Un amigo sensacional
Mis amigas solían decirme que lo traigo por la calle de la amargura y que bebe los vientos por mí...
Un amigo sensacional
Tengo un amigo fuera de serie. Es un hombre cuyo trabajo lo trae por todo el mundo, y a pesar de todo lo que es y todo lo que sabe, es un perfecto caballero.
Mis amigas solían decirme que lo traigo por la calle de la amargura. Que bebe los vientos por mí, y que soy una tonta al no hacerle caso.
Un día se tiró a fondo, y sin haber sido siquiera novios, simple y llanamente me pidió que me casara con él.
En ese entonces yo amaba a alguien más, de modo que sintiéndolo mucho, le dije que no. Sintiéndolo mucho, porque es mi amigo y lo aprecio. Pero nada más.
Él se fue de México y yo me quedé, para apechugar con la realidad de que quien yo amaba, un día se alejó sin media explicación.
Después de 6 meses, él (mi amigo) volvió. Y lo intenté. De verdad que lo intenté.
Salimos en una noche que estaba ideal para enamorarse; sin frío ni calor. Noche templada, fresca, luminosa.
Yo estaba nerviosa. El mesero descorchó el champagne y bebimos por sus logros y por sus proyectos. Después me sacó a bailar.
Tal vez estaba un poquito mareada; no sé si el champagne se me subió o si se me bajó la presión. No sé si era su olor, o la música, o el lugar.
Mi cabeza se apoyó en su pecho y mi mente se fue a otro sitio. A otra persona, a un nombre que no era el suyo. Cuando me di cuenta quise apartarme, pero él no lo permitió. Lo miré espantada y fue muy tarde para esquivar el rostro. Su boca buscó la mía y no me pude zafar de su abrazo. Fue un beso desesperado, ansioso; y por desgracia, para mí, asfixiante.
Cuando pude apartarme, me llevé la mano al pecho, donde el corazón me latía desordenadamente y me gritaba en silencio: "¡No!". "Lo siento; ¡no!".
Bajé la cabeza y él aún trató de sostener la situación, explicándome que ya no somos unos niños, y que han sido muchos años esperando por mí.
Y al igual que la vez pasada, ya no le pude contestar. Mi rostro estaba bañado en lágrimas y mi expresión era de total pena.
Es un hombre magnífico; es gentil, culto, todo un personaje. Y yo, oscura, tonta, doña nadie, YO le he destrozado el corazón dos veces y no se lo merece porque es un hombre bueno, y yo soy una estúpida añorando a quien nunca le importé un adarme.
¡Diablos! ¿por qué el que quieres no te ama, y no puedes amar al que te quiere?...
Se ha ido otra vez. Sé que no va a volver.
Mi corazón se siente triste por él y por mí.
"Mi corazón acongojado por la pena
Triste está porque te has ido"
y sin embargo, no puede ser de otra manera.