Un amor inesperado

La historia de una alumna de inglés que se enamora de su profesora polaca y de como los sueños a veces se hacen realidad...

UN AMOR INESPERADO

Conocí a Anna una fría tarde de otoño. Cuando eso ocurrió no me fijé en ella de forma especial, pero supongo que no siempre te das cuenta en un primer momento de que la persona que tienes delante puede convertirse en el ser con quién desearías estar todo el tiempo del mundo. Dos besos, encantada y poco más. Más tarde sentados alrededor de una mesa, sólo podía pensar en que teníamos que entendernos con ella, ya que era de Polonia y su español era escaso. Mis amigos y yo, queríamos que nos diese clases de inglés y por eso nos conocimos aquella tarde de Octubre.

Cuando por fin logramos empezar a entendernos y mis amigos ya charlaban más tranquilamente con ella, entonces fue cuando me centré más en ella. La verdad es que probablemente sea una chica que en un primer momento pueda pasar desapercibida a los ojos ávidos de cualquier hombre (o mujer claro), no tiene un cuerpo escultural (ni yo tampoco pero que más me da), pero cuando te fijas más descubres una belleza sobria, dulce, unos ojos que esconden el misterio de unos sentimientos por descubrir. Anna es morena, con un precioso y largo pelo negro, que cae sobre una piel suave y blanca que no ha sufrido los rigores del sol español. Pero lo primero que llama la atención son sus increíbles ojos, unos preciosos ojos verdes-azules-verdes no sé, en fin unos ojos increíbles que te atrapen en cuanto osas mantener su mirada. Permanecen ocultos tras unas finas gafas y tras la timidez oriental de su dueña, pero cuando te los encuentras mirándote, son capaces de desarmarte. Fue lo que más me impresionó cuando la conocí, sus ojazos, pero luego descubriría otras partes de su cuerpo más subyugantes que esos ojos turquesas…no penséis mal, sus labios carnosos me atraparon de tal forma que en nuestras futuras clases, cada vez que Anna sonreía, no podía disimular la baba cayéndoseme…lo que me llevaba a buscar esa sonrisa perpetúa y perfecta de su boca, con estúpidos chistes y comentarios todo el tiempo.

Cuando empezamos a vernos cada sábado para nuestra hora de clase, descubrí a una mujer impresionante. Me enganché de ella muy pronto, no solo era bonita, además era simpática, reservada, inteligente a rabiar, tímida….su timidez del principio me volvía loca, de hecho creo que me dí cuenta de los verdaderos sentimientos que despertaba en mi, un día en que se sonrojo porque le corregí en una tontería, un título de una película creo, sólo sé que se sonrío y se ruborizo por su error y en ese momento sentí unos deseos irrefrenables de tocarla…

A partir de ahí mi vida cambió, nunca me había gustado una mujer así, que digo una mujer, ni ninguna mujer ni ningún hombre me habían atraído de ese modo nunca. No era una simple atracción sexual, ni tampoco era un simple deseo de amistad, me gustaba en todos los sentidos y a pesar de verla una sola vez a la semana, cada vez me gustaba más. Hasta que llegó el día en que mis amigos decidieron que ya estaban hartos de las clases de inglés. Llevábamos 5 meses escasos de clases pero empezaba el buen tiempo y ellos querían playa. Creí que se me venía el mundo encima, después de desear durante meses que llegase el sábado para verla, esto se acababa. ¿Qué iba a hacer? No teníamos la suficiente confianza para quedar a tomar un café aparte de las clases y por lo tanto no iba a verla en mucho tiempo o puede que nunca más, tal vez cruzarnos de vez en cuando, pero nada más; había pasado muy poco tiempo para tener cierta confianza. Sólo nos quedaba una clase y mi mente no paraba de darle vueltas, ¡no la voy a tener cerca! ¿Qué hago?

Es muy posible que Anna fuese consciente de que algo me pasaba con ella por la forma con la que la miraba mientras hablaba, o como me hipnotizaba su blanca sonrisa, pero si no lo era, creo que el último día de clase algo se olió.

