Un Amor Imposible II

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  1. Primer beso

El chalet de los Lorrigthon ya está muy animado.

— Bueno, Erika, ¿lista para una noche de locura?

Detrás del volante, a Annie le cuesta mucho mantenerse en su lugar. Esta noche es una verdadera apuesta para su carrera. Contratada recientemente por el Centro Cultural de San Francisco, ella tiene que organizar una gran velada caritativa para financiar la restauración de un viejo teatro de barrio. Es como si fuera su bautizo de fuego. Es el primer proyecto que le confían y, para ella que sólo tiene 25 años, es una gran prueba de confianza. Annie y yo venimos de un medio social modesto, tenemos que batallar para mostrarnos en este San Francisco altanero. La velada con los Lorrigthon es la ocasión para encontrar los apoyos financieros que necesitará. Annie debe convencer a las personalidades, hombres y mujeres de negocios presentes esta noche, de participar en la edificación de un nuevo lugar de cultura. Prometí ayudarla en sus gestiones, que me conciernen también: está previsto que toque en ese teatro al lado de músicos veteranos de la Academia.

Annie es magnífica. Naturalmente bella, escogió para esta ocasión un vestido entallado oscuro, una apariencia distinguida y muy profesional. Annie sólo tiene que dejar que hable su encanto innato para convencer, no me preocupo realmente por ella, pero sé que tiene sobre los hombros una gran responsabilidad. Yo tuve que esforzarme, ayudada evidentemente por Annie. Me gustó mucho mi vestido de seda roja muy ajustado que resalta mi figura. Es muy raro que me sienta bien en esta clase de atuendo. Desde lo alto de mis zapatos de tacón, en este vestido que me acaricia la piel a voluntad de la brisa de la noche, me siento particularmente sexy, casi conquistadora. ¡Annie no se agota en cumplidos tanto para la sobriedad de mi vestido como para su capacidad para elegirme el atuendo!

— Erika, diviértete esta noche. Déjame la mayor parte del trabajo, ¿ok? Si encuentras alguna mujer que te guste, pregúntale su nombre. ¡Podemos ligar lo útil con lo agradable!

A pesar de su estrés, Annie no puede evitar bromearme. Sé que le gustaría verme con una buena mujer, pero tengo todavía en la memoria este encuentro cara a cara en la entrega de diplomas con Alyssa Evans. Acabo de pasarme dos días suspirando, imaginando un próximo encuentro, en el que nuestro diálogo sea esta vez más natural, más íntimo también...

¡Ya no te enterques! ¡Pierdes tu tiempo! ¡Mejor utiliza tu energía para impulsar tu carrera!

La velada ya está muy avanzada en el jardín contiguo al chalet. Los meseros van y vienen con sus charolas y refractarios, el barman multiplica los cocteles y copas de champaña. Annie está lista para pasar a la acción:

— ¡Venga, deséame buena suerte! ¡Voy a cazar donadores!

No llevamos ahí ni siquiera cinco minutos y ya me siento desamparada. Bien, no me queda más que ir a buscar mi primera copa. El bar está ahí, me acercaré sigilosamente y me quedaré algunos minutos para observar a la gente. Es una muy buena idea haberlo instalado en medio del jardín, ¡es un lugar estratégico! Tal vez no sea tan mala idea finalmente el que pueda conocer a alguien...Pero seducir, dar el primer pasó, ¡eso no sé cómo hacerlo!

Pido una copa de champaña.

— Señorita Rogers, ¡al fin tengo la oportunidad de acercarme a usted!

Volteo la cabeza para encontrarme con el rostro sonriente de una desconocida. Su cara no me dice absolutamente nada. Tiene una tez bronceada, un bronceado natural que resalta el azul profundo de sus ojos. A la mujer no le falta encanto, de hecho es bastante guapa, tiene el tipo de una surfista, o por lo menos la complexión. Mi mirada inquisidora la obliga a presentarse.

— Oh perdón, Me llamo Ashley Brown. Asistí a su excepcional concierto en la Academia. Estuvo divina con su violín.

¿Divina? No estoy acostumbrada a ser abordada por mujeres seductores, que además me encuentren divina.

— Le agradezco, señorita Brown. No recuerdo haberla conocido.

— Y lo lamento. Al fin puedo charlar con la más grande violinista de San Francisco. Y admirarla también.

¿Divina? ¿Admirarme? ¿Esta mujer habla de mí? Si alguien me hubiera dicho que mi violín me haría ganar más encantos... Su sonrisa es franca y este Ashley parece incluso simpática. Pero no me siento cómoda en este tipo de encuentros y menos delante de alguien que me adule así.

— ¿Está usted sola esta noche? Puedo ser su acompañante, si así lo desea.

¿Me está ligando?

— No, no estoy sola.

