¿Un amor extraño?
Al ver quien era el amante de su madrastra se quedó paralizada y sin aliento, era Rubén, su hermanastro, Rosa María estaba cogiendo con su propio hijo, y en la misma cama de su padre,
¿UN AMOR EXTRAÑO?
1/a Parte
Elisa veía el golpeteo de las gruesas gotas de lluvia que se estrellaban con furia en el cristal de su ventana, al mismo tiempo que dolorosas lágrimas resbalaban por la piel tersa de sus mejillas, de cuando en cuando un profundo sollozo estremecía su firme y fuerte cuerpo que se ocultaba bajo las grandes y holgadas prendas de su reducido guardarropa con las que se vestía a diario para ir a su trabajo.
Su apariencia no llamaba en nada la atención del sexo opuesto, su peinado era sobrio y feo con una trenza larga y gruesa mal apretada hecha con prisas y sin interés de mostrar una mejor imagen, unas grandes y feas gafas ocultaban y deformaban el aspecto de sus ojos de un color café claro con chispas verdes, que resaltaban con el llanto.
Siempre se había sabido fea pues su madrastra se había encargado de grabar en su mente de niña ese concepto, demeritándole cualquier atractivo que pudiera tener, desde que tenia memoria la había enseñado a sentir vergüenza de ella misma, y solo tenia en su mente recuerdos de tristeza y timidez.
Pero el motivo de su llanto en esta ocasión era muy diferente, ahora su tristeza era mas profunda y se sentía aun mas impotente ante la vida, sus recuerdos machacantes la llevaron a un año atrás, exactamente al día en que había recibido la fatal noticia del accidente en donde su padre y su madrastra habían perdido sus vidas, su amado padre se había ido para siempre y la dejaba completamente sola. A cargo del negocio de abastos alimenticios.
Sin darse cuenta al recordar a su padre fue todavía mas atrás en el tiempo, recordó a su papá Sebastián, un hombre corpulento y bondadoso que la adoraba, pero que después de enviudar de la madre de Elisa, se había refugiado de lleno en su trabajo, contrayendo nuevo matrimonio con su empleada Rosa María principalmente para que ella se hiciera cargo de Elisa y ayudarle también a ella en la manutención del hijo de esta. Pues Rosa María siempre en su presencia, le demostró cariño por la niña, y una pasión desenfrenada por él. No se detenía ante ninguna petición de él al hacer el amor, es mas ella misma tenia mucha iniciativa al coger con su marido y lo mantenía enamorado y apasionado por ella, creyéndola incapaz de realizar algún acto que fuera dañino para él o para Elisa. Pero la verdad era muy diferente.
Rosa María había insistido que el negocio y la casa se los dejara a Rubén, el hijo de ella, a quien había tenido a los pocos días después de haber cumplido los catorce años. Sebastián no cedió ante las presiones que ejercía Rosa María sobre él, sin embargo ella seguía alegando que Elisa era mujer y una vez que creciera se iba a casar y tendría alguien que la mantuviera, en cambio Rubén debería tener un patrimonio, pues a él le iba a tocar mantener a una familia. Sebastián se limitaba a sonreír y a hundir más profundamente su pene en las entrañas de su mujer para arrancarle intensos orgasmos que la mantenían lejos de esa idea, y le daban a él un respiro en las exigencias de su esposa.
Al crecer los chicos, Rubén terminó sus estudios de administración y rechazó groseramente el ofrecimiento de Sebastián para continuar trabajando con él, poniéndole el hijastro como condición, que testamentara a su favor el negocio y la casa, obviamente Sebastián se negó una vez mas a tal exigencia. Pasado un año mas Elisa terminó la misma carrera de Rubén pero ella si aceptó trabajar con su padre.
La rutina en sus vidas cambió un poco, pues desde la graduación de Elisa padre e hija salían juntos al negocio mientras que Rosa María en un desplante de enojo decidió quedarse en la casa para hacerse cargo de las labores del hogar, arguyendo que como Elisa iba a estar en el negocio ella salía sobrando, esto incomodó un poco a Sebastián pero le permitió hacer su voluntad. Así pasaron algunos pocos años en que Elisa se adentró de lleno en el manejo del negocio dejando de lado toda actividad social y eliminando completamente de su vida el plano amoroso, no se fijaba en nadie y nadie se fijaba en ella.