-Mis compañeros: Bueno Anna, hoy terminamos las clases de momento porque nos apetece ir a la playa los sábados, y bueno, a lo mejor en Octubre o Noviembre empezamos de nuevo ¿Ok?

-Anna: Ok, yo entiendo, ahora me llaman mamás para clases de veranos para los niños.

-Yo: Esto…Anna, yo querría continuar al menos un par de meses más, Mayo y Junio probablemente… ¿Es posible?

-Anna: (cara de asombro) ¿Tú sola?

-Yo: (roja como un tomate) Sí, bueno, es que paso de la playa y ahora que le voy cogiendo el tranquillo a esto del inglés, quiero seguir un poco más (eso es cierto, pero si supieses que no puedo dejar de verte cada semana, porque me muero si no te tengo cerca al menos una hora...)

-Anna: ahh vale, bueno, (confieso que esas dudas me sentaron como una patada en el culo) si no te importa venir un poco antes porque tengo otras clases…

-Yo: (respirando aliviada por dentro) no, que va, no hay problema (como si tengo que venir a las 6 de mañana para verte niña)

Así fue como mi clase grupal se convirtió en mi cita para dos de cada semana. Iba a costarme más caro, iba a ser más formal, iba a tener que trabajar más yo al estar sola, pero valía la pena por estar con ella, por tenerla para mi sola cada sábado.

Al empezar las clases en solitario, tuve la oportunidad de conocerla más, me contaba más cosas de su vida en Polonia, charlábamos con más calma. Cuando ella no me miraba porque estaba buscando algo en su bolso, o explicando alguna cosa mirando sus papeles,  entonces era cuando yo podía observarla con calma: sus preciosos labios eran my objeto de atención, son tan apetecibles…, en esos momentos daría cualquier cosa por tocarlos aunque fuese por un único segundo. Debía controlarme y no dilatar demasiado esos momentos de abstracción porque entonces ella pensaría que estaba atontada y no le prestaba atención, o lo que yo pensaba que era peor, descubriría mi total devoción, lo cual me mataría de vergüenza.

Quería verla más, necesitaba tenerla cerca más tiempo. Empecé a averiguar cosas sobre ella, y me pasaba por su calle con la esperanza de verla (qué patética…) Cuando salía los sábados con mis amigos, hacía lo imposible para acabar yendo a los locales donde era probable que nos la encontrásemos, y así fue en varias ocasiones, pero sólo hablábamos un par de minutos porque ella estaba con sus amigos. Al final no paré hasta lograr sacarla de aquel “estricto” contexto de las clases, y organizamos una cena con los amigos que habíamos ido a sus clases y con ella.

-Yo: Anna, esto…, tengo un recadito para ti del resto de la “tropa”.

-Anna: Ahh ¿sí?

-Yo: Pues que me han dicho (como si no fuese conmigo la cosa) que te preguntase si quieres venir a cenar un día con nosotros por ahí y luego unas copitas…, (que diga que sí, que diga que sí)

-Anna: Ahhh, ¡claro que sí!

(Ufff...)

Yo estaba feliz, deseaba que llegase ese día, por fin unas horas con ella, no solas pero por lo menos fuera de las clases, con alcohol de por medio, en fin, deseaba poder por lo menos hablar con ella en español (jeje) y conocerla un poco más, con eso me conformaba puesto que algo más me parecía imposible. No conocía sus preferencias sentimentales o sexuales, porque no habíamos entrado en esos temas, pero por los retazos de algunas de nuestras conversaciones, sabía que no tenía pareja e intuía que era heterosexual (era una impresión). La única sensación que me podía llevar a pensar lo contrario era una mirada intensa que me dirigió en una de nuestras clases y que me traspasó, no sabéis de que modo. No sé de qué tema estábamos hablando, yo estaba inmersa en mis papeles y cuando alcé la vista para preguntarle algo, me topé con mis adorados ojos fijos en los míos. Me quede tonta, y cuando reaccioné pregunté mi duda y volví a bajar los ojos al papel. Esa mirada era lo que me tenía en suspense: o yo no sabía interpretarla, o me ella me veía como un bicho raro, o no sé…..pero guau, esa única mirada me venía a la mente constantemente y me tenía totalmente enganchada a ella.

