Un amor inesperado (7)

...inevitablemente sus manos, dueñas de su propia voluntad, recorrieron los dorados muslos, sintiendo como su piel se erizaba ante su contacto...

A la mañana siguiente, ambas mujeres, en un mudo acuerdo, omitieron tocar el tema de lo ocurrido la noche anterior; todo el día transcurrió en medio de cierta tensión entre ellas, y cuando sus miradas se cruzaban furtivamente, una u otra apartaba la vista con rapidez; Valentina se sentía sumamente incómoda; a la luz del día le quedaba mas que claro que era una locura lo que le estaba pasando; existían muchas razones para pensar que una relación con Camila (de la índole que fuera) era impensable, en el trayecto de la empresa al hotel, Valentina se permitió enumerarlas mentalmente: una, Camila era su subordinada, dos, era casi diez años mas joven, tres, tenía una relación con Bárbara, cuatro, ella buscaba una relación estable y a largo plazo, Camila probablemente, siendo tan joven, lo último que querría sería amarrarse a una vieja amargosa como ella y además, ya no estaba como para andar probando y menos, para arriesgarse a acabar con el corazón roto como casi le había sucedido con Bárbara. Después de enumerar todos los inconvenientes, Valentina pensó que lo mas sano para su paz mental era olvidarse de Camila (al menos en un plano romántico) y evitar roces y por supuesto, besos; tendría que reforzar su gruesa capa de indiferencia, lo cual no sería problema si se concentraba exclusivamente en el proyecto que las había llevado a Monterrey; decidida a no permitir que las cosas se salieran de control y satisfecha por haber encontrado una solución a su dilema, Valentina esbozó una sonrisa mientras bajaba del auto que la llevó al hotel.

Camila mientras tanto, durante el trayecto, pensó en que era lo que le sucedía con su jefa; el beso compartido la noche anterior, le dejó muy claro que deseaba a Valentina; se sentía a gusto con ella, era una mujer madura y estable emocionalmente, si bien le llevaba casi diez años, consideraba que eso era genial, dado que ella en ocasiones tenía algunos arranques infantiles y que la madurez que la edad le daba a Valentina, sería un elemento importante en cuanto al equilibrio de una relación; una relación? Vaya! Pensó Camila sorprendida, así que ya estaba pensando en una relación con su jefa? La idea que en un principio le pareció descabellada, poco a poco fue tomando forma en su cabeza; porque no?, ella era soltera y sin compromisos, Valentina también; era mas que obvio que entre ambas existía una fuerte atracción física, además, le gustaba la forma de ser de su jefa, sin contar por supuesto, que se sentía feliz a su lado, tranquila y sobre todo, segura. Hacía mucho que no sentía todo eso en conjunto; pensó en Bárbara y reflexionó que con la hermosa morena, solo había un poco de sexo y nada más, no existía mas nada y de hecho, casi ni la conocía fuera de la cama. Recordó todo lo que sabía de su jefa, de las largas tardes compartidas trabajando hombro con hombro, de las confidencias, las miradas furtivas, y sobre todo, en el delicioso momento compartido la noche anterior y de cómo su cuerpo se encendió ansioso; después de pensar en todo esto, decidida a conquistar a Valentina y satisfecha por haber encontrado una solución a su dilema, Camila esbozó una sonrisa mientras bajaba del auto que la llevó al hotel.

Así, ambas mujeres entraron al vestíbulo del hotel, con un par de sonrisas adornando sus rostros; al mirarse una a otra, ambas se sorprendieron ante la sonriente cara de la otra, por lo que como si se hubieran puesto de acuerdo, en coro preguntaron:

  • De que te ríes??