Sebastián le pedía que cambiara su arreglo personal, diciéndole una y otra vez que era hermosa como su madre, que luciera sus encantos, pero Elisa estaba convencida de su fealdad y no aceptaba cambiar su forma de vestir y se negaba a hacerse algún arreglo en el cabello y aun menos en su cara.
Una mañana Elisa fue atacada por una fuerte gripe, pero aun así insistió en irse a trabajar con su padre, pero a media mañana la joven se sentía verdaderamente enferma y su padre la mandó con el chofer de regreso a la casa, comprándole antes medicamentos para calmarle los síntomas, haciendo que los tomara inmediatamente frente a él, así lo hizo Elisa y subió al auto para ir a casa, al otro lado de la enorme ciudad, para cuando llegó a la casa el medicamento ya había empezado a hacer su efecto y la muchacha se sentía visiblemente mejor, pero decidió obedecer a su padre y entró a su hogar con la intención de irse a su recámara para revisar algunos papeles y ponerlos en orden, no encontró señales de Rosa María pero no le dio importancia a su ausencia, y subió las escaleras, sus modestos zapatos eran sencillos y no hacían ningún ruido al caminar así que se desplazó calladamente por el largo pasillo que conducía a las habitaciones. Al pasar por la recámara del matrimonio escuchó ruidos y dedujo que ahí se encontraba Rosa María, decidió avisarle de su llegada y de que iba a estar en su habitación, pero al acercarse para tocar la puerta vio que esta estaba entreabierta y entonces fue cuando sin proponérselo escuchó con mas claridad los ruidos y las voces que salían del la recámara.
Ay mi amor, así, un poquito mas fuerte... decía Rosa María con la voz jadeante... ahí, ahí mas rápido.
Intrigada y si pensarlo Elisa abrió un poco mas la puerta, y lo que vio la hizo estremecerse, Rosa María estaba completamente desnuda acostada sobre la cama y con ella un hombre también desnudo, él estaba con la cabeza hundida entre sus piernas, mientras que la mujer se agitaba con fuerza de la cintura para abajo, con los gruesos brazos extendidos a los lados, estrujando con sus manos la sabana, en un acto de entrega y lujuria, mientras gritaba cada vez mas fuerte exigiéndole al desconocido amante como debería ser mamada en la vagina.
Mas, maaaasss, ahora mete tus dedos... oyó exigir a la mujer gritando con voz extrañamente ronca por la pasión... ya sabes donde, así ráscame fuerte ahí, asssiiiiií, aaayy, ya me vengo, ya me vengo mi amor, ayy, ayyy, aaaaaaaayy, aaahh, ya, ya mi vida, que rico, ven, ahora mámame las chichitas toma mi rey son tuyas nada mas. Así mi vida mámalas, mámalas, ahora méteme tu verguita mi cielo, cógeme papito. Cógete a tu mamita mi vida.
Al ver quien era el amante de su madrastra se quedó paralizada y sin aliento, era Rubén, su hermanastro, Rosa María estaba cogiendo con su propio hijo, y en la misma cama de su padre, aunque llena de rabia, no atinaba a moverse de ese lugar, estaba extrañamente fascinada por la escena de incesto que se desarrollaba ante sus ojos. Muda y sin respirar permaneció como clavada al piso frente a la entrada de la recámara de su padre. Vio como Rubén dejaba de mamar los grandes senos de Rosa María y se acomodaba entre las piernas de su madre apuntando hacia la húmeda vagina lo que le pareció una enorme verga que se movía por si sola, cabeceando hacia los lados como buscando ansiosa la entrada a las entrañas de su madre,
Observó como Rosa María levantaba su cadera para ir al encuentro de la palpitante verga de su hijo, logrando encontrar en su trayecto la descomunal cabeza del pene, atrapándola entre los labios vaginales que se abrían formando un sonrosado círculo que rodeaba al oscuro túnel de la mujer, al sentir apenas el íntimo contacto con su madre, Rubén embistió con fuerza, metiendo totalmente su gruesa verga en la ansiosa vagina, arrancándole un largo suspiro a la mujer, que sintió como se llenó completamente de un solo golpe. Rubén sabia muy bien que así era como le gustaba ser penetrada a Rosa María, y él la complacía perfectamente, Rosa María se abrazó a su hijo con sus largas y gruesas piernas mientras paseaba sus manos por las nalgas y la espalda del muchacho, apretándose contra él meneando, en círculos su pelvis, en tanto que Rubén empezaba en movimiento de vaivén, metiendo y sacando hasta casi la mitad la verga, para volver a introducirla con fuerza como si quisiera traspasar el cuerpo de su madre de lado a lado.