Me volteo para estudiar el conjunto de la escena y para tratar de buscar a Annie. Pero no es sobre ella que mis ojos se posan. Alyssa está aquí, ella también, con una acompañante encantadora, hablando con alguien. Parece que mi mirada la llama, ya que enseguida voltea hacia mí. No estoy realmente sorprendida de verla aquí, pero definitivamente me parece que el destino es muy juguetón. Reunirnos tres veces seguidas en un mismo lugar, es como si la casualidad se ensañara. Mi corazón late fuertemente, ¿es éste nuestro encuentro definitivo? Ah si, ¿y definitivo para qué?

Me mira y me saluda con un movimiento de su cabeza. Siento que me ruborizo, que mis piernas se convierten en algodón. Erika, compórtate, te saluda, es todo. Sólo es por educación... Maldición, ¡parezco una adolescente frente a su primer amor! ¡Vamos, mira a otra parte y piensa en otra cosa! Su rostro se crispa cuando mira a la mujer que está a mi lado. ¡Oh, parece que la situación no le gusta! Escucho con un oído distraído lo que Ashley Brown me cuenta. Veo al fin a Annie con un desconocido. Aprovecho la ocasión para abandonar la compañía de Ashley. No es desagradable, al contrario, pero es un poco atosigante para mi gusto...

— Le ruego me disculpe, mi amiga me espera.

— Oh, de acuerdo. Nos vemos más tarde.

Uf Abandono a Ashley con una sonrisa educada y me contengo para no salir corriendo. Realmente rara esta mujer.

No puedo evitar voltear la cabeza hacia Alyssa, pero ya no está ahí. Me enojo conmigo misma por sentirme decepcionada. Pero demonios, ¿qué es lo que quiero? Una mirada rápida a los alrededores no me ayuda a encontrarla. Ni modo, puedo tranquilamente relajarme y olvidar este encuentro.

¡Cómo me odio por perder mi seguridad en su presencia! Todas mis facultades me abandonan cuando ella está a la vista. Es verdad que Alyssa Evans no es una mujer como las demás. Es multimillonaria, es carismática, ella sabe que tiene influencia sobre los demás. Es uno de las mujeres más bellas de Estados Unidos. Tiene todo para ella. Entonces, ¿qué podría estar buscando en una chica como yo? Además, estoy segura de que no correspondo a sus criterios de belleza. E incluso, ¿imagino realmente que puedo gustarle? En mis sueños en el fondo de mi cama, ¡sí! No me gusta sentirme tan ingenua por una causa perdida. Sinceramente, ¡me decepciono! Pero sus dedos sobre mi piel la otra noche, no puedo negar que causaron algún efecto... ¡Cómo me hubiera gustado que continuara con esa caricia! Y luego su aroma... su voz cálida... su mirada tan intensa cuando dijo «usted intriga mi curiosidad...» ¡Detente! Sería una mujer más accesible, ¡pero se trata de Alyssa Evans! ¡Una mujer que además ya tiene pareja!

Perdida en mis pensamientos, deambulo en el jardín. Despotrico interiormente, maldiciendo contra esas imágenes de Alyssa y mías, de sus manos sobre mi vestido... ¡No, no y no!

— ¡Eh, Erika! ¡Traes una cara muy rara!

— Eh... no... Te estaba buscando. Acabo de conocer a una mujer y...

— ¡A una mujer! ¿Cómo es?

— No está mal, gentil incluso... ¡pero muy atosigante! Bueno, ¿vas bien con lo tuyo?

— Si siempre les encuentras defectos... ¡En fin! Voy bastante bien, ¡sí! Voy a buscar un trago y te alcanzo.

Annie me deja de nuevo. Y no parece que vaya a regresar: acaba de unirse a la discusión de un grupo de invitados.

Atrapo al vuelo una nueva copa sobre una charola que pasa. La velada se vuelve un poco deprimente para mí. El encuentro con Ashley, mis sueños locos con Alyssa que me hacen más mal que bien, el fin de los estudios, todo eso comienza a pesarme en el ánimo.

Recorro el inmenso jardín, interesada por las fichas pegadas a las plantas. Los Lorrigthon tienen gran cuidado con su propiedad. O tal vez, debido a la edad avanzada de los padres Lorrigthon, esas fichas son recordatorios para ellos... ¡Es un verdadero museo botánico aquí!

— Una mesera – músico también - ¿interesada por las plantas? ¿No le faltan recursos, señorita Rogers!

Esta voz... me volteo y descubro a Alyssa, con una sonrisa juguetona, un trago en la mano. Se ve increíblemente bien, en su traje vestido oscuro, con un escote que la hace ver endemoniadamente sexy. La vista de su piel me provoca bocanadas de calor. Me encantaría quitarle su vestido, para ver un poco más...

— Señorita Evans, ¡qué sorpresa!

¡Qué falso suena! ¡Qué falso suena!

Su mirada se pasea sobre mis hombros, mis senos, mi vientre, mis piernas... Me estudia de la cabeza a los pies y no puedo evitar sonrojarme.

— No vino aquí por la música. Siento que va a sorprenderme de nuevo. ¿Está acompañada?

¿Es su manera para descubrir si soy soltera?

— Acompaño a mi amiga Annie Swanson, seguramente la vio en la entrega de diplomas.

— Su nombre no me dice nada. ¿Tiene prisa esta noche o tiene un poco de tiempo para mí?