Luego de la confusión inicial, Valentina fue la primera en reaccionar:

  • Eh? Pues… de lo bien que salió la reunión y tu?
  • Ah!, si… de lo mismo, salió perfecta verdad? –respondió Camila
  • Así es Camila –respondió Valentina secamente
  • Tienes hambre? –dijo Camila cambiando bruscamente de tema
  • Casi no
  • Te parece si cenamos? –invitó Camila a Valentina esbozando una coqueta sonrisa.
  • Si gustas hacerlo tu, yo veré lo de las habitaciones –respondió una cortante Valentina.
  • Podemos ver eso mas tarde no crees?, no me agrada comer sola –dijo Camila esbozando un ligero puchero que hizo que a Valentina se le fueran momentáneamente las intenciones de ser indiferente con ella.
  • Mmm… -después de todo, solo vamos a cenar, así que no hay problema Valentina- está bien, cenemos pues!
  • Gracias! –dijo en un alegre tono Camila, adelantándose al restaurante, mientras una resignada Valentina la seguía.

Durante la cena, tocaron el tema del proyecto, de cómo iba el programa, de cómo se estaban desarrollando las cosas con el cliente; Valentina se sentía muy a gusto y cómoda con la charla, y por un momento bajó sus defensas, dejando fluir su conversación y sus risas ante los comentarios a veces jocosos de Camila; ésta por su parte, se sentía feliz de estar acompañada de Valentina, le gustaba ver sus ojos obscuros y sobre todo, le encantaba oírla reír tan desenfadadamente

Desafortunadamente para Camila, llegó el momento en que el tema laboral se agotó, haciéndose un espeso silencio entre ambas; Camila veía fijamente a Valentina, le fascinaba esa pequeña boca y la manera que tenía de levantar la ceja; Valentina, al sentirse observada por Camila, con cierta brusquedad pidió la cuenta y rápidamente fue hacía la recepción del hotel, donde solicitó una habitación, misma que ya se encontraba disponible; como alma que lleva el diablo, Valentina se apresuró a sacar sus cosas de la habitación que había ocupado la noche anterior, yéndose a sus nuevos aposentos despidiéndose de Camila con un seco "buenas noches".

Conforme pasaban los días, y a pesar de los muchos esfuerzos de Camila por acercarse a su jefa, ésta mantenía una actitud fría y distante con ella; si bien era amable, su amabilidad mas que agradar a Camila, le resultaba hiriente; día a día, salían del hotel y durante el trayecto a la empresa, Valentina se concentraba en su lap top, ignorando por completo a la hermosa rubia que no sabía ya que artimaña usar para llamar su atención; cuando regresaban, invariablemente su jefa se dirigía hacía los elevadores y se retiraba a su habitación; no volvieron a compartir la mesa, pues igual por las mañanas, Valentina desayunaba en su habitación y lo mismo hacía por las noches; en el día, comían con personas de la empresa en la que estaban trabajando, y en los dos trayectos de ida y vuelta al hotel, Valentina invariablemente utilizaba su lap como un poderoso escudo entre ambas; así, transcurrió la primera semana y el sábado, habiendo concluido sus labores al medio día, ambas mujeres llegaron al hotel; una vez en el vestíbulo, tal y como lo había venido haciendo los demás días, Valentina se despidió fríamente y se fue a encerrar a su habitación; Camila se sentía triste, desesperada por la indiferencia de su jefa, así que hizo lo propio, pero después de unas horas, fastidiada y aburrida de estar sola, decidió que no había una sola razón por la que tuviera que quedarse lloriqueando; buscó algo cómodo, se arregló un poco la cara y salió a caminar.

