Un amor inesperado (1)

Que le traería su nuevo trabajo a Camila?

UN AMOR INESPERADO

Camila se encontraba sumamente emocionada; hoy era su primer día de trabajo en la empresa de desarrollo de sistemas de cómputo mas importante del país; hacía cuatro años ya que se había graduado con honores en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, la máxima casa de estudios de México y después de dar tumbos por su cuenta, había sido admitida en Tech System S.A. de C.V., lo que era una oportunidad inmejorable para poner en práctica la experiencia adquirida, además de que también representaba una puerta que podía llevarla al éxito profesional, pues dicha empresa se distinguía por contratar solo a los mejores en su ramo.

A lo lejos, vislumbró el imponente edificio de cristal y acero que ocupaba Tech System y sintió como su estómago se encogía por la emoción; respiró profundo intentando controlar un poco el nerviosismo que la invadía mientras por fin llegaba a la rampa que llevaba al estacionamiento subterráneo de su nuevo "hogar", ya que sabía que esas instalaciones serían prácticamente su casa, dado que las jornadas laborales serían largas y tendría que trabajar duro si quería posicionarse en el lugar.

Detuvo el auto en la caseta de vigilancia, donde se identificó ante un guardia un tanto adusto y mal encarado.

  • Que chistoso, se parece a Elmer Gruñon, jijiji –pensó Camila un tanto divertida, mientras extendía su identificación a éste.
  • Señorita, le daré su pase y una identificación para su auto, puede estacionar en cualquiera de los cajones del área general y por favor coloque en un lugar visible el gafete, pues sin él no podrá ingresar al edificio;
  • Claro… y muchas gracias, es Usted muy amable
  • Si, para servirle, pase por favor

Camila acomodó su pequeño auto en uno de los cajones; apagó el mismo y respiró profundamente, dio un último vistazo a su discreto maquillaje en el espejo retrovisor y suspirando profundamente, bajó del auto.

La imagen de Camila era realmente atractiva, si bien no rebasaba el 1.55 de estatura, su melena rubia cortada a ras de sus hombros, sus ojos verdes enmarcados por unas largas y tupidas pestañas rizadas, una nariz pequeña y respingona le daban un aspecto angelical que contrastaba con una boca de labios sensuales, algo gruesos que invitaban al pecado; su cuerpo era delgado, algo espigado, y si bien la naturaleza no había sido pródiga con sus senos, si lo había sido dándole un hermoso trasero lo suficientemente abundante como para hacer que mas de uno (y una) se pararan a contemplarlo, apreciándose un cadencioso y sexi caminar que hacía de Camila una chica bastante interesante a sus 29 años.

Ese día, buscando tener una imagen profesional, había decidido usar un clásico traje sastre: pantalón café, una blusa muy femenina en tonos verde aceituna, rojo y café, un saco a tono con el pantalón, zapatillas no muy altas y su infaltable portafolios la acompañaron hasta los elevadores del vestíbulo de la empresa; una vez a bordo, pulsó el botón que la llevaría al 5º piso de su nuevo empleo; al abrirse las puertas, lo primero que vio fue una amplia puerta de cristal que tenía escrito: DEPARTAMENTO DE SISTEMAS.

Las puertas se abrieron y Camila se sintió pequeña en medio de todo ese laberinto de cubículos que interminables de extendían a lo largo y ancho del área; se dirigió hacía lo que parecía ser un módulo de información, con su mejor sonrisa:

  • Hola, buenos días, soy Camila Pereira Díaz, estoy contratada para laborar en esta área, podrá indicarme con quién tengo que dirigirme?
  • Hola Camila, bienvenida, soy Doris, encargada del módulo de información, dame un minuto en lo que checo con quién tienes que ir –dijo la regordeta morena de cara simpática que comandaba el lugar.
  • Si gracias, espero.
  • Ok, ok, te toca presentarte con la Ing. Valentina Suárez, es la Directora Divisional, camina por este pasillo y al fondo, está su secretaria, Barbarita, ve con ella por favor.
  • Gracias Señorita, es Usted muy amable
  • Ohh no me hables de Usted, nos veremos todos los días, con que me digas Doris está bien, vale?
  • Ok, Doris, gracias de nuevo.

Vaya! Menos mal que me puse unas zapatillas que me resultan tan cómodas -pensó Camila al ver el largo pasillo por el que tenía que caminar- Barbarita? Seguro es una viejita de pelo blanco y jorobadita, mmm, ojalá sea tan amable como Doris.