— Su acompañante querrá buscarla, señorita Evans.

Esa es mi manera de saber quién es la mujer de hace rato.

— ¿Mi acompañante? No tengo acompañante.

Eso no lo creo ni por un segundo. ¡No es bueno mentir, señorita Evans!

Damos algunos pasos en silencio. La noche es dulce, la brisa es agradable. El momento podría ser ideal, pero no quiero evitar estar en guardia. Avanzamos hasta un pequeño puente de madera, lejos de las miradas, realmente solas. Esta idea me hace estremecer...

— La noche es agradable... Con nada se compra la calma de la naturaleza.

— ¿No le gustan las cosas mundanas, señorita Evans?

— Llámeme Alyssa, Erika. Es nuestro tercer encuentro, ya somos íntimas, ahora.

— Usted conoce más de mí que yo de usted. No somos tampoco «grandes íntimas»... Alyssa...

— No pido más que conocernos mejor Erika, ¡pero usted huye todo el tiempo!

Su sonrisa es sincera y encuentro de nuevo esta impresión de complicidad, la misma que la última vez, justo antes de que sus gestos se... resbalaran... La miro directo a los ojos, la estudio a mi vez, después de todo, no tengo nada que perder, nada que esperar, entonces, puedo permitirme vivir el instante.

— ¡Es la primera vez que se atreve a mirarme Erika! Por fin logro atraer su atención.

¿Mi atención?

— Y usted, ¡usted sigue burlándose de mí!

— ¿Burlarme? Usted me malentiende, no me burlo nunca de nadie. Usted me divierte, lo confieso, pero porque me intriga muchísimo. Y es sincero Erika...

Estamos lado a lado, apoyadas sobre el barandal del puente.

Nuestros hombros se tocan y siento su rostro volteado hacia mí. Tengo la impresión de vivir como en una ensoñación. Alyssa está aquí, su brazo roza mi brazo desnudo, siento imperceptiblemente el suyo a través de la tela de su vestido. Ese simple contacto me estremece... Creo que si intenta acercarse más a mí, no haré mi movimiento habitual de rechazo, sólo para ver hasta donde esto nos podría llevar. ¿Pero porqué hacerse daño? Sacudo la cabeza y suspiro.

— No veo qué es lo que le intriga conmigo. Sinceramente, no veo qué es lo que puede interesarle tanto. Usted se burla sobretodo de mí.

Alyssa se voltea completamente hacia mí y pone su mano en mi cintura. Me estremezco. Hunde su mirada en la mía, mi corazón se acelera:

— Erika, no diga nunca, nunca, que me divierto con usted. Le tengo demasiado respeto como para tratarla de esa forma. Soy sincera, créalo...

Su mano abandona mi cintura para venir a posarse sobre mi mejilla. Su mirada me quema.

— Erika, no sé que poder ejerce sobre mí, no sé cómo, no sé porqué, pero desde el Club, sueño con hacer esto... Y sus labios se posan sobre los míos. Cálidos, húmedos. Ligeramente, después más fuerte. Su beso cobra vida. Mi cuerpo se queda sin fuerzas, y ahí yo... correspondo a su beso, abandonando las defensas que me quedaban... Se aparta y me mira, ansiosa. Su mano sostiene la mía, sus dedos acarician los míos en un movimiento tierno... No sé qué decir, qué hacer, me encantaría que recomenzara de nuevo para estar segura de que no estoy soñando...

— Lo siento, debe pensar que soy una descarada. Pero yo... Su teléfono empieza a sonar, destruyendo este ambiente cargado de electricidad y lleno de emociones. Alyssa lo mira rápidamente y lo apaga, con un gesto de enojo.

— ¡Visiblemente, no pueden estar sin mí!

Alyssa tiene ahora un rostro contrariado, su mirada es glacial.

Sus rasgos se dulcifican cuando se dirige a mí:

— Lo siento Erika, tengo que abandonarla. Espero verla de nuevo.

Se acerca para  besarme de nuevo, pero interrumpe su movimiento. O tal vez me hago ideas... Su rostro se cierra de nuevo.

— Esa mujer, hace rato, en el bar, ¿la conoce?

— ¿Ashley Brown? No, para nada. Se acercó para hablarme del concierto.

— Mmm. Tanto mejor. Evítela, Erika. Buenas noches.

Alyssa se va. ¿Evitar a Ashley Brown? ¿Por qué? ¿Acaso Alyssa la conoce? No debe agradarle, visto cómo habla de ella... Raro... Paso mi lengua sobre mis labios para recordar el sabor de ese beso. ¡Alyssa Evans acaba de besarme... Alyssa Evans acaba de besarme! ¡Yo besé a Alyssa Evans!

El despertador suena. Jalo el edredón sobre mi cabeza. Esta mañana no tengo ganas de levantarme. Quiero disipar esta imagen de Alyssa, ese beso, esta sensación, este calor intenso... Alyssa Evans tiene labios tan dulces, ella es tan dulce con sus gestos hacia mí... Siento mi cuerpo despertarse de nuevo. Un dulce calor irradia mi vientre. Nunca ningúna mujer me produjo este efecto. Mi experiencia en ese rubro es un poco limitada, es verdad, pero Alyssa Evans emana una fuerza de seducción... Me envuelvo en las sábanas, mi imaginación retoma su rumbo... Mmmm.

