Un amor inesperado (8)

...el beso se volvió interminable: la lengua de una enredándose en la de la otra, danzando lujuriosamente, entrando y saliendo en perfecta sincronía; sus alientos se mezclaron inevitablemente, una sentía la humedad y el calor de la boca de la otra...

Conforme fue pasando el día, ambas mujeres se sentían cada vez peor; a ambas, las dominaba el miedo por lo que sentían: Camila estaba totalmente segura que no le importaba a Valentina y pensando como sacarse ese amor que silenciosamente se fue abrigando en su corazón; Valentina, con la creencia de que Camila sufría por Bárbara y no sabía como reprimir ese sentimiento que aún no reconocía como amor.

  • Porqué es tan complicado el amor? –se preguntó Camila
  • Qué es en realidad lo que siento por ella? –se cuestionó Valentina
  • En qué momento me enamoré de mi jefa? –se lamentaba Camila
  • Será que es amor? O solo es que la deseo demasiado? –reflexionaba Valentina
  • Y si lo vuelvo a intentar?, en realidad no lo he intentado mucho, aunque… con esa cara de pocos amigos de Valentina, francamente no me dan muchas ganas –pensó Camila
  • Y si me sacudo el miedo y hablo con ella?, o me le acerco, le planto un beso y me la llevo a la cama? tal vez lo de Bárbara no sea tan importante como pienso… -se dijo a sí misma Valentina.
  • No, mejor no, pasar otra semana como la anterior, yo toda sonriente y ella que ni me fuma?? no, no y no! –se respondió Camila
  • No! Para que me vuelva a decir que la fastidio?, definitivamente no!, no voy a pasar por un mal rato igual al de ayer! – pensó Valentina con cierto coraje
  • Al demonio con ella!, me dedicaré a mi trabajo y dejaré de pensar tonteras –pensaron ambas casi al mismo tiempo.

El lunes siguiente, trajo consigo una ardua jornada de trabajo; a lo largo del día, surgieron diferentes problemas en la implementación del programa, haciendo que ambas mujeres se sumergieran de lleno en sus tareas, olvidándose momentáneamente de los sentimientos que tanto las inquietaban, sirviendo esto para relajar un poco el tenso ambiente que se había creado en torno a las dos; durante algunas horas, el programa diseñado se bloqueó por completo, y tanto Valentina como Camila, se avocaron a resolver el problema, asombrando a los ingenieros de su cliente por la habilidad que ambas exhibieron.

De regreso al hotel, Valentina le preguntó a Camila como había visto las fallas del programa, y si consideraba que éstas se debían a una mala instalación o si se debían a un mal diseño del mismo; después de una charla plagada de cuestiones técnicas, ambas mujeres llegaron al hotel; al despedirse Camila de Valentina en el lobby, ésta le pidió que continuaran la charla en el restaurante, mientras tomaban un café o cenaban, a lo que Camila accedió de buena gana.

