Un Amo para una perra 1
Un sótano, un hombre sin escrúpulos y una joven secuestrada para ser entrenada como una perra.
CAPÍTULO 1
El neón del techo se enciende y apaga de forma intermitente con un molesto zumbido. Hace calor entre esos cuatro muros de cemento sucio y sin ventanas, probablemente debido a los tubos de calefacción que recorren la pared del fondo y al lado de los cuales estas atada a la pared con unas esposas. Tirada en el suelo sobre un viejo colchón te sientes mareada y con la boca como si hubieras estado comiendo corcho. Está claro que en algún momento alguien te drogó mientras estabas de fiesta. De hecho aun llevas ese bonito vestido que tanto te gusta y uno de los zapatos de tacón con los que habías salido a divertirte con tus amigas. Asustada miras a todos lados tratando de ubicarte, notando como el miedo te encoje el estomago. Pero no hay nada que puedas hacer y las cadenas apenas te dejan moverte, mucho menos acercarte a la única puerta que esta al otro lado de la habitación.
– Hola, ¿hay alguien ahí? –empiezas preguntando para poco a poco ir subiendo la voz y acabar gritando asustada pidiendo auxilio al no obtener respuesta– ¡Ayuda! ¡Socorro! ¡Que alguien me saque de aquí!
De repente la puerta se abre con el chasquido metálico de un cerrojo al destrabarse y un hombre con un pasamontañas aparece en el umbral. Sentada en el suelo te parece enorme, no sabes exactamente cuanto pero desde luego es más alto, pesa más que tu y sin duda también es más fuerte.
– Vaya, ya te has despertado putita.
– ¿Qui… quien eres? –Estas aterrada pero aun así reúnes el suficiente valor para enfrentarte a ese hombre.– Su... suéltame, no... no... no soy ninguna putita.
– Claro, claro, eso es lo que decís todas. Pero solo hay que ver los trapos de guarrilla que llevas para saber la verdad.
En una de sus manos el hombre lleva una botella de agua mediada que apoya en el suelo a un par de pasos de la puerta.
– Supongo que tendrás sed. Te dejo esto aquí mientras piensas en lo que vas a hacer.
– Su... suéltame, no te he visto la cara, no denunciare ni nada, solo dejame ir.
– No tengas prisa preciosa, aun no puedo dejar que te vayas. –Dice saliendo y cerrando la puerta tras de si dejándote de nuevo a solas.
El tiempo pasa terriblemente lento y el calor es insoportable jurarías que incluso la temperatura ha aumentado. Sientes que te derrites en sudor y la sed se ha convertido en una verdadera tortura. Varias veces has intentado alcanzar la botella con los pies, forzando y estirando tus músculos todo lo que puedes pero solo has conseguido rozar su superficie con la punta de tus uñas pintadas de rosa y clavarte las esposas en las muñecas que ahora frotas doloridas.
Pasado un tiempo vuelves a escuchar como alguien quita el cierre de la puerta y vuelve a aparecer el mismo hombre, intentas ver que hay más allá pero esta demasiado oscuro y solo te parece distinguir un pasillo amplio.
– Joder esto apesta a cerda sudada. –Dice según entra haciendo que te olvides de cualquier otra cosa que no sea él mismo y tu cansado cuerpo.
– Tengo sed… necesito agua. -Pides encogida en el suelo. Que es la única posición medianamente cómoda que te permiten adoptar las esposas.
– Pero si la tienes justo aquí putita. No tienes mas que cogerla. ¿O eres tan inútil que te tendré que dar de beber?
– Su... suéltame y la cogeré yo misma. –te cuesta incluso hablar, sientes la lengua seca.
– Eso no va a pasar y además creo que realmente no tienes tanta sed. Debería dejarte otro rato para que reflexiones... –dice como pensando en voz alta y dándose la vuelta para salir de nuevo.
– ¿Que... que quieres de mi? ¿Me vas a dejar morir de sed y hambre? –preguntas sacando fuerzas de flaqueza cuando esta apunto de cerrar la puerta.
El hombre se detiene con la puerta a medio cerrar durante unos segundos parece que te va a ignorar pero entonces antes de cerrarla del todo cambia de opinión y te contesta.
– Eso solo depende de ti putita. Aprende modales pide las cosas como debes y tendrás tu agua.