¡Se fue muy rápido! ¡Querrás decir que se «salvó», sí! Recibió un mensaje y se fue. ¡Sin siquiera voltear! Pero me dijo que era sincera... «Sincera», si, por supuesto. Ella llega a una velada del brazo de una magnífica y joven mujer ¿y piensas que se iba a ir con la regordeta de la noche? ¡Es suficiente! Esto no tiene sentido. Alyssa es inaccesible para mí. Además no está sola, y yo, ¡soy demasiado banal para ella! Olvidemos todo esto, tengo otras cosas que hacer. Tengo una audición mañana para la Filarmónica de Nueva York, tengo que aplicarme con mi violín. Necesito ya un trabajo, uno real. Tengo que probarle a mi madre que la música es una profesión como cualquier otra, una profesión que puede darme para vivir. ¡Sueño con volver a Kelowna, la ciudad de mi infancia, y sorprender a mi madre en su gran ferretería con un contrato en la bolsa! ¿Y con Alyssa de mi brazo?

— ¿Ya estás levantada? ¿No aprovecharás para dormir? Annie está ya sentada enfrente de su computadora con una taza de café.

— ¡Tienes una cara...! ¿Estás segura de que no quieres volver a acostarte? Todavía tienes tiempo para tu...

El timbre de la puerta la interrumpe. Aprovecho que Annie se levanta para servirme una taza de café.

— ¡Flores para ti!

Estoy a punto de tirar la taza. ¡En serio! ¿Flores?

— Dime, ¡no me contaste todo lo que pasó en la noche! ¿Quién podría enviarme flores? Oh no, ¿Ashley Brown? El recuerdo de ese encuentro me hace temblar...

— ¿No crees que sean de Ashley Brown?

¿Annie ya lee mis pensamientos?

El ramo es magnífico, enorme. La composición es elegante. Hay una tarjeta puesta en el corazón del ramo. No reconozco la letra, tiemblo...

«¿Está usted disponible esta noche? Mi chofer pasará a buscarla a las 20 horas. Firmado: Alyssa»

4. Aventura nocturna

El llamado del deber me salva de las preguntas de Annie. La siento frustrada por marcharse sin saber nada más, tanto mejor. Su ausencia es de corta duración, me llama por la mañana.

— Erika, Alyssa acaba de llamarme. Quiere que te dé el expediente para el teatro y discutirlo esta noche. Dijo que estaba interesada pero que quería saber más de ello…

Alyssa está por todos lados hoy… ¿Me quiere ver sólo para hablar del teatro? ¿Nada más? Trato de esconderle mi decepción a Annie.

— Sin embargo, tú serías la persona más indicada para hablar de ello…

— Le propuse ir contigo pero se negó. Me pregunto si no será sólo un pretexto para verte… En todo caso, hice bien en pedirte ayuda. Si me traes a Alyssa, te lo compensaré. ¡Venga, te cuelgo!

-Descansa, ¡debes estar al máximo esta noche!

Eso es, sueño, nada como eso para poner fin a todos los pensamientos que vuelan en mi cabeza…

Annie regresó más temprano de su trabajo, con el famoso expediente bajo el brazo. Me angustio al pensar en la velada que se acerca. ¿Y si de verdad no fuera nada más que algo profesional? La decepción siempre existe.

— Ey, tú no estás como de costumbre. Ya has tenido citas con mujeres, ¿no? Pues bien, ¡es lo mismo! ¡Van a platicar y más si hay afinidad!

Annie me suelta un guiño coqueto. ¡Cómo me gustaría lo de más si hay afinidad! No, Alyssa sólo quiere hablar de teatro, concierto, violín. ¡Nada más! Y no obstante, un montón de mariposas vuelan en mi vientre. Annie se ocupó de mi vestimenta. Es increíble el ojo que tiene para saber lo que me va bien. Así que esta noche voy muy sobria, un vestidito negro tipo trapecio, escotado sobre mis senos, pero sin vulgaridad. Incluso domó mi cabello en un chongo natural y acomodó los rizos colgantes. El resultado no está nada mal. Annie necesita de Alyssa para su velada, así que yo también lo necesito para llevar a bien este primer proyecto musical. Ay, qué mal me siento. ¡Y esa aguja que avanza demasiado rápido! O no tanto, una parte de mí muere de ganas de reencontrar a Alyssa.

Tocan el interfono. El chofer llegó.

— Bueno, ¡se puede decir que su chofer es puntual! Déjame mirarte una última vez… Estás un poco pálida… ¡Oh, estoy muy excitada por ti!

Excitada… ¡Ella cree que de verdad voy a dejarlo pasar! ¡Ese entusiasmo no me ayuda para nada!

— De hecho, no lo olvides, ¡no estaré esta noche! Pero si tienes algún problema, ¡llámame!