  • No te emociones chica, solo es algo laboral –pensó Camila, emocionada ante la perspectiva de pasar unos minutos mas con su jefa;
  • Qué hermosa se ve hoy –pensó Valentina mientras observaba a la rubia;
  • Me gusta su boca, y tan rica que sabe –se dijo Camila mientras recorría con su verde mirada el rostro serio de Valentina, quién se encontraba concentrada en el menú
  • Y bueno Camila, entonces como ves el programa? –prosiguió Valentina retomando la charla que habían tenido con anterioridad una vez que a ambas les habían servido sus platillos.
  • Pues… creo que igual y sean fallas en la implementación, siento que no son problemas de diseño y supongo que esta prueba piloto nos dirá con precisión que está bien o que está mal, o no? –comentó Camila mientras se llevaba a la boca una fresa de las que venían en su ensalada de fruta
  • Ahh! (Dios! Que sexi se ve mordiendo esa fresa!) pues… yo creo que si verdad? –dijo Valentina sin poder apartar la vista de la boca de la rubia.
  • O tu crees que si sea un problema de diseño??, a ver… tu dime, tu lo diseñaste –preguntó Camila llevándose ahora una cereza a su boca.
  • Eh?... pues… no… no creo que sea un error del diseño… yo… mmm…. Pues… -balbuceo Valentina mientras sentía que se le erizaba la piel mientras veía el rojo manjar desaparecer entre los carnosos labios de Camila;
  • Tu que? Anda dime, si no es un error de diseño que es? –preguntó Camila mientras mordisqueaba un trozo de manzana y miraba fijamente a su jefa
  • Pues… creo que tienes razón… igual si es una falla en la implementación –respondió Valentina mientras sentía que se perdía en esa verde mirada, imaginándose a Camila como una desnuda Eva al verla mordisquear la manzana;
  • Aja! Eso que quiere decir? Que estamos instalando mal o que la gente del cliente está operando mal el programa? –cuestionó la rubia mientras saboreaba un pedazo de durazno bañado con miel;
  • Quizá un poco de ambas cosas –contestó Valentina observando fijamente los labios de la rubia mientras sentía que sus latidos se aceleraban;
  • Mmmm… y como vamos a saber donde está la falla? –preguntó Camila mientras chupaba uno de sus dedos, en el que había quedado un poco de miel;
  • Ahhh…. Uhhh… pues… buena pregunta –atinó a contestar Valentina mientras sentía que la respiración le faltaba -Me disculpas? No me siento bien, pide por favor que me carguen la cuenta a la habitación, me retiro, hasta mañana –remató Valentina levantándose rápidamente.
  • Si claro! –respondió una sorprendida Camila.

Valentina salió casi corriendo del restaurante ante la atónita mirada de Camila y algunos comensales; una vez que se cerraron las puertas del elevador, apoyó la cara en la pared del mismo: vio su imagen reflejada en los espejos que la cubrían y se sorprendió verse sonrojada, con los ojos brillantes y la respiración agitada.

  • Por Dios Valentina! Pareces una adolescente, como es posible que te hayas puesto así viendo a Camila comer un inocente plato de frutas caramba! –se reprochó.

Una vez en su habitación, intentó olvidarse de la rubia, pero era imposible; se sentía demasiado excitada, húmeda, inquieta y sobre todo, con unas ansias locas de besarla, de tener su cuerpo desnudo enredado en el suyo; puso una almohada en su cara, en un vano intento de tranquilizarse, pero realmente se encontraba muy excitada; decidió que un baño de agua helada le ayudaría a ahuyentar sus pecaminosos deseos y poniendo manos a la obra, mientras sentía el chorro de agua fría cayendo por su cuerpo, sintió ardientes lágrimas rodar por sus mejillas. No podía seguir así, sentía que acabaría enloqueciendo, por lo que decidida a terminar de una vez con sus dudas, salió del baño, se enfundó en la bata de baño del hotel y abrió la puerta de su habitación… grande fue su sorpresa al encontrarse cara a cara con Camila, quién tenía la mano al aire, como si estuviera a punto de tocar.

  • Camila! Que haces aquí?
  • Eh??... pues… vine a ver como estabas… como dijiste que no te sentías bien… quise sabes que te pasaba;
  • Que me pasa? Ja! Quieres saber que me pasa? –dijo Valentina soltando una irónica sonrisa;
  • Pues si… qué te pasa?
  • Me pasa esto –dijo Valentina jalando hacía el interior de la habitación a la sorprendida Camila

