no te hagas de rogar-agregó Tomás-.

Está bien, vamos-dijo ella-.

Al llegar al restaurant, Tomas recibió una llamada y se alejó para contestar.

Adelante-dije-indicándole que se sentara.

Gracias.

Estuvimos en silencio un buen rato. Hasta que por fin me decidí y le dije:

Perdón, por descuidarte en el evento. Intente comunicarme contigo pero no atendías mis llamadas y decidí no molestarte más.

No tengo nada que perdonarte-dijo fríamente-solo te encontraste con una vieja amiga y te olvidaste de que ibas conmigo, no importa, esas cosa pasan.

No lo veas de esa forma, de verdad fue algo que se salió de control, me deje llevar por el momento, de verdad lo siento.

Por cierto-dijo-¿cuándo te diste cuenta de que te olvidaste de mi, cuando ella tenía su lengua en tu garganta o después, cuando ya no me viste entre la gente?

Realmente me sorprendió su respuesta, sonaba muy molesta. Cuando me disponía a responderle, llego Tomas.

Debo irme, me están esperando-dijo ella-se levanto y se fue.

¡Espera!-dije-pero fue en vano, eso no la detuvo.

Realmente lo arruine no-dije-mientras veía a Tomás.

No te preocupes ya se le pasará. Mejor cuéntame que has hecho estos últimos meses no he sabido nada. Y me entere por Daniela que Gabriela regreso, ¿es cierto?

Si, si es cierto-respondí-se está quedando en mi departamento.

¿Qué? ¿Por qué?-preguntó sorprendido.

Está enferma-dije-.

¿Es grave?

Cáncer-conteste-pero está mejorando, gracias a dios se lo detectaron a tiempo y está siguiendo tratamiento.

Entiendo-dijo-y luego ¿qué?

Se irá. Continuará su viaje por el mundo.

¿Y si decide quedarse?

No lo sé-dije-por ahora solo importa que este bien, de acuerdo. Luego ya veremos que sucede. Y que otra cosa te ha dicho Daniela de mí-pregunté-.

Que bailas muy bien el tango-dijo-. Y ambos nos reímos.

Y así fueron pasando los días. Pasaba tiempo con Daniela y Tomas y lo disfrutaba. Me fui acercando más Daniela, me di cuenta de que era una mujer realmente interesante. Un día me invitó a su estudio, a ver unas fotografías.

Pasa-dijo-ten cuidando, estoy remodelando un poco.

Sí, lo note.

Ven. Es por aquí-ella estiró su mano-y yo la tome para que me guiara.

Entramos al estudio y vi infinidades de fotografías, desde las más extravagantes hasta las más sencillas.

Es realmente hermoso-dije-.

Gracias-contestó-. Luego sin darnos cuenta de cómo paso, estábamos una frente de la otra, muy cerca. No lo pude evitar y la bese.

Luego me di cuenta de que estaba haciendo mal, no podía ilusionarla. Mal que bien yo estaba con Gabriela y Daniela merecía algo mejor.

No, no puedo-y la aparte de mi-perdóname, tu y yo... Eso no puede pasar. Debo irme.

Luego de eso no supe más de Daniela, quería buscarla, pero no podía, sabía que la lastimaría. Y fue cuando decidí, definitivamente, alejarme de ella.

Pasaron muchos días, desde aquel incidente. Gabriela mejoró mucho, hasta que sano completamente. El médico le dijo que debía hacerse chequeos cada seis meses para llevar un control. Ella estaba decidida a seguir con sus viajes y yo lo entendía, nuestra relación siempre fue libre.

La lleve al aeropuerto, su próximo destino, Moscú.

Ve por ella-dijo-.

¿A qué te refieres?-pregunté-.

No te hagas la tonta, se que te gusta esa chica, Daniela, ¿No? Ese es su nombre.

Sí, así se llama.

Entonces qué esperas, búscala habla con ella, antes de que llegue otra y se te adelante.

Ya es tarde-le dije-.

Eso aun no lo sabes-replicó ella-.

No quiero dañarla-dije-.

No lo harás-contestó- luego me beso y abordo el avión.

Cuídate-grité-.

Siempre-respondió ella.

En el fondo sabía que Gabriela tenía razón. Por alguna extraña razón no podía dejar de pensar en Daniela; el hecho de que la hice sentir mal me consumía lentamente.

Mi celular sonó.

¡Aló!

¡Aló!-recibí en respuesta-Soy Daniela. Al escuchar su voz sentí un alivio que recorrió todo mi cuerpo.

¿Cómo estás?-le pregunte-¿Pasa algo?

Estoy bien y ¿tú?-dijo-no, no pasa nada-agregó-solo quería escuchar tu voz y decirte que lo siento.

¿Te lo dijo, cierto?

Sí-respondió ella-.

¿Estás ocupada?

No, ahorita estoy libre.

¿Quieres que vaya a buscarte?

Sí, por favor.

Dime, ¿Dónde estás? Para ir por ti.

En la oficina.

Voy para allá.

Al llegar, ella ya estaba abajo, esperándome. Al verme sacudió su brazo y me acerque para estacionarme. Se subió al auto y me abrazó.

¿A dónde quieres ir?-pregunte-.

