Un amor eterno

Toda su vida, Paul a sido un hombre inseguro, lleno de preocupaciones. Su vida en pareja era complicada y frustrante para él por problemas de confianza hacia su novio Samuel. miedos al tener relaciones y muchas mas complicaciones. pero un día encontrara un puñado de cartas que le cambiaran la vida y le devolverán la confianza perdida muchos, muchísimos años atrás.

Su casa era hermosa, muy antigua y llena de muebles viejos, pero no se encontraba en mal estado, todo estaba muy limpio y en orden, cada habitación y rincón estaban muy iluminados, muy decorados. En toda la casa se podía respirar el aire de serenidad y frescura juvenil que su dueño me hacía sentir siempre que estaba junto mí, supongo que eso era lo que más me gustaba de la casa; en cualquier lugar, en cualquier momento y sin importar que él estuviera afuera, podía sentirlo cerca de mí.

Recuerdo la primera noche que me quede a dormir en esa casa, llegamos de noche, el vecindario estaba tan oscuro que nadie nos vio entrar agarrados de la mano. Una vez dentro él me abrazo con fuerza y comenzó a besarme con desespero, me abrazaba con mucha fuerza y me hacia un leve daño con los labios, no me gustaba que estuviera siendo tan brusco pero sabía que él solo lo hacía para vivir al máximo el momento, yo no estaba tan excitado como él, de hecho estaba muy nervioso y no tenía ganas de hacer nada esa noche, pero me dejaba llevar porque le había prometido que en ese 6 de marzo de 2005 en su cumpleaños número 25 le entregaría mi virginidad.

Luego de besarme cuanto quiso, me tomo de la mano con mucha dulzura y amor, como queriendo enmendar su rudeza y entonces subimos corriendo a su dormitorio: hay me desvistió con una sonrisa de oreja a oreja, se notaba en sus bellos ojos negros que la alegría se le desbordaba y su pecho fuerte y varonil se estremecía al ritmo de una respiración entrecortada por la lujuria y la excitación. Después de quitarme toda la ropa, se quito la suya y al ver lo nervioso que me había puesto se sentó junto a mi me abrazo suavemente, besándome tiernamente la mejilla. Yo temblaba, no solo por saber lo que iba a pasar en esa habitación, sino también porque verlo desnudo siempre me hacía temblar. Siempre he tenido algunos complejos en cuanto a eso; yo soy pequeño, mi cuerpo es delgado, casi frágil; mientras que el suyo es grande, fuerte y robusto, supongo que inconscientemente imaginaba que él podía hacerme daño y al mismo tiempo él era la persona que yo mas quería y en la que más confiaba en todo el mundo.

Lentamente me fui calmando y al notarlo, el comenzó a besarme más intensamente. En pocos minutos ya estábamos en posición de 69: el chupaba mi pene, mientras que yo trataba de meterme el suyo en mi boca. Luego de un tiempo, rompimos la posición y el se apresuro a darme un beso en la boca, entonces permaneció inmóvil y mirándome a los ojos me pregunto si me sentía listo para hacerlo.

Yo le dije que sí, aunque no era verdad; sabía que si le decía que no me sentía preparado el no querría penetrarme porque la última vez que lo intento hacer me dio una crisis de pánico incontrolable y comencé a llorar sin control, no sé porque me paso ese día que hizo que me abordara un miedo horrible y hasta me faltaba el aire. Esa noche fue un total desastre, me sentía un poco deprimido por cuestiones de la universidad y tenía los nervios al máximo, estábamos en mi casa y para colmo mis papas nos descubrieron. Como yo no les había dicho que soy gay; pues Samuel, que así se llama mi novio, tuvo que salir corriendo de mi casa para que mi papa no lo matara a golpes con un bate; me sentí muy apenado con él después de eso, me daba vergüenza hablarle o incluso; pero aun así, él me perdono y todo eso quedo en el pasado, de hecho, ahora que miro hacia atrás agradezco que hubiera sucedido, porque gracias a eso, mi papa me echo de la casa a los dos meses y pude irme a vivir con el amor de mi vida.

Samuel me coloco boca abajo, se acomodo sobre mí y se lleno los dedos de un lubricante que estaba guardado en su mesita de noche; comenzó a hablarme cálidamente y a acariciar mi espalda, al tiempo que iba a introduciendo sus dedos muy lentamente dentro de mí. Era un poco incomodo y me hacía sentir escalofríos, lo que provocaba que mi ano se cerrara esporádicamente y cada vez que eso pasaba el detenía sus dedos y me acariciaba la espalda diciendo "cálmate"; entonces yo me soltaba un poco y el continuaba la dilatación. Así continuo hasta que me dijo que creía que ya me había dilatado lo suficiente y me pregunto si quería que comenzáramos.

Yo le dije que si entre tartamudeos y una respiración entrecortada, el de inmediato me respondió "Ok. Pero, por favor relájate Marcos; no me siento muy cómodo haciendo esto contigo tan nervioso" yo no le dije nada, solo asentí y respire hondo, estaba a punto de dejarme ganar por los nervios como la otra vez, pero me contuve y me deje llevar por el momento. Él no estuvo muy contento con el estado en que estaba, pero entendió que era lo mejor que podía lograr, con cuidado coloco la punta de su pene en mi ano y con un poco de presión lo introdujo, o más bien lo hundió, unos pocos centímetros dentro de mí. Ambos suspiramos, el de placer, yo de dolor y por ello se detuvo un instante para comprobar que todo estaba bien. Continuo entrando y entrando, muy, muy lentamente me metió toda la cabeza y parte del tronco y aunque era paciente con migo, yo sentía que me escocía por dentro. Entraba TAN lentamente que me desesperaba, por mi inexperiencia llegue a pensar que era mejor que lo metiera rápido, porque igual me dolería sin importar que tan lento lo hiciera; así que sin avisarle moví con brusquedad el trasero hacia atrás y de inmediato me embargo el dolor más intenso que jamás hubiera sentido en mi vida, los ojos se me pusieron en blanco y un grito bestial salió de mi garganta; lo siguiente que hice fue agarrar su pene con la mano derecha y sacármelo entero, lo cual me dolió casi lo mismo que lo que había hecho antes… di otro grito y lo segundo que escuche a continuación fue a él, gritándome por lo que había hecho:

  • ¡Qué coño! ¿Qué… Es que estás loco? Te dije que hay que ir despacio cabron ¿Qué pretendías hacer Marco?... Si lo que querías era romperte te hubiera dado una navaja y ya – me dijo con voz severa, se notaba muy enojado y a la vez preocupado
  • Lo siento, es que quería que el dolor se detuviera más rápido – Le decía, mientras que él iba secándome los ojos, pues del dolor me había hecho salir hasta lagrimas
  • No te disculpes, tampoco tienes toda la culpa. Marcos, tu sabes que yo te quiero y que no voy a lastimarte nunca, si querías que acelerara un poco el paso, solo tenias que pedírmelo. Habla conmigo ¿sí? no me tengas miedo que yo te amo y tú lo sabes.
  • Está bien, Samuel. – le respondí. Permanecimos en silencio un rato, esperando a que me calmara un poco y cuando se me paso el dolor, le dije - volvamos a intentarlo.

De igual forma que antes, me penetro y esta vez, aunque dolía mas porque mi ano estaba más sensible, la situación era un poco más placentera, ya no estaba tan nervioso como antes y podía comenzar a sentir como mi pene comenzaba a hincharse un poco, me estaba comenzando a excitar. Samuel siguió con su movimiento lento y calmado, hasta lograr meter la misma cantidad que antes e incluso más; yo me aguantaba como podía y continuo metiendo y metiendo, hasta que llego un momento en que el dolor se hizo muy fuerte y supe que no podría aguantar más, justo iba a decirle que parar cuando el se detuvo y dijo "hasta aquí por esta vez" yo me relaje tremendamente porque sabía que su pene era demasiado grueso en la base. (Era de tamaño promedio, más o menos unos 16, 17 cm máximo, pero grueso, en la parte más ancha era más o menos del grosor de un tubo de papel higiénico)

Con la mano formo un aro alrededor de la base de su pene (para evitar meterme más de la cuenta) y comenzó a embestirme muy suavemente, siempre cuidando de cada gemido, suspiro o queja que yo hacía. Lentamente el dolor se suavizo un poco y aunque no desapareció, la cosa me comenzaba a gustar mucho, cada vez me sentía mas y mas excitado, me sentía como en el cielo, sus movimientos me hacían estremecer de placer, dolor y satisfacción; sentía que estaba llegando al clímax de la excitación, cuando de repente siento algo caliente producirse dentro de mí y entonces escucho a Samuel berreando y respirando fuerte. Había eyaculado.