Todo el deseo contenido en esos días se desbordó en ese beso; Valentina comía con ansia los labios de Camila, quién no atinaba a reaccionar ante el inesperado ataque de su jefa; la pequeña boca de Valentina recorría una y otra vez los carnosos labios de la rubia, los que, como si tuvieran vida propia, iniciaron su recorrido por la boca ansiosa de Valentina, quién abrazaba con fuerza a Camila, dejando pasear sus manos por la pequeña espalda, arrancándole ligeros estremecimientos a su dueña; el beso se volvió interminable: la lengua de una enredándose en la de la otra, danzando lujuriosamente, entrando y saliendo en perfecta sincronía; sus alientos se mezclaron inevitablemente, una sentía la humedad y el calor de la boca de la otra; sus manos, ansiosamente se prodigaron caricias mutuas; Camila, aún sin poder reaccionar solo se dejaba llevar por ese cúmulo de sensaciones que la hacían sentir que volaba; sentía las manos de Valentina recorriéndola una y otra vez, vagando por su espalda, por su trasero y sus caderas, hasta llegar al punto en que éstas resultaban insuficientes para apagar el fuego que voraz avanzaba por su cuerpo, mientras sus manos golosamente se enredaban en el cabello obscuro de Valentina, después de haber recorrido sus mejillas y su nuca; sus cuerpos se frotaban uno contra otro, en una muda danza que provocó que la bata de Valentina se abriera, dejando su desnudo cuerpo completamente expuesto a la ávida mirada de Camila, quién no podía creer lo que veía: la piel blanca de Valentina, ligeramente bronceada, sus senos medianos y firmes, plenos, coronados por un par de pezones pequeños que en ese momento apuntaban desafiantes hacía ella y que por fin podía ver en todo su esplendor, tal y como lo había estado deseando; su vientre plano, que antecedía a un pubis coronado por una delicada línea de vellos, todo sostenido por un par de hermosas piernas; semejante visión hizo que Camila, sin pensarlo dos veces, tomara con sus manos la breve cintura, viajando hacía su espalda y bajando después hacía el duro trasero, arrancando un ardiente gemido de Valentina.

  • Camila, te deseo –dijo con sus labios pegados al oído de la rubia

La declaración del deseo de Valentina, de manera increíble, actúo como un extinguidor de la calentura de Camila; no!, no quería ir a la cama con su jefa solo porque ésta la deseaba; sin saber ni como, se separó de ella, mirándola fijamente a los ojos:

  • Me deseas? –preguntó deseando oír algo mas;
  • Si –respondió una jadeante y excitada Valentina;
  • Solo eso? –volvió a preguntar anhelando oír que no solo la deseaba, sino que también sentía algo mas por ella;
  • Si –confirmó Valentina mientras sus labios recorrían el tibio cuello de la rubia.

Sintiéndose profundamente decepcionada, Camila solo atinó a soltar a Valentina, quién incrédula apenas alcanzó a escuchar a la rubia decir:

  • Buenas noches jefa, no estoy interesada en revolcarme contigo, lo siento! -mientras salía a toda prisa de la habitación;

Un inesperado escalofrío recorrió el desnudo cuerpo de Valentina, quién no sabia bien a bien que demonios había sucedido; cerró la bata en un infructuoso intento de recuperar el calor que minutos antes había sentido al contacto con el cuerpo de Camila; se sentó en su cama, estupefacta, pues realmente no lograba comprender que era lo que había pasado: segundos antes, estaba comiéndose a besos a la hermosa rubia y ahora estaba sentada, totalmente pasmada y sola, en su cama, preguntándose que hizo mal. Después de mucho pensarlo, llegó a una conclusión: Camila no estaba interesada en ella, de ninguna manera, y cualquier cosa que hiciera para llamar su atención, simplemente sería una pérdida de tiempo.