Distraída con estos pensamientos, Camila quedó absolutamente sorprendida cuando arribó al vestíbulo de la oficina de su nueva jefa: solo se encontraba ahí una imponente morena de cabello lacio y negrísimo como sus ojos, de unos treinta años, con aspecto de modelo internacional y largas uñas escribiendo algo en una agenda, quién al sentir la presencia de Camila, esbozó una hermosa sonrisa:

  • Hola, en que le puedo servir?
  • Ah!!.. mmmm! Busco a…. Barbarita?
  • Esa soy yo –dijo la morenaza ampliando aún mas su sonrisa
  • Ohhh! Que bien!
  • Si?
  • Eh!, si, claro, perdón… busco a la Ingeniera Valentina Suárez
  • Quién eres? Tienes cita?
  • Soy Camila Pereira Díaz, hoy es mi primer día de trabajo aquí y me dijeron que la Ing. Suárez sería mi jefa y con ella tendría que dirigirme;
  • Ahh! Ya, ya, algo me comentó, permíteme, ahora le aviso que estás aquí
  • Si gracias.

Cuando "Barbarita" se levantó, Camila pensó: Barbarita???, BARBARA! Que mujerón!, está hermosa! Mientras contemplaba los mas de 1.70 metros de la bella morena dirigirse contoneando unas amplias caderas que a duras penas sostenían un trasero mas que generoso hacía las oficinas de su nueva jefa. Vaya! Es un pecado que haya esas mujeres tan sexis y buenas trabajando aquí encerradas, jeje! –se dijo Camila.

  • Pasa Camila, la Ingeniera te va a recibir
  • Gracias Barbarita, con permiso –dijo Camila esbozando una amplia sonrisa
  • Si, para servirte linda –contestó Barbarita regalándole una coqueta mirada.

Realmente es hermosa esta morena, tendrá novio? –pensó Camila mientras se dirigía a conocer a su nueva jefa.

  • Pase por favor Ing. Pereira

La voz profunda de la mujer que tenía enfrente, sacó a Camila de sus cavilaciones, quedando un tanto sorprendida al ver que la voz no concordaba mucho con su dueña: la Ing. Valentina Suárez no era en realidad algo fuera de lo común: una mujer joven aún, pero madura sin llegara aún a los cuarenta, vestida con una camisa de manga larga adornada con los logotipos de la empresa en un lado y su nombre bordado en otro, jeans y el cabello castaño con algunos reflejos rojizos recogido en una sencilla media cola; morena clara, boca pequeña, y lo notable de su cara: unos ojos obscuros que denotaban inteligencia fue lo único que llamó la atención de Camila, quien extendiendo la mano y sonriendo, se acercó hasta el escritorio donde la esperaba de pie Valentina:

  • Hola ingeniera, mucho gusto en conocerla;
  • El gusto es mío, pero no me digas ingeniera, soy Valentina;
  • Ok, mucho gusto Valentina
  • Toma asiento por favor Camila
  • Si gracias
  • Bienvenida a bordo, como sabrás, la empresa está en un proceso de expansión y por esa razón es que se ha contratado personal
  • Si, algo me comentaron cuando me contrataron
  • Bien, yo estoy a cargo de esta área y tu trabajaras directamente bajo mis órdenes; te comento que soy bastante exigente y tengo el mal hábito de trabajar 12 horas diarias como mínimo
  • Si? No se preocupe, vengo con toda la disponibilidad y las ganas de trabajar duro para aprender; se que Usted es de las mejores en su ramo y se que a su lado puedo adquirir mucha experiencia y aprender muchísimas cosas.
  • Perfecto, como te mencioné, suelo ser bastante exigente y tengo un ritmo de trabajo fuerte; así que manos a la obra, pasa por favor a personal para que te den tus uniformes, aquí todos usamos jeans y la camisa de la empresa, una vez que tengas eso pasa conmigo para que te pase tu rol de trabajo y te asigne tu cubículo, alguna duda?
  • No Valentina, voy entonces a ver lo de los uniformes y regreso.
  • Si, te espero y de nuevo te digo, bienvenida a bordo.

Camila abandonó la oficina de su jefa y se dirigió hacía Barbarita, quien en ese momento se encontraba ante la pc escribiendo algo:

  • Hola de nuevo
  • Que pasó linda, en que te puedo servir?
  • Me mandaron a personal por mis uniformes, donde queda ese departamento?
  • Queda en el primer piso, deja aviso que vas para allá; te puedo servir en algo mas?