Junio avanzaba rápido y mis últimas clases iban pasando hasta el día en que quedamos a cenar. Esa tarde tras mí clase con ella le pregunté si sabía donde quedaba el restaurante (con la esperanza de que no lo supiese y ofrecerme a acompañarla y robarle unos minutos más a solas) y así era:

-Yo: No te preocupes, quedamos aquí en tu calle, y te acompaño hasta allí, es cerca y es mejor que deje el coche aquí.

-Anna: Ok, muchas gracias, quedamos así entonces. Hasta la noche.

-Yo: Hasta la noche (preciosa).

La hora de cenar nunca llegaba, el resto de la tarde fue eterna, hasta que por fin la esperé en el lugar convenido para acompañarla a donde íbamos a cenar con la panda.

-Yo: Hola, buenas noches Anna.

-Anna: ¡Hola! ¿Qué tal?

-Yo: Bien…todo bien desde esta tarde, jaja. ¿Vamos hacia el restaurante? No está lejos y hay una agradable noche para pasear.

-Anna: Ok, vamos claro.

Comenzamos a andar en silencio, yo no sabía que decir como siempre, sólo se me ocurrían las típicas tonterías acerca del tiempo. Ella también iba en silencio, hasta que rompió para decirme:

-Anna: Te agradezco mucho que hayas venido a acompañarme, porque la verdad es que no conozco el sitio donde vamos.

-Yo: (colorada) Nada mujer, no me cuesta nada (que iba a costarme por dios, era un placer)

-Anna: Pero eres muy amable conmigo, bueno en general los españoles sois muy amables, en Polonia creo que la gente es más seria, más cerrada.

-Yo: (Después de recibir aquel halago que me alegraría la cena) No es nada, tú también eres muy amable y paciente con nosotros y que menos ¿no?

Me sonrió dulcemente y aquella sonrisa me pareció lo mejor que me había pasado en la vida…suspiré (disimulando mi estado) y en ese momento me percaté de que ya estábamos en la puerta del restaurante.

Durante la cena todo transcurrió muy bien, risas entre amigos, anécdotas, preguntas a la “profe” sobre Polonia, vino, cerveza,….Anna parecía pasarlo bien dentro de su timidez, todos procurábamos hablar con ella e intentar que entendiese nuestras bromas. Yo estaba totalmente pendiente de ella, sólo desviaba mi atención para que no se notase precisamente eso, mi foco de atención esa noche. Cuando la veía en silencio o que no estaba en alguna conversación, le sonreía o le peguntaba por alguna cosa, o le hacía alguna broma.  Percibí que también ella estaba pendiente de mí.

Cuando la comida terminó y los licores de la sobremesa habían hecho su efecto, salimos a tomar unas copas por el pueblo. Entre risas empezamos nuestra ruta por los locales donde solíamos ir en nuestras noches de fiesta. Yo no soy muy fiestera, ni me encantan especialmente las discotecas o pubs, pero reconozco que una cosa tienen de bueno los sitios donde la música está muy alta: no te queda otra que acercarte mucho a la persona con quién quieres hablar. Al principio no hablé demasiado con Anna porque mis amigos lo hacían y yo no quería ser pesada (ya la había tenido para mi sola aquella tarde), pero luego ellos andaban de un lugar a otro saludando a otros conocidos, bailando, etc. y ella y yo comenzamos a charlar (a gritar más bien). Me acerqué a su oído con cierta vergüenza y le pregunté que qué tal estaba, si le había gustado la cena (conversación educada). Acercarme a ella así por primera vez me encendió bastante la verdad (menos mal que estábamos en un local casi a oscuras), tenerla tan cerca, oler ese perfume desconocido para mi pero que ya identificaba con ella….ay, me daban ganas de lanzarme a su cuello y no a su oído precisamente. Pero cuando fue ella la que se acercó al mío para contestarme, un escalofrío me recorrió toda la espalda. ¡Qué tenía aquella mujer para tenerme así!