  • ¡Guao! Que rico… - dijo mientras luchaba con su respiración – La-lamento no avisar, pero es que ni yo me di cuenta, trate de aguantar pero… solo salió
  • No te disculpes, yo lo quería así. que me llenaras por dentro – le dije sonriendo
  • Tú aun no te corres. ¿quieres que te haga una paja o te aguantas y le damos una segunda ronda? – me dijo con voz alegre mientras me sonreía con picardía he hinchaba el pecho
  • Pues, si crees que puedes con dos rondas… a mi no me molestaría dormirme tarde hoy

Nos reímos tontamente por unos segundos y luego, sin sacarme su pene me dio la vuelta hasta dejarme frente a él. Me dio un beso largo en la boca y comencé a sentir en mi interior que su pene, crecía de nuevo. El me sonrió y con una mirada de lujuria me dijo

  • Creo que tengo ganas de darte rondas todas la noche.

Nos reímos un poco y comenzamos de nuevo… esa fue mi primera noche en su casa. Terminamos, haciéndolo como 2 veces más y en la mañana, otra vez. Resentí un poco el haber disfrutado tanto cuando fui al baño al otro día… y también al caminar… Pero no me arrepiento de nada porque desde entonces vivimos juntos y somos muy felices. El es la persona más especial del mundo para mí, nos amamos y siempre que lo miro; siento la seguridad de que fuimos hechos el uno para el otro, somos almas gemelas.

10 de Marzo del 2010.

"Es increíble la cantidad de basura y cachivaches que se van acumulando a lo largo de la vida, o al menos lo parece cuando eres tu quien tiene que limpiarlos" me dije en cuanto abrí la puerta del ático de la casa de Samuel en la mañana

Tenía que limpiarlo pues quería desocupar un poco la habitación para hacer una especie estudio, un lugar donde tener la paz que necesitaba para poder pintar mis lienzos y encargos. Era un trabajo difícil y complicado pues la casa era algo así como una herencia de la familia de Samuel y era precisamente en el ático donde se habían guardado las reliquias más antiguas, aparatosas y pesadas de los últimos 2 siglos… Samuel me ayudo a mover las cosas pesadas y me indico lo que debía conservarse y lo que no y aunque gracias a él todo había quedado un poco más despejado, aun tenía mucho por hacer.

Mi objetivo principal era deshacerme de las pilas de cajas y archiveros que obstruían la única ventana que tenía el ático, eso era algo indispensable pues necesitaba mucha luz para poder pintar; comencé removiendo una de las cajas del tope y al hacerlo me encontré con un grupo de hojas amarillentas. Lo primero que pensé fue en botarlas pero cuando las observe mejor me di cuenta que eran pergaminos escritos con tinta y en letra cursiva, parecían muy antiguos y al detallarlas mejor me di cuenta que eran cartas. Mucha curiosidad me embargo y comencé a leerlas de inmediato:

Primera carta. 18 de julio de 1895

Primeramente, debo agradecer a mi amo. Gracias Por todo el apoyo que me ha dado y siguiendo su recomendación de que como soy bueno para escribir, debía de practicar la escritura con mayor frecuencia, por ello he decidido escribir un diario de todo lo que me paso desde que llegue de Puerto Rico al continente europeo.

Empiezo a decir, para todo aquel aparte de mí que lea estas cartas, que mi nombre es Eustoquio y tengo 16 años, aunque en la colonia todos me hacen llamar Gregorio que es mi nombre de esclavo.

No me hace gusto decir que soy un esclavo, en especial porque no me siento como uno, mi amo me trata como si fuera un empleado y me respeta sin importarle que yo sea negro y mi piel no sea blanca como la suya. Según Paul, quien es mi amo, la esclavitud en Europa y América ya se acabo hace algunos años y es ilegal. Aun así, son muchos los esclavos que viven y trabajan en la comuna, Paul me aclara que más que esclavitud, a esto se le llama tradición de explotación, pueda que sea así, la verdad es que no entiendo bien lo que quiere decir con eso. Pero lo que sí es clarísimo, es que a muchos de los míos le molesta ser llamados esclavos, pero a ellos les pagan, los tratan muy mal, sí; pero les pagan y de todos modos se quejan. A mí no me pagan nada, toda ganancia de cuanto hago lo recibe mi abuelo, que es mi única familia aquí. Y de todas maneras estoy muy feliz de trabajar para Paul.

Llegue acá a Escocía más o menos hace un año, en un barco bien grande, mis papas me enviaron para que hiciera futuro. Decían que porque como aprendí a hablar inglés por un marinero que también me enseño a pescar y navegar, me iría muy bien; pero ellos no sabían que aquí no se educa a los extranjeros y como mi abuelo no me tiene la menor paciencia, me puso a trabajar en cuanto se le presento la oportunidad:

Paso que un día nos visito una señora que se presento como Annette de Lemacks, vestía muy lindo y olía rico, se le notaba la elegancia hasta en el pelo; aquella mujer pidió a mi abuelo que, si no le parecía deshonroso, ella estaría dispuesta a pagarnos mucho, a cambio de que yo ayudara a su hijo a curarse las quemaduras de caldera, que se había hecho por accidente en el brazo. "No confió en las enfermeras ni en los vecinos y yo no soy capaz de currarle, me da nauseas solo de verle las heridas, pero a mí me parece que su nieto es una buena persona y parece un chico trabajador" nos explicaba, mientras sacaba de su monedero un par de libras como anticipo.

Annette parecía respetable, pero en ese momento me dio la impresión de que lo que buscaba en realidad era hacerme trabajar de servicio bajo la escusa de atender al hijo. Repetía una y otra vez. "Sera solo para ayudar a mi niño. En cuanto se recupere le traeré de vuelta a su nieto." Luego se excusaba diciendo "No es de mi gusto hacer esto, pero es que le he dicho a mi hijo, una y otra vez, que no juegue cerca del cuarto de servicio, pero es un caso perdido, ese niño solo hace lo que le plazca" mi abuelo le sonrió y dijo "Acepto el traro… dicen que los viejos somos inútiles, ¡Je! y tal vez lo somos, pero nunca se dan cuenta que los niños son aun peores" esto no pareció hacerle gracia a la mujer, pero tampoco parecía molestarle; tal vez era que no le agradaban ni los niños ni los ancianos, pero le disgustaban mas los viejos por su olor a... a viejo

A la mañana siguiente, un coche llego para recogerme; mi abuelo parecía feliz pues por fin había logrado deshacerse de mí. Yo también estaba feliz, no solo por eso, sino porque iba a ir en auto por primera vez en mi vida; el viaje fue muy emocionante durante todo el camino gracias a eso.

Cuando llegue a la casa de los Lemacks, me di cuenta que se eran gente muy adinerada: su mansión era grande, como de 3 pisos, tenía un lindo jardín y muchos coches parqueados al frente. En la puerta principal había dos señoras, sentadas una junto a la otra, al verme llegar, una de ella se dirigió a hablar con el chofer y la otra, la más joven de las dos, comenzó a hablarme y a darme indicaciones de que tenía que hacer.