Ante la coqueta sonrisa de Bárbara, por supuesto que a Camila se le ocurrieron dos o tres cosas en las que también podría servirle, pero claro que omitió decirlas y se limitó a dar las gracias y dirigirse hacía donde le habían indicado.

Esa tarde, mientras Camila regresaba a casa, recordaba el resto del día: después de solicitar sus uniformes, regresó a ver a la Ing. Suárez, quién le asignó uno de los muchos cubículos del lugar y la presentó con sus compañeros de trabajo, pasando el resto del día poniéndose al corriente con la operación del lugar; no pudo dejar de pensar en Barbarita, la hermosa asistente de su jefa; sería gay?, le coqueteaba porque le había resultado atractiva o solo coqueteaba porque estaba en su naturaleza femenina?; tendría novio? O novia?, realmente la había impactado, le parecía una mujer sumamente sexi y femenina, tal y como a ella le gustaban.

Tenía años que había asumido su lesbianismo y se aceptaba como tal; después de dos o tres relaciones fallidas y algo tormentosas, había pasado casi dos años sola, reflexionando y disfrutando de su propia compañía; llevaba una vida de celibato pues no era amante de las relaciones esporádicas y le costaba mucho irse a la cama con alguien por quien no sintiera algo mas allá del simple deseo, saciaba sus ansias masturbándose esporádicamente, pues tampoco le resultaba muy satisfactorio hacerlo, pero definitivamente, con Barbarita podía cambiar de opinión, pues realmente la había impactado y le había movido algunas sensaciones que hacía mucho no sentía por una mujer.

Mientras cenaba, ya instalada cómodamente en su casa, continúo con sus cavilaciones: cómo sería besar a Bárbara? Tocar ese trasero que se adivinaba duro y firme? Sus senos también eran bastante apetitosos: grandes y redondos, tal y como a ella le gustaban, mmm… tal vez con un poco de suerte, Bárbara si era gay o bisexual… en fin, en que estaba pensando??? Tener un romance en su recién estrenado trabajo era una locura, así que lo mejor era olvidarse del asunto e irse a descansar.

A la mañana siguiente, y durante un mes más, Camila acudió regularmente a su trabajo, el cual cada día le parecía mas interesante, convivía con sus compañeros, los cuales en general eran bastante agradables y poco conflictivos; por supuesto, todos los días aprovechaba sus constantes idas y venidas al privado de su jefa, para saludar a Barbarita, con quien sostenía un constante coqueteo: miradas, sonrisas, algunos roces ligeros, hacían que Camila cada día se sintiera mas interesada en la hermosa morena, misma que no daba señales muy claras de cual era su juego: si coqueteaba porque estaba interesada en ella o tal y como empezaba a temerlo, era parte de su naturaleza femenina el coquetear con quién se le parara enfrente.

Su jefa era platillo aparte: si bien era sumamente seria y distante con ella, tenía un cierto aire que le resultaba interesante; poco o nada sabía de su vida personal y con los días, había aprendido a admirarla; tenía un estilo de liderazgo muy agradable, ya que motivaba al equipo de trabajo, reforzaba a quien acertaba y cuando se cometía un error, tendía a ser firme pero amable; aparte, su gran experiencia y conocimientos eran admirables y todo eso, en conjunto, hacía que trabajar a su lado fuera realmente agradable a pesar de que por lo general iniciaban sus labores alrededor de las 8 de la mañana y las concluían pasando las 8 de la noche, siendo la Ing. Suárez quién siempre se retiraba al final, cuando ya todos se habían ido a descansar.

A Camila le intrigaba un poco su jefa; observándola detenidamente pudo darse cuenta que debajo del poco atractivo uniforme de jeans y camisa de la empresa, Valentina escondía un cuerpo bastante apetitoso, algo curvilíneo y aún cuando no era muy alta ni resultaba ser una belleza, su inteligente mirada aunada a su personalidad, la hacían realmente interesante; también resultaba intrigante su reserva natural, pues Camila ya había notado que cuando se trataba del trabajo, Valentina era toda oídos y podía estar horas con ella checando algún programa de los muchos en los que se trabajaban, pero cuando se tocaba algún tema, aún aquellos remotamente personales, hacían que se retrajera y se volviera una tumba.

Un viernes de tantos, después de una semana bastante pesada, Camila decidió, aún sentada en su cubículo, que ya era hora de que se tomara un descanso, vio que apenas eran las nueve de la noche, temprano aún para ir a tomar una copa o a cenar a algún lugar agradable; no le hacía mucha gracia hacerlo sola, pero no tenía amigos en la ciudad, ya que ella había llegado a estudiar ahí algunos años antes, y entre el estudio y el trabajo, su vida social era prácticamente nula, así que suspirando con resignación, apagó su pc, tomó su bolsa y salió a toda prisa del lugar decidida a pasarla bien.