Solo conduce-dijo-. A medida que avanzaba ella me indicaba el camino. Llegamos a un parque muy bonito, todo era tan verde y había un contacto real con la naturaleza; en frente del parque había unos edificios gigantescos y elegantes.

Muy bonito-comente-.

Si, realmente lo es-dijo ella-.

Estacione el auto y nos bajamos enseguida.

Ven-dijo ella-quiero mostrarte un lugar encantador, mientras decía eso, tomo mi mano y me guió por el parque.

Llegamos a un sitio donde había un riachuelo, y nos sentamos muy cerca de ahí.

¿Y cómo está ella?-preguntó-.

Saludable-conteste-. Su tono de voz era diferente. Ya se fue de la ciudad-agregue-.

Qué bueno-dijo-. Te llame porque quiero hablar contigo, decirte que me encanta estar contigo, disfrutar de tu compañía, y que me hagas reír. Cuando supe de tu relación con Gabriela, me dije a mí misma que debía alejarme de ti, porque estabas con ella, y sentía que debía respetar eso a pesar de lo que siento por ti. Pero cuando supe las verdaderas razones por las cuales estabas con ella...

¿Qué sucede? Dime la verdad-interrumpí-. ¿Por qué me dices todo esto?

Sucede que soy una tonta-dijo-.

¿Por qué? ¿Paso algo malo?

Sí-dijo-no te espere.

¿No me esperaste?-pregunte intrigada-.

Estoy con alguien más-dijo-. Al escuchar sus palabras un frío invadió todo mi cuerpo; cualquiera podía darse cuenta de ello, mi rostro reflejaba esa sensación perfectamente. Yo sabía que ella tenía derecho a estar con alguien más, que le diera el lugar que ella se merece; pero a pesar de eso tenía la esperanza de que no lo hiciera, lo admito, soy egoísta cuando se trata de ella.

Yo lo siento-prosiguió-de verdad lo siento, estaba molesta contigo, conmigo misma y creo que una cosa llevo a la otra, me refugie en alguien más, perdóname por favor-insistió-.

Me levante de inmediato y le di la espalda; una lagrima cayo de mis ojos. Me seque de tal manera que no se diera cuenta y me coloque los lentes que traía guindados en la camisa.

No te preocupes-dije-estas en todo tu derecho de estar con alguien que te valore, no tengo nada que perdonarte-y con todo el dolor de mi alma, agregue-como tú me dijiste un día, no somos nada, solo amigas y por eso te pido que seas feliz, simplemente; olvidemos esto. Respeto tu decisión.

Sentí como se acercaba poco a poco desde atrás y antes de que pudiera tocarme y decir palabra alguna; me voltee, tome su cara con mis manos y la besé en la frente. Pude sentir como sus ojos estaban bañados en lágrimas. Y sin más que agregar le dije:

Adiós-dije-. Y me fui caminando. La deje ahí, sola, una vez más.

Desde ese día me propuse olvidarla, seguir con mi vida, salía todas las noches; pero aun así no conseguía olvidarla. La relación más larga que tuve durante ese tiempo fue de una semana. Me esforcé más en mi trabajo y obtuve buenos resultados e hice más ejercicios.

Un día, una “amiga”, a la que no veía en mucho tiempo, decidió aparecerse en mi oficina, con entradas para la inauguración de un nuevo club en el centro de la ciudad, era muy exclusivo.

Sandy, ese era su nombre. Sandy era el tipo de mujer relajada, eso me recordaba un poco a Gabriela.

Llegamos al lugar y resulto ser mejor de lo que esperaba, los hombres y mujeres que allí se encontraban, eran bellos en su totalidad, cuerpos tonificados, tenían dinero. Era un club realmente exclusivo.

Sandy empezó a bailar, y me jalo con ella. Bailamos toda la noche. Me relaje. Y por un momento vi la oportunidad que tanto había anhelado, la oportunidad de no pensar en Daniela, aunque fuera por un pequeño instante. Y cuando por fin creí que lo lograría, el destino, Dios o quizás el karma, me lo impidieron. Ahí estaba ella, no muy lejos de nosotras, bailando con un grupo de mujeres, recordé sus palabras “estoy con alguien más” y pensé que estaría con su pareja. Le dije a Sandy que quería descansar y asintió.

Está bien, vamos busquemos una mesa, de pronto vi a Tomás, el me miró, yo supe al instante que estaba con ella. Le hice una seña con mi cabeza para que se acercara a hablar conmigo.

¿Qué haces aquí?-preguntó-.

¿Qué te parece que hago en un sitio como este? No vine aquí a jugar al té-le dije-.

¿Qué pretendes? Daniela está conmigo, la lastimaste Fabiola, eso no se hace.

¿Tú crees que no lo sé? Si hubiese sabido que vendrían, ni me aparezco por aquí, es más me iré antes de que me vea. Adiós.

Adiós, avísame cuando llegues a casa-exigió Tomas.

Está bien-dije-. Pero ya era demasiado tarde, Daniela se acerco a Tomas, al principio no me reconoció pero luego se dio cuenta de que era yo, me vio agarrada de manos con Sandy; se acercó a mí en una actitud desafiante y lo único que pude sentir fue un ardor que desde mi mejilla recorrió todo mi cuerpo.

Me abofeteó, no lo podía creer....