Un Amo para una perra 2

La perra aprende a las malas.

CAPÍTULO 2

La habitación

con el cartel

"Perra 1", en la que

ahora

est

á

s

descansando

es mucho mas pequeña que donde despertaste por primera vez.

De hecho, mas que una habitación, es un

zulo. La luz ha estado apagada desde que te dej

ó

descansando y ahora a oscuras,

sobre una pequeña cama para perros,

esperas a que regrese. El silencio es apabullante pero al menos no hace frío.

El sonido de

una puerta lejana, que se abre y se cierra,

rompe el silencio acompañado de

unos pasos

que

se acercan.

A tientas, te alejas todo lo que puedes de la puerta y apoyando

tu

espalda a la pared,

te agarras las rodillas

haciéndote

un ovillo en una esquina

.

La luz se enciende, cegándote momentáneamente, antes de que se abra la puerta.

  • Buenos días perrita, ¿Que tal ha dormido mi princesa?

  • Bu... buenos días -contestas y con buena voz intentando no enfadarlo añades- ¿Hasta cuando me dejarás a aquí? Mis amigos y mi familia me estarán buscando.

  • No te preocupes por esas cosas o te saldrán arrugas, tu solo asegúrate de hacer todo lo que yo te mande. -Responde con una sonrisa maliciosa mientras entra con un grueso collar de cuero en las manos dispuesto a ponértelo.

  • Por... por favor, ya te has divertido conmigo. No te he visto la cara, no podré denunciarte. De... dejame irme ¿Si?

  • Mira perrita tu te vas a ir cuando a mi me de la gana. ¿Esta claro?

Notas que su tono se ha vuelto mas amenazador y asustada asientes bajando la cabeza, no quieres volver a quedarte sin comer ni beber.

  • Bien esa actitud esta mucho mejor, ahora vamos a ponerte este bonito collar. Todas las perritas deben tener un collar ¿verdad?

Dice recuperando su falso tono afable, mientras te aparta el pelo para colocarte el collar entorno al cuello. Te aprieta, es incomodo e incluso te dificulta respirar un poco, pero no dices nada. Con la cabeza inclinada ves que se ha dejado la puerta abierta y sin pensarlo mucho te lanzas hacía adelante y gateas lo mas rápido que puedes, intentando levantarte para alcanzar la puerta y huir. La cruzas y corres por el pasillo espoleada por la adrenalina hacía la puerta que hay sobre las escaleras y que sabes te llevará a la libertad, cuando una descarga eléctrica recorre todo tu cuerpo derribándote.

  • ¡A DONDE COÑO TE CREES QUE VAS PUTA! -grita realmente enfadado el hombre con un mando en su mano que vuelve a activar y el collar te lanza una nueva descarga que hace que tiembles en el suelo. Te agarra del pelo y tira de ti sin miramientos arrastrándote por el suelo.

  • ¡Aaaaaaahhh, por favor! ¡Nooo! -suplicas a gritos, llorando mientras tratas de sujetarte a la mano que tira de ti para que no te arranque la cabellera.

  • ¡Maldita perra! ¡Está claro que te voy a tener que enseñar a palos! ¡Pues peor para ti!

A rastras te ha llevado hasta la puerta de la sala donde despertaste por primera vez. Sobre ella puedes leer "Sala de entrenamiento", una nueva descarga te deja inutilizada mientras el descorre los cerrojos y abre.

  • ¿¡A gatas o a rastras!? ¡Decide perra!

Como puedes, centrándote en respirar, te incorporas y gateas atravesando el umbral del infierno que sabes que te espera.

El hombre, t

oma

una cadena que cuelga desde una polea en el techo

y la engancha a una de las varias argollas de metal que cuelgan de tu collar

.

L

uego, tirando de ella, te levanta.

-

E

s... espera,...

¡E

spera Amo!

¡P

or favor, te lo suplico, espera!

¡N

o me ahorques, te lo suplico! -

ruegas

aterrada.

H

asta que

t

e queda

s

de puntillas y,

en cierto modo aliviada,

ve

s

que s

e detiene.

D

ejándote en un precario equilibrio.