-Anna: La cena muy bien gracias, muy divertida, tus amigos son muy divertidos.

-Yo: Bueno ahora están un poco borrachos, perdónales si se ponen pesados, pero es el alcohol. Si te dan mucho la tabarra avísame con una mirada y los espanto jaja.

-Anna: Jaja, ok, es bueno saberlo.

Y así seguimos muchos minutos, hablando, muy cerquita la una de la otra, con unas cervezas en la mano, risas, su aroma….el paraíso. Aún en la oscuridad del local esos ojos y esos labios eran inconfundibles. Y ahí estábamos charlando, hasta que una amiga vino a romper ese maravilloso momento (¡¡¡la matooo!!!)

-Mi amiga: ¡Chicassss!, acabaos la copa que cambiamos de local…

-Yo: Valeeeee…pues habrá que irse.

Puse cara de fastidio, miré a Anna,…ella se rió, se terminó la “birra”, y a otro local.

Por el camino más risas, bromas, estaban muy pedo casi todos. Anna se sonreía ante nuestras ocurrencias, yo imagino que pensaría que los españoles estamos un poco locos, diferentes bromas, ya sabéis. Pero ahí estaba yo para protegerla :), para que los chicos no se pasasen con sus bromas y pudiesen ofenderla. Creo que ella se daba cuenta y lo agradecía, no sé explicarlo pero esa noche me miraba de forma diferente...

Más locales, más cerveza, más ruido, más charlas intrascendentes y al pasar las horas, ya de madrugada otra vez nos quedamos ella y yo charlando muy cerquita. No sé de qué hablamos, no lo recuerdo, pero era muy feliz. Me gustaba tenerla sólo para mi (egoísta), como un niño que quiere para si su mayor tesoro.

-Anna: Voy a salir a fumar, ¿sales conmigo?

-Yo: Claro, así tomo un poco el aire que aquí hace mucho calor.

Fuera… frescor, alivio, pero sin el ruido de la música atronadora y la oscuridad del local, toca mirarse a los ojos. De pronto ya no sé de qué hablar, qué tema sacar, ya se nos acabaron los temas intrascendentes para iniciar conversación.

-Anna: Te has quedado muy callada de repente, ¿estás cansada?

-Yo: No, bueno es tarde y eso, pero estoy bien, sólo es que…no sé…

-Anna: Oye, gracias por haber estado tan pendiente de mi esta noche, de verdad.

-Yo: Que dices, de nada mujer. Nos conoces poco, y nosotros tenemos mucha confianza y sé que a veces parece que estamos locos.

-Anna: No, sois un grupo muy divertido, pero bueno eso, gracias por hacerme sentir cómoda…siempre lo haces.

Cuando esas palabras salieron de su boca, creí que me desmayaba de la impresión.

-Yo: ¿Sííí? Vaya, pues me alegro, gracias…. (No sabía que coño decir, podría decirle “Lo hago porque me muero por estar contigo, porque cada segundo que paso contigo es un segundo feliz, porque tu sonrisa es lo más bonito que he visto en mi vida...” jaa, sólo puse cara de sorpresa)

-Anna: Es la verdad, me gusta estar contigo, hablar contigo, me haces sentir bien, cómoda, me escuchas cuando te cuento cosas y me enseñas tú también cosas a mi.

(No sé que cara ponía mientras me hablaba pero debía ser una mezcla entre sonrisa estúpida, rojo tomate, incredulidad, vergüenza…)

-Anna: Te he dejado sin palabras (sonrió con timidez)

-Yo: Eh, vaya es que…te agradezco tus palabras Anna… (En ese momento la miré a los ojos sin vergüenza, sin miedos, intentando transmitirle todo lo que mi voz no me dejaba)…yo también me siento muy bien contigo ¿sabes?