Los gritos suspiros y quejidos de los amantes invadían toda la casa sin que ellos tuvieran ningún temor de ser escuchados, sabedores de que se encontraban solos, y así estarían por muchas horas hasta el anochecer en que regresaban Sebastián y Elisa del trabajo, esa tranquilidad les permitía coger sin reserva alguna pues tenían todo el día para ellos solos.
Rubén cada vez bombeaba más fuerte y más rápido dentro de su madre haciendo que ella gritara llena de lujuria, frotándose contra la pelvis de su hijo para estimularse el clítoris mientras tenía incontables orgasmos. Los movimientos del joven amante se hicieron frenéticos atacando con furia la vagina materna por la cual había salido al mundo y ahora trataba de introducir lo más que pudiera de su cuerpo en las entrañas que lo habían formado y alojado, dándole la vida. Oyó la voz de él como un rugido potente mientras convulsionaba todo su cuerpo, clavándose violento en la vagina ante el gozo indescriptible de Rosa María que trataba de seguir el salvaje ritmo de su hijo, que vaciaba toda su carga en lo mas profundo de las entrañas de su amante madre. Lanzando gritos y gruñidos que anunciaban al mundo su satisfacción al estallar las entrañas de ambos en chorros y convulsiones que hacían temblar los sudorosos cuerpos, él dio unos últimos envites descargando todo el semen que le era posible, sintiendo en la sensible verga las contracciones femeninas que acompañaban al orgasmo de su madre, resoplando escandalosamente y entre risas felices y satisfechas se besaron las bocas jugueteando con las lenguas, tal y como era su costumbre después de venirse los dos, de ese modo Rosa María saboreaba sus propios fluidos vaginales que habían quedado impregnados en los labios y mejillas de su hijo después de mamarle la vagina.
Ella dejó caer los brazos a los lados por arriba de su cabeza, mientras Rubén refugiaba su cara en una de las axilas de su madre deleitándose con su olor a sudor fresco y limpio, pues todos sabían que Rosa María era una mujer extremadamente limpia en su persona y en su hogar.
Rubén mientras recobraba las fuerzas se dedicaba a chupar y mordisquear el vello tenue que poblaba las axilas de su madre dando lamidas y jugueteando los vellos con su lengua, saboreando el íntimo sabor de su amante. A ella le agradaban mucho ese tipo de caricias antes, durante y después de coger, había enseñado a su hijo y a Sebastián que debería satisfacerla de esa forma y a ellos también les encantaba darle ese tipo de caricias.
¿Por qué no te rasuras las axilas como Laura?... oyó que preguntaba Rubén.
Porque a Sebastián le gusta que tenga vello ahí... explicó paciente Rosa María... además lo que haga tu esposa no lo voy a imitar yo.
No, no es que la imites... le aclaró Rubén de inmediato.
¿O es que no te gustan los vellos de tu madre?... dijo con coquetería Rosa María.
Claro que me encantan siempre me han gustado, bien lo sabes... dijo Rubén.
¿Entonces para que quieres que me rasure?... preguntó riendo la mujer.
No quiero eso... rió Rubén mientras tomaba un seno de su madre y le mamaba fuertemente el pezón haciéndola estremecerse por la caricia... ya mejor olvídalo, no dije nada.
Ay mi amor como me ha gustado siempre que me mames las chiches, me encanta... dijo Rosa María acariciando la nuca de su hijo mientras apretaba su seno con la otra mano como si amamantara a un bebe.
Ya casi no tienes leche... comentó Rubén... ¿Ya te la vas a quitar?
Pues es que como ya casi no me las mamas, cada vez produzco menos leche... explicó Rosa María.
¿Y que Sebastián no te las mama?... indagó Rubén.
