Un amor inesperado
Posando un dedo sobre mis labios me hizo callar. Ella volvió a sonreír. Te amo-dijo- no hay nada que pueda alejarme de ti, ni siquiera tus miedos. No tengas miedo de mi amor. Si estas rota, déjame unir todos los pedazos y sanarte.
Hola! que tal? Quiero agradecer que te tomes el tiempo de leer mi relato... Soy nueva en esto, y la verdad no se que tan bueno sea jeje :P sabré apreciar tus críticas. Espero lo disfrutes...
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¿Por que eres así? -Preguntó- ¿Por qué eres tan fría?
No siempre lo fui, sabes; pero ahora no importa.
Si, si importa porque quiero saber que paso contigo. Quiero saber porque cuando estamos tan cerca, a un paso de que te abras a mi, colocas una barrera. Tu problema es...-hizo una pausa y nos quedamos ahí en medio de ese silencio que inundó toda la habitación-que tienes miedo de confiar en mí, de amarme como te amo yo.
Al escuchar sus palabras un frío intenso recorrió todo mi cuerpo y de pronto estaba inmersa en mis pensamientos. Por una parte tenía razón. Y ahí estaba yo inmutable ante cualquier cosa que no fuera su voz o su contacto. No sé cómo, pero lo dije... Siempre supe que ella era diferente, que valía la pena.
Eso no es verdad-conteste-mientras salía de mi trance.
¿El qué?-Preguntó extrañada-.
No tengo miedo de amarte. Porque te amo igual o más de lo que me amas tu a mí.
A pesar de que no podía ver su rostro sabía que mis palabras provocaron en ella una sonrisa. Pero a pesar de eso no dijo nada. Mi problema, como tú dices, -continué- es que así como eres mi fuerza, también eres mi debilidad. Tengo miedo, sí. Pero de perderte...
Antes de que pudiera continuar. Se levantó de mi pecho, se posó frente a mí y con sus manos sostuvo mis mejillas, me miró- hacía mucho tiempo que no contemplaba una mirada como esa, con lágrimas en los ojos y un sentimiento profundo de amor y satisfacción- y antes de que pudiera decir algo, la interrumpí...
De que veas cómo soy en realidad y decidas alejarte. Que no lo entiendes-le dije, mientras la tomaba de las manos-, yo te pertenezco, en cuerpo y alma, no hay nada que no haría por ti. Estando contigo me siento vulnerable, me has atrapado, te has metido en mi piel y te seguiría hasta el fin del mundo si fuera necesario. Pero estoy rota, yo...
Posando un dedo sobre mis labios me hizo callar. Ella volvió a sonreír. Te amo-dijo- no hay nada que pueda alejarme de ti, ni siquiera tus miedos. No tengas miedo de mi amor. Si estas rota, déjame unir todos los pedazos y sanarte.
Quiero que sepas que me has cautivado, yo me sentía vacía y tú al llegar a mi vida cambiaste por completo mi realidad. Has hecho de mi una mejor persona, me enseñaste que en el amor lo imperfecto se vuelve perfecto y que cuando estas con la persona que realmente amas y te ama, nada más importa. Y si te sientes vulnerable; dime qué quieres hacer para que esa sensación desaparezca y lo hacemos juntas...
Yo tome su mano, la aleje de mis labios y antes de que pudiera terminar, la besé. Fue beso cálido y pasional, sentí sus labios en los míos y el mundo se detuvo. No importaba nada más, solo ella y yo.
Quería contemplar su desnudez, abrazarla, tocarla, sentirla y no dejarla jamás.
Poco a poco comencé a sentir como sus labios iban cediendo a los míos, en cuestión de segundos sentí su lengua abrirse paso dentro de mi boca, y al instante siguiente la tome por las piernas y la senté sobre mí.
Ahora era ella quien tenía el control sobre mí, estaba completamente vulnerable y abierta a todos sus deseos. Hasta que me di cuenta que tenía esa sensación. La detuve, pero eso no le importo.
Déjate llevar- me dijo-.
Y sentí de nuevo como sus labios se unían con los míos, los mordía suavemente y a la vez pude sentir como esbozaba esa sonrisa, que sin darme cuenta me enamoró.
Sus manos sostenían mis rostro, y las mías recorrían cada espacio de su cuerpo; sentía como se erizaba con cada caricia, cada beso se volvía mas tierno y suave.
Hazme tuya- musitó-.
¿Estás segura?- pregunte-.
Sí- respondió-.
Empecé a descender sobre su cuello, besándolo y acariciándolo.
En pocos segundos yo estaba sobre ella, besándola; mientras que al mismo tiempo sentía como sus manos buscaban desesperadamente quitar mi camiseta.
Déjame hacerlo- le dije-.
No, déjame, quiero hacerlo yo. Quiero sentir cada parte de tu piel.
Y así lo hizo, me quito la camisa, sin dejar de besarme y empezó a acariciarme. Sus caricias eran un tanto nerviosas, pero a pesar de eso, su cuerpo emanaba seguridad.
Luego se recostó otra vez y fui bajando de su cuello a su abdomen, poco a poco.
Su cuerpo parecía una bomba de tiempo, con cada beso se estremecía de una manera que no había visto antes, sentí sus manos jalar y al mismo tiempo, apretar mis cabellos.
Al llegar a sus senos los contemple, durante un momento, eran perfectos, estaban erizados y eso me encanta, ella lo sabe.
La miré; y al encontrarme con su mirada, fue algo mágico sabía lo que yo quería y lo que ella también quería.
Hazlo- dijo, sin titubear-.
Con mi boca, bese cada uno de sus senos, les di pequeñas mordidas, con los labios; hasta que la sentí estremecerse.
Fui bajando lentamente, con mis labios y mi lengua, recorría cada parte de ella. Y así fue toda la noche.
Éramos libres, nos amamos sin control, en ese momento solo importábamos las dos.
Llegue a su sexo, y no lo pensé dos veces, antes de sumergirme en el, era suave, carnoso y tenia un sabor agridulce. Con mi lengua empecé a jugar sin parar, y su cuerpo respondía, se encorvaba y producía gemidos.
Estaba muy húmeda, tenía una explosión de sus fluidos en mi boca. Sentí como apretaba las sábanas, y lo supe, no debía detenerme por nada del mundo. Hizo un movimiento de cadera que permitió sentirla más, y fue en ese instante cuando se corrió en mi boca; había llegado al orgasmo...
Continuará...