El coche se detiene frente al muy lujoso hotel Mandarín oriental. Me invitan a pasar la puerta, me acogen como si fuese una habitual. Un hombre viene a mi encentro y su cálida sonrisa me tranquiliza. Me relajo.

— Señorita Rogers, la señorita Evans la espera en su suite. Si gusta seguirme.

¿Su suite? En efecto, Alyssa había hablado de una velada sin nadie… ¿Pero de verdad no habrá entonces nada de público?

— Señorita, la señorita Rogers llegó.

— Bien, gracias Conrad, creo que ya no lo necesito.

Conrad se va, no sé si siquiera alcanzó a escuchar mi débil «gracias», a penas balbuceado entre mis labios… No puedo evitar el revisar a detalle cada rincón de esa suite. Todo es de un blanco inmaculado, es moderno pero cálido. Aunque no es la decoración la que más me impresiona, es la vista desde la terraza abierta…

— Erika, estoy encantada de que haya aceptado mi invitación. Alyssa está apoyada en el umbral de una puerta. Ha abandonado su vestido de costumbre por un pantalón de mezclilla. Lleva una camisa blanca de cuello Mao, muy sencilla pero que la hace increíblemente sexy. Se ve todavía más joven y parece estar a mil leguas de su porte de eminente mujer de negocios. Se nota que acaba de tomar una ducha, su cabello castaño está todavía húmedo. Relajada, me observa con esa sonrisa que empiezo a conocer. No tengo la intención de permanecer muda esta noche, pero mi voz no está todavía muy segura.

— Hay que reconocer que en realidad no tuve elección, señorita Evans.

— Llámeme Alyssa. Admito haberla forzado un poco. Qué dice si pasamos a la terraza, todavía no hace demasiado fresco.

¿Una copa? Desde la terraza, la vista es para cortar el aliento. Una salita de mimbre está instalada ahí, rodeada de porta velas. Sobre la mesita, dos copas esperan. El sol se acuesta en el horizonte, entregando una luz rosa sobre la ciudad. Esa vista sobre la bahía es soberbia.

— Es magnífica esta vista, ¿verdad? Aprecio San Francisco desde esta altura. Siéntese, Erika.

Alyssa se sienta frente a mí y me tiende una copa. No sé qué actitud tomar. Ella es más bien atenta, siempre tan guapa, y su relajada actitud es comunicativa.

— Espero que le guste este espacio, dijo mirando alrededor de él. -Me gusta este lugar, es un poco como mi hogar.

Me siento terriblemente torpe como para decir nada, ¡quizá ya sea tiempo de animarme un poco!

— Deseaba usted hablar de la velada de mi amiga.

Mi voz es un poco más aguda de lo habitual, pero al menos, se escucha.

— Es cierto. Explíqueme.

Sus ojos se entornan, la siento atenta.

— Esa velada caritativa debe ayudarnos a rehabilitar un viejo teatro en el barrio de Soma. Una vez abierto, podremos organizar ahí conciertos de música clásica. Vaya, no únicamente, habrá también teatro y danza… Pero estoy más involucrada con el aspecto musical.

— Es una bella iniciativa. Justamente hace falta un lugar dedicado al espectáculo en Soma. ¿Entonces usted tocaría ahí?

— Sí, es lo que está previsto. El objetivo es dar a conocer a los artistas locales antes de traer más tarde a personalidades más importantes.

— El proyecto es ambicioso, pero me gustan ese tipo de retos. Por supuesto que pueden contar conmigo. Y si eso me permite volver a verla en escena…

¡Ya está, me pongo roja! Había logrado tener el control… Una sola sonrisa y me vuelvo carmesí…

— Si gusta, Erika, dejemos los detalles de mi participación para más tarde. Le transmitiré el expediente a una asistente. Ella arreglará los detalles con su amiga. Aprovechemos nuestra velada. Pero… si no hablamos del teatro de Soma, ¿de qué vamos a hablar? Aprovechemos, sí, pero ¿cómo? Y si Annie tuviese razón? Una ola de calor acaba de estrellarse en mi vientre. Un estremecimiento de excitación me recorre la espalda. ¡Oh dios! Qué calor hace en esta terraza.

— Erika, tengo la impresión de que la pongo nerviosa.

¡Touché, Alyssa!

— Lo confieso, sí.

Erika, ¡deja salir de tu boca un sonido que sea audible! ¡Maldita sea, sabes hablar! El tiempo, la champaña, la suite, ¡los temas no faltan! ¡Despabílate! Si tan sólo pudiera dejar de mirarme así…

— No baje los ojos, Erika, me gusta cruzar su mirada. ¿Está nerviosa? Lo siento. Pero no lamento nada de los que pasó la otra noche.

— Confieso tener cierta dificultad en entender su… interés por mí. Y eso me hace sentir muy incómoda en relación a su compañera… Pero ¿qué me pasa? No había previsto hablarle de su vida privada… Bueno, ¡ni modo! ¡Mejor estar segura de una buena vez por todas!