Ya no hablábamos, sólo nos miramos y nos sonreímos mutuamente, como si no hubiese nadie en2 Km. a la redonda, como si estuviésemos solas en el mundo. Fue un momento mágico….que se rompió cuando apareció el típico conocido borracho como una cuba-rompe momentos mágicos…Ya no estábamos solas, mucha gente del local estaba fuera fumando y de coñas los unos con los otros. Ya no podíamos hablar tranquilamente, ahora que algo había hecho click, ¡vaya faena!

-Anna: Oye, yo creo que prefiero irme ya, esto está muy loco.

(Vaya putada, se iba, no podía ser, se iba ya, se acaba esta noche tan estupenda)

-Anna: ¿Te apetece dar un paseo antes de volver a casa?, es que se me han subido las cervezas a la cabeza y creo que me vendrá bien.

-Yo: (ahí ni dude ni me lo pensé dos veces) Claro, espérame aquí que les voy a decir a estos que nos vamos ¿OK?

Flotando me despedí de mis amigos y flotando volví con MI Anna. No me lo creía.

Caminamos en silencio calle abajo y nuestros pasos se dirigieron hacia el mar, nos apoyamos en una barandilla y disfrutamos de la estupenda noche que hacía.

-Yo: ¿Estás mejor? ¿Más despejada?

-Anna: Sí gracias, esta brisa es muy agradable… me cuidas demasiado… ¿Por qué?

-Yo: Creo…en fin…creo que está bastante claro ¿no? Me caes muy bien, eres agradable (¡arranca coño!)…. ¡me gustas mucho!, ya lo he dicho…

O en ello estaba, porque mientras me ponía de mil colores mientras le decía por primera vez en mi vida algo así a una mujer, mientras desviaba mis ojos de los suyos para no morirme mientras articulaba estas palabras, ella se acercó a pocos centímetros de mi cara, posó su suave mano sobre mi rostro y me besó. Se detuvo el tiempo, o eso me pareció a mi, en esos breves segundos en que sus labios estuvieron sobre los míos, en el momento en que besé a una mujer por primera vez….o más bien en que ella me besó a mi. Fue increíble, al fin mi fantasía se había hecho realidad. Cuando sus labios abandonaron los míos, nos miramos, nos sonreímos, fue increíble. Sólo quería volver a ellos y esta vez fui yo la que la besé. Fue suave, dulce,….fue algo nuevo, nunca había sentido algo así. Aquellos labios que había deseado en silencio durante tantos meses, eran ahora míos, estaban entre los míos y me sabían a gloria. Los disfruté durante mucho tiempo, ahora que los estaba besando, sintiendo…no quería abandonarlos.

-Yo: ¡Madre mía! (fue lo único que logré articular)

-Anna: (Sonriendo) ¿Esto es raro verdad? Pero es lo que deseaba hacer…

-Yo: Y yo… (La cogí de la mano), no sé lo que me pasa contigo, pero sí lo que acabo de sentir ahora mismo mientras me besabas….No sé, ¿alguna vez…?

-Anna: ¿Si alguna vez había besado así a una mujer? (divertida) Pues no la verdad, ¿y tú?

-Yo: Tampoco….pero contigo repetiría mil veces más.

Nos besamos de nuevo, ahora de forma diferente, ahora no éramos exploradoras en tierra extraña, ahora estábamos conquistando tierra conocida, y esa tierra eran nuestras bocas. La besé con ansia, con miedo, con deseo…tomé esos carnosos labios entre los míos y los recorrí con pasión. Pronto nuestras lenguas decidieron explorar también y aquello fue increíble. Estaba allí, junto al mar, con la persona objeto de mi deseo, abrazada, besándonos con fruición, con su lengua dentro de mi boca, buscando mi lengua, recorriendo mis labios.