Sin poderlo evitar, el llanto bañó su rostro; se sentía tan sola y tan perdida, se recostó en la cama, abrazando su cuerpo, mientras reflexionaba en que no era justo que se sintiera así; porque sentía ese dolor? Porque ese vacío en su estómago?... como un fogonazo, la verdad llegó a su cerebro: estaba enamorada de Camila; lo que ella llamaba deseo, no era mas que un profundo amor por la hermosa rubia que minutos antes la había mandado al demonio; saber eso, hizo que se sintiera peor… ahora que iba a hacer? El deseo y la pasión eran emociones que de algún modo podía mantener bajo control, pero el amor?.... Cómo controlas al amor?... Cómo puedes hacer que tu corazón deje de latir alocadamente ante la presencia del ser amado?... Cómo logras no sentir ese aleteo en el estómago cuando tu mirada se cruza con la de tu amor?... Cómo logras no sentirte perdida sin su presencia?... y sobre todo, cómo logras continuar tu camino sabiendo que no le importas?... Valentina se sentía muy desdichada, pues la reacción de Camila le dejaba muy claro que sus intereses amorosos se encontraban en otro lugar, tal vez depositados en la sexi Bárbara; sintió como el aguijonazo de los celos lastimaba su corazón… aunque… pensándolo bien… había respondido con mucho entusiasmo (demasiado para su gusto) al beso que le robó; la sintió vibrar entre sus brazos y vio la lujuria brillar en su verde mirada, pero… quizá solo se dejó llevar por el momento; en medio de estos pensamientos y su confusión, el cansancio la fue venciendo hasta que se quedó profundamente dormida, mientras sus sueños eran invadidos por una pequeña hechicera de ojos verdes.

Mientras tanto, Camila había llegado a su habitación sintiendo una extraña mezcla de sentimientos; por un lado sentía alegría al saber que Valentina la deseaba, se sentía feliz por haber compartido ese beso tan apasionado con ella, por haber disfrutado de la vista de su hermoso cuerpo desnudo, pero por otro lado, se sentía trise, pues tenía muy claro que no era mujer de acostones y eso era exactamente lo que su jefa buscaba; recordó lo vivido con Bárbara y cómo se había emocionado ante la posibilidad de tener una relación estable y en forma con una mujer que fuera todo para ella: su amiga, su novia, su amante, su compañera; recordó también lo que sintió a la mañana siguiente después de haber compartido una noche de pasión y la cama de la sensual colombiana, y no, definitivamente no quería volver a sentir esa desagradable sensación de vacío; sabía a la perfección que lo que sentía por Valentina no era simple deseo, iba mas allá: estaba enamorada de ella, pero no por eso, le permitiría utilizarla como un objeto de su pasión; tenía la certeza de que su amada jefa la deseaba, lo había visto en sus obscuros ojos, lo había sentido en sus lujuriosos besos, pero… no era suficiente. Quizá era una locura pretender mas, pero ella quería el paquete completo: vivir su sexualidad a plenitud con una mujer que no la viera solamente como un trozo de carne, sino que también la amara, la cuidara y fuera su compañera en el difícil camino de la vida, y que por supuesto, le permitiera a ella amarla y cuidarla en la misma medida. Suspirando, pensó que esa mujer definitivamente no sería Valentina; su jefa solo la deseaba y eso no llenaba sus expectativas, no se entregaría a ella, pues acabaría con el corazón hecho pedacitos (acaso no lo tenía ya?) ya que se conocía y sabía perfectamente que no soportaría la mirada indiferente de Valentina a la mañana siguiente y mucho menos, toleraría un discurso semejante al de Bárbara; en medio de todos estos pensamientos, el cansancio la fue venciendo hasta quedar profundamente dormida, aunque su sueño se vio perturbado por una hermosa bruja de cabello oscuro que la perseguía con su irónica sonrisa.

La mañana siguiente, sorprendió a las dos mujeres profundamente decididas a algo: olvidarse de la otra, pues esa sería la única manera de mantener a salvo su corazón; satisfechas por haber llegado a una concusión, y con la firme convicción de que alejarse sería lo mas sano, se encontraron en el lobby del hotel, donde Valentina, antes de salir, quiso disculparse con Camila:

  • Ingeniera, me gustaría ofrecerte una disculpa por lo de anoche –dijo esbozando su mejor sonrisa;
  • Ah! No te apures jefa, suele pasar cuando se queda una sola en una ciudad extraña, olvídalo, no hay problema ok? –respondió Camila
  • Ok, realmente me apena lo que sucedió y no quisiera que eso influyera de manera negativa en nuestra… relación laboral, fue un simple lapsus –agregó educadamente Valentina;
  • Para nada, así que olvídate del asunto, yo por mi parte, si te vi ni me acuerdo como dicen por ahí –remató Camila mientras avanzaba hacía la salida;
  • Púdrete! –pensaron ambas al mismo tiempo, heridas ante la indiferencia de la otra.