Una vez en el estacionamiento subió a su auto, aprovechando lo bien iluminado del lugar decidió retocar su maquillaje, y estaba en ello cuando el ruido de una puerta azotándose la hizo voltear a su derecha y wow! Ahí estaba Barbarita, visiblemente molesta viendo su auto con cara de pocos amigos; Camila bajó de su auto y acercándose le preguntó

  • Hola Barbarita, que pasó?
  • Hola Camila, esta cosa que no arranca, no se que demonios tiene
  • Mmm, a ver, dame la llave, veamos si conmigo se deja, ya sabes que a veces los autos son caprichosos
  • Si claro, veamos si tienes mejor mano que yo

Camila intentó sin éxito arrancar el auto, pero éste se negó rotundamente a hacerlo, por lo que después de algunos intentos, desistió de ello.

  • Lo lamento chica, creo que tu auto se ha puesto en su plan de no arrancar
  • Si, eso veo, tendré que llamar al mecánico y ya verás la fortuna que me cobra por componerlo;
  • Pues… quizá sería bueno que lo dejes aquí y el lunes temprano, ya con mas calma, busques quien venga a componerlo, tal vez alguno de los chicos puedan ayudar, ya sabes que los hombres son hábiles con los autos;
  • Oh si, genial idea, lo dejo aquí y luego que hago???, como voy a casa? Vivo al otro lado de la ciudad y francamente, me aterra irme en un taxi con tanta inseguridad, ni hablar, le tendré que llamar al mecánico
  • Si el problema es como irte, no te apures, yo te puedo llevar
  • Harías eso Camila?
  • Si claro
  • Ok, entonces no se hable mas, te tomo la palabra, francamente estoy algo cansada y de lo último que tengo ganas es de estar aquí esperando al mecánico.

Camila estaba que no lo creía mientras avanzaba por un atestado periférico: tenía a su lado a esa hermosa morena que le inquietaba tanto desde hacía algunos días, charlando alegremente mientras sentía como se embriagaba con el delicioso aroma de su perfume; de reojo, veía sus piernas largas y apetitosas, haciendo un gran esfuerzo para no estirar una de sus manos y acariciarlas; después de unos minutos de recorrido, y ante lo denso del tráfico, la charla disminuyó su intensidad; Bárbara iba absorta contemplando el paisaje por la ventanilla del auto, quizá pensando en su auto descompuesto mientras Camila la veía de reojo pensando en lo sexi que era:

  • Por qué te dicen Barbarita?
  • Perdón?
  • Aja, me llama la atención el diminutivo, pues desde luego de lo último que tienes aspecto es de "Barbarita"
  • Jajajaja! Si?, bueno, el anterior jefe que tuve, el Ing. Santos, era un señor de 70 años y siempre me dijo así; desde que entré a la empresa, me dijo Barbarita y a todos se les quedó el hábito de llamarme así
  • Ah! Pero si que suena raro, una se imagina a una persona mayor, como que Barbarita no liga con tu aspecto.
  • No? Y como que si liga con mi aspecto eh?
  • Pues… Bárbara, definitivamente
  • Si?
  • Si claro
  • Y a ti como te gusta mas?
  • Cómo?
  • Jajajaj! No te pongas roja Camila, te pregunté como te gusta mas: Barbarita o Bárbara?
  • Ahh! Bárbara, no hay otra
  • Ok, entonces dime Bárbara; de hecho, el "Barbarita" me pudre un poco.
  • Me parece perfecto… ahora bien… Bárbara, te gustaría que cenáramos algo?, no se tu, pero yo tengo un hambre feroz y antes de salir de la oficina había pensado en cenar en algún lugar lindo.
  • Si, es buena idea, yo también tengo hambre; al medio día medio piqué una ensalada, con eso de que a tu jefa se le olvida comer cuando trabaja, cree que todas somos iguales, es una negrera!
  • Jajajaja! Si?, pues vayamos a cenar va?
  • Siii

En unos minutos, estaban ante un pequeño y muy coqueto restaurante de comida italiana; Camila pensó que tal vez no era una buena idea, por aquello de la dieta, pero al ver que Bárbara veía con agrado el sitio, dejó de preocuparse por el tema; después de que el mesero las instaló y tomó su orden, iniciaron una amena charla:

  • Dime Bárbara, de donde eres?
  • Nací en Bogotá, Colombia, pero hace 20 años que vivo aquí, en el DF, pues mis padres me trajeron cuando pequeña, actualmente tengo 30 años, así que en realidad soy mas mexicana que nada y tu?
  • Yo soy de Zacatecas, pero vine a estudiar al DF hace ya algunos años, y aquí me quedé, por cuestiones laborales, ya sabes;
  • Si, y cuéntame, eres soltera, casada?
  • Soltera y sin compromisos y tu?
  • Ahh! Mira que coincidencia, pues igual… solterita desde hace algunos meses
  • Si? Y eso?
  • Pues… tuve una relación un tanto complicada, pero se terminó y ya, ahora estoy soltera Camila

Mientras charlaban, Camila no podía dejar de contemplar a Bárbara; le gustaba mucho, aunque la sentía un tanto distante, y empezó a divagar acerca de la posibilidad de irse a la cama con ella; la deseaba, definitivamente la deseaba y mucho, pero… como lograrlo sin tener siquiera la certeza de que a Bárbara le gustaban las mujeres? Ese coqueteo y esas miradas le indicaban que tal vez si existía la posibilidad, pero al mismo tiempo, la sentía a la defensiva; sería que se dio cuenta de sus negras intenciones?

  • Realmente estuvo deliciosa la cena, pero muero de sueño, podemos irnos? –dijo Bárbara sacando a Camila de sus pensamientos
  • Si claro, cuando gustes
  • Te parece si yo invito? Ya que tu te has tomado la molestia de traerme
  • No es molestia para nada lo hago con mucho gusto
  • Si? Porque?
  • Bueno, porque no iba a dejarte sola en un taxi expuesta a quien sabe que cosas
  • Solo por eso?
  • Si claro, o porque mas crees que lo haría?
  • No lo se, tu dime
  • Jajaja! Que cosas contigo Bárbara, haces honor a tu nombre eh!
  • Si?, te estás poniendo roja Camila
  • Roja yo??
  • Siiii!!
  • Oh bueno! Quizá sea que aquí se siente un poco de calor no crees?
  • Mmm… pensándolo bien… si, tienes razón… se siente algo caliente el ambiente verdad?
  • Así es Bárbara, creo que es buena idea que nos retiremos.
  • Si, defi, vámonos.

Una vez pagada la cuenta, ambas mujeres salieron al estacionamiento; Camila se acercó a abrir la puerta del lado del conductor, para que Bárbara subiera; al hacerlo, sus cuerpos se rozaron frente a frente; sus senos se frotaron unos contra otros, y sin darse apenas cuenta, Camila se acercó a Bárbara mirándola fijamente a los ojos, mientras ésta no apartaba la mirada de su boca.

  • Bárbara, sube
  • Si, gracias, eres muy amable al tomarte la molestia de abrirme la puerta
  • Crees?
  • Si claro
  • Para nada es molestia, en realidad es un placer
  • Que es un placer?
  • Pues… sostener la puerta
  • Y siempre eres así?
  • Así como?
  • Así de dulce y amable
  • Jajaja! Te parece que soy dulce y amable?? Vaya!
  • Si Camila, aparte… me parece también que eres muy hermosa
  • Bueno, tu no te quedas atrás… eres una mujer muy sexi Bárbara
  • Te parezco sexi?
  • Mucho

Camila, sin apenas darse cuenta, inclinaba cada vez mas su cuerpo hacía Bárbara, hasta que sucedió lo inevitable: sus bocas se encontraron, enredándose en un delicioso y húmedo beso que las hizo olvidarse del lugar en el que estaban; cuando la morena pegó su cuerpo contra el suyo, profundizando el beso, Camila reaccionó y recordó que estaban en el estacionamiento de un restaurante.

  • Que pasa Camila, no te gusta como beso?
  • Si claro, pero
  • Pero… Disculpa, te ofendí?
  • No, para nada, perdón, sucede que me gustó tu beso, no me ofendes pero… estamos en un sitio público
  • Ah bueno, si es eso, se puede remediar fácilmente
  • Si?
  • Claro, podríamos ir a mi casa
  • Segura Bárbara?
  • Segurísima

Ambas mujeres subieron al auto, y una vez en su interior, no pudieron evitar que sus bocas se buscaran de nuevo, sumiéndose en un profundo beso que les arrancó mas de un suspiro a ambas.

  • Vámonos ya Camila, por favor, me tienes ardiendo
  • Si nena, vamos.