Igual que tú... dijo Rosa María... ya han perdido el interés en mi leche, y el estar sacándola yo sola, la verdad no me gusta porque me quedan adoloridas. Pero como ya tienes nuevas mamaderas con tu mujer ya no le haces caso a las mías. Pero acuérdate que debes dejarle suficiente leche al bebé.
No te preocupes... dijo Rubén mientras chupaba sonoramente los pezones de su madre... a partir de hoy te las voy a venir a mamar diario otra vez, aunque sea un ratito.
Bueno, pero con cogida y todo lo demás... dijo Rosa María, riendo con fuerza.
Claro que si... prometió Rubén así lo haré... ahora voy a darme un baño. Pues tengo que llevar al bebé con el doctor para ponerle las vacunas.
Bueno yo me baño contigo para llamar a la sirvienta que ya venga a limpiar... comentó Rosa María.
Claro está que Sebastián no sabía nada de la relación de tipo sexual que existía entre su mujer y el hijo de esta, los amantes se habían cuidado muy bien de ser descubiertos y nadie sabía nada de su relación, ni siquiera se imaginaban que algo así sucediera. Pero ahora su secreto había sido descubierto por Elisa.
La chica al ver la consumación del incesto entre madre e hijo, y oír los comentarios sin que los amantes supieran que estaba ahí, pudo recobrar el dominio en si misma, y presurosa pero en silencio se retiró de la puerta, regresando a la escalera para salir de nuevo de la casa y pensar en lo que acababa de descubrir. Haciendo tiempo para que Rubén saliera, dio una vuelta alrededor del parquecito frente a la casa, para tranquilizarse, meditando en la actitud que debería tomar. Decidió no decir nada por el momento hasta pensar bien en todo lo que implicaba lo que acababa de descubrir. Pero sintió que una rabia iba invadiendo su mente y su corazón, sintió coraje contra la pareja de amantes traidores, que además de cometer incesto traicionaban a Sebastián de una manera vil, injusta y cobarde, tal era su sentir.
Vio que el hombre salía de la casa y decidida se encaminó a su hogar, entró como si acabara de llegar tratando de mostrar naturalidad, encontró a Rosa María que venia bajando la escalera, y vio como la mujer se sorprendía casi asustada preguntándose tal vez si habría visto salir a Rubén. Pero pronto recobró el aplomo.
¿Qué pasó, siempre te sentiste mal todavía?... le preguntó fríamente como siempre que estaban solas.
Si, por eso me regresó mi papá... respondió Elisa en el mismo tono cortante... me voy a ir a acostar, todavía me siento algo mal.
Está bien... aceptó Rosa María... cuando esté lista la comida te mando algo con la muchacha.
Si gracias... contestó Elisa... voy a mi cuarto.
En cuanto entró a su recámara empezó a despojarse de su ropa, sintiendo como la invadían oleadas de odio hacia su madrastra, pensaba para si que todavía tenia el descaro de tratarla mal, aun después de hacerle esas cochinadas a su papá, con furia se arrancó prácticamente toda la ropa quedando desnuda completamente frente al espejo de cuerpo entero, se contempló enojada con el mundo entero mientras veía su cuerpo reflejado, recordando lo que acababa de ver, sintió asco y corriendo fue a vomitar al baño de su habitación.
Se limpió y lavó su boca para quitarse el sabor del vómito, y decidió darse una ducha muy caliente. Salió del baño y se contempló nuevamente en el espejo se vio tal y como se había fijado en su mente la imagen de fealdad, no se gustaba ella misma, y eso la hacia pensar que mucho menos le iba a gustar a algún hombre.
Pero la realidad era muy distinta, ella tenia el mismo síndrome de la distorsión de la imagen que tiene de si misma la gente que padece anorexia, no ven su imagen real, su mente ha sido distorsionada por una falsa y engañosa imagen que se han formado de ellos mismos.