Escuchamos de repente que alguien se acercaba y dejamos de besarnos, sólo nos reíamos, era un grupito de última hora que seguía la fiesta. Era muy tarde, y a pesar de que no había otro lugar mejor donde estar decidimos terminar ahí la noche. La acompañé hasta su casa y quedamos en vernos al día siguiente.

Esa noche fue larga, no pegué ojo recordando todo lo pasado, repasando cada detalle, cada beso, preguntándome si había sido un sueño o no. Deseaba volver a verla y cuando lo hice las palabras volvieron a faltarme. La recogí en su casa y nos fuimos a dar una vuelta en coche, a un lugar más tranquilo.

-Anna: ¿Qué tal has dormido?

-Yo: Poco la verdad (risa nerviosa)…

-Anna: ¿Por qué?

-Yo: Porque no he dejado de pensar en lo que sucedió anoche…no he dejado de pensar en ti, en que pasaría al día siguiente, en hoy…

-Anna: Yo también pensé mucho en ti, tenía muchas ganas de verte…

-Yo: Y yo a ti preciosa… (Creo que ese fue el momento en que el miedo me abandono por completo para dar paso a otra sensación, la de querer aprovechar cada minuto sin pensar en el qué dirán, en el mañana, en nada)

Nos besamos con deseo, acaricié su pelo, besé su cuello, aspiré su perfume como nunca había hecho, sólo me detuve para quitarle las gafas, antes de seguir jugando con mi lengua en mi nuevo terreno conquistado. Ella me acariciaba también, la cara, el pelo, los labios…pronto nuestras manos torpes se atrevieron a más y me vi a mi misma acariciando su escote y bajando hacia sus pechos, suavemente, primero con mis manos, luego con mis labios hasta donde la ropa me dejaba. Un calor indescriptible se apoderó de mí, un deseo incontenible que me recorría la espalda y se perdía entre mis piernas. La deseaba con todas mis fuerzas, como en mis fantasías nocturnas había imaginado, mejor en realidad. La cosa se estaba poniendo demasiado caliente para seguir dentro de un coche a plena luz del día, así que nos controlamos un poco y dejamos de besarnos y acariciarnos como si el mundo se fuese a acabar.

-Yo: (Riendo) Nos van a ver y se van a escandalizar, dos mujeres metiéndose mano a plena luz del día, jaja.

-Anna: Es cierto, será mejor seamos más discretas. Oye…mi hermana se ha marchado esta mañana de viaje de trabajo, ¿te apetece que vayamos a mi apartamento?

-Yo: Claro, ¿si no es molestia para ti?

Cuando llegamos a su casa me ofreció algo de beber y nos sentamos en el sofá. Aquello era un poco loco, la verdad. Habían pasado tantas cosas en 24 horas, pero lo mejor para mi era haber pasado muchas de esas horas con ella.

-Yo: ¿Te imaginabas que algo así iba a ocurrir?

-Anna: No la verdad, esto ha sido una sorpresa para mi, mi forma de actuar, no sé… ¿y tú?

-Yo: Tampoco, pero sí que lo deseaba…en mis sueños.

-Anna: (Acercándose a mi) Pues ahora no estamos en ningún sueño, esto es real.

Me besó dulcemente.

-Yo: Lo sé preciosa, lo sé.