El Barrio Antiguo de Monterrey tenía mucho que ofrecer, así que Camila decidió caminar por algunas de sus calles, entró a algunas de las muchas tiendas de antigüedades que había en el lugar; cuando ya había oscurecido y sintiéndose un poco cansada, decidió entrar a uno de los tantos cafés del sitio; ocupó una mesa apartada, pues su estado de ánimo no estaba como para soportar intentos de ligue; pidió un café y un pastel de chocolate (éste siempre le levantaba el ánimo), mientras degustaba ambos, pensó mucho en Valentina, y en que tal vez se había equivocado al pensar que le gustaba o que su jefa estaba interesada en ella; quizá el beso y el instante compartido, solo habían sido un lapsus en la vida de la ingeniera Suárez y por supuesto, ella no significaba nada en su vida. Sentía la boca amarga, un nudo en la garganta y otro en el estómago; pidió que le llevaran algo fuerte y en cuanto tuvo frente a ella el tequila, lo bebió de un solo trago, intentando que lo quemante del alcohol le quitara ese dolor que sentía; después de tres tequilas mas, se dio cuenta que era inútil, aún lo sentía, por lo que optó por pedir la cuenta e ir de regreso al hotel; se sentía un poco mareada y atontada mientras caminaba un poco tambaleante. Nunca había sido buena ingiriendo alcohol y por lo visto, en esta ocasión se había pasado de su límite.

Una calle antes de llegar al hotel, tropezó con el borde de una banqueta, cayendo estrepitosamente al piso, donde una mano gentilmente se extendió para ayudarla a levantarse; al tomarla, tuvo que levantar la vista y grande fue su sorpresa al ver que la dueña de esa mano que con firmeza la tomaba no era otra que Valentina; avergonzada por lo ridícula que seguramente se veía, una vez de pie, intentó continuar rápidamente su camino, seguida por Valentina; ya en el hotel, ambas abordaron el elevador; Camila se sentía fatal, mareada y aparte, con las rodillas adoloridas; Valentina, impasible como siempre, oprimió el botón correspondiente a su piso, llevándola hasta su habitación; una vez en la puerta, Camila solo atinaba a balancearse un poco intentando mantener el equilibrio, por lo que Valentina le pidió la llave, abriendo la puerta y tomándola de un brazo la introdujo en la habitación.

  • Grashias por traerme a mi cuarto jefa –dijo Camila intentando hilar las palabras con coherencia- mientras se dejaba caer cuan larga era en su cama.
  • No me des las gracias, veamos esas rodillas, tienes sangre –respondió Valentina sin ninguna emoción en la voz;
  • Upsss! Jejeje! Shangre? Ayy! Llamen a un médico!!! Jijij! –respondió Camila con la voz pastosa.
  • Vaya Camila, por lo visto aparte del golpe también traes una borrachera sabrosa eh! –dijo Valentina con un dejo de molestia en la voz
  • Tsss, tsss, no me regañes jefa, que es shabado y soy china libreee yupiii! así que shhhhh! –alcanzó a responder Camila.

Valentina pidió a la recepción que le llevaran algunas gasas, un poco de agua oxigenada, mertiolate y un café bien cargado; mientras llegaban los implementos, Valentina observó a Camila, quien desmadejada en su cama, sonreía con ironía y canturreaba algo que no alcanzaba a entender. Una vez que tuvo todos los materiales a la mano, Valentina le pidió a Camila que le permitiera curarle las rodillas, para lo que tenía que alzar su falda:

  • Ahh que mañosa jefa! Quieres meter mano… ya te vi! Jajaja! –dijo Camila mientras soltaba una descontrolada carcajada.
  • Por favor compórtate, no quiero meter nada, deja que te cure por favor –dijo Valentina armándose de paciencia.
  • Shuuuu, yes! Ayy! Me arde! –gimió Camila al sentir el agua oxigenada caer en su piel raspada, retirando las manos de Valentina de sus rodillas con brusquedad.
  • Camila es necesario que te limpie esos raspones, si no se van a infectar, anda, toma café si? –dijo Valentina suavizando un poco el tono de voz.
  • Ahhh, ya ves! Si me puedes hablar lindo, no como ogra! –dijo Camila mientras tomaba la cara de Valentina entre sus manos.
  • Ya, ya, toma tu café, anda, deja que termine de curarte –replicó Valentina alejándose de la rubia.
  • Uhh! Ta gueno jefa… jejeje! A ver, me levanto así la falda? – uniendo la acción con su dicho, Camila levantó su falta hasta la cintura, dejando sus dos hermosas piernas completamente expuestas.