Ante los ojos de alguien que la hubiera visto tal y como se estaba ella observando en ese momento, Elisa le hubiera parecido una mujer muy hermosa, era alta para el promedio de las mujeres del país, su complexión esbelta con un talle largo, sus senos grandes y erguidos, rematados con areolas de color café muy claro, con grandes y desafiantes pezones que apuntaban orgullosos al frente, totalmente vírgenes, así como todo el resto de su cuerpo, sus caderas anchas y redondeadas sostenidas por unas largas y torneadas piernas, contempló sus nalgas tratando de compararlas con las de Rosa María, en su mente Elisa salía perdiendo en la comparación, pero en la realidad superaba con mucho a su madrastra, las de Elisa eran amplias y pronunciadas, firmes y fuertes por naturaleza, muy similares a las de su madre, al igual que todos sus demás atributos, su cara era perfecta en sus proporciones, sus ojos grandes pero tristes coronados por largas y rizadas pestañas que con su abundancia hacían resaltar su belleza, enmarcados por unas bien delineadas y naturales cejas, nariz pequeña y respingada sobre unos labios carnosos y sensuales, su cabellera era ondulada y pesada la usaba hasta la cintura cayendo como una cascada castaño clara, que cubría sus hombros y espalda.
Era realmente hermosa, pero su mente había sido trabajada minuciosamente para demostrarle lo contrario. Rendida por la enfermedad y la impresión recibida se cubrió con su conservadora ropa íntima, usaba pantaletas grandes y amplias tal y como la había acostumbrado Rosa María, se puso un camisón largo de franela que no permitía que mostrara nada de su cuerpo desde el cuello hasta los pies. Separó las cobijas de su cama y se metió entre ellas sintiéndose totalmente agotada, se quedó dormida en un sueño profundo que la alejaba de su triste realidad.
No supo cuanto durmió, se despertó solo hasta que la sirvienta la tocaba suavemente en el brazo tratando de despertarla.
Señorita, señorita... repetía la joven mujer, quien al verla que abría los ojos se apresuró a ofrecerle algo de cenar... le traigo algo para que coma, mire son unos tamalitos calientitos, y atole, además que ya le toca su medicina. Me dijo su papá.
Gracias Olivia... contestó Elisa... ya tengo algo de hambre. ¿Ya llegó mi papá?
Si señorita pero se volvió a salir con la señora... respondió la joven... me encargo que le dijera que iban a ir a Querétaro todo el fin de semana y regresaban el lunes o a mas tardar el martes. Que según como usted se sintiera el lunes para ir a trabajar, pero que si se sentía algo mal todavía que no fuera, que el señor ya le había dicho a Genaro que él viera todo esos días, hasta que usted se sintiera bien.
Gracias Olivia... volvió a agradecer Elisa... ¿Entonces no hay nadie en la casa?
No señorita... dijo Olivia... no mas usted y yo. Pero yo me voy a quedar estos días ya le avisé a mis papás.
Gracias otra vez Oli... respondió Elisa sonriéndole... te acepto la compañía.
Al día siguiente, ya entrada la mañana sonó el teléfono, contestando Olivia.
Señorita que es para usted... avisó la sirvienta... que le hablan de la policía.
Lo que siguió a continuación fue lo mas triste que le había ocurrido a Elisa hasta ese momento. La llamada era para comunicarle que su padre y su madrastra habían fallecido en un accidente en una carretera en Querétaro, al ser arrollados por un camión que había quedado sin frenos y el chofer no había podido controlarlo.
De eso hacia un año exactamente ese día en que una nueva desgracia le había ocurrido, volvió a recordar lo único agradable que le pasó meses después del sepelio. Una tarde entre semana llegó a visitarla Rubén, para avisarle que se iba a ir definitivamente del país, pues le habían conseguido un trabajo en el extranjero con muy buenas condiciones.
Como Elisa no esperaba visitas de nadie se había puesto un short cortito (pantalón corto) y una camiseta de tirantes sin brasier, pues estaba haciendo bastante calor, y además no había nadie que la pudiera ver. Se encontraba en el jardín arreglando unas plantas, estaba sudando y la camiseta se le pegaba reveladoramente en sus erguidos senos marcándose los duros pezones a través de la húmeda tela. No se había puesto tampoco los enormes anteojos que usaba del diario.