Y tan real que era. Estábamos, por fin solas y en la intimidad de su apartamento vacío. Sin nada que esconder y nadie de quien ocultarnos, dimos rienda suelta a nuestros deseos. Nos besamos y acariciamos hasta la saciedad. Le quité la camiseta para dejar por fin su tez blanca a la vista, su escote me anunciaba unos pechos suaves, blancos que deseaba besar, lamer, disfrutar. Ella me quitó la mía y entonces recorrí su cuello con mis labios, bajé hasta sus pezones y los acaricié por encima del sujetador.  Se lo quité y los volví a recorrer con mi lengua, ¡que bien sabían los pechos de aquella mujer! Jugué con mi lengua en sus pezones hasta oír sus suspiros de placer. Eso me excitó aún más. Subí hasta sus labios y le sonreí para después besarla y acercarme a su oído para decirle cuanto la deseaba. Bajé a su cuello de nuevo, a sus pechos, y seguí recorriendo su vientre con mis labios, su ombligo hasta llegar a sus pantalones. Se los quité y acerqué mis labios a sus muslos besándolos con suavidad, sin prisas. Ella suspiraba y eso me gustaba mucho. Le quité sus bragas con cuidado y dejé a la vista su sexo. Al fin lo tenía frente a mí, acerqué mi cara y percibí su aroma, un aroma que no iba a dejarme nunca más, el aroma de la  mujer que deseaba. Volví a besar el interior de sus muslos, despacio, hacia su sexo. Luego exploré su clítoris, ¡dios!, era la primera vez que iba a comerle el coño a una mujer…no me entró el pánico todo lo contrario, fue natural, sólo quería darle mucho placer, quería hacerlo bien. Lo recorrí con mi lengua, jugué con el mientras sentía como Anna se estremecía con cada nuevo movimiento de mi lengua. Era genial darle ese placer, eso me excitaba muchísimo. Lamí, chupé, jugué con su sexo durante muchos minutos mientras la oía gozar.

-Yo: ¿Lo estoy haciendo bien cariño? (pregunta retórica en realidad a juzgar por sus sonidos)

-Anna: Mmm..., sí, no pares por favor…

No tenía pensado parar, quería que se corriese para mí. Ella estaba muy mojada ya y le introduje mis dedos mientras seguía con mi lengua en su ya erecto clítoris. La masturbé mientras gemía de placer, cada vez estaba más mojada y eso me excitaba mucho, sentía el olor de sus jugos, de su placer, del mío propio.

-Yo: ¿Te gusta preciosa?

-Anna: Me encanta….no pares ahora por dios, sigue….

Y seguí hasta que sus gemidos se hicieron más fuertes y se corrió mientras lamía su clítoris y le daba placer. Nuestras respiraciones eran agitadas y me acerqué a su cara para besarla. Nos sonreímos. Estaba tan bella.

-Yo: ¿Qué tal?

-Anna: Oh my God! (risas)… ha sido increíble, si lo llego a saber me lío antes con una mujer.

-Yo: ¿Ahh sí?, vaya…

-Anna: Ven aquí linda,…ha sido increíble, me has puesto a cien… pero ahora te toca a ti.

Ahora era ella la que me besaba el cuello, los pechos, era increíble sentirla sobre mí, con su cuerpo desnudo. Me quitó el sujetador y se ocupó de mis pezones. Los recorrió con su lengua, era un sensación increíble, el sentir su lengua en mis pechos, era muy excitante y mis pezones respondían a sus caricias poniéndose erectos. No podía evitar levantar mi cabeza para observarla, eso me excitaba mucho más. Y ella seguía bajando, me quitó los pantalones y las bragas para atender con decisión las necesidades de mi sexo, que a estas alturas no podía estar más húmedo. Me acarició el clítoris y pronto yo ya estaba en el cielo. Quería verla mientras jugaba con mi botón del placer, mientras la tenía entre mis piernas, pero eso aumentaba mi excitación y no quería correrme aún, quería disfrutar su lengua un poco más. Así que la deje hacer mientras cerraba mis ojos y disfrutaba.

-Yo: Sigue cariño, me gusta mucho, ¡no pares ahora por favor!

Separó su cara de mi sexo y subió hacia mis otros labios para besarme mientra seguía masturbándome con su mano. Y así fue como tuve mi primer orgasmo con otra mujer, con sus labios en los míos y su mano acariciando mi coño. Fue indescriptible.

-Anna: ¿Te ha gustado?

-Yo: Mucho amor, no sabes cuanto.

Y era verdad, lo había disfrutado tanto como ahora estaba disfrutando estar muy cerquita de ella, abrazadas, desnudas en el sofá de su apartamento. Lo había soñado tantas veces que me parecía mentira, pero era cierto y esperaba fuera la primera de muchas veces.