Valentina sintió que la boca se le secaba ante la vista que Camila le estaba ofreciendo: la falda de mezclilla enrollada a la cintura, le permitía ver una pequeña tanga blanca que apenas cubría la intimidad de la bella y ebria rubia, sintió como la intensa mirada de esos hermosos ojos verdes se clavaba en ella mientras su dueña tomaba el café; inevitablemente sus manos, dueñas de su propia voluntad, recorrieron los dorados muslos, sintiendo como su piel se erizaba ante su contacto

  • Uyyy que rico! Jejej! –dijo Camila soltando una risilla burlona
  • Basta Camila! Deja que termine de curarte esas rodillas –respondió Valentina apartando con rapidez las manos de esas piernas que la estaban haciendo perder la razón, poniendo de golpe un poco de mertiolate en las rodillas de Camila
  • Auuu! Ardeeee!... Y también me vas a curar mi corazón? Se me rompió –soltó de repente Camila, sollozando quedito.
  • Que? Porque lloras??? –preguntó la desconcertada Valentina.
  • Porque me da la gana! Nomas por eso! Ya vete! –dijo Camila enderezándose bruscamente, quitando las manos de Valentina de sus rodillas.
  • Te lastimé Camila? –preguntó Valentina con un tono de voz suave y preocupado
  • Ja! Naaa! Me lastimé sola, por idiota!, ya vete anda! –respondió Camila sin poder evitar que gruesas lágrimas rodaran por sus mejillas.
  • Cami, no llores por favor –dijo Valentina pasando el dorso de su mano por el lloroso rostro de Camila
  • Cami?, ja! Ahora soy Cami, bah! Vete, vete ya! Largo de aquí!–replicó la rubia con rabia alejando la mano de Valentina.

Sin saber porque, Valentina se acercó a Camila, tomando su lloroso rostro entre las manos, depositó un tierno beso en sus labios; inesperadamente, la rubia la empujó con fuerza, haciendo que Valentina cayera sentada frente a ella.

  • Soo! Largo de aquí jefa, déjame en paz y déjate de besuqueos que me fastidias!!

Ante el hiriente rechazo, Valentina optó por ponerse de pie y salir de la habitación, sin decir una sola palabra; Camila, al verla partir, no pudo evitar seguir llorando, cada vez con mas intensidad; entre el café y la curación, se le había bajado un poco la borrachera y pensaba con mas claridad; porque carajos se había enamorado de esa mujer fría y desconsiderada? En que rayos estaba pensando cuando pensó en conquistarla? Era tonta o que cosa pasaba por su loca cabecita?

A la mañana siguiente, Camila despertó con un desagradable dolor de cabeza; aparte, le dolían las rodillas y sentía nauseas; después de darse un baño, optó por quedarse tirada en su cama, viendo el techo mientras recordaba lo ocurrido el día anterior; se sentía con una cruda moral terrible; cómo era posible que hubiera empujado a su jefa y aparte, le hubiera dicho que se largara?, seguramente ésta estaría furiosa y con ganas de correrla, que había hecho?

Mientras tanto, al otro lado del pasillo, Valentina caminaba de un lado a otro en su habitación; había pasado una noche fatal, nunca imaginó que el rechazo de Camila pudiera dolerle tanto; cuando la empujó y le gritó que se dejara de besuqueos porque la fastidiaba, sintió como si la hubiera golpeado en el estómago. Qué era lo mejor en este caso?, alejarse de Camila, definitivamente, pero… cómo hacerlo?, ella misma se había metido en ese predicamento al nombrarla su asistente en el proyecto; no podía, no era ético, sacarla ahora solo porque no podía controlar sus hormonas; aparte de dolida, se sentía desconcertada, pues Camila había dicho que tenia roto el corazón y estaba segura que la causante de eso, era Bárbara; esa zorra! Pensó con rabia, cómo se atrevió a lastimar a Camila?, que bueno que se encontraba a kilómetros de distancia, pues quizá si estuviera cerca la estrangulaba. En qué lío se había metido?.