La "cordial" charla dio pauta para que el resto de la semana el ambiente entre ambas se relajara un poco, aunque no del todo; las furtivas miradas en ambas direcciones eran inevitables; por mas que Valentina lo intentaba, no podía evitar quedarse embobada cada mañana al ver a Camila; por su parte, ésta tampoco tenía mucho éxito cuando intentaba no estremecerse por las mañanas cuando bajaba y veía la curvilínea figura de Valentina; así llegó el último sábado de su interminable estancia en Monterrey.

El programa en su fase piloto había estado funcionando sin problemas, por lo que era el momento de regresar al DF; ese sábado, el Ing. Saúl Román, quien era el responsable del proyecto y enlace con el cliente, decidió invitarlas a cenar, negándose ambas en un inicio, pues querían regresar a la brevedad posible, pero ante la insistencia de éste e intentando no verse groseras, accedieron; así, ambas regresaron al hotel donde se esmeraron en su arreglo personal; Valentina optó por usar un vestido negro, con un escote discreto y a la rodilla que lo que hacía era resaltar mas aún sus bien guardadas curvas; Camila por su parte, se decidió por un vestido verde, a tono con sus ojos, también con un discreto escote pero que se pegaba como una segunda piel a su hermoso cuerpo; ambas decidieron aplicar un discreto maquillaje, algunos accesorios y un toque de perfume.

Cuando se encontraron en el lobby del hotel, no pudieron evitar devorarse con la mirada:

  • Que bien te sientan los vestidos jefa –dijo Camila mientras acariciaba con la mirada el cuerpo de Valentina;
  • Si?, gracias- respondió Valentina con seriedad;
  • Deberías usarlos mas seguido, realmente te ves muy bien –dijo una absorta Camila
  • Ah!, bueno… -dijo Valentina sonrojándose- tu también te ves linda, tu vestido combina con tus ojos;
  • Si, de hecho por eso me gustó, eso mismo pensé cuando lo compré –respondió Camila con una amplia sonrisa;
  • Pues que bueno que lo compraste, se te ve… muy bien –dijo Valentina mientras clavaba su mirada ansiosa en Camila, elevando su ceja derecha como acostumbraba;
  • Gracias –dijo Camila mientras sus ojos brillaban observando a la sonrojada Valentina;
  • Bueno, bueno, basta ya! Si seguimos aquí pasaremos la noche diciéndonos lo lindas que estamos, así que en marcha –dijo abruptamente Valentina;
  • Jajaja! Está bien jefa, lo que Usted mande –respondió Camila haciendo un saludo militar y adelantándose a Valentina;
  • Jajajaja! Y ese saludo?, que puntadas tienes Camila! –rió Valentina;
  • Ohh bueno! Se me ocurrió… eres muy… rígida, jeje! Ahora entiendo porque Bárbara te dice nazi –dijo Camila sin pensarlo;
  • Queee?... Nazi?, me dice nazi esa… mujercita?? –cuestionó Valentina sintiendo que la rabia la invadía;
  • Ups!... perdón… yo… no quise decir… -balbuceó Camila
  • Olvídalo, camina, vamos tarde –dijo Valentina en un tono seco, apurando el paso
  • Maldición porque abrí la bocota! –pensó Camila mientras casi corría detrás de la enojada Valentina.

Un tenso silencio se hizo a bordo del taxi que las llevaba al lugar donde se verían con Saúl; ambas dirigieron su mirada hacía su respectiva ventana; Camila maldecía una y otra vez su boca floja, cómo se le ocurrió decirle eso a Valentina, era tonta o que?; por su parte, Valentina intentaba contener la ira, ya se imaginaba a Bárbara, compartiendo la cama de Camila diciéndole que era una nazi, grrr! Definitivamente tenía ganas de ahorcar a la morena, aparte de zorra, interesada y convenenciera, ahora le salía creativa, bah!. Después de un corto trayecto, llegaron por fin a su destino; ahí, Saúl ya las esperaba y no pudo contener lanzar un pequeño silbido cuando las vio llegar:

  • Wow! Que par de guapas eh!, hoy soy el hombre mas envidiado del lugar –dijo esbozando una amplia sonrisa y saludando a cada una;
  • Gracias –respondió Valentina en un tono cortante;
  • Gracias por el cumplido –respondió Camila alegremente;
  • Mmm… creo que venimos de mal humor eh? –dijo Saúl observando fijamente a Valentina;
  • No, para nada, solo un poco cansada, pasamos? –respondió ésta suavizando el tono tratando de ser amable, después de todo, él no tenía la culpa de su malestar.
  • Sale señoritas, pasemos, ya tengo reservada la mesa –dijo amablemente Saúl.

Durante la cena, Valentina intentó relajarse y disfrutar la charla, pero no podía evitar sentirse molesta, primero por lo que Camila le dijo y luego, porque veía a ésta sonreír abiertamente con Saúl; estaba encantada con él por lo visto, reía de todos sus chistes bobos y sus verdes ojos brillaban alegremente; debía reconocer que era un tipo atractivo: alto, moreno, cabello negrísimo muy corto, un bigote perfectamente recortado y una sonrisa digna de comercial de pasta dental acompañaban a un cuerpo atlético; él por su lado, también se mostraba fascinado con Camila, le coqueteaba descaradamente y no se cansaba de acariciarla con los ojos, situación que irritaba cada vez mas a Valentina; vaya con el tipo! Es un baboso! Que tanto le ve a Camila?, acaso nunca había visto a una rubia sonreír o que le pasaba?

  • Que les parece si vamos a escuchar música y tomar la copa chicas? –dijo sorpresivamente Saúl
  • Si, me encanta la idea –dijo Camila alegremente
  • No, gracias, estoy un poco cansada –respondió Valentina
  • Ups! Entonces? Si o no? –preguntó un divertido Saúl, viendo a una y a otra alternadamente;
  • Anda Valentina, vamos, te hace falta relajarte si? –dijo Camila viéndola con una mirada suplicante;
  • Ehh?... pues… -balbuceó Valentina desconcertada ante la mirada de la rubia;
  • Si Vale, anímate, conozco un lugar donde tocan trova y está genial, además aún es temprano, apenas son las 11 de la noche –insistió Saúl.
  • Si, por favor, di que si, si? –volvió a la carga Camila, con una mirada digna del gato de Shrek;
  • Ok, ok, no me hagan sentir como el ogro malo del cuento, vamos pues –dijo Valentina mas convencida por la dulce mirada de Camila que por las ganas de ir.

Salieron del restaurante y una vez ante el vehículo de Saúl, éste galantemente abrió la puerta delantera, invitando a Camila a subir a él, en tanto que Valentina resignadamente se tuvo que ir en la parte trasera; todo el trayecto, que no llevó mas de quince minutos, Saúl y Camila charlaron alegremente, la rubia no paraba de reír ante las múltiples ocurrencias del fulano, que debía reconocer Valentina, resultaba bastante simpático, pero a ella la tenía harta; cuando por fin llegaron al lugar, le agradó de entrada la decoración tipo lounge, la media luz y sobre todo, que el sonido era lo suficientemente moderado como para disfrutar la música y disfrutar una buena charla; pensó que quizá si no estuviera Saúl, podría estar platicando tan a gusto con Camila…. Basta Valentina! Deja de divagar… quedamos en que te olvidarías de la rubia ok? –se dijo a sí misma con enfado.