Rubén se quedó sorprendido ante la vestimenta de Elisa, el también había sido condicionado a verla siempre fea, pero ahora que la veía como nunca antes la había visto, se quedó sorprendido ante la belleza de su hermanastra, jamás se hubiera imaginado que Elisa tuviera semejante cuerpo y una cara tan bella, no podía apartar la vista de su hermoso pecho ni de ese par de nalgas tan perfectas. Su instinto lo llevó tratar de lograr algo más que una simple contemplación de su hermanastra, al fin que no tenía prisa de nada y nadie sabia donde estaba. Su esposa Laura estaba acostumbrada a sus ausencias y sabía que no debía interrogarlo jamás acerca de donde había pasado el día. Así él no se vería forzado a inventar pretextos.
En ese momento se portó extraordinariamente cordial con Elisa, y la invitó a que brindara con él por su despedida, pues no sabia cuando podrían verse de nuevo. A pesar de la frialdad con que Elisa le contestaba, él insistió en convencerla.
Bueno, está bien... dijo Elisa visiblemente molesta... te acompaño pero yo brindo con refresco.
No, eso no ¿Cómo que con refresco?... argumentó Rubén... es mi despedida, somos la única familia que tenemos, mira no te voy a obligar a tomar nada fuerte, pero mi mamá tenia unas botellas de Amareto que se que te va a gustar es muy sabroso. Y tiene muy poco alcohol. Espérame y te doy para que lo pruebes.
Nada mas porque es tu despedida lo acepto... dijo Elisa ante la sorprendente amabilidad de su hermanastro, pues ella a pesar de que no habían convivido entre ellos, si llegó a verlo como un hermano mayor. Y él en realidad jamás se había metido con ella ni para bien ni para mal. Así que entre ellos por esa parte al menos, no existía resentimiento alguno... entonces ahorita bajo me voy a cambiar de ropa no me tardo.
No, no te vayas... dijo Rubén rápidamente tratando de sonar desinteresado... ¿Para que te cambias? está haciendo mucho calor y así estas mas fresca, si te pones tu vestidote nada mas te vas a acalorar. Y no quiero incomodarte con mi visita.
No me incomodas de ningún modo Rubén... dijo Elisa con cortesía y añadió en señal de buena fe... y tienes razón así ando muy cómoda ahorita. Pero entonces tu si deberías cambiarte, o por lo menos quítate el saco y la corbata. Si quieres te presto un short de mi papá para que te lo pongas.
Te lo acepto con gusto, Elisa... dijo Rubén sonriendo... yo lo tomo si quieres.
Una vez cambiado de vestimenta, con una camiseta sin mangas y un holgado short, pero intencionalmente escogió el mas amplio y además no de puso calzoncillo. Sabia que al separar las piernas quedaría visible su pene, y precisamente eso era lo que el quería. Se sentó frente a Elisa para admirarla y al mismo tiempo para que ella pudiera ver su verga por debajo del short.
Le sirvió una generosa porción de Amareto con hielo para que le supiera fresco y pudiera tomar bastante sin que ella se diera cuenta cuando se emborrachara un poco, así que estaría midiendo su desenvolvimiento para evitarle que perdiera el conocimiento, quería mantenerla conciente pero desinhibida, y el sabia como conseguir eso.
Tal y como lo planeó, el dulce sabor del licor refrescado con el hielo permitió que Elisa bebiera mas de lo que se había imaginado, desinhibiéndose totalmente, a tal grado de observar con cierto descaro la entrepierna de Rubén viéndole totalmente la verga y los colgantes huevos a su hermanastro, recordando el episodio cuando lo había visto coger con Rosa María. Ella sentía que su vagina estaba rara, se paraba constantemente a orinar para limpiarse la extraña humedad que le escurría desde adentro. Al regresar de una de sus idas al baño vio que el sillón donde estaba sentada ya lo había ocupado Rubén con unos discos que le estorbaban para sentarse, aceptando el ofrecimiento de Rubén para sentarse en el mismo sillón con él, estando mucho mas cerca de lo que hubiera supuesto.