— ¿Mi compañera? Porque todavía no me cree cuando le digo que estoy sola.

— Se le ve mucho con usted…

—No le preste atención, Erika. Es una mascarada organizada por mi tía. Ella cree que estar acompañada tranquiliza a los inversionistas…

— ¿Su tía?

— Mi tía es muy… Digamos que está muy implicada en mi vida desde que…

¿Alyssa que no termina sus oraciones? Ya no la siento a gusto, casi contrariada… ¿Tema delicado?

— Vaya, Erika, todo eso carece de importancia. Estoy totalmente disponible.

Si eso no es una insinuación, entonces no sé nada… Me sonrojo, es una costumbre ahora. Al menos, ya no está contrariada…

Me gustaría conocer a su tía…

— Me encanta cuando se sonroja, Erika.

Su sonrisa se vuelve burlona, sus ojos chispean. Caray,ella me provoca y creo que eso me gusta.

— ¿Qué la hace sonrojar, Erika? Sin embargo, no le faltaba seguridad la otra noche cuando me besó.

— ¡Es usted quien me besó, no yo!

— Usted respondió, Erika…

Me sonrojo todavía con el recuerdo de ese beso y no puedo evitar morderme los labios… — Y eso le gustó.

Alyssa se mofa de mí y enseguida veo su lengua pasear por su labio inferior. Su sonrisa ya no es burlona, es más bien golosa, como si deseara de nuevo probarme. Esta idea me contrae el bajo vientre.

Por supuesto que me gustó, ¡y sueño con que me beses de nuevo!

Alyssa se levanta bruscamente y me tiende la mano:

— Venga.

Oh sí, donde tú quieras…

Le tomo la mano. Es suave y firme. Me conduce al borde de la terraza. Mira, una nueva barandilla… De nuevo, me sonrojo con el recuerdo del puentecito. Alyssa me mira con el rabillo del ojo en ese momento. Debe creer verdaderamente que estoy completamente bajo su influjo. Lo cual no es del todo falso, ¡pero vamos!

— Mire, allá, se ve Treasure Island, y ahí está Blue Park a un lado.

Me intereso poco en esas explicaciones turísticas. Mi atención está en otra parte. Alyssa acaba de rodearme la cintura con el brazo izquierdo y me muestra el horizonte con la mano derecha. Estoy contra ella, siento su cuerpo pegado al mío. Me basta con volver la cabeza para sentir su olor, ese famoso olor… Alyssa vuelve su rostro hacia mí, me sonríe… Oh, me fundo ante esa sonrisa...

— Señorita Rogers, usted no me escucha.

Su brazo izquierdo me atrae hacia ella, su boca se posa sobre la mía. Un beso suave, el mismo que la última vez. No vacilo en devolvérselo, ¡tengo ganas de devolvérselo! También la beso y ella gana confianza. Su mano derecha se coloca suavemente sobre mi nuca y ese contacto me electriza. Nuestro beso se vuelve más intenso, como si nos hubiésemos privado de él desde hace días.

Nos separamos uno del otro. Alyssa me observa, la siento listo para atraerme de nuevo contra ella. Su mirada, esta intensidad… Quiero todavía más y esta vez soy yo la que la besa. La siento sorprendida, desprevenida, pero sus labios no huyen, su lengua encuentra la mía y sus manos en mi espalda me presionan un poco más fuerte contra ella… Ese beso llama a otros…

La noche pasa, eléctrica. Nuestros cuerpos están tendidos. El menor roce provoca en mí una ola de calor. Pero es tarde y Alyssa se propone a acompañarme.

Uf, estoy ansiosa de volver a respirar, lejos de ella… ¡Si me besa otra vez, ya no respondo de nada!

El regreso se hace en un profundo silencio. Alyssa tiene la mandíbula apretada. En el quicio de la puerta un último beso enciende el fuego de las cenizas.

— Erika, me susurra en el hueco de la oreja, su respiración es más ronca. -Erika, usted me obsesiona desde nuestro primer encuentro. Tengo unas terribles ganas de usted.

— Yo…

— Sh, no diga nada.

Alyssa coloca la mano sobre mi mejilla y pasa su pulgar sobre mis labios, Mi lengua toma la iniciativa de acercarse a lamerlo. Mi bajo vientre se anima, algo pasa seguramente en el interior de mi cuerpo, es excitante, casi imperioso. Mi respiración se acelera y me asusto con este repentino deseo. Deseo de apretarme contra ella y de besarla de nuevo… ¡Pero esto no puede ir tan rápido! Por lo demás Alyssa se detiene:

— ¿Hay alguien?

— No, nadie, digo en un soplo.

Tranquilizada, me arrastra a tumbos al interior de la casa. No dice nada, me mira. Su mirada es ardiente. Su pulgar sigue jugando con mis labios… Siento que su mano izquierda baja por mi espalda, me roza, despertando una multitud de temblores. Su mano baja, lentamente, para acariciar mis nalgas una después de la otra. La siento bajar aún más e inmiscuirse suavemente entre mis piernas… Gimo. Ese primer contacto de su mano sobre mi sexo me enardece. Me siento muy húmeda, me gustaría apretar su mano contra mi sexo, sobre mis labios… Pero ella sigue con sólo rozarlo, y esa caricia sencilla me enloquece los sentidos. Estoy en suspenso hasta su siguiente movimiento. ¿Va a deslizar su mano, sus dedos, un poco más profundamente?