Dicho esto ves como ahora si cierra la puerta. Pasan más horas y horas, estás en el suelo sudando como una cerda, agotada, lamiendo incluso tu propio sudor cuando la puerta vuelve a abrirse y esta vez ves que trae una silla plegable y una cerveza. Cierra la puerta tras de si y colocando la silla en un rincón se sienta en silencio a mirarte mientras se tomo esa cerveza escarchada.
– Ummm ¿No hay nada como una cervecita bien fría cuando hace calor verdad? –evidentemente solo lo dice para provocarte porque acto seguido añade– ¿Y bien? ¿Tienes algo que decirme?
– Por... por favor, a... agua. –ruegas con mirada suplicante.
– Eso está mejor. Pero no es suficiente. No ahora. –se detiene para dar un trago a su cerveza tomándose su tiempo– Si hubieras empezado así ya tendrías tu agua pero tienes que aprender tu lugar preciosa. ¿Entiendes?
– Te... te lo su suplico, agua por favor. –repites tratando de sonar lo mas dócil posible. Durante unos segundos el te mira en silencio y luego ves esperanzada como se levanta para coger la botella de agua pero enseguida te das cuenta de que ha sido puro teatro cuando ves como se queda jugueteando con ella.
– Dime una cosa ¿que eres tu?
– No… no se. –dices sin realmente saber que decir ante esa pregunta. El niega con la cabeza con gesto apenado mirándote sin decir nada.
– Agua por favor. –insistes ante su silencio.
– Tendrás tu agua cuando comprendas y me digas que eres.
Agotada con el pelo enredado y húmedo pegado a tu piel, el vestido, el tanga y el sujetador completamente sudados, te das asco a ti misma. Pero sobre todo tienes tanta sed que cedes ante lo que sabes que ese cabrón quiere oír.
– Soy... soy una pu… putita sedienta. –dices humillada esperando que eso sea suficiente para que te dé de beber. Lo ves sonreír bajo el pasamontañas.
– Ves como no era tan difícil. –se levanta y se acerca a ti– Ponte de rodillas putita, voy a darte tu agua.
Derrotada y de forma torpe tratas de ponerte de rodillas como te ha pedido. Cuando te acabas levantando puedes ver en el colchón tu silueta dibujada por el sudor.
Con mucha calma va desenroscando el tapón para luego colocando la botella un par de palmos por encima de tu cabeza inclinarla hasta dejar caer un hilo de agua sobre ti.
– Vamos te la has ganado abre la boquita y bebe.
Abres la boca y sacas la lengua desesperada buscando el agua tratando de evitar que se desperdicie el preciado liquido. Pero a pesar de todos tus esfuerzos no puedes evitar que parte del agua se pierda cada vez que cierras la boca para tragar. Por no mencionar que al hombre que te da de beber parece resultarle divertido ir moviendo el chorro de agua para que lo sigas de un lado a otro. Como resultado, cuando la botella se acaba, apenas has bebido un cuarto del ya escaso contenido y estas empapada.
- ¿Que tal? ¿Quieres más? –pregunta como si no fuera evidente la respuesta.
– Si, por favor. Quiero más, te te lo suplico. –lo poco que has bebido solo te ha hecho tener mas ganas de beber.
El hombre da un paso a tras y se saca una polla morcillona del pantalón que apunta a la boca de la botella en la que suelta una larga meada amarillenta. Ves la escena con los ojos muy abiertos negándote a creer lo que esta a punto de pasar.
– Ah, que a gusto me he quedado. Ten, ahí tienes putita. Disfruta tu "agua". –dice riéndose y dejando, esta vez si, la botella a tu alcance.
– Es... espera ¿No hablas enserio verdad?
– Puedes beber de la botella como una puta o lamer el agua del suelo como una perra. –dice guardándose la polla de nuevo– A mi me da igual pero según lo que elijas así te trataré.
– Es… estas loco, no pienso beber tu orina ni... ni el el agua del del suelo.
– Haz lo que quieras putita tienes tiempo para pensártelo. Buenas noches cielo. –y girándose se marcha silbando alegremente.
Según se cierra la puerta empiezas a llorar en tu rincón desconsolada. Lagrimas que solo ayudan a que al cabo de una larga hora la sed vuelva a torturarte implacable. Sin soportarlo más lames el agua del suelo confiando en que sea suficiente para no tener que beber el contenido de la botella. Pero ha pasado demasiado tiempo desde que cayo y solo quedan unas gotas que sorbes con ansia y apenas calman tu sed. Tras otra hora empiezas a lanzar miradas a la botella sin acabar de creerte que realmente te lo estés planteando. Pero el tiempo sigue corriendo, el calor no cesa y tu cuerpo se deshidrata minuto a minuto. Rota por dentro claudicas ante ti misma y cerrando los ojos coges la botella y te la bebes casi de golpe tratando de no saborear ese liquido tibio y salobre. Te sientes asqueada cuando, al vaciar la botella, lamentas que no haya mas. Ya que, pese a todo, el liquido ha aliviado algo tu sed.