Me costaba un poco entenderla porque en aquel momento mi inglés no era muy bueno y ella hablaba muy rápido, solo entendí lo que repetía siempre: "límpiate la camisa" "aplástate el pelo" "se cortes y no hables a menos que te lo ordenen" "cuida de no incordiar al señorito" "no nos causes problemas en la cocina o te las veras con dos nalgadas, pueda que estés grande pero nunca es tarde para una reprimenda" "bla-bla-bla" deje de prestarle atención después de que dijo camisa... Cuando por fin término de hablar, la mujer me pidió que la siguiera, yo obedecí y ella me condujo dentro y atreves de la mansión, indicándome en que lugares no podía entrar y dándome aun más reglas. Era una casa bonita, señorial; ni soñando hubiera pensado que podría quedarme a vivir en un lugar así, aunque para mi pesar, luego descubriría que las habitaciones del servicio eran mucho menos elegantes. Nos detuvimos al llegar a una puerta de madera oscura que había en la mitad del pasillo del segundo piso, ella toco tres veces y me dijo "buena suerte y recuerda, se paciente, no hables y mucho menos digas nada que pueda ofender al señorito. Es un chico irritable" luego se retiro y al cabo de dos minutos la puerta se abrió: El "señorito" era en realidad un adolescente blanco, mas adelante me haría saber que tenía 14 años, era de pelo rojizo, ojos zulcelestes y una nariz grandota; tenía el cuerpo flaco y sin fuerza y todo su brazo izquierdo estaba forrado con vendas

  • ¿tú serás el encargado de vendarme? – me pregunto, usando una voz despótica.

Yo iba a responderle "si" pero recordé lo que me dijo la sirvienta y preferí mantenerme callado y solo asentí con la cabeza

  • ¿No sabes hablar inglés o eres como la callada inepta que sirve el te?

Me sorprendí al oírle, no me esperaba que alguien que se suponía que debía ser tan rico y educado hablara de tal manera; así hablaba yo, así hablaban los maleducados.

  • Se hablar inglés, pero han dicho que no podía hablarle, señor – le dije de manera informal
  • ¡Ha! No les hagas caso ¡están locas! Y mi madre y padre también lo están. Mira que contratarte para hacerme curación, cualquier falto de seso notaria que sabes de medicina lo mismo que yo sé de casería. Que es nada, por si no has entendido lo que quise decir

Sus palabras me disgustaron, en mi país Puerto Rico era costumbre que cualquiera que le hablara tan altanero a uno se merecía un buena lincha, con justificación. Pero yo entendía que Europa era distinta, aquí la gente no se lastimaba a golpes, sino con palabras.

  • De medicina no se mucho, pero conozco como vendar y se limpiar heridas; no se preocupe que yo lo atenderé bien. – le dije, fingiendo una sonrisa
  • ¡Vaya!.. eres bueno para fingir sonrisas; pero, ¿sonreír y cerrar los puños al mismo tiempo? no tiene sentido… Por cierto que si quieres desquitarte por lo que dije, adelante. No me importa que me quites todos los dientes ¡la comida que preparan esas viejas es tan mala que no me quedan más ganas de masticar!

Deje escapar una fuerte risa, pero de inmediato me contuve, sabía que no debía reírme frente a él para no parecer indecoroso

  • ¡No! No te detengas, ríete – me decía sonriendo, su humor había cambiado repentinamente y parecía muy alegre – Tu, al menos tienes sentido del humor y eso me gusta, parece que no eres como todos los sirvientes de acá. He ido al campo solo 2 veces en mi vida y hay vi espantapájaros con más voluntad que ellos

Volví a reír y esta vez lo hicimos al unisonó. Me quedo claro de inmediato que el señorito no era un chico tan malcriado, irritable y desagradable como todos lo hacían ver; lo que pasaba es que él era diferente y como no hacia lo que todos decían que era correcto hacer, le tildaban de rebelde.

  • Sabes, creo que me equivoque contigo, pueda que te haya juzgado mal – me dijo sonriendo y extendiendo su mano derecha. – mucho gusto, mi nombre es Paul Lemacks ¿con quién tengo el gusto de hablar?
  • Con Eutoqui…. Mejor, solo llámame Gregorio. el placer es mío.

Ese día me dedique a conversar con él y a tratar de entender mejor como debía atenderle, resulto ser un muchacho muy agradable y atento; se dedico a enseñarme algunos aspectos básicos y luego de eso me dispuse a curarle: retire los vendajes viejos, le lave con solución fisiológica y con muchísimo cuidado le retire los pedazos de piel muerta; volví a lavar y le coloque nuevo vendaje. Al terminar me felicito por mi esfuerzo, pues según él, lo había hecho igual que su médico de cabecera y hasta mejor, porque conmigo se había divertido mucho más. Eso me hizo sentir orgulloso; por alguna razón que no se entender, le había agradado tanto a Paul que al finalizar mi jornada se refirió a mí como "amigo" al despedirse de mí.

Segunda carta. 30 de julio de 1895

Mi relación con Paul ha mejorado mucho desde los últimos 12 días que he estado laborando en la mansión, el insiste en que le llame por su nombre en lugar de decirle amo o señor y cada vez me pide que me quede más tiempo a platicar con él. Es un muchacho muy agradable, lo he llegado a considerar como uno de los mejores amigos que he tenido porque se interesa mucho en mí; fue más o menos para estas fechas en que me regalo el par de pergaminos y el tarro de tinta con que escribí la carta anterior y estoy escribiendo esta misma. Paul es un aficionado a la escritura, pasa su tiempo libre escribiendo cartas y su afición es tal que me la ha contagiado a mí, ahora acostumbramos pasar horas escribiendo lo que pensamos o lo que creemos correcto y al terminar nos intercambiamos escritos y leemos lo que escribió el otro; no es mi pasatiempo favorito, pero Paul hace que sea muy divertido pues el siempre tiene algo interesante que escribir y yo aprendo mucho de lo que dice, es como si él fuera mi maestro.

Debido a que esta carta es privada, puedo dejar plasmada mi preocupación por la salud mental de Paul… en el poco tiempo le he adquirido mucho afecto y por eso me angustio al observar su soledad. Me entristece ver que alguien tan brillante y talentoso, se encuentre tan solo. Con remordimiento me conto que sus padres lo desatienden y que no se preocupan por él, que no lo quieren, tal y como es mi abuelo con migo; también me dijo que no tiene amigos porque no logra agradarle a los chicos del vecindario y que muchas veces lo molestan por las cosas que dice, porque no se dan cuenta que esta bromeando o porque dice cosas diferentes a lo que ellos piensan; me conto que una vez lo golpearon y que desde entonces ya no le gusta mucho salir de casa. El estado de su cuerpo también es asunto de cuidado: está muy débil, no tiene carne sobre los huesos ni musculo en los brazos, de no ser por la falta de senos se diría que tiene el cuerpo de una mujer. No le gusta hacer deportes, el solo escribe y escribe "la vida se le va tras esas paredes y un pedazo de papel" eso es lo que pienso yo; él me dice que constantemente se enferma o se lastima por accidente y yo creo que eso agrava aun mas su situación de salud.

Siempre que tenía que ayudar en la cocina, las sirvientas me preguntaban cómo hacia para llevarme tan bien con el señorito y yo solo les decía que no sabía cómo lo hacía, pero que me gustaba pasar tiempo con él, entonces, yo les preguntaba cosas acerca de Paul y ellas hablaban, hablaban y hablaban… era increíble cuanto les gustaba hablar, pero solo entre ellas y nunca con los dueño de casa presentes… Me contaron que hacía más de 2 meses que el señorito no veía luz de sol, también me dijeron que no come como debería y que rechaza a la mayoría de la gente que entra en su dormitorio; lo más alarmante lo dijo la cocinera más anciana, que mientras desplumaba un pollo nos contaba que la noche en que el señorito se hizo las quemaduras, escucho el sonido de un llanto en su habitación y que cuando subió a ver qué le ocurría este ya no se encontraba dentro; dijo además, que no creía en el argumento de Paul de que se encontraba jugando a explorar la casa, pues jugar y explorar son cosas que no acostumbraba hacer nunca; su enigmático acento de voz daba a entender que creía que Paul se había quemado a sí mismo y no por accidente, pero yo no creo eso ni de él ni de nadie.

En verdad no comprendo lo que anda mal en la vida de Paul, pero no es mentira que es infeliz: Se le nota en la mirada, en su forma de actuar y yo a veces lo percibo en su forma fría y melancólica de escribir. Por tanto me he propuesto hacer que mejore un poco su salud, no solo con su quemadura, que he de agregar que ya está casi totalmente curada, sino que también me he propuesto ayudarle a salir de su casa. O al menos al jardín, para que respire un poco y se ejercite un rato, pues he notado que hay muchos chicos en el vecindario, pero que todos juegan criquet o futbol y que a ninguno de le gusta escribir; así que esa mañana decidí tratar de jugar algo con Paul y ver si de esa forma lograba que se interese un poco mas por sí mismo y consigue hacer mas amigos. Ese día cuando termine de curarle le dije:

  • Bueno ya está. casi estas curado Paul – le dije, dándole unas palmadas en la espalda
  • Si… o – me dijo, un poco desanimado - espero no volver a quemarme nunca, es doloroso
  • Yo también, espero que jamás te ocurra nada malo – respondí, agregando luego - ¿sabes? estaba pensando que tal vez te gustaría salir un rato al jardín a jugar pelota o escondite

Paul frunció el seño, me miro un poco confundido y comenzó a decir calmadamente:

  • Ya veo, mira, si te aburre estar con migo no hay problema. Yo lo entiendo, no puedes estar todo el día conmigo escribiendo… - yo le interrumpí de inmediato.
  • No, no es eso, mira seré honesto contigo; me preocupa que te pases todo el día dentro y que nunca salgas ¿en verdad no te gusta jugar nada? – le dije consternado

El me aparto la mirada y devolvió su atención a un escrito, mientras decía:

  • La piel blanca es un privilegio que hay que conservar, si salgo afuera y me bronceo podría perder dicho privilegio, entiendo que eso no te moleste a ti porque tu piel es morena. Pero yo debo cuidar lo que tengo – me dijo fríamente
  • Paul, yo sé cuando estas mintiendo; tú nunca dirías tal estupidez, te opones a las clasificaciones. Lo dijiste muchas veces en muchas ocasiones.

Entonces dejo a un lado la pluma fuente y mirándome con frustración, dijo:

  • Está bien, tienes razón. Mentí y Lamento haber hablado así de ti. Es solo que no quiero, me avergüenza que no sepa jugar bien y los otros chicos me molestan por eso.
  • Eso no importa, jugaremos nada más que tú y yo.

Me costó un poco pero al final logre convencerlo de que saliéramos a jugar escondite. Al principio estaba muy nervioso y parecía que le incomodaba el sol, no se divertía. Pero lentamente lo fui alentando a que se soltara un poco, pues note que su problema era que estaba muy tenso, que se reprimía mucho. Al llegar el mediodía ya estaba un poco más tranquilo, corría cuando lo encontraba y se reía con mucho ánimo, era bueno para correr y se lo repetía siempre para darle confianza, claro que yo corría mejor pero de vez en cando lo dejaba ganar para que se sintiera bien y se animara.

Todo iba muy bien hasta llego un momento en el que algo extraño paso. Estábamos jugando la última ronda y estábamos empatados, el se había escondido bajo la ventana de la cocina, estaba metido entre el borde de la pared de la alacena y un arbusto, lo vi de inmediato y le grite "1-2-3 por ti" el hecho a correr y yo empecé a perseguirlo, cuando lo alcance el estaba por tocar la base y ganarme, yo deseaba mucho ganar el juego, así que para impedir que llegara me lance sobre él y lo tumbe al piso.

La tierra y el polvo comenzó a volar, yo estaba sobre él, habíamos quedado frente a frente y le tenía las manos agarradas con las mías, se las apretaba para que no escapara; él me miro fijamente, con una mirada que jamás le había visto. No sé porque pero solo hasta ese momento me di cuenta que sus eran ojos muy interesantes, eran tan azules como el cielo. Nos quedamos así, mirándonos por más tiempo y de repente comencé a sentir una presión en mi estomago, pueda que fuera por la emoción de ganar o por la posición en que estábamos, pero puedo jurar que sentí que se le paro el pipi; yo lo único que hice fue seguir mirándolo a los ojos, lo veía entre asustado y lleno de curiosidad; hasta que de repente caí en cuanta de lo que había hecho, me disculpe, le solté las manos y estaba por levantarme cuando él me dijo:

  • No te levantes, quédate así por favor

Yo no sabía que responderle, o si moverme o no, pero él me lo pidió varias veces; hasta convencerme de regresar a la poción original, conmigo agarrándole las manos y mirándolo fijamente.

Era tan extraño lo que pasaba que de repente a mí también se me empezó a parar, no sé porque pero me había gustado estar así, Paul se veía tan indefenso y al tacto su piel estaba cálida y suave; se sentía rico.

El noto de inmediato que a mí también se me había puesto duro y me sonrió, luego me dijo:

  • Eres muy guapo. tú, tus brazos son muy fuertes y eres tan alto… Te he visto trabajando en el jardín, cuando no traías la camisa puesta, sudabas y tu piel brillaba, te veías tan fuerte. – me decía extasiado – y tu cara, tienes la cara de un hombre fuerte, ancha, grande, hasta te está saliendo barba y bigote.
  • Gracias – le dije un poco incomodo
  • ¿Tienes algún amorío por dónde vives?
  • No… - fue lo único que respondí.

Ambos quedamos mirándonos en silencio y lejos de disminuir, mi pipi creció más por culpa de todo lo que había dicho Paul

  • Sabes, puedo enseñarte a hacer cosas con tu pipi, cosas además de orinar; una vez vi a mis papas ¿sabes? cuando estaban juntos y… desde entonces se hacer algunas cosas que pueda que tu no – Me decía con lujuria. – ¿quieres que te las enseñe?

Yo no sabía cómo responder, pero tampoco tuve tiempo de hacerlo porque en ese momento una de las señoras del servicio nos vio y comenzó a preguntarnos qué pasaba. Yo me levante, tratando de disimular mi entrepierna y Paul hizo lo mismo, solo que él comenzó a explicar que estábamos jugando y que nos caímos, no le dijo nada más y luego le ordeno que se fuera; no sin antes advertirle que no debía estarse metiendo en sus asuntos o seria echada.

Luego me miro y dijo "ven a mi dormitorio en la noche" Se dio la vuelta y se marcho.

Tercera carta. 1 de agosto de 1895

Escribo con pesar que no pude presentarme en la habitación de Paul la noche del 30 de julio, pues el mayor domo cerró la puerta de los dormitorios de servidumbre sin que pudiera darme cuenta, en su lugar permanecí la noche entera escribiendo la carta anterior. Esto no solo era una mala noticia por darme una oportunidad perdida, sino porque debido a que Paul ya estaba oficialmente recuperado, me iban a devolver a casa de mi abuelo en apenas 2 días y no que no me quedaba mucho para compartir con Paul. Cabe resaltar que digo "iban" porque ahora me deberé quedar una temporada más por causa de algo malo que ha hecho Paul, pueda que su intención haya sido buena pero lo que hizo fue imperdonable.

Os cuento que en la madrugada del 31 de julio, me enviaron al cuarto de la caldera a buscar la leña para la estufa, y entonces encontré a Paul. Tenía los ojos llorosos y apretaba los dientes; su rostro dibujaba una mirada de dolor, no supe que pasaba hasta que le vi el brazo izquierdo, otra vez lleno de quemaduras y ampollas.

  • ¿Qué te paso, como te quemaste? Te dijeron que no entraras aquí – Le dije muy preocupado.

El solo me miro e intento taparse el brazo, entonces recordé lo que había dicho la cocinera y fue que comprendí lo que había hecho.

  • ¿No te quemaste a propósito, o si? – Le pregunte desafiante.
  • No tenia opción, había que hacerlo o te enviarían de vuelta – se excuso melancólico
  • Pero. ¿te volviste loco? te lastimaste así, solo para que no me fuera. ¿Por qué?
  • Porque si. Porque no quiero volver a quedarme solo, tú eres mi único amigo y no quiero que te vayas, no quiero. No soportaría volverme a quedar solo. Además no es la primera vez que lo hago. – me confesó.
  • ¿Es que no te importa pa nada hacerte daño? ¡Quemarte te duele! ¿Por qué haces eso?
  • No me importa lo que tenga que hacer con tal de no volver a estar solo – me grito
  • ¡PERO A MI SI! No puedo creer que te hayas quemado otra vez, que arruinaras mi trabajo de todos estos días ¿acaso no te importo todo lo que hice por ti?
  • Por eso lo hice, para que pudiéramos seguir haciendo lo mismo de siempre. Será como en el primer día
  • No pretendo dejar que te lastimes mas ¡se lo diré a tus padres! ¡se lo diré a todos!
  • Y no te creerán. Mira, no compliques las cosas, lo único que tienes que hacer es curarme otra vez y ya, podemos hacerlo por siempre; a mí no me molestaría quemarme por el resto de mi vida. lo haría con tal de que te quedaras. Porque si te vas y me quedo solo, juro que acabare con mi vida, como intente hacerlo la noche que me queme por vez primera.

Me quede callado, lo que decía era inaudito, por amor a dios que no me lo creía

  • No le diré nada a nadie. Nada de esto, ni tampoco diré nada de lo que dijiste ayer. Pero te juro que si vuelves a quemarte no me lo pensare dos veces. – le advertí enojado

El dijo un par de cosas y yo las ignore todas, solo me preocupe por tomar un par de leños y Salí de ahí sin mirarle ni despedirme. Hasta el día de hoy no le he visto ni hablado más que para currarle. Aun estoy muy enojado por lo que hizo.

Cuarta carta. 4 de agosto de 1895

No puedo creer todo lo que paso, Paul me hizo vivir la experiencia más deliciosa de mi vida, por la virgen que se que lo que hicimos no está amparado por el santísimo; pero aun así no me arrepiento del pecado. Ya es casi media noche, hace horas que paso esto y todavía tengo el pipi tieso y grandote como un leño

Ocurrió que en la tarde subí, para darle cuidados a Paul, Mi sorpresa fue grande cuando al entrar le vi desnudo, me aclaro que estaba por entrar al baño y algo mas paso, que cuando me vio entrar, su pipi comenzó a crecer, igual que la otra vez.

  • Disculpa si entre en mal momento – me excuse
  • No, descuida… Escucha. Nunca pude enseñarte a que me refería cuando dije que te podía enseñar a hacer cosas con el pipi, aprovechemos

Entonces comenzó a acercárseme hasta que quedamos los de frente, mirándonos fijamente como la otra vez.

  • ¡Yo no soy como tú! – le dije, apartándolo un poco, pues comenzaba a acercárseme demasiado – Se como son los tuyos, pero a mi me gusta las mujeres y eso no me lo vas a poder cambiar
  • No quiero cambiarlo, tranquilo. Solo te quiero enseñar. Podemos hacer cosas juntos que no podrás hacer con ninguna mujer sin haberte casado antes y no será nada malo. Lo mejor es que nadie lo sabrá – dijo mientras desabotonaba mi camisa y comenzaba a acariciar mi estomago – dios. Que lindos que tienes estos músculos de acá, seguro que eres el muchacho más fuerte de esta comuna.

Sus palabras me alagaban tanto, que sin notarlo me comencé a sentir rico, y se me empezó a parar como la otra vez. No sabía que estaba ocurriendo, eso nunca me pasó con ningún amigo de puerto rico. Él lo noto y continuo tocándome, lentamente me fue atrayendo hasta su cama, donde me comenzó a quitar la ropa.

  • Nunca en mi vida vi ningún hombre tan lindo, eres perfecto. – me dijo, una vez que me hubo desvestido por completo – y tu pipi. Es grandísimo, es más grande que el de mi papa y eso que aun no eres adulto... ¡quien te viera en unos años! Hasta darías miedo.

Yo no decía nada, pues me encantaba que dijera todas esas cosas de mí. Me hacían sentir… ¿cómo decirlo? Macho pues, bien varón. Sobre todo me encanto lo que dijo sobre su padre

  • ¡Vas a ver lo que vas a gozar con migo!

Y dicho esto, me agarro el pipi con la mano derecha y con ella comenzó a baja y a subir a lo largo de este, lo hizo tantas veces que algo me comenzó a suceder; era lo más delicioso que hubiera sentido antes, como un sensación de cosquilleo y calor que me recorría desde el pipi y las bolas, pasando por la punta del pie, hasta llegar a mi cabeza y cuello, que se estremecían. Cerré los ojos y comencé a sentir que mis músculos se tensaban y se ponían duros, que mis piernas se estiraban y el pipi me crecía, era como si me estuviera, agrandando… Entonces el paro de inmediato y comenzó a lamerme el muslo, me daba besito y lamidas, luego acaricio mis músculos del pecho con admiración y después bajo y se metió a la boca mi dedo gordo del pie. No entendía muy bien lo que trataba de hacer con eso, pero me gustaba, ya no lo veía tanto como un muchacho, sino más como, que me perdone si un día lee esto, como una mujercita; como mi mujercita y yo quería que el meciera todo lo que quisiera, porque si no se lo haría yo.

Luego de hacer todo eso, se metió arrodillado entre mis piernas y me agarro el pipi como la otra vez, vi que trago saliva y abrió la boca. Lo que hizo después no me lo podía creer. ¡Se había metido la cabeza en su boca! ¡La cabeza de mi pipi! ¡De mi pipi! El lugar por donde yo meaba. Dios mío, yo me creía a punto de desmayo por todo lo que sentía, el corazón me iba a explotar. Yo lo miraba y no podía creer como es que había sido capaz de hacerlo, se veía que le estaba gustando tanto como a mí; me chupaba, me lamia con su lengua, para después meterse la cabeza entera en la boca. Tenía un ganas terribles de mearle todo por dentro, pero me contuve porque no quería que se enfermara por tragar orines

Continuamos así hasta que el tomo aun mas iniciativa y comenzó a hundirse cada vez mas mi pipi dentro de su boca, cada vez se metía mas y mas. En la parte final le costó mucho porque le daban ganas de vomitar, no entendía por qué le daba asco en ese momento si ya llevaba tanto tiempo lamiéndomelo y chupándomelo.

Luego de un poco de esfuerzo logro metérselo entero, yo no entendía como era que le cabía todo dentro de su pequeña boquita, pero no me preocupe mucho por eso; solo lo agarre del cabello con las dos manos y lo aferre a mí, tenía ganas de seguirle hundiendo, pero ya no había nada más que hundir; entonces la solución fue que le saque un poco mi pipi y luego se lo volví a hundir. Hacer eso me hizo suspirar de gozo, por lo que seguí repitiéndolo sin parar, una y otra vez, Hasta que volvió a mí la vieja sensación de hacerme más grande… en ese momento hundí la boca de Paul en pipi con más fuerza que nunca y tuve una sensación parecida a la picazón rica que se siente cuando empiezas mear, pero mucho más prolongada y fuerte. Algo empezó a salir de mí y me apure en separarme de la boca de Paul. Cuál fue mi sorpresa al ver que el líquido no era orina, era un fluido espeso y muy blanco; al ver mi confusión, Paul dijo con voz ronca:

  • No te asustes, eso le sale a todos los hombres cuando están con una mujer – se detuvo para tomar aire y mientras tanto se llevaba una mano a la garganta. – Pero también les sale cuando la pasan muy bien tocándose el pipi

Yo no decía nada, solo le observaba atónito; lo que había hecho iba en contra de todo lo que yo pensaba correcto, me había tocado el pipi un hombre, lo cual era deshonroso, pero al mismo tiempo era lo más glorioso que hubiera vivido antes

  • La pasé fantástico – le confesé, entre apenado y consternado, mientras veía como con la punta de su lengua jugaba con la gota de liquido blanco que me guindaba de la punta de mi pipi.
  • Yo también. me duele un poco la garganta, pero estoy bien y me ha encantado hacerte esto
  • Gracias – le dije sonriendo.

Entonces nos quedamos mirando un rato y me dijo que tenía que irme, para que nadie sospechara nada. No sin antes darme un beso en la punta de mi pene y decir "voy a estar esperándote esta noche junto al rio, cerca de la iglesia, si puedes, róbate un frasco de aceite o mantequilla de la cocina y tráelo contigo… ¡Ha! Y asegúrate que nadie te vea salir"

Al terminar de escribir esta carta, saldré corriendo a encontrarme con él, ya tengo el aceite en mis manos y estoy ansioso por saber que pasara esta noche. Que dios perdone mis pecados y bendiga mis pasos

¡Amén!

21 de agosto de 1895

He llegado al final de mis relatos, no pretendo seguir escribiendo mas a partir de hoy, hacerlo solo me trae recuerdos dolorosos de un pasado que tengo que olvidar, escribo esta última nota para impedir que la injusticia que se cometió en la madrugada del 5 de agosto quede en el olvido, he aquí la historia de que paso esa noche:

Llegue a orillas del rio y aunque había muy poca luz, logre diferenciar su silueta; me le acerque por detrás y lo abrace con dulzura, el respondió volteando la cabeza y dándome un beso en la mejilla; eso fue algo nuevo, nunca nadie me había besado además de mi madre y menos un hombre, pero viniendo de Paul no me molestaba tanto.

  • Gregorio, te he traído aquí para que de una vez por todas me hagas tuyo. Quiero que entres en mi como si yo fuera tu esposa y no aceptare un no por respuesta – me dijo mientras seguíamos abrazados.

Yo lo solté, le di la vuelta y en la oscuridad trate de verle a los ojos

  • No entiendo lo que quieres decir ¿Cómo que quieres que entre dentro de ti?
  • Cuando un hombre y una mujer se casan, el hombre mete su pene dentro de la mujer, porque ellas tienen un agujero por donde salen los bebes y entran los penes de sus esposos
  • Eso ya lo sé, precisamente no entiendo cómo quieres que entre en ti ¿te refieres a otra vez por la boca?
  • No. Mira, las mujeres tienen 3 formas de que un hombre entre en ellas, pero los hombres solamente tenemos dos, tu ya entraste por mi boca y ahora quiero que tu pene entre en mi trasero, en el agujero que esta ahí.

Cuando escuche eso pensé que se había vuelto loco ¿Cómo esperaba que entrara por ahí? eso era imposible, ese huequito era muy pequeño y además de ahí salí la mierda

  • ¡Que! ¿Mi pene? Ósea… ¿meter mi pipi en tu trasero? No te va a caber nunca – le decía seguro
  • Si lo hará, mi papa se lo ha metido a mi mama por hay algunas, a ella siempre parece que le duele pero al final dice que le gusta.
  • ¡NO! Eso es imposible, yo me he tocado, ahí es demasiado pequeño para que entre
  • Es cierto, es pequeño y tu pipi es bien grande, pero quiero intentarlo. Si tengo que dejar que te vayas, quiero que tú hallas sido la única y la primera persona que haya entrado en mí.

Yo me debatía en mi interior, un lado quería experimentar que se sentía y por otra parte tenía miedo de hacerle daño y ciertas respecto a si lo que haría estaba bien. Entonces él me apretó la entrepierna y comenzó a masajear mi pipi que espontáneamente comenzó a crecer

  • ¿estás seguro de que quieres hacerlo? Esas cosas no las hacen los hombres, los hombres se meten, no se dejan meter por otros hombres – le argumente un poco preocupado
  • Pero eso no me importa, yo no soy como otros hombres. Yo soy hombre pero siempre he sentido que lo que me gusta es estar con otros hombres, que se metan en mí en lugar de yo meterme en alguien más. Por favor, te lo pido. no me juzgues y regálame la oportunidad de sentirte dentro de mí.

Yo no le dije nada más, me baje el pantalón y mi pipi salió saltando fuera de ellos como un subibaja. Paul no se quedo atrás y también se los bajo, en pocos segundos ya los dos estábamos desnudos y nos besábamos a orillas del rio, abrazados por el frio de la noche

  • ¿Trajiste lo que te pedí? – me pregunto en mitad de nuestra jornada de besos.
  • Si, lo guarde en mi pantalón. – nos separamos un momento para buscar en donde habían llegado a parar dichos pantalones y cuando los encontré, el se acostó boca abajo en el piso de tierra y me dijo
  • Tienes que ponerte el aceite en la punta del pene y en la entrada de mi trasero.

Yo hice lo que me pidió. Berti una buena cantidad de aceite a lo largo de mi pene y lo esparcí por toda la superficie, luego deje caer un chorro abundante del fluido entre sus nalgas y con las manos comencé a esparcirle

  • Ya. – fue todo lo que le dije y a continuación me posicione colocándome detrás de él.
  • Perfecto. Bueno, mira esto va a ser algo muy doloroso para mí, así que ten cuidado.

El dio un largo suspiro, se le notaba muy nervioso, casi asustado, pero estaba decidido a que yo me lo cogiera. Con cuidado le fui abriendo las piernas y las nalgas, hasta que pude ver su huequito, cerrado y hermético; me parecía una locura meter mis cosas hay, pero él lo quería y yo también, por lo que pensé que valía la pena el esfuerzo.

  • Pásame tu camisa – me dijo, yo se la entregue y el formo con ella una mordaza que se metió en la boca, no sin antes decir – es para no gritar, no queremos que nadie nos oiga así que mantén el silencio
  • Muy bien. ya voy a entrar

El no dijo nada, solo desvió la mirada al suelo con resignación, dándome permiso para hacer lo que tenía que hace. Por un segundo me sentí perdido y sin saber cómo empezar, así que me detuve con la punta en el borde de su agujero, pero luego retome la labor por instinto y sujetando mi pipi con la mano, trate de una forma suave de hacer presión para hundirle la cabeza. No funciono, no entro nada, así que use más fuerza, esa vez note que logro entrar un poquito, pero que le estaba dando mucho dolor a Paul. Me detuve nuevamente y al notar que se calmo un poco volví a presionar con la misma fuerza que antes; en esta ocasión logro entrar más o menos el grosor de un dedo, lo cual no era nada comparado con todo lo que restaba por meter y sin embargo Paul parecía que se moría, estaba rojo y mordía la camiseta con todas sus fuerzas. Una vez más me detuve hasta que se calmo y entonces hice un poco más de fuerza que antes, habían entrado como 2 dedos más, cuando Paul escupió la mordaza y me suplico que me detuviera, que no podía más. Yo lo hice y como vi que tenía lágrimas en los ojos comencé a darle caricias en las nalgas

  • Creo que mejor dejamos esto para otra ocasión, para cuando seas más grande, tal vez pueda volver a visitarte y tal vez el huequito te haya crecido un poco mas y entonces no te dolerá nada – le dije
  • El agujero del trasero no crece, si esperamos mas te va a crecer todavía más el pipi y entonces va a doler muchísimo más – me respondió con respiración entrecortada. – colócame más aceite y trata de que caiga bastante adentro a ver si así puedo.

Yo le obedecí y mientras cumplía con su petición pude notar que tenía el agujero más abierto, muy rojo y palpitante, pero suficientemente amplio como para que un hilo fino de aceite callera dentro.

  • Voy de nuevo.
  • Muy bien, pero esta vez mételo como un hombre, usa todas tus fuerzas, a ver que sabes hacer – me dijo en voz de reto y luego se puso la camisa otra vez en la boca

Su palabras desafiantes me despertaron deseos que jamás había sentido, quería que él me sintiera, que se comiera esas palabras, quería demostrarle quien era el macho y enseñarle que tenía que cuidar su lengua al desafiar a un hombre como yo

Así que le embestí con todas fuerzas. Su agujero era duro y estrecho, pero yo tenía el pipi tan duro y me había movido con tanta fuerza; que logre meterle casi la mitad de una sola estocada. El chillo de dolor y las lagrimas le brotaron de los ojos, intento zafarse, pero yo lo tome de las caderas y se lo impedí, porque sabía que si se lo sacaba tendría que hacerlo sufrir para hacérselo meter nuevamente.

Paul lloraba y me suplicaba que se lo sacara, o eso parecía, la verdad no entendía mucho de lo que decía por causa de la mordaza. En fin que yo no se lo saque, lo deje hay para que se acostumbrara a mí, quisiera o no, ya se lo había metido y me parecía absurdo dar marcha atrás, por mucho que protesto y suplico no me moví ni nada, me quede quito hasta que el mismo me pidió que le metiera mas. Me gustaba sentir que de los dos, era yo quien llevaba el ritmo y no el. Di un par de empujones y le metí un poco más, esta vez fui más paciente y le dolió mucho menos que antes; volví empujar y en esa ocasión se le fue un buen trozo, eso le arranco un gemido ahogado, por lo que me detuve un momento. Continúe metiéndole poco a poco, así hasta que al final solo quedaron como 3 dedos de separación entre mi pubis y sus nalgas, en ese último tramo no fui suave y le enterré todo tan fuerte como pude. El gimió pero no se quejo, solo cerró los ojos y me miro con admiración y lujuria.

  • Ya esta Paul, te lo metí todito. –le dije sonriendo - Lo has hecho muy bien, te quiero – le consolé. nunca note que me había concentrado tanto en metérselo, que me había olvidado por un momento de sus sentimientos y quería reparar eso
  • Gracias. – me dijo con dificultad, pues temblaba de dolor y placer

Le otorgue un tiempo de paz en el que solo le di besitos en la oreja y en la parte de atrás del cuello (no recuerdo como se le llama a eso en ingles) al cabo de 10 minutos me comencé a mover de adelante hacia atrás, muy suavemente, sacando un poquito de mi pene y volviéndoselo a meter enseguida, tal y como habíamos hecho antes con su boca. Se sentía asombroso, mejor que nada en la vida, su interior era cálido, me apretaba y me masajeaba con suavidad, era como tener el pipi con un una toalla mojada con agua tibia enrollada alrededor, era mil veces mejor de lo que sentí con su boca, era más brusco, menos cómodo pero mucho más intenso. Comencé a sentirme, cada vez mas enérgico y con ganas de mas, por lo que fui aumentando la rapidez de mis movimientos, hasta llegar a hacerlos tan rápido que hasta a mi me causaba dolor. Se lo enterraba con fuerza, con rapidez; sabia que le causaba dolor haciendo eso, pero la sensación era tan placentera para mí que por un momento no me importo. Paul gemía, se retorcía de gusto un momento y al siguiente se quejaba; en un momento suspiraba de estasis y luego volvía a chillar como un cerdo una vez más; parecía que fuera a volverse loco de gusto, igual que yo. Continuamos nuestra faena por unos minutos más, hasta que de repente, Paul dejo de emitir sonidos y comencé a sentir que su interior me apretaba más que nunca, era como si una mano me apretara con fuerza. Él levanto torso, escupió la mordaza y se inclino un poco para poder masajear su pene como me lo había hecho a mí la otra vez, entonces de su pene salió ese líquido blanco y la contracción que eso causo dentro de él fue tan agradable que me hizo sentir nuevamente la sensación tan deliciosa de que se me agrandaba todo el cuerpo, supuse sin seguridad que de mi pipi comenzaron a salir los chorros y chorros de esa sustancia blanca, las cuales fueron a parar totalmente en el adentro de Paul...

Me disculpe con él pues no estaba seguro si lo que había dejado dentro de él era orina o la otra cosa, pero él no me dijo nada, solo me sonrió, se acerco a mí y me beso, se notaba que aun le dolía un poco porque hacia muecas, pero se veía feliz y lleno de vida.

Nos quedamos abrazados, besándonos por largo rato, yo encima de él con mi pene aun adentro y él abajo, suspirando, recuperándose de todo lo que había vivido. Estuvimos así hasta que el me pidió que me quitara de encima porque le molestaba mi peso. Me retire con cuidado de él, separando mi pene de su trasero, del cual comenzaron a salir hilos de aquel líquido tan especial.

Nos miramos de frente una vez más y estuvimos a punto de besarnos de nuevo, cuando repentinamente escuchamos a alguien gritar "Agárrenlos" Rápidamente separamos nuestras miradas y vimos hacia arriba:

Sobre la loma que bordeaba el rio se encontraba un grupo de más o menos 6 hombres, iban vestidos con pantalones de lino y camisas roídas, algunos sostenían cruces en sus manos mientras que otros solo gritaban y nos señalaban. Los hombres comenzaron a correr hacia nosotros y entonces entendimos que venían a lincharnos (supongo que alguien nos había seguido o nos vio y que luego fue a avisar a los hombres y mujeres del pueblo, que alguien estaba practicando sodomía en las cercanías de la catedral) El motivo por el cual esos hombres nos perseguían no me importaba en ese momento, yo solo me levante y ayude a Paul a levantarse, luego le dije que corriera lo más rápido que pudiera en dirección al bosque, mientras que yo tomaría el sentido contrario y correría bordeando el rio; así lo hicimos y yo solo albergaba la esperanza de que Paul pudiera llegar al bosque y esconderse dentro, quería que él se salvase de la golpiza y por eso decidí correr por el rio, para que los hombres pudieran verme y decidieran perseguirme a mí en lugar de a él. Pero todo salió al revés, a mi ni siquiera me persiguieron; todos fueron tras el pobre Paul y lo alcanzaron fácilmente cuando se acercaba al bosque porque no logro correr suficientemente rápido, supongo que por culpa del dolor que le cause no pudo mover bien las piernas.

Yo intente distraerles, gritándoles insultos y otras cosas, pero ellos no me prestaron atención; parecía que el único al que querían atacar era a Paul, imagino que supieron adivinar que él fue el sodomizado y yo el que sodomizaba, por lo que decidieron que el crimen más grave no lo había cometido yo, sino él.

Lo escuchaba gritar, suplicando que lo dejaran, pero ellos no escuchaban; seguían golpeándolo y algunos hasta lo pateaban. Yo lloraba, estaba en pánico y no sabía qué hacer; quería ir a ayudarlo pero sabía que no tendría ninguna oportunidad contra tantos hombres, trate de convencerlos para que lo dejaran, juro por dios que lo intente todo, pero nada funciono. Ellos lo siguieron golpeando hasta que los gritos de Paul dejaron de oírse, entonces se separaron y se miraron unos a otros, uno de ellos señalo en mi dirección y todos voltearon la vista y comenzaron a perseguirme a mí. Yo eche a correr con ellos atrás, el corazón me latía sin cesar, corrí más rápido que nunca y logre perderme de su vista en una de las partes en que el rio se mezclaba con el bosque y me adentre ahí lo más que pude.

Pase escondido en la cima de un árbol por largas horas y cuando creí que dejaron de perseguirme, regrese al lugar donde habíamos tenido nuestra experiencia; tenía esperanzas de que el aun estuviera hay, vivo. Pero no fue así, al llegar lo encontré tirado en la tierra, le habían echado toda nuestra ropa encima y su cuerpo olía a orín; era demasiado horrible, me costaba ver lo que le habían hecho. Lo habían dejado hay, lleno de sangre, moretones y ropa sucia, como si fuera un animal; le habían roto partes de la piel, fue la cosa más dolorosa que jamás vi en mi vida; él fue mi mejor amigo y aunque sé que no fue del todo correcto, el fue mi amado, lo ame tanto… y esos monstruos, me lo arrebataron, lo mataron sin saber que lo que hizo no fue algo malo. Con palabras no puedo expresar cuanto le quise ni cuanto sufrí su perdida.

Lo último que vi de él fueron sus ojos, había muerto con los ojos abiertos y fueron tan crueles que no se molestaron en cerrárselos; aun en la muerte, sus ojos eran hermosos, pero lamentablemente ya nunca más volverían a tener el resplandor que les da la vida. Con lagrimas en los, se los cerré y luego me aleje de ahí, recogí mi ripa impregnada en orinas y me dirigí a la mansión Lemacks, al llegar hay tome la valija donde estaban las pocas cosas que tenia, tome mis cartas y me marche lejos.

Ahora trabajo con un pescador en los muelles de arribo. Es un trabajo muy peligroso y temo no sobrevivir a una jornada de pesca bajo tormenta que esta por llegar. Le he encomendado al pescador que guarde encarecidamente estas escrituras, confió en que él jamás sabrá que contienen puesto que no sabe leer.

Mi único deseo, es que llegue el día en que lo que estas cartas cuentan pueda ser entendido y no juzgado. Sepan todos que las he escrito con el corazón, un corazón que hoy sufre y sufrirá siempre por la pérdida de un gran amor. En nombre de Paul, que dios guarde en su santa gloria, le pido, a todo aquel que lea estas cartas y pueda entender lo que vivimos sin considerarlo abominable, que recuerden que la vida no dura para siempre, que disfruten de cada persona que llegue a ustedes sin temor y sin dudas. Permítanse amar y ser amados y vivan el momento al máximo, pues vale más un amor fugas pero intenso y completo, que un amor vacio y doloroso que dure eternamente.