Alyssa atrapa mi boca con más fuerza y me empuja contra la barra de la cocina. ¡Felizmente, Annie no está! Sus dos manos se pegan a mis nalgas, aprieta su cuerpo contra el mío y siento el calor de su sexo través del pantalón. Me besa el cuello, sus besos son calientes, ávidos. Su aliento sobre mi piel… estoy a su merced. Mis fuerzas me dejan. No controlo nada. Su mano baja sobre mi pecho para acariciar mis senos, luego para apretarlos. A través de la tela de mi vestido, cosquillea mis pezones ultrasensibles. Gimo. A mi vez pego más fuerte mi vientre para sentir su calor. Agarro sus nalgas a manos llenas. Son musculosas. Sus gestos me arrebatan, sus manos están por todos lados a la vez y me exalto cuando alcanzan de nuevo mis nalgas, bajo mi vestido. Esta vez ella ya no las acaricia, las atrapa, las amasa y me ciñe todavía más contra sus caderas. Suavemente, empieza a frotarse contra mí y yo respondo a ese movimiento de viene y va. Su respiración se acelera, sus pupilas se dilatan cuando hunde su mirada en la mía. Esa barra ya no es cómoda.

— ¿Tu habitación?

Con la mirada le muestro la puerta. ella me arrastra hacia ahí y me empuja contra el muro.

Es la explosión en mi vientre. Lo quiero enseguida. Mis labios atrapan su boca, nuestras lenguas chocan y se entremezclan con fuerza. Mis manos se deslizan sobre su camisa, puedo sentir su calor, pero esa tela me estorba. Paso por debajo para encontrar su piel húmeda. El frotamiento de su sexo sobre mi vientre termina por hacerme perder la cabeza. Ya no controlo nada. Sus labios, sus manos, me vuelvo loca de deseo. Nuestras vestimentas están demás. Alyssa hace resbalar mi vestido y lo acompaña con la lengua, que deja vagar entre mis senos, sobre mi vientre. Mis pantaletas han desaparecido. Espero su lengua en mi sexo, pero no viene. Alyssa se levanta y me guía hacia el borde de la cama. Se arrodilla delante de mí, desengancha mi sujetador con una mano. Mis senos se despliegan bajo sus ojos. ella los acoge, admirativa, y enseguida atrapa uno a

plena boca. Su lengua desenfrenada juega con mi pezón, su boca lo succiona. SU mano cubre mi segundo seno y pronto lo masajea como debe ser.

Delicadamente, me empuja a recostarme sobre la cama. Mi sexo queda al borde, abierto, completamente entregado. Su mirada sigue siendo intensa cuando se cruza con la mía. Siento su deseo en sus ojos, siento su excitación y me mojo todavía un poco más. De pronto, ¡su boca sobre mi sexo! Me lame, me sorbe a pequeñas lengüetadas. La sorpresa me arranca un grito de placer. Es tan buena… Su lengua está por todos lados, su boca ávida besa mi sexo. Me fundo de placer, siento subir en mí una ola de calor. Ella continúa, cosquillea mi clítoris, lo succiona, lo enerva, lo jala… Me lame toda entera y de pronto, el placer se funde en mí como una marejada. Gozo, es violento, ¡es realmente tan fuerte! Pronuncio su nombre, entierro mis manos en su cabello. Pero ella no se detiene, cada lengüetada es una descarga eléctrica que prolonga mi orgasmo… Mi sexo es una hoguera de placer. Y luego Alyssa se detiene.

¡No! ¡Más! ¡Todavía lo quiero!

Se levanta. Parada frente a mí, pasa su lengua por los labios… ¡No puede terminar así!

Una pizca de descaro ilumina sus ojos. Desabotona su camisa, lentamente, botón por botón. Yo admiro el espectáculo, ávida de descubrir su cuerpo. Su camisa cae al suelo y rapodamente la sigue su bra. Su torso imberbe me deja sin habla. Sus músculos se dibujan a la perfección y sus perfectos senos me excitan mas. Me muerdo el labio inferior.