Él pasó su brazo por el respaldo detrás de ella pero sin abrazarla y ella giró su cuerpo para verlo de frente subiendo su pierna. Siguieron hablando de trivialidades, bromeando y riendo. Él se había arremangado las mangas del pantaloncillo lo más posible hasta casi las ingles, seguro de que dejaba visibilidad a Elisa. Subió el también su pierna doblada al sillón y antes de que Elisa reaccionara le levantó la pierna a ella y colocó la suya por debajo, dejando la de ella arriba. Ella se sorprendió pero le agradó la sensación del contacto de las piernas y continuó en esa posición, riendo nerviosa y algo excitada. Como si no se diera cuenta él, empezó a rozarle los brazos delicadamente casi sin tocarla, ella sintió como si fueran descargas eléctricas lo roces en sus largos y delgados brazos, no se dio cuenta exactamente cuando fue que la mano de Rubén acariciaba abiertamente su brazo de arriba-abajo, produciéndole excitantes sensaciones en su piel poniéndosela erizada. Sentía a Rubén cada vez mas cerca pero estaba a gusto con esa sensación.
Ya la otra mano de Rubén descansaba ya sobre su pierna, acariciándosela descaradamente, subiéndola cada vez mas, hasta empezar a meterla por debajo del short, acercándose a la ingle de Elisa. Ella trató débilmente de detenerlo pero en verdad le estaba agradando lo que sentía, siempre había estado sin caricias y sin muestras de afecto, únicamente las había recibido pocas veces de su padre, y ahora que alguien le proporcionaba lo que tanto le hacia falta, se derretía completa. El licor le confundía la mente y su sed de amor la hacia vulnerable a las expertas manos de Rubén. Cuando se dio cuenta ya Rubén le frotaba su vulva por encima de la ropa y con la otra mano le había descubierto uno de los senos y acariciaba entre sus dedos su crecido y duro pezón enviándole señales eróticas a todos los rincones desconocidos de su cuerpo se sorprendió a si misma besándose boca a boca con Rubén, chupando la lengua del hombre con ansias lujuriosas que despertaban su líbido adormecido.
Como en trance veía las imágenes que se desarrollaban entre los dos, ahora se veía a ella misma abrazada al hombre dejándolo que se deleitara de su boca, mientras dentro de su abdomen sentía un cosquilleo delicioso e inquietante que crecía en oleadas de placer irradiándose a todo el interior de su cuerpo, su corazón estaba acelerado al máximo y sus latidos se reflejaban en sus sienes, cada vez respiraba con mas dificultad incluso jalaba aire por la boca entre beso y beso, chupaba ávida la lengua del hombre y dejaba que él chupara la suya.
Rubén había deslizado los tirantes de su camiseta por los brazos descubriéndole los hermosos senos, acariciándolos con desesperación, los apretaba suavemente para no lastimarla y se los meneaba en círculos haciéndola sentir mil sensaciones agradables, que nunca se había imaginado que sentiría, sabia que estaba cometiendo un error pues el era casado y acababa de nacer su primer hijo, pero algo la orillaba a llevarla cada vez mas lejos en esa desconocida aventura de sexo y placer.
Ahora Rubén se dedicaba a besarle y a chupetearle el cuello, haciéndola jadear de deseo, se aferraba a él con todas las fuerzas de sus bellos brazos, acariciándole su nuca y espalda, frotándose contra él en busca de mas placer, se dio cuenta que la mano de él le frotaba deliciosamente la vulva por encima del short, y ella abría ya sus piernas para permitirle mayor facilidad al hombre, se sorprendió al sentirse mover sus caderas apretándose contra la acariciante mano, de pronto una sensación totalmente desconocida la invadió desde adentro, sentía un calor intenso en sus entrañas y un deseo como de orinar pero muy diferente y placentero, la mano frotaba cada vez con mas fuerza y rapidez haciendo que la maravillosa sensación aumentara en intensidad, Elisa se recargó totalmente en el sillón entregándose abiertamente a la manipulación de su hermanastro, tomó entre sus manos la mano acariciante de Rubén y la guió en la caricia masturbatoria frotándola con mas fuerza aun en el lugar exacto donde sentía mas placer. De pronto lo sintió, reventó dentro de ella invadiéndola en una maravillosa sensación de gran delicia placentera, todo su ser se convulsionó centrándose en su vagina estallando como mil relámpagos que se sucedían uno tras otro arrastrando cada uno de ellos una increíble contracción seguida de otra, y otra y otra mas y así hasta vaciarle el alma y dejarla desmadejada, sollozante pero feliz y completamente satisfecha, resoplaba escandalosamente, y el sudor escurría por todo su cuerpo. Que agradable había sido esa experiencia tan negada para ella.