  • Cuando termine contigo vas a suplicar que te haga cualquier otra cosa antes que volver a pasar por esto perrita. -

te dice

con una sonrisa

sádica

dándote un pequeño empujón que hace que te

balance

es

sobre la punta de tus pies.

Instintivamente t

e

agarras a la cadena

intentando que

el peso no recaiga todo sobre tu garganta asfixiándote.

  • Por... por favor, perdoname.

  • Demasiado tarde para pedir

perdón

perrita. -

responde el, sacando de una vieja bolsa de deportes

un

os grilletes

de cuero que v

a

colocando en tus muñecas y tobillos. Igual que el collar est

o

s

también

tienen varias argollas de metal disponibles. Luego bloque

a

tod

o

s

los cierres, incluido el del collar,

con candados para que solo

el

pueda

quitártelos

.

No estas en posición de resistirte

,

así que

simplemente l

e dejas

hace

r aterrada.

  • Guau, guau, guau. Amo, por favor. -te humillas intentando congraciarte con el, pero es inútil.

  • Y ahora, el toque final. -comenta ciñéndote un corsé también de cuero. Es una pieza muy ajustada que te obliga a tener el estomago encogido dejando tus pechos al aire y que, igual que el resto, también tiene varias argollas de metal colgando.

En muy poco tiempo, entre el collar, el corsé y el calor de la habitación, que te hace sudar pese a estar desnuda, tu respiración resuena alterada ante una sonrisa de satisfacción de tu torturador. Pero para tu desgracia aun falta algo más. Y primero una y luego otra tus manos acaban enganchadas con otro candado al corsé, dejando todo el peso de tu cuerpo apoyado tan solo en tu cuello y los dedos de tus pies.

  • Por... por favor, Amo. -suplicas, con lagrimas en los ojos, notando que te empiezan a temblar ya la piernas.

  • Parece que ahora ya no eres tan revoltosa. -replica el, ignorando tu lamento y paseándose a tu alrededor- ¿Crees que has aprendido la lección?

Cada vez te cuesta más mantenerte de puntillas, te estas asfixiando y sientes que la falta de aire te empieza a marear pero aun así respondes

  • Si... Amo...

Él se pega a ti y, agarrándote por el pelo, te levanta un poco del suelo aflojando la presión del collar a cambio de hacerte sentir como si te fuera a arrancar el cuero cabelludo.

  • Yo cre

o que no.

Duele muchísimo, pero no gritas, solo coges aire desesperadamente

  • Aaagg aaagg

Apenas has tenido tiempo de respirar un poco cuando te vuelve a soltar.

-

¿

Crees que te estas asfixiando?

A

hora vas a saber que se siente de verdad.

V

es como toma la

cadena y tir

a

de ella haciend

o que tus pies se separen un par de centímetros del suelo. Pataleas buscando el apoyo perdido desesperada, al mismo tiempo que tus manos se retuercen tratando de liberarse de sus ataduras. Todo es en vano. Se te nubla la mirada, mientras sientes que estas apunto de perder la consciencia y te meas encima. Y entonces la cadena se suelta dejándote caer. El impacto es mas amable de lo previsible, ya que la polea tiene un mecanismo de seguridad que impide que llegues al suelo de golpe. Pero eso no evita que acabes tirada como un saco de patatas, mirando al techo medio ida, respirando agitada y con espasmos.

  • ¡Ponte de pie ahora mismo perra, o te levanto yo! -le escuchas ordenar cuando aun te estas recuperando.

Sientes que no tienes fuerzas para obedecer pero aterrada asientes. Y poco a poco, mareada, respirando con dificultad y sin poder ayudarte con las manos, te vas incorporando. Poniéndote primero de rodillas y luego forzando a tus temblorosas piernas a que se estiren y te sostengan de pie.

Según te levantas él va recogiendo cadena dejándote claro que si caes volverás a quedar colgada. Aunque esta vez la cadena te permite mantener los pies en el suelo con relativa comodidad.

  • Se... seré buena... ¡Lo juro! No... no me cuelgues de nuevo... -suplicas desesperada, jadeando y tosiendo.

  • Claro que seras buena, yo me encargaré de hacerte bien mansa. Pero esto aun no ha terminado.

Te agarra del pelo para que lo mires directamente.

  • No es agradable estar así colgado ¿Verdad perrita?

  • No… no Amo…

El corsé y el collar te aprietan y dificultan la respiración normal. Pero, poco a poco, vas recuperando el aliento y siendo consciente de otros detalles como la orina que empapa tu tanga y que se escurre por tus temblorosas piernas. Sabes que es ridículo dada la situación pero no puedes evitar avergonzarte.

  • Bien como creo que ya vas aprendiendo te voy a dejar elegir como va a seguir esto. Podemos repetir esto durante la siguiente media hora o.... -te mira esperando ver como reaccionas a sus palabras.

  • O... o que, Amo. Ha... haré lo que sea. -afirmas aterrada.

  • ...o me vas a demostrar que eres una perrita muy muy obediente.

  • Guau guau guau -respondes rápidamente, sacando la lengua como una perra. A sabiendas de que le gusta verte humillada de esa manera.

  • Eso pensaba. -y sonríe haciendo que un escalofrío recorra tu cuerpo.

Sin atreverte a guardar la lengua lo ves rebuscar en la vieja bolsa de deportes hasta sacar dos tubos de crema que te enseña orgulloso.

  • Esta es una receta casera. -va explicando mientras te suelta una de las manos.

  • Extiende la patita pidiendo. -y por supuesto lo haces, estiras tu brazo derecho, dejando la palma hacia arriba como esperando recibir algo.

  • Buena chica, ahora quieta ahí.

Agarra tu tanga empapado de orina y tira de el quitándotelo, para luego ponerlo en tu mano extendida.

  • Métetelo en la boquita cielo.

Abres la boca y con algo de asco pero sin decir nada llevas tu tanga llena de orina hasta tus labios y ayudándote de los dedos metes toda la tela dentro de tu boca. Lo ves sonreír complacido.

  • Muy bien perrita, eso ha sido lo fácil ¿verdad? -asientes.

  • Bien. Como decía, esta es una receta casera.

Se pone un guante de látex y te vuelve a pedir que extiendas la patita, cosa que por supuesto haces. Destapa uno de los botes y pone en la palma de tu mano un montoncito de una pomada blancuzca.

  • Esta es la pomada buena...

Te muestra otro montoncito de pomada, esta vez con un tono rojizo, que sostiene en la mano enguantada.

  • ...y esta otra, la mala.

Lo miras sin entender muy bien que pretende.

  • Ahora te la voy a extender en tu coñito y tu te vas a aguantar, sin tocarte, durante 15 minutos. Si lo consigues dejaré que te apliques la pomada buena para que te alivies. Si no, te volveré a atar y te colgaré de nuevo.

Diciendo esto te agarra una pierna haciendo que la levantes y restriega la pomada rojiza por todo tu sexo. Inmediatamente empiezas a sentir un fuerte calor que se va tornando en picor.

-Aaaff ¿Que... que ef efto? -consigues preguntar aun con el tanga en la boca y mirándolo con los ojos muy abiertos.

  • Una receta casera para entrenar a perritas desobedientes como tu.

Notas como te arde, picando cada vez más. Los dedos de tus pies se estiran y contraen como si tuvieran vida propia y comienzas a dar saltitos para tratar de aliviarte de alguna manera.

  • Esto va a ser divertido. -dice el sentándose en el suelo contra la pared. Disfrutando del espectáculo.

Mirando al techo, con los dientes muy apretados y tu mano izquierda cerrada en un puño, intentas no pensar en la pomada que sostienes en tu diestra y que sabes que acabaría con este tormento. Entre tanto tu coño hace reacción poniéndose rojo, inflamado y pringoso. Cuentas mentalmente tratando de distraerte y al mismo tiempo calcular cuanto falta pero a los 5 minutos te has perdido completamente.

-AAh AAaah Aaaah ¿Cu... cuanto falta Amo?

  • Cierto, se me olvidaba el tiempo.

No te lo puedes creer todo este rato no ha valido para nada y ese cabrón aun va a empezar ahora a contar esos 15 minutos. Un pitido indica que, ahora si, ha empezado una cuenta atrás.

  • Listo espero que no me falles preciosa, no querría tener que volver a colgarte.

Lo miras con odio respirando fuerte. Los saltitos ahora son patadas al suelo y grandes saltos. Separas las piernas ya que el roce es aun peor, pero eso tensa la cadena y no te deja respirar, te estas volviendo loca.

  • Vamos, vas muy bien. Pero ten cuidado, si te mueves tanto se te puede caer la cremita buena.

Dice riéndose mientras con un móvil te graba en tus ridículos intentos por aliviar el picor.

Hace un rato que no dejas de llorar. Es insoportable y sientes que si no haces algo fallaras la prueba y te colgará de nuevo.

-A... Amo... -pones en tu mejilla el tanga para poder hablar mejor- Amo, por favor ¿Cuanto falta? No puedo más… Por dios, haz que pare

  • Aun te falta cielo. ¿Realmente no puedes mas? ¿Realmente mi perra no puede hacer algo tan sencillo como no tocarse el coño cuando le pica un poquito?

Te acercas la mano con la pomada a tu inflamado coñito pero en el ultimo momento consigues resistirte y no ponértela. “No quiero ser ahorcada de nuevo” piensas llorando, mientras tu torturador sigue con especial interés tus esfuerzos para no sucumbir a la tentación de acabar con ese fuego que tienes entre las piernas. Pero sabes que no aguantarás mucho más y aun viendo que te esta grabando decides humillarte para tratar de salvarte.

  • No Amo, su... su sucia perra, no puede soportar no tocarse el… el coño, cuando le pica. ¡Por favor, permítame tocármelo!

  • Esta bien que seas sincera perrita, solo por eso rebajaré tu castigo y si te tocas ahora antes de que pasen los 15 minutos en vez de colgarte solo te daré unos azotes.

Lo has consegu

ido, no te va a ahorcar.

S

in poder

aguantarlo m

á

s, empiez

as

a frotar

t

e el coño

con desesperación.

L

a pomada comienza a aliviarte de forma casi milagrosa.

Entrecierras los ojos placenteramente

mientras hundes varios dedos en tu coñito para aliviarlo también por dentro

, mientras él te sigue grabando.

  • Que lastima estabas tan cerca de conseguirlo.

Sin ese fuego que te quema la entrepierna abres los ojos asustada temiendo que todo haya sido una treta.

  • Pe... pero me... me rebajas el castigo ¿No, Amo?

  • Claro, nada de colgarte solo unos azotes. Pero ya he visto bastante de como te sobas el coñito.

Te agarra la mano, obligándote a abandonar tu entrepierna aun no del todo aliviada, y la vuelve a enganchar al corsé. Al menos ahora solo notas una sensación de calor y como palpita la sangre en toda la zona.

  • Muy bien, veamos.

Da una vuelta a tu alrededor acariciando tus nalgas, tus brazos, tus pechos y en general cualquier parte de tu cuerpo con piel a la vista.

  • ¿Que debería azotar de esta perra desobediente?

  • ¿Su... su culo, Amo?

  • ¿Porque? ¿Que ha hecho mal tu culito? No, no, no, el castigo debe ser adecuado a la falta.

Te deja para, rebuscando una vez mas en la bolsa, sacar una cuerda y una fusta. Ata un extremo de la cuerda a uno de los grilletes de tus tobillos, el otro lo pasa por una argolla clavada en la pared y tensa la cuerda obligándote a levantar la pierna dejando tu sexo bien expuesto. Quedas de pie, sobre una sola pierna, que empieza a temblar.

  • Si Amo, pe... pero hágalo rápido, por favor. No... no tengo muchas fuerzas

  • ¡Silencio perra! No estas en posición de exigir nada. Y no te preocupes que no te vas a caer -replica riéndose y volviendo hasta ti pone, sobre todo tu coñito, la mano enguantada que todavía tiene restos de la pomada picante, manoseándolo.

  • Ha sido este coño tuyo que no aguanta sin que le prestes atención quien te ha puesto en esta situación. Así que lo apropiado es que lo castiguemos a el ¿no te parece?

  • Aaaah Si… si Amo. Ca… castigue mi coño. -respondes empezando a llorar al notar como esa comezón vuelve a devorar tu indefenso coñito y rogando que al menos los golpes alivien el escozor.

  • Vamos con el primero.

Levanta la fusta en el aire y te dedica una sádica sonrisa antes de golpear tu inflamado coñito.

¡PLAS! El golpe contra tu sexo suena húmedo y sonoro

  • AAAaaaaaaaaaah -cierras los ojos, dando leves saltitos para aplacar el dolor.

El espera a que te quedes quieta y vuelve a alzar la mano dejando caer el segundo

  • AAAaaaaaaaaaah gra... gracias, Amo -dices pensando que tal vez así reducirá el castigo

Pero el no muestro ningún signo de mostrar clemencia. Y ahora desde tu espalda te golpeo de nuevo, esta vez de abajo hacia arriba. Para alcanzarte desde otro angulo

  • AAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaa gra... gracias, Amo -insistes convencida de que es lo que espera que hagas y que eso hará que termine antes. Y uno tras otro agradeces hasta 20 fustazos sobre tu coño que acaba completamente rojo y lleno de marcas.

  • Y ese era el ultimo. ¿Crees que tu coñito ha aprendido la lección perrita?

  • Guau guau guau -ladras asintiendo repetidamente.

  • Si, eso me parecía a mi también.

Afloja la cadena y tu pierna, que ya no puede soportar tu peso, se dobla. Caes al suelo donde te quedas agotada, con una pierna levantada en el aire y tu coño completamente expuesto.

Él se agacha junto a ti y metiendo un par de dedos en tu boca te saca el tanga empapado de babas.

  • ¿Dime perrita que puedo hacer con este coño?

  • Pu... puede,... puede hacer lo que quiera Amo.

  • Entonces... ¿Te parecería bien que te lo untara de nuevo con la pomadita mala?

Abres los ojos asustada pensando “No, por favor. Mas picante no, por favor” pero en vez de eso tragas y respondes:

  • Si… si, Amo.

  • Ahora parece un poco irritado seguro que picaría mucho más. ¿Estas segura? ¿Dime claramente que puedo hacer con el?

Mientras habla acaricia con delicadeza los labios de tu sexo limpiándolos con tu tanga húmedo y aliviando algo el dolor.

  • Pu... puede hacer lo que quiera con el. Si... si quiere ponerle la crema hágalo. -pensando a toda velocidad para evitar que se tome esa afirmación como una invitación tragas saliva y añades- Pe... pero su perra preferiría que la montara...

  • Vaya pero ¿no me decías ayer que tenias miedo a quedarte preñada perrita?

  • No... no me importa quedarme preñada de mi... mi Amo

  • Ya te dije que me gusta que seas sincera. Y como creo que has tenido suficiente castigo por hoy. Te voy a dar el gusto. Voy a dejar que te preñes de tu Amo.

Suelta la cuerda que aun mantiene atada tu pierna y luego se quita los pantalones para tumbarse en el suelo boca arriba con la polla apuntando al techo.

  • Adelante perrita móntame y date el gusto.

Ves que con una mano sujeta el móvil con el que te sigue grabando y con la otra la cadena que te ata del cuello de forma que le sería muy fácil volver a tensarla y dejarte colgada. Con miedo de que cambie de opinión te pones como puedes a horcajadas sobre el. Y sin manos, no te queda mas remedio que restregar tu maltratado coño sobre su dura polla, tratando de que se cuele dentro de ti pero no lo consigues.

-A... Amo, ¿Su... sujetaría su polla para poder metérmela?

  • ¿Como se piden las cosas perrita?

  • Po… por favor Amo, ¿Sujetaría su polla para que su perra pueda metérsela?

  • Mejor, pero pídemelo otra vez explicando a la cámara que quieres hacer exactamente con mi polla.

  • Por favor Amo, ¿Sujetaría su polla para que su perra pueda metérsela en su coño y así quedarse preñada de usted?

El móvil grava perfectamente toda la escena desde tus infructuosos intentos de meterte su polla restregándote sobre ella, hasta tus palabras y los gestos de vergüenza de tu rostro por aceptar ser humillada de esa manera

-Claro perrita, aquí tienes. -dice sujetándose la base de la polla para que quede bien erguida y firme.

  • Gra... gracias Amo

Levantas de nuevo el culo y, bajando con cuidado para que no te duela demasiado, te clavas su polla intentando no mirarlo, ni a él ni al móvil.

  • Ummm mi perrita tiene un coñito bien firme espero que tardes en quedarte preñada para que no se te afloje.

Sin decir nada, miras a un lado, mientras bajas y subes sin parar, con las manos atadas al corsé, moviendo tu cadera lo mejor que sabes, intentando que acabe pronto.

  • ¿Te esta gustando princesa? ¿Tu coñito esta gozando de la polla de su Amo?

El collar y el corsé te dificultan la respiración, agotándote y haciéndote jadear sin parar

  • Si… si Amo. -respondes como puedes.

La cadena de tu cuello suena a cada salto y eso te estremece, al igual que su polla dura y sin condón que no puedes dejar de notar dentro de ti.

  • Ya se nota. Pero vamos a ayudarle un poquito. ¿Sabes que el coño de las perritas se contrae cuando se ahogan? -pregunta tirando de la cadena tensándola- Me pregunto como de apretado se notara el tuyo.

  • ¡No no, Amo, por favor! ¡Te lo suplico! ¡Haré lo que quieras, no lo hagas! Seré... ¡Soy! ¡Soy buena perra! Guau guau guau

Ruegas y ladras desesperada por no pasar otra vez por lo mismo pero no te escucha. La cadena se tensa y te levanta unos centímetros, que al estar arrodillada te es fácil compensar irguiéndote un poco. Pero él te agarra por las caderas y tira de ti hacía abajo, marcando el ritmo de la follada y cortándote la respiración cada vez que te clava la polla.

  • Amo soy bu... bu buena... Guau guau... ¡Se lo su... suplico Amo!

Poco a poco te quedas sin fuerzas y dejas de oponer resistencia, subiendo y bajando a su placer. Pareces una muñeca encima suya, sin fuerzas, moviéndote a su antojo, con la mirada perdida.

  • ¡Joder ya lo creo que eres una buena perra! ¡Como me estas apretando la polla! -dice sin dejar de torturarte. Pues no deja de ser una tortura, ya que aunque nunca llegas a quedarte del todo sin aire apenas tienes el oxigeno suficiente.

Ni siquiera llegas a notar como se corre dentro de ti. Solo lo deduces porque ha dejado de moverse y tira de ti apretando su polla contra tu coño como si quisiera metértela hasta el útero. Dejándote sin aire durante todo el tiempo que termina de vaciar sus huevos.

Satisfecho suelta la cadena y caes redonda a un lado exhausta.

  • Buena perra me he corrido de lo lindo, casi seguro que te he dejado preñada.

Te quedas en silencio en el suelo boqueando tratando de recuperar el aliento y con su semen dentro.

  • Vaya por tu culpa se nos ha hecho bastante tarde ahora tendremos que dejar el entrenamiento que tenía programado para la tarde. -comenta mirando el reloj.- Vamos, te llevaré de vuelta a la perrera que me ha entrado hambre.

Levantas la mirada exhausta, como pidiendo un descanso.

  • No pongas esa cara. Sabes que esto no habría pasado si no te hubieras intentado escapar. -dice recuperando tu tanga y metiéndotelo en el coño- Ese ahí dentro para que no se te salga la lechita.

Habiéndote taponado el coño te ata las manos ahora al collar y palmea para que lo sigas fuera de la habitación. No sabes de donde sacas fuerzas para ponerte a cuatro patas y gatear usando tus codos detrás de el devuelta a tu perrera. Quieres llorar pero no te queden lagrimas con que hacerlo.

  • Ya veras vas a tener unos cachorritos preciosos. -dice antes de cerrarte la puerta recordándote que llevas dentro su semen.

Te tumbas en la cama de perra, de lado, agotada, intentando recuperarte, sabiendo que cuando termine de comer volverá y que no tienes escapatoria. Con un estremecimiento te preguntas incluso si saldrás viva de este lugar.


ADVERTENCIA : Todo lo anteriormente narrado es ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Nada de lo descrito en el relato apoya los actos de sexo donde una de las partes no dé su consentimiento en la vida real. Dicho esto...

Gracias por haber leído este relato, espero lo hayas disfrutado y gracias a la musa que lo ha inspirado.

Se aceptan comentarios y criticas.