¡Tengo tantas ganas de besarla… por todos lados! Ella se divierte entregándose al espectáculo. Siempre lentamente, se desabotona el pantalón y se lo quita. Siento como el deseo me retoma con más fuerza y todavía más cuando se quita el su tanga negra. Su sexo se muestra, majestuoso. Siento los músculos de mi sexo contraerse, me arqueo sobre la cama. La quiero probar… Alyssa juega con mi excitación. En lugar de acostarse sobre mí, se recuesta a mi lado. Yo me incorporo y me vuelvo hacia ella. Mis manos se envalentonan sobre ese cuerpo, curiosas de conocerlo en todos sus detalles. Mis dedos se deslizan sobre su espalda, sus senos, su abdomen… Suavemente, mi mano alcanza su bajo vientre. ¿Me atrevería a ir más lejos? Observo su sexo, me gustaría estar más segura y darle el mismo placer… Me atrevo, mis dedos acarician sus labios mayores. Alyssa emite un ligero gemido, que me alienta. Mis dedos la acarician, y se desliza abajo… arriba… firmemente. Alyssa se recuesta sobre la espalda, dejándome frente a frente con su sexo. Gime un poco más fuerte cuando empujo mis dedos, cuando acaricio su clítoris y bajo mis dedos para acariciar su entrada…

— Erika…

Parece que logro darle placer. Entonces gano confianza. Mi otra mano acaricia su cuerpo. La siento moverse, contraerse. ¡Está tan excitada! ¿¡Y soy yo la que la pone así?! Y luego, una idea me atraviesa el espíritu, unas ganas de probar, para ver. Detengo todo, bajo mi cuerpo para que mi cabeza esté a la altura de su sexo. Saco la lengua, la lamo, un poco. Luego vuelvo a empezar, un poco más fuerte esta vez. Su sexo tiene un saborcito salado, un sabor a mujer. Me dejo ir. ¡Es mi turno de jugar con ella! Lamo, como un helado, bajo a la entrada de su sexo. Eso me excita, tengo ganas de ir más lejos. Vuelvo a su hinchado clítoris, Lo tomo con mis labios y lo jalo un poco… Alyssa está sorprendida y su estertor de placer me alienta a continuar. Es extraño pero delicioso. Pero no tengo tiempo de ir más lejos. Alyssa me alza y me recuesta sobre la cama. Me separa las

piernas y se recuesta sobre mí. Me besa de nuevo, su lengua hurga en mi boca. Me fijó el brazo por encima de la cabeza, estoy debajo de ella, toda suya. Mi pelvis se alza, la quiero. Alyssa frota su sexo contra el mío, se hace esperar, todavía… Cierro los ojos. Sus ojos sombríos están enganchados a los míos. Se hunde en mí brutalmente, pegando nuestros sexos. Retengo un hipo de sorpresa. La acojo enteramente. Ella gime a su vez, nuestros gruñidos se hacen eco. Empieza un bamboleo, suavemente esta vez, luego más rápido, cada vez más rápido. Acompaño el movimiento de sus caderas, mis piernas se enganchan a su cintura, mis manos liberadas aprietan sus nalgas para empujarla, una y otra vez, más y más fuerte. Siento el placer último subir en mí, ese calor que se despliega, exploto de deseo. Ella a su vez me sigue en un último movimiento de cadera y goza. Jadeante, con la cabeza en mi cuello, continua suavemente su viene y va, para extender ese momento de placer.

Ya no me muevo, abatida. Alyssa aun con su cara en mi cuello se queda recostada sobre mí. El contacto de nuestros dos sexos me provoca un último gemido. Ella recupera el aliento en el hueco de mi cuello.

Nos miramos, sorprendidas por la intensidad de lo que acaba de pasar. Ni ella ni yo podemos pronunciar palabra alguna, el tiempo está como suspendido. Alyssa es la primera en romper el encanto:

— ¿Todo… bien?

— Sí, respondo en un suspiro. -Voy al baño.

En el baño, me siento. Mis fuerzas me han abandonado. El agua sobre mi cara me hace recuperar el juicio. No pienso en nada, sólo escucho a mi cuerpo reponerse de esa emoción, de ese abordaje violento pero terriblemente bueno.

¡Me acabo de acostar con Alyssa Evans! ¡Oh, dios mío, qué bueno estuvo!

Recupero el control de mi apariencia y reaparezco en el salón, donde se encuentra Alyssa sentada en el sillón, con el semblante pensativo.

Se levanta a mi llegada. Parece inquieta.

— Erika, tenía ganas desde la primera noche. Tiene usted algo irresistible que me atrae.

LA Alyssa conquistadora dejó el lugar a un niñito culpable. Este viraje me desconcierta y no puedo evitar tener un gesto tierno hacia ella.

— Todo está bien, Alyssa, yo lo quería así… Es como si fuera… evidente.

— Erika…

Alyssa me aprieta fuertemente entre sus brazos, como si se le fuera la vida en ello… Le acaricio el cabello y me lleno de su olor. No lleva su perfume de costumbre, incluso su cuerpo está al desnudo. Tengo entre mis brazos a la mujer, no a la millonaria. Descubro esta otra faceta de Alyssa. Es extraño, ciento el desconcierto que la invade… ¿Se da cuenta de que ha cometido un error? ¿Por qué tanta desesperanza en este abrazo? ¿Es ese un signo de que todo ha terminado incluso antes de haber comenzado?

Y de pronto ella se recupera y me aleja de sí.

— Señorita Rogers, usted es definitivamente sorprendente. Regresa el «señorita»… ¿Alyssa vuelve a poner distancia entre nosotras aun cuando estaba acurrucada entre mis brazos hace un instante? Creo no soy la única en ser «sorprendente». Alyssa acaba de recuperar el control…