Camila mientras tanto, disfrutaba con la compañía de Saúl; siempre es agradable para el ego de cualquiera tener a un hombre joven y guapo al pendiente de tus gestos, o no?; de reojo, veía a Valentina, en cuyo rostro se reflejaba la molestia mal disimulada, era notorio que su jefa no estaba a gusto y eso le generó cierta inquietud, aunque… a ella que carajos le importaba lo que hiciera o dejara de hacer Valentina?; sin embargo, no pudo evitar sentirse mal, ya que mientras ella trataba de pasarla genial, era obvio que Valentina lo estaba pasando fatal; repentinamente pensó en qué sería si ambas estuvieran solas en ese agradable sitio, escuchando trova, acompañadas por una copa de vino?, Valentina estaría tan de mal humor? O estaría un poco mas alegre?; tan repentinamente como lo pensó, Camila desechó tales ideas, pues la cara de pocos amigos de su jefa, definitivamente no ayudaba en nada, por lo que después de un rato y dos tequilas, decidió que ya era hora de retirarse:

  • Saúl, creo que ya es hora de irnos, son la una y media de la mañana y nos toca viajar temprano;
  • Oh cierto, ni hablar, Valentina, quieres retirarte? –preguntó Saúl
  • Si claro, tiene razón Camila, salimos al rato en el vuelo de las dos de la tarde, vámonos ya –respondió Valentina.

Después de pedir la cuenta, el trío salió del lugar, abordando de nueva cuenta el auto de Saúl yéndose otra vez Camila como copiloto en tanto Valentina se acomodaba en la parte trasera; esta vez no hubo charlas ni sonrisas, todos iban silenciosos escuchando la agradable música de jazz que le daba un toque un tanto romántico al ambiente; Valentina suspiró pensando en lo rico que sería poder bailar esa música abrazando el pequeño cuerpo de Camila, cerrando los ojos, se imaginó a sí misma meciéndose al compás de la melodía con su cuerpo pegado al de Camila, absorbiendo su olor floral que tanto le gustaba, pensó en lo delicioso que sería besar esos labios, sentir su calor y su humedad en su boca; en tanto Camila, con la cabeza apoyada en el respaldo de su asiento, cerró los ojos y se preguntó que se sentiría hacer el amor con Valentina con esa música de fondo; se vio a sí misma desnuda, enredando su cuerpo con el de ella rodeadas de unas románticas velas. Pérdidas en sus pensamientos, sin apenas darse cuenta, llegaron al hotel, volviendo bruscamente a la realidad; Valentina bajo de inmediato, se sentía demasiado sensible y no tenia ganas de charlas ni despedidas, así que con un simple gesto, se despidió de ambos con un seco, hasta mañana! y entró con rapidez al hotel, en tanto Camila descendía del auto ayudada por un caballeroso Saúl, que la tomó de la mano y sin soltarla, la acompañó al lobby del hotel.

  • Me la he pasado excelente Camila –dijo Saúl sin soltar la mano de la hermosa rubia;
  • Yo también Saúl, muchas gracias por la invitación –respondió Camila rescatando su extremidad;
  • Cuando gustes, lástima que tengas que marcharte, si no fuera por eso… -dijo Saúl viendo fijamente a Camila;
  • Oh! Je! Si, lástima verdad?, pero en fin, ya me tocará venir en uno o dos meses eh! –dijo Camila nerviosamente;
  • Y que tal si antes te visito en el DF?, te gustaría? –dijo Saúl acercándose a Camila;
  • Uhh! Pues… en realidad… no se… -dijo Camila viendo como él se inclinaba peligrosamente hacía ella;
  • Camila, toda la noche he querido hacer esto –dijo Saúl uniendo sus labios a los de ella mientras la abrazaba contra su cuerpo;

Ante lo inesperado del beso, Camila no atinó a reaccionar, limitándose a sostenerse en los fuertes brazos de Saúl; sintió sus labios un tanto rasposos y su bigote le causó cosquillas, haciendo del beso una experiencia hilarante mas que erótica; cuando sintió la lengua húmeda de Saúl intentando abrirse paso en su boca, Camila decidió que ya era suficiente, no le agradaba ni un poquito el asunto, así que separándose con rapidez, se despidió cortésmente de Saúl, dejándolo un tanto desconcertado; al girar para ir hacía los elevadores, sintió que la sangre se le helaba en las venas: Valentina estaba de pie ante el mostrador de la recepción, con el rostro desencajado, lanzándole una mirada asesina.