Sinceramente suyo: Gregorio de la Concepción Palacios Bocaranda.

Al terminar de leer el nombre del escritor, una lágrima resbalo de mi mejilla y cayó sobre una de las cartas. Me costaba entender como llegue a sentirme tan abatido al leer las cartas, por alguna misteriosa razón, sentía como si yo mismo estuviera viviendo la historia que contaban. Me sentí muy triste y en la tranquila quietud del ático, una idea comenzó a formarse en mi cabeza y una tonelada de imágenes me saturaron la mente, lo que estaba pensando me parecía una locura y por un momento pensé en deshacerme de esas cartas y continuar con mi trabajo de limpieza; pero fueron las ultima palabras del autor las que me hicieron recapacitar y tomar una decisión "esto es algo que tengo que conversar con Samuel" me dije a mi mismo, luego me guarde las cartas y salí del ático para tomar un poco de aire fresco.

  • Ho Marcos, por dios que hoy pase el día mas pesado de mi vida en el trabajo – me dijo Samuel al llegar a la habitación, mientras se iba desabotonando el cuello de la camisa y se quitaba los zapatos.
  • ¿Qué te paso? – le pregunte desde la comodidad de mi cama, en el momento en que había entrado me encontraba leyendo un buen libro
  • Ha, para empezar mi jefe me pidió que me quedara para redactar el formulario medico y el formulario de ingredientes de un nuevo jarabe para la para la tos y me tomo horas por eso de la nueva política de adjuntar los porcentajes de concentración, miligramos cúbicos y onzas, etc. ¿puedes creer que cuando estaba por terminar de imprimir se estropeó la impresora? tuve que pedirle a Jack que me prestara la suya y el muy imbécil se negó –Me dijo enojado, mientras se quitaba la camisa y los calcetines
  • No entiendo porque le caes tan mal a ese sujeto, si tú eres un encanto – le sonreí y una vez que se quito los pantalones lo invite a sentarse junto a mí en la cama.
  • Yo tampoco lo sé, supongo que me tiene envidia porque sabe que gano más que él o algo así – Dijo eso y luego se acostó a mi lado, dio un suspiro y comenzó a reír – o porque soy más alto y atractivo que él

Nos reímos juntos y yo hice a un lado el libro y me recosté a su lado

  • En fin que… cuando pude encontrar a alguien que me prestara su impresora, complete los formularios, fui a llevárselos a mi jefe y resulto que el muy perro ya se había ido a su casa y tuve que esperar a que averiguaran dónde estaba su secretaria, que también se había ido. Al final tuve que dejar los informes con la recepcionista y esperar a que ella me atendiera, por cierto. De regreso había tráfico, llovía en Glasgow y para remate me llamo mi mama diciendo que tenía que llamarla más amenudeo... En verdad fue un día horrible

Yo le sonreí y le di un tierno beso en la boca, él había cruzado los brazos detrás de la nuca y los músculos se le tensaban, solo lleva un bóxer gris y parecía un supermodelo de ropa interior; me estaba provocando, el sabia que para mí esa era su pose más sexy. Comencé a acariciarle los bíceps, tan solo con la punta de mi dedo índice y lo mire a los ojos, entonces él dijo:

  • ¿Sabes qué?... Desearía tener junto a mí a un chico tan lindo como tú, que fuera un genial pintor, para que me dibujara una sonrisa en la cara como solo él sabe hacerlo.

Luego de decir esto me puso una mano atrás y comenzó a acariciarme una nalga. Yo me quede un poco cortado. El se veía muy guapo y me estaba excitando, pero La noche anterior ya lo habíamos hecho; "mi pobre culo" pensé, pero no podía negar que tenía ganas de hacerle, aunque sea una mamada rápida; el problema era que él no parecía dispuesto a conformarse solo con eso… "Que mas da, me matara la diabetes antes de llegar a ser tan viejo como para tener hemorroides" íbamos a comenzar la pieza cuando repentinamente recordé el asunto de las cartas.

El había comenzado a besarme y trataba de quitarme la camiseta cuando decidí detenerlo, tenía que hablar con él antes que nada.

  • Samuel espera, espera por favor – le dije. El se detuvo y me miro confuso
  • ¿Qué pasa, hice algo malo? ¿Todavía te duele lo de ayer? – me pregunto preocupado
  • No, no es eso, bueno si me duele un poco, pero nada que no puedo soportar. Lo que ocurre es que tengo ganas de conversar contigo sobre algo que me paso hoy

Su rostro se relajo tremendamente e irguió el trozo para mirarme desde arriba y dijo "te escucho"

Yo le explique como había encontrado las cartas, luego me pare para buscarlas y se las entregue, le pedí que las leyera. Aunque estaba un poco confundido, lo hizo, al principio con indiferencia y luego al llegar a las ultimas, vi que su rostro se iluminaba y que se apretaba el paquete con frecuencia. Al terminar de leer, me las entrego y mirándome dijo:

  • ¡Vaya! Es una buena historia para antes de tener sexo. Ese tal Paul se parecía a ti. Nunca salía de casa – Me dijo con cierta intención, ya que Samuel siempre se quejaba de que yo no le acompañaba a fiestas ni eventos públicos, casi todo el mundo creía que vivía solo.
  • De eso era de lo que quería hablarte. Es que, me parece extraño, son demasiadas coincidencias: Las enfermedades, el auto lastimarse, el cuerpo flaco; el miedo a salir, a los deportes; la obsesión por escribir, sus padres no lo querían
  • ¿A dónde quieres llegar? – Me interrumpió
  • Ese chico y yo, nos parecemos tanto que creo que somos la misma persona…
  • Cuando lo dije, arqueo las cejas y esbozo una mirada de sorpresa. Había entendido perfectamente a donde quería llegar… - Y el otro chico, es como tu… Y la forma en que se conocieron

Guarde silencio, respire hondo y me humedecí los labios para continuar

  • ¿No recuerdas como nos conocimos? Yo me caí de las escaleras de las escaleras de la escuela de artes, me rompí una costilla y me llevaron hasta el hospital de la universidad. Y ahí te vi por primera vez
  • Si… Lo recuerdo, estaba terminando mi pasantía, el último día antes de comenzar la redacción de tesis. Fue amor a primera vista, te lo juro – Su sonrisa se agrando hasta que sus dientes salieron a relucir – Siempre supe que era bisexual, pero hasta ese día jamás pensé que pudiera llegar a pasar el resto de mis días con otro hombre y ¿Sabes qué? No me arrepiento de nada y no lo digo solo por el hecho de que estudiar medicina sirvió para tirarme a una chica por noche… sino porque te conocí y gracias a eso, ahora soy muy feliz.

Le sonreí e inevitablemente me dio un beso, luego se recostó sobre mí y me tomo de ambas manos; nos quedamos mirando fijamente y su pene comenzó a crecer, entonces recordé la escena en la que los dos chicos jugaban escondite

  • Sé que no eres como yo, que no crees en esas cosas de vidas pasadas ni reencarnación. Pero… ¿no crees que de ser posible, nosotros tal vez fuéramos esos dos chicos en otra vida? digo… explicaría muchas cosas, desde porque nos enamoramos hasta porque me daba miedo tener relaciones contigo.

El me soltó las manos y se separo un poco, me miro inquisitivo, como dudando de que mi pregunta fuera real y al ver mi cara seria, respondió:

  • Bueno, como tú lo dijiste, yo no creo en esas cosas; pero de ser verdad no me molestaría. Si eso fuera real, querría decir que nos hemos querido desde siempre, eso sería algo muy lindo… De ser real, claro está… - dijo con poco interés, mientras me comía con la mirada y restregaba su entrepierna contra la mía, era evidente que en ese momento solo tenía cabeza para pensar en sexo

Emití un suspiro de frustración al ver su negativa a considerar mi opinión ¿pero que le podía hacer? el no era una persona muy abierta a las ideas, más bien era un sujeto convencional y por sobre todo, era el treintañero cachondo y bromista que yo amaba tanto.

  • Oye ¿quieres tener sexo con tu alma gemela? – me dijo con mirada expectante y solo respondí como hubiera hecho Paul en palabras de Gregorio
  • La vida no dura para siempre, así que tengo que empezar a disfrutarte más, amor

FIN