Cuando la puerta de la que ya consideras tu celda se vuelve a abrir te sientes incapaz de calcular cuanto tiempo llevas ahí dentro encerrada. La sed, la incomoda postura en la que te ves obligada a estar, el calor y ahora también el hambre te impiden dormir mas que en pequeños lapsos que solo han hecho alargar aun mas los minutos en tu soledad. Por su parte el hombre encapuchado que te mira desde el umbral de la puerta sonríe como si fuera ajeno a tu sufrimiento.
– Buenos días putita. Veo que te has bebido todo tu biberón. ¿Quieres más?
Agachando la cabeza asientes, sintiendo como las lagrimas afloran a tus ojos.
– Tienes suerte, porque acabo de levantarme y vengo cargado. Pero quiero oírtelo pedir como una buena puta.
– Por favor, esta... esta puta necesita agua... y algo de comer. –dices sabiendo que negarte a esta degradación solo sería peor para ti.
– Claro preciosa ahora mismo. –se acerca a ti y demostrando su fuerza te levanta y te coloca sentada en el suelo con la espalda contra la pared– Hoy vamos a probar algo diferente. Pero como aun no me fio mucho de ti, te voy a poner esto para que no hagas tonterías. –te muestra un aro de metal que cuelga de un par de cintas de cuero con la clara intención de obligarte a mantener la boca abierta.
– Vamos, di aaaah putita.
– No... no te hecho nada ¿Porque me haces esto? –preguntas entre lagrimas, tratando de evitar que te coloque esa cosa, sospechando lo que te quiere hacer. Pero tus protestas solo sirven para que su sonrisa desaparezca y agarrándote del pelo tire de ti hacía atrás hasta hacerte golpear con la cabeza en la pared.
– ¿Te he dicho que quiera conversar contigo puta? No. Así que, haz lo que te digo o lo vas a pasar mucho peor.
Dolorida, asustada, agotada, hambrienta y sedienta, cierras los ojos y abres la boca.
– Aaaah...
Sin mucha delicadeza coloca en tu reseca boca el aro, forzando a tu mandíbula a mantenerse bien abierta. Y luego, para que no se salga, lo asegura ciñendo las cintas de cuero detrás de tu cabeza.
– Vaya boca de puta que tienes.
Manteniéndote sujeta por el pelo escupe en el agujero que es ahora tu boca, antes de sacarse la polla y acercártela. Cierras los ojos, sin intentar apartarte, es eso o morir de sed piensas. Lo que no impide que te llegue un penetrante olor a polla sudada y sucia y la notes entrar, gorda y caliente, a través de tus resecos labios, hasta que hace tope en el fondo de tu paladar. Para luego notar su acre sabor extendiéndose por toda tu boca con un lento bombeo. Estas tan sedienta que incluso cuando su glande roza tu campanilla provocándote una arcada tu boca no produce saliva, si no fuera por el escupitajo que dejo caer al principio tu lengua estaría tan seca como el esparto.
De pronto te sobresalta un liquido caliente que invade tu boca. Sin previo aviso y sin contener la presión de su chorro ha empezado a orinarse dentro de ti. Casi desesperada por obtener liquido empiezas a beber, con los ojos cerrados tragas y tragas. Puedes sentir la orina bajar caliente por tu garganta, desbordando tu boca por las comisuras de los labios y escurrirse por tu cuello hasta tus pechos empapándote la ropa. Y lo peor de todo, la notas subir por tus fosas nasales ahogándote cada vez que te atragantas incapaz de tragar más. Tu cara esta roja por el esfuerzo, cubierta de lagrimas, mocos y empapada de orina. Y es evidente que eso le excita ya que notas como su polla se le va poniendo dura dentro de tu boca. Lloras y te das asco a ti misma pero no paras de beber, lo necesitas.
– ¡Y ahora el desayuno! –anuncia cuando termina de vaciar su vejiga con unos chorros finales. Y agarrándote con fuerza la cabeza por el pelo, comienza a follarte la boca. Atrapada entre la pared y su cuerpo, sin poder hacer nada por evitarlo, lo miras llorando, sin oponer resistencia y rogando que acabe cuanto antes. Pero la suerte sigue sin sonreírte el hombre tiene mucho aguante y solo tras largos minutos de violación, se corre en tu boca sobre tu lengua.
– Esta buena la lechita ¿Verdad putita? -se mofa de ti y tu como toda respuesta, sin dejar de llorar, te tragas su semen en silencio.
– Buena puta. –dice dándote unas palmaditas en la cara– Pero esto no se acaba aquí voy a convertirte en la mejor de todas mis putas. Aunque ahora mismo ni un perro querría tocarte. Pareces un urinario público.
– Por... por favor, di... dime que tengo que hacer para que me des agua y comida de verdad. –te cuesta pronunciar las palabras casi sin aire y con ese aro que te mantiene la boca abierta.
– Para empezar vas a empezar a tratarme de "Amo", se acabo eso de tutearme.
– Si Amo, ¿Que tengo que hacer para tener agua y comida de verdad?
– Eso esta mejor pero primero hay que arreglar esto. Estas ropas de buscona son demasiado para una guarra como tu. De ahora en adelante iras siempre desnuda o en bragas. -te quedas muy quieta, temiendo que pueda hacerte daño, al ver que saca unas grandes tijeras de metal con las que corta la tela empapada en sudor y orines destrozando tu vestido y dejándote en ropa interior.
– Esta mierda también fuera. –dice quitándote el sujetador con un par de tijeretazos y dejándote solo con el tanga negro que llevabas puesto para salir de fiesta– Listo. Esas bragas serán mas que suficientes para ti. Cuidalas bien, si las pierdes iras siempre desnuda.
El estomago te ruge sonoramente en parte por hambre y en parte revuelto por todo lo que acabas de tragar. Pero el hombre no se inmuta. Recoge el vestido y arrancando unas tiras de tela improvisa una mordaza que te llena y seca aun más la boca.
– Perfecta, ya estas lista para una ducha.
Aparta el colchón en el que estabas sentada y tomando una manguera del otro lado de la habitación te chorrea con un agua que cae como agujas de hielo sobre tu piel sudada. Las cadenas de las manos están tan cortas que apenas puedes retorcerte unos centímetros a un lado y a otro para evitar el agua helada. Desesperada levantas las piernas, pataleando intentando parar el chorro. Pero es inútil y solo logras hacer que tu torturador se divierta contigo y tus vanos esfuerzos por protegerte. Cuando tu cuerpo empieza a aceptar la temperatura y cesas en tus esfuerzos rindiendote es el momento en el que cierra el grifo. Agotada te quedas quieta en el suelo mojado, empapada de la cabeza a los pies y tiritando. La mordaza que cubre tu boca se ha mojado y esta húmeda. Todavía sedienta chupas la tela para sacar el agua que sabe al sudor y la orina que la había empapado antes.
– Ahora te voy a aflojar las esposas y te vas a lavar de arriba a bajo. Quiero que lo hagas a conciencia o haré que te arrepientas. –dice al tiempo que tira delante de ti una gran pastilla de jabón de fregar.– Pero para que veas que no todo puede ser malo, si lo haces bien y sin rechistar te daré agua y una rica comida.
Asientes y tal como ha dicho te suelta una de las esposas para que puedas alcanzar el jabón y lavarte. Sentada en el suelo empiezas frotándote tus pies, sigues por tus piernas levantando una y luego la otra, tu coñito lo enjabonas metiendo la pastilla por dentro de tu tanga sin quitártelo, sigues subiendo por la barriga lo pasas por tus pechos de ahí a un brazo, luego al otro y finalmente frotas tu pelo y tu cara. Te hace repetir el proceso hasta cuatro veces quitándote el jabón a manguerazos cada vez. Terminas de rodillas, helada, mirándolo muy quieta.
– Buena chica y ahora lo prometido es deuda. –te quita la mordaza, la anilla de la boca y abre de nuevo la manguera– Aquí tienes tu agua.
Esperanzada abres la boca y te lanzas a por el agua buscando saciar por fin tu sed e ignorando las molestias de tumandíbuladespués de tenerla tanto tiempo abierta. Pero la manguera se aleja dejándote de nuevo con las ganas.
– ¿Como se dice putita?
– Por favor Amo, tu puta perra necesita agua, se... se porto bien. –ves tan cerca el agua que ya nada te importa excepto complacerlo y poder por fin beber. Y lo consigues lo ves sonreír y ahora si por fin te acerca el chorro de agua fresca.
– Muy bien perrita aquí tienes.
Empiezas a beber ansiosa, desesperada, sin saber cuando te la quitara de nuevo. Mientras bebes la barriga te ruge recordándote que no has comido nada.
Apartándote y acercándote el agua te deja beber unos cuantos tragos divirtiéndose con tu necesidad pero no deja que te sacies, es solo un caramelo en premio por tu buen comportamiento.
– Ya es suficiente.
– Amo, me... me portare bien, por favor más.
– No, ahora vamos a terminar de acicalarte puti... ah no, es verdad que no eres una puta. ¿Como has dicho? ¿Una puta perra verdad? Aunque creo que más bien eres solo una perra... Si, no eres más que una perra inútil.
Te sonríe con malicia haciéndote notar que tu misma te has cavado un poco mas tu propia tumba.
– ¿Co... comida? Amo. –es lo único que te atreves a preguntar aterrada de lo que tu nueva condición pueda deparar.
– No. Ahora que no das puto asco vamos a darte la follada que una perra como tu se merece.
– Di... dijiste que si me lavaba bien me darías agua y comida. –sollozas comprendiendo que aun no ha acabado tu suplicio.
De un bofetón corta tu lastimero gimoteo y te tira al suelo para volver a levantarte agarrándote por los pelos.
– ¿¡Y no te he dado agua!? ¡Cuando te de comer es cosa mía! –lo miras asustada conteniendo el llanto, en silencio arrodillada a sus pies– ¡Y si antes quiero follarte, eso es lo que voy a hacer! Y tu, tu me vas a ofrecer tus agujeros para que elija por donde hacerlo.
– Yo... yo... yo no...
No eres capaz de decir nada y el tampoco te da tiempo a recuperarte usando tu pelo como correa tira de ti hasta que te deja con la cara aplastada contra el suelo y el culo levantado.
– ¡Vamos perra! Se que sabes como pedirlo.
– Le... le ofrezco mis... mis agujeros, Amo –dices con un hilo de voz y avergonzada separas tímidamente las piernas, ofreciéndote para que te viole.
Notas como él se coloca a tu espalda, tira de tu tanga hacia abajo y te separa las nalgas con las manos dejando a la vista tu ano y tu coño.
– ¿Cuantos te han usado perrita? Y no mientas porque lo sabre. –pregunta mientras acaricia los labios de tu sexo.
– So... solo he tenido tres novios. Por... por favor Amo, u... use condón, por favor. No quiero quedarme preñada...
Tu sexo esta seco, la tensión del momento impide que consigas excitarte. Él también lo nota y escupiendo te lubrica un poco antes de violarte.
– Esas tonterías de la gomita las harías con los idiotas de tus novios ahora eres mi perra y a las perras se las folla a pelo y si se quedan preñadas, mala suerte.
– Yo... yo... yo.... no... no quiero ser preñada Amo, por favor...
– A ver perrita. Si me estas pidiendo que te de por el culo pídemelo con ganas y te lo haré por el culo. Pero desde luego no pienso ponerme un puto condón.
– Por... por favor Amo, su puta perra qui... quiere... desea, su polla en su culo.
Lo escuchas reírse y notas como restriega su glande contra el orificio de tu ano.
– Lo tienes bien cerrado perrita, usa tus deditos para abrirlo un poco o te va a doler.
– Lu... luego me... me darás de comer, ¿Ver... verdad Amo? –preguntas tras meterte un dedo en tu culo y empezar a moverlo para dilatarte tal y como el ha sugerido.
– Claro que si bonita. Pero ese dedito no va a ser suficiente y lo sabes ¿Verdad?. –claro que lo sabes y con lagrimas en los ojos metes un segundo dedo, mientras él se masturba con el espectáculo. Viendo como mueves esos dedos de tu culo dilatandote poco a poco para su polla.
– ¡Ya es suficiente! –grita con lujuria, apartándote la mano de un tirón sin esperar a que tu culo gane toda la elasticidad que necesita. Y como un ariete embiste tu entrada trasera con su polla que pide guerra a gritos.
– Ah... Ah... Aaaahhh...
Notas como presiona, como va entrando abriéndose camino a través de tu carne, duele bastante, pero tratas de ignorarlo pensando que luego podrás comer.
Agarrado a tu cintura se deja caer sobre ti hasta que no entra más entonces recula y vuelve a empujar y así una y otra vez hasta que consigue que sus huevos golpeen contra tu sexo
– Joder que culito mas estrecho tienes perrita como lo voy a gozar. –esas palabras son el pistoletazo de salida para empezar a follarte el ano con saña.
– AAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaahhh
Gritas y lloras clavándote las uñas al cerrar los puños con fuerza para aguantar el dolor cuando sientes como te rompe.
– Aaaaah... A... amo, duele mucho,… por... por favor...
Ruegas sin atreverte a pedirle que pare, o a apartarte, por miedo a que te deje sin comer o haga algo peor. Pero no solo es en vano y sino que ademas tu secuestrador adereza la violación de tu ano retorciendo tus pechos con sus manos y dándote fuertes azotes a tu trasero. Y cada vez que de una forma u otra consigue arrancarte un gemido de dolor su polla pega un brinco. Empiezas a darte cuenta que le gusta oírte gemir.
– Aaaaah... por... por favor Amo, no... no me iré Aah aah... seré buena, pero por... por favor. Hazlo mas lento Aah aah Aah
Tus gemidos y suplicas levantan su libido, lo notas, eso es bueno porque acabará pronto pero tiemblas pensando lo que pueda significar eso para tu futuro.
– ¡Grita cuanto quieras, nadie te va a oír aquí putita!
– Aah aah Aah No... no soy una putita Amo, soy... soy una perrita,... Su perrita. –dices intentando excitarle para que acabe cuanto antes.
– ¡Entonces ladra! ¡Ladra para mi perrita!
Te exige tirando de tu pelo y haciendo que dobles tu espalda como un arco.
– Aah aah... guau guAaaauu guau Aaahh... guAaaauu...
Entre quejas y ladridos notas como primero un chorro caliente y luego otro se derrama en tu intestino mientras el te agarra con fuerza por la cintura tirando de ti, buscando clavarse tan profundamente como pueda y dejando marcados los dedos en tu piel.
Unas palmadas en tu trasero te traen de vuelta a la realidad junto con la voz de él que te felicita.
– Vas a ser una perra magnifica. Ven limpiame la polla y te daré la comida.
Cuando te mueves para obedecer notas como ese cacho de carne se sale de tu culo dejándolo completamente dilatado, palpitante, abriendo y cerrándose como si fuera un pez boqueando en busca de aire. Aturdida, gateas girándote, solo quieres que esto acabe y poder calmar tu estomago que se retuerce de hambre. Sacas la lengua y le lames la polla. Tratas de no pensar que sabe a tu culo y en lo que estas lamiendo. Y mientras el te deja hacer acaricia tu cabeza como haría realmente con una mascota.
– Buena chica, buena chica.
Cuando considera que ya le has limpiado lo bastante la polla se la guarda y agarrándote de nuevo del pelo termina de soltar las esposas que te mantenían aun atada y a cuatro patas te saca de la habitación. La puerta da a un pasillo con seis puertas, tres a cada lado. Las de la izquierda ponen Perra 1, 2 y 3 y las de la derecha Esclava 1, 2 y 3 respectivamente. Abre la que pone Perra 1 y te hace pasar. En el suelo hay una camita de perro y un plato de plástico con dos huecos. Llena uno con agua y el otro con una lata de comida húmeda para perro.
– Ahí tienes bonita disfruta, te lo has ganado.
Sin pensarlo mucho bebes un poco y con las manos coges un poco de comida sin preocuparte por ensuciarte pero antes de llevártelo a la boca notas un varazo en tu trasero.
– ¿Acaso las perras tienen manos? ¡Usa solo la boca!
– AAAAAaaaaaahhh si... si Amo.
Te lames la lamo e inclinando la cabeza comes con la boca. De pie a tu lado el hombre espera a que te termines todo.
– Bien, por hoy es suficiente. Buenas noches perrita, mañana seguiremos con tu entrenamiento.
Llevándose el cuenco vacío te deja a solas en el cuarto, apagando la luz al salir y cerrando la puerta por fuera. Agotada por la experiencia y dolorida te acurrucas entre lagrimas en la camita, pero por fin has dejado de tener esa sed y hambre terrible.
ADVERTENCIA: Todo lo anteriormente narrado es ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Nada de lo descrito en el relato apoya los actos de sexo donde una de las partes no dé su consentimiento en la vida real. Dicho esto...
Gracias por haber leído este relato, espero lo hayas disfrutado y gracias a la musa que lo ha inspirado.
Se aceptan